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Autor: Patricio Osiadacz

EDD. jueves 12 de diciembre de 2024.

Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías (41,13-20):

YO, el Señor, tu Dios,
te tomo por la diestra y te digo:
«No temas, yo mismo te auxilio».
No temas, gusanillo de Jacob,
oruga de Israel,
yo mismo te auxilio
-oráculo del Señor-,
tu libertador es el Santo de Israel.
Mira, te convierto en trillo nuevo,
aguzado, de doble filo:
trillarás los montes hasta molerlos;
reducirás a paja las colinas;
los aventarás y el viento se los llevará,
el vendaval los dispersará.
Pero tú te alegrarás en el Señor,
te gloriarás en el Santo de Israel.
Los pobres y los indigentes
buscan agua, y no la encuentran;
su lengua está reseca por la sed.

Yo, el Señor, les responderé;
yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
Haré brotar ríos en cumbres desoladas,
en medio de los valles, manantiales;
transformaré el desierto en marisma
y el yermo en fuentes de agua.
Pondré en el desierto cedros,
acacias, mirtos, y olivares;
plantaré en la estepa cipreses,
junto con olmos y alerces,
para que vean y sepan,
reflexionen y aprendan de una vez,
que la mano del Señor lo ha hecho,
que el Santo de Israel lo ha creado.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 144,1.9.10-11.12-13ab

R/. El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad.

V/. Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
El Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

V/. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

V/. Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,11-15):

EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los Profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo.
El que tenga oídos, que oiga».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

La figura de Juan el Bautista aparece con frecuencia en este tiempo de Adviento. Se dice de él que es el precursor, el que anuncio la presencia del Mesías, del que tanto hablaban y al que tanto esperaban los judíos de la época. Pero hubo un pequeño problema con Juan el Bautista. Un problema que para los judíos de aquel tiempo resultó insuperable.

Es que ni Juan el Bautista resultó ser el profeta que esperaban ni el Mesías que anunció se parecía en nada al Mesías que llegó. Es decir, a Jesús. Tanto el precursor como el mesías fueron tan diferentes de lo que esperaban los judíos, que fueron incapaces de aceptar ni al uno ni al otro. Ellos ya tenían sus ideas preconcebidas y lo que vieron en Juan y lo que vieron en Jesús no tenía nada que ver con aquellas ideas. Por eso el rechazo, que fue total. Al primero lo mató Herodes pero nadie en el mundo judío levantó un dedo para protestar por aquella muerte injusta. Al segundo lo mataron los romanos pero después de que los mismos jefes de los judíos lo pusieran en sus manos. La muerte terminó con ambos profetas. Por la sencilla razón de que no se ajustaban a la idea que tenían de lo que debía ser un profeta y de lo que tenía que ser y parecer el Mesías tan anunciado. Conclusión: se liberaron de ellos y decidieron seguir esperando.

A menudo, a nosotros nos puede suceder algo parecido. Tenemos unas ideas ya muy fijas de lo que es Dios, de cómo es Dios, de lo que Dios manda y también de lo que nosotros tenemos que hacer, de cómo debemos comportarnos, de lo que es importante y de lo que no lo es. Ya nos sabemos tan bien todo que no queda hueco para la sorpresa, para la novedad de un Dios que va a terminar naciendo en un pesebre maloliente, que se va a manifestar cercano a los pobres y defensor de la justicia.

Tenemos todo el tiempo de Adviento para desprendernos de las ideas fijas y sabidas que llenan nuestra mente y para comenzar a leer el Evangelio con ojos nuevos. Es nuestra oportunidad para no terminar haciendo lo que hicieron los judíos con Juan y con Jesús.

Fernando Torres, cmf

EDD. miércoles 11 de diciembre de 2024

Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías (40,25-31):

«¿CON quién podréis compararme,
quién es semejante a mi?», dice el Santo.
Alzad los ojos a lo alto y mirad:
¿quién creó esto?
Es él, que despliega su ejército al completo
y a cada uno convoca por su nombre.
Ante su grandioso poder, y su robusta fuerza,
ninguno falta a su llamada.
¿Por qué andas diciendo, Jacob,
y por qué murmuras, Israel:
«Al Señor no le importa mi destino,
mi Dios pasa por alto mis derechos»?
¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído?
El Señor es un Dios eterno
que ha creado los confines de la tierra.
No se cansa, no se fatiga,
es insondable su inteligencia.
Fortalece a quien está cansado,
acrecienta el vigor del exhausto.
Se cansan los muchachos, se fatigan,
los jóvenes tropiezan y vacilan;
pero los que esperan en el Señor
renuevan sus fuerzas,
echan alas como las águilas,
corren y no se fatigan,
caminan y no se cansan.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 102,1-2.3-4.8.10

R/. Bendice, alma mía, al Señor

V/. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

V/. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. R/.

V/. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestro pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,28-30):

EN aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo:
«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Muchas veces me he encontrado con cristianos para los que serlo es una especie de peso casi insoportable que les acompaña toda su vida y del que les gustaría librarse porque, en el fondo, sienten la amenaza de una posible condenación. Ser cristiano y comportarse como tal les parece que es asumir una vida llena de normas, algunas de ellas les parece que no tienen mucho sentido. Desde tener que ir a misa todos los domingos hasta tantas otras obligaciones morales, de comportarse así o, sobre todo, de no hacer esto o lo otro. Y muchas de esas normas bajo la amenaza de cometer pecado mortal si no se cumplen adecuadamente. Realmente, no estoy seguro de que vivir el ser cristiano de esa manera valga la pena.

El texto evangélico de hoy presenta la vida cristiana de otra manera. Casi me atrevería a decir que la presenta de una manera radicalmente opuesta. Seguir a Jesús no es una tarea casi imposible sino más bien una liberación de todos los pesos y cadenas que nos oprimen. Seguir a Jesús es fuente de consuelo y alivio para los que están cansados y agobiados. El yugo de Jesús es llevadero y su carga ligera. En Jesús lo que encontramos es descanso. Eso es lo que dice el Evangelio de hoy. Y debe ser verdad porque son palabras que el evangelista pone en boca del mismo Jesús.

Es verdad que seguir a Jesús implica comportarse de una forma determinada. No vale todo. Es verdad. Pero, lo más importante, hay que comprender que esas normas que hay que seguir son fruto de un encuentro gozoso y liberador con Jesús, el Señor, el que nos salva, el que es portador y testigo del amor de Dios para cada uno de nosotros.

Un ejemplo: lo de ir a misa todos los domingos puede ser visto como una obligación pesada y sin sentido. Pero también se puede entender como una ocasión gozosa de encontrarse con los hermanos y celebrar con ellos la eucaristía, la acción de gracias, escuchando la palabra de Jesús y compartiendo el pan de vida. Posiblemente, el cambio de punto de vista dependerá de nuestra forma de participar en la misa: como simples oyentes de algo en lo que hay que estar o como participantes activos en una celebración de fe. Sólo es un ejemplo.

Fernando Torres, cmf

FUENTE : https://www.ciudadredonda.org/evangelio-lecturas-hoy/

https://www.ciudadredonda.org/evangelio-lecturas-hoy

EDD. martes 10 de diciembre de 2024.

Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías (40,1-11):

«CONSOLAD, consolad a mi pueblo
—dice vuestro Dios—;
hablad al corazón de Jerusalén,
gritadle,
que se ha cumplido su servicio,
y está pagado su crimen,
pues de la mano del Señor ha recibido
doble paga por sus pecados».
Una voz grita:
«En el desierto preparadle
un camino al Señor;
allanad en la estepa
una calzada para nuestro Dios;
que los valles se levanten,
que montes y colinas se abajen,
que lo torcido se enderece
y lo escabroso se iguale.
Se revelará la gloria del Señor,
y verán todos juntos
—ha hablado la boca del Señor—».
Dice una voz: «Grita».
Respondo: «¿Qué debo gritar?».
«Toda carne es hierba
y su belleza como flor campestre:
se agosta la hierba, se marchita la flor,
cuando el aliento del Señor
sopla sobre ellos;
sí, la hierba es el pueblo;
se agosta la hierba, se marchita la flor,
pero la palabra de nuestro Dios
permanece por siempre».

Súbete a un monte elevado,
heraldo de Sión;
alza fuerte la voz,
heraldo de Jerusalén;
álzala, no temas,
di a las ciudades de Judá:
«Aquí está vuestro Dios.
Mirad, el Señor Dios llega con poder
y con su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario
y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño,
reúne con su brazo los corderos
y los lleva sobre el pecho;
cuida él mismo a las ovejas que crían».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 95,1-2.3.10ac.11-12.13-14

R/. Aquí está nuestro Dios, que llega con poder.

V/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria. R/.

V/. Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él gobierna a los pueblos rectamente». R/.

V/. Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque. R/.

V/. Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,12-14):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Las veces que en sus parábolas y enseñanzas Jesús usa la imagen de las ovejas y el rebaño ha dado lugar a algunas confusiones a lo largo de la historia. Me atrevería a decir que ha dado lugar a conclusiones erróneas.

Dicen los estudiosos de la biblia que en las parábolas no hay que estudiar cada elemento ni pensar que cada elemento de la parábola tiene un significado específico en la enseñanza de Jesús. Pero hay algunos que las han interpretado en esa línea y han llegado a concluir que los cristianos tenemos que ser como las ovejas, a las que llevan y traen según donde el pastor y su perro tiren la piedra y den el grito. Estirando la interpretación se ha llegado a pensar que la jerarquía eclesial, obispos, sacerdotes… son los pastores y el pueblo de Dios, laicos y laicas, deben ser y portarse como las ovejas. Es decir, que no tienen que pensar por sí mismos sino que simplemente tienen que obedecer lo que les indica la jerarquía.

Nada más lejos de la realidad. En las parábolas Jesús quería solo transmitir una idea, una enseñanza simple. En el caso de la parábola que nos ocupa hoy la idea es que el pastor se preocupa sobre todo por la oveja perdida. El acento no se pone en la oveja, que se puede haber perdido por muchas razones. El acento se pone en la preocupación del pastor y en su alegría cuando la encuentra. Y ahí sí que podemos pensar que el pastor es la referencia a Dios. Lo que nos quiere decir Jesús es que Dios es como el pastor siempre preocupado por sus hijos e hijas. Por cierto, habría que señalar que en ese grupo de las ovejas / hijos e hijas de Dios están incluidos por igual desde el papa hasta tantos hombre y mujeres que forman la comunidad cristiana, pasando por todas las categorías intermedias que hemos terminado creando en la iglesia a lo largo de la historia (obispos, arzobispos, cardenales, curas, diáconos, religiosos, religiosas, etc).

Aún más, el rebaño de Dios, sus hijos e hijas, no incluye solo a los creyentes, incluye y reúne a todos sin distinción de credos ni sexo ni lengua ni nación ni… todo lo que podamos imaginar que nos diferencia a unas personas de otras. Todos somos sus hijos. Todos. Y por todos se preocupa y alegra Dios. Eso es lo que nos quiere decir la parábola.

Fernando Torres, cmf

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/evangelio-lecturas-hoy/

EDD. lunes 09 de diciembre de 2024

Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías (35,1-10):

EL desierto y el yermo se regocijarán,
se alegrará la estepa y florecerá,
germinará y florecerá como flor de narciso,
festejará con gozo y cantos de júbilo.
Le ha sido dada la gloria del Líbano,
el esplendor del Carmelo y del Sarón.
Contemplarán la gloria del Señor,
la majestad de nuestro Dios.
Fortaleced las manos débiles,
afianzad las rodillas vacilantes;
decid a los inquietos:
«Sed fuertes, no temáis.
¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite,
la retribución de Dios.
Viene en persona y os salvará.»
Entonces se despegarán los ojos de los ciegos,
los oídos de los sordos se abrirán;
entonces saltará el cojo como un ciervo,
y cantará la lengua del mudo,
porque han brotado aguas en el desierto
y corrientes en la estepa.

El páramo se convertirá en estanque,
el suelo sediento en manantial.
En el lugar donde se echan los chacales
habrá hierbas, cañas y juncos.
Habrá un camino recto.
Lo llamarán «Vía sacra».
Los impuros no pasarán por él.
Él mismo abre el camino
para que no se extravíen los inexpertos.
No hay por allí leones,
ni se acercarán las bestias feroces.
Los liberados caminan por ella
y por ella retornan los rescatados del Señor.
Llegarán a Sión con cantos de júbilo:
alegría sin límite en sus rostros.
Los dominan el gozo y la alegría.
Quedan atrás la pena y la aflicción.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 84,9ab-10.11-12.13-14

R/. He aquí nuestro Dios; viene en persona y nos salvará.

V/. Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está cerca de los que lo temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

V/. La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.

V/. El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
Y sus pasos señalarán el camino. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,17-26):

UN día, estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para realizar curaciones.
En esto, llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe de ellos, dijo:
«Hombre, tus pecados están perdonados».
Entonces se pusieron a pensar los escribas y los fariseos:
«¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?».
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo:

«¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados —dijo al paralítico—: “A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa”».
Y, al punto, levantándose a la vista de ellos, tomó la camilla donde había estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios
El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían:
«Hoy hemos visto maravillas».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

El evangelio de hoy nos invita a adoptar una actitud activa en nuestra vida: ayudar a los demás a que se encuentren con Jesús. Son muchos los que a veces sin saberlo están buscando la curación, que viven en la ignorancia, en la duda o soledad. Gente que tal vez ya no espera nada en esta vida. O porque creen tenerlo todo, en su autosuficiencia. O porque están desengañados.

¿Somos de los que se presentan gustosos a llevar al enfermo en su camilla, a ayudarle, a dedicarle tiempo? Es el lenguaje que todos entienden mejor. Si nos ven dispuestos a ayudar, saliendo de nuestro horario y nuestra comodidad, facilitaremos en gran manera el encuentro de otros con Cristo, les ayudaremos a comprender que el Adviento no es un aniversario, sino un acontecimiento nuevo cada vez. No seremos nosotros los que curaremos o les salvaremos, pero les habremos llevado un poco más a la cercanía de Cristo, Médico.

Si también nosotros, como Jesús, que se sintió movido por el poder del Señor a curar, ayudamos a los demás y les atendemos, les echamos una mano, y si es el caso les perdonamos, contribuiremos a que éste sea para ellos un tiempo de esperanza y de fiesta.

https://es.catholic.net/op/articulos/10580/cat/504/levantate-toma-tu-camilla-y-vete-a-tu-casa.html

https://es.catholic.net/op/articulos/10580/cat/504/levantate-toma-tu-camilla-y-vete-a-tu-casa.html

EDD. Sabado 07 de diciembre de 2024

Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías (30,19-21.23-26):

ESTO dice el Señor, el Santo de Israel:
«Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén,
no tendrás que llorar,
se apiadará de ti al oír tu gemido:
apenas te oiga, te responderá.
Aunque el Señor te diera
el pan de la angustia y el agua de la opresión
ya no se esconderá tu Maestro,
tus ojos verán a tu Maestro.
Si te desvías a la derecha o a la izquierda,
tus oídos oirán una palabra a tus espaldas que te dice: “Éste es el camino, camina por él”.
Te dará lluvia para la semilla
que siembras en el campo,
y el grano cosechado en el campo
será abundante y suculento;
aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas;
los bueyes y asnos que trabajan en el campo
comerán forraje fermentado,
aventado con pala y con rastrillo.

En toda alta montaña,
en toda colina elevada
habrá canales y cauces de agua
el día de la gran matanza, cuando caigan las torres.
La luz de la luna será como la luz del sol,
y la luz del sol será siete veces mayor,
como la luz de siete días,
cuando el Señor vende la herida de su pueblo
y cure las llagas de sus golpes».
Palabra de Dios

Salmo

Sal 146,1-2.3-4.5-6

R/. Dichosos los que esperan en el Señor

V/. Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R/.

V/. Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R/.

V/. Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,35–10,1.6-8):

EN aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Queridos amigos y amigas:

Las lecturas de hoy nos presentan un mensaje cargado de esperanza y de misión, recordándonos que el Adviento es un tiempo de preparación para la restauración plena que Dios quiere traer a nuestras vidas y a toda la humanidad. En este contexto, la proclamación del Año Jubilar nos ofrece una clave adicional: estamos llamados a acoger la gracia de Dios como un don gratuito que restaura, sana y libera, para luego compartirla generosamente con los demás.

En la primera lectura, Isaías (30,19-21.23-26) nos habla de un Dios que escucha el clamor de su pueblo y que, como un Maestro cercano, guía y consuela. Aunque el pueblo haya experimentado momentos de angustia y opresión, se les promete un futuro lleno de luz, abundancia y sanación. Este pasaje nos invita a confiar en el Señor incluso en medio de nuestras dificultades, sabiendo que Él siempre está atento a nuestro sufrimiento y dispuesto a intervenir en nuestro favor. Es especialmente significativa la imagen del Maestro que camina con nosotros, indicándonos el camino:

El pasaje también describe un futuro en el que las heridas serán vendadas, las llagas curadas y la creación entera será renovada con abundancia y plenitud. Esto nos recuerda que el Jubileo no es solo un tiempo de renovación espiritual, sino también de justicia, reconciliación y cuidado por los demás y por la creación. ¿Estamos permitiendo que Dios sane nuestras heridas? ¿Estamos siendo instrumentos de su paz y de su abundancia para quienes nos rodean?

En el Evangelio (Mateo 9,35–10,1.6-8), Jesús recorre las ciudades y aldeas proclamando el Reino y curando a los enfermos, movido por la compasión hacia un pueblo extenuado y abandonado, “como ovejas sin pastor”. Su mirada compasiva no se queda en un sentimiento pasivo, sino que lo impulsa a actuar: llama a sus discípulos, les da autoridad y los envía con una misión concreta: proclamar que el Reino ha llegado y acompañar esa proclamación con gestos concretos de sanación y liberación.

Aquí se nos presenta un llamado directo a todos los discípulos de Jesús, especialmente en este tiempo de Jubileo: la misión no es opcional, es parte esencial de nuestra respuesta al don que hemos recibido. “Gratis habéis recibido, dad gratis”. El amor de Dios, su gracia y su misericordia no son algo que podamos guardar para nosotros mismos; son un regalo que debe compartirse con generosidad. Jesús nos invita a ser sus colaboradores en la gran mies, a ser instrumentos de su compasión para un mundo herido y necesitado.

El Adviento y el Año Jubilar se convierten así en un llamado doble: primero, a permitir que Dios sane, restaure y transforme nuestras vidas; y segundo, a salir al encuentro de los demás, anunciando con nuestras palabras y acciones que el Reino está cerca. En un mundo lleno de desigualdad, enfermedad y desesperanza, se nos pide que llevemos luz donde hay oscuridad, que proclamemos esperanza donde hay desolación y que demos gratuitamente lo que gratuitamente hemos recibido.

Comentario al Evangelio del viernes 06 de diciembre de 2024.

LA PALABRA DE DIOS ILUMINA NUESTRA VIDA Y NUESTRO DÍA. VAMOS A REFLEJAR LA PALABRA DE DIOS – Mt 9,27-31.

Eres una persona de fe, así que cambia la palabra «dificultades» por «desafíos» y verás la diferencia… con esto perderás el miedo a arriesgar… Si sale bien, ganas. Si sale mal, aprendes. Sabemos que Dios está empeñado en alegrar nuestra vida, ofreciéndonos su salvación. Apoyado en nuestra fe, cura nuestra ceguera y nos ofrece su luz ante nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.

Queridas hermanas y hermanos, en el Evangelio de hoy, somos testigos de un hermoso milagro de Jesús, uno que revela no solo su poder divino, sino también su inmensa compasión y misericordia. Dos ciegos siguen a Jesús, clamando: “¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!” Este grito desde el corazón muestra la profunda fe y la desesperada esperanza de estos hombres, que confían en que Jesús puede devolverles la vista. Al llegar a la casa, Jesús les pregunta: “¿Creen que puedo hacerlo?” Ellos responden: “Sí, Señor.” Con esta simple afirmación de fe, Jesús toca sus ojos y dice: “Que se haga en ustedes según su fe.” Y sus ojos se abren. Este milagro no solo restaura su visión física, sino que también simboliza una revelación espiritual, una apertura de los ojos del alma para ver y creer en la luz de Cristo. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra propia fe y confianza en Jesús. ¿Tenemos la misma certeza y esperanza que estos dos ciegos? En nuestra vida cotidiana, podemos encontrarnos con situaciones de oscuridad y confusión, momentos en los que nos sentimos perdidos o sin esperanza. En estos momentos, el ejemplo de los ciegos nos anima a clamar a Jesús con fe sincera, confiando en su poder y en su amor incondicional. El Adviento es un tiempo especial para renovar nuestra fe y nuestra esperanza. Es un tiempo de preparación para la venida de Cristo, no solo en la celebración de la Navidad, sino también en nuestras vidas diarias. Al igual que los ciegos del Evangelio, estamos llamados a seguir a Jesús, a confiar en su misericordia y a abrir nuestros corazones a su presencia transformadora. Este Evangelio también nos recuerda la importancia de la misericordia y la compasión. Jesús respondió al clamor de los ciegos con un acto de amor y sanación. Estamos llamados a imitar su ejemplo, siendo instrumentos de misericordia en el mundo, ayudando a aquellos que están en necesidad, tanto física como espiritual. Queridas hermanas y hermanos, en este viernes de la primera semana de Adviento, pidamos al Señor que fortalezca nuestra fe y nos ayude a ver con los ojos del corazón. Que podamos abrirnos a su gracia y a su amor, y ser testigos de su luz en el mundo. – Hermano Mauricio Silva dos Anjos – Hermano Menor Capuchino de Chile.

EDD. viernes 06 de diciembre de 2024.

Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías (29,17-24):

ESTO dice el Señor:
«Pronto, muy pronto,
el Líbano se convertirá en vergel,
y el vergel parecerá un bosque.
Aquel día, oirán los sordos las palabras del libro;
sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos.
Los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor,
y los pobres se llenarán de júbilo en el Santo de Israel;
porque habrá desaparecido el violento, no quedará rastro del cínico;
y serán aniquilados los que traman para hacer el mal:
los que condenan a un hombre con su palabra,
ponen trampas al juez en el tribunal,
y por una nadería violan el derecho del inocente.
Por eso, el Señor, que rescató a Abrahán,
dice a la casa de Jacob:
“Ya no se avergonzará Jacob,
ya no palidecerá su rostro,
pues, cuando vean sus hijos mis acciones en medio de ellos,
santificarán mi nombre,
santificarán al Santo de Jacob
y temerán al Dios de Israel”.
Los insensatos encontrarán la inteligencia
y los que murmuraban aprenderán la enseñanza».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 117,1.8-9.19-21.25-27a

R/. Bendito el que viene en nombre del Señor

R/. Bendito el que viene en nombre del Señor.

O bien:

R/. Aleluya

V/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. R/.

V/. Abridme las puertas de la salvación,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mí salvación. R/.

V/. Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,21.24-27):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Queridos amigos y amigas:

La liturgia de la Palabra de este día nos anima a un despertar profundo, a abrir los ojos de nuestra existencia para reconocer la obra de Dios que transforma nuestra realidad. En este tiempo de Adviento, mientras aguardamos la venida del Señor, estas palabras nos llaman a vivir con esperanza activa, permitiendo que el encuentro con Cristo ilumine nuestras tinieblas interiores y renueve nuestro caminar.

En el libro de Isaías (29,17-24), el profeta describe un tiempo de cambio radical, un horizonte de restauración donde lo que parecía imposible se vuelve realidad: el Líbano se convierte en un vergel, los sordos escuchan, los ciegos ven, y los pobres se llenan de alegría. Este anuncio no es solo una promesa para el futuro; es una invitación a mirar nuestra vida desde la fe y descubrir que Dios ya está actuando en medio de nosotros. Su gracia transforma nuestra ceguera espiritual en visión clara, abre nuestros oídos para escuchar su palabra y nos llena de júbilo incluso en las dificultades.

Isaías también denuncia la injusticia y la opresión, señalando que los violentos y cínicos no tendrán la última palabra. Este mensaje, tan actual en nuestro tiempo, nos desafía a revisar nuestras propias actitudes y acciones. ¿Somos ciegos ante las necesidades de los demás? ¿Somos sordos a los gritos de los oprimidos? El Adviento nos invita a romper con la indiferencia y a dejarnos transformar por el Dios que hace nuevas todas las cosas.

En el Evangelio de Mateo (9,27-31), dos ciegos siguen a Jesús con una súplica cargada de fe: “Ten compasión de nosotros, Hijo de David”. Este grito no solo expresa su necesidad de curación física, sino también su deseo de encontrarse con el Salvador. Jesús responde tocando sus ojos y, más allá del milagro, les devuelve la capacidad de ver la vida con una perspectiva nueva. Sin embargo, antes de sanar, Jesús les pregunta: “¿Creéis que puedo hacerlo?”. Aquí, el Señor no solo quiere sanar sus cuerpos, sino también activar su fe, porque la verdadera luz nace de un corazón que confía plenamente en Él.

Esta escena evangélica nos desafía a preguntarnos: ¿Qué dimensiones de nuestra vida necesitan ser iluminadas por la presencia de Cristo? Tal vez hemos permitido que el cansancio, la rutina o el dolor nos conviertan en “ciegos”, incapaces de reconocer los signos de esperanza que nos rodean. Jesús también nos pregunta hoy: “¿Crees que puedo hacerlo?”. Nuestra respuesta, como la de los ciegos, debe ser un “Sí, Señor” lleno de confianza.

El Adviento es tiempo de abrir los ojos del corazón, de dejarnos tocar por la gracia de Dios y reconocer su acción en nuestra vida. Así como los ciegos del Evangelio no pudieron guardar silencio después de recibir la vista, también nosotros estamos llamados a proclamar con nuestra vida lo que hemos visto y experimentado.

En este Adviento, pidamos al Señor que abra nuestros ojos para ver su acción en nuestra historia, que encienda nuestra fe para caminar con esperanza y que transforme nuestro corazón para ser testigos de su amor. Confiemos en Él, porque su poder no solo cura, sino que nos conduce a una vida renovada y plena. ¡Que nuestra existencia proclame con alegría que el Salvador está en medio de nosotros!

Fraternalmente,

Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com

Comentario al Evangelio del jueves 05 de diciembre de 2024.

LA PALABRA DE DIOS ILUMINA NUESTRA VIDA Y NUESTRO DÍA. VAMOS A REFLEJAR LA PALABRA DE DIOS – Mt 7,21.24-27.

No busquemos a Dios solo cuando nuestra casa esté cayendo, busquemos a Dios para que ella siga en pie. El fundamento que mantiene nuestra casa (vida) es Dios, su palabra, su voluntad, la oración, los sacramentos, el amor al prójimo… Ninguna tormenta puede destruir este fundamento.

Queridos hermanos y hermanas, en este tiempo de Adviento, en el que nos preparamos para la venida de nuestro Señor, el Evangelio de hoy nos ofrece una poderosa lección sobre la importancia de construir nuestra vida sobre fundamentos sólidos. Jesús nos dice: «No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.» Estas palabras nos llaman a una reflexión profunda sobre nuestra fe y nuestras acciones. No basta con proclamar nuestra fe con palabras; es necesario vivirla con obras concretas y coherentes. Jesús nos presenta la imagen de dos hombres que construyen sus casas, uno sobre roca y el otro sobre arena. La casa construida sobre la roca resistió las lluvias, las inundaciones y los vientos, mientras que la casa construida sobre la arena cayó y fue destruida. La roca simboliza la firmeza y la estabilidad que encontramos al escuchar y poner en práctica las enseñanzas de Jesús. Construir sobre la roca significa vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, fundamentando nuestra vida en su amor y su verdad. Por otro lado, la arena representa todo aquello que es inestable y efímero, las falsas seguridades y las ilusiones pasajeras que pueden desmoronarse ante las adversidades. En nuestra vida diaria, estamos llamados a construir nuestra casa espiritual sobre la roca de la fe, la esperanza y el amor. Esto implica un compromiso activo de vivir según los mandamientos de Dios y de seguir el ejemplo de Jesús en nuestras acciones diarias. Significa también confiar en la providencia de Dios y mantenernos firmes en nuestra fe, incluso en tiempos de prueba y dificultad. El Adviento es un tiempo de espera y preparación, una oportunidad para examinar los fundamentos de nuestra vida y reforzar nuestra relación con Dios. Es un tiempo para renovar nuestra fe y asegurarnos de que estamos construyendo sobre la roca sólida de las enseñanzas de Jesús. Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Señor la gracia de ser verdaderos discípulos, no solo de palabra, sino también de acción. Que podamos escuchar su palabra y ponerla en práctica, construyendo nuestra vida sobre los sólidos fundamentos de su amor y su verdad. – Hno. Mauricio Silva dos Anjos – Hermano Menor Capuchino de Chile.

Homilía para la Eucaristía del domingo 08 de diciembre de 2024.

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN.


Génesis 3,9-15.20: En un lenguaje mitológico el texto enseña cuál es la situación del hombre, la humanidad: la caída. El autor narra la experiencia de su interior. Pero hay una Buena Noticia.


Efesios 1,3-6.11-12: Himno de bendición a la Santísima Trinidad por su obra de salvación universal. Por Dios fuimos colmados de bendiciones en Jesucristo.


Lucas 1,26-38: Con citas del Antiguo Testamento se anuncia el Nacimiento de Jesús como hijo de David y como Hijo de Dios. María es la “llena de gracia” = la Favorecida de Dios. Por eso Ella es la bendecida por Dios Padre y colmada del Espíritu Santo, que la cubrió con su sombra. Ella acata el querer de Dios.

1.- Hoy celebramos un Misterio de fe muy grande, ya que a la luz de la Palabra podemos darnos cuenta de lo que ha hecho Dios con nosotros y también de lo que ha hecho el ser humano con Dios.
El ser humano, criatura de Dios, no quiere ser imagen y semejanza de Dios; quiere ser Dios. He aquí la tentación que siempre ha acompañado a la humanidad, a cada uno de nosotros. Esta ambición y pretensión (conocer el Bien y el mal) conduce al ser humano a su perdición. Al “comer”, es decir, al incubar en su interior esta ambición sufre las consecuencias:
. “Se le abren los ojos”: es decir se ve desnudo, se da cuenta que no es más que una criatura, en situación de indigencia.
. Se rompe toda armonía: con su semejante, con la naturaleza y con Dios.
En otras palabras, lo que aparece como castigo no es más que lo que se ha producido en el interior de la persona. La culpa hace que todo se vea de otro modo; asoma una visión pesimista de todo.


2.- Pero la realidad no es esa. El mal es vencido y ´puede ser vencido, aunque todavía suframos las mordeduras. Cristo, el Hijo, siendo inocente, Dios le hizo pecado (cfr. 2Corintios 5,21), sufrió la mordedura y murió acatando la voluntad de su Padre. Cristo hizo lo que el hombre no hizo. El hombre pretende ser Dios. Jesús, en cambio, el Verbo encarnado, se abaja y se hace obediente por todos nosotros (cfr. Filipenses 2,6-11). “Dios, rico en misericordia y por el inmenso amor que nos tiene, aunque estábamos muertos por nuestros delitos, nos ha hecho revivir en Cristo” (Efesios 2,4-5). Es por eso que san Pablo prorrumpe en un Himno de bendición. Bendice a Dios que nos bendijo en Cristo con toda clase de bienes espirituales. Más aún, no duda en decir que Dios nos eligió antes de la creación para que seamos santos, irreprochables, inmaculados. ¡Y lo hizo con cada uno de nosotros!
Si esto creemos porque lo dice la Sagrada Escritura, ¿qué podemos pensar de Aquella que el mismo evangelio la llama la “Favorecida”, la “llena de gracia”. ¿Por qué? Porque el Señor la colmó a Ella, en primer lugar, a causa de su Hijo Jesucristo, de toda bendición. Por eso con el evangelio la llamamos la “Bendita entre las mujeres”, porque lleva al Bendito de Dios por siempre, a Jesucristo el Señor.


3.- María, como verdadera israelita creyente, a la propuesta de Dios, dice “Amén”, lo que significa: creo, acepto, estoy firme. Es un verdadero acto de obediencia a la Voluntad de Dios. Por eso Ella es la “Madre de todos los vivientes”. Eso hizo Ella, eso hizo Jesús. Pero la humanidad sigue haciendo lo contrario. El hombre no sólo no quiere hacer el Bien y rechazar el mal, sino quiere él decidir qué es lo bueno y qué es lo malo. Se ha ensoberbecido, se cree Dios, por eso atropella a sus semejantes, a la naturaleza y desconoce a Dios. ¿Acaso no es esto le que estamos viviendo en este tiempo? Este es el mal de siempre, que en cada época se reviste con nuevos ropajes, pero es el mismo mal.
4.- ¡Pero no! ¡Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo! Porque colmó de bendiciones a Jesús, bendito por siempre, a su santísima Madre, que siempre dijo Amén a Dios. Y porque también a nosotros nos ha predestinado y colmado de bendiciones en su Hijo, a tal punto que también nosotros llegamos a ser santos e inmaculados por la Sangre de su Hijo, que hemos recibido en el bautismo.
Somos creaturas, no Dios. Sin embargo en Jesús llegamos a ser hijos de Dios, partícipes de la naturaleza divina (cfr. 2Pedro 1,4). Lo que el hombre pretende equivocadamente Dios se lo regala amorosamente. Misterio grande es este, que no podemos comprender, sino creer, aceptar y celebrar. Yo diría, hermanos, que nada tenemos que envidiar a la Santísima Virgen María. Porque también nosotros, lo dice san Pablo, fuimos colmados de bendiciones. Por eso damos gracias y bendecimos al Padre de las misericordias porque nos ha colmado de bendiciones y ha colmado de dones a María. Celebremos, hermanos.
Hno. Pastor.