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Autor: Patricio Osiadacz

EDD. martes 13 de agosto de 2024.

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (2,8–3,4):

Así dice el Señor: «Tú, hijo de Adán, oye lo que te digo: ¡No seas rebelde, como la casa rebelde! Abre la boca y come lo que te doy.»
Vi entonces una mano extendida hacia mí, con un documento enrollado. Lo desenrolló ante mí: estaba escrito en el anverso y en el reverso; tenía escritas elegías, lamentos y ayes.
Y me dijo: «Hijo de Adán, come lo que tienes ahí, cómete este volumen y vete a hablar a la casa de Israel.»
Abrí la boca y me dio a comer el volumen, diciéndome: «Hijo de Adán, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este volumen que te doy.» Lo comí, y me supo en la boca dulce como la miel.
Y me dijo: «Hijo de Adán, anda, vete a la casa de Israel y diles mis palabras.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 118,14.24.72.103.111.131

R/. ¡Qué dulce al paladar tu promesa, Señor!

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas. R/.

Tus preceptos son mi delicia,
tus decretos son mis consejeros. R/.

Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.

¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca! R/.

Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón. R/.

Abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,1-5.10.12-14):

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?»

Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. ¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

El Leccionario propone para la lectura del Evangelio dos pasajes de Mateo (Mat, 18, 1-5 10. 12-14) que, a mi parecer, es difícil poner en relación. En el primero Jesús declara que no podemos entrar en el reino de los cielos si no nos hacemos como niños. Luego pasa al versículo diez. En el corte desaparece la terrible amenaza acerca de los que escandalizan a un pequeño: “más le valiera que le pusieran al cuello una rueda de molino y lo echaran al mar”. Si se lee sin cortes el capítulo 18 se entiende todo mejor.

Vivimos en una sociedad que proclama hasta el hartazgo los derechos de los niños en declaraciones, acuerdos, leyes de protección e instrumentos legales… Y parece que no reaccionamos cuando vemos que, en realidad, esta infancia superprotegida y mimada y otras infancias desvalidas e indefensas son atropelladas en su inocencia, y en los casos más dolorosos, abusadas y pervertidas. Por supuesto la primera responsabilidad de proteger y cuidar es de los padres. Pero es obligación de todos. Es una obligación moral inscrita en la misma condición humana, es un instinto social que lleva a los individuos adultos a alimentar y cuidar a sus crías.

Jesucristo nos invita a asemejarnos a los niños. En distintos escritos, Chesterton subraya dos características infantiles que deberíamos recuperar para hacernos como niños: el asombro y la confianza. Los niños pequeños se asombran delante de cualquier realidad, por el mero hecho de que “sea” y se sorprenden delante de cada una de las modalidades del “ser” o de las leyes naturales de nuestro mundo: una persona, un niño, una niña, una abuela, un señor que pasa en la calle, un bebe, una flor, un insecto, una piedra, la luna, una sombra, la gravedad, la luz, un sueño… Además un bebé es confiado: no tiene otra opción que depender de sus padres o de los adultos y crece en esa confianza básica, esperando que papá, mamá o cualquier mayor solucione los problemas y lo arregle todo.

Hacernos como niños significa mantener el asombro y la admiración por lo que existe… reconociendo al Creador de todo. Siguiendo a Chesterton: “Los sabios más profundos no han alcanzado nunca la gravedad que habita en los ojos de un bebé de tres meses. Es la gravedad de su asombro ante el Universo”. Significa también caer en la cuenta de que nada podemos sino confiar en Dios que nos ha traído a la vida. En todo dependemos de Él.

Confiar sin límites en fin, en el Buen Pastor que no quiere que se pierda ninguna de sus ovejas.

Virginia Fernández

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-martes-de-la-xix-semana-del-tiempo-ordinario/?occurrence=2024-08-13&nskip=38306

EDD. lunes 12 de agosto de 2024

Primera Lectura

Lectura de la profecia de Ezequíel (1,2-5.24–2,1a):

El año quinto de la deportación del rey Joaquín, el día cinco del mes cuarto, vino la palabra del Señor a Ezequíel, hijo de Buzi, sacerdote, en tierra de los caldeos, a orillas del río Quebar.
Entonces se apoyó sobre mí la mano del Señor, y vi que venia del norte un viento huracanado, una gran nube y un zigzagueo de relámpagos. Nube nimbada de resplandor, y, entre el relampagueo, como el brillo del electro. En medio de éstos aparecia la figura de cuatro seres vivientes; tenían forma humana. Y oí el rumor de sus alas, como estruendo de aguas caudalosas, como la voz del Todopoderoso, cuando caminaban; griterío de multitudes, como estruendo de tropas; cuando se detenían, abatían las alas.

También se oyó un estruendo sobre la plataforma que estaba encima de sus cabezas; cuando se detenían, abatían las alas. Y por encima de la plataforma, que estaba sobre sus cabezas, había una especie de zafiro en forma de trono; sobre esta especie de trono sobresalía una figura que parecia un hombre. Y vi un brillo como de electro (algo así como fuego lo enmarcaba) de lo que parecía su cintura para arriba, y de lo que parecía su cintura para abajo vi algo así como fuego. Estaba nimbado de resplandor. El resplandor que lo nimbaba era como el arco que aparece en las nubes cuando llueve. Era la apariencia visible de la gloria del Señor. Al contemplarla, caí rostro en tierra.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 148,1-2.11-12.13.14

R/. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria

Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo, todos sus ejércitos. R/.

Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños. R/.

Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra. R/.

Él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,22-27):

En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron:

«¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?»
Contestó: «Sí.»
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?»
Contestó: «A los extraños.»
Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

El capítulo 17 de Mateo comienza con la transfiguración. El evangelista relata que junto al Señor transfigurado estaban Pedro, Santiago y Juan. No sabemos cuánto de duradera fue la impresión de haber visto a Jesús no sólo como maestro y hacedor de milagros sino como Dios. Es de suponer que aquella exeriencia quedó en su memoria para siempre, pero, al parecer, después de aquello continuaron viéndole como humano, alguien extraordinario pero humano. “Se pusieron tristes”, dice Mateo cuando anunció su próxima pasión.

El fragmento siguiente que hoy se nos propone en la Liturgia de la Palabra cuenta un episodio sorprendente: Jesús obtiene, de un modo muy curioso, la moneda para pagar el impuesto del Templo, prescrito en la ley judía desde Moisés.

Pedro se había anticipado asegurando a las autoridades religiosas de Cafarnaúm que el maestro y él mismo cumplirían con la ley. Y se produce un diálogo entre Jesús y Pedro que, además de reafirmar la condición divina de Jesús ofrece una preciosa enseñanza acerca de renunciar a nuestro derecho, para no escandalizar a los pequeños.

El contexto social de este breve relato está claro. Digamos que Cafarnaum es el puesto central desde el que Jesús y sus discípulos recorren la zona predicando y curando. Es una población importante a orillas del Tiberiades en la que Pedro tiene su casa, muy próxima la Sinagoga. Son las autoridades religiosas las que interrogan sobre el sagrado deber de contribuir al sostenimientodel Templo. Es una contribución cuyo sentido último significa “pagar por los pecados”. Es evidente que el Hijo de Dios (que no había pecado y aún más había asumido la condición humana para redimir nuestras culpas) no tenía obligación ninguna de cumplir con el precepto. Sin embargo decide prudentemente no escandalizar a los que ignoraban aún la salvación pero eran destinatarios del mensaje.

Sucede a veces que desdeñamos a la gente que no ha recibido una formación cristiana sólida y su religiosidad se traduce en devociones y prácticas que consideramos infantiles, floklóricas y hasta supersticiosas. Sin embargo, expresan y viven su fe apoyados en esas prácticas. Los cristianos hemos recibido del Señor la misión de predicar… Y se nos pide valentía. Pero también discernimiento para ser, como en otro lugar nos dirá: “sencillos como palomas y astutos como serpientes”, no sea que, en lugar de conquistar corazones para Cristo, escandalicemos con nuestros comentarios “superiores” a aquellos a quienes deseamos atraer al conocimiento y el amor de Cristo.

Virgínia Fernández

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/evangelio-lecturas-hoy/

EDD. domingo 11 de agosto de 2024.

Primera Lectura

Lectura del primer libro de los Reyes (19,4-8):

En aquellos días, Elías continuó por el desierto una jornada de camino, y, al final, se sentó bajo una retama y se deseó la muerte: «¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!»
Se echó bajo la retama y se durmió. De pronto un ángel lo tocó y le dijo: «¡Levántate, come!»
Miró Elías, y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua. Comió, bebió y se volvió a echar.
Pero el ángel del Señor le volvió a tocar y le dijo: «¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas.»
Elías se levantó, comió y bebió, y, con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,30–5,2):

No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios con que él os ha marcado para el día de la liberación final.
Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,41-51):

En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían: «¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?»
Jesús tomó la palabra y les dijo: «No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: «Serán todos discípulos de Dios.» Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Queridos hermanos, paz y bien.

Cerezo Barredo -Domingo - 19  -TO

No es fácil ser profeta. No lo es hoy, y no lo era en tiempos de Isaías, Jeremías o Elías. Hasta el punto de que Elías, con los criterios de hoy, probablemente hubiera sido diagnosticado de depresión. Sin ganas de vivir, sin ganas de trabajar, de comer… Sin ganas de nada. Sólo de dormir. Le deprimía el contacto con la gente. Había acertado con su profecía de la sequía (tres años y medio) y con la llegada de la lluvia, cuando él lo dijo. Había luchado contra los profetas de Baal, Pero no podía ver nada buen en su vida, solamente que la reina Jezabel le persigue a muerte. Se le han olvidado las múltiples ocasiones en que Dios ha estado a su lado, desde el momento en que le llamó para ser su testigo. Lo dicho, una depresión de manual.

El remedio para la depresión es el que cualquier madre o abuela podría haber aconsejado: comer bien y dormir mejor.  Los psiquiatras, probablemente, habrían recurrido a las pastillas, pero a Elías comer y dormir le dan las fuerzas para ponerse en camino, durante cuarenta días y sus cuarenta noches. Casi nada. Le dio para llegar al monte Horeb, el monte de Dios. Y sabemos que, en la montaña, siempre pasa algo, cuando se está en búsqueda de Dios.

Me parece que, a menudo, tenemos la “depre”, por lo menos espiritual. Se nos debilita o se reduce nuestra fe. Nos parece estar dentro de un túnel sin salida. No somos capaces de ver a Dios en la vida ordinaria. Echamos de menos algún “milagrillo” para salir del paso. Como los judíos del Evangelio, que no pueden creer en “el hijo del carpintero”. ¿Qué es eso de “bajar del cielo”? Si lo hubieran visto en medio de diez batallones de ángeles, rodeado de truenos y relámpagos, sería distinto.

Sigue pasando hoy. Cuando se debilita la fe, muchos empiezan a buscar soluciones en “presuntas apariciones”. La Historia está llena de estas apariciones y promesas. Y de “milagritos”. Esos que Cristo no quiso hacer, a petición del público. Porque Él era el gran prodigio, el milagro definitivo. No hacen falta más.

A lo mejor a eso se refería el Apóstol san Pablo, cuando hablaba de “no entristecer al Espíritu Santo de Dios”. Porque seguro que Dios se entristece cuando estamos mal y dejamos de rezar, de ir a Misa, de leer la Biblia, porque nos parece que nada nos ayuda. Nos resulta una comida insípida, y buscamos otras “comidas basuras”, que no nos llenan. Y el Señor nos dice el suyo es el alimento que da la vida. La buena, la eterna. Así que no dejes de acudir a Él.

Lo que sucede es que a veces lo que nos da el Señor no nos interesa demasiado. Eso de la Vida Eterna, por ejemplo.

Podemos, por la gracia, llegar a participar en ella, pero hemos de decir que sí, como María. Pero ese ofrecimiento supone renunciar a muchas cosas, morir al hombre viejo y cambiar costumbres y actitudes. Y podemos decir que “no me interesa”. O quizá nos asusta, porque se nos está dando el mismo Dios. Y entrar en comunión con Él es difícil, porque nos remueve.

Incluso nuestra poca fe no nos permite creer que el Señor nos pueda dar todo lo que nos promete. Le vemos, igual que sus vecinos, como uno de nosotros. Y dudamos. Porque pensamos que lo sabemos todo. Hace falta mucha humildad, para buscar la verdad que representa Jesús, la única respuesta al más profundo desasosiego del hombre.

Muchas veces, lo que nosotros queremos, no nos lo da. Nos molesta que nos dé otra cosa. Estamos pidiendo por lo que nos hace falta, para nosotros o para otros, y no hay ningún milagro. El que multiplica cinco panes, puede multiplicar quinientos.

Nos parece que sería lo mejor. A Él no le cuesta nada. A nosotros, nos solucionaría la vida. Pero lo que Él nos da, es otra cosa, la Vida Eterna. Para recibirla, hay que renunciar a nuestros presupuestos, a nuestras ideas, aceptando los tiempos y los plazos de Dios.

Parece que la relación con Dios no soluciona nuestros problemas y necesidades diarios, al menos, de forma inmediata y sencilla. Es la pobreza de la religión. Y la grandeza de la fe. No se producen cambios espectaculares, pero creemos que todo saldrá bien. Así podemos aprender a buscar a Dios por Dios, no por los frutos. Poniendo las cosas en su sitio, dejándolo todo en las manos de Dios, dando al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. La riqueza de la religión nos lleva a aceptar renuncias por un ideal mayor, el del Reino, a cambiar nuestra forma de vivir, a aprender a amar como Dios quiere.

Una cosa más. El salmo de hoy es un buen apoyo en los momentos duros. “Consulté al Señor, y él me libró de todas mis ansias”; “Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha y lo salva”. Que sea nuestro apoyo durante toda la semana. Por lo menos.

Vuestro hermano en la fe,
Alejandro Carbajo, C.M.F.

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/evangelio-lecturas-hoy/

TRANSMISIÓN DE LA SANTA MISA SOLEMNE DE SANTA CLARA | 11 DE AGOSTO DE 2024.

Celebrando este día tan especial para toda la familia franciscana, transmitiremos la celebración solemne de Santa Clara de Asís, en vivo directo del Monasterio de la Santísima Trinidad/Santiago, este domingo 11 de agosto a las 12.00 hrs.

Te invitamos a acompañar nuestra celebración por nuestra página de Youtube:
https://www.youtube.com/@capuchinoschile1497

¡Paz y Bien!

EDD. sábado 10 de agosto de 2024.

Primera Lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (9,6-10):

El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso; porque al que da de buena gana lo ama Dios. Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que, teniendo siempre lo suficiente, os sobre para obras buenas. Como dice la Escritura: «Reparte limosna a los pobres, su justicia es constante, sin falta.» El que proporciona semilla para sembrar y pan para comer os proporcionará y aumentará la semilla, y multiplicará la cosecha de vuestra justicia.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 111,1-2.5-6.7-8.9

R/. Dichoso el que se apiada y presta

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R/.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos. R/.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (12,24-26):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

San Lorenzo

Se podría pensar en los mártires en medio del dolor y del tormento, y posiblemente sin muchas ganas de reír. Pero la muerte no se improvisa, y el momento del martirio físico menos todavía. Normalmente, se muere como se vive. Y esto queda clarísimo en la vida y muerte del diácono Lorenzo, uno de los siete diáconos de Roma en el siglo III:  El sentido del humor no se considera normalmente una virtud cristiana. La alegría sí. Si el sentido del humor se junta a la alegría, da un brillo y brisa especial a todo, incluso a los momentos más difíciles. Ese sentido del humor y esa alegría caracterizaron a san Lorenzo. Se cuenta que era diácono tesorero de la comunidad cristiana primitiva en tiempos de la persecución de Valerio, en 257. El emperador llamó a Lorenzo y, pensando que tenía dinero, le ordenó que le llevara el tesoro de la Iglesia. Lorenzo prometió llevárselo al día siguiente, y se presentó con todos los pobres de Roma. Aseguró que ellos eran, precisamente, el mayor tesoro cristiano. No es que fuera un loco ingenuo que no se diera cuenta del peligro, la persecución y el tormento inminentes. Es que tenía la verdad más profunda, con la alegría más certera, porque su seguridad estaba en otra parte.

En la primera lectura de hoy se habla de una entrega generosa y alegre. A Dios le agrada quien dona alegremente, sin retener nada, sin aferrarse a nada. Y el evangelio lo ratifica: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no da fruto. Lorenzo sabía eso y sabía bien que se enfrentaba a la ira de Valerio y al martirio. Pero tenía la seguridad de un fruto auténtico, abundante, verdadero. Así podía enfrentarse a la muerte. Sabía a dónde iba: había escuchado la palabra: “Quien quiera servirme que me siga y donde yo esté ahí estará mi siervo…” La alegría no dependía de la circunstancia que, en su caso, le podrían haber llevado al hundimiento total, sino de la vida que sabía llevaba consigo. La alegría que brota de dentro es la de saber quiénes somos y a dónde vamos. Saber que, donde está Dios, estamos nosotros, sus siervos. Está en mirar siempre más allá de lo que se presenta a simple vista. Conocer el destino final. Aunque el destino final pase por el tormento de la parrilla.

Carmen Aguinaco

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-san-lorenzo-diacono-y-martir-2/?occurrence=2024-08-10&nskip=53700

EDD. viernes 09 de agosto de 2024.

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Oseas 2, (16b.17b.21-22)

Yo la llevaré al desierto y le hablaré a su corazón.
Desde allí, ella responderá como en los días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto.
Yo estableceré para ellos, en aquel día una alianza con los animales del campo, con las aves del cielo y los reptiles de la tierra; extirparé del país el arco, la espada y la guerra, y haré que descansen seguros.
Yo te desposaré para siempre, te desposaré en la justicia y el derecho, en el amor y la misericordia; te desposaré en la fidelidad, y tú conocerás al Señor.

Palabra de Dios

Salmo

Salmo (44, 11-12.14-17)

Señor, tú nos hiciste retroceder ante el enemigo
y nuestros adversarios nos saquearon.
Nos entregaste como ovejas al matadero
y nos dispersaste entre las naciones. R.

Nos expusiste a la burla de nuestros vecinos,
a la risa y al escarnio de los que nos rodean;
hiciste proverbial nuestra desgracia
y los pueblos nos hacen gestos de sarcasmo. R.

Mi oprobio está siempre ante mí
y mi rostro se cubre de vergüenza,
por los gritos de desprecio y los insultos,
por el enemigo sediento de venganza. R.

Evangelio

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (25, 1-13)

El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas.
Pero a medianoche se oyó un grito: ‘Ya viene el esposo, salgan a su encuentro’.
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.
Las necias dijeron a las prudentes: ‘¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?’.
Pero estas les respondieron: ‘No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado’.
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’,12 pero él respondió: ‘Les aseguro que no las conozco’.
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.

Palabra del Señor

REFLEXIÓN –

Para la mayoría de la gente, el dinero es muy importante; también lo es el propio prestigio y fama personal; y para los políticos, el poder parece ser lo más importante. A menudo las tres cosas van unidas en lo que se llama “estar en la cima del mundo; estar montado en el dólar; haber llegado muy lejos”. Les va bien en la vida. Todo parece perfecto. Y lo sería si no fuera porque, a menudo, en el proceso de alcanzar todo eso se deja atrás la propia identidad, la propia alma. Se puede comenzar por pequeñas traiciones a los propios principios: una mentira en el curriculum para ascender, otra quizá para pasar por delante de un compañero; una obsesión con el trabajo que lleva a descuidar a la familia o a abandonar relaciones; pequeñas corruptelas y amaños… Al final, es posible que uno no se reconozca a sí mismo. Pensará que ha tenido éxito, que ha ganado, que es más listo que nadie… Pero está hueco, porque poco a poco ha ido cediendo trozos de su humanidad. Pierde la decencia, la verdad, y al final, la propia dignidad. Entra en un mundo de oscuridad cegado por las luces y el brillo de su éxito. Un éxito que pasará. Un éxito probablemente abocado al tremendo fracaso de la culpa y el descrédito histórico.

¿De qué sirve? A los ojos del mundo, parece haber servido muchísimo. Pero, según Jesús eso es equivalente a la muerte. Ha perdido su alma que es lo que da vida. Es decir, ha perdido su vida. Es decir, una persona con poder, prestigio, dinero, podría estar paseando por el mundo en medio de aplausos, de seguidores, de brillo, y en el fondo ser como un zombi. Sin identidad, sin alma, sin vida. Y sigue la lectura, ¿qué se podrá dar para recobrar la vida? Simplemente dar marcha atrás no parece muy viable, pero ya se ha otorgado una garantía: Dios da vida y muerte. Es la fuerza de la resurrección. La promesa está en la primera lectura de hoy: “El Señor restaurará su viña…” Pero tiene que haber la voluntad de tomar la cruz y seguirle. Tomar la cruz podría querer decir no tener tantas cosas materiales, ni tanto brillo en el mundo. Podría querer decir volverse a la luz de la verdad, de lo recto, de la dignidad personal que no renuncia a principios. Paradójicamente, ahí está la vida y toda la riqueza. Ahí está el verdadero triunfo. Ahí está la propia identidad, que es la dignidad de ser hijos de la luz y de la Vida.

Carmen Aguinaco

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-santa-teresa-benedicta-de-la-cruz-virgen-y-martir-2/

EDD. Jueves 08 de agosto de 2024

Primera Lectura

Lectura del profeta Jeremías (31,31-34):

Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor –oráculo del Señor–. Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días –oráculo del Señor–: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: «Reconoce al Señor.» Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande –oráculo del Señor–, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 50

R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R/.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-23):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremias o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió:

«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías. Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenla que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tema que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Santo Domingo de Guzmán

A muchos de nosotros nos interesa, nos produce curiosidad, o nos importa bastante la imagen que damos a otros. Es una señal de nuestra propia inseguridad. Necesitamos reconocimiento y aceptación. No es muy probable que Jesús necesitara ese reconocimiento, seguro como estaba en su Padre. ¿Por qué pregunta, entonces? Como buen maestro, quizá esté haciendo un examen, no para calificar a sus discípulos, sino más bien para ayudarlos a verbalizar lo que están aprendiendo de él. “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”, es la respuesta de Pedro que lo resume certeramente. Es la afirmación de la identidad y misión de Jesús. Bastaría con eso, pero cuando Jesús explica lo que implica esa misión en términos concretos, Pedro ya no quiere aceptar la parte más difícil de la Pasión y la muerte. La pregunta, entonces, se vuelve a nosotros: “¿Quién dices que soy yo?”. Al confesar quién es Cristo, nos arriesgamos a aceptar también las partes más difíciles de esa misión salvadora, que implican dolor, sufrimiento, pero también la gloria de la Resurrección.

Parece que santo Domingo, cuya fiesta celebramos hoy, entendió bien la pregunta y dedicó su vida a extender la verdad de Cristo. Fundó la Orden de Predicadores en el siglo XIII, enseñó, predicó, combatió herejías en Europa. A su vez, también recibió, según la leyenda, una pregunta de María, también didáctica, para provocar la respuesta total de Domingo: “¿Sabes, querido Domingo, de qué arma se ha servido la Santísima Trinidad para reformar el mundo?”  “Oh Señora,”, responde Domingo, “tú lo sabes mejor, ya que fuiste el principal instrumento de nuestra salvación”. Y la Virgen le da el Rosario, la meditación sobre la totalidad de los misterios de Cristo, la luz para responder a la pregunta: ¿Quién es Jesús para ti?”. En la meditación de los misterios se va desvelando la respuesta… y las consecuencias prácticas para la vida. Se trata de aceptarlo todo: el gozo, la luz, el dolor, la gloria…Entonces podemos decir: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo… no como Pedro, sino con todas las consecuencias.

Carmen Aguinaco

https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-jueves-de-la-xviii-semana-del-tiempo-ordinario/?occurrence=2024-08-08&nskip=38300

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-jueves-de-la-xviii-semana-del-tiempo-ordinario/?occurrence=2024-08-08&nskip=38300

EDD. miércoles 07 de agosto de 2024.

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta Jeremías (31,1-7):

En aquel tiempo –oráculo del Señor–, seré el Dios de todas las tribus de Israel, y ellas serán mi pueblo. Así dice el Señor: Halló gracia en el desierto el pueblo escapado de la espada; camina Israel a su descanso, el Señor se le apareció de lejos. Con amor eterno te amé, por eso prolongue mi misericordia. Todavía te construiré y serás reconstruida, Doncella de Israel; todavía te adornarás y saldrás con panderos a bailar en corros; todavía plantarás viñas en los montes de Samaría, y los que plantan cosecharán. «Es de día» gritarán los centinelas en la montaña de Efraín: «Levantaos y marchemos a Sión, al Señor nuestro Dios.» Porque así dice el Señor: «Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el amor de los pueblos; proclamad, alabad y decid: «El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel.»»

Palabra de Dios

Salmo

Jr 31,10-13

R/. El Señor nos guardará como pastor a su rebaño

Escuchen, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como pastor a su rebaño.» R/.

Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R/.

Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas. R/.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (15,21-28):

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.»
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando.»
Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: «Señor, socórreme.»
Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»
Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.»
Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.» En aquel momento quedó curada su hija.

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Emprender un viaje siempre indica un deseo de algo; se emprende un viaje para disfrutar, descansar, reponer fuerzas, encontrarse con alguien, buscar una vida mejor, escapar de un peligro… Supone deseo y confianza en que se va a lograr lo que se desea. A veces también un enorme sacrificio que parece que merece la pena a la vista de lo que se espera. En la primera lectura de hoy se habla de que el Señor restaurará a quien viene de lejos. Y en el evangelio se habla de una mujer extranjera, de fuera del pueblo de Israel. Gente que se pone en camino por el deseo de algo mejor. Pero, para obrar el milagro de la sanación, Jesús pide constancia del deseo. No para él, que ya lo conoce, sino para quienes escuchan. Son ellos quienes necesitan escuchar este diálogo (con sus propios argumentos), para que Jesús les pueda dar una lección. Desmonta los argumentos para poner de manifiesto la fe de la mujer extranjera que da mil vueltas a la de sus seguidores y los maestros de la ley.  Pone trabas, medio burlonamente, haciendo un juego al que la mujer sirofenicia se presta como cómplice.

Normalmente solo se bromea con quien se tiene confianza. Y Jesús parece que tenía una cierta confianza e incluso un principio de amistad con la mujer. La mujer responde con la misma confianza y un aplomo extraordinario. Entiende el humor de Jesús y le desafía. Demuestra una fe y un deseo que Jesús ya conoce, pero que quiere que aprendan los de alrededor. La persona para la que se pide el milagro ni siquiera está presente. La fe y la confianza de una madre que viene de lejos y a la que los discípulos querían enviar de regreso y de balde, la que aparentemente va arrancar el milagro de Jesús. Aparentemente, porque Jesús ya lo sabía.

Jesús, en realidad, no está poniendo a prueba a la mujer, sino a quienes pensaban que lo sabían todo. Está reforzando el mensaje de la primera lectura e invitando a “llegar de lejos”, es decir, de la falta de fe y confianza a una confianza sin prejuicios. Está invitando a sus amigos y a los maestros de la ley a regresar desde la lejanía de su propia seguridad en sí mismos y falsa confianza. Es la invitación que se nos hace hoy a todos. Regresar de nuestra propia lejana autosuficiencia y aceptar entrar en el juego que demuestra nuestro deseo de sanación. Aceptar nuestra propia “extranjería” y las migajas de salvación milagrosas y multiplicadas que nos ofrece Cristo. Volver a entrar en su verdadero pueblo.

Carmen Aguinaco

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/events/comentario-al-evangelio-del-dia-7-de-agosto-de-2024/

EDD. martes 06 de agosto de 2024.

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Daniel (7,9-10.13-14):

Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 96,1-2.5-6.9

R/. El Señor reina altísimo sobre toda la tierra

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.

Porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses. R/.

Segunda Lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro (1,16-19):

Cuando os dimos a conocer el poder y la última venida de nuestro Señor Jesucristo, no nos fundábamos en fábulas fantásticas, sino que habíamos sido testigos oculares de su grandeza. Él recibió de Dios Padre honra y gloria, cuando la Sublime Gloria le trajo aquella voz: «Éste es mi Hijo amado, mi predilecto.» Esta voz, traída del cielo, la oímos nosotros, estando con él en la montaña sagrada. Esto nos confirma la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros corazones.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,2-10):

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, corno no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Éste es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

La Transfiguración

Las fotos, y ahora más y más los videos, pretenden atrapar y detener momentos felices y, como se dice ahora, “mágicos”. Los discípulos también dijeron: ¡Qué bien se está aquí! Aposentémonos, hagamos tres tiendas.  ¡Qué pena que los discípulos no tuvieran una cámara de video o fotos… o simplemente un teléfono móvil con el que enviarnos a todos, simultánea e inmediatamente el momento de la Transfiguración, con la túnica resplandeciente y la gloria! Los seguidores de Jesús se querían quedar ahí, en ese momento maravilloso. Y nadie los podría culpar, claro. Queremos atrapar el momento efímero, por el intenso placer que nos produce. Pero, quizá en el esfuerzo por detener un momento se nos escape la belleza más permanente. Hacer tres tiendas y quedarse en el momento sería cerrarse a la posibilidad de la gloria mayor y más real. En el momento de la Transfiguración, la “gloria” manifestada en las vestiduras resplandecientes y la luz en realidad se refiere a la verdad mayor: este es mi Hijo amado. 

Y para nosotros ese momento en que se nos permite contemplar la gloria, se nos permite también escuchar la verdad. Al compartir la luz, compartimos también esa palabra, que es mucho más consoladora, permanente y transformadora: somos hijos amados. Esa afirmación no es de un momento, porque constituye nuestra identidad.

Pero la Transfiguración, ese momento de maravillosa luz y gloria que apunta a la gloria mayor, es un paso y una prenda antes de entrar en la Pasión. El Hijo amado, que dará la vida para dar vida a todos los hijos amados, entrará en el sufrimiento y la muerte. Y luego pasará a la luz inamovible y enorme de la gloria de la Resurrección. Los discípulos, se nos había dicho, no son más grandes que el Maestro. Aferrarse a un momento de luz podría impedirnos la mayor gloria inmensa y eterna…. Pasando, claro, por el sufrimiento y la muerte de cada día. Ahora bien, contar con la “fotografía”, el recuerdo de ese momento, intenso y gozoso, concede una esperanza que ya no es contra toda esperanza, porque existe la certeza.

Somos hijos amados en el Hijo amado. Esa gloria nadie nos la podría quitar. No hace falta quedarse en un lugar, o en un momento. Hay que seguir caminando en la ciertísima esperanza de la gloria que ya conocemos y que alcanzamos. Pero hay que guardar, en cualquier lugar de nuestra cartera o álbum, la foto del momento en que recibimos esa gloria.

Carmen Aguinaco

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-la-transfiguracion-del-senor-5/?occurrence=2024-08-06