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Autor: Patricio Osiadacz

EDD. lunes 01 de abril de 2024.

Hoy, lunes, 1 de abril de 2024

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,14.22-33):

EL día de Pentecostés, Pedro, poniéndose en pie junto con los Once, levantó su voz y con toda solemnidad declaró:
«Judíos y vecinos todos de Jerusalén, enteraos bien y escuchad atentamente mis palabras. Israelitas, escuchad estas palabras: a Jesús el Nazareno, varón acreditado por Dios ante vosotros con milagros, prodigios y signos que Dios realizó por medio de él, como vosotros sabéis, a este, entregado conforme el plan que Dios tenía establecido y provisto, lo matasteis, clavándolo a una cruz por manos de hombres inicuos. Pero Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, por cuanto no era posible que esta lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a el:
“Veía siempre al Señor delante de mí,
pues está a mi derecha para que no vacile.
Por eso se me alegró el corazón,
exultó mi lengua,
y hasta mi carne descansará esperanzada.
Porque no me abandonarás en el lugar de los muertos,
ni dejarás que tu Santo experimente corrupción.
Me has enseñado senderos de vida,
me saciarás de gozo con tu rostro”.

Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios “le había jurado con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo, previéndolo, habló de la resurrección del Mesías cuando dijo que “no lo abandonará en el lugar de los muertos” y que “su carne no experimentará corrupción”.
A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo he derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 15,1b-2a y 5.7-8 9-10.11

R/.
 Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano. R/.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.

Secuencia
(Opcional)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (28,8-15):

EN aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús salió al encuentro y les dijo:
«Alegraos».
Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.
Jesús les dijo:
«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:
«Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernados, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros».
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Cármen Aguinaco

Se alejaron a toda prisa

(Mt 19:8-15)

Las mujeres se alejaron a toda prisa de la tumba, llenas de temor y de alegría. Alejarse de la tumba es dejar la muerte atrás, dejar el sepulcro vacío. Parecería que alejarse a toda prisa de la muerte debería ser algo totalmente deseable y maravilloso. ¿Por qué el temor, entonces? Porque los nacimientos son difíciles; suponen dejar un espacio oscuro y escondido e incluso cómodo para entrar en la claridad y el tumulto de la vida. Alejarse de la tumba es volver a la vida y a la luz y enfrentarse con un mundo incierto y complejo. Pero se alejan a toda prisa, porque la alegría no se puede refrenar. Pero seguramente son conscientes de que sus palabras se pondrán en duda, se negarán… como de hecho hacen los soldados pagados, a quienes seguramente les viene “de perlas” que sean mujeres y judías precisamente las que hagan el anuncio… Los soldados no contaban con que, cuanto más difícil de creer, más se muestra la victoria, la gloria y la fuerza de Cristo.

¿Qué querrá decir hoy alejarse de la tumba? ¿En qué tumbas andamos metidos? Hay tumbas de mentira, de muertes que parecen pequeñas, pero que se van acumulando. Como en el caso de los soldados pagados para mentir, hay corrupciones, pequeñas o grandes. Pero se nos pide que nos alejemos de la tumba a toda prisa. No hay tiempo que perder, y no hay que mirar atrás para y ceder a la tentación de entrar de nuevo en la cómoda oscuridad de la muerte. Dejar que la alegría venza al temor de enfrentarse a las fuerzas que, como imán, pretender devolvernos a la tumba. Dejar que el gozo de la vida venza a esa tentación de regresarse al “vientre”, de dejar de vivir en la luz. Salir a toda prisa es abrazar una resurrección que deja atrás las viejas costumbres, los viejos pensamientos, y que sale valiente a anunciar la Verdad. Salir a toda prisa es cambiar de vida; es la nueva vida a la que llama el Bautismo. Es normal que, incluso con una alegría profunda, se vaya con temor: las fuerzas de la muerte, tan reales ahí fuera, tan de tumba disfrazada, van a ser hostiles.

Decirles a los discípulos que vayan a Galilea es, volver a Cristo. Galilea es la tierra de Jesús; Galilea es donde se encuentra el Cristo. Volver a Galilea es volver a la vida, alejarse de la tumba, rechazar la muerte y la mentira para encontrarse con la Verdad. Con temor, sí, pero dejando que venza la alegría.

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy

Homilia para la Eucaristía del domingo 31 de marzo de 2024

DOMINGO DE PASCUA.

1.- Queridos hermanos. Paz y Bien.

Hoy celebramos la Pascua, sí, pero la verdadera Pascua: la de Cristo, que también es nuestra. ¡Cristo ha resucitado! De Pedro y de los demás Apóstoles escuchamos esta proclama: “Cristo ha resucitado según la Escrituras”. Es lo que tradicionalmente llamamos el “Kerigma”, el primer anuncio gozoso. En Cristo Dios ha actuado. ¡Este es el Día que Dios hizo”, el día de la gran gesta salvífica de Dios.

La Resurrección es la clave, el acontecimiento síntesis, que ilumina, aclara todo el Misterio de Cristo. Sin la Resurrección todo es incomprensible: la Encarnación, el oscuro nacimiento en Belén, su vida y su Mensaje, su Pasión y muerte. Pero con la resurrección todo lo de Cristo adquiere su verdadera dimensión salvífica. Más aún, como nos lo dice san Pablo: “Si Cristo no ha resucitado, es inútil, vana, la fe de ustedes, y siguen con sus pecados” (1Corintios 15,17).

Pero no. Gracias a la resurrección real de Cristo nosotros también hemos resucitado con Él. Es lo que hemos celebrado anoche en la Vigilia al evocar el misterio de nuestro Bautismo. Por eso se nos exige una vida nueva, ya que, según el decir de san Pablo, estamos sumergidos en Cristo, el Hombre Nuevo perfecto. Un bautizado tiene la vocación de ser santo, es decir, está llamado a ser distinto a los demás en su modo de ser y actuar. Simplemente digamos que un discípulo del Señor está en otra, debe tender hacia donde está Cristo.

2.- El mundo esto no lo entiende, porque también está en otra. Para el no creyente no existe la resurrección, no existe la vida plena. Por eso su vida es incompleta, no ha recibido el don de la fe.

Muchos están como Saulo antes de conocer al Señor; personas religiosas, hombres de buena voluntad, pero ciegos. Buscan respuesta a sus inquietudes en filosofías, en la ciencia, pero quedan cortos, ya que están ciegos, no se dan cuenta.

Hoy el mundo celebra una Pascua, pero sin Cristo, que  es quien le da sentido a todo. Se conforma el mundo con los huevos y conejitos, pero no han descubierto el porqué de estos signos.

Hay muchos que cuando van a un funeral, por carecer de esta fe esencial, se conforman con decir: “Vuela alto”. ¿Y a dónde volarán? Sólo en Cristo se comprende hasta el misterio de la muerte.

3.- Ya lo dije; la Resurrección de Cristo es la clave. Antes de la resurrección, para los discípulos todo era un rompecabezas que no encajaba, porque faltaba la pieza clave: “Vio y creyó”. El sepulcro vacío enseña a los Apóstoles y a nosotros que a Jesús ya no se le encuentra como antes de su PASIÓN; eso ya no interesa. Ahora hay que descubrirlo entre los vivos. Será gracias al Espíritu Santo que Él nos dejó que sabremos descubrir su presencia: “Aquel día comprenderán que Yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en Mí y Yo en ustedes” (Juan 14,20).

Jesús resucitado sigue viviendo hoy entre nosotros; lo creemos y lo confesamos; y por eso lo celebramos, porque nosotros también hemos visto y creído. Y por eso es que hoy también amamos y cultivamos la vida. El mundo es el que fomenta la cultura de la muerte.

Hermanos, demostremos con nuestras vidas que Cristo vive, que ha vencido a la muerte por el poder el Padre.  Y porque esto creemos y celebramos nos deseamos con cariño una FELIZ PASCUA. Hno. Pastor.

EDD. sábado 29 de marzo de 2024

Fernando Torres, cmf

El Sábado Santo es un día en el que no se celebra la Eucaristía, la Misa. Por eso este comentarista no tiene ni primera lectura ni evangelio que comentar. Es un día dedicado al silencio. Si me apuran, al reposo. Después de toda esta historia que hemos recordado/revivido estos días, quizá conviene un momento de silencio y reposo que nos permita reflexionar, pensar, digerir, asimilar tantos acontecimientos y tan centrales para nuestra fe.

El juicio de Jesús ha sido una farsa. Como en tantos tribunales de nuestro mundo, la sentencia estaba ya escrita con antelación. Jesús era muy consciente de ello. Los discípulos no sé si eran tan conscientes como él pero seguramente que no esperaban que la entrada del Domingo de Ramos fuese a tener consecuencias prácticas del tipo de que Jesús fuese a ser aclamado Rey. Incluso en ese caso, el futuro no habría sido muy halagüeño dado que los romanos no iban a permitir que aquella provincia se declarase independiente. Al menos Jesús había tenido tiempo para despedirse de sus amigos (recordemos el evangelio del lunes santo) y de celebrar una cena con el grupo de los más cercanos. Luego vino ya la detención el juicio y la ejecución de la condena con tortura previa incluida.

Todo fueron momentos de mucha intensidad. Es posible que para nosotros, en las celebraciones de estos días, también hayan sido momentos intensos. Por eso nos hace falta un tiempo de silencio, de reposar lo vivido, de hacernos cargo de la hondura del dolor, de la enormidad de la entrega confiada de Jesús en las manos del Padre. Se dice que los apóstoles se encerraron en una casa por miedo a los judíos. Hablarían mucho en aquel tiempo encerrados. Se preguntarían por el sentido de lo vivido. Recordarían palabras de Jesús que quizá les ayudaron a confiar y entrever que la cruz no podía ser el final de la misión de Jesús.

Quizá nosotros también podamos hacer lo mismo este día. Guardar silencio y dejar que la esperanza llene nuestro corazón al tiempo que reposamos todo lo vivido/recordado estos días.

EDD. viernes 29 de marzo de 2024.

Hoy, viernes, 29 de marzo de 2024

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (52,13–53,12):

Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se reveló el brazo del Señor. Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su

descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 30,2.6.12-13.15-16.17.25

R/.
 Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu

A ti , Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R/.

Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos;
me ven por la calle, y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil. R/.

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (4,14-16;5,7-9):

Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente. Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan (18,1–19,42):

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan (18,1–19,42):

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:
+ «¿A quién buscáis?»
C. Le contestaron:
S. «A Jesús, el Nazareno.»
C. Les dijo Jesús:
+ «Yo soy.»
C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
+ «¿A quién buscáis?»
C. Ellos dijeron:
S. «A Jesús, el Nazareno.»
C. Jesús contestó:
+ «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos»
C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste.» Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
+ «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?»
C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo:

«Conviene que muera un solo hombre por el pueblo.» Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:
S. «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?»
C. Él dijo:
S. «No lo soy.»
C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó:
+ «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.»
C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaban allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
S. «¿Así contestas al sumo sacerdote?»
C. Jesús respondió:
+ «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?»
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:
S. «¿No eres tú también de sus discípulos?»
C. Él lo negó, diciendo:
S. «No lo soy.»
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
S. «¿No te he visto yo con él en el huerto?»
C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:
S. «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?»

C. Le contestaron:
S. «Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.»
C. Pilato les dijo:
S. «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.»
C. Los judíos le dijeron:
S. «No estamos autorizados para dar muerte a nadie.»
C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús le contestó:
+ «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
C. Pilato replicó:
S. «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»
C. Jesús le contestó:
+ «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
C. Pilato le dijo:
S. «Conque, ¿tú eres rey?»
C. Jesús le contestó:
+ «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»

C. Pilato le dijo:
S. «Y, ¿qué es la verdad?»
C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:
S. «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
C. Volvieron a gritar:
S. «A ése no, a Barrabás.»
C. El tal Barrabás era un bandido. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. «Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.»
C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:
S. «Aquí lo tenéis.»
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. «¡Crucifícalo, crucíficalo!»
C. Pilato les dijo:
S «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.»
C. Los judíos le contestaron:
S «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.»
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:
S. «¿De dónde eres tú?»
C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:
S. «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?»

C. Jesús le contestó:
+ «No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.»
C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. «Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César.»

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:
S. «Aquí tenéis a vuestro rey.»
C. Ellos gritaron:
S. «¡Fuera, fuera; crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «¿A vuestro rey voy a crucificar?»
C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. «No tenemos más rey que al César.»

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.» Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. «No, escribas: «El rey de los judíos», sino: «Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos.»»
C. Pilato les contestó:
S. «Lo escrito, escrito está.»
C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:
S. «No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.»
C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

+ «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
C. Luego, dijo al discípulo:
+ «Ahí tienes a tu madre.»
C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:
+ «Tengo sed.»
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
+ «Está cumplido.»

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura:

«No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.» Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Fernando Torres, cmf

Hoy toca el relato de la pasión de Jesús. Pasión habla de sufrimiento y dolor. La Pasión de Jesús es la historia de sus últimos momentos. Su muerte es una muerte provocada por los demás. Es una ejecución antecedida de la tortura porque no de otro modo se puede llamar a los 40 azotes y a los golpes y burlas recibidos de los soldados romanos. Es una ejecución precedida por un juicio manipulado y amañado en el que la sentencia estaba escrita previamente.

Pasión tiene otro significado. Una gran pasión es un gran amor. Un amor porque el que se da todo, sin medida, sin límites. El que vive una pasión así se ciega frente a todo lo demás, frente a las razones y al sentido común que aconsejarían vivir de otra manera. Jesús habría podido huir, escapar. Pero fue coherente, como no podía ser de otra manera cuando se vive una pasión de verdad, con su pasión más profunda y verdadera: el amor al Padre y la fidelidad a la misión recibida: ser testigo del amor de Dios en este mundo.

Pero está pasión de amor no quita dureza a la pasión vivida en el dolor de esos últimos momentos de la vida de Jesús. Los azotes rasgaron su piel. Los clavos atravesaron su carne. Y su muerte se produjo en medio de la angustia del ahogo provocado por la cruz. En esa situación asumió su propia muerte. Con la única arma de su confianza en Dios, en su Padre. Todo lo demás se había caído, había desaparecido. Sus amigos lo negaron y abandonaron. Estaba solo ante la negrura más oscura que se pueda imaginar. Hasta sentir el abandono de Dios mismo –“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?–. Debe ser difícil mantener en esa situación la confianza. Pero él lo hizo. Porque su pasión, la otra, la de la fidelidad a Dios Padre, fue más fuerte.

Hoy es tiempo para contemplar en silencio estas dos pasiones de Jesús. No fue un momento fácil para él. No deberíamos intentar llenarlo de palabras. Simplemente, permanecer en silencio y levantar la vista hasta encontrarnos con la imagen del Crucificado. Nada más.

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy

EDD jueves 28 de marzo de 2024

Hoy, jueves, 28 de marzo de 2024

Primera lectura

Lectura del libro del Éxodo (12.1-8.11-14):

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: «Este mes será para vosotros el principal de los meses; será para vosotros el primer mes del año. Decid a toda la asamblea de Israel: «El diez de este mes cada uno procurará un animal para su familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con el vecino de casa, hasta completar el número de personas; y cada uno comerá su parte hasta terminarlo. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Lo guardaréis hasta el día catorce del mes, y toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego, comeréis panes sin fermentar y verduras amargas. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua, el paso del Señor. Esta noche pasaré por todo el país de Egipto, dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra señal en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora, cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta al Señor, ley perpetua para todas las generaciones.»»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 115,12-13.15-16bc.17-18

R/.
 El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R/.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R/.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,23-26):

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (13,1-15)

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.» Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Fernando Torres, cmf

Llega la cena. No fue una cena normal. Fue tan poco normal que desde entonces se convirtió en el signo de identidad de los seguidores y discípulos de Jesús. Hoy seguimos celebrando la eucaristía, la misa –el nombre es lo de menos–. Es la celebración más importante para los que creemos en Jesús. La eucaristía, cada eucaristía, es muchas cosas al mismo tiempo y todas son importantes.

  • La eucaristía es celebración de fe de la comunidad cristiana en la que se hace presente Jesús mismo en la Palabra y el pan compartido.
  • La eucaristía es expresión de la fraternidad cristiana, de la fraternidad de los que participan en la celebración y de la fraternidad del reino que va mucho más allá de todas las fronteras.
  • La eucaristía es acción de gracias, como su nombre significa. En ella la comunidad agradece esa presencia vivificante y salvadora de Jesús en su medio.
  • La eucaristía es compromiso de toda la comunidad cristiana y de cada uno por construir el Reino en justicia y misericordia.
  • La eucaristía es tiempo privilegiado de escucha de la Palabra de Dios en comunidad.
  • La eucaristía es compartir el pan y el vino, es mesa compartida, todos como hermanos y hermanas.
  • La eucaristía es el recuerdo y la memoria de la entrega total de Jesús a la voluntad del Padre, sin medida, como signo del amor del Padre que desea nuestro bien.
  • La eucaristía es Jesús lavando los pies a sus discípulos, invitándonos a hacer de nuestra vida un servicio total.
  • La eucaristía son puertas abiertas a la comunidad universal, en la que no se excluye a nadie.
  • La eucaristía es anuncio y signo de que otro mundo, marcado por la fraternidad y amor mutuo es posible.
  • La eucaristía es compromiso de servicio y entrega mutua de la comunidad y de cada creyente al servicio de los excluidos, pobres y marginados.

¡Qué gran regalo conmemoramos este Jueves Santo! 

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy

EDD miércoles 27 de marzo de 2024.

Hoy, miércoles, 27 de marzo de 2024

Primera lectura

Lectura del libro de IsaIas (50,4-9a):

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?

Palabra de Dios

Salmo

Sal 68,8-10.21-22.31.33-34

R/.
 Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor

Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/.

La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay;
consoladores, y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre. R/.

Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio segun san Mateo (26,14-25):

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó: «ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: «El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos.»»
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce.
Mientras comían dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió: «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió: «Tú lo has dicho.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Fernando Torres, cmf

Es tiempo de preparar la cena de Pascua. Aquella cena sonaba a despedida, a cierre de una etapa. Jesús y los discípulos debían ser conscientes de que el enfrentamiento con las autoridades religiosas de Israel estaba llegando a un punto de no retorno, a un final que no era deseado pero que se veía como inevitable. Así que la cena iba a ser el último momento de tranquilidad en esa amistad labrada durante los últimos años a lo largo y ancho de los caminos de Judea y Galilea.

Pero como en todas las cenas de familia siempre tiene que haber algún problema, aquí también lo hubo. Había uno de los amigos que había comenzado a dudar del camino que habían hecho con Jesús. Tanto que estaba dispuesto a “facilitar” la detención de Jesús por las autoridades religiosas de Israel.

¿Qué pasaría por la mente de Judas? Como tantas veces pasa con nosotros, seguro que estaba convencido de que hacía lo que debía. Había que parar a Jesús porque se había desviado de su intención original. En la ópera rock Jesucristo Superstar, Judas comienza declarando “Oye, Cristo, yo te quiero pedir / que recuerdes que debemos vivir. / Y ahora sé que la victoria no es posible. / Tus adeptos están ciegos, / sólo piensan en tus cielos. / Te seguí para una gran misión. / Y ahora todo es decepción. / Oye, Cristo, yo te quiero advertir, / que me escuches a mí.” Una vez más, alguien hizo algo que hasta él mismo podía tener la impresión de que objetivamente era algo malo, pero estando convencido de que, por doloroso que fuese, era lo que tenía que hacer, su deber.

No es día para condenar a nadie. Más bien, es tiempo para tratar de comprender a Judas y a nosotros mismos, que casi seguro lo que consideramos nuestros pecados tienen muy poco que ver con el pecado. Y lo que hacemos realmente de malo son aquellas acciones que estamos convencidos de que las tenemos que hacer, que son nuestro deber. Y son las acciones con las que más daño hacemos a los que nos rodean.

Puede que nos resulte muy difícil discernir lo que es nuestra deber en una situación concreta. Pero hay una forma de no equivocarse o de equivocarse menos. Como Dios, es siempre mejor que nos inclinemos del lado de la misericordia, de la paciencia, del perdón, que por lo contrario.

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy

EDD martes 26 de marzo de 2024.

Hoy, martes, 26 de marzo de 2024

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (49,1-6):

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo:
– «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré».
Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas». En realidad el Señor defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios. Y ahora dice el Señor,el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolvise a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios. Y mi Dios era mi fuerza:
– «Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel. Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 70,1-2.3-4a.5-6ab.15.17

R/.
 Mi boca contará tu salvación, Señor

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame. R.

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.

Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R.

Mi boca contará tu justicia,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (13,21-33.36-38):

En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:
– «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
– «Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:
– «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
– «Lo que vas hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
– «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me busca¬réis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:
«Donde yo voy, vosotros no podéis ir»»

Simón Pedro le dijo:
– «Señor, ¿a dónde vas?».
Jesús le respondió:
– «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro replicó:
– «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
– «¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Fernando Torres, cmf

En la historia hay historias que a veces nos pasan desapercibidas. En el texto evangélico de hoy se hace referencia a dos traiciones: la de Judas y la de Pedro. Las dos se anuncian. Las dos se harán realidad más tarde. Pero en nuestra memoria y nuestra conciencia queda sobre todo la de Judas. La de Pedro se queda un poco más difuminada. Al final, Judas se suicidó mientras que Pedro pasó a ser el primer papa de la historia de la Iglesia.

Pero se me hace que deberíamos dar más importancia, o por lo menos la misma, a la traición de Pedro que a la de Judas. De hecho, Judas era ciertamente uno de los doce pero pasa muy desapercibido en los Evangelios. Es uno más de esos doce, uno del montón. Prácticamente hasta este momento de la traición no se sabe nada de él. Pero Pedro tiene mucho protagonismo en los Evangelios. Se le ve que es el cabecilla de los doce apóstoles. No sabemos si porque lo eligió Jesús o porque él mismo tenía madera de líder y sobresalía entre ellos. O simplemente porque era el más bocazas y decía lo que pensaba. Hasta podemos pensar que Jesús lo apreciaba de forma especial.

La traición consistió en negar a Jesús, en negar que lo conocía, que había sido el primero de sus seguidores. Pero la traición se ve más porque a Pedro se le iba la fuerza por la boca. En el Evangelio de hoy dice “Daré mi vida por ti”. Nada más ni nada menos. La respuesta de Jesús es dura. Da la impresión de que lo conocía bien: “No cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces”.

Tenemos que pensar más en Pedro, en sus muchas y grandes palabras y en sus pobres y míseras realidades. A nosotros, hombres y mujeres de todos los tiempos, nos pasa eso mismo muchas veces. Ternemos grandes palabras pero nuestras realidades no siempre corresponden a esas palabras. Y eso pasa a todos los niveles. Desde las más altas jerarquías de la Iglesia o de la sociedad hasta en lo que son las relaciones familiares o de amigos. Se podrían poner muchos ejemplos. No hace falta ir lejos. En esta casa nuestra que es la Iglesia hay muchas grandes palabras y, a veces, las realidades son muy cortas. Somos muy buenos para hacer documentos pero luego la vida no llega.

Vamos a pedir al Señor humildad para reconocer nuestras miserias, nuestras pobrezas, para no ir tanto de farol por la vida y tratar de acercar un poco más nuestros hechos a nuestras palabras.

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy

EDD lunes 25 de marzo de 2024.

Hoy, lunes, 25 de marzo de 2024

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (42,1-7):

Así dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país. En su ley esperan las islas.
Esto dice el Señor, Dios, que crea y despliega los cielos, consolidó la tierra con su vegetación, da el respiro al pueblo que la habita y el aliento a quienes caminan por ella:
«Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te he formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 26,1.2.3.13-14

R/.
 El Señor es mi luz y mi salvación

El Señor es la defensa de mí vida,
¿quién me hará temblar? R.

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. R.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (12,1-11):

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Jesús dijo:
– «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Fernando Torres, cmf

El amor es siempre total, sin condiciones, sin límites. No mide sus acciones. Hoy lo vemos en esa acción sencilla de María que, sin pensárselo dos veces, “toma una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso” (lo de auténtico debe ser porque ya entonces había falsificaciones) y lo usa para ungir los pies de Jesús. Lo menos que podemos decir es que María amaba mucho a Jesús. Pero mucho. Y lo demostraba así, sin medir, dando lo que tenía. No importaba el precio. Lo que importaba era el detalle.

Ya he contado alguna vez que conocí a una señora que, cuando le hacían un regalo, era capaz de recorrerse todas las tiendas de su ciudad hasta dar con el precio del regalo que había recibido o de algún producto similar. De esa manera, ya sabía que era lo que tenía que regalar a su vez: un producto que tuviese un valor similar al valor del que ella había recibido. Me hizo pensar aquella mujer. Porque lo que hacía destruía totalmente el sentido del regalo. El regalo es don gratuito. La materialidad del regalo importa poco. Menos todavía su precio en el mercado. Lo que realmente vale es que el regalo es expresión de otro algo que no se puede valorar, que no tiene precio en el mercado ni se puede comprar con dinero. El regalo es expresión de otro valor que no tiene valor porque se sale de la escala.

Vuelvo a la libra de nardo auténtico y costoso y a la escena de María ungiendo los pies de Jesús. Todo gratuidad. Todo expresión de un amor grande, incondicional y sin medida. Y pienso que quizá María había comprendido lo más fundamental del mensaje de Jesús: que el amor con que Dios nos ama es incondicional, inmenso, sin medida, sin valor porque no se puede valorar, gratuito. Y que lo que nos cabe a nosotros, si es que lo llegamos a entender como ella lo entendió, es también amar como Dios nos ama: sin límites, sin fronteras, sin condiciones de razas, sexo, lengua, cultura, etc.

Aquella María del Evangelio seguro que está en el cielo. Hoy, Lunes Santo, le podemos pedir que nos enseñe a amar como ella. Y que nos abra los ojos y el corazón para comprender que lo que vamos a vivir esta semana es sobre todo y ante todo el espectáculo del amor de Dios para con nosotros manifestado en Cristo Jesús.

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy