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Homilía para la Eucaristía del domingo 21 de mayo de 2017.

Fuente :  https://www.laicoscapuchinos.cl/laicos/index.php/2017/05/19/homilia-para-la-eucaristia-del-domingo-21-de-mayo-de-2017/
Paz y Bien para todos ustedes. Hno. Pastor.

PASCUA VI.

Hechos 8,5-8.14-17: los Apóstoles comunican el Don del Espíritu Santo a los bautizados por la imposición de las manos.

1Pedro 3,15-18: Cristo resucitó por el poder del Espíritu Santo. El creyente acepta a Jesús y por eso debe glorificarlo y dar razón de su esperanza.

Juan 14,15-21: Jesús promete el Espíritu Santo a sus discípulos, ya que hay un vínculo de amor entre Jesús y el discípulo que le es fiel.

1.- Estamos muy cerca de la celebración del Misterio de la Ascensión del Señor. Esto quiere decir que la presencia de Jesús ya no será física. No le verán, ni oirán más de una manera física, sino la presencia del Señor será ahora mucho mejor. El está presente a través de su Espíritu. De allí la importancia que tiene el comunicar el Espíritu al bautizado. La escena de Samaria también se dará en Éfeso, cuando Pablo llegue a imponer las manos a los nuevos cristianos para que reciban el Espíritu Santo (cfr. Hechos 19,1-7). Porque es muy importante que el cristiano tenga el Espíritu de Cristo. Porque, según el decir de san Pablo, “El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo” (Romanos 8,9). De allí la importancia del Espíritu Santo que el Señor promete. Hay muchos textos en el  nuevo Testamento que hablan de esto.

2.- Hoy día hay muchos bautizados, pero no han recibido el Espíritu Santo o, si lo han recibido, no se dejan conducir por El. Es cierto que en cada sacramento se nos da el Espíritu Santo, pero es en la Confirmación donde somos marcados por el Espíritu Santo como propiedad de Dios. Hoy, tal vez debido a la ignorancia, existe un gran desinterés por este sacramento, por eso son muchos los que no han celebrado la confirmación. Y por  esto mal pueden ser buenos cristianos, mal pueden tener esa vida nueva, diferente, que  Jesús regala.

Nadie da lo que no tiene. Jesús puede darnos su Espíritu porque está lleno de Él. Al morir en la cruz “entregó su Espíritu” (cfr. Juan 19,30); del mismo modo, al resucitar entregó su Espíritu a los Apóstoles reunidos e n el  Cenáculo (cfr. Juan 2,22). Y en el texto de hoy, lo promete a sus discípulos.

3.- Estamos inmersos en este mundo, no como simples habitantes, sino como protagonistas en este escenario, en nuestra sociedad. Los que están en la platea son los que contemplan el espectáculo, porque “somos un espectáculo para el mundo” (1Corintios 4,9). Es por esto que en la carta de Pedro se nos dice que “debemos glorificar al Señor en nuestros corazones y estar siempre prontos para dar razón de nuestra esperanza”.

Difícilmente podremos dar un buen espectáculo, dar razón de nuestra esperanza, si no tenemos en nosotros al Espíritu Santo. Ya lo dijo Jesús: “Pediré al Padre que les dé otro defensor, que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad”. ¿Por qué otro Defensor? Porque Cristo, al estar físicamente presente, era el defensor de los suyos. Al estar presente por su Espíritu, con El nos defenderá. Entonces, teniendo al Señor presente con su Espíritu, conducidos por El, daremos un buen espectáculo y sabremos dar razón de nuestra esperanza.

4.- Hoy Jesús está presente y ya sabemos cómo. El nos anima y consuela, pero nos exhorta a ser verdaderos testigos suyos.

Si hoy hacemos Eucaristía es porque el Señor se hace presente y con el mismo Espíritu que lo resucitó transforma este alimento material en comida espiritual.

Nutridos por El ya podemos ser testigos, buenos acores en el espectáculo de la fe. Animémonos.

                                                                               Hermano Pastor Salvo Beas.

ENCUENTRO DE GUARDIANES – CONSTITUCIÓN – 05 y 06 DE MAYO DE 2017.


Como es lo habitual y planificado anualmente, el Movimiento de Laicos Capuchinos de Chile realizó en los días sábado 05 y domingo 06 de mayo del presente año la reunión de formación y trabajo dedicada en especial a los Guardianes de las diferentes fraternidades del movimiento que están a lo largo de Chile.
Como una breve introducción a la Jornada que se nos venía por delante, repasamos lo que fueron los Incendios Forestales que afectaron a las regiones del Centro Sur de nuestro país y que directamente nos afectó como movimiento a tal punto que debimos suspender nuestro Encuentro de Formación que se realiza anualmente en verano en donde participan todos los hermanos del movimiento.
También el día sábado se trabajó en especial, la vocación de los guardianes, tema expuesto por el Padre Héctor Campos, Provincial de los padres Capuchinos, de la Provincia San Francisco de Asís de Chile.
Durante la tarde de este mismo día se realizaron dos talleres dedicados a la reflexión y análisis de la Exhortación Amoris Laetitia y de la Encíclica Láudate Si.
También debemos mencionar que fue ardua la dedicación que se le dio en tiempo e intensidad a la actualización de nuestras Fundamentaciones como movimiento.
Todas nuestras actividades fueron precedidas por momentos de profunda oración, en donde también participo en cada una de ellas el Padre Juan Nahuel E.
Y no podemos dejar de lado nuestros momentos de alimentación que fueron sin duda gracias a los hermanos del Laicado Capuchino de Constitución, que con gran dedicación y amor nos dieron el apoyo en la cocina y en el comedor. Todo fue muy rico y agradable.
Con esta Jornada de Trabajo podemos decir que hemos dado otro nuevo impulso renovador al Movimiento de Laicos Capuchinos de la Provincia San Francisco de Asís en Chile, al Servicio del Señor y de Nuestra Santa Iglesia.
 

Constitución, 06 y 07 de Mayo de 2017.

Comentario al evangelio de hoy viernes 19 de mayo de 2017.

Mi amistad con Cristo.

V Viernes de Pascua
Por: H. Hiram Galán LC
Fuente: http://es.catholic.net/op/articulos/65357/mi-amistad-con-cristo.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey Nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Busco tu rostro, Señor. Muéstrame tu rostro viejo amigo, muéstrame las llagas de tu piel. Cuéntame un secreto al oído y dime el dolor y las penas de tu corazón ahora que quiero estar contigo. Recibe por favor mi amor en desagravio.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 15, 12-17
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre.
No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Hace menos de un mes vivimos la semana más importante del año, la así llamada Semana Mayor. Ordinariamente todos tenemos en cuenta que es una semana muy importante pues se conmemora la muerte de Jesús. Sin mencionar que, independientemente del credo que profesan, todas las organizaciones y empresas reconocen esta semana como días festivos.
Pero todo esto no deja huella en nuestro corazón. Creo que es una de las muertes ante las que, paradójicamente, permanecemos más indiferentes. Es decir, por lo general, al conmemorar la muerte de alguien, esta conmemoración va acompañada de ciertos sentimientos de nostalgia y compasión. Pero al recordar la pasión de Jesús no sólo nos hemos acostumbrado a escucharlo y permanecer indiferentes, sino que incluso la utilizamos como un buen pretexto para salir y disfrutar de unas buenas vacaciones.
¿Cuál es la diferencia entre la muerte de Jesús y la de algún ser querido o conocido? ¿Por qué las pérdidas cercanas si me duelen y conmueven mi corazón? ¿Por qué hasta la pérdida de cosas materiales me duele más? Porque un simple hecho cambia todo. El vínculo de la pérdida conmigo. No es la muerte de Jesús, sino la muerte de mi Señor Jesucristo, mi Dios y Señor, quien por amor se entregó por mí y a una muerte de cruz.
Tenemos que meditar continuamente en este misterio de amor. Sinceramente, ¿quién en esta vida estaría dispuesto a dar la vida por mí? Creo que nadie, si acaso, considerando que tengo unos muy buenos padres, mis papás podrían hacerlo. Pero Él ya lo hizo, murió por mí, y fue una muerte denigrante y escandalosa. Desnudo, azotado, como un gusano, escupido y mofado, despojado de toda dignidad, crucificado como un «Don Nadie».
Y TODO POR AMOR…
Ayúdanos, Señor, a comprender que verdaderamente no existe amor más grande»que el de aquel que da la vida por sus amigos»

«La amistad es de los regalos más grande que una persona, que un joven puede tener y puede ofrecer. Es verdad. Qué difícil es vivir sin amigos. Fíjense si será de las cosas más hermosas que Jesús dice: «yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre» (Jn 15,5). Uno de los secretos más grande del cristiano radica en ser amigos, amigos de Jesús. Cuando uno quiere a alguien, le está al lado, lo cuida, ayuda, le dice lo que piensa, sí, pero no lo deja tirado. Así es Jesús con nosotros, nunca nos deja tirados. Los amigos se hacen el aguante, se acompañan, se protegen. Así es el Señor con nosotros.»
(Discurso de S.S. Francisco, 12 de julio de 2015)

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dedicaré un momento de mi día a recordar la pasión dolorosa de mi Señor, deteniéndome en una escena de la misma.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

EDD. viernes 19 de mayo de 2017

Fuente : http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20170518
Viernes de la quinta semana de Pascua

Libro de los Hechos de los Apóstoles 15,22-31.
En aquellos días, los Apóstoles, los presbíteros y la Iglesia entera, decidieron elegir a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, hombres eminentes entre los hermanos,
y les encomendaron llevar la siguiente carta: «Los Apóstoles y los presbíteros saludamos fraternalmente a los hermanos de origen pagano, que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia.
Habiéndonos enterado de que algunos de los nuestros, sin mandato de nuestra parte, han sembrado entre ustedes la inquietud y provocado el desconcierto,
hemos decidido de común acuerdo elegir a unos delegados y enviárselos junto con nuestros queridos Bernabé y Pablo,
los cuales han consagrado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Por eso les enviamos a Judas y a Silas, quienes les transmitirán de viva voz este mismo mensaje.
El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables, a saber:
que se abstengan de la carne inmolada a los ídolos, de la sangre, de la carne de animales muertos sin desangrar y de las uniones ilegales. Harán bien en cumplir todo esto. Adiós».
Los delegados, después de ser despedidos, descendieron a Antioquía donde convocaron a la asamblea y le entregaron la carta.
Esta fue leída y todos se alegraron por el aliento que les daba.
Salmo 57(56),8-9.10-12.
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar al son de instrumentos:
¡despierta, alma mía!
¡Despierten, arpa y cítara,
para que yo despierte a la aurora!
Te alabaré en medio de los pueblos, Señor,
te cantaré entre las naciones,
porque tu misericordia se eleva hasta el cielo
y tu fidelidad hasta las nubes.
¡Levántate, Dios, por encima del cielo,
y que tu gloria cubra toda la tierra!
Evangelio según San Juan 15,12-17.
Jesús dijo a sus discípulos:
«Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado.
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»
Comentario del Evangelio por San Gregorio Magno (c. 540-604), papa y doctor de la Iglesia . Homilías sobre los Evangelios, n° 27; PL 76, 1204 .
«Este es mi mandamiento: amaos los unos a los otros como yo os he amado».
Todas las palabras sagradas del Evangelio están repletas de mandamientos del Señor. ¿Entonces, por qué, el Señor dijo que el amor era su mandato? «Este es mi mandamiento: amamos los unos a los otros.» Resulta que todos los mandamientos surgen del amor, que todos los preceptos son sólo uno, y cuyo único fundamento es la caridad. Las ramas de un árbol brotan de la misma raíz: así todas las virtudes nacen sólo de la caridad. La rama de una buena obra, no permanece vigorosa,  si separa de la raíz de la caridad. Por lo tanto, los mandamientos del Señor son numerosos, y al mismo tiempo son uno – múltiple por la diversidad de las obras, uno en la raíz del amor.
¿Cómo mantener este amor? El mismo Señor nos lo da a entender: en la mayoría de los preceptos de su Evangelio, ordena a sus amigos que se amen en Él, y que amen a sus enemigos por Él. El que ama a su amigo en Dios y su enemigo por Dios, posee la verdadera caridad.
Hay personas que aman a sus familiares, pero sólo movidos por sentimientos de afecto que surgen del parentesco natural…  Las palabras sagradas del Evangelio no hacen a estos hombres ningún reproche. Pero lo que espontáneamente se le da a la naturaleza es una cosa, y aquello que se da por caridad en obediencia es otra. Las personas a las que me he referido, aman sin duda a su prójimo… pero según la carne y no según el Espíritu…  Diciendo: «Este es mi mandamiento: amaos los unos a los otros», el Señor, inmediatamente ha añadido: «Como yo os he amado.» Estas palabras significan claramente: «amar por la misma razón que Yo os he amado».

El papa en Santa Marta: El amor de Jesús no tiene límites. Contagiemos esta alegría

 
•18 mayo 2017•Redaccion•El papa Francisco
Papa en Santa Marta (Fto. Osservatore ©Romano)
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 18 May. 2017).- El amor de Jesús no tiene límite, a diferencia de los amores mundanos que buscan poder y vanidad. Y el cristiano debe transmitir alegría a la gente porque el amor de Dios el en centro de la vida de un cristiano.
 
Esta fue la idea central de la homilía del papa Francisco en la Casa Santa marta durante la misa matutina de este jueves.
 
Jesús nos pide que permanezcamos en su amor “porque es el amor del Padre”, a la vez que nos invita a poner en práctica sua mandamientos. Y si bien los diez mandamientos son la base, el fundamento, es necesario seguir “todas las cosas que Jesús nos ha enseñado, estos mandamientos de la vida cotidiana”, que representan “un modo de vivir cristiano”.
 
El sucesor de Pedro añadió que son muchos los mandamientos de Jesús, si bien el núcleo es uno: “el amor del Padre hacia Él y el amor de Él hacia nosotros”.
 
“También el mundo nos propone otros amores: el amor al dinero, por ejemplo; el amor a la vanidad, pavonearse; el amor al orgullo; el amor al poder, y también haciendo tantas cosas injustas para tener más poder… Son otros amores, éstos no son de Jesús, ni son del Padre. Él nos pide que permanezcamos en su amor, que es el amor del Padre”.
 
Invitó a pensar también “en estos otros amores que nos alejan del amor de Jesús. Además, hay otras medidas para amar: amar a medias, y esto no es amar. Una cosa es querer y otra cosa es amar”.
 
Por ello indicó el Papa “amar es más que querer”. Y se preguntó: ¿“Cuál es la medida del amor?”, “la medida del amor es amar sin medida” y cumpliendo estos mandamientos que Jesús nos ha dado, “permaneceremos en el amor de Jesús que es el amor del Padre, es el mismo. Sin medida. Sin este amor tibio o interesado”.
 
“El gran amor a Él es permanecer en este amor. Y añadió que el “amor y la alegría son un don”, dones que debemos pedir al Señor.
 
El Pontífice recordó que de reciente un sacerdote elevado a obispo le comentó esta noticia a su papá, un anciano obrero pero con la sabiduría de la vida, quien le aconsejó: ‘Obedece y da alegría a la gente’.
 
“Nuestra misión cristiana es dar alegría a la gente” dijo el Pontífice, indicando la oración apenas rezada: “Que el Señor cuide este don de permanecer en el amor de Jesús para poder dar alegría a la gente”.

 

EDD. jueves 18 de mayo de 2017

Fuente :  http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20170517
Jueves de la quinta semana de Pascua

Libro de los Hechos de los Apóstoles 15,7-21.
Al cabo de una prolongada discusión, Pedro se levantó y dijo: «Hermanos, ustedes saben que Dios, desde los primeros días, me eligió entre todos ustedes para anunciar a los paganos la Palabra del Evangelio, a fin de que ellos abracen la fe.
Y Dios, que conoce los corazones, dio testimonio en favor de ellos, enviándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros.
El no hizo ninguna distinción entre ellos y nosotros, y los purificó por medio de la fe.
¿Por qué ahora ustedes tientan a Dios, pretendiendo imponer a los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos soportar?
Por el contrario, creemos que tanto ellos como nosotros somos salvados por la gracia del Señor Jesús».
Después, toda la asamblea hizo silencio para oír a Bernabé y a Pablo, que comenzaron a relatar los signos y prodigios que Dios había realizado entre los paganos por intermedio de ellos.
Cuando dejaron de hablar, Santiago tomó la palabra, diciendo: «Hermanos, les ruego que me escuchen:
Simón les ha expuesto cómo Dios dispuso desde el principio elegir entre las naciones paganas, un Pueblo consagrado a su Nombre.
Con esto concuerdan las palabras de los profetas que dicen:
Después de esto, yo volveré y levantaré la choza derruida de David; restauraré sus ruinas y la reconstruiré,
para que el resto de los hombres busque al Señor, lo mismo que todas las naciones que llevan mi Nombre. Así dice el Señor, que da
a conocer estas cosas desde la eternidad.
Por eso considero que no se debe inquietar a los paganos que se convierten a Dios,
sino que solamente se les debe escribir, pidiéndoles que se abstengan de lo que está contaminado por los ídolos, de las uniones ilegales, de la carne de animales muertos sin desangrar y de la sangre.
Desde hace muchísimo tiempo, en efecto, Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores que leen la Ley en la sinagoga todos los sábados».
Salmo 96(95),1-2a.2b-3.10.
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre.
Día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.
Digan entre las naciones: “¡El Señor reina!
el mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”.
Evangelio según San Juan 15,9-11.
Jesús dijo a sus discípulos:
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.»
Comentario del Evangelio por Santa Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad. Jesús, La Palabra para ser hablada, c. 12.
«Os he dicho esto para que…reboséis de alegría»
La alegría es una necesidad y una fuerza para nosotros, también psíquicamente. Una hermana que cultiva el espíritu de alegría siente menos la fatiga y está cada día dispuesta a hacer el bien. Una hermana rebosante de alegría predica sin predicar. Una hermana alegre es como el rayo de sol del amor de Dios, la esperanza de la alegría eterna, la llama de un amor ardiente.
La alegría es una de las mejores garantías contra la tentación. El diablo es portador de temor y barro, toda ocasión para lanzárnoslo es buena para él. Un corazón alegre sabe cómo se ha de proteger.

Texto completo de la catequesis del Papa Francisco en la audiencia del 17 de mayo de 2017

Fuente :  www.zenit.org
El Santo Padre prosiguió con las catequesis sobre la esperanza. Este miércoles en la figura de María Magdalena
17 mayo 2017•Redaccion•El papa Francisco
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(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 17 MAY. 2017).- El papa Francisco prosiguió con la serie de catequesis sobre la virtud de la esperanza. Este miércoles la centró en la figura de María Magdalena, relacionándola con el tiempo pascual.
«Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
En estas semanas, nuestra reflexión se mueve, por decir así, en la órbita del misterio pascual. Hoy, encontramos a aquella que, según los Evangelios, fue la primera en ver a Jesús Resucitado: María Magdalena. Acababa de terminar el descanso del sábado. El día de la pasión no había habido tiempo para completar los ritos fúnebres; por ello, en ese amanecer lleno de tristeza, las mujeres van a la tumba de Jesús, con los ungüentos perfumados. La primera que llega es ella: María de Magdala, una de las discípulas que habían acompañado a Jesús desde Galilea, poniéndose al servicio de la Iglesia naciente. En su camino hacia el sepulcro, se refleja la fidelidad de tantas mujeres, que durante años acuden con devoción a los cementerios, recordando a alguien que ya no está. Los lazos más auténticos no se quiebran ni siquiera con la muerte: hay quien sigue amando, aunque la persona amada se haya ido para siempre.
 
El Evangelio (cfr Jn 20, 1-2-11-18) describe a la Magdalena subrayando enseguida que no era una mujer que se entusiasmaba con facilidad. En efecto, después de la primera visita al sepulcro, vuelve desilusionada al lugar donde los discípulos se escondían; refiere que la piedra ha sido movida de la entrada del sepulcro y su primera hipótesis es la más sencilla que se pueda formular: alguien debe haberse llevado el cuerpo de Jesús. Así, el primer anuncio que María lleva no es el de la resurrección, sino el de un robo que algunos desconocidos han perpetrado, mientras toda Jerusalén dormía.
 
Luego, los Evangelios cuentan otra ida de la Magdalena al sepulcro de Jesús. Era una testaruda ésta, ¿eh? Fue, volvió… y no, no se convencía…Esta vez su paso es lento, muy pesado. María sufre doblemente: ante todo por la muerte de Jesús, y luego por la inexplicable desaparición de su cuerpo.
 
Es mientras está inclinada cerca de la tumba, con los ojos llenos de lágrimas, cuando Dios la sorprende de la manera más inesperada. El evangelista Juan subraya cuán persistente es su ceguera: no se da cuenta de la presencia de los dos ángeles que la interrogan y ni siquiera sospecha viendo al hombre a sus espaldas, creyendo que era el guardián del jardín. Y, sin embargo, descubre el acontecimiento más sobrecogedor de la historia humana cuando finalmente es llamada por su nombre: ¡«María!» (v. 16)
 
¡Qué lindo es pensar que la primera aparición del Resucitado según los evangelios, fue de una forma tan personal! Que hay alguien que nos conoce, que ve nuestro sufrimiento y desilusión, que se conmueve por nosotros, y nos llama por nuestro nombre. Es una ley que encontramos grabada en muchas páginas del Evangelio. Alrededor de Jesús hay tantas personas que buscan a Dios; pero la realidad más prodigiosa es que, mucho antes, es ante todo Dios el que se preocupa por nuestra vida, que quiere volverla a levantar, y para hacer esto nos llama por nuestro nombre, reconociendo el rostro personal de cada uno. Cada hombre es una historia de amor que Dios escribe en esta tierra. Cada uno de nosotros es una historia de amor de Dios. A cada uno de nosotros, Dios nos llama por nuestro nombre: nos conoce por nombre, nos mira, nos espera, nos perdona, tiene paciencia con nosotros. ¿Es verdad o no es verdad? Cada uno de nosotros tiene esta experiencia.
 
Y Jesús la llama: «¡María!»: la revolución de su vida, la revolución destinada a transformar la existencia de todo hombre y de toda mujer, comienza con un nombre que resuena en el jardín del sepulcro vació. Los Evangelios nos describen la felicidad de María: la resurrección de Jesús n es una alegría dada con cuentagotas, sino una cascada que arrolla toda la vida. La existencia cristiana no está entretejida con felicidades blandas, sino con oleadas que lo arrollan todo. Intenten pensar también ustedes, en este instante, con el bagaje de desilusiones y derrotas que cada uno de nosotros lleva en el corazón, que hay un Dios cercano a nosotros, que nos llama por nuestro nombre y nos dice: «¡Levántate, deja de llorar, porque he venido a liberarte!». Esto es muy bello.
 
Jesús no es uno que se adapta al mundo, tolerando que perduren la muerte, la tristeza, el odio, la destrucción moral de las personas… Nuestro Dios no es inerte, sino que nuestro Dios –me permito la palabra– es un soñador: sueña la transformación del mundo y la ha realizado en el misterio de la Resurrección.
 
María quisiera abrazar a su Señor, pero Él ya está orientado hacia el Padre celeste, mientras que ella es enviada a llevar el anuncio a los hermanos. Y así aquella mujer, que antes de encontrar a Jesús estaba en manos del maligno (cfr Lc 8,2), ahora se ha vuelto apóstol de la nueva y mayor esperanza. Que su intercesión nos ayude a vivir también nosotros esa experiencia: en la hora del llanto, en la hora del abandono, escuchar a Jesús Resucitado que nos llama por nombre y, con el corazón lleno de alegría, ir a anunciar: «¡He visto al Señor!». ¡He cambiado vida porque he visto al Señor! Ahora soy diferente a como era antes, soy otra persona. He cambiado porque he visto al Señor. Ésta es nuestra fortaleza y ésta es nuestra esperanza. Gracias»
 
(Fuente: Radio Vaticano)

Nuestra Madre nos enseña a estar totalmente abiertos al querer divino, incluso si es misterioso. Por eso, es maestra de fe.

Ejemplos de fe (V): María, modelo y maestra de fe
Personajes de la fe

Fuente :  https://www.laicoscapuchinos.cl/laicos/index.php/2017/05/17/nuestra-madre-nos-ensena-a-estar-totalmente-abiertos-al-querer-divino-incluso-si-es-misterioso-por-eso-es-maestra-de-fe/
Por: F. Suárez – J. Yániz | Fuente: Opusdei.es

Tras meditar sobre diversos aspectos de la fe a través de la contemplación de la vida de algunas de las grandes figuras del Antiguo Testamento —Abraham, Moisés, David y Elías—, seguimos recorriendo esta historia de nuestra fe también de la mano de los personajes del Nuevo Testamento, donde, con Cristo, la Revelación llega a su plenitud y cumplimiento: En diversos momentos y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas. En estos últimos días nos ha hablado por medio de su Hijo[1].
Icono perfecto de la fe
Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley[2]. En la actitud de fe de la Santísima Virgen se ha concentrado toda la esperanza del Antiguo Testamento en la llegada del Salvador: «en María (…) se cumple la larga historia de fe del Antiguo Testamento, que incluye la historia de tantas mujeres fieles, comenzando por Sara, mujeres que, junto a los patriarcas, fueron testigos del cumplimiento de las promesas de Dios y del surgimiento de la vida nueva»[3]. Al igual que Abraham —«nuestro padre en la fe»[4]—, que dejó su tierra confiado en la promesa de Dios, María se abandona con total confianza en la palabra que le anuncia el Ángel, convirtiéndose así en modelo y madre de los creyentes. La Virgen, «icono perfecto de la fe»[5], creyó que nada es imposible para Dios, e hizo posible que el Verbo habitase entre los hombres.
Nuestra Madre es modelo de fe. «Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega (cfr. Lc 1, 38). En la visita a Isabel entonó su canto de alabanza al Omnipotente por las maravillas que hace en quienes se encomiendan a Él (cfr. Lc 1, 46-55). Con gozo y temblor dio a luz a su único hijo, manteniendo intacta su virginidad (cfr. Lc 2, 6-7). Confiada en su esposo José, llevó a Jesús a Egipto para salvarlo de la persecución de Herodes (cfr. Mt 2, 13-15). Con la misma fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con él hasta el Calvario (cfr. Jn 19, 25-27). Con fe, María saboreó los frutos de la resurrección de Jesús y, guardando todos los recuerdos en su corazón (cfr. Lc 2, 19.51), los transmitió a los Doce, reunidos con ella en el Cenáculo para recibir el Espíritu Santo (cfr. Hch 1, 14; 2, 1-4)»[6].
La Virgen Santísima vivió la fe en una existencia plenamente humana, la de una mujer corriente. Durante su vida terrena no le fueron ahorrados a María ni la experiencia del dolor, ni el cansancio del trabajo, ni el claroscuro de la fe. A aquella mujer del pueblo, que un día prorrumpió en alabanzas a Jesús exclamando: bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te alimentaron, el Señor responde: bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica (Lc 11, 27-28). Era el elogio de su Madre, de su fiat (Lc 1, 38), del hágase sincero, entregado, cumplido hasta las últimas consecuencias, que no se manifestó en acciones aparatosas, sino en el sacrificio escondido y silencioso de cada jornada[7].
La Santísima Virgen «vive totalmente de la y en relación con el Señor; está en actitud de escucha, atenta a captar los signos de Dios en el camino de su pueblo; está inserta en una historia de fe y de esperanza en las promesas de Dios, que constituye el tejido de su existencia»[8].
Maestra de fe
Por la fe, María penetró en el Misterio de Dios Uno y Trino como no le ha sido dado a ninguna criatura, y, como «madre de nuestra fe»[9], nos ha hecho partícipes de ese conocimiento. Nunca profundizaremos bastante en este misterio inefable; nunca podremos agradecer suficientemente a Nuestra Madre esta familiaridad que nos ha dado con la Trinidad Beatísima[10].
La Virgen es maestra de fe. Todo el despliegue de la fe en la existencia tiene su prototipo en Santa María: el compromiso con Dios y el conformar las circunstancias de la vida ordinaria a la luz de la fe, también en los momentos de oscuridad. Nuestra Madre nos enseña a estar totalmente abiertos al querer divino «incluso si es misterioso, también si a menudo no corresponde al propio querer y es una espada que traspasa el alma, como dirá proféticamente el anciano Simeón a María, en el momento de la presentación de Jesús en el Templo (cfr. Lc 2, 35)»[11]. Su plena confianza en el Dios fiel y en sus promesas no disminuye, aunque las palabras del Señor sean difíciles o aparentemente imposibles de acoger.
Por eso, si nuestra fe es débil, acudamos a María[12]. En la oscuridad de la Cruz, la fe y la docilidad de la Virgen dan un fruto inesperado. En Juan, Cristo confía a su Madre todos los hombres y especialmente sus discípulos: los que habían de creer en Él[13]. Su maternidad se extiende a todo el Cuerpo Místico del Señor. Jesús nos da como madre a su Madre, nos pone bajo su cuidado, nos ofrece su intercesión.Por ese motivo la Iglesia invita constantemente a los fieles a dirigirse con particular devoción a María.
Nuestra fragilidad no es obstáculo para la gracia. Dios cuenta con ella, y por eso nos ha dado una madre. «En esta lucha que los discípulos de Jesús han de sostener —todos nosotros, todos los discípulos de Jesús debemos sostener esta lucha—, María no les deja solos; la Madre de Cristo y de la Iglesia está siempre con nosotros. Siempre camina con nosotros, está con nosotros (…), nos acompaña, lucha con nosotros, sostiene a los cristianos en el combate contra las fuerzas del mal»[14].
De la escuela de la fe, la Virgen es la mejor maestra, pues siempre se mantuvo en una actitud de confianza, de apertura, de visión sobrenatural, ante todo lo que sucedía a su alrededor. Así nos la presenta el Evangelio: María guardaba todas estas cosas ponderándolas en su corazón[15]. Procuremos nosotros imitarla, tratando con el Señor, en un diálogo enamorado, de todo lo que nos pasa, hasta de los acontecimientos más menudos. No olvidemos que hemos de pesarlos, valorarlos, verlos con ojos de fe, para descubrir la Voluntad de Dios[16]. Su camino de fe, aunque en modo diverso, es parecido al de cada uno de nosotros: hay momentos de luz, pero también momentos de cierta oscuridad respecto a la Voluntad divina: cuando encontraron a Jesús en el Templo, María y José no comprendieron lo que les dijo[17]. Si, como la Virgen, acogemos el don de la fe y ponemos en el Señor toda nuestra confianza, viviremos cada situación cum gaudio et pace —con el gozo y la paz de los hijos de Dios—.
Imitar la fe de María
«Así, en María, el camino de fe del Antiguo Testamento es asumido en el seguimiento de Jesús y se deja transformar por él, entrando a formar parte de la mirada única del Hijo de Dios encarnado»[18]. En la Anunciación, la respuesta de la Virgen resume su fe como compromiso, como entrega, como vocación: he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra[19]. Como Santa María, los cristianos debemos vivir de cara a Dios, pronunciando ese fiat mihi secundum verbum tuum (…) del que depende la fidelidad a la personal vocación, única e intransferible en cada caso, que nos hará ser cooperadores de la obra de salvación que Dios realiza en nosotros y en el mundo entero[20].
Pero, ¿cómo responder siempre con una fe tan firme como María, sin perder la confianza en Dios? Imitándola, tratando de que en nuestra vida esté presente esa actitud suya de fondo ante la cercanía de Dios: no experimenta miedo o desconfianza, sino que «entra en íntimo diálogo con la Palabra de Dios que se le ha anunciado; no la considera superficialmente, sino que se detiene, la deja penetrar en su mente y en su corazón para comprender lo que el Señor quiere de ella, el sentido del anuncio»[21]. Al igual que la Virgen, procuremos reunir en nuestro corazón todos los acontecimientos que nos suceden, reconociendo que todo proviene de la Voluntad de Dios. María mira en profundidad, reflexiona, pondera, y así entiende los diferentes acontecimientos desde la comprensión que solo la fe puede dar. Ojalá fuera esa —con la ayuda de nuestra Madre— nuestra respuesta.
Imitar a María, dejar que nos lleve de la mano, contemplar su vida nos conduce también a suscitar en quienes tenemos alrededor —familiares y amigos— esa mayor apertura a la luz de la fe: con el ejemplo de una vida coherente, con conversaciones personales, de amistad y confidencia, con la necesaria doctrina, para facilitarles el encuentro personal con Cristo a través de los sacramentos y las prácticas de piedad, en el trabajo y en el descanso. Si nos identificamos con María, si imitamos sus virtudes, podremos lograr que Cristo nazca, por la gracia, en el alma de muchos que se identificarán con El por la acción del Espíritu Santo. Si imitamos a María, de alguna manera participaremos en su maternidad espiritual. En silencio, como Nuestra Señora; sin que se note, casi sin palabras, con el testimonio íntegro y coherente de una conducta cristiana, con la generosidad de repetir sin cesar unfiat que se renueva como algo íntimo entre nosotros y Dios[22].
***
Mirando a María, pidámosle que nos ayude a vivir de fe y reconocer a Jesús presente en nuestras vidas: fe en que nada es comparable con el Amor de Dios que nos ha sido donado; fe en que no hay imposibles para el que trabaja por Cristo y con Él en su Iglesia; fe en que todos los hombres pueden convertirse a Dios; fe en que pese a las propias miserias y derrotas podemos rehacernos totalmente con su ayuda y la de los demás; fe en los medios de santidad que Dios ha puesto en su Obra, en el valor sobrenatural del trabajo y de las cosas pequeñas; fe en que podemos reconducir este mundo a Dios si vamos siempre de su mano. En definitiva, fe en que Dios pone a cada uno en las mejores circunstancias —de salud o de enfermedad, de situación personal, de ámbito laboral, etc.— para que lleguemos a ser santos, si correspondemos con nuestra lucha diaria.
Jesucristo pone esta condición: que vivamos de la fe, porque después seremos capaces de remover los montes. Y hay tantas cosas que remover… en el mundo y, primero, en nuestro corazón. ¡Tantos obstáculos a la gracia! Fe, pues; fe con obras, fe con sacrificio, fe con humildad. Porque la fe nos convierte en criaturas omnipotentes: y todo cuanto pidiereis en la oración, como tengáis fe, lo alcanzaréis (Mt 21, 22)[23]. Impulsados por la fuerza de la fe, decimos a Jesús: ¡Señor, creo! ¡Pero ayúdame, para creer más y mejor! Y dirigimos también esta plegaria a Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, Maestra de fe: ¡bienaventurada tú, que has creído!, porque se cumplirán las cosas que se te han anunciado de parte del Señor (Lc 1, 45)[24]. «¡Madre, ayuda nuestra fe!»[25].
F. Suárez – J. Yániz (julio 2013)
 
[1] Hb 1, 1-2.
[2] Gal 4, 4.
[3] Francisco, Carta enc. Lumen fidei, 29-VI-2013, n. 58.
[4] Misal Romano, Plegaria eucarística I.
[5] Francisco, Carta enc. Lumen fidei, 29-VI-2013, n. 58.
[6] Benedicto XVI, Motu proprio Porta fidei, 11-X-2011, n. 13.
[7] San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 172.
[8] Benedicto XVI, Audiencia general, 19-XII-2012.
[9] Francisco, Carta enc. Lumen fidei, 29-VI-2013, n. 60.
[10] San Josemaría, Amigos de Dios, n. 276.
[11] Benedicto XVI, Audiencia general, 19-XII-2012.
[12] San Josemaría, Amigos de Dios, n. 285.
[13] San Josemaría, Amigos de Dios, n. 288.
[14] Francisco, Homilía, 15-VIII-2013.
[15] Lc 2, 19.
[16] San Josemaría, Amigos de Dios, n. 285.
[17] Lc 2, 50.
[18] Francisco, Carta enc. Lumen fidei, 29-VI-2013, n. 58.
[19] Lc 1, 38.
[20] San Josemaría, Conversaciones, n. 112.
[21] Benedicto XVI, Audiencia general, 19-XII-2012.
[22] San Josemaría, Amigos de Dios, n. 281.
[23] San Josemaría, Amigos de Dios, n. 203.
[24] San Josemaría, Amigos de Dios, n. 204.
[25] Francisco, Carta enc. Lumen fidei, 29-VI-2013, n. 60.

Comentario al evangelio de hoy miércoles 17 de mayo de 2017.

Para dar fruto.

V Miércoles de Pascua
Por: H. Iván Yoed González, L.C.
Fuente: http://es.catholic.net/op/articulos/65353/para-dar-fruto.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
María, llévame a Jesús. Que pueda contemplar su corazón como lo hiciste tú. Que pueda imitarlo, así como lo hiciste tú. Que aprenda a estar con Él hasta tocar el leño de la cruz.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 15,1-8
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.
Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y Yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y Yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.
Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
En verdad es difícil, muchas veces, permanecer con la mirada puesta en el Señor. A veces suceden cosas que no nos esperamos, especialmente cuando nos sentíamos tan cerca del Señor. Y entonces me pregunto, ¿acaso no te había sido fiel, Señor, desde hace tanto tiempo?, ¿no te había dado mi «sí» en las cruces que me he encontradoen mi camino?, ¿no me viste luchando por permanecer sirviéndote? ¿Qué ha sucedido que, incluso estando tan unido, tan unida a Ti, Señor, parece que me ha sobrevenido un mal que yo no merecía?
Sí, en verdad me es difícil tantas veces entender tus pasos. Otros que viven lejos de Ti, parecen triunfar más que muchos que se esfuerzan por servirte. Huelo algo de paradoja en tu doctrina. Pero… también intento recordar aquellas tus palabras de contradicción que pronunciaste con las bienaventuranzas. Los perseguidos serían felices, los que lloran, consolados, los maltratados, justificados.
A veces entiendo tus planes con una claridad maravillosa, otras veces los desconozco con una oscuridad que intranquiliza hasta la carne. Por ello me pregunto si siquiera el estar contigo consista en entenderte. Me pregunto si debería tan solo confiar. Si éste va por tal camino y vive de tal manera, si aquél vive de este modo y alcanza tales metas, si el otro triunfa, el otro fracasa, ¿a mí en qué me toca? Cierto que un interés por mi prójimo siempre debe existir, y que éste brota de la caridad. Pero, por otro lado, escucho las palabras de tu boca que me dicen simplemente: «Tú sígueme».
En pocas palabras, parece que mi vocación cristiana no tiene su núcleo en el éxito o el fracaso, sino en el estar unido siempre a Cristo. Yo a veces entenderé mucho de mi vida, otras veces poco o nada. Tú me has regalado hoy, sin embargo, una luz que podrá consolarme una y otra vez: al árbol que da fruto, Dios lo poda. Pero lo poda para que dé más fruto.

«Jesús nos recuerda: «Sin mí no podéis hacer nada». Él es quien nos sostiene y nos anima a buscar los modos para que la unidad sea una realidad cada vez más evidente. Sin duda la separación ha sido una fuente inmensa de sufrimientos e incomprensiones; pero también nos ha llevado a caer sinceramente en la cuenta de que sin él no podemos hacer nada, dándonos la posibilidad de entender mejor algunos aspectos de nuestra fe.»
(Homilía de SS Francisco, 31 de octubre de 2016)

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Agradeceré a Jesucristo por aquellas cruces que más me han costado en mi vida; le pediré que me encienda de nuevo el corazón, y le entregue una vez más todo mi ser, lleno, llena de confianza en Él.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
 

EDD. miércoles 17 de mayo de 2017

Fuente :  http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20170516
Miércoles de la quinta semana de Pascua

Libro de los Hechos de los Apóstoles 15,1-6.
Algunas personas venidas de Judea enseñaban a los hermanos que si no se hacían circuncidar según el rito establecido por Moisés, no podían salvarse.
A raíz de esto, se produjo una agitación: Pablo y Bernabé discutieron vivamente con ellos, y por fin, se decidió que ambos, junto con algunos otros, subieran a Jerusalén para tratar esta cuestión con los Apóstoles y los presbíteros.
Los que habían sido enviados por la Iglesia partieron y atravesaron Fenicia y Samaría, contando detalladamente la conversión de los paganos. Esto causó una gran alegría a todos los hermanos.
Cuando llegaron a Jerusalén, fueron bien recibidos por la Iglesia, por los Apóstoles y los presbíteros, y relataron todo lo que Dios había hecho con ellos.
Pero se levantaron algunos miembros de la secta de los fariseos que habían abrazado la fe, y dijeron que era necesario circuncidar a los paganos convertidos y obligarlos a observar la Ley de Moisés.
Los Apóstoles y los presbíteros se reunieron para deliberar sobre este asunto.
Salmo 122(121),1-2.3-4a.4b-5.
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la Casa del Señor!»
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén, que fuiste construida
como ciudad bien compacta y armoniosa.
Allí suben las tribus,
las tribus del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David.
Evangelio según San Juan 15,1-8.
Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador.
El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía.
Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.
Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.
Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»
Comentario del Evangelio por Santa Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad . El gozo del don.
«Permaneced en mí como yo en vosotros»
No es posible comprometerse en el apostolado directo si no se es un alma de oración. Seamos conscientes de ser uno con Cristo, tal como él era consciente de ser uno con su Padre; nuestra actividad no es verdaderamente apostólica si no en la medida en que le dejamos a él trabajar en nosotros y a través nuestro con su propio poder, su deseo y su amor. Hemos de llegar a la santidad pero no para sentirnos en estado de santidad, sino para que Cristo pueda plenamente vivir en nosotros. El don total de nosotros mismos en el amor, en  la fe, en la pureza, está ligado al servicio de los pobres. Sólo cuando hayamos aprendido a buscar a Dios y su voluntad, nuestras relaciones con los pobres serán un camino de santificación para nosotros y para los demás.
Amad orar; a lo largo del día  sentid la necesidad de orar y esforzaos para orar. La oración dilata el corazón hasta tener la capacidad de este don que Dios nos hace de sí mismo. Pedid y buscad, (Lc 11,9) y vuestro corazón se ensanchará hasta poderle acoger y que esté con vosotros.