Homilía para la Eucaristía del domingo 15 de septiembre de 2024
DOMINGO XXIV AÑO. CICLO B.
Isaías 5,5-9: Un Poema del Servidor sufriente de Dios; este Servidor es fiel oyente de la Palabra que luego tiene que proclamar.
Santiago 2,14-18: El cristiano ha de ser un personaje de fe viva por las obras de misericordia. Fe y Obras son un don de Dios.
Marcos 8,27-35: Se nos presentan tres aspectos: Jesús es el Mesías. Él es el que viene a cumplir la Voluntad de Dios. Se propone la condición básica para ser discípulo: el despojo total de sí mismo.
1.- Todo creyente es un Servidor del Señor y también un Discípulo del Señor. Servidor, porque ha de hacer lo que su Señor manda. Un discípulo, porque ha de vivir lo que escucha y aprende de su Señor.
En este caso, el Pueblo de Israel, Pueblo de Dios, fue un Servidor del Señor. Y es lo que retrata el Poema de Isaías. Un Servidor, un Pueblo que al cumplir la Voluntad de Dios tuvo que sufrir mucho.
Este Israel-Servidor es la suma de muchos individuos que tuvieron que sufrir por su fidelidad al Señor. Y el principal Servidor es Jesús, quien vino a proclamar el Reino de Dios.
Nosotros, como Pedro, vemos en Jesús al Mesías, que fue rechazado, marginado, pero aceptado por su Padre Dios. Él es quien viene a traernos el mensaje de salvación. Y los que lo aceptan pasan a formar parte del grupo de los servidores de Dios, sus discípulos.
2.- Pero se supone que un discípulo es, a la vez, uno que se deja enseñar por el Señor y vive, pone en práctica, lo que aprende de Él.
Sólo quien pone en práctica lo que aprende de Él, lo que aprende del Señor, es un verdadero discípulo, un verdadero cristiano.
El lugar que corresponde a un seguidor es ir detrás de…no delante de,,, Esa es la imagen que utiliza la Sagrada Escritura para indicar cómo seguir al Señor.
Ser discípulo es estar dispuesto a correr la suerte de su Maestro, quien fue rechazado, condenado y ejecutado. Y esto cuesta entenderlo, como le costó a Pedro y a sus compañeros entenderlo.
3.- Pero yo me pregunto, ¿entendemos nosotros a Jesús? ¿Acaso nosotros no somos también un estorbo = satán, para que el Señor sea aceptado y seguido por otros?
Ya sabemos que el mundo no está ni ahí con el mensaje de Jesús; y esto es comprensible, ya que, como le dijo Jesús a Pedro, y también al mundo: “tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”. En verdad el mundo está en otra y no sabe lo que busca. Pero si nos dejamos contagiar por la mundanidad igual tendremos un pensamiento puramente humano y no como el de Dios.
4.- En cambio nosotros sabemos a quién seguimos: a Jesús, el Mesías. Sabemos que su camino, su mentalidad, es distinta a la nuestra.
Por eso el Señor nos pide que debemos despojarnos, más que de las cosas, de nosotros mismos, de nuestro modo de pensar y ponernos en sintonía con Dios.
Hemos de conformarnos con ir en pos de Él y no delante de Él. Eso quiere el mundo. Por eso el Señor nos dice también a nosotros: “Vade retro” = ponte detrás de Mí.
Ese es nuestro verdadero sacrificio: renovarnos en nuestra mente y ser una ofrenda agradable al Padre, en unión con Cristo.(cfr. Romanos 12,1-2).
Esto se nos pide para que seamos verdaderos discípulos del Señor.
Hno. Pastor Salvo.