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Autor: Patricio Osiadacz

Comentario al evangelio de hoy viernes 26 de febrero de 2016.

Parábola de los viñadores infieles
Cuaresma.
El Señor habla siempre en el presente y en vista del futuro. Habla también con nosotros y de nosotros.
Por: Gilberto Martínez Morales
Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Mateo 21,33-43,45-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: «Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envío a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo. Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: «A mi hijo lo respetarán». Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: «Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia». Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron. «Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?». Ellos le respondieron: «Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo». Entonces Jesús les dijo: «¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular, esto es obra del Señor y es un prodigio admirable? Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos». Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta.
Oración introductoria
Señor, muchas veces me es costoso ser fiel a lo que Tú me pides y especialmente a mis obligaciones habituales. ¡Cuán difícil es cargar la cruz de mi vida! A veces quisiera echar todo por la borda y hacer con mi vida lo que yo quiera, pero sé que al final, eso me va a dejar vacío y seco. Tiendo a la independencia, a hacer mi vida lejos de ti, pero Tú me pides compañía. ¡Quiero acompañarte! Muchas veces me he querido separar de ti, convenciéndome de que Tú no existes por el simple hecho de que los problemas en mi vida siguen presentes;pero sé que en esos momentos de dificultad, aunque yo te haya dado la espalda, Tú me ayudas y me proteges más que en ningún otro momento de mi vida. Gracias Señor, por tu compañía y tu amistad. Concédeme abrir los ojos para ver y darme cuenta del gran amor que Tú me tienes.
Petición
Padre mío,concédeme la gracia de ver en todo tu compañía y tu mano amorosa, especialmente en los momentos de dificultad. Quítame esta ceguera de pensar que haciendo lo que se me apetezca voy a ser feliz y a resolver mis problemas. Haz que caiga en la cuenta de que mientras más cerca estoy de Ti, más puedo vivir con alegría y mi vida se colma de frutos.
Meditación del Papa Francisco
La historia de amor entre Dios y su pueblo parece ser una historia de fracasos, como sucede en la parábola de los labradores asesinos, que aparece como el fracaso del sueño de Dios.
Hay un hombre que construye una viña y están los labradores que matan a todos los que envía el señor. Pero es precisamente de esos muertos que todo toma vida. Los profetas, los hombres de Dios que han hablado al pueblo, que no fueron escuchados, que fueron descartados, serán su gloria. El Hijo, el último enviado, que fue precisamente descartado por eso, juzgado, no escuchado y asesinado, se convirtió en piedra angular.
Esta historia que parece ser una historia de amor, después parece terminar en una historia de fracasos, pero que termina con el gran don de Dios, que del descarte saca la salvación; de su Hijo descartado nos salva a todos. Es aquí donde la lógica del fracaso se cae. Y Jesús lo recuerda a los jefes del pueblo, citando la Escritura: La piedra que descartaron los constructores es ahora piedra angular. Esto lo ha hecho el Señor y es una maravilla a nuestros ojos.
El camino de nuestra redención es un camino de muchos fracasos. También el último, el de la cruz, es un escándalo. Pero precisamente ahí vence el amor. Y esa historia que comienza con un sueño de amor y continúa con una historia de fracasos, termina en la victoria del amor: la cruz de Jesús. No debemos olvidar este camino, es un camino difícil.
Si cada uno de nosotros hace un examen de conciencia, verá cuántas veces ha expulsado a los profetas. Cuántas veces ha dicho a Jesús ‘vete’, cuántas veces ha querido salvarse a sí mismo, cuántas veces hemos pensado que nosotros éramos los justos. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 1 de junio de 2015, en Santa Marta).
Reflexión
En nuestra sociedad, hay un creciente pensamiento de que la felicidad se encuentra en olvidarse de los problemas de nuestra vida y vivir como si no existieran. La felicidad en los tiempos modernos, se resume en placeres, amor propio, independencia. Pensemos en que el primer pecado de Adán y Eva fue el placer y el querer ser independientes. El querer ser como Dios.
Abramos nuestro corazón para reflexionar y alzar nuestra mirada en Jesucristo Crucificado. Jesucristo sabe que las soluciones que el mundo nos ofrece no son las más acertadas. Él quiere ayudarnos y para eso nos pide que creamos en él y que nos aferremos a Él como un hijo se aferra en la cintura de su padre cuando siente temor. Sepamos poner todas nuestras preocupaciones en sus manos y a vivir nuestra vida dándonos a nuestros seres queridos. Cumpliendo con nuestros deberes habituales, para que nuestra vida sea plena.
Propósito
Hoy le pediré a Cristo frente a un crucifijo durante 5 minutos, la gracia de seguirlo y le pediré fuerzas para cargar con valentía mi cruz de cada día.
Diálogo con Cristo
Cristo, tu ejemplo en la cruz me motiva a vivir con más entusiasmo y con más sacrificio mi vida. Estoy valorando cada vez más ese gran regalo de depender de ti. Ayúdame a alzar mi mirada a ti cada vez que me sienta desfallecer en el camino. Ayúdame a amarte más y a demostrártelo con hechos siendo fiel a mis obligaciones diarias. Gracias Señor por amarme. Gracias Dios, por ser mi Dios.
El madero en que están fijos los miembros del hombre que muere, es también la cátedra del maestro que enseña. (San Agustín, Trat. Evang. S. Juan, 119).
 

EDD. VIERNES 26 DE FEBRERO DE 2016.

Viernes de la segunda semana de Cuaresma
Libro de Génesis 37,3-4.12-13a.17b-28.
Israel amaba a José más que a ningún otro de sus hijos, porque era el hijo de la vejez, y le mandó hacer una túnica de mangas largas.
Pero sus hermanos, al ver que lo amaba más que a ellos, le tomaron tal odio que ni siquiera podían dirigirle el saludo.
Un día, sus hermanos habían ido hasta Siquém para apacentar el rebaño de su padre.
Entonces Israel dijo a José: «Tus hermanos están con el rebaño en Siquém. Quiero que vayas a verlos».
José fue entonces en busca de sus hermanos, y los encontró en Dotán.
Ellos lo divisaron desde lejos, y antes que se acercara, ya se habían confabulado para darle muerte.
«Ahí viene ese soñador», se dijeron unos a otros.
«¿Por qué no lo matamos y lo arrojamos en una de esas cisternas? Después diremos que lo devoró una fiera. ¡Veremos entonces en qué terminan sus sueños!».
Pero Rubén, al oír esto, trató de salvarlo diciendo: «No atentemos contra su vida».
Y agregó: «No derramen sangre. Arrójenlo en esa cisterna que está allá afuera, en el desierto, pero no pongan sus manos sobre él». En realidad, su intención era librarlo de sus manos y devolverlo a su padre sano y salvo.
Apenas José llegó al lugar donde estaban sus hermanos, estos lo despojaron de su túnica – la túnica de mangas largas que llevaba puesta – ,
lo tomaron y lo arrojaron a la cisterna, que estaba completamente vacía.
Luego se sentaron a comer. De pronto, alzaron la vista y divisaron una caravana de ismaelitas que venían de Galaad, transportando en sus camellos una carga de goma tragacanto, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto.
Entonces Judá dijo a sus hermanos: «¿Qué ganamos asesinando a nuestro hermano y ocultando su sangre?
En lugar de atentar contra su vida, vendámoslo a los ismaelitas, porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne». Y sus hermanos estuvieron de acuerdo.
Pero mientras tanto, unos negociantes madianitas pasaron por allí y retiraron a José de la cisterna. Luego lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de planta, y José fue llevado a Egipto.
Salmo 105(104),16-17.18-19.20-21.
Él provocó una gran sequía en el país
y agotó todas las provisiones.
Pero antes envió a un hombre,
a José, que fue vendido como esclavo.
Le ataron los pies con grillos
y el hierro oprimió su garganta,
hasta que se cumplió lo que él predijo,
y la palabra del Señor lo acreditó.
El rey ordenó que lo soltaran,
el soberano de pueblos lo puso en libertad;
lo nombró señor de su palacio
y administrador de todos sus bienes,
Evangelio según San Mateo 21,33-43.45-46.
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos.
Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon.
El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera.
Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: «Respetarán a mi hijo».
Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: «Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia».
Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?».
Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo.»
Jesús agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?
Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.»
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos.
Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.
Comentario del Evangelio por  San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia. Tratado sobre el evangelio de Lucas 9, 29-30.
La parábola de la viña.
La viña es la figura del pueblo de Dios, porque, injertado sobre la vid eterna se levanta por encima de toda la tierra. Brote de un suelo ingrato, brota y florece, se reviste de verdor, pareciéndose al yugo de la cruz cuando sus pámpanos se extienden como brazos fecundos de una viña hermosa… Con razón se llama al pueblo de Cristo la viña del Señor, sea porque está marcado con el signo de la cruz (Ez 9,4), sea porque se recoge de él los frutos en la última estación del año, sea porque como los renglones de la viña, pobres y ricos, humildes y poderosos, siervos y amos, todos en la Iglesia tienen una igualdad perfecta…
Cuando se ata la viña, ella se reconduce; cuando se la poda, no es para dañarla sino para hacerla crecer. Lo mismo pasa con el pueblo santo; atándolo se hace libre; humillado se vuelve a levantar; recortado recibe una corona. Mejor aún: igual que el brote, cogido de un árbol viejo, es injertado sobre otra raíz, asimismo el pueblo santo… alimentado en el árbol de la cruz… se desarrolla. Y el Espíritu Santo, esparcido en los surcos de una viña, se derrama en nuestro cuerpo, lavando todo lo impuro y levantando  nuestros miembros para dirigirlos hacia el cielo.
Esta viña es expurgada por el viñador, es ligada, podada (Jn 15,2)…A veces quema con el sol los secretos de nuestro cuerpo, a veces nos riega con su lluvia. El viñador quiere expurgar la viña para que las zarzas no perjudiquen a los brotes tiernos, vela para que las hojas no hagan demasiada sombra…no priva nuestras virtudes de luz, y no impide la maduración de nuestros frutos.

Homilía del Papa Francisco en la Eucaristía diaria de hoy en Santa Marta.

El Papa en Sta. Marta: ¿Estoy en el camino de la vida o en el de la mentira?
En la homilía de este jueves, el Santo Padre recuerda que el Señor está en el pobre y enfermo Lázaro que llama a nuestra puerta.
 
https://es.zenit.org/articles/el-papa-en-sta-marta-estoy-en-el-camino-de-la-vida-o-en-elde-la-mentira/
 
 
25 febrero 2016RedaccionEl papa Francisco.
OR – Osservatore Romano Misa en Santa Marta
 
 
(ZENIT – Ciudad del Vaticano) La fe verdadera es darse cuenta de los pobres que están a nuestro alrededor. Allí está Jesús que llama a la puerta de nuestro corazón. Así lo ha recordado el papa Francisco en la homilía de este jueves por la mañana en Santa Marta. Aunque el Papa ha celebrado la misa con normalidad, después ha cancelado los encuentros programados para el día de hoy porque tenía unas décimas de fiebre.
 
En el Evangelio del día, Jesús cuenta la parábola del hombre rico “se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día” y no se daba cuenta que a su puerta había un pobre, llamado Lázaro, cubierto de llagas. Por eso, el Pontífice ha invitado a hacerse esta pregunta: “Yo soy un cristiano en el camino de la mentira, solamente del decir, o soy un cristiano en el camino de la vida, es decir de las obras, del hacer”. Al respecto, ha indicado que este hombre rico “conocía los mandamientos, seguramente todos los sábados iba a la sinagoga y una vez al año al templo”. Tenía “una cierta religiosidad”.
 
Pero, ha advertido que era un hombre cerrado, cerrado en su pequeño mundo –el mundo de los banquetes, de los vestidos, de la vanidad, de los amigos– un hombre cerrado, precisamente en una burbuja, allí, de vanidad. No tenía capacidad de mirar más allá, solamente su propio mundo.
 
Y ha proseguido asegurando que “este hombre no se daba cuenta de qué sucedía fuera de su mundo cerrado. No pensaba por ejemplo en las necesidades de mucha gente o en la necesidad de compañía de los enfermos, solamente pensaba en él, en sus riquezas, en su buena vida: se daba a la buena vida”.
 
De este modo, el Papa ha explicado que era “un religioso aparente”, “no conocía ninguna periferia, estaba cerrado en sí mismo. Precisamente la periferia que estaba cerca de la puerta de su casa, no la conocía”.  En esta misma línea, el Pontífice ha subrayado que este hombre recorría “el camino de la mentira” porque “se fiaba solamente de sí mismo, de sus cosas, no se fiaba de Dios”. Un hombre –ha precisado– que no ha dejado herencia, no ha dejado vida, porque solamente estaba cerrado en sí mismo.
 
A propósito, el Santo Padre ha señalado una curiosidad. El Evangelio no dice cómo se llamaba, solo dice que era un hombre rico, “y cuando tu nombre es solamente un adjetivo es porque has perdido, has perdido la sustancia, has perdido la fuerza”, ha asegurado Francisco.
 
“Este es rico, este es poderoso, este puede hacer todo, este es un sacerdote de carrera, un obispo de carrera… Cuántas veces nosotros… nos viene nombrar a la gente con adjetivos, no con nombres, porque no tienen sustancia”, se ha preguntado el Obispo de Roma durante la homilía.
 
A este punto, Francisco se ha cuestionado: “Dios que es Padre, ¿no ha tenido misericordia de este hombre? ¿No ha llamado a su corazón para moverlo? De este modo ha explicado que sí: “estaba en la puerta, estaba en la puerta, en la persona de ese Lázaro, que sí tenía nombre. Y ese Lázaro con sus necesidades y sus miserias, sus enfermedades, era precisamente el Señor que llamaba a la puerta, para que este hombre abriera el corazón y la misericordia pudiera entrar”. Pero el hombre rico, “no veía”, solamente estaba cerrado, “para él más allá de la puerta no había nada”.
 
Concluyendo la homilía, el Santo Padre ha recordado que estamos en cuaresma que nos hará bien preguntarnos qué camino estamos recorriendo. ¿Estoy en el camino de la vida o en el camino de la mentira? ¿Cuántas clausuras tengo en mi corazón todavía? ¿Dónde está mi gloria: en el hacer o en el decir? ¿En el salir de mi mismo para ir al encuentro de los otros, para ayudar? ¿O mi gloria es tener todo arreglado, cerrado en mí mismo?
 
Finalmente, el Pontífice ha invitado a pedir al Señor, mientras pensamos en todo esto, no por nuestra vida, sino la gracia de ver siempre a los “Lázaros que están en nuestra puerta, los Lázaros que llaman al corazón” y salir de nosotros mismo con generosidad, con actitud de misericordia, para que la “misericordia de Dios pueda entrar en nuestro corazón”.

Comentario al evangelio de hoy jueves 25 de febrero de 2016.

El rico Epulon y el pobre Lázaro.
Cuaresma.
Ser sencillos y humildes para que Jesús no encuentre obstáculos para llegar a lo más hondo de nuestro corazón.       
Por: Lucas Ongaro Arcie
Fuente: Catholic.net
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre …
Del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico… pero hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el infierno entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: «Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama». Pero Abraham le dijo: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros». Replicó: «Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento». Le dijo Abraham: «Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan». Él dijo: «No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán». Le contestó: «Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite».
Oración introductoria
Señor, ayúdame a ser consciente de que estás siempre a mi lado, de que cada oración es un nuevo encuentro contigo, mi Mejor Amigo. Señor, Tú sabes que soy débil y que muchas veces me olvido de ti, buscando mi satisfacción en las cosas de este mundo. Sabes que suelo pensar en mí mismo, en mis planes, en mis gustos, en mi voluntad. Por eso, te pido, Señor, que cambies mi corazón de piedra en uno de carne y hueso, para así cumplir mi misión de ser sal de la tierra y luz del mundo. Te ofrezco, Señor, esta meditación por los más necesitados y oprimidos, y por los que viven lejos de tu amor.
Petición
Señor Jesús, ayúdame a ser consciente de que la misión de que cada Cristiano es el Amor, y de que al fin de mi vida me interrogarán sobre cuánto y cómo he amado a mis hermanos.
Meditación del Papa Francisco
No se dice que el rico epulón fuera malvado, al contrario, tal vez era un hombre religioso, a su manera. Rezaba, quizás, alguna oración y dos o tres veces al año seguramente iba al Templo a hacer sacrificios y daba grandes ofrendas a los sacerdotes, y ellos con aquella pusilanimidad clerical se lo agradecían y le hacían sentarse en el lugar de honor. Pero no se daba cuenta de que a su puerta estaba un pobre mendigo, Lázaro, hambriento, lleno de llagas, símbolo de tanta necesidad que tenía.
El hombre rico tal vez el vehículo con el que salía de casa tenía los cristales polarizados para no ver fuera… tal vez, pero no sé… Pero seguramente, sí, su alma, los ojos de su alma estaban oscurecidos para no ver. Solo veía dentro de su vida, y no se daba cuenta de lo que había sucedido a este hombre, que no era malo: estaba enfermo. Enfermo de mundanidad. Y la mundanidad transforma las almas, hace perder la conciencia de la realidad: viven en un mundo artificial, hecho por ellos… La mundanidad anestesia el alma. Y por eso, este hombre mundano no era capaz de ver la realidad.
Muchas personas que llevan la vida de modo difícil; pero si tengo el corazón mundano, nunca entenderé eso. Con el corazón mundano no se puede entender la necesidad y lo que hace falta a los demás. Con el corazón mundano se puede ir a la iglesia, se puede rezar, se pueden hacer tantas cosas. Pero Jesús, en la Última Cena, en la oración al Padre, ¿qué ha rezado? ‘Pero, por favor, Padre, custodia a estos discípulos para que no caigan en el mundo, que no caigan en la mundanidad’. Es un pecado sutil, es más que un pecado: es un estado pecador del alma. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 5 de marzo de 2015, en Santa Marta).
Reflexión
Es interesante ver en este evangelio cómo el rico sólo se acuerda de Lázaro cuando necesita de él. En su vida, nunca le tuvo presente para ayudarle a tener una vida más digna. E igualmente, en nuestra vida, muchas veces pasa lo mismo. Sólo nos acordamos de los demás para nuestro propio provecho y bienestar.
El rico se fue para el infierno no por sus bienes, sino porque dedicó toda su vida a satisfacer su propio gusto, en vez de haberla empleado en hacer obras de misericordia.
Todos los bienes y talentos que recibimos de Dios son para servir a los demás. Muchas veces no podremos ayudar materialmente, pero podemos dedicar nuestro tiempo, dar una sonrisa, unas palabras amorosas. La mejor forma de transmitir a Cristo, de evangelizar el mundo, es con nuestro ejemplo, con la donación de nuestro tiempo a los demás, tiempo que es la mayor riqueza que tenemos.
Propósito
Buscaré hacer un acto de caridad, siendo consciente de que todo lo que hago a uno de estos pequeñitos por amor a Dios, es a Cristo a quien lo hago.
Diálogo con Cristo
Jesús, Tú me conoces bien. Dame fuerzas y una mirada espiritual para descubrirte en mis familiares, en mi vecino, en mi colega de trabajo, en todas las personas que me rodean; tanto con las que me llevo bien, como con las que me caen pesado. Que te vea tanto en el mendigo como en mi patrón, y que pueda transmitirte a ellos. Que mi gran ilusión sea servir y ayudar a mi hermano en todas sus necesidades que me sea posible, para hacer su yugo más leve.
«Tómate tiempo para hacer caridad, es la puerta del cielo». (Madre Teresa de Calcuta)

EDD. jueves 25 de febrero de 2016.

Jueves de la segunda semana de Cuaresma
Libro de Jeremías 17,5-10.
Así habla el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor!
El es como un matorral en la estepa que no ve llegar la felicidad; habita en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhóspita.
¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta su confianza!
El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto.
Nada más tortuoso que el corazón humano y no tiene arreglo: ¿quién puede penetrarlo?
Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino las entrañas, para dar a cada uno según su conducta, según el fruto de sus acciones.
Salmo 1,1-2.3.4.6.
¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!
El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.
Evangelio según San Lucas 16,19-31.
Jesús dijo a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes.
A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro,
que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.
Entonces exclamó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan’.
‘Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.
Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí’.
El rico contestó: ‘Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre,
porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento’.
Abraham respondió: ‘Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen’.
‘No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán’.
Pero Abraham respondió: ‘Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'».
Comentario del Evangelio por  Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad. No hay mayor amor.
« Un pobre… estaba acostado delante del portal ».
Cristo ha dicho: « Estaba hambriento y vosotros me habéis alimentado» (Mt 25,35). Estaba hambriento no solamente de pan sino también del afecto bondadoso que hace que se sienta amado, reconocido, que se sienta ser alguien a los ojos de otro. Ha estado desnudo no solamente de todo vestido, sino también de toda dignidad y consideración ya que la mayor injusticia cometida hacia el pobre es despreciarle porque es pobre. Estuvo privado no sólo de un techo…sino también de todas las privaciones que aguantan los que son encerrados, rechazados o excluidos errando por el mundo sin que no haya nadie que se preocupe por ellos.
Baja por la calle sin más propósito que eso. Mira este hombre, allí, en el rincón, y ve hacia él. Quizás se irritará, pero estarás allí, frente a él, físicamente. Debes manifestar la presencia que está en tí por el amor y la atención con los cuales te diriges a este hombre. ¿Por qué? Porque, para tí, se trata de Jesús. Jesús, sí, pero que no puede recibirte en su casa –- he aquí la razón por la que debes saber ir hacia él. Jesús, sí, pero oculto en la persona que está allí. Jesús, en el más pequeño de nuestros hermanos (Mt 25,40), no está solamente hambriento de un trozo de pan sino también de amor, de reconocimiento, de ser tenido en cuenta.

Mensaje del Papa Francisco en la Audiencia General de los días Miércoles.

Audiencia del Papa: texto completo de la catequesis del 24 de febrero.
 
En la audiencia de esta semana, el Santo Padre recuerda que la misericordia divina es más fuerte que el pecado de los hombres.
 
 
24 febrero 2016RedaccionEl papa Francisco
Pope Francis greets the faithful at his weekly general audience
PHOTO.VA
 
Publicamos a continuación la catequesis del Santo Padre durante la audiencia general de este miércoles.
 
 
https://es.zenit.org/articles/audiencia-del-papa-texto-completo-de-la-catequesis-del-24-de-febrero/
 
Queridos hermanos y hermanas, buenos días :
Proseguimos las catequesis sobre la misericordia en la Sagrada Escritura. En distintos pasos se habla de los poderosos, de los reyes, de los hombres que están “en lo alto”, y también de su arrogancia y de sus abusos. La riqueza y el poder son realidades que pueden ser buenas y útiles para el bien común, si se ponen al servicio de los pobres y de todos, con justicia y caridad. Pero cuando, como demasiado a menudo sucede, son vividas como privilegio, con egoísmo y prepotencia, se transforman en instrumento de corrupción y muerte. Es lo que sucede en el episodio de la viña de Nabot, descrito en el primer libro de los Reyes, en el capítulo 21, sobre el que hoy nos detenemos.
En este texto se cuenta que el rey de Israel, Acab, quiere comprar la viña de un hombre de nombre Nabot, porque esta viña confina con el palacio real. La propuesta parece legítima, incluso generosa, pero en Israel las propiedades terrenales eran consideradas inalienables. De hecho, el libro del Levítico escribe: “La tierra no podrá venderse definitivamente, porque la tierra es mía, y ustedes son para mí como extranjeros y huéspedes” (Lv 25,23). La tierra es sagrada, porque es un don del Señor, que como tal es cuidada y conservada, en cuanto signo de la bendición divina que pasa de generación en generación y es garantía de dignidad para todos. Se comprende entonces la respuesta negativa de Nabot al rey: “¡El Señor me libre de cederte la herencia de mis padres!” (1 Re 21,3).
El rey Acab reacciona a este rechazo con amargura e indignación. Se siente ofendido, él es el rey, el poderoso, se siente disminuido en su autoridad de soberano, y frustrado en la posibilidad de satisfacer su deseo de posesión. Viéndolo tan abatido, su mujer Jezabel, una reina pagana que había incrementado los cultos de idolatría y hacía matar a los profetas del Señor, no era fea, era mala, decide intervenir.
Las palabras con las que se dirige al rey son muy significativas, escuchad la maldad que hay detrás de esta mujer. “¿Así ejerces tú la realeza sobre Israel? ¡Levántate, come y alégrate! ¡Yo te daré la viña de Nabot, el israelita!” (v. 7). Ella pone el acento sobre el prestigio y el poder del rey, que, según su modo de ver, está siendo cuestionado por el rechazo de Nabot. Un poder que ella sin embargo considera absoluto, y por el cual cualquier deseo del rey, el poderoso, se convierte en una orden.
El gran san Ambrosio ha escrito un pequeño libro sobre este episodio, se llama Nabot. Será bueno leerlo en este tiempo de Cuaresma. Muy bonito y muy concreto.
Jesús, recordando estas cosas, nos dice: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo” (Mt 20,25-27). Si se pierde la dimensión del servicio, el poder se transforma en arrogancia y se convierte en dominio y opresión. Es precisamente esto lo que sucede en el episodio de la viña de Nabot. Jezabel, la reina sin escrúpulos, decide eliminar a Nabot y lleva a cabo su plan. Usa las apariencias engañosas de una legalidad perversa: envía, en nombre del rey, cartas a los ancianos y a los notables de la ciudad ordenando que falsos testigos acusen públicamente a Nabot de haber maldecido a Dios y al rey, un crimen castigado con la muerte. Así termina la historia, muerto Nabot, el rey puede adueñarse de su viña.
Esta no es una historia de otros tiempos ¿eh? Es también una historia de hoy, de los poderosos que para tener más dinero explotan a los pobres, explotan a la gente. Es la historia de la trata de personas, del trabajo esclavo, de la pobre gente que trabaja en negro y con el mínimo para enriquecer a los poderosos. Es la historia de los políticos corruptos que quieren más y más y más. Por esto decía que nos hará bien leer ese libro de san Ambrosio sobre Nabot, porque es un libro de actualidad.
Es aquí donde lleva el ejercicio de la autoridad sin respeto por la vida, sin justicia, sin misericordia. Y esto es a lo que lleva la sed de poder: se convierte en avaricia que quiere poseer todo. Un texto del profeta Isaías es particularmente iluminante al respecto. En él, el Señor advierte sobre la avaricia de los ricos latifundistas que quieren poseer cada vez más casas y terrenos. Dice el profeta Isaías: “¡Ay de los que acumulan una casa tras otra y anexionan un campo a otro, hasta no dejar más espacio y habitar ustedes solos en medio del país!” (Is 5,8).
Y el profeta Isaías no era comunista ¿eh? Pero Dios es más grande que las maldades y los juegos sucios hechos por los seres humanos. En su misericordia envía al profeta Elías para ayudar a Acab a convertirse. Ahora pasamos página, y ¿cómo sigue la historia? Dios ve este crimen y también llama al corazón de Acab. Y el rey, puesto delante de su pecado, entiende, se humilla y pide perdón. Qué bonito sería que los poderosos, explotadores de hoy, hicieran lo mismo. El Señor acepta su arrepentimiento; es más, un inocente ha sido asesinado, y la culpa cometida tendrá consecuencias inevitables. De hecho, el mal cumplido deja sus huellas dolorosas, y la historia de los hombres lleva las heridas. La misericordia muestra también en este caso la vía maestra que debe ser perseguida. La misericordia puede sanar las heridas y puede cambiar la historia. Pero, abre tu corazón a la misericordia. La misericordia divina es más fuerte que el pecado de los hombres. Es más fuerte. Este es el ejemplo de Acab. Nosotros conocemos el poder, cuando recordamos la venida del Inocente Hijo de Dios que se ha hecho hombre para destrozar el mal con su perdón. Jesucristo es el verdadero rey, pero su poder es completamente diferente. Su trono es la cruz. Él no es un rey que mata, sino al contrario, da la vida. Su ir hacia todos, sobre todo los más débiles, derrota la soledad y el deseo de muerte al que conduce el pecado. Jesucristo con su cercanía y ternura lleva a los pecadores al espacio de la gracia y del perdón. Y esta es la misericordia de Dios.
 
Texto traducido y transcrito por ZENIT

Comentario al evangelio de hoy miércoles 24 de febrero de 2016

No he venido a ser servido sino a servir
Cuaresma.
Vivamos estos días de preparación para la Semana Santa esta virtud de la sencillez y la humildad.           
Por: José Fernández de Mesa
Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Mateo 20, 17-28
Cuando iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomó aparte a los Doce, y les dijo por el camino: «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, para burlarse de él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará. Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. El le dijo: «¿Qué quieres?» Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?» Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre. Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor,y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».
Oración introductoria
Jesús, permite que esta meditación me lleve a crecer en el amor, especialmente en este tiempo en que la Iglesia me invita a contemplar el gran sacrificio que implicó mi redención. Guía mi oración, ilumíname para que no sólo comprenda, sino que viva, en todo y con todos, la caridad.
Petición
Te suplico, Jesús, que nunca permitas que sea indiferente a tus innumerables muestras de amor.
Meditación del Papa Francisco
Jesús es el Siervo del Señor: su vida y su muerte, bajo la forma total del servicio, son la fuente de nuestra salvación y de la reconciliación de la humanidad con Dios. El kerigma, corazón del Evangelio, anuncia que las profecías del Siervo del Señor se han cumplido con su muerte y resurrección. La narración de san Marcos describe la escena de Jesús con los discípulos Santiago y Juan, los cuales –sostenidos por su madre– querían sentarse a su derecha y a su izquierda en el reino de Dios, reclamando puestos de honor, según su visión jerárquica del reino. El planteamiento con el que se mueven estaba todavía contaminado por sueños de realización terrena. Jesús entonces produce una primera “convulsión” en esas convicciones de los discípulos haciendo referencia a su camino en esta tierra: “El cáliz que yo voy a beber lo beberéis… pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado”. Con la imagen del cáliz, les da la posibilidad de asociarse completamente a su destino de sufrimiento, pero sin garantizarles los puestos de honor que ambicionaban. Su respuesta es una invitación a seguirlo por la vía del amor y el servicio, rechazando la tentación mundana de querer sobresalir y mandar sobre los demás.
Frente a los que luchan por alcanzar el poder y el éxito, para hacerse ver, frente a los que quieren ser reconocidos por sus propios méritos y trabajos, los discípulos están llamados a hacer lo contrario. Por eso les advierte: “Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor”. Con estas palabras señala que en la comunidad cristiana el modelo de autoridad es el servicio. (Homilía de S.S. Francisco, 18 de octubre de 2015).
Reflexión
Se acerca el momento de la pasión. Jesús está en Jerusalén con sus discípulos y pronuncia clarísimamente el tercer anuncio de su muerte. ¿Qué pensaban los discípulos en ese instante? ¿Se les encogía el corazón sólo de pensar en Jesús torturado, escarnecido, insultado, como decían los antiguos profetas?
Contrariamente a todo esto los apóstoles se enredan en una discusión egoísta sobre quién será el primero en el Reino de los Cielos. Si bien la discusión es originada por las palabras de la madre de Santiago y Juan, el pensamiento de quién de ellos estaría más cerca de Jesús en su Reino se albergaba en el corazón de cada uno de ellos. También en ocasiones nosotros, en el momento en que Cristo quiere decirnos algo importante o darnos una gracia especial, nos enredamos en nuestros pensamientos egoístas, y no escuchamos todo aquello que Jesús quiere decirnos.
El que quiera ser el primero, que sea el último. Jesús ama a los humildes, a los sencillos, a los que son como niños. El que es sencillo nunca desea el primer puesto para sí, sino para los demás. Vivamos estos días de preparación para la Semana Santa esta virtud de la sencillez y la humildad para que Cristo vea en nuestros corazones la ternura de un niño. Preparémonos de esta manera para la Pasión del Señor, y no como lo hacían los apóstoles movidos por sus pensamientos egoístas.
Propósito
Dar a Cristo un «sí» generoso y dedicar un tiempo semanal para trabajar por la Iglesia.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, qué fácilmente puedo caer en pensar que dado que no mato, no robo, no hago conscientemente el mal, tengo derecho a privilegios. Qué insensato puedo ser al acercarme a la oración con una actitud de superioridad, de exigencia. Gracias por mostrarme que no es ése el camino cierto del amor. Eres mi Dios, mi hermano, mi amigo, mi mejor amigo, que me ofreces la plenitud. Ayúdame a estar siempre abierto a tu gracia y servir a mis hermanos en tu Iglesia.

EDD. miércoles 24 de febrero de 2016

Miércoles de la segunda semana de Cuaresma
Libro de Jeremías 18,18-20.
Ellos dijeron: «¡Vengan, tramemos un plan contra Jeremías, porque no le faltará la instrucción al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta! Vengan, inventemos algún cargo contra él, y no prestemos atención a sus palabras».
¡Préstame atención, Señor, y oye la voz de los que me acusan!
¿Acaso se devuelve mal por bien para que me hayan cavado una fosa? Recuerda que yo me presenté delante de ti para hablar en favor de ellos, para apartar de ellos tu furor.
Salmo 31(30),5-6.14.15-16.
Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi refugio.
Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Oigo los rumores de la gente
y amenazas por todas partes,
mientras se confabulan contra mí
y traman quitarme la vida.
Pero yo confío en ti, Señor,
y te digo: «Tú eres mi Dios,
mi destino está en tus manos.»
Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen.
Evangelio según San Mateo 20,17-28.
Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo:
«Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte
y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará».
Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
«¿Qué quieres?», le preguntó Jesús. Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
«No saben lo que piden», respondió Jesús. «¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?». «Podemos», le respondieron.
«Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre».
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo:
como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud».
Comentario del Evangelio por  San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia. Disertaciones sobre los salmos, Salmo 126.
«El que se enaltece será humillado; el que se humilla será enaltecido» (Lc 18,14). 
«Es en vano que madruguéis» (Salmo (126,2)… Así eran los hijos de Zebedeo quienes, antes de haber sufrido la humillación en  conformidad con la Pasión del Señor, ya habían escogido su sitio, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Querían «levantarse antes de la Aurora»… También Pedro se había levantado antes de la Aurora, cuando dio al Señor el consejo de que no sufriera por nosotros. Efectivamente, el Señor había hablado de su Pasión que debía salvarnos y de sus humillaciones, y Pedro, que poco antes había confesado que Jesús era el Hijo de Dios, se estremeció ante la idea de su muerte y le dijo: ¡No lo permita Dios, Señor! Sálvate a ti mismo. Eso no puede pasarte.» (cf Mt 16,22). Quería ser más que la Luz, dar un consejo al que es la Luz. Pero, ¿qué hace el Señor? Ha hecho que se ponga detrás de la Luz diciéndole: «¡Quítate de mi vista»… «Ponte detrás de mí para que yo camine delante de ti y tú me sigas. Pasa por el mismo camino que yo, en lugar de querer enseñarme el camino por el que tú quieres andar»…
¿Por qué, pues, hijos del Zebedeo, queréis pasar antes que el Día? Esta es la pregunta que es preciso ponerles; no se van a enfadar porque estas cosas están ya escritas para ellos con el fin de que nosotros sepamos preservarnos del orgullo al cual ellos han caído. ¿Por qué querer pasar antes que el Día? Es en vano. ¿Queréis veros enaltecidos antes de ser humillados? El mismo Señor vuestro, el que es vuestra luz, se humilló para ser enaltecido. Escuchad lo que dice Pablo: «Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo… Actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo (Flp 2,6s)

HOMILÍA DEL PAPA EN LA EUCARISTÍA DIARIA EN SANTA MARTA.

El en Sta. Marta: No al cristianismo del ‘decir’ y no ‘hacer’.
En la homilía de este martes, el Santo Padre recuerda que la vida cristiana es lo que hacemos con el hambriento, el sediento, el preso o el extranjero
•23 febrero 2016•Redaccion•El papa Francisco
OR – Osservatore Romano Misa en Santa Marta  .
https://es.zenit.org/articles/el-papa-en-sta-marta-no-al-cristianismo-del-decir-y-no-hacer/
La religión cristiana es concreta, actúa haciendo el bien. No es una “religión del decir”, hecha de hipocresía y vanidad. Así lo indicó el papa Francisco esta mañana en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta.  Además, el Santo Padre pidió que durante la cuaresma, Dios “nos enseñe el camino del hacer”.
La vida cristiana es concreta, Dios es concreto, pero los cristianos que ‘fingen’ son muchos, los que hacen de la pertenencia a la Iglesia una ocasión de prestigio en vez de una experiencia de servicio hacia los más pobres.
El Santo Padre cruza el pasaje litúrgico del día del profeta Isaías con el pasaje del Evangelio de Mateo para explicar “la dialéctica evangélica entre el decir y el hacer”.
El énfasis del Pontífice estuvo en las palabras de Jesús, “que desenmascara la hipocresía de escribas y fariseos invitando a los discípulos y a la multitud a observar lo que ellos enseñan pero a no comportarse cómo ellos actúan”. Prosiguió recordando que “el Señor nos enseña el camino del hacer”. Y advirtió sobre cuánta gente encontramos –también nosotros ¡eh!– muchas veces en la Iglesia: “¡Oh, yo soy muy católico!” “Pero ¿qué haces?” Cuántos padres se dicen católicos, pero nunca tienen tiempo para hablar con los hijos, jugar con los hijos, escuchar a los hijos. Quizá tienen a sus papás en una residencia, pero están siempre ocupados y no puede ir a verlos y los dejan abandonados. Pero dicen que son católicos. “Esta es la religión del decir: yo digo que soy así, pero vivo la mundanidad”, explicó el Papa en la homilía.
Lo del “decir y no hacer”, afirmó, “es un engaño”. Asimismo añadió que las palabras de Isaías indican lo qué Dios prefiere: “Cesad de hacer el mal, aprended a hacer el bien”. “Socorred al oprimido, sed justos con el huérfano, defended la causa de la viuda”.
Y demuestran también la infinita misericordia de Dios, que da a la humanidad. “Entonces, venid y litigaremos. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve”. Y prosiguió subrayando que “la misericordia del Señor va al encuentro de los que tienen la valentía de discutir con Él, pero discutir sobre la verdad, sobre las cosas que yo hago o las que no haga, para corregirme. Y esto es el gran amor del Señor, en esta dialéctica entre el decir y el hacer. Ser cristianos significa hacer: hacer la voluntad de Dios”. Y en el último día, recordó el Pontífice, el Señor no nos preguntará qué hemos dicho de él sino qué hemos hecho.
Para concluir la homilía, Francisco subrayó que la vida cristiana es lo que hacemos con el hambriento, el sediento, el preso o el extranjero; en vez de solo ‘el decir’ que nos lleva a la vanidad, a ese fingir ser cristiano.
Finalmente, el Obispo de Roma pidió “que el Señor nos dé esta sabiduría de entender bien dónde está la diferencia entre el decir y el hacer y nos enseñe el camino del hacer y nos ayude a ir por este camino, porque el camino del decir nos lleva al lugar donde estaban estos doctores de la ley, estos clérigos, a los que les gustaba vestirse y ser precisamente cómo si fueran una majestad ¿no? ¡Y esta no es la realidad del Evangelio! Que el Señor nos enseñe este camino”.

Comentario al evangelio de hoy martes 23 de febrero de 2016.

Hipocresía de los escribas y fariseos.
Cuaresma y Semana Santa
Servir de oculto, sin buscar un premio inmediato, da gloria a Dios.              
Por: P. Vicente Yanes
Fuente: Catholic.net
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad …
Del santo Evangelio según san Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame «Rabbí». Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar «Rabbí», porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie «Padre» vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar «Directores», porque uno solo es vuestro Director: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.
Oración introductoria
Señor, te necesito. Aunque mi autosuficiencia me invite a otros menesteres, sé que sin Ti nada soy. Aunque no te vea, sé que estás presente, interesado en tener un diálogo de amor conmigo en esta oración. Permite que sepa alejar mis preocupaciones para guardar el silencio necesario y escuchar lo que hoy me quieres decir.
Petición
Jesús, dame tu gracia y la fuerza para vivir siempre de acuerdo a tu Evangelio.
Meditación del Papa Francisco
Jesucristo ha resucitado. El amor ha derrotado al odio, la vida ha vencido a la muerte, la luz ha disipado la oscuridad.
Jesucristo, por amor a nosotros, se despojó de su gloria divina; se vació de sí mismo, asumió la forma de siervo y se humilló hasta la muerte, y muerte de cruz. Por esto Dios lo ha exaltado y le ha hecho Señor del universo. Jesús es el Señor.
Con su muerte y resurrección, Jesús muestra a todos la vía de la vida y la felicidad: esta vía es la humildad, que comporta la humillación. Este es el camino que conduce a la gloria. Sólo quien se humilla pueden ir hacia los “bienes de allá arriba”, a Dios. El orgulloso mira “desde arriba hacia abajo”, el humilde, “desde abajo hacia arriba”. […]
El mundo propone imponerse a toda costa, competir, hacerse valer… Pero los cristianos, por la gracia de Cristo muerto y resucitado, son los brotes de otra humanidad, en la cual tratamos de vivir al servicio de los demás, de no ser altivos, sino disponibles y respetuosos. Esto no es debilidad, sino autentica fuerza. Quién lleva en sí el poder de Dios, de su amor y su justicia, no necesita usar violencia, sino que habla y actúa con la fuerza de la verdad, de la belleza y del amor.  (Cf Homilía de S.S. Francisco, 5 de abril de 2015).
Reflexión
«Ser el más popular, salir en televisión, que todos me conozcan y saluden por la calle». Es una gran aspiración de hoy. A los fariseos también les gustaba verse importantes, aparentar una conducta intachable, causar la admiración de todos.
Es una actitud que se nos cuela secretamente en nuestro corazón: «Ya que me esfuerzo en esto, que se vea, que me lo reconozcan». Es muy sacrificado trabajar para los demás y percibir que ellos ni se dan cuenta, ni abren la boca para decir gracias. De esto saben mucho las amas de casa, que lo tienen todo a punto y nadie se acuerda de reconocérselo.
Pero el cristianismo no consiste en actuar de cara a los demás. No somos actores, sino hijos de Dios. Él ya lo ve, y sabrá valorarlo. Es más, el mérito se alcanza cuando hemos sido más ignorados por los hombres. Si hoy he puesto la vajilla en casa y nadie me ha dado las gracias, mejor. Dios tendrá toda la eternidad para hacerlo.
Servir de oculto, sin buscar un premio inmediato, da gloria a Dios. Y al mismo tiempo, nos abre los ojos ante la calidad de una obra hecha por puro amor a Dios y experimentamos un gozo interior, una paz que nos eleva y nos hace ver la grandeza del hombre.
Por eso Jesús repite que el primero no es el que recibe las alabanzas, sino el que sirve.
Propósito
Rectificar mis intenciones varias veces al día.
Diálogo con Cristo
Señor, ayúdame a vivir esta Cuaresma en la perspectiva del amor. Que sea fiel a mi vocación de discípulo y misionero. Que por amor a Ti sea auténtico, generoso y desinteresado en todas mis relaciones con los demás. Que el amor me lleve a cumplir mi misión para que otros puedan experimentar la alegría de tu presencia.