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Ceremonia final de la Jornada de Oración por la Paz en Asis.

Asís 2016, texto del llamamiento de paz
https://es.zenit.org/articles/asis-2016-llamamiento-de-paz/
•20 septiembre 2016•Redaccion•Viajes pontificios
En el enciento de Asís, el Papa firma la declaración final
(ZENIT – Roma).- En la ceremonia final del encuentro de Asís, al que participaron más de 500 líderes religiosos, ellos firmaron un llamado de paz, cuyo texto proponemos a continuación:
“Hombres y mujeres de religiones diferentes hemos venido como peregrinos a la ciudad de san Francisco. Aquí, en 1986, hace treinta años, por invitación del papa Juan Pablo II, se reunieron Representantes religiosos de todo el mundo, por vez primera de forma tan participada y solemne, para afirmar el lazo indisoluble entre el gran bien de la paz y una auténtica actitud religiosa. Desde aquel acontecimiento histórico se ha encaminado un largo peregrinaje que, tocando muchas ciudades del mundo, ha implicado a muchos creyentes en el diálogo y en la oración por la paz; ha unido sin confundir, dando vida a sólidas amistades interreligiosas y contribuyendo a apagar no pocos conflictos. Éste es el espíritu que nos anima: realizar el encuentro en el diálogo, oponerse a toda forma de violencia y abuso de la religión para justificar la guerra y el terrorismo. Sin embargo, durante los años transcurridos todavía muchos pueblos han sido dolorosamente heridos por la guerra. No se ha comprendido siempre que la guerra empeora el mundo, dejando una herencia de dolores y odios. Con la guerra todos pierden, incluso los vencedores.
Hemos dirigido nuestra oración a Dios para que conceda la paz al mundo. Reconocemos la necesidad de rezar constantemente por la paz, porque la oración protege el mundo y lo ilumina. La paz es el nombre de Dios. Quien invoca el nombre de Dios para justificar el terrorismo, la violencia y la guerra, no camina por Su sendero: la guerra en nombre de la religión se convierte en una guerra a la religión misma. Con firme convicción, reafirmamos por tanto que la violencia y el terrorismo se oponen al verdadero espíritu religioso.
Nos hemos puesto a la escucha de la voz de los pobres, de los niños, de las jóvenes generaciones, de las mujeres y de muchos hermanos y hermanas que sufren por la guerra; con ellos decimos con fuerza: ¡No a la guerra! Que no se quede sin escuchar el grito de dolor de tantos inocentes. Imploramos a los Responsables de las naciones para que se desactiven las causas de las guerras: la avidez de poder y de dinero, la avaricia de quien comercia con armas, los intereses partidarios, las venganzas por el pasado. Que aumente el compromiso concreto para remover las causas subyacentes a los conflictos: las situaciones de pobreza, injusticia y desigualdad, la explotación y el desprecio de la vida humana.
Que se abra finalmente un tiempo nuevo en el que el mundo globalizado se convierta en una familia de pueblos. Que se ejerza la responsabilidad de construir una paz verdadera, que esté atenta a las necesidades auténticas de las personas y de los pueblos, que prevenga los conflictos con la colaboración, que venza los odios y supere las barreras con el encuentro y el diálogo. Nada se pierde practicando el diálogo. Nada es imposible si nos dirigimos a Dios en la oración. Todos pueden ser artesanos de paz; desde Asís renovamos con convicción nuestro compromiso de serlo, con la ayuda de Dios, junto a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Asís, 20 de septiembre de 2016″.

EDD. martes 20 de septiembre de 2016

Martes de la vigésima qunita semana del tiempo ordinario.
http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20160919
Libro de los Proverbios 21,1-6.10-13.
El corazón del rey es una corriente de agua en manos del Señor: él lo dirige hacia donde quiere.
Al hombre le parece que todo su camino es recto, pero el Señor pesa los corazones.
Practicar la justicia y el derecho agrada al Señor más que los sacrificios.
Los ojos altaneros, el corazón arrogante, la luz de los malvados: todo eso es pecado.
Los proyectos del hombre laborioso son pura ganancia, el que se precipita acaba en la indigencia.
Tesoros adquiridos con engaños son ilusión fugaz de los que buscan la muerte.
El alma del malvado desea el mal, él no se apiada de su prójimo.
El simple se hace sabio cuando se castiga al insolente, y asimila la ciencia cuando se instruye al sabio.
El justo observa la casa del malvado, y precipita en la desgracia a los malos.
El que cierra los oídos al clamor del débil llamará y no se le responderá.
Salmo 119(118),1.27.30.34.35.44.
Felices los que van por un camino intachable,
los que siguen la ley del Señor,
Instrúyeme en el camino de tus leyes,
y yo meditaré tus maravillas.
Elegí el camino de la verdad,
puse tus decretos delante de mí.
Instrúyeme, para que observe tu ley
y la cumpla de todo corazón.
Condúceme por la senda de tus mandamientos,
porque en ella tengo puesta mi alegría.
Yo cumpliré fielmente tu ley:
lo haré siempre, eternamente.
 
Evangelio según San Lucas 8,19-21.
Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.
Entonces le anunciaron a Jesús: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte».
Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican».
 
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
 
Comentario del Evangelio por San Ireneo de Lyon (c. 130-c. 208), obispo, teólogo y mártir . Contra la herejías, III, 22.
Somos sus hermanos porque su madre escuchó la palabra y la puso en práctica.
La Virgen María fue obediente cuando dijo: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38). Eva, por el contrario, fue desobediente; desobedeció cuando todavía era virgen… De la misma manera, pues, que Eva desobedeciendo fue causa de muerte para ella misma y para todo el género humano, María, teniendo por esposo aquel que ya anteriormente le había sido destinado y siendo sin embargo virgen, obedeciendo llegó a ser causa de salvación para ella misma y para todo el género humano… Porque lo que ha sido atado no puede desatarse sino es deshaciendo, en sentido inverso, las argollas del nudo; de esta manera una primera atadura es desligada por una segunda, y la segunda no hace otro servicio que el de desligamiento con respecto a la primera.
Por eso el Señor dice que los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros. (Mt 19,30) También el profeta hace la misma afirmación diciendo: “A cambio de tus padres tendrás hijos”(Sl 44, 17). Porque el Señor, siendo “el primogénito de entre los muertos” y acogiendo en su seno a los padres antiguos, los hace renacer a la vida de Dios, siendo él mismo “el primero en todo” (Col 1,18) porque Adán se hizo el primero de los muertos. Por eso Lucas comienza su genealogía por el Señor, para hacerla remontar desde Cristo hasta Adán (Lc 3,23s), indicando con ello que no son los padres los que han dado la vida al Señor, sino todo lo contrario, es él quien los ha hecho renacer a través del Evangelio de la vida. Así, de la misma manera, el nudo de la desobediencia de Eva ha sido desatado por la obediencia de María, porque lo que le virgen Eva había atado por su incredulidad, la Virgen María lo ha desatado por su fe.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
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Homilía del Papa en la misa diaria de Santa Marta

El papa en Sta. Marta: Tramar es un pedazo de mafia a nuestro alcance, que nos vuelve oscuros
El Santo Padre invita cuidar la luz que nos fue dada en el bautismo, a renunciar a discutir por el gusto de discutir, a no envidiar ni tramar.
https://es.zenit.org/articles/el-papa-en-sta-marta-tramar-es-un-pedazo-de-mafia-a-nuestro-alcance-que-nos-vuelve-oscuros/
•19 septiembre 2016•Redaccion•El papa Francisco
El papa Francisco celebrando en la Casa Santa Marta (Foto archivo © Osservatore Romano)
 
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- La luz de la fe debe ser custodiada y no dejar que sea ocultada. Esta es la exhortación que el Papa Francisco hizo en la homilía de la misa celebrada hoy lunes por la mañana en la Casa Santa Marta, poniendo en guardia delante de comportamientos que pueden apagar esta luz recibida como un don de Dios.
El Papa inspirándose en el Evangelio de día señaló que custodiar la luz es custodiar algo que nos ha sido dado como un don, y si nosotros somos luminosos, somos luminosos en este sentido; por haber recibido el don de la luz en el día del Bautismo”. Francisco recordó que “en los primeros siglos de la Iglesia”, y “también el algunas Iglesias orientales” todavía hoy “al Bautismo se lo llama la iluminación”.
Esta luz, advierte el Santo Padre, “no ha de ser tapada”. Porque “si uno tapa esa luz”, en efecto, “se vuelve tibio o simplemente” un “cristiano sólo de nombre”.
La luz de la fe “es una luz verdadera, la que Jesús nos da en el Bautismo”, o sea “no es una luz artificial, una luz que camufla, sino que es una luz suave, serena, que no se paga más”. Pero hay toda una serie de conductas que ponen en peligro esta luz. Y sobre todo para que esta luz no se vuelva oscura, “no hay que hacer esperar a quien está necesitado”.
“Jamás postergar: el bien… el bien no tolera el congelador: el bien es hoy, y si tú no lo haces hoy, mañana no existirá. No ocultar el bien para mañana, ‘vete y regresa, que te lo daré mañana’ oculta fuertemente la luz; y además es una injusticia…”
Otra cosa es no cubrir la luz, no tramar contra el prójimo cuando él se confiado de ti. Y peor si se trama el mal para destruirlo, para ensuciarlo, para desmerecerlo…
“Es un pequeño pedazo de mafia que todos tenemos a nuestro alcance. El que se aprovecha de la confianza del prójimo para tramar el mal, es un mafioso. ‘Pero yo no pertenezco a…’: esta es la mafia, aprovecharse de la confianza… Y esto es ocultar la luz. Uno se vuelve oscuro porque ¡toda mafia es oscura!”.
El Papa puso el acento también en la tentación de estar siempre discutiendo con alguien, el placer de discutir. “Siempre buscamos alguna cosita para pelear. Pero al final, pelear cansa: no se puede vivir. Es mejor dejar pasar, perdonar”, “fingir de no haber visto las cosas… no pelear continuamente”.
Otro consejo que da este Padre a los hijos para no tapar la luz es: ‘No envidiar al hombre violento y no irritarse por todos sus éxitos, porque el Señor tiene horror del perverso, mientras que su amistad –la del Señor– es para los justos’”.
Y muchas veces nosotros, algunos, tenemos celos, envidias de aquellos que tienen éxito, o de los que son violentos… pero repasemos un poco cómo es la historia de los violentos, de los poderosos… Es tan simple: ¡los mismos gusanos que nos comerán a nosotros, los comerán a ellos, los mismos! Al final, seremos todos iguales.
Por todo esto el consejo de Jesús es: “Sed hijos de la luz y no hijos de las tinieblas; hay que custodiar la luz que nos ha sido dada como don en el día del Bautismo”. Incluso más, “no esconderla debajo de la cama”. Y para custodiar la luz, reiteró, están estos consejos, que han de ser llevados a la práctica cada día. “No son cosas extrañas –subrayó– porque todos los días vemos que estas cosas tapan la luz”.
“Que el Espíritu Santo, que todos nosotros hemos recibido en el Bautismo, nos ayude a no caer en estos hábitos feos que tapan la luz” concluyó el Papa. E invitó a “llevar adelante la luz recibida gratuitamente, esa luz de Dios que hace tanto bien: la luz de la amistad, la luz de la benevolencia, la luz de la fe, la luz de la esperanza, la luz de la paciencia, la luz de la bondad”.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
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Inició en Asís el encuentro ‘Sed de Paz’

Con la presencia de más de 500 líderes religiosos del mundo.
https://es.zenit.org/articles/inicio-en-asis-el-encuentro-sed-de-paz/
 
•19 septiembre 2016•Sergio Mora•
(ZENIT – Roma).- El encuentro ‘Sed de Paz’ que se está desarrollando en Asís fue inaugurado este dómingo por la tarde con la presencia de más de 500 líderes religiosos, personalidades del mundo de la cultura y de la política. El evento es organizado por la Comunidad de San Egidio en colaboración con la diócesis de Asís y por las Familias Franciscanas.
El obispo de Asís, Domenico Sorrentino, presidió por la mañana en la basílica superior de San Francisco una solemne liturgia, a la que asistieron numerosas delegaciones de diversas Iglesias y confesiones cristianas.
A todos ellos el obispo les dio la bienvenida y les invitó a seguir el ejemplo de san Francisco y “buscar un diálogo cordial con tantos creyentes” para “construir la paz potenciándolo todo en la fuerza de la oración”.
Por su parte el presidente de la Comunidad de San Egidio, Marco Impagliazo, recordó el inicio de este camino de paz en 1986, su subrayando que “aquella voz hoy, después de treinta años es más fuerte y su espíritu se ha difundido y dado coraje a tantas personas en el mundo”. E invitó a que “la voz de la paz sea aún más fuerte y audaz”, para que resuene “en nombre de quienes no tienen voz porque avasallada por el ruido de la guerra y la violencia”.
Hay mucha expectativa por la llegada el día martes del papa Francisco a Asís, quien ayer domingo después de la oración del ángelus invitó a todos a “vivir este día como una Jornada de oración por la paz”, para seguir el ejemplo de san Francisco y ofrecer al mundo un fuerte testimonio de nuestro empeño común por la paz y la reconciliación entre los pueblos”.

EDD. lunes 19 de septiembre de 2016

Lunes de la vigésima quinta semana del tiempo ordinario.

http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20160919


Libro de los Proverbios 3,27-34.
No niegues un beneficio al que lo necesite, siempre que esté en tus manos hacerlo.
No digas a tu prójimo: «Vuelve después, mañana te daré», si tienes con qué ayudarlo.
No trames el mal contra tu prójimo, mientras vive confiado junto a ti.
No litigues con un hombre sin motivo, si no te ha causado ningún mal.
No envidies al hombre violento ni elijas ninguno de sus caminos.
Porque el hombre perverso es abominable para el Señor, y él reserva su intimidad para los rectos.
La maldición del Señor está en la casa del malvado, pero él bendice la morada de los justos.
El se burla de los insolentes y concede su favor a los humildes.
Salmo 15(14),2-3.4.5.
El que procede rectamente
y practica la justicia;
el que dice la verdad de corazón
y no calumnia con su lengua.
El que no hace mal a su prójimo
ni agravia a su vecino,
el que no estima a quien Dios reprueba
y honra a los que temen al Señor.
El que no se retracta de lo que juró,
aunque salga perjudicado;
el que no presta su dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que procede así, nunca vacilará.
Evangelio según San Lucas 8,16-18.
Jesús dijo a la gente:
«No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o para ponerla debajo de la cama, sino que se la coloca sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.
Porque no hay nada oculto que no se descubra algún día, ni nada secreto que no deba ser conocido y divulgado.
Presten atención y oigan bien, porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que cree tener».
Comentario del Evangelio por  San Cromacio de Aquilea (¿-407), obispo. Homilías sobre el Evangelio de Mateo 5,1.3-4.
“Pon la lámpara sobre el lampadario”.
El Señor llama a sus discípulos “luz del mundo” (Mt 5,14), porque, después de haber sido iluminados por el, que es la luz verdadera y eterna (Jn 1,9), se han convertido ellos mismos en luz que disipa las tinieblas. Porque él mismo es “el Sol de justicia”(Ma 3, 20) el Señor puede también llamar a sus discípulos “luz del mundo”. Es por ellos, como por los rayos resplandecientes, que él vuelque la luz de su conocimiento sobre la tierra entera… Iluminados por ellos, nosotros mismos, de las tinieblas que éramos, somos  nosotros vueltos en luz, como dice San Pablo: “Antes vosotros erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor, vivid como hijos de la luz” (Ef 5, 8). Y todavía “Vosotros sois hijos de la luz, hijos del día, no lo somos de la noche ni de las tinieblas” (1Ts 5,5). San Juan tiene razón al afirmar en su carta: “Dios es luz” (1,5) “El que está en Dios está en la luz” (1, 7)… También nosotros ya que hemos sido librados de las tinieblas del error, debemos vivir en la luz, como hijos de la luz… Es lo que dice el Apóstol: “En medio de ellos, aparecéis, como lumbreras de luz en el mundo, vosotros que lleváis la palabra de vida (Fl  2,15)…
Esta lámpara resplandeciente, que ha sido encendida para  servir nuestra salvación, debe siempre brillar en nosotros… Esta lámpara de la ley y de la fe, no debemos por tanto ocultarla, sino colocarla siempre en la Iglesia como sobre el lampadario, para la salvación de un gran número, a fin de alegrarnos de la luz de su verdad, y brillar en todos los creyentes.

El Papa convoca a todos el próximo martes, a una ‘Jornada de Oración por la Paz’

Con motivo del encuentro interreligioso en Asis que inicia hoy y el martes contará con la presencia del papa Francisco.
https://es.zenit.org/articles/el-papa-convoca-el-proximo-martes-a-una-jornada-de-oracion-por-la-paz/

El Sacro convento en Asís (Wiki commons - Roberto Ferrari cc)

El Sacro convento en Asís (Wiki commons – Roberto Ferrari cc)

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco invitó a todos a vivir el último día del encuentro de oración por la paz en Asís, el próximo martes 21, como “una Jornada de oración por la paz. La invitación llega después de que el Santo Padre rezó este domingo desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, la oración del ángelus ante la plaza de San Pedro, donde miles de peregrinos y fieles le esperaban.

“El próximo martes iré a Asís para el encuentro de oración por la paz, treinta años después de aquel histórico que convocó san Juan Pablo II” dijo. Y añadió: “Invito a las parroquias, asociaciones eclesiásticas, individualmente a los fieles de todo el mundo para que vivan ese día como una Jornada de oración por la paz”.

Porque, aseguró el Santo Padre, “hoy tenemos necesidad de paz en esta guerra que existe en todas las partes del mundo”.

“Recemos por la paz –pidió el Papa– siguiendo el ejemplo de san Francisco, hombre de fraternidad y de bondad” porque “estamos todos llamados a ofrecer al mundo un fuerte testimonio de nuestro empeño común por la paz y la reconcilación entre los pueblos”. Y concluyó: “Así el martes, todos, unidos en oración. Recemos por la paz”.

El encuentro ‘Sed de paz. Religiones y cultura en diálogo’, que inicia hoy domingo, contará con la presencia de líderes mundiales de 9 religiones, 6 Premio Nobel de la paz, representantes del mundo de la cultura, un grupo de 25 refugiados y el martes con la participación del papa Francisco.

En total serán 511líderes religiosos provenientes desde todo el mundo y unas 12 mil personas podrán seguir los eventos religiosos y las 29 conferencias que se realizarán.

Así 30 años después de la histórica Jornada de Oración por la Paz impulsada por san Juan Pablo II , hombres y mujeres de religiones y culturas diferentes, se reunirán durante 3 días para hablar, confrontarse y orar uno junto al otro en el Espíritu de Asís.

Homilía de Mons. Ezzati, en el Te Deum ecuménico 18.09.2016.

Autor: Card. Ricardo Ezzati Andrello Fecha: 18/09/2016 Pais :Chile Ciudad: Santiago

Una esperanza que renueva la vida.
Homilía en el Te Deum de Fiestas Patrias.
Catedral de Santiago, 18 de septiembre de 2016,
 
Lecturas :
Hb. 6, 9-20
Salmo 132, 11-18
Mt. 5, 1-12
Introducción :
Llenos de alegría por la patria que el buen Dios nos ha regalado, nos encontramos en esta histórica
Catedral de Santiago, techo común de tantos acontecimientos ciudadanos, para agradecer el camino
recorrido e implorar nuevas luces y renovadas fuerzas para seguir avanzando confiados hacia la justicia,
la paz y la prosperidad de todos los hijos e hijas de Chile.
Bienvenidos, bienvenidas a todos y a todas. De manera especial, a Su Excelencia la Señora Presidenta
de Chile, Doña Michelle Bachelet Jeria, a las altas autoridades del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial
del país, a los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas y de Orden, a las autoridades regionales,
provinciales y comunales, al Cuerpo Diplomático, a los hermanos obispos, presbíteros, diáconos
permanentes, consagrados y consagradas, laicos y laicas de la Iglesia Católica, a los obispos y pastores
de las Iglesias cristianas aquí presentes, así como a los amigos y amigas de otras confesiones religiosas,
que nos acompañan. Sean bienvenidos. Dios, Padre y Creador, les conceda paz y bendición en
abundancia. Felices fiestas patrias.
1.- El don de la esperanza
Los textos bíblicos que hemos escuchado hablan de la esperanza, es decir, de esa experiencia común a
todos los seres humanos que invita a mirar hacia adelante, y de ese don tan esencial para la vida buena
de un pueblo. Nos hemos reunido en este lugar sagrado porque nos anima y asiste el anhelo y la
voluntad de alcanzar, hoy y en el futuro, esa plenitud que aún no poseemos. Estamos aquí porque
«esperamos cosas mejores», porque confiamos en “el ancla firme y segura del alma”, como
escuchábamos en la lectura bíblica de la Carta a los Hebreos (Hb. 6, 9.19) y porque las
Bienaventuranzas del Reino, proclamadas por Jesús, son profecía de vida plena y abundante para todos
y todas. Es en el clima espiritual que nos ofrece la Palabra de Dios, que deseo compartir con ustedes y
con quienes nos siguen a través de los medios de comunicación social, algunas reflexiones sobre la
esperanza, para que ella nos abra confiadamente al futuro que estamos llamados a construir,
corresponsablemente.
Alguien podría objetar que ante a los problemas que enfrentamos en la actualidad –tan numerosos y tan
urgentes–, estaría fuera de lugar hablar de esperanza. Ante los problemas actuales –se podría rebatir–
hay que hablar del presente y no del futuro. Entonces, ¿por qué hablar de la esperanza?
2.- Esperanza y vida buena del pueblo
Y, sin embargo, la esperanza es lo más urgente que nuestro pueblo necesita, porque la manera como
nos situamos ante el futuro, de alguna forma, modela nuestro presente. El futuro repercute en la manera
como orientamos nuestra convivencia y la vida social. Es cierto, algunos modos de hablar de la
esperanza futura podrían implicar una cierta desvalorización del tiempo presente y de la historia concreta,
pero la auténtica esperanza no resta valor al presente, sino que, justamente al contrario, es un estímulo
para un compromiso mayor con la realidad actual. La esperanza no es una virtud que adormece, una
ilusión engañosa; no “prolonga el tormento del hombre”, como afirmaba un famoso filósofo. La esperanza
auténtica no es una ilusión engañosa, “no se experimenta como ráfagas inconexas de pequeños relatos
raquíticos”. Bien fundada, ella es esencial para la vida buena, justa y fraterna de hoy y también de
mañana. Invita a levantar los ojos para escudriñar de dónde nos viene el auxilio oportuno, para extender
la mirada y establecer esas alianzas fecundas que permiten caminar con criterios acertados y firme
decisión de construir, aquí y ahora, un mundo mejor, más justo, solidario y fraterno. “El presente, aunque
sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de
esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino.”(Benedicto XVI, en Spe
Salvi, 1).
Al considerar nuestras propias actividades presentes, descubrimos en ellas una tensión hacia el futuro:
elaboramos proyectos y planificamos políticas; se planean estrategias, se calculan presupuestos, se
ensayan previsiones, etcétera, siempre en función del futuro. Gran parte de nuestras actividades están
orientadas hacia lo que aún no poseemos, pero que esperamos llegar a poseer. Aspiramos a una
educación de mayor calidad para todos y, especialmente, para los más carenciados; anhelamos mejorar
el mundo laboral aumentando empleos de calidad y logrando salarios más éticos; aspiramos a que
nuestros adultos mayores puedan vivir con mayor dignidad y que nuestros niños puedan desplegar sus
alas para volar alto en la vida; deseamos pensiones dignas para los jubilados, acogida e integración para
los numerosos inmigrantes y trato justo y fraterno para los pueblos originarios de nuestro país. Aspiramos
a que la violencia sea enfrentada y derrotada con clarividencia y honestidad, buscamos una praxis
política y empresarial libre de corrupción y, desde lo más profundo de nuestra conciencia de hombres y
mujeres que buscan unir fe y razón, esperamos que crezca el debido reconocimiento y respeto al
derecho a la vida, desde la concepción a la muerte natural.
3.- Esperanza: hechos y profecía
Ante estas tensiones, propias de la vida social, la Palabra de Dios y nuestra propia experiencia nos
vienen a recordar que la esperanza no es sólo una palabra, sino, en palabras de Benedicto XVI, “una
comunicación que comporta hechos y cambia la vida… Quien tiene esperanza vive de otra manera: se le
ha dado una vida nueva.”(Ib. 2) y como afirma el Papa Francisco: “¡Basta que haya un hombre bueno
para que haya esperanza.” (Cf. “Laudato Sí” n. 71). El Pueblo de Dios reconoce las razones de su
esperanza en la propia historia: las acciones concretas de Dios eran valoradas como prenda de las
futuras acciones del mismo Dios. Si bien esa historia no estaba exenta de contradicciones, de todos
modos, frente a situaciones dramáticas, el pueblo reflexionaba de la siguiente manera: como en nuestra
propia historia, cuando todo parecía perdido, hemos experimentado la acción salvadora de nuestro Dios,
así también en esta dramática situación, es posible y es razonable volver a esperar en la salvación que
viene de Dios. Las bendiciones concretas que el Pueblo había palpado, en especial la liberación de la
esclavitud, eran un argumento tangible y concreto para esperar una nueva bendición.
Los Evangelios dan testimonio de cómo Jesús anuncia una esperanza de futuro y simultáneamente la
realiza. La esperanza que Él proclama en las parábolas tiene una realización concreta en la vida
cotidiana. Así, cuando acogía a los pecadores y se sentaba a la mesa con ellos, no sólo anunciaba la
oferta gratuita de salvación que traía de parte de Dios Padre, sino la realizaba concretamente. Quienes
se sentaban a la mesa con Él no sólo escuchaban acerca de la Vida en abundancia, también
experimentaban en su existencia concreta aquella auténtica vida humana que era anunciada en las
parábolas. En Jesús, tal como una semilla, se encierra una realidad que está llamada a desplegarse de
manera abundante. Por ello, si bien la esperanza del Evangelio no se verifica de modo pleno en este
mundo, sino parcialmente, de todos modos, la vida de Jesús nos muestra que lo que Él anuncia no es
una ilusión, sino algo posible y que, al menos de modo germinal, ya se realiza en la historia concreta de
la familia humana. Así, la esperanza se vuelve como el «ancla segura y firme de la vida» (Hb 6,19), que
aunque no se ve, porque está sumergida en el fondo del mar, es capaz de dar solidez y estabilidad a la
embarcación.
4.- La historia, estímulo para la esperanza
La historia de nuestra nación, como la de la Biblia, nos ofrece poderosos estímulos para la esperanza.
Nuestras calles, plazas y ciudades han sido testigos de la generosidad de tantos hermanos que, a lo
largo de momentos clave, han optado por el bien común y han contribuido a construir un país de
hermanos.
¡Qué responsabilidad para nosotros, hoy día! Especialmente frente a la tentación de dar cabida, en la
vida social, a una falsa libertad, al imperio de la injusticia, la indolencia, el cinismo, el egoísmo, la crítica
destructiva, la desconfianza. Se mata esperanzas alimentando la sensación que los problemas nunca
serán resueltos. Por otra parte ¡cuántas ilusiones nos vienen vendidas y cuántas nuevas esclavitudes
hemos creado en nombre de estos falsos ídolos! ¿Es razonable seguir esperando? ¿No sería más
realista dejar de esperar, abriendo espacios a formas anárquicas o centradas exclusivamente en los
propios intereses individuales?
La celebración que estamos realizando es ya, en parte, una respuesta. Si nos hemos reunido aquí,
creyentes y no creyentes, representantes de diversas denominaciones cristianas y de diferentes credos
religiosos, es porque en nuestro corazón pesa más la esperanza que el desánimo. Si estamos aquí es
porque, en la balanza de nuestro corazón, la convicción de que es necesario trabajar movidos por la
esperanza tiene mayor peso que la desesperación.
5.- Una esperanza siempre amenazada
Vivimos una época marcada por un severo espíritu crítico. El escrutinio público es riguroso y las
exigencias son, cada día, más altas. Muchas cosas que, décadas atrás, se toleraban, se consideraban
normales o se pensaba que eran una fatalidad, hoy –felizmente– se consideran inaceptables. En este
sentido, el agudo sentido crítico de la sociedad actual implica un importante paso adelante, del que nos
debemos alegrar.
Sin embargo, esta misma agudeza para identificar las deficiencias, hace que, tal vez como nunca,
experimentemos fuertemente la insatisfacción. En el arco de las últimas décadas, el desarrollo material
de Chile ha sido muy grande. Sin embargo, la insatisfacción que experimenta nuestra sociedad parece
que cada vez es mayor. Esta aparente contradicción nos debe llevar a preguntarnos por nuestros
modelos de desarrollo, puesto que el tipo de desarrollo que hemos logrado no ha traído el bienestar
humano que suponíamos.
Es cierto que la crítica amarga es destructiva y que un tipo de insatisfacción proviene del olvido de
nuestra propia condición de criaturas. Sin embargo, estos dos fenómenos -el espíritu crítico y la
insatisfacción-, también pueden comprenderse como una señal inequívoca de que el corazón humano
espera otra cosa, algo más grande. El ser humano no se conforma con poco y, especialmente un número
significativo de jóvenes, aspira a una esperanza que los lleve a alcanzar la estatura alta de su vocación
humana.
6.- Una esperanza que vuelve a florecer
La historia reciente de Chile nos invita a la esperanza. Tenemos razones para esperar, porque, en
situaciones críticas, nuestra sociedad ha sido capaz de mirar al bien común y lograr acuerdos que han
traído tantos beneficios. Nos hace bien ser capaces de reconocer lo que hemos podido avanzar en las
últimas décadas, no para auto-complacernos o llamar al conformismo, sino para confirmar que tenemos
razones concretas para la esperanza. Si hoy anhelamos un mayor entendimiento y trabajo colaborativo,
no podemos dejar de recordar que ha habido momentos concretos en nuestra historia en que, aún en
contextos de una severa polarización, hemos sido capaces de posponer los beneficios individuales y
lograr el entendimiento en función del bien común. Por eso, con el Papa Francisco, me atrevo a recordar
que “hay que conceder un lugar preponderante a una sana política, capaz de reformar las instituciones,
coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas”, porque
fundada en “los grandes fines, los valores, una comprensión humanista y rica de sentido que otorgue a
cada sociedad una orientación noble y generosa.” (Cf. Laudato Sí, n. 181). Tenemos buenas razones
para esperar.
7.- Testigos de esperanza
Los más grandes de nuestra historia han sido personas movidas por la esperanza. Alberto Hurtado, un
día 18 de septiembre, en Chillán, en 1948, decía: «Una Nación más que su tierra, sus cordilleras, sus
mares, más que su lengua y sus tradiciones, es una misión que cumplir. […]. Chile tiene una misión…
:misión de esfuerzo, de austeridad, de fraternidad democrática inspirada en el espíritu del Evangelio».
Esta esperanza del padre Hurtado no era una ilusión. Porque, de alguna manera, aunque sea sólo en
parte, ya se posee aquello que se espera: los que luchan por la paz, en parte ya gozan de ella; los que se
esfuerzan por defender la dignidad de todo ser humano, ya con su vida realizan ese ideal. La esperanza
no es sólo cosa del futuro, también se vive en el presente. De hecho, las bienaventuranzas, que hemos
escuchado en el Evangelio, no están solo en futuro: la primera de ellas está en presente. Jesús no dice:
«Felices los pobres en el espíritu, porque de ellos será el Reino de los cielos», sino «porque de ellos es el
Reino de los cielos» (Mt 5,3). Son muchas las palabras del Evangelio que nos recuerdan que ya es
posible, al menos en parte, vivir aquello que esperamos. “La patria es maravillosa, pero el camino que
conduce a ella es duro”, decía san Agustín. “Felices los que trabajan por la paz, los que tienen hambre y
sed de Justicia…” (Cf. Mt. 5,3- 11).
8.- Esperanza para todos
Permítanme destacar otra característica de la esperanza: su carácter social y comunitario. Lo más
genuino del corazón humano no es esperar la felicidad sin los otros, y mucho menos esperarla en contra
de los otros. Lo auténticamente humano de la esperanza es su apertura al bien común, es decir, al bien
de todos. Pablo VI en la encíclica Populorum Progressio recordaba este principio: el auténtico desarrollo
es el que corresponde a todo el ser humano y a todos los seres humanos, es decir, el verdadero
desarrollo es una esperanza que no deja a nadie fuera. Las metáforas bíblicas para hablar de la
esperanza se refieren, por lo general, a la comunidad: el Evangelio habla del banquete, de la fiesta de
bodas, de la ciudad, de la asamblea del cielo, etcétera, imágenes que nos hablan de aquella esperanza
común, en que no sólo todos caben, sino que todos son necesarios para que se realice. La mesa es más
hermosa cuando todos sus puestos están ocupados. En la mesa familiar, los puestos vacíos son siempre
motivo de tristeza, a veces, de lágrimas amargas. Por ello, la única esperanza digna para nuestra patria
es que Chile sea una mesa para todos, ya que “nuestra esperanza es siempre y esencialmente también
esperanza para los otros.” (Cf. Benedicto XVI, Spe Salvi, n. 48), la única capaz de sostener en el tiempo,
la entrega solidaria a los demás, tan grande que, solos no somos capaces de producir, pero que sí, nos
atrevemos a pedir con humildad.
9.- Esperanza don de Dios, tarea de todos
Por ello, hoy estamos aquí. La fe nos asegura que la fuerza de Dios es siempre más grande que la
debilidad humana y que los ataques del mal. Oramos de manera diferente, pero lo hacemos juntos,
porque nuestros corazones reconocen una esperanza común.
También esta oración común expresa la paradoja del ser humano, que aspira a una plenitud que es
incapaz de lograr sólo con los propios esfuerzos, pero que espera recibir como un regalo. Esta gran
esperanza, que va más allá de nosotros, solo se puede apoyar en Dios, el Padre del universo, que
trasciende todo, el único que nos puede dar aquello que nosotros, por nuestras solas fuerzas, no somos
capaces de lograr (cf. Ib. 31). Por eso, nuestra oración se hace canto de alabanza y de gratitud: el Dios
de la historia no nos deja solos. Aún en medio de tantas dificultades, a pesar de nuestras propias
fragilidades, podemos reconocer las grandes obras que Dios realiza por medio de los corazones de
buena voluntad.
Todo esto nos lleva a cantar el “Te Deum” de la confianza: tenemos buenos motivos para la esperanza,
esa esperanza que nos permite caminar hacia el futuro, confiados en aquellos brotes que nos
preanuncian la plenitud que anhelamos, que nos permite vencer el miedo y el sin sentido de la vida. Es la
esperanza que nos ofrece Dios, Padre de ternura y misericordia, la confianza que la vida puede llegar a
su meta venciendo todos los temores, el “ancla segura” y la “esperanza que no defrauda” (Rom. 5, 5).
A la Virgen del Carmen, Madre y Reina de Chile, confiamos nuestra esperanza, la esperanza de la Patria.
Amén.
+ Cardenal Ricardo Ezzati Andrello
Arzobispo de Santiago

Comentario al evangelio de hoy sábado 17 de septiembre de 2016

Explicación de la parábola del sembrador.
Parábolas

Tiempo Ordinario.
Que la Palabra de Dios entre como una semilla y de fruto en nuestro corazón.                                   
Por: P . Clemente González
Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 8, 4-15
En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente, y viniendo a él de todas las ciudades, dijo en parábola: Salió un sembrador a sembrar su simiente; y al sembrar, una parte cayó al borde del camino, fue pisada, y las aves del cielo se la comieron; otra cayó sobre terreno pedregoso, y después de brotar, se secó, por no tener humedad; otra cayó en medio de abrojos, y creciendo con ella los abrojos, la ahogaron. Y otra cayó en tierra buena, y creciendo dio fruto centuplicado. Dicho esto, exclamó: El que tenga oídos para oír, que oiga. Le preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola, y él dijo: A vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás sólo en parábolas, para que viendo, no vean y, oyendo, no entiendan. La parábola quiere decir esto: La simiente es la Palabra de Dios. Los del borde del camino, son los que han oído; después viene el diablo y se lleva de su corazón la Palabra, no sea que crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, la reciben con alegría; pero éstos no tienen raíz; creen por algún tiempo, pero a la hora de la prueba desisten. Lo que cayó entre los abrojos, son los que han oído, pero a lo largo de su caminar son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a madurez. Lo que en buena tierra, son los que, después de haber oído, conservan la Palabra con corazón bueno y recto, y dan fruto con perseverancia.
Oración Introductoria
Padre mío, quiero tener un corazón bueno y bien dispuesto para ser esa tierra buena que acoja tu semilla y la haga fructificar. Los afanes, dificultades y distracciones de la vida ordinaria pueden ahogar fácilmente esta semilla, por ello te pido humildemente que tu gracia la riegue y fertilice en esta meditación.
Petición
Jesús, concede que la semilla de tu gracia crezca y dé muchos frutos para estar cerca de ti y llevarte a los demás.
Meditación del Papa Francisco
Para hablar de salvación, se recuerda aquí la experiencia de cada año que se renueva en el mundo agrícola: el momento difícil y fatigoso de la siembra, y la alegría tremenda de la recogida. Una siembra que se acompaña con las lágrimas, porque se tira lo que todavía se podría convertir en pan, exponiéndose a una espera llena de inseguridades: campesino trabaja, prepara el terreno, esparce la semilla, pero, como tan bien ilustra la parábola del sembrador, no sabe donde caerá esta semilla, si los pájaros se la comerán, si se echará raíces, si se convertirá en espiga. Esparcir la semilla es un gesto de confianza y de esperanza; es necesario el trabajo del hombre, pero luego se entra en una espera impotente, sabiendo que muchos factores serán determinantes para el buen resultado de la recogida y que el riesgo de un fracaso está siempre presente. […] En la cosecha todo se transforma, el llanto termina, deja su lugar a gritos de alegría exultante. Benedicto XVI, 13 de octubre de 2011.
Reflexión
Todos los hombres, de todos los países y épocas, hemos recibido la redención de Cristo. El pagó por todos los pecados; los de ayer, los de hoy y los de mañana. A todos se nos han abierto las puertas del cielo.
Sin embargo, la actitud de cada uno ante este regalo de infinito valor es muy diversa.
Para algunos, Cristo no representa nada en su vida. O porque no han recibido todavía su mensaje, o porque no les interesa. Dan verdadera lástima, porque viven sin saber a lo que están llamados. Pasan los años como si todo terminase aquí, sin más esperanza.
Otros han oído hablar del Señor, pero su fe es superficial. Viven metidos en el pecado sin preocuparse lo más mínimo. Son los cristianos que han adaptado sus costumbres a las del mundo. Piensan que así están bien y que al final todo se solucionará. Pero sus malas acciones le duelen profundamente al Corazón de Jesús.
Sin embargo, un número considerable de personas es consciente de que realmente Dios les ama y tiene un plan de salvación para cada uno. Son los que, a pesar de sus limitaciones y caídas, se levantan y siguen por el camino que Cristo les ha marcado. Son los que han acogido el Evangelio, y los que dan frutos, construyen y santifican la Iglesia. Son el modelo y testimonio de la vida cristiana. Por ellos ha valido la pena la entrega de Cristo en la cruz.
Propósito
Preguntarme qué puedo hacer para hacer fructificar mi fe y la de mi familia.
Diálogo con Cristo
Qué fácilmente me olvido de la semilla de gracia que sembraste en mí el día de mi bautismo. Ayúdame a aprender la lección del Evangelio y dame la fuerza para saber renunciar a todo lo que me aparte del fruto que mi semilla puede y debe dar. Que sepa renunciar a mi egoísmo y a todo aquello que constituya un obstáculo para amarte mejor a Ti y a los demás.

EDD. sábado 17 de septiembre de 2016

Sábado de la vigésima cuarta semana del tiempo ordinario.

http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20160916


Carta I de San Pablo a los Corintios 15,35-37.42-49.
Hermanos:
Alguien preguntará: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo?
Tu pregunta no tiene sentido. Lo que siembras no llega a tener vida, si antes no muere.
Y lo que siembras, no es la planta tal como va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo, o de cualquier otra planta.
Lo mismo pasa con la resurrección de los muertos: se siembran cuerpos corruptibles y resucitarán incorruptibles;
se siembran cuerpos humillados y resucitarán gloriosos; se siembran cuerpos débiles y resucitarán llenos de fuerza;
se siembran cuerpos puramente naturales y resucitarán cuerpos espirituales. Porque hay un cuerpo puramente natural y hay también un cuerpo espiritual.
Esto es lo que dice la Escritura: El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente; el último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida.
Pero no existió primero lo espiritual sino lo puramente natural; lo espiritual viene después.
El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo.
Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial.
De la misma manera que hemos sido revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre celestial.
Salmo 56(55),10.11-12.13-14.
Mis enemigos retrocederán cuando te invoque.
Yo sé muy bien que Dios está de mi parte;
confío en Dios y alabo su palabra;
confío en él y ya no temo:
¿qué pueden hacerme los hombres?
Debo cumplir, Dios mío, los votos que te hice:
te ofreceré sacrificios de alabanza,
porque tú libraste mi vida de la muerte
y mis pies de la caída,
para que camine delante de Dios
en la luz de la vida.
Evangelio según San Lucas 8,4-15.
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola:
«El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.
Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad.
Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron.
Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno». Y una vez que dijo esto, exclamó: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!».
Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola,
y Jesús les dijo: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.
La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios.
Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.
Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.
Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.
Comentario del Evangelio por  San Buenaventura (1221-1274), franciscano, doctor de la Iglesia. Breviloquio, Prólogo, 2-5.
“La semilla es la palabra de Dios” .
El origen de la Escritura no se halla en la búsqueda humana, sino en la divina revelación que proviene del “Padre de las luces”, “de quien toma su nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra” (St 1,17; Ef 3,15). Es de él que, por su Hijo Jesucristo, llega a nosotros el Espíritu Santo. Es por el Espíritu Santo que, compartiendo y distribuyendo sus dones a cada unos según su voluntad Hb 2,4), se nos da la fe y “por la fe, Cristo habita en nuestros corazones” (Ef 3,17). De este conocimiento de Jesucristo se desprende, como de su fuente, la firmeza y la comprensión de toda la santa Escritura. Es, pues, imposible entrar en el conocimiento de la Escritura sin poseer infusa, primeramente, la fe de Cristo, como la luz, la puerta y el fundamento de toda la Escritura…
La finalidad o el fruto de la santa Escritura no es cualquier cosa, sino la plena felicidad eterna. Porque en la Escritura están “las palabras de vida eterna” (Jn 6,68); está, pues, escrita, no sólo para que creamos, sino también para que poseamos la vida eterna en la cual veremos, amaremos y nuestros deseos se verán eternamente colmados. Es entonces que nuestros deseos se verán plenamente satisfechos, conoceremos verdaderamente “el amor que sobrepasa todo conocimiento” y así llegaremos a “la Plenitud total de Dios” (Ef 3,19). La divina Escritura se esfuerza en introducirnos a esta plenitud; y es, pues, en vistas a este fin, con esta intención que la santa Escritura debe ser estudiada, enseñada y comprendida.

Homilía para la Eucaristía del domingo 18 de septiembre de 2016

Unas felices fiestas patrias deseo a todos de corazón. Dios les bendiga. Hno. Pastor.
 

DOMINGO XXV.
https://www.laicoscapuchinos.cl/laicos/index.php/2016/09/16/homilia-para-la-eucaristia-del-domingo-18-de-septiembre-de-2016/

Amós 8,4-7: cuando Israel pensaba estar seguro por ser el Pueblo elegido cometió muchos atropellos y pecados sociales. En este contexto el profeta denuncia a los defraudadores y explotadores.

1Timoteo 2,1-8: el Apóstol insiste en la oración comunitaria que ha de hacerse  por todos. El motivo, para que la sociedad lleve una vida que redunde en bien de la fe y así todos alcancen salvación.
Lucas 16,1-13: Jesús instruye cómo utilizar los bienes de forma que sirvan para la salvación.
1.- ¡Qué bien nos viene la Palabra de Dios en este Día del Señor, que también es fiesta nacional! Su mensaje toca directo a lo que estamos viviendo hoy en nuestra sociedad. Es el Señor quien ha hablado y nos advierte sobre la codicia y la maldad. El ser humano siempre ha querido tener, pero cuando entra la codicia, el ansia de tener por tener, entra la corrupción. Lo que hemos escuchado en la primera lectura sigue siendo válido. Porque el afán de tener más lleva a defraudar a todos y a la explotación de los demás.
También el evangelio nos dice que no se puede servir a dos señores. En griego las palabras “dinero”, “riquezas”, “propiedad” se dicen “Mamonas”, que viene de Mamón, el dios del dinero, de las riquezas. Se indica así que fácilmente se puede confundir las riquezas con un dios y así caer en la idolatría, olvidarse de Dios y preferir al ídolo.
2.- La Palabra nos insta a orar por las autoridades, por todos.  Es que todos necesitan salvación, incluso aquellos que se auto endiosan y creen no necesitar de nadie. Todos necesitamos ser salvados por Aquel que es el único que puede salvar. Rogar para que la sociedad lleve una vida que redunde en bien de la fe. Con un clima enrarecido cuesta vivir la fe. Para que las autoridades comprendan que no tienen el monopolio del poder, ni de la verdad y no son dioses. Porque en este mundo nadie es Dios, ni persona, ni grupo, ni sistema, aunque sea religioso.  ¡Qué falta hace rogar por ellos, que a veces se tornan sordos y no escuchan a la ciudadanía!
3.- Hoy predomina y rige el mundo el dios Mamón, cuyos templos son los “Mall”. Hoy reina la pobreza en Chile, aunque nos duela admitirlo. Se ha creado un sistema que crea pobres, cada día hay más pobres. Los que después de haberse desgastado en su trabajo reciben una jubilación miserable que rebaja a las personas. Esto duele a Chile.
Hoy abundan los defraudadores, los corruptos y estafadores. Sobra mucho dinero, pero no beneficia a la sociedad. Creo que no hace falta entrar en detalles. Hoy da pena porque impera en nuestra sociedad la mentira y la hipocresía. Hoy muchos irán a las catedrales; son los mismos que piden urgencia en la legalización del aborto. Así están haciendo a la sociedad más  adversa para poder vivir la fe. Pero, aunque se legalice esta aberración los cristianos seguiremos diciendo Sí a la vida y No a la corrupción.
4.- Hoy en esta Eucaristía damos gracias a Dios por su Mensaje, gracias por lo que es nuestra Patria. Vamos a orar, como lo aconseja san Pablo, por nuestro País.
Jesús, el único Mediador entre Dios y los hombres, el Sumo y eterno sacerdote, es el que intercede por nosotros ante el Padre. Y nosotros, unidos a El, rogaremos por todos, paraqué todos tengamos una vida justa y en paz.
Creo que es importante tomar conciencia de que hay que trabajar por crear una cultura de la solidaridad, donde todos se sientan respetados y tomados en cuenta. En la que se favorezca una justa distribución de la riqueza.
Hoy nos alegramos y celebramos porque nuestra Patria está de fiesta. Que la comunión sea un primer paso en este compromiso de solidaridad en nuestro medio.
 
Hno. Pastor Salvo Beas.
Párroco de San Miguel.