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Autor: Patricio Osiadacz

EDD. martes 27 de agosto de 2024.

Primera Lectura

Lectura del libro del Eclesiástico 26, 1-4. 16-21

¡Feliz el marido de una buena esposa: se duplicará el número de sus días! La mujer hacendosa es la alegría de su marido y él vivirá en paz hasta el último de sus días.
Una buena esposa es una gran fortuna, reservada en suerte a los que temen al Señor: sea rico o pobre, su corazón será dichoso y su rostro estará radiante en todo momento.
La gracia de una mujer deleita a su marido y su buen juicio lo llena de vigor.
Una mujer discreta es un don del Señor y no tiene precio la esposa bien educada.
Como el sol que se eleva por las alturas del Señor, así es el encanto de la buena esposa en una casa ordenada.

Palabra de Dios.

Salmo Responsorial

Sal 130, 1. 2. 3

R. Señor, guarda mi alma en la paz junto a ti.

Mi corazón no se ha ensoberbecido, Señor,
ni mis ojos se han vuelto altaneros.
No he pretendido grandes cosas
ni he tenido aspiraciones desmedidas. R.

No, yo aplaco y modero mis deseos:
como un niño tranquilo en brazos de su madre,
así está mi alma dentro de mí. R.

Espere Israel en el Señor,
desde ahora y para siempre. R.

Evangelio

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 7, 11-17

Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: «No llores.» Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: «Joven, yo te lo ordeno, levántate.»
El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo.»
El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

Muchos de los milagros que aparecen en los evangelios van mucho más allá de la mera realización de algo que está más allá de las leyes de la física o de la medicina. No se trata solamente de romper las leyes de la naturaleza que habitualmente nos rodean y se cumplen en nosotros habitualmente. Tienen un significa que va más allá.

El milagro que aparece en el texto de hoy va mucho más allá del hecho de resucitar a un muerto. Este muerto no está solo sino en un contexto de una familia. Y ese contexto es importante. El fallecido era hijo único de su madre. Y ésta era viuda. Estos datos tienen un significado muy importante. En la sociedad de aquel tiempo, donde no había seguridad social ninguna ni protección estatal para los necesitados ni pensiones ni nada de estas cosas, el hecho de que una mujer quedara viuda era ya un problema. El marido era el jefe de la casa, el hombre tenía personalidad social, la mujer era un cero a la izquierda. La viudez significaba la marginación.

A no ser que hubiese hijos que cuidasen de su madre. La familia extensa era en aquella época la protección social para los que quedaban desamparados. La viuda perdía sus derechos sociales pero en el marco de la familia, de sus hijos, encontraba la protección y el cuidado necesario para seguir adelante con su vida. Pero en este caso, sólo había un hijo y éste había fallecido. No había futuro para aquella viuda. Ya estaba marginada, ya era un cero a la izquierda.

El hecho de que Jesús haga revivir al hijo fallecido va, por tanto, mucho más allá del mero hecho físico de devolverle la vida. También devuelve a la vida, a la sociedad, a la mujer viuda, dándola una nueva esperanza: con su hijo revivido a su lado ya no va a estar marginada sino que vuelve a ser persona en aquella sociedad.

Los milagros de Jesús son ruptura de las leyes naturales pero además y sobre todo, son integración, recuperación de la persona, superación de la marginación. Los milagros de Jesús son el signo de la acogida de Dios que cuida de sus hijos e hijas y los reintegra en la familia humana. Cada vez que hacemos esto con uno de nuestros hermanos o hermanas marginados, nosotros también hacemos un milagro al estilo de Jesús.

Fernando Torres, cmf

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-de-santa-monica/

EDD. lunes 26 de agosto de 2024.

Primera Lectura

Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,1-5.11b-12):

Pablo, Silvano y Timoteo a los tesalonicenses que forman la Iglesia de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. Os deseamos la gracia y la paz de Dios Padre y del Señor Jesucristo. Es deber nuestro dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos; y es justo, pues vuestra fe crece vigorosamente, y vuestro amor, de cada uno por todos y de todos por cada uno, sigue aumentando. Esto hace que nos mostremos orgullosos de vosotros ante las Iglesias de Dios, viendo que vuestra fe permanece constante en medio de todas las persecuciones y luchas que sostenéis. Así se pone a la vista la justa sentencia de Dios, que pretende concederos su reino, por el cual bien que padecéis. Nuestro Dios os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de Dios y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 95,1-2a.2b-3.4-5

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.

Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,13-22):

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: «Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga»? ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: «Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga.» ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Vamos a ser sinceros: Hay días en que Jesús parece que se nos pone imposible. El Evangelio de hoy es uno de ellos. Frente a la imagen edulcorada de algunas imágenes de Jesús, todo rodeado de brillos y lanzando rayos a su alrededor que se supone que son de amor porque su cara tiene una expresión cuasi-beatífica, hoy podemos decir que lanza rayos pero no precisamente de amor sino de fuego.

Los letrados, los especialistas en la ley y su interpretación, y los fariseos, aquel grupo dentro del mundo judío que pretendía llevar la fidelidad a la ley hasta el extremo y para ellos pretendían cumplir hasta la última letra de la ley, son el objeto de los rayos de Jesús. De entrada les lanza un insulto sin ambages, sin sutilezas, sin rodeos. Jesús no les lanza una indirecta más o menos amable. Directamente les acusa de “hipócritas”. Eso según el Diccionario de la Real Academia es ser “embustero, farsante, mentiroso, falsario, falso, impostor”. La acusación fundamental es que ni entran ni dejan entrar. Con su obsesión por cumplir la norma hasta el último detalle, se olvidan del sentido, del corazón, de la norma. Incluso manipulan la norma para, cumpliéndola, no servir a Dios sino a sus propios intereses ocultos (hasta para quitarle el dinero a las viudas…).

Hay que tener cuidado que no nos pase a nosotros. Primero, porque Jesús nos va a llamar hipócritas con todas las letras. Y segundo porque nos quedamos fuera, nos perdemos lo más importante de su mensaje: se trata de amar, de hacer familia, de atender a los más necesitado.

Hoy celebramos a Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars. Es la fundadora de las Hermanitas de los ancianos desamparados. No era ni letrada ni farisea. Directamente puso manos a la obra. Ella supo entender lo más importante del Evangelio, que no está en contar las velas que debe haber en el altar para la celebración de la misa –algo muy muy secundario–, sino en abrir las manos y el corazón a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas.

Fernando Torres, cmf

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-lunes-de-la-xxi-semana-del-tiempo-ordinario/?occurrence=2024-08-26&nskip=38330

Homilia para la Eucaristía del domingo 25 de agosto de 2024.

DOMINGO XXI. CICLO B.
Josué 24,1-2.15-17.18b: Al entrar en la Tierra Prometida el Pueblo tiene que optar: o por el Señor o por los dioses. El pueblo opta por el Señor, reconociendo que Él fue el que lo salvó de la esclavitud.
Efesios 5,21-23: El texto de la carta alude a tres elementos para indicar lo esencial, que es el Misterio de Cristo y la Iglesia como un solo cuerpo. Estos elementos son: la unión de Adán y Eva, la unión de Cristo y la Iglesia, la unión de los esposos.
Juan 6,60-69: Frente a lo que sostiene Jesús se produce un quiebre, una crisis: unos se retiran, otros optan por Él.

1.- Teniendo en cuenta lo que nos dice la Palabra podemos colegir que nosotros somos el Pueblo de Dios. Tal vez esto, por haberlo escuchado tantas veces, ya no nos dice nada. Pero pensemos que somos Pueblo de Dios porque somos pertenencia de Dios.
El Señor, por lo que expresa la primera lectura, ha hecho una Alianza con su Israel; ahora es Pueblo de Dios, ya que Dios lo ha hecho suyo. Y el Pueblo opta por Él, servirlo a Él, reconociendo que fue Él quien lo salvó y no los dioses de los pueblos circundantes. Por eso se compromete a seguir al Señor, lo que bíblicamente hablando significa cumplir con sus Mandamientos. De modo que toda la moral de Israel se fundamenta en esto: que es un Pueblo que tiene una Alianza con Dios y la debe vivir.
2.- San Pablo toca un tema esencial: los cristianos somos el Pueblo de Dios, pertenecemos a Él, ya que hemos hecho una Alianza con el Señor. Y lo esencial es que Jesús, el Señor, está tan unido a nosotros que con Él somos un Cuerpo, porque hemos hecho una Alianza con Él. Y esto es lo que hay que vivir. Y este Misterio está significado en la vida cristiana por medio del matrimonio; pero también hay otros signos, como el bautismo, por el que el creyente opta por seguir al Señor y servirlo.
De modo que también los cristianos somos un Pueblo de Alianza, lo que exige de nosotros vivir en la fidelidad la Alianza. La moral cristiana no tiene como finalidad al hombre, sino a Dios, tratando de ser siempre fieles a Él cumpliendo su Voluntad.
3.- Vivimos tiempos difíciles, tiempo de mucha inestabilidad. A tal punto que resulta difícil comprometerse. Hoy, como en Cafarnaúm, muchos dicen: “¡Es duro este mensaje! ¿Quién puede escucharlo?” Y en cierta medida, los que así piensan tienen razón, ya que se ve poco testimonio de fidelidad. Hoy, por ejemplo, muchos no creen en la institución del matrimonio. Sin muchos los que se comprometen con el Señor en la Vida Religiosa y en el ministerio sacerdotal; sin embargo, al poco tiempo abandonan la Vida Religiosa o el ministerio.
Es una triste realidad la que estamos viviendo cuyo resultado es el escaso número de los que optan por el matrimonio, la vida religiosa o la ministerial.
4.- Frente a esta realidad Jesús nos hace la misma pregunta que a sus discípulos: “¿También ustedes quieren irse? ¿Cuál va a ser nuestra respuesta? Ojalá la de Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el santo de Dios”. Esa fue la respuesta de Pedro. Sin embargo sabemos que después cobardemente lo negó. Tal vez lo mismo pudiera suceder con nosotros. Con entusiasmo decimos sí al Señor, pero después caemos. Si esto pasa que sea por fragilidad y no por infidelidad al Señor.
Nunca olvidemos lo que nos dice san Pablo: Si hemos muerto con él, viviremos con él. Si somos constantes, reinaremos con él. Si renegamos de él, él también renegará de nosotros. Si somos infieles, él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo.” (2Timoteo 2,11-13).
No temamos renovar ahora nuestra Alianza con el Señor.
Hno. Pastor.

Homilía para la Eucaristía del domingo 25 de agosto de 2024.

DOMINGO XXI. CICLO B.
Josué 24,1-2.15-17.18b: Al entrar en la Tierra Prometida el Pueblo tiene que optar: o por el Señor o por los dioses. El pueblo opta por el Señor, reconociendo que Él fue el que lo salvó de la esclavitud.
Efesios 5,21-23: El texto de la carta alude a tres elementos para indicar lo esencial, que es el Misterio de Cristo y la Iglesia como un solo cuerpo. Estos elementos son: la unión de Adán y Eva, la unión de Cristo y la Iglesia, la unión de los esposos.
Juan 6,60-69: Frente a lo que sostiene Jesús se produce un quiebre, una crisis: unos se retiran, otros optan por Él.

1.- Teniendo en cuenta lo que nos dice la Palabra podemos colegir que nosotros somos el Pueblo de Dios. Tal vez esto, por haberlo escuchado tantas veces, ya no nos dice nada. Pero pensemos que somos Pueblo de Dios porque somos pertenencia de Dios.
El Señor, por lo que expresa la primera lectura, ha hecho una Alianza con su Israel; ahora es Pueblo de Dios, ya que Dios lo ha hecho suyo. Y el Pueblo opta por Él, servirlo a Él, reconociendo que fue Él quien lo salvó y no los dioses de los pueblos circundantes. Por eso se compromete a seguir al Señor, lo que bíblicamente hablando significa cumplir con sus Mandamientos. De modo que toda la moral de Israel se fundamenta en esto: que es un Pueblo que tiene una Alianza con Dios y la debe vivir.
2.- San Pablo toca un tema esencial: los cristianos somos el Pueblo de Dios, pertenecemos a Él, ya que hemos hecho una Alianza con el Señor. Y lo esencial es que Jesús, el Señor, está tan unido a nosotros que con Él somos un Cuerpo, porque hemos hecho una Alianza con Él. Y esto es lo que hay que vivir. Y este Misterio está significado en la vida cristiana por medio del matrimonio; pero también hay otros signos, como el bautismo, por el que el creyente opta por seguir al Señor y servirlo.
De modo que también los cristianos somos un Pueblo de Alianza, lo que exige de nosotros vivir en la fidelidad la Alianza. La moral cristiana no tiene como finalidad al hombre, sino a Dios, tratando de ser siempre fieles a Él cumpliendo su Voluntad.
3.- Vivimos tiempos difíciles, tiempo de mucha inestabilidad. A tal punto que resulta difícil comprometerse. Hoy, como en Cafarnaúm, muchos dicen: “¡Es duro este mensaje! ¿Quién puede escucharlo?” Y en cierta medida, los que así piensan tienen razón, ya que se ve poco testimonio de fidelidad. Hoy, por ejemplo, muchos no creen en la institución del matrimonio. Sin muchos los que se comprometen con el Señor en la Vida Religiosa y en el ministerio sacerdotal; sin embargo, al poco tiempo abandonan la Vida Religiosa o el ministerio.
Es una triste realidad la que estamos viviendo cuyo resultado es el escaso número de los que optan por el matrimonio, la vida religiosa o la ministerial.
4.- Frente a esta realidad Jesús nos hace la misma pregunta que a sus discípulos: “¿También ustedes quieren irse? ¿Cuál va a ser nuestra respuesta? Ojalá la de Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el santo de Dios”. Esa fue la respuesta de Pedro. Sin embargo sabemos que después cobardemente lo negó. Tal vez lo mismo pudiera suceder con nosotros. Con entusiasmo decimos sí al Señor, pero después caemos. Si esto pasa que sea por fragilidad y no por infidelidad al Señor.
Nunca olvidemos lo que nos dice san Pablo: Si hemos muerto con él, viviremos con él. Si somos constantes, reinaremos con él. Si renegamos de él, él también renegará de nosotros. Si somos infieles, él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo.” (2Timoteo 2,11-13).
No temamos renovar ahora nuestra Alianza con el Señor.
Hno. Pastor.

EDD. sábado 24 de agosto de 2024

Primera Lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (21,9b-14):

El ángel me habló así: «Ven acá, voy a mostrarte a la novia, a la esposa del Cordero.»
Me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido. Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 144,10-11.12-13ab.17-18

R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y la majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,45-51):

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó: «Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Natanael fue apóstol un poco por casualidad. Pasaba por allí y se encontró con su amigo Felipe. Claro que también tenemos que suponer que andaba buscando algo en su vida. Por eso, Felipe le habló de Jesús. Si Natanael hubiese estado solo preocupado por la cosecha o por la enfermedad o por el desperfecto en el tejado de su casa, casi seguro que Felipe no le habría hablado de Jesús. Pero Felipe debía saber de las inquietudes de Natanael y por eso le habló de Jesús.

Natanael es un buen ejemplo de lo que tantas veces somos nosotros. Tenemos inquietudes pero también tenemos prejuicios. Las inquietudes pueden abrirnos a otras realidad. Podríamos decir que nos excitan la curiosidad, que nos abren o, al menos, señalan puertas a lo nuevo, a lo desconocido, allá donde quizá podemos encontrar respuesta a nuestras inquietudes.

Pero también están los prejuicios. Estos se encargan exactamente de lo contrario. ¿Para que intentar nuevos caminos, para que atravesar umbrales a lo desconocido si ya sabemos lo que nos vamos a encontrar ahí detrás? Es esa pregunta de Natanael a Felipe: ¿Puede salir algo bueno de Nazaret? Parece que Natanael ya lo tenía controlado todo. Sabía lo que buscaba y, al mismo tiempo, tampoco quería buscar mucho porque ya sabía…

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-san-bartolome-apostol-2/?occurrence=2024-08-24&nskip=38326

https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-san-bartolome-apostol-2/?occurrence=2024-08-24&nskip=38326

EDD. viernes 23 de agosto de 2024.

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (37,1-14):

En aquellos días, la mano del Señor se posó sobre mi y, con su Espíritu, el Señor me sacó y me colocó en medio de un valle todo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos: eran innumerables sobre la superficie del valle y estaban completamente secos.
Me preguntó: «Hijo de Adán, ¿podrán revivir estos huesos?»
Yo respondí: «Señor, tú lo sabes.»
Él me dijo: «Pronuncia un oráculo sobre estos huesos y diles: «¡Huesos secos, escuchad la palabra del Señor! Así dice el Señor a estos huesos: Yo mismo traeré sobre vosotros espíritu, y viviréis. Pondré sobre vosotros tendones, haré crecer sobre vosotros carne, extenderé sobre vosotros piel, os infundiré espíritu, y viviréis. Y sabréis que yo soy el Señor.»»
Y profeticé como me había ordenado y, a la voz de mi oráculo, hubo un estrépito, y los huesos se juntaron hueso con hueso. Me fijé en ellos: tenían encima tendones, la carne había crecido, y la piel los recubría; pero no tenían espíritu.

Entonces me dijo: «Conjura al espíritu, conjura, hijo de Adán, y di al espíritu: «Así lo dice el Señor: De los cuatro vientos ven, espíritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan.»»
Yo profeticé como me había ordenado; vino sobre ellos el espíritu, y revivieron y se pusieron en pie. Era una multitud innumerable.
Y me dijo: «Hijo de Adán, estos huesos son la entera casa de Israel, que dice: «Nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido, estamos destrozados.» Por eso, profetiza y diles: «Así dice el Señor: Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago.»» Oráculo del Señor.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 106,2-3.4-5.6-7.8-9

R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia

Que lo confiesen los redimidos por el Señor,
los que él rescató de la mano del enemigo,
los que reunió de todos los países:
norte y sur, oriente y occidente. R/.

Erraban por un desierto solitario,
no encontraban el camino de ciudad habitada;
pasaban hambre y sed,
se les iba agotando la vida. R/.

Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Los guió por un camino derecho,
para que llegaran a ciudad habitada. R/.

Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Calmó el ansia de los sedientos,
y a los hambrientos los colmó de bienes. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,34-40):

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «»Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.» Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

En el Evangelio de hoy dice que los saduceos, maestros de la ley también, le hacen una pregunta a Jesús: “¿Cuál es el mandamiento principal de la ley?” Dice el Evangelio que el objetivo de la pregunta no era conocer la respuesta sino ponerlo a prueba. Es decir, dependiendo de la respuesta sabrían como situar a Jesús, si como fiel y observante judío o como un hereje al que había que condenar.

Creo que también había una motivación algo más profunda. En un mundo como el judío de aquel tiempo, lleno de reglas y normas –se contaban por cientos– su cumplimiento aseguraba la salvación. En el fondo late la preocupación por la relación con Dios, un señor todopoderoso del que depende la salvación o la condenación. La pregunta por cuáles normas hay que cumplir se convierte en la pregunta fundamental que hay que responder para saber a qué atenerse. La vida futura depende de dar con la respuesta acertada.

Durante una gran parte de la Edad Media para muchos cristianos esa fue la pregunta clave de sus vidas: ¿me salvaré o no me salvaré? ¿cómo asegurarme que estoy en el buen camino? Pero no ha desaparecido la pregunta. Hoy en día, sigue habiendo personas que se hacen esa pregunta. Y no son siempre personas mayores.

Lo mejor está en la respuesta de Jesús. Más que responder a la pregunta sitúa la cuestión en una clave diferente. Donde el preguntador colocaba “mandamientos a cumplir”, Jesús habla de amor. Amar a Dios y amar al prójimo son los elementos clave de la nueva realidad del Reino de Dios. Ya no se habla de normas, mandamientos ni leyes. Se habla de amor. Y, como es lógico, no se puede “amar” por obligación. El amor sale del corazón. Al amor le sobran las leyes y las normas. El amor es siempre agradecimiento porque sentimos, experimentamos, que el otro nos ha regalado mucho más de lo que hemos dado. Dios nos ha regalado la vida. Y, ante él, solo podemos estar agradecidos.

Pasar de la norma y la ley al amor es entrar en el Reino. Quedarse en la ley es permanecer a la puerta pero por el lado de fuera. ¡Adelante! Que esa puerta está siempre abierta.

Fernando Torres, cmf

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-viernes-de-la-xx-semana-del-tiempo-ordinario/?occurrence=2024-08-23&nskip=38318

EDD. jueves 22 de agosto de 2024.

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (36,23-28):

Así dice el Señor: «Mostraré la santidad de mi nombre grande, profanado entre los gentiles, que vosotros habéis profanado en medio de ellos; y conocerán los gentiles que yo soy el Señor –oráculo del Señor–, cuando les haga ver mi santidad al castigaros. Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 50,12-13.14-15.18-19

R/. Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará de todas vuestras inmundicias

Oh Dios, crea en mi un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R/.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,1-14):

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: «Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda.» Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.

Luego dijo a sus criados: «La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.» Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?» El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: «Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Hoy celebramos la fiesta de Santa María Reina. Es una forma de hablar. En el Reino de los cielos, en el Reino de Dios, no hay reyes ni reinas, ni cortesanos ni aristócratas. En el Reino de Dios hay una gran mesa donde todos nos sentamos y compartimos al mismo nivel. En el Reino de Dios todos somos hermanos y hermanas. Todos hijos e hijas del mismo Padre. Lo del “Reino” no es más que una forma de hablar pero no significa que los cristianos creamos en un Dios, rey y príncipe, un Dios que juzga y gobierna con cetro de hierro, que impone normas y leyes y castiga a los que desobedecen. Más bien, los cristianos creemos en un Dios que es Padre, Abbá, cercano y amante de sus hijos e hijas, un Dios que pone el cariño por encima de cualquier otra consideración. Creemos en un Dios que cuida de cada uno de nosotros. Eso forma parte integral, fundamental, irrenunciable de nuestra fe.

Entonces, ¿cómo podemos hablar de María “Reina”? Así de entrada es como si en la corte celestial, María, la madre de Jesús, fuese la reina consorte, la segunda por protocolo en todos los actos de esa corte. Pero no hay nada de eso.

No tenemos más que ir al Evangelio de hoy, la Anunciación, y escuchar las palabras de María, cuando responde al ángel al final: “”Aquí está la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra.” Escuchamos esas palabras y comprendemos que María había entendido perfectamente el mensaje del Reino: que no hemos venido para ser servidos sino para servir. El Reino de Dios es otro tipo de Reino diferente, que no se parece en nada a los de esta tierra –quizá hasta se podría pensar en quitar esa palabra ya que a veces nos hace pensar en señores absolutos, señores de horca y cuchillo, señores que vivían a costa de sus súbditos que nunca eran hijos sino siervos y esclavos.

María se sitúa en el Reino de Dios como la que se hace la servidora de todos. Entiende que esa es la única forma de construir fraternidad, de construir y unir la familia de los hijos e hijas de Dios. Desde el servicio, desde la sencillez, desde la humildad.

Fernando Torres, cmf

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-jueves-de-la-xx-semana-del-tiempo-ordinario-3/?occurrence=2024-08-22&nskip=38328

Comentario al Evangelio de hoy miércoles 21 de agosto de 2024.

Buenos días. 21/08 – 4F/20a STC • Año B.

Vamos a rezar?

Señor Todo Bueno
enséñame esta lógica del cielo
y no me dejes
ser seducido por la mezquindad
de los razonamientos excluyentes
Maravillado
por el presente excede mi mérito
que yo me alegre también
con aquellos que
no habiendo recibido la alegría
de trabajar en tu viña
descubren sorprendidos
la gratuidad radical de
Tu generosidad sin límites.

«¿No tengo yo derecho a hacer lo que quiero con lo que me pertenece? O estás celoso, porque soy bueno?» (Mt 20,15).

Señor, llámanos desde el principio hasta el final de la vida, a la verdad, para que trabajemos nuestra conversión. El pago, el premio, es el mismo, independientemente de la hora del día en que recibimos esta llamada. Interesante la manifestación de insatisfacción por parte de aquellos que trabajaron desde el principio del día, revelando que no hicieron la experiencia de dejarse amar por Ti. Buscaron una porción más, más de lo que ya podrían haber experimentado desde el principio. El cielo comienza hoy cuando busco vivir tu Palabra. Danos, Señor, discernimiento para que nuestras intenciones sean correctas, sin vicios mezquinos. Que seamos capaces de comprender que el verdadero pago, al ser deseado, lo recibiremos en la medida en que actuemos según tu intención, que no es otra sino la posibilidad de amar siempre y en todas las circunstancias. Esto nos debe causar un placer de proporciones divinas, pues alimentará y recompensará nuestra alma, que es reflejo de tu esencia, pues tú eres el amor. Bendice a nuestras familias y amigos! Hermano Mauricio Silva dos Anjos – Hermano Menor Capuchino de Chile.

EDD. miércoles 21 de agosto de 2024.

Primera Lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (34,1-11):

Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza, diciéndoles: «¡Pastores!, esto dice el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son las ovejas lo que tienen que apacentar los pastores? Os coméis su enjundia, os vestís con su lana; matáis las más gordas, y las ovejas no las apacentáis. No fortalecéis a las débiles, ni curáis a las enfermas, ni vendáis a las heridas; no recogéis a las descarriadas, ni buscáis las perdidas, y maltratáis brutalmente a las fuertes. Al no tener pastor, se desperdigaron y fueron pasto de las fieras del campo. Mis ovejas se desperdigaron y vagaron sin rumbo por montes y altos cerros; mis ovejas se dispersaron por toda la tierra, sin que nadie las buscase, siguiendo su rastro. Por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor: ‘¡Lo juro por mi vida! –oráculo del Señor–.

Mis ovejas fueron presa, mis ovejas fueron pasto de las fieras del campo, por falta de pastor; pues los pastores no las cuidaban, los pastores se apacentaban a sí mismos; por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor. Así dice el Señor: Me voy a enfrentar con los pastores; les reclamaré mis ovejas, los quitaré de pastores de mis ovejas, para que dejen de apacentarse a si mismos los pastores; libraré a mis ovejas de sus fauces, para que no sean su manjar. Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro.»»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 22,1-3a.3b-4.5.6

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (20,1-16):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: «Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido.» Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: «¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?» Le respondieron: «Nadie nos ha contratado.» Él les dijo: «Id también vosotros a mi viña.» Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: «Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros.» Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: «Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno.

Él replicó a uno de ellos: «Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?» Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Vamos a empezar esta reflexión siendo sinceros con nosotros mismos (que es la sinceridad más complicada y difícil; ya decía santa Teresa de Jesús que “humildad es andar en verdad” [Las Moradas, libro VI, 10.7]). Casi seguro que alguna vez hemos sentido envidia de que otro sea bueno, sea más bueno que nosotros. Incluso hemos pensado que eso de que Dios perdona a todos y todo… pues seguro que no puede ser verdad, porque mira que hay algunos que pecan… El que escribe estas líneas reconoce sin temor que alguna vez si han anidado esos sentimientos en mi corazón.

En la parábola de hoy, se alude precisamente a esa envidia cuando uno de los jornaleros de primera hora, de los que habían trabajado todo el día bajo el sol se queja de que uno de los últimos que han llegado reciba el mismo salario que ellos, los de la primera hora, los que han estado bregando sin parar. ¡No hay derecho! Nos sale del corazón un grito que dice:

No hay derecho! Nos sale del corazón un grito que dice: “Nosotros deberíamos cobrar más que ellos que no han hecho nada más que una horita el final del día.”

Pero hay que ir al texto de la parábola y al Evangelio mismo. En realidad no hay más que un salario. No se mide en dinero. El salario es la posibilidad, la oportunidad, el don, la gracia, la suerte, la buena estrella, la fortuna incomparable, de haber participado y de poder seguir participando en el Reino de Dios. No hay salario mayor que ese. No hay otro premio ni mayor ni menor. Seguir a Jesús es participar en la Vida y abrirnos al amor, la justicia y la fraternidad. ¡Qué gozada participar en el Reino! ¡Qué gozada ser como Dios y poder perdonar como él, ser misericordioso como él, reconciliar como él, ser portadores del amor de Dios para todos los que nos rodean! Eso es vivir y lo demás es cuento y pérdida de tiempo.

Algunos jornaleros de la parábola no lo entendieron así. ¡Qué pena! Lo siento por ellos. Estoy seguro de que a poco que conozcamos a Jesús y le hayamos dejado entrar en nuestro corazón, apreciaremos el don del Reino. Y daremos gracias por ese don inmenso e inmerecido.

Fernando Torres, cmf

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-miercoles-de-la-xx-semana-del-tiempo-ordinario-3/?occurrence=2024-08-21&nskip=38322

Comentario al Evangelio de hoy martes 20 de agosto de 2024.

Buenos días. 20/08 – martes /20a STC • Año B.

Vamos a rezar?

Ayúdame Señor del Vaciamiento a amar mucho más el Camino
que mis edificios Saliendo de mi pequeño mundo
para encantarme con la Inmensidad
a inaugurar ya en la tierra la entrega y la recepción incesantes
que abren los portales
de la vida luminosa del Cielo.

«Digo también: es más fácil que un camello entre por el agujero de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios» (Mt 19,24).

Para el mundo, rico es aquel que acumula, y pobre, aquel que no posee bienes ni conocimientos intelectuales. Sin embargo, para Dios, la riqueza reside en el compartir, y la pobreza, en la mera acumulación. El joven rico entendió el reino bajo la perspectiva de los valores del mundo, por eso tu afirmación sobre que es difícil para un rico entrar en el reino de los cielos. No pretendíais dar un consejo evangélico para que el joven fuera perfecto, sino enseñar que la perfección se encuentra en el desprendimiento, lo cual no significa privarse de los bienes, sino no dejarse dominar por ellos. «Desnudo salí del vientre de mi madre y allí, desnudo volveré…» (Job 1,21). Así, no se trata de abandonar todo, sino de tener un corazón que sepa compartir y que no se aferre a los bienes materiales. Que el Espíritu Santo nos ayude a querer y buscar la verdadera riqueza, y saber compartir los bienes terrenos, sin olvidar lo que es eterno. Bendice Señor a mí, mi familia y amigos! –

Hermano Mauricio Silva dos Anjos – Hermano Menor Capuchino de Chile.