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Autor: Patricio Osiadacz

EDD. MIÉRCOLES 16 DE MARZO DE 2016.

Miércoles de la quinta semana de Cuaresma
http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20160316
Libro de Daniel 3,14-20.91-92.95.
Nabucodonosor tomó la palabra y les dijo: «¿Es verdad Sadrac, Mesac y Abed Negó, que ustedes no sirven a mis dioses y no adoran la estatua de oro que yo erigí?
¿Están dispuestos ahora, apenas oigan el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, a postrarse y adorar la estatua que yo hice? Porque si ustedes no la adoran, serán arrojados inmediatamente dentro de un horno de fuego ardiente. ¿Y qué Dios podrá salvarlos de mi mano?».
Sadrac, Mesac y Abed Negó respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: «No tenemos necesidad de darte una respuesta acerca de este asunto.
Nuestro Dios, a quien servimos, puede salvarnos del horno de fuego ardiente y nos librará de tus manos.
Y aunque no lo haga, ten por sabido, rey, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que tú has erigido».
Nabucodonosor se llenó de furor y la expresión de su rostro se alteró frente a Sadrac, Mesac y Abed Negó. El rey tomó la palabra y ordenó activar el horno siete veces más de lo habitual.
Luego ordenó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a Sadrac, Mesac y Abed Negó, para arrojarlos en el horno de fuego ardiente.
Entonces el rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó a toda prisa y preguntó a sus consejeros: «¿No hemos echado nosotros al fuego a estos tres hombres atados?» Respondieron ellos: «Indudablemente, oh rey.»
Dijo el rey: «Pero yo estoy viendo cuatro hombres que se pasean libremente por el fuego sin sufrir daño alguno, y el cuarto tiene el aspecto de un hijo de los dioses.»
Nabucodonosor exclamó: «Bendito sea el Dios de Sadrak, Mesak y Abed Negó, que ha enviado a su ángel a librar a sus siervos que, confiando en él, quebrantaron la orden del rey y entregaron su cuerpo antes que servir y adorar a ningún otro fuera de su Dios.
Libro de Daniel 3,52.53.54.55.56.
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,
alabado y exaltado eternamente.
Bendito sea tu santo y glorioso Nombre,
alabado y exaltado eternamente.
Bendito seas en el Templo de tu santa gloria,
aclamado y glorificado eternamente por encima de todo.
Bendito seas en el trono de tu reino.
aclamado por encima de todo y exaltado eternamente.
Bendito seas Tú, que sondeas los abismos
y te sientas sobre los querubines,
alabado y exaltado eternamente por encima de todo.
Bendito seas en el firmamento del cielo,
aclamado y glorificado eternamente.
Evangelio según San Juan 8,31-42.
Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en él: «Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos:
conocerán la verdad y la verdad los hará libres».
Ellos le respondieron: «Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: ‘Ustedes serán libres’?».
Jesús les respondió: «Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado.
El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre.
Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres.
Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero tratan de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes.
Yo digo lo que he visto junto a mi Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre».
Ellos le replicaron: «Nuestro padre es Abraham». Y Jesús les dijo: «Si ustedes fueran hijos de Abraham obrarían como él.
Pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo eso.
Pero ustedes obran como su padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios». Jesús prosiguió:
«Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he salido de Dios y vengo de él. No he venido por mí mismo, sino que él me envió.
Comentario del Evangelio por San Paciano (¿-c. 390), obispo de Barcelona. Homilía sobre el bautismo 6-7; PL 12, 1093-1094.
“Si el Hijo os hace libres, seréis libres de verdad.”
Hermanos, por el bautismo accedemos a un nuevo nacimiento… “Si hemos puesto nuestra esperanza en este mundo, somos los más desgraciados de los hombres.” (cf 1Cor 15,19). La vida de este mundo, como lo veis, puede ser igual de larga para los animales, las fieras y los pájaros como para los hombres, e incluso más larga. Pero lo que le es propio al hombre es lo que Cristo nos dio por su Espíritu –la vida eterna—a condición de renunciar al pecado… “Porque la paga del pecado es la muerte, pero el don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.” (Rm 6,23)
Hijitos, acordaos sobre todo de esto: Antiguamente, las naciones estaban bajo el dominio de las tinieblas. Ahora, nosotros hemos sido liberados, gracias a la victoria de Jesucristo, Nuestro Señor. Él nos ha redimido…Ha liberado a los encadenados y ha roto nuestras cadenas, como dijo David: “El Señor levanta a los oprimidos, el Señor desata a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego” (Sal 145,7) Y en otro lugar: “Has roto nuestras cadenas, te ofreceré un sacrificio de alabanza..” (Sal 115,16) Sí, hemos sido liberados de nuestras ataduras, convocados por el Señor para el sacramento del bautismo…liberados por la sangre de Cristo y por la invocación de su nombre…
Pues, amados míos, somos bautizados una vez por todas, liberados una vez por todas, acogidas en el reino inmortal una vez por todas. Una vez por todas somos felices porque nuestros crímenes han sido perdonados, borrados nuestros pecados. (cf Sal 31,1) Guardad con firmeza lo que os ha sido dado, conservadlo con alegría, no pequéis más. En adelante, guardaos puros e irreprochables para el día del Señor.

‘Jesús se humilló por nuestra salvación’

El Papa en Sta. Marta: ‘Jesús se humilló por nuestra salvación’
En la homilía de este martes, el Santo Padre recuerda que para conocer nuestra historia de amor con Dios debemos mirar el Crucifijo.
https://es.zenit.org/articles/el-papa-en-sta-marta-jesus-se-humillo-por-nuestra-salvacion/
15 MARZO 2016REDACCIONEL PAPA FRANCISCO
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La Misa De Hoy En Santa Marta (Fto Copyrigth Osservatore Romano)
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Si queremos conocer “la historia de amor” que Dios tiene con nosotros es necesario mirar el Crucifijo, sobre el cuál está un Dios que se ha “vaciado de la divinidad”, se ha “ensuciado” de pecado para salvar a los hombres. Así lo ha indicado el papa Francisco en el homilía de la misa celebrada en Santa Marta.
La historia de salvación contada por la Biblia tiene que ver con un animal, el primero en ser nombrado en el Génesis y el último a serlo en el Apocalipsis: la serpiente. Un animal que, en la Escritura, es símbolo poderoso de condenación y misteriosamente de redención, explicó el Papa.
Para explicar esto, el Santo Padre hizo referencia a la Lectura de los Números y el pasaje del Evangelio de Juan. La primera contiene el célebre pasaje del pueblo de Israel que, cansado de vagar por el desierto con poca comida, jura contra Dios y contra Moisés. También aquí son protagonistas las serpientes, dos veces.
Las primeras enviadas del cielo contra el pueblo fiel, siembran miedo y muerte hasta que la gente no implora a Moisés pedir perdón. Y la segunda vez, recordó el Papa, cuando “Dios dijo a Moisés: ‘Haced una serpiente y ponedla encima de una vara (la serpiente de bronce). Cualquiera a quien muerda y la mire, permanecerá con vida’. Es misterioso: el Señor no mata a la serpiente, la deja. Pero si una de estas hace mal a una persona, ella mira a la serpiente de bronce y sanará. Elevar la serpiente”.
Asimismo, Francisco aseguró que el verbo “elevar” está sin embargo al centro del duro debate entre Cristo y los fariseos descrito en el Evangelio. A un cierto punto, Jesús afirma: “Cuando hayáis elevado al Hijo del hombre, entonces conoceréis quién yo soy”.
Sobre todo, observó el Santo Padre, “Yo Soy” es también el nombre que Dios había dado de sí mismo a Moisés para comunicarlo a los israelitas. Y después, añadió el Papa, está esa expresión que vuelve: “Elevad al Hijo del hombre…”
En esta misma línea, el Obispo de Roma subrayó que la serpiente es símbolo del pecado. “La serpiente que mata. Pero una serpiente que salva. Y este es el misterio del Cristo”. Así, recordó que Pablo, hablando del Misterio, dice que Jesús se vació de sí mismo, se humilló a sí mismo, se aniquiló para salvarnos. Y más fuerte incluso: se ha hecho pecado. Por eso explicó que el Hijo del hombre, que como una serpiente, hecho pecado, es elevado para salvarnos.
Esta, observó el Papa, “es la historia de nuestra redención, esta es la historia del amor de Dios. Si nosotros queremos conocer el amor de Dios, miramos el Crucifijo: un hombre torturado”, un Dios, “vaciado de divinidad”, “ensuciado” por el pecado. Pero un Dios que, concluyó, aniquilándose destruye para siempre el verdadero nombre del mal, lo que el Apocalipsis llama “la vieja serpiente”.
Y finalmente aseguró que “el pecado es la obra de satanás y Jesús vence a satanás ‘haciéndose pecado’ y desde allí nos eleva a todos nosotros. El crucifijo no es un ornamento, no es una obra de arte, con muchas piedras preciosas como se ven: el Crucifijo es el misterio del ‘aniquilamiento’ de Dios, por amor. Y esa serpiente que profetiza en el desierto la salvación: elevado y cualquiera que lo mira es sanado. Y eso no se ha hecho con la varita mágica de un Dios que hace las cosas: ¡no! Se ha hecho con el sufrimiento del Hijo del hombre, con el sufrimiento de Jesucristo”.

COMENTARIO AL EVANGELIO DE HOY MARTES 15 DE MARZO DE 2016

Lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo.
Cuaresma y Semana Santa
http://es.catholic.net/
La vida del hombre solo tiene sentido cuando está orientada a cumplir la voluntad de Dios.
Por: Carlos Henrique Farias
Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Juan 8, 21-30
Jesús les dijo otra vez: «Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir». Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: «Adonde yo voy, vosotros no podéis ir?» El les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados». Entonces le decían: «¿Quién eres tú?» Jesús les respondió: «Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a él es lo que hablo al mundo». No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él». Al hablar así, muchos creyeron en él.
Oración introductoria
Venid,Padre de los pobres,Donador de los dones, Luz del corazón.Aquí me prostro ante tu presencia, suplicándote, Dios mío, tus dones.Aumenta mi fe, dame el don de comprender mi vida bajo la mirada de tus dulces ojos. Dame hoy el don de la confianza, para que, anclado en tu luz, pueda dar esperanza a aquellos que viven en las tinieblas. En Ti,todo lo puedo, y en Ti, todo lo espero. No permitas, Jesús, que yo me aleje de ti.Sólo Tú eres mi esperanza.No me dejes morir en mis pecados.
Petición
Jesús, Tú eres capaz de todo por amor al hombre, incluso de clavarte en la cruz.Haz que sea capaz de comprender tus palabras que llegan a mis oídos por medio de las personas que me rodean.Hazme ver que en todas las personas Tú también estás presente. Señor,¡cuántas oportunidades me das de corresponderte!Quiero darte en estos días la oportunidad de que entres en mi vida.
Meditación del Papa
Creer en Jesús significa hacer de Él el centro, el sentido de nuestra vida. Cristo no es un elemento accesorio: es el “pan vivo”, el alimento indispensable. Unirse a Él, en una verdadera relación de fe y de amor, no significa estar encadenados, sino ser profundamente libres, siempre en camino.
Cada uno de nosotros puede preguntarse, ahora: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Es un nombre, es una idea, es un personaje histórico solamente? O es verdaderamente aquella persona que me ama, que ha dado su vida por mí y camina conmigo. ¿Para ti quién es Jesús? ¿Estás con Jesús? ¿Intentas conocerlo en su palabra? ¿Lees el Evangelio todos los días, un pasaje del Evangelio, para conocer a Jesús? ¿Llevas el pequeño Evangelio en el bolsillo, en el bolso, para leerlo, en todas partes? Porque cuanto más estamos con Él, más crece el deseo de permanecer con él. Ahora les pediré amablemente, hagamos un momentito de silencio y cada uno de nosotros en silencio, en su corazón, se pregunte: ¿quién es Jesús para mí? En silencio, cada uno responda, en su corazón: ¿quién es Jesús para mí?
Que la Virgen María nos ayude a “ir” siempre a Jesús, para experimentar la libertad que Él nos ofrece, y que nos consiente limpiar nuestras opciones de las incrustaciones mundanas y también de los miedos. (S.S. Francisco, Ángelus 23 de agosto de 2015).
Reflexión
A Dios sólo se le conoce en la oración. Mientras nos encontremos fuera de nosotros mismos, no podremos encontrar lo que, sedientos, buscamos en las cosas externas. Como dice el Papa: dejémonos sorprender por Cristo. En nuestro corazón, está escrito el profundo deseo de amar y ser amados¿Por qué no darle una oportunidad a Aquél que,en el extremo deseo de amar, fue capaz de abrazar el leño de la cruz? Ahora, es tiempo de conversión.Abramos nuestras puertas para que entre la luz.Hagamos la experiencia de un amor que nunca falla. Démonos a la oportunidad de comprobar el amor de Cristo por nosotros mismos y fortalecernos en la fe.
Toda la vida de Cristo está orientada a cumplir la misión que el Padre le ha encomendado. En la mente, en el corazón de Jesús, está grabada la Voluntad Santísima de su Padre. Este pasaje evangélico nos muestra cuál es la actitud del Hijo del Hombre en este mundo: Yo hago siempre lo que le agrada al Padre. Dios pudo haber redimido a la humanidad con un solo pensamiento, con un deseo, pero ha manifestado su voluntad al querer enviar a su propio Hijo para redimir al mundo.
La vida del hombre únicamente tiene sentido cuando se ve orientada a cumplir la voluntad de Dios. Pero este cumplimiento de la voluntad de Dios no puede ser servil, sino que debe imitar el ejemplo de Cristo, de un hijo que busca agradar a su padre en todo. Un padre puede encontrar mayor felicidad cuando ve que su hijo hace lo que le pide, no como una obligación, sino porque quiere agradarle. Cuando un hijo lleva buenas calificaciones a su papá, no porque busca que lo dejen salir a jugar, sino porque lo ama, porque sabe que esto que lleva a casa es lo que agrada a su padre.
La voluntad de Dios en nuestra vida se va manifestando a través de la exigencia de nuestros compromisos como cristianos. En el cumplimiento de nuestro deber en el trabajo, en el hogar, en la escuela. En la defensa de la vida, en ayudar a los más necesitados. Incluso cuando vienen las dificultades en la vida diaria, si todo lo vemos desde la perspectiva sobrenatural como Cristo, veremos en cada momento la voluntad de Dios detrás de cada uno de los acontecimientos de nuestra vida.
Propósito
Esta semana voy dar una nueva oportunidad a Cristo en mi vida buscando auxilio en una sincera confesión.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, ¡cuántas veces te niego el acceso a mi vida!¡Cuántas veces pienso que yo tengo la fuerza de actuar por mí mismo hasta el punto en que Tú tienes que salir de mi vida!¡Cuántas veces te busco fuera de mí y no te encuentro! Quiero que entres donde todavía no tenías acceso en mi corazón.Y quiero agradecerte por saber esperarme con tus brazos abiertos hasta que yo libremente corra hacia ti.Gracias porque Tú me das otra oportunidad cada vez que yo la busco.
Se entra en oración como se entra en la liturgia: por la puerta estrecha de la fe. A través de los signos de su presencia, es el rostro del Señor lo que buscamos y deseamos, es su palabra lo que queremos escuchar y guardar.(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2656).

EDD. MARTES 15 DE MARZO DE 2016

Martes de la quinta semana de Cuaresma
http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20160315
Libro de los Números 21,4-9.
Los israelitas partieron del monte Hor por el camino del Mar Rojo, para bordear el territorio de Edóm. Pero en el camino, el pueblo perdió la paciencia
y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!».
Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas.
El pueblo acudió a Moisés y le dijo: «Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes». Moisés intercedió por el pueblo,
y el Señor le dijo: «Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado».
Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado.
Salmo 102(101),2-3.16-18.19-21.
Señor, escucha mi oración
y llegue a ti mi clamor;
no me ocultes tu rostro
en el momento del peligro;
inclina hacia mí tu oído,
respóndeme pronto, cuando te invoco.
Las naciones temerán tu Nombre, Señor,
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
cuando el Señor reedifique a Sión
y aparezca glorioso en medio de ella;
cuando acepte la oración del desvalido
y no desprecie su plegaria.
Quede esto escrito para el tiempo futuro
y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque él se inclinó desde su alto Santuario
y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.
Evangelio según San Juan 8,21-30.
Jesús dijo a los fariseos:
«Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir».
Los judíos se preguntaban: «¿Pensará matarse para decir: ‘Adonde yo voy, ustedes no pueden ir’?».
Jesús continuó: «Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo.
Por eso les he dicho: ‘Ustedes morirán en sus pecados’. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados».
Los judíos le preguntaron: «¿Quién eres tú?». Jesús les respondió: «Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo.
De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero aquel que me envió es veraz, y lo que aprendí de él es lo que digo al mundo».
Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre.
Después les dijo: «Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó.
El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada».
Mientras hablaba así, muchos creyeron en él.
Comentario del Evangelio por San León Magno (¿-c. 461), papa y doctor de la Iglesia. Sermón 15 sobre la pasión, 3-4; SC 75bis, pag. 189.
“Cuando el Hijo del Hombre sea levantado sobre la tierra, comprenderéis que yo soy.” (Jn 12,32).
El verdadero venerador de la pasión del Señor tiene que contemplar de tal manera, con la mirada del corazón, a Jesús crucificado, que reconozca en él su propia carne… A ninguno de los pecadores se le niega su parte en la cruz, ni existe nadie a quien no auxilie la oración de Cristo. Si ayudó incluso a sus verdugos, ¿cómo no va a beneficiar a los que se convierten a él?
Y, en primer lugar, el hecho de que Dios acogiera nuestra condición humana, cuando “la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros”, ¿a quién excluyó de su misericordia, sino al infiel? ¿Y quién no tiene una naturaleza común con Cristo, con tal d que acoja al que a su vez lo ha asumido a él, puesto que fue regenerado por el mismo Espíritu por el que él fue concebido? Y además, ‘quién no reconocerá en él sus propias debilidades? ¿Quién dejará de advertir que el hecho de tomar alimento, buscar el descanso y el sueño, experimentar la solicitud de la tristeza y las lágrimas de la compasión es fruto de la condición humana del Señor?…
Nuestro es lo que, por tres días, yació exánime en el sepulcro y, al tercer día, resucitó; lo que ascendió sobre todas las alturas de los cielos hasta la diestra de la majestad paterna….Habrá que cumplirse lo que manifiestamente proclamó: “Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo” (Mt 10,32).

HOMILÍA DEL PAPA EN LA EUCARISTÍA DIARIA DE HOY EN SANTA MARTA.

El Papa en Sta. Marta: ‘Señor, no te entiendo. Pero sin entender, me encomiendo a tus manos’.
En la homilía de este lunes, el Santo Padre invita a fiarse de Dios incluso cuando estamos en el ‘valle oscuro’
https://es.zenit.org/articles/el-papa-en-sta-marta-senor-no-te-entiendo-pero-sin-entender-me-encomiendo-a-tus-manos/
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha reflexionado esta mañana en Santa Marta sobre algunos hechos dramáticos de los últimos tiempos. Frente a estos “valles oscuros” de nuestro tiempo la única respuesta es encomendarse a Dios, ha asegurado.
Haciendo referencia a la Primera Lectura del libro de Daniel, el Papa indicó que Susana, una mujer justa, es “ensuciada” por el “mal deseo” de dos jueces, pero prefiere fiarse de Dios y elegir morir inocente antes que hacer lo que querían estos hombres. Por eso, el Papa indicó que incluso cuando nos encontramos recorriendo un “valle oscuro” no debemos temer ningún mal.
El Señor siempre camina con nosotros, nos quiere y no nos abandona. Y desde aquí, Francisco mencionó varios “valles oscuros” de nuestro tiempo.
“Cuando nosotros, hoy, miramos tantos valles oscuros, tantas desgracias, tante gente que muere de hambre, de guerra, tantos niños con discapacidad, tantos… tantos que ahora, tú preguntas a los padres: ‘¿qué enfermedad tiene?’ – ‘Nadie lo sabe: se llama enfermedad rara’. Es lo que nosotros hacemos con nuestras cosas: pensemos en los tumores de laTierra de fuegos… Cuando ves todo esto, pero ¿dónde está el Señor? ¿dónde estás?”, se preguntó Francisco.
¿Tú caminas conmigo? Este era el sentimiento de Susana. También el nuestro. Y puso un ejemplo: “ves cuatro monjas asesinadas: pero, servían por amor, y acabaron asesinadas por odio”. También observó cuando “ves que se cierran las puertas a los refugiados y se les deja fuera, a la intemperie, con el frío… Pero tú Señor, ¿dónde estás?”
Y cómo encomendarse al Señor viendo todas estas cosas. Cuando nos sucede a nosotros estas cosas, cada uno puede decir: ¿pero cómo me encomiendo a Ti? El Santo Padre aseguró que para esta pregunta hay solo una respuesta posible: “no se puede explicar, no soy capaz”.
Ante la pregunta sobre el sufrimiento de un niño, el Pontífice propone el pasaje de Jesús en el Getsemaní. ‘Padre, si quieres aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya’. Al respecto, Francisco señaló que Jesús se fía de la voluntad del Padre. “Jesús sabe que no termina todo con la muerte o con la angustia, y la última palabra de la Cruz: ‘Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu’. Fiarse de Dios, que camina conmigo, que camina con mi pueblo, que camina con mi Iglesia: y esto es un acto de fe. Yo me fío. No lo sé: no sé por qué sucede esto, pero yo me fio. Tú sabrás por qué”.
El Papa, en su homilía matutina, señaló que esta es “la enseñanza de Jesús”. Quien se fía del Señor que es Pastor, no le falta nada. Aunque vayas por un valle oscuro “sabe que el mal es un mal del momento, pero el mal definitivo no estará porque el Señor, ‘porque Tú estás conmigo. Tu bastón y tu cayado me sostienen”.
El Santo Padre subrayó que “es una gracia” que debemos pedir. “Señor, enséñame a encomendarme a tus manos, a fiarme de tu guía, también en los momentos feos, en los momentos oscuros, en el momento de la muerte”.
Para finalizar, Francisco aseguró que nos hará bien pensar hoy en nuestra vida, en los problemas que tenemos y “pedir la gracia de encomendarnos a las manos de Dios”. Y pensar –añadió– en tanta gente que ni siquiera tiene una última caricia en el momento de morir. A propósito el Santo Padre recordó que hace tres días una persona sin hogar murió de frío en la calle, cerca de San Pedro. “En plena Roma, una ciudad con todas las posibilidades para ayudar. ¿Por qué Señor? Ni siquiera una caricia… Pero yo me fío porque Tú no decepcionas”.
Señor –concluyó– no te entiendo. Esta es una bonita oración. Pero sin entender, me encomiendo a tus manos.

COMENTARIO AL EVANGELIO DE HOY LUNES 14 DE MARZO DE 2016.

Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre
Cuaresma y Semana Santa
Cristo es nuestra luz, solo hace falta que nosotros seamos luz del mundo.
Por: Oscar Pérez
Fuente: Catholic.net
http://es.catholic.net/op/articulos/14368/jess-luz-del-mundo.html
Del santo Evangelio según san Juan 8, 12-20
En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida». Los fariseos le dijeron: «Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no vale». Jesús les respondió: «Aunque yo dé testimonio de mí mismo, mi testimonio vale, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y si juzgo, mi juicio es verdadero, porque no estoy yo solo, sino yo y el que me ha enviado. Y en vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo y también el que me ha enviado, el Padre, da testimonio de mí». Entonces le decían: «¿Dónde está tu Padre?» Respondió Jesús: «No me conocéis ni a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre». Estas palabras las pronunció junto al arca de las ofrendas, mientras enseñaba en el Templo. Y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora.
Oración introductoria
Señor, gracias por esta oportunidad de estar contigo en esta oración; te suplico me liberes de lo que pueda obscurecer tu verdad radiante, estoy abierto de mente y corazón para abrazar tu voluntad.
Petición
¡Ven, Espíritu Santo! Dame la luz de la fe.
Meditación del Papa Francisco
La coherencia de vida nos aleja de la mundanidad espiritual. Tú finges ser así, pero vives de otra forma. Es la mundanidad que se introduce en el espíritu humano y poco a poco va tomando posesión de él: es difícil identificarla desde el comienzo porque es como la polilla que lentamente destruye, carcome la tela y luego esa tela es inutilizable. Así el hombre que se deja llevar por la mundanidad pierde la identidad cristiana, la arruina, llegando a ser incapaz de coherencia.
En efecto está quien dice: «Oh, yo soy muy católico, padre, voy a misa todos los domingos, soy muy católico»; luego, sin embargo, en la vida cotidiana o en el trabajo es incapaz de ser coherente. Así, por ejemplo, cede ante el discurso de quien le propone: «Si me compras esto, hacemos este acuerdo y tú te quedas con una suma de dinero».
Esto no es coherencia de vida, esto es mundanidad. Y es precisamente la mundanidad la que conduce a la doble vida, la que es apariencia y la que es verdadera, y te aleja de Dios y destruye tu identidad cristiana. Por esto Jesús es tan fuerte cuando pide al Padre: Padre, no te pido que los quites del mundo sino que los salves, que no tengan el espíritu mundano, es decir ese espíritu que destruye la identidad ¡cristiana! (Cf Homilía de S.S. Francisco, 20 de noviembre de 2015, en Santa Marta).
Reflexión
Si echamos una mirada nos daremos cuenta que las nubes del materialismo han cubierto el horizonte cultural. La luz penetra cada vez menos. La esperanza parece menguar. En medio de la oscuridad brillan pequeñas lucecitas. Son luciérnagas. Fugaces momentos de felicidad que el mundo da. Así paga el mundo a los que le sirven. Les promete felicidad y diversión, y se los concede. Pero un instante, un suspiro; y después, la oscuridad.
Pero no estamos solos. Un rayo de esperanza rasga las nubes. Es Cristo que viene a recordarnos: “Yo soy la luz del mundo”.. Como nos dice el catecismo en el número 2466: el que cree en Él, no permanece en las tinieblas. El discípulo de Jesús, permanece en su palabra, para conocer «la verdad que hace libre» y que santifica.
Nosotros, como cristianos bautizados, estamos llamados a ser luz del mundo. ¿Cómo? Predicando el Evangelio del amor con el ejemplo de nuestra vida y el testimonio de nuestra palabra.
Reforzando la unidad familiar, por ejemplo rezando en familia; escuchando y compartiendo las penas de mi prójimo, ayudándolo cuando lo vea en apuros. En fin, la caridad es ingeniosa, hay mil maneras de vivirla. Sólo hace falta querer ser luz del mundo.
Propósito
Darme el tiempo y la paciencia para dar hoy un consejo, estímulo o ayuda a quien lo necesite.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, qué diverso sería mi comportamiento si nunca olvidara de dónde vengo y a dónde voy. Tú eres quien da significado, sentido, esperanza y propósito a mi vida. Las presiones de la sociedad afectan mis decisiones, el estira y afloja de la «moda» me apartan de la auténtica felicidad, por eso te suplico me des la luz de la fe para buscarte siempre y, unido a Ti, pueda ser la luz que ilumine a los que hoy encuentre en mi camino.

Lunes de la quinta semana de Cuaresma
Libro de Daniel 13,1-9.15-17.19-30.33-62.
Había en Babilonia un hombre llamado Joaquín.
Se había casado con una mujer llamada Susana, hija de Jilquías, que era muy bella y temerosa de Dios;
sus padres eran justos y habían educado a su hija según la ley de Moisés.
Joaquín era muy rico, tenía un jardín contiguo a su casa, y los judíos solían acudir donde él, porque era el más prestigioso de todos.
Aquel año habían sido nombrados jueces dos ancianos, escogidos entre el pueblo, de aquellos de quienes dijo el Señor: «La iniquidad salió en Babilonia de los ancianos y jueces que se hacían guías del pueblo.»
Venían éstos a menudo a casa de Joaquín, y todos los que tenían algún litigio se dirigían a ellos.
Cuando todo el mundo se había retirado ya, a mediodía, Susana entraba a pasear por el jardín de su marido.
Los dos ancianos, que la veían entrar a pasear todos los días, empezaron a desearla.
Perdieron la cabeza dejando de mirar hacia el cielo y olvidando sus justos juicios.
Mientras estaban esperando la ocasión favorable, un día entró Susana en el jardín como los días precedentes, acompañada solamente de dos jóvenes doncellas, y como hacía calor quiso bañarse en el jardín.
No había allí nadie, excepto los dos ancianos que, escondidos, estaban al acecho.
Dijo ella a las doncellas: «Traedme aceite y perfume, y cerrad las puertas del jardín, para que pueda bañarme.»
En cuanto salieron las doncellas, los dos ancianos se levantaron, fueron corriendo donde ella,
y le dijeron: «Las puertas del jardín están cerradas y nadie nos ve. Nosotros te deseamos; consiente, pues, y entrégate a nosotros.
Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que estaba contigo un joven y que por eso habías despachado a tus doncellas.»
Susana gimió: «¡Ay, qué aprieto me estrecha por todas partes! Si hago esto, es la muerte para mí; si no lo hago, no escaparé de vosotros.
Pero es mejor para mí caer en vuestras manos sin haberlo hecho que pecar delante del Señor.»
Y Susana se puso a gritar a grandes voces. Los dos ancianos gritaron también contra ella,
y uno de ellos corrió a abrir las puertas del jardín.
Al oír estos gritos en el jardín, los domésticos se precipitaron por la puerta lateral para ver qué ocurría,
y cuando los ancianos contaron su historia, los criados se sintieron muy confundidos, porque jamás se había dicho una cosa semejante de Susana.
A la mañana siguiente, cuando el pueblo se reunió en casa de Joaquín, su marido, llegaron allá los dos ancianos, llenos de pensamientos inicuos contra Susana para hacerla morir.
Y dijeron en presencia del pueblo: «Mandad a buscar a Susana, hija de Jilquías, la mujer de Joaquín.» Mandaron a buscarla,
y ella compareció acompañada de sus padres, de sus hijos y de todos sus parientes.
Todos los suyos lloraban, y también todos los que la veían.
Los dos ancianos, levantándose en medio del pueblo, pusieron sus manos sobre su cabeza.
Ella, llorando, levantó los ojos al cielo, porque su corazón tenía puesta su confianza en Dios.
Los ancianos dijeron: «Mientras nosotros nos paseábamos solos por el jardín, entró ésta con dos doncellas. Cerró las puertas y luego despachó a las doncellas.
Entonces se acercó a ella un joven que estaba escondido y se acostó con ella.
Nosotros, que estábamos en un rincón del jardín, al ver esta iniquidad, fuimos corriendo donde ellos.
Los sorprendimos juntos, pero a él no pudimos atraparle porque era más fuerte que nosotros, y abriendo la puerta se escapó.
Pero a ésta la agarramos y le preguntamos quién era aquel joven.
No quiso revelárnoslo. De todo esto nosotros somos testigos.» La asamblea les creyó como ancianos y jueces del pueblo que eran. Y la condenaron a muerte.
Entonces Susana gritó fuertemente: «Oh Dios eterno, que conoces los secretos, que todo lo conoces antes que suceda,
tú sabes que éstos han levantado contra mí falso testimonio. Y ahora voy a morir, sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí.»
El Señor escuchó su voz
y, cuando era llevada a la muerte, suscitó el santo espíritu de un jovencito llamado Daniel,
que se puso a gritar: «¡Yo estoy limpio de la sangre de esta mujer!»
Todo el pueblo se volvió hacia él y dijo: «¿Qué significa eso que has dicho?»
El, de pie en medio de ellos, respondió: «¿Tan necios sois, hijos de Israel, para condenar sin investigación y sin evidencia a una hija de Israel?
¡Volved al tribunal, porque es falso el testimonio que éstos han levantado contra ella!»
Todo el pueblo se apresuró a volver allá, y los ancianos dijeron a Daniel: «Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, ya que Dios te ha dado la dignidad de la ancianidad.»
Daniel les dijo entonces: «Separadlos lejos el uno del otro, y yo les interrogaré.»
Una vez separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo: «Envejecido en la iniquidad, ahora han llegado al colmo los delitos de tu vida pasada,
dictador de sentencias injustas, que condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables, siendo así que el Señor dice: ‘No matarás al inocente y al justo.’
Conque, si la viste, dinos bajo qué árbol los viste juntos.» Respondió él: «Bajo una acacia.»
«En verdad – dijo Daniel – contra tu propia cabeza has mentido, pues ya el ángel de Dios ha recibido de él la sentencia y viene a partirte por el medio.»
Retirado éste, mandó traer al otro y le dijo: «¡Raza de Canaán, que no de Judá; la hermosura te ha descarriado y el deseo ha pervertido tu corazón!
Así tratabais a las hijas de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a vosotros. Pero una hija de Judá no ha podido soportar vuestra iniquidad.
Ahora pues, dime: ¿Bajo qué árbol los sorprendiste juntos?» El respondió: «Bajo una encina.»
En verdad, dijo Daniel, tú también has mentido contra tu propia cabeza: ya está el ángel del Señor esperando, espada en mano, para partirte por el medio, a fin de acabar con vosotros.»
Entonces la asamblea entera clamó a grandes voces, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan en él.
Luego se levantaron contra los dos ancianos, a quienes, por su propia boca, había convencido Daniel de falso testimonio
y, para cumplir la ley de Moisés, les aplicaron la misma pena que ellos habían querido infligir a su prójimo: les dieron muerte, y aquel día se salvó una sangre inocente.
Salmo 23(22),1-3a.3b-4.5.6.
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.
Evangelio según San Juan 8,12-20.
Jesús les dirigió una vez más la palabra, diciendo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida».
Los fariseos le dijeron: «Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no vale».
Jesús les respondió: «Aunque yo doy testimonio de mí, mi testimonio vale porque sé de dónde vine y a dónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy.
Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie,
y si lo hago, mi juicio vale porque no soy yo solo el que juzga, sino yo y el Padre que me envió.
En la Ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido.
Yo doy testimonio de mí mismo, y también el Padre que me envió da testimonio de mí».
Ellos le preguntaron: «¿Dónde está tu Padre?». Jesús respondió: «Ustedes no me conocen ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre».
El pronunció estas palabras en la sala del Tesoro, cuando enseñaba en el Templo. Y nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora.
Comentario del Evangelio por
San Clemente de Alejandría (150-c. 215), teólogo
Stromatas
“Yo soy la luz del mundo”
Cuando tú, Señor Jesús, me conduces a la luz y encuentro a Dios, gracias a ti y, gracias a ti, recibo al Padre, soy coheredero contigo (Rm 8,17), ya que tú no te avergüenzas de tenerme como hermano. (Hb 2,11) Apartemos, pues, el olvido de la verdad, venzamos la ignorancia. Habiendo disipado las tinieblas que nos envuelven como una nube, contemplemos al Dios verdadero y proclamemos: “Bendita sea la luz verdadera.”
Porque la luz ha brillado sobre nosotros que estábamos hundidos en las tinieblas y en la sombra de la muerte. (Lc 1,79), luz más pura que el sol y más bella que la vida de este mundo. Esta luz es la vida eterna y todos aquellos que participan en la luz tienen vida eterna. La noche huye de la luz, se esconde por miedo y cede ante el día del Señor. La luz que no se puede apagar se ha extendido por todas partes, de Oriente a Occidente. Esto es lo que significa “la creación nueva”. En efecto, el sol de justicia (Ml 3,20) que ilumina toda cosa resplandece sobre toda la humanidad, a ejemplo de su Padre que hace salir el sol sobre todos los seres humanos (Mt 5,45) y deja caer sobre ellos el rocío de la verdad.
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MENSAJE DEL PAPA DURANTE EL REZO DEL ANGELUS DE HOY DOMINGO 13 DE MARZO DE 2016.

Texto completo del ángelus del domingo 13 de marzo de 2016
El Papa en el ángelus explica: ‘Dios no nos clava en nuestro pecado’, nos quiere liberar y esto es posible
•13 marzo 2016•Redaccion•El papa Francisco
Angelus 13-3-2016
El papa Francisco antes de la oración del Ángelus, ante la plaza de San Pedro (Foto Osservatore Romano – CTV)
En este quinto domingo de cuaresma, varios miles de fieles se reunieron en la plaza de San Pedro para rezar la oración del ángelus y recibir la bendición del papa Francisco, se dirigió a los presentes desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico. Abordando el tema del Evangelio del dia, el de la mujer adúltera, el Santo Padre recuerda que Dios no nos clava en nuestro pecado, que la adúltera quizás por primera siente reconocida su dignidad de persona, porque el Señor quiere la dignidad para cada uno de nosotros y nuestra conversión. Y que esto con la gracia de Dios es posible.
A continuación el texto completo antes de la oración del ángelus:
«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este quinto domingo de cuaresma, es tan lindo, a mi me gusta tanto leerlo y releerlo. Nos presenta el episodio de la mujer adúltera, poniendo en el centro el tema de la misericordia de Dios, que nunca quiere la muerte del pecador, pero que se convierta y viva.
La escena ocurre en la explanada del Templo. Jesús está enseñando a la gente, y aquí llegan algunos escribas y fariseos que arrastran delante de él a una mujer sorprendida en adulterio. Aquella mujer se encuentra así en medio de Jesús y de la multitud, entre la misericordia del Hijo de Dios y la violencia de sus acusadores.
En realidad esos no fueron al Maestro para pedirle su opinión, sino para tenderle una trampa. De hecno si Jesús seguirá la severidad de la ley, aprobando la lapidación de la mujer, perderá su fama de mansedumbre y bondad que tanto fascina al pueblo; si en cambio querrá ser misericordioso, deberá ir contra la ley, que Él mismo dijo no quería abolir sino cumplir.
Esta mala intención se esconde bajo la pregunta que le plantean a Jesús: “¿Tú que dices?”. Jesús no responde, se calla y cumple un gesto misterioso: “se inclinó y se puso a escribir con el dedo en la tierra”. Quizás hacía dibujos, algunos dicen que escribía los pecados de los fariseos, vaya a saber, pero escribía, estaba en otro lado. De esta manera invita a todos a la calma, a no actuar en la onda de la impulsividad, a buscar la justicia de Dios.
Pero aquellos malvados insisten y esperan de él una respuesta. Entonces Jesús levanta la mirada y les dice: “Quien de ustedes esté sin pecado, tire primero la primera piedra contra ella”.
Esta respuesta desorienta a los acusadores, los desarma a todos en el verdadero sentido de la palabra: todos depusieron las armas, o sea las piedras listas para ser arrojadas, sea aquellas visibles contra la mujer, sean aquellas escondidas contra Jesús.
Y mientras el Señor sigue escribiendo sobre el piso, a hacer dibujo, no lo sé, los acusadores de van uno después del otro, comenzando por los más ancianos que eran más conscientes de no estar sin pecado.
Qué bien nos hace tener consciencia de que también nosotros somos pecadores, cuando hablamos mal de los otros, todas estas cosas que todos nosotros conocemos bien.
Qué bien nos hará tener el coraje de hacer caer al piso las piedras que tenemos para arrojarle a los otros y pensar a nuestros pecados. Se quedaron allí solos la mujer y Jesús: la miseria y la misericordia, una delante del otro. Y esto cuantas veces nos sucede a nosotros delante del confesionario. Con vergüenza para hacer ver nuestra miseria y pedir perdón.
“Mujer dónde están”, le dice Jesús. Y basta esta constatación, y su mirada llena de misericordia y lleno de amor, para hacer sentir a aquella persona –quizás por la primera vez– que tiene una dignidad, que ella no es su pecado, que ella tiene una dignidad de persona, que puede cambiar vida, puede salir de sus esclavitudes y caminar en una vía nueva.
Queridos hermanos y hermanas, aquella mujer nos representa a todos nosotros, pecadores, o sea adúlteros delante de Dios, traidores a su fidelidad. Y su experiencia representa la voluntad de Dios para cada uno de nosotros: no nuestra condena, sino nuesta salvación a través de Jesús.
Él es la gracia que salva del pecado y de la muerte. Él ha escrito en el piso, en el polvo del que está hecho cada ser humano, la sentencia de Dios: “No quiero que tu mueras pero que tú vivas”.
Dios no nos clava a nuestro pecado, no nos identifica con el mal que hemos cometido. Tenemos un nombre y Dios no identifica este nombre con un pecado que hemos cometido. Nos quiere liberar y nosotros también lo queramos junto a Él. Quiere que nuestra libertad se convierta del mal al bien, y esto es posible, es posible con su gracia.
La Virgen María nos ayude a confiarnos completamente a la misericordia de Dios, para volvernos criaturas nuevas».
El papa reza la oración del ángelus y después dirige las siguientes palabras:
« Queridos hermanos y hermanas,
saludo a todos, provenientes de Roma, de Italia y de diversos países, en particular a los peregrinos de Sevilla, Friburgo (Alemania), Innsbruck y del Ontario (Canadá).
Saludo a los numerosos grupos parroquiales, entre los cuales los de fieles de Boiano, Potenza, Calenzano, Zevio y Agrópoli. Así como a los jóvenes de tantas partes de Italia: no puedo nombrarlos a todos, pero recuerdo a aquellos de Compiobbi e Mozzanica, a los de la Acción católica de la diócesis de Latina-Terracina, Sezze- Priverno, a los recién confirmados de Scandicci y de Milán y Lambrate.
Y ahora quiero renovar el gesto de donar a los presentes un Evangelio de bolsillo. Se trata del Evangelio de Lucas que leemos en los domingos de este año litúrgico. El librito lleva como título: “El Evangelio de la Misericordia de San Lucas”; de hecho el evangelista reporta las palabras de Jesús: “sean misericordiosos como es misericordioso el Padre vuestro”, del cual fue tomado el tema de este año jubilar.
Será distribuido gratuitamente por los voluntarios del Dispensario Pediátrico Santa Marta en el Vaticano, por algunos ancianos y abuelos de Roma. Cuanto mérito tienen estos abuelos y abuelas que transmiten la fe a los nietos. Invito a tomar este Evangelio y a leer un párrafo cada día. Así la misericordia del Padre habitará en el corazón y podrán llevarla a todos los que encuentran.
Y al final, en la página 123 están las siete obras de misericordia corporales y las siete obras de misericordia espirituales. Sería lindo que se las aprendieran de memoria, para que sea más fácil hacerlas. Les invito a tomar este Evangelio, para que la misericordia del Padre se vuelva obra en los aquí presentes. Y los voluntarios, abuelos y abuelas, piensen también a la gente que se quedó afuera, en la plaza Pio XII, porque no lograron entrar, para que ellos reciban este Evangelio.
Les deseo a todos un buen domingo. Y por favor no se olviden de rezar por mi. Que tengan uen almuerzo y hasta la próxima».
(Transcrito desde el audio por ZENIT)

COMENTARIO AL EVANGELIO DE HOY 13 DE MARZO DE 2016.

Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?
5o.Domingo de Cuaresma Ciclo C. ¡Cuánto agradecimiento y amor habrá nacido en el corazón de esa mujer. Se sintió respetada, aceptada como ella era!
Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Juan 8, 1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a Él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».
Oración introductoria
Señor, gracias por este Evangelio que me confirma tu actitud ante el pecado, como dijo SS Benedicto XVI, «no te interesa las caídas sino las levantadas». Aquí estoy, arrepentido de todo lo bueno que he dejado de hacer, confío en tu misericordia, te quiero y deseo amarte con un corazón más puro, te suplico me des esa gracia.
Petición
Ayúdame, Jesús, a experimentar tu misericordia para que pueda dispensarla a los demás.
Meditación del Papa Francisco
Los fariseos que llevan la adúltera a Jesús tenían adentro el corazón, la corrupción de la rigidez. Se sentían puros porque observaban la letra de la ley y porque decían: La ley dice esto y se debe hacer esto. Pero no eran santos, eran corruptos, porque una rigidez de este género solamente puede ir adelante en una doble vida y estos que condenaban a estas mujeres después iban a buscarlas de manera escondida, para divertirse un poco. Los rígidos son, uso el adjetivo que Jesús les daba a ellos, hipócritas. Tienen una doble vida. Con la rigidez no se puede ni siquiera respirar. […]
También hoy, el pueblo de Dios cuando encuentra a estos jueces, sufre un juicio sin misericordia, sea en el lado civil que en el eclesiástico. Y donde no hay misericordia no hay justicia. Cuando el pueblo de Dios se acerca voluntariamente para pedir perdón, para ser juzgado, cuantas veces, cuantas veces, encuentra a uno de estos.
Encuentra a los viciosos que son capaces de intentar explotarlos y esto es uno de los pecados más graves; encuentra a los negociantes que no le dan oxígeno a esa alma ni esperanza; y encuentra a los rígidos que castigan al penitente lo que ellos esconden en su alma. Esto se llama falta de misericordia.
Querría solamente decir que una de las palabras más bonitas del evangelio que a mí me conmueve tanto: «-¿Nadie te ha condenado? -No, nadie Señor. -Tampoco yo te condeno». El Tampoco yo te condeno es una de las palabras más hermosas, porque llenas de misericordia. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 23 de marzo de 2015, en Santa Marta).
Reflexión
Un grupo de judíos, capitaneados por algunos letrados y fariseos, presentan a Jesús a una mujer sorprendida en adulterio, con la intención de apedrearla.
¡Hipocresía y dureza de corazón que nos indigna! Acusan a una mujer y se amparan en la Ley de Moisés para poder condenarla a muerte y saciar en ella su sed de odio y de sangre, bajo la apariencia de «justicia ante la ley». Usan el nombre de Dios y de su santa Ley para matar, asesinar y quebrantar el mandamiento más importante, que es el de la caridad. Actitud mezquina e inmisericorde que, en vez de perdonar a quien falla y se equivoca, por los motivos que sean, se ceban en el pecador para condenarlo sin ninguna piedad ni compasión. Esto se llama fariseísmo y fanatismo. Algo de esto es lo que estamos viendo ahora todos los días en Medio Oriente y en muchas otras partes del mundo: violencia, terrorismo, kamikazes que se «inmolan» para matar, asesinar y sembrar el pánico entre la gente. ¡Matar en nombre de Dios! Eso es una contradicción.
Pero lo más lamentable y penoso de estos fariseos es que, además de acusar a esta pobre mujer, querían aprovechar esta ocasión para poder acusar y condenar a muerte al mismo Jesús. ¡Dos objetivos igualmente malvados y asesinos!
Sin embargo, el comportamiento de nuestro Señor es totalmente diferente: abre su corazón infinito, dulce y misericordioso para perdonar todas las heridas morales de esta mujer. Pero no sólo la perdona, sino que la comprende, la acoge, la defiende. Yo creo que, más que el mismo perdón -que ya es un gesto inmenso- lo más maravilloso de todo es la manera como lo ofrece: con un respeto infinito, una dulzura increíble, una comprensión inimaginable. Jesús no se escandaliza ni pone el grito en el cielo porque «esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio». Palabras textuales de los fariseos. ¡Hipócritas fanáticos y asesinos!
Jesús no. Él calla. Se mantiene sereno. Finge no oír las acusaciones. Se inclina y escribe en la tierra como para hacerse el desentendido. Hace la vista gorda y parece no ver ningún mal. Perdona. Comprende las miserias humanas.
Pero como los fariseos insistían en sus acusaciones, nuestro Señor se incorpora y responde con un golpe magistral, de los suyos, como Él sabe hacerlo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». Y después de esta sentencia, otra vez se inclina y continúa escribiendo en la tierra. No es la actitud orgullosa y desafiante del polemista que se siente ya vencedor del pleito. No. Permanece en su postura humilde, discreta, como para no humillar ni poner a nadie en evidencia, a pesar de que los acusadores sí que lo hacen. Jesús deja que sean ellos mismos quienes se desenmascaren delante de Dios y de su propia conciencia.
Y entonces -nos dice el Evangelio- «al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno». Juan añade, con un cierto tono de ironía: «empezando por los más viejos». Todos hemos pecado. Y si todos somos pecadores, ¿por qué nos empeñamos en ser tan crueles y duros con los que caen? Ya nuestro Señor nos lo había dicho en el Sermón de la Montaña: «¿Cómo puedes ver la paja del ojo de tu hermano, y no ves la viga que hay en el tuyo? ¡Hipócrita! Primero saca la viga del tuyo y luego podrás sacar la paja del ojo de tu hermano» (Mt 7, 3-5). Y, hablándonos del perdón, nos enseñó a perdonar sin condiciones a nuestro prójimo, «porque, si no perdonáis a quien os ofende, tampoco vuestro Padre Celestial perdonará a vosotros vuestras faltas» (Mt 5, 14-15; 18,35). San Pedro Crisólogo, hablando de la oración y de la misericordia, nos dice en el Sermón 43: «Es un mal solicitante el que espera obtener para sí lo que él niega a los demás». También el perdón y la compasión.
Ya cuando se han marchado todos los acusadores, entonces Jesús se incorpora y espera a que la mujer, toda temblorosa, se acerque hasta Él: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿ninguno te ha condenado?». «Ninguno, Señor» –respondió ella con grandísimo respeto, humildad y confusión. «Pues tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no peques más». ¡Qué maravillosas palabras, brotadas directamente del corazón de Dios! Jesús era el único que, en justicia, podía condenarla, porque Él no tenía pecado. Y, sin embargo, su actitud es de inmensa piedad y compasión, de ternura y misericordia hacia esa pobre mujer: «Vete y no peques más».
¿Cuánto agradecimiento y amor habrá nacido en el corazón de esa mujer? ¡Se sintió respetada, aceptada como ella era, también con sus miserias y pecados! Pero, sobre todo, se supo comprendida, perdonada, acogida y elevada a una dignidad mayor.
¡Éste es el poder y el secreto de la misericordia de nuestro Señor! Al igual que al hijo pródigo, la ternura del corazón de Dios destruye lo pasado, regenera, da nueva vida. El Papa Juan Pablo II, en su encíclica «Dives in misericordia» («Dios, rico en misericordia»), nos dijo que Él (el padre de la parábola, o sea Dios) actúa bajo el influjo de un profundo afecto y así se explica su generosidad; además, con su misericordia salva otro bien fundamental: la dignidad, la humanidad del hijo (DM, 6).
Es lo que hace Jesús al perdonar a la mujer y al perdonarnos a cada uno de nosotros. Nunca nos humilla. Nos respeta, nos eleva, nos dignifica. Y, sobre todo, nos lleva al Corazón del Padre, a la experiencia del amor infinito de Dios. Si así es la misericordia del Padre, ¿cómo no acercarnos a pedirle perdón y a reconciliarnos con Él?
Propósito
¿Qué estamos esperando para convertirnos en esta Cuaresma? ¿Por qué no volver a Dios con todo el corazón y con toda el alma, a través de la confesión y de los sacramentos? ¡No lo dejes para mañana! Hoy es el día de la salvación.
Diálogo con Cristo
Jesús, para experimentar y valorar auténticamente la misericordia necesito tomar conciencia de mi debilidad y poca correspondencia a tu gracia. Ayúdame a tener un encuentro personal contigo, como lo tuvo la mujer del Evangelio. Mi soberbia y mi sensualidad frenan mi deseo de conversión. Señor, dame el don de saber enmendar mis faltas al experimentar tu amor profundo.

domingo de la quinta semana de Cuaresma
Libro de Isaías 43,16-21.
Así habla el Señor, el que abrió un camino a través del mar y un sendero entre las aguas impetuosas;
el que hizo salir carros de guerra y caballos, todo un ejército de hombres aguerridos; ellos quedaron tendidos, no se levantarán, se extinguieron, se consumieron como una mecha.
No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas;
yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa.
Me glorificarán las fieras salvajes, los chacales y los avestruces; porque haré brotar agua en el desierto y ríos en la estepa, para dar de beber a mi Pueblo, mi elegido,
el Pueblo que yo me formé para que pregonara mi alabanza.
Salmo 126(125),1-2ab.2cd-3.4-5.6.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía que soñábamos:
nuestra boca se llenó de risas
y nuestros labios, de canciones.
Hasta los mismos paganos decían:
“¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!”.
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría!
¡Cambia, Señor, nuestra suerte
como los torrentes del Négueb!
Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones.
El sembrador va llorando
cuando esparce la semilla,
pero vuelve cantando
cuando trae las gavillas.
Carta de San Pablo a los Filipenses 3,8-14.
Más aún, todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo.
y estar unido a él, no con mi propia justicia -la que procede de la Ley- sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe.
Así podré conocerlo a él, conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta hacerme semejante a él en la muerte,
a fin de llegar, si es posible, a la resurrección de entre los muertos.
Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús.
Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante
y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.
Evangelio según San Juan 8,1-11.
Jesús fue al monte de los Olivos.
Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.
Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos,
dijeron a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?».
Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo.
Como insistían, se enderezó y les dijo: «El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra».
E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.
Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí,
e incorporándose, le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?».
Ella le respondió: «Nadie, Señor». «Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante».
Comentario del Evangelio por
Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022), monje griego
Himno 45
“Yo tampoco no te condeno… Yo soy la luz del mundo” (Jn 8,11-12)
Oh Dios mío, que amas tanto perdonar, mi Creador,
haz crecer sobre mí el esplendor de tu inaccesible luz
para llenar de gozo mi corazón.
¡Ah, no te irrites! ¡Ah, no me abandones!
pero haz que mi alma resplandezca de tu luz,
porque tu luz, oh Dios mío, eres tú…
Me extravié del camino recto, del camino divino,
y, lamentablemente, abandoné la gloria que se me había dado.
Me despojé del vestido luminoso, el vestido divino,
y, caído en las tinieblas, yazgo ahora en las tinieblas,
y no soy consciente de que estoy privado de luz…
Porque si tú has brillado desde lo alto, si te has aparecido en la oscuridad,
si has venido al mundo, oh Misericordioso, si has querido
vivir con los hombres, según nuestra condición, por amor al hombre,
si… tú has dicho que eres la Luz del mundo (Jn 8,12)
y nosotros no te vemos,
¿no es porque somos totalmente ciegos
y más desdichados que los ciegos, oh Cristo mío?…
Pero tú, que eres todos los bienes, que los das sin cesar
a tus servidores, a los que ven tu luz…
Quien te posee, en ti lo posee realmente todo.
¡que yo no sea privado de ti, Maestro! ¡que no sea privado de ti, Creador!
¡Que no sea privado de ti, Misericordioso, yo, humilde extranjero…!
Te lo ruego, ponme junto a ti
aunque sea verdad que he multiplicado los pecados más que todos los hombres.
Acoge mi oración como la del publicano (Lc 18,13),
como la de la prostituta (Lc 7,38), Maestro, aunque yo no llore como ella…
¿No eres tú, manantial de piedad, fuente de misericordia
y río de bondad? : por estos títulos, ¡ten piedad de mi!
Sí, tú que has tenido las manos, tú que has tenido los pies clavados en la cruz,
y tu costado traspasado por la lanza, Compasivo Señor,
ten piedad de mí y arráncame del fuego eterno…
Que en este día permanezca ante ti sin condenación
para ser acogido dentro tu sala de bodas
donde compartiré tu felicidad, mi buen Señor,
en el gozo inexpresable, por todos los siglos. Amén.
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