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EDD. sábado 02 de diciembre de 2017.

Fuente :  http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20150922
 
Sábado de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario.
 
Libro de Daniel 7,15-27.
Yo, Daniel, quedé profundamente turbado en mi espíritu, y las visiones de mi imaginación me llenaron de espanto.
Me acerqué a uno de los que estaban de pie y le pregunté la verdad acerca de todo aquello. El me habló y me hizo conocer la interpretación de las cosas.
«Esos cuatro animales enormes son cuatro reyes que se alzarán de la tierra;
y los Santos del Altísimo recibirán la realeza, y la poseerán para siempre, por los siglos de los siglos».
Entonces quise saber la verdad acerca del cuarto animal, que era diferente de todos los demás, extremadamente horrible, y que tenía dientes de hierro y garras de bronce: el que devoraba, trituraba y pisoteaba el resto con las patas;
y también acerca de los diez cuernos de su cabeza, y del otro cuerno que se había elevado y ante el cual habían caído tres; es decir, el cuerno que tenía ojos y una boca que hablaba con insolencia, y que parecía más grande que los otros.
Yo miraba, y este cuerno hacía la guerra a los Santos del Altísimo y prevalecía sobre ellos,
hasta que vino el Anciano, se hizo justicia a los Santos del Altísimo y llegó el momento en que los Santos entraron en posesión de la realeza.
El habló así: «En lo que respecta al cuarto animal, habrá sobre la tierra un cuarto reino, diferente de todos los reinos: él devorará toda la tierra, la pisoteará y la triturará.
En cuanto a los diez cuernos, de este reino surgirán diez reyes, y otro surgirá después de ellos: será diferente de los anteriores y abatirá a tres reyes.
Hablará contra el Altísimo y maltratará a los Santos del Altísimo. Tratará de cambiar los tiempos festivos y la Ley, y los Santos serán puestos en sus manos por un tiempo, dos tiempos y la mitad de un tiempo.
Pero luego se sentará el tribunal, y a ese rey se le quitará el dominio, para que sea destruido y aniquilado definitivamente.
Y la realeza, el dominio y la grandeza de todos los reinos bajo el cielo serán entregados al pueblo de los Santos del Altísimo. Su reino es un reino eterno, y todos los imperios lo servirán y le obedecerán».
 
Libro de Daniel 3,82.83.84.85.86.87.
Todos los hombres, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Israel, bendice al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Sacerdotes del Señor, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Servidores del Señor, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Espíritus y almas de los justos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Santos y humildes de corazón, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
 
Evangelio según San Lucas 21,34-36.
Jesús dijo a sus discípulos:
«Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes
como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.
Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre».
 
Comentario del Evangelio por San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia. Homilía sobre el salmo 95, 14-15, CCL 39, 1351-1353).
 
“Que se alegren los cielos y regocije la tierra…ante el Señor que viene” (Sal 96).
“Que griten de júbilo los árboles del bosque” (Sal 96,12). El Señor ha venido una primera vez para juzgar la tierra. Encontrará saltando de gozo a aquellos que  han creído en su primera venida, “porque viene”. Aunque tú seas injusto ¿el juez no será justo? Porque tu eres un mentiroso ¿la verdad no será verídica? Si quieres hallar un juez misericordioso, sé tú misericordioso antes de que venga. Perdona si te han ofendido, da de los bienes que posees en abundancia.
 
Y ¿de qué darás sino de lo que has recibido? Si dieras de tus bienes serías generoso. Pero como das de lo que has recibido del Señor, no haces otra que cosa que restituir. “¿Qué tienes que no hayas recibido?” (1Cor 4,7). Estos son los sacrificios agradables a Dios: misericordia, humildad, agradecimiento, paz, caridad. Si aportamos estos dones, esperaremos con tranquilidad la llegada del juez “que viene a juzgar la tierra: gobernará el mundo con justicia, a las naciones con fidelidad” (Sal 96,13).

Homilía para la Eucaristía del Domingo 03 de diciembre de 2017

Hermanos, iniciamos el Adviento. Les invito al Retiro que tendremos en la Parroquia el sábado 16, de 9 a 12 horas.
No olviden traer algo para la campaña de Navidad.

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO.

Isaías 63,16-17.19; 64,2-7: Oración en la que a Dios se le llama “Padre” y “Redentor”. El profeta sabe que la salvación sólo puede venir de Dios. “Si rasgase el cielo”… El hombre debe reconocer que es pecador, como un trapo sucio…pero Dios es Padre y Redentor.

1Corintios 1,3-9: Pablo saluda a los destinatarios y desea que se encuentren irreprochables cuando venga el Señor.

Marcos 13,33-37: el tema: la Vigilancia, que es la expresión de la Esperanza cristiana. La vigilancia es una tarea, consiste en trabajar, aprovechar bien el tiempo.

1.- Adviento = Venida del Señor. Vivir la Esperanza es una verdad que a veces no sabemos entender y, por eso, no sabemos vivir. Porque las verdades son para ser vividas. Así, la Fe sabemos cómo vivirla: en las obras, ya que una fe sin obras está muerta. La Caridad la expresamos amando a Dios y al prójimo. Pero con la Esperanza como que nos quedamos estancados, paralizados. No atinamos cómo expresar la esperanza. La esperanza (como virtud teologal) es aguardar confiadamente la bendición divina y la bienaventurada visión de Dios.

Vivir la esperanza implica dos cosas: una, evitar la desesperación, es decir, dejar de esperar de Dios la salvación y el perdón.  Dos, evitar la presunción, es decir, presumir de las propias capacidades, no necesitar de Dios; presumir de la misericordia, abusar de la misericordia.

2.- La Venida del Señor. Generalmente nos quedamos con la idea que ésta será al final de los tiempos. No sabemos ni el día ni la hora en que vendrá el Señor. Pero esta venida del Señor hay que entenderla de su actuación permanente en la Iglesia: el Señor siempre está viniendo a su Iglesia; su presencia última en la vida de cada uno a la hora de nuestra muerte: el Señor viene a nosotros; su venida al final de los tiempos: la Parusía.

El Señor siempre está viniendo, por eso la tarea o actividad del creyente es la vigilancia. Y la Palabra del Señor en el evangelio de hoy es un llamado a la vigilancia, que es la mejor manera de vivir la esperanza. El Dueño de casa, que es el Señor, nos da esta tarea: vigilar esperando al Señor que va a venir. Este tiempo acentúa la esperanza con la certeza de que el Señor ya vino en Navidad, pero que sigue viniendo.

3.- Israel puso su esperanza en el Señor, el único que lo podía salvar, ya que reconoce en el Señor a su Padre y Redentor, el único que puede hacerse cargo de su mal.  Pero cuando le llegó el tiempo de su visita no supo reconocer la venida del Señor.

Lo mismo puede sucederle a la Iglesia, al cristiano. Cuando se encandila con este mundo nada ve, pierde la visión de futuro, vive sin esperanza. Y lo importante es saber esperar. El que no tiene esperanza cae en un pesimismo, en un derrotismo. Eso es lo mismo que dejarse morir.

Lo digo por experiencia. La realidad para los sacerdotes, hoy, es negativa, somos una especie en extinción. “Aquí no hay nada más que hacer”, dicen algunos. Cuando una iglesia, una congregación religiosa pierde la esperanza cae en un derrotismo feroz. Pero hoy el Señor nos invita a cobrar ánimos, el Señor se manifestará.

4.- Adviento, suena como a quejido amoroso: “Ven, Señor, no tardes”.

Cuando nos sintamos invadidos por el desaliento, el pesimismo, desde lo más íntimo de nuestro ser digamos: “¡Restáuranos, Señor del universo!” La iglesia, Esposa de Cristo, clama en cada eucaristía: “Ven, Señor Jesús”. Y en cada eucaristía el Señor nos dice: “Mira, que estoy viniendo, déjame sitio en tu vida”.

Por eso, con fe y esperanza alegre comencemos este hermoso tiempo de Adviento.

                                            Hermano Pastor Salvo Beas.

Comentario al evangelio de hoy viernes 01 de diciembre de 2017

Atención a los signos de mi tiempo.

Viernes XXXIV del tiempo ordinario.
Por: H. Cristian Gutiérrez, L.C.
Fuente:  http://es.catholic.net/op/articulos/67570/atencion-a-los-signos-de-mi-tiempo.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Quiero, Señor, prepararte un buen lugar en mi corazón durante este adviento. Quiero compartir contigo este rato de intimidad. Tú conoces mejor que nadie lo que soy, lo que necesito, lo que quiero, y por ello pongo todo en tus manos. Te amo y quiero amarte más. Aumenta mi fe, mi esperanza, mi amor. Permíteme entrar en tu presencia y conocerte un poco más. Tú sabes todo, Señor, sabes que te quiero.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 21,29-33
En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos esta comparación: «Fíjense en la higuera y en los demás árboles. Cuando ven que empiezan a dar fruto, saben que ya está cerca el verano. Así también, cuando vean que suceden las cosas que les he dicho, sepan que el Reino de Dios está cerca. Yo les aseguro que antes de que esta generación muera, todo esto se cumplirá. Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¡Qué importante es, Señor, descubrir tu acción en mi vida! En este pasaje invitas a los discípulos a fijarse en los signos de los tiempos que profetizas porque ellos son la señal de que está cerca tu Reino. Pero esto no es algo del pasado, en que profetizabas la destrucción de Jerusalén. Tampoco es algo sólo del final del mundo. Es una invitación actual, del aquí y del ahora.

Me invitas a descubrir, en todos los sucesos del día a día de mi vida, tu mano providente que me va dejando mensajes. Mensajes de amor, de cariño, de afecto, de ternura, de misericordia, de paciencia, de perdón, de exigencia.
Como cristiano, creo que nada en mi vida pasa por casualidad, por la fuerza de las estrellas, por el horóscopo. Los signos de mi vida no se buscan fuera de ella, sino dentro. No en el movimiento de los astros, en una baraja de cartas y todas esas cosas. Tus mensajes los descubro en la mirada de mis padres, en la sonrisa de los niños, en la conversación con un amigo, en el descanso de la noche, en la belleza del amanecer de un nuevo día que me das, en las muestras de cariño de mi cónyuge, en las responsabilidades que cumplo con dedicación.
Los cielos y la tierra pasarán pero tus palabras no, porque ellas siguen teniendo eco en todos los sucesos de mi existencia. ¡Cuán ciego soy que no sé descifrar tus mensajes en los signos de mi vida!
La vida, la salud, el trabajo, la familia, los amigos, las reuniones, los descansos, los encuentros casuales…en todo ello me dejas un mensaje que quieres que yo reciba y asimile. Dame, Señor, un espíritu sobrenatural que me permita contemplarte presente y actuando en mi vida. Que en este adviento de preparación a tu venida, mi actuar cotidiano sea la mejor preparación para la navidad.

Muchos esperan todavía conocer a Jesús, único Redentor del hombre, y no pocas situaciones de injusticia y malestar moral y material interpelan a los creyentes. Una misión tan urgente requiere una conversión personal y comunitaria. Sólo los corazones plenamente abiertos a la acción de la gracia son capaces de interpretar los signos de los tiempos y de recibir el llamamiento de la humanidad necesitada de esperanza y paz.
(Homilía de S.S. Francisco, 18 de febrero de 2017).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En la noche agradeceré a Dios todo lo bueno, y lo no tan bueno, que me ha pasado en este día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
 

EDD. viernes 01 de diciembre de 2017.

Fuente :  http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20171130
 
Viernes de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario.
 
Libro de Daniel 7,2-14.
Daniel tomó la palabra y dijo: Yo miraba en mis visiones nocturnas, y vi los cuatro vientos del cielo que agitaban el gran mar.
Y cuatro animales enormes, diferentes entre sí, emergieron del mar.
El primero era como un león y tenía alas de águila. Yo estuve mirando hasta que fueron arrancadas sus alas; él fue levantado de la tierra y puesto de pie sobre dos patas como un hombre, y le fue dado un corazón de hombre.
Luego vi otro animal, el segundo, semejante a un oso; él estaba medio erguido y tenía tres costillas en su boca, entre sus dientes. Y le hablaban así: «¡Levántate, devora carne en abundancia!».
Después de esto, yo estaba mirando y vi otro animal como un leopardo; tenía cuatro alas de pájaro sobre el dorso y también cuatro cabezas, y le fue dado el dominio.
Después de esto, yo estaba mirando en las visiones nocturnas y vi un cuarto animal, terrible, espantoso y extremadamente fuerte; tenía enormes dientes de hierro, comía, trituraba y el resto lo pisoteaba con las patas. Era diferente de todos los animales que lo habían precedido, y tenía diez cuernos.
Yo observaba los cuernos, y vi otro cuerno, pequeño, que se elevaba entre ellos. Tres de los cuernos anteriores fueron arrancados delante de él, y sobre este cuerno había unos ojos como de hombre y una boca que hablaba con insolencia.
Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente.
Un río de fuego brotaba y corría delante de él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros
Yo miraba a causa de las insolencias que decía el cuerno: estuve mirando hasta que el animal fue muerto, y su cuerpo destrozado y entregado al ardor del fuego.
También a los otros animales les fue retirado el dominio, pero se les permitió seguir viviendo por un momento y un tiempo.
Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él.
Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido.
 
Libro de Daniel 3,75.76.77.78.79.80.81.
Montañas y colinas, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todo lo que brota sobre la tierra, bendiga al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Manantiales, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Mares y ríos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Cetáceos y todo lo que se mueve en las aguas, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todas las aves del cielo, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todas las fieras y animales, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
 
Evangelio según San Lucas 21,29-33.
Jesús hizo a sus discípulos esta comparación:
«Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol.
Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano.
Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca.
Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.»
 
Comentario del Evangelio por Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157), abad cisterciense. 1er sermón para el Adviento.
 
«Sepan que el Reino de Dios está cerca»
¡Señor Jesús, las gracias te sean dadas! Estamos ante ti, te esperamos. «Dentro de poco tiempo, y dentro de poco tiempo»: tú haces promesa tras promesa; y yo de una vez por todas, confió en ellas. Sin embargo, «ven y ayúdame en mi incredulidad» para que, permaneciendo allí, te espere, y te espere todavía, hasta que al fin vea lo que creo. Si, lo creo, «veré los bienes del Señor, en la tierra de la vida».
¿Y tu hermano, lo crees? entonces «espera al Señor, sé valiente, que tu corazón se fortalezca, que espere con paciencia al Señor ». Si el Señor prescribe una larga paciencia, también promete venir pronto. Es que a veces nos forma en la paciencia, y a veces reconforta a los desalentados; asusta a los negligentes, activa a los perezosos. «Ten en cuenta que vendré pronto, y que traeré mi recompensa conmigo, para pagar a cada uno según sus obras». Y hablando a Jerusalén, agrega: «Pronto vendrá tu salvación, ¿porque dejarte consumir por el dolor?»
Es cierto, el tiempo es corto, sobre todo para cada uno de nosotros, pese a que aparenta ser largo para quien se consume por la pena, o por el amor. Él vendrá, vendrá seguramente, ese Señor, el objeto de nuestro temor y de nuestro deseo, el reposo y la recompensa de aquellos que sufren, ternura y abrazos para aquellos que aman, la beatitud de todos, Jesucristo, Nuestro Salvador.
(Referencias bíblicas: Jn 16:16; Mc 9:24; Sal 26:13-14; Ap 22:12; 1 Co 7:29)

EDD. jueves 30 de noviembre de 2017.

Fuente :  http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20171129
 
Fiesta de san Andrés, apóstol
Carta de San Pablo a los Romanos 10,9-18.
Hermanos:
Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado.
Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación.
Así lo afirma la Escritura: El que cree en él, no quedará confundido.
Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan.
Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.
Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica?
¿Y quiénes predicarán, si no se los envía? Como dice la Escritura: ¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias!
Pero no todos aceptan la Buena Noticia. Así lo dice Isaías: Señor, ¿quién creyó en nuestra predicación?
La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo.
Yo me pregunto: ¿Acaso no la han oído? Sí, por supuesto: Por toda la tierra se extiende su voz y sus palabras llegan hasta los confines del mundo.
Salmo 19(18),2-3.4-5.
El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje
y las noches se van dando la noticia.
Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,
resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo.
Allí puso una carpa para el sol
 
Evangelio según San Mateo 4,18-22.
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores.
Entonces les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres».
Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.
Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.
Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
 
Comentario del Evangelio por Benedicto XVI, papa 2005-2013. Audiencia general – Miércoles 14 de junio de 2006 – © Libreria Editrice Vaticana.
 
San Andrés, el apóstol del mundo griego.
La primera característica que impresiona en Andrés es el nombre:  no es hebreo, como se podría esperar, sino griego, signo notable de que su familia tenía cierta apertura cultural. (…) En Jerusalén, poco antes de la Pasión. Con motivo de la fiesta de la Pascua (…) habían ido a la ciudad santa también algunos griegos (…) para adorar al Dios de Israel en la fiesta de la Pascua. Andrés y Felipe, los dos Apóstoles con nombres griegos, hacen de intérpretes y mediadores de este pequeño grupo de griegos ante Jesús. (…)Jesús dice a los dos discípulos y, a través de ellos, al mundo griego: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trino no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto» (Jn 12, 23-24). ¿Qué significan estas palabras en este contexto? Jesús quiere decir: sí, mi encuentro con los griegos tendrá lugar, pero no se tratará de una simple y breve conversación con algunas personas, impulsadas sobre todo por la curiosidad. Con mi muerte, que se puede comparar a la caída en la tierra de un grano de trigo, llegará la hora de mi glorificación. De mi muerte en la cruz surgirá la gran fecundidad: el «grano de trigo muerto» —símbolo de mí mismo crucificado— se convertirá, con la resurrección, en pan de vida para el mundo; será luz para los pueblos y las culturas. (…)En otras palabras, Jesús profetiza la Iglesia de los griegos, la Iglesia de los paganos, la Iglesia del mundo como fruto de su Pascua.
Según tradiciones muy antiguas, Andrés (…) fue el apóstol de los griegos en los años que siguieron a Pentecostés. Esas tradiciones nos dicen que durante el resto de su vida fue el heraldo y el intérprete de Jesús para el mundo griego. Pedro, su hermano, llegó a Roma desde Jerusalén, pasando por Antioquía, para ejercer su misión universal; Andrés, en cambio, fue el apóstol del mundo griego: así, tanto en la vida como en la muerte, se presentan como auténticos hermanos; una fraternidad que se expresa simbólicamente en la relación especial de las sedes de Roma y Constantinopla, Iglesias verdaderamente hermanas.

Comentario al evangelio de hoy miércoles 29 de noviembre de 2017

No tengan miedo.

Miércoles XXXIV del tiempo ordinario.
Por: H. César Yali Molina Flores, L.C.
 
 
Fuente: http://es.catholic.net/op/articulos/67500/no-tengan-miedo.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia de poder ser dócil a tu palabra, para que surja en mí la valentía y el amor de proclamar el Evangelio a toda la gente.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según Lucas 21, 12-19
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Los perseguirán y los apresarán, los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernantes por causa mía. Con esto ustedes darán testimonio de mí.
Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.
Los traicionarán hasta sus padres y hermanos, sus parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Palabras fuertes las del Evangelio. Humanamente no es fácil escuchar lo que se ha de sufrir si se quiere seguir a Cristo, sin embargo, lo más importante es el acompañamiento de Dios en toda situación adversa que vivo. Esto se observa en las palabras «Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.» El mundo hace creer que estoy luchando solo(a), pero Dios dice «Yo estoy contigo».
Siempre camino acompañado (a), en los momentos de alegría y en los momentos de sufrimiento, Jesús ríe y llora conmigo, por eso hoy invita a que le vea y camine por la vida viéndole, confiando que juntos alcanzaremos la meta. «No tengáis miedo» (S. Juan Pablo II) – palabras con que inicio su pontificado -, él mismo no tuvo miedo y su pontificado ha marcado la historia, yo también puedo hacer un cambio en mi propia historia si veo que Cristo camina conmigo y no tengo miedo de seguir adelante, de vivir la vida y ser feliz.
La historia de la Iglesia es rica de ejemplos de personas que han soportado tribulaciones y sufrimientos terribles con serenidad, porque tenían la conciencia de estar seguros en las manos de Dios. Él es un Padre fiel, es un Padre primoroso, que no abandona a sus hijos. ¡Dios no nos abandona nunca! Esta certeza debemos tenerla en el corazón: ¡Dios no nos abandona nunca! Permanecer firmes en el Señor, en la certeza de que Él no nos abandona, caminar en la esperanza, trabajar para construir un mundo mejor, no obstante las dificultades y los acontecimientos tristes que marcan la existencia personal y colectiva, es lo que cuenta de verdad; es lo que la comunidad cristiana está llamada a hacer para salir al encuentro del «día del Señor».
(Homilía de S.S. Francisco, 13 de noviembre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy procuraré hablar y actuar de manera que lleve a las almas a encontrarse con Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
 

EDD. miércoles 29 de noviembre de 2017

Fuente :  http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=commentary&localdate=20171129
 
Miércoles de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario
 
Libro de Daniel 5,1-6.13-14.16-17.23-28.
El rey Baltasar ofreció un gran banquete a mil de sus dignatarios, y bebió vino en la presencia de esos mil.
Estimulado por el vino, Baltasar mandó traer los vasos de oro y plata que Nabucodonosor, su padre, había sacado del Templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas.
Entonces trajeron los vasos de oro que habían sido sacados del Templo, de la Casa de Dios en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas.
Mientras bebían vino, glorificaban a los dioses de oro y plata, de bronce, hierro, madera y piedra.
De pronto, aparecieron unos dedos de mano humana, que escribían sobre el estuco del muro del palacio real, frente al candelabro, y el rey veía el extremo de esa mano que escribía.
Entonces el rey cambió de color y sus pensamientos lo llenaron de espanto; se le aflojaron todos los miembros y se entrechocaban sus rodillas.
Daniel fue introducido en la presencia del rey, y este, tomando la palabra, le dijo: «¿Así que tú eres Daniel, uno de los deportados judíos que el rey, mi padre, hizo venir de Judá?
Yo he oído decir que en ti reside el espíritu de los dioses, y que se han hallado en ti clarividencia, perspicacia y una sabiduría superior.
Yo he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver problemas. Si tú ahora puedes leer la inscripción y me haces conocer su interpretación, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro en tu cuello y ocuparás el tercer puesto en el reino».
Daniel tomó la palabra y dijo en presencia del rey: «Puedes guardar para ti tus dones y dar a otros tus regalos; de todas maneras, yo leeré al rey la inscripción y le haré conocer su interpretación.
Te has exaltado contra el Señor del cielo: han traído a tu presencia los vasos de su Casa, y han bebido vino en ellos, tú y tus dignatarios, tus mujeres y tus concubinas; has glorificado a los dioses de plata y oro, de bronce, hierro, madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni entienden, pero no has celebrado al Dios que tiene en su mano tu aliento y a quien pertenecen todos tus caminos.
Por eso ha sido enviada esta mano de parte de él, y ha sido trazada esta inscripción.
Esta es la inscripción que ha sido trazada: Mené, Tequel, Parsín.
Y esta es la interpretación de las palabras: Mené: Dios ha contado los días de tu reinado y les ha puesto fin;
Tequel: tú has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso;
Parsín: tu reino ha sido dividido y entregado a los medos y a los persas».
 
Libro de Daniel 3,62.63.64.65.66.67.
Sol y luna, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Astros del cielo, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Lluvias y rocíos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todos los vientos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Fuego y calor, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Frío y heladas, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
 
Evangelio según San Lucas 21,10-19. 
Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida:
Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.
Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.
Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.
 
Comentario del Evangelio por San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia. 2º sermón sobre el salmo 26.
 
«No caerá ni uno sólo de vuestros cabellos. Con vuestra perseverancia obtendréis la vida»
«Se levantan contra mí testigos falsos que respiran violencia» (Sl 26,12)… El salmista lucha contra los que le persiguen y atormentan; pierde el aliento, sufre, pero se mantiene firme; está seguro porque Dios le sostiene, Dios le ayuda, Dios le conduce, Dios le guía. A la vez que transportado de gozo por lo que ha podido admirar y cantar, y agotado por los gemidos a causa de lo que ha tenido que sufrir, al fin respira y grita: «Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida» (v.13). ¡Oh cuan dulce es la bondad del Señor, inmortal, incomparable, eterna, inmutable! Y ¿cuándo te veré, oh bondad del Señor? «Lo creo, te veré» pero no en la tierra de los mortales, sino «en el país de la vida». El Señor me hará salir de la tierra de los mortales, él, que por mi se ha dignado aceptar esta tierra de los mortales y morir entre las manos de mortales…
Escuchemos también nosotros, la voz del Señor que desde lo alto nos exhorta, nos consuela; escuchemos la voz de aquel que tenemos por padre y por madre (cf v.10). Porque él ha oído nuestros gemidos, ha visto nuestros suspiros, ha sondeado los deseos de nuestro corazón, «la sola cosa que pedimos» (v.4). Gracias a la intercesión de Cristo, acoge favorablemente nuestra única oración, nuestra única petición. Y mientras acabamos nuestro peregrinaje en este mundo, aunque la ruta sea larga, no dejará de darnos lo que nos ha prometido. Nos dice: «Espera en el Señor». El que nos lo ha prometido es todopoderoso, es verídico, es fiel. «Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor» (v.14). No te dejes, pues, turbar.

Comentario al evangelio de hoy martes 28 de noviembre de 2017

Dispuestos aceptar la voluntad de Dios.

Santo Evangelio según San Lucas 21, 5-11. Martes XXXIV del tiempo ordinario.
Por: H. Jorge Alberto Leaños Gacía, L.C. 
 
 
Fuente: http://es.catholic.net/op/articulos/67484/dispuestos-aceptar-la-voluntad-de-dios.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Quiero dejarme guiar por el camino de la verdad, ya sea en la luz o en la obscuridad. Correré, tal vez sin ver, tomando fuertemente tu mano. Mi disposición es clara: no temeré porque Tú marcas mis pasos.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según Lucas 21, 5-11
En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que la adornaban, Jesús dijo: «Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando: todo será destruido».
Entonces le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?».
Él les respondió: «Cuídense que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin».
Luego les dijo: «Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Intentemos no ver el templo de Jerusalén, sino el templo de nuestro cuerpo. Cuántas veces lo alabamos como si fuera lo más maravilloso del mundo. Después de haber inflado nuestro «ego» Dios nos dice que no quedará piedra sobre piedra. Podemos pensar demasiado en lo terrenal.
Intentemos no ver el fin de los tiempos sino el fin de nuestro tiempo. Cuando se alce la lucha en nuestro interior contra los propios defectos… no tengamos miedo, «si Dios está con nosotros, quién contra nosotros» (Romanos 8, 31). Podemos espantarnos al ver nuestra imperfección y nuestra debilidad. Veremos, más de alguna vez, los signos de la derrota entre tinieblas y tormentas, pero en el interior debemos poner atención a esa voz suave, sencilla, profunda: ¡No tengas miedo!
Ahora que se escucha tanto del fin del mundo, cuidado con que nadie os engañe que nuestro fin puede llagar ahora o puede llegar en años. Lo importante es siempre estar preparados y dispuestos a aceptar la voluntad de Dios. Vivamos de cara a la eternidad.

¡Podemos imaginar el efecto de estas palabras sobre los discípulos de Jesús! Pero Él no quiere ofender al templo, sino hacerles entender, a ellos y también a nosotros hoy, que las construcciones humanas, incluso las más sagradas, son pasajeras y no hay que depositar nuestra seguridad en ellas. En nuestra vida ¡Cuántas presuntas certezas pensábamos que fuesen definitivas y después se revelaron efímeras! Por otra parte, ¡cuántos problemas nos parecían sin salida y luego se superaron!
(Homilía de S.S. Francisco, 13 de noviembre de 2016).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy cambiaré una cosa en concreto que no demuestre que vivo de cara a la eternidad.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

EDD. martes 28 de noviembre de 2017.

Fuente :  http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20171125
Martes de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario
Libro de Daniel 2,31-45. 
Tú, rey, estabas mirando, y viste una gran estatua. Esa estatua, enorme y de un brillo extraordinario, se alzaba delante de ti, y su aspecto era impresionante.
Su cabeza era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus caderas, de bronce;
sus piernas, de hierro, y sus pies, parte de hierro y parte de arcilla.
Tú estabas mirando, y de pronto se desprendió una piedra, sin que interviniera ninguna mano: ella golpeó la estatua sobre sus pies de hierro y de arcilla, y los pulverizó.
Entonces fueron pulverizados al mismo tiempo el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro; fueron como la paja en la era durante el verano: el viento se los llevó y no quedó ningún rastro. En cuanto a la piedra que había golpeado la estatua, se convirtió en una gran montaña, y llenó toda la tierra.
Este fue el sueño; ahora diremos su interpretación en presencia del rey.
Tú, rey, eres el rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha conferido la realeza, el poder, la fuerza y la gloria;
él ha puesto en tus manos a los hombres, los animales del campo y las aves del cielo, cualquiera sea el lugar donde habitan, y te ha hecho dominar sobre todos ellos: por eso la cabeza de oro eres tú.
Después de ti surgirá otro reino inferior a ti, y luego aparecerá un tercer reino, que será de bronce y dominará sobre toda la tierra.
Y un cuarto reino será duro como el hierro: así como el hierro tritura y pulveriza todo – como el hierro que destroza – él los triturará y destrozará a todos ellos.
También has visto los pies y los dedos, en parte de arcilla de alfarero y en parte de hierro, porque ese será un reino dividido: habrá en él algo de la solidez de hierro, conforme a lo que has visto del hierro mezclado con la masa de arcilla;
pero como los dedos de los pies son en parte de hierro y en parte de arcilla, una parte del reino será fuerte, y una parte frágil.
Tú has visto el hierro mezclado con la masa de arcilla, porque ellos se mezclarán entre sí por lazos matrimoniales, pero no llegarán a adherirse mutuamente, como el hierro no se mezcla con la arcilla.
Y en los días de estos reyes, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido y cuya realeza no pasará a otro pueblo: él pulverizará y aniquilará a todos esos reinos, y él mismo subsistirá para siempre,
porque tú has visto, que una piedra se desprendía de la montaña, sin la intervención de ninguna mano, y ella pulverizó el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. El Dios grande hace conocer al rey lo que va a suceder en adelante. El sueño es cierto y su interpretación digna de fe».
Libro de Daniel 3,57.58.59.60.61. 
Todas las obras del Señor, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Ángeles del Señor, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Cielos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todas las aguas que están sobre los cielos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todos los ejércitos celestiales, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Evangelio según San Lucas 21,5-09. 

Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo:
«De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido».
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?».
Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: ‘Soy yo’, y también: ‘El tiempo está cerca’. No los sigan.
Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin».
 
Comentario del Evangelio por San Juan Pablo II (1920-2005), papa. Mensaje a los católicos de Austria, junio 1982
«Se levantará pueblo contra pueblo»
Vistos los múltiples peligros y amenazas contra la existencia humana, los cristianos luchan con todas las fuerzas que les da su esperanza  y unidos con todos los hombres de buena voluntad por un futuro más seguro, digno de ser vivido. Además, lo que nos anima no es tan sólo una esperanza puramente terrestre, sino también, y sobre todo, esta esperanza que  proviene de la fe, de la cual el fundamento y finalidad es, en definitiva, el mismo Dios que, en Cristo Jesús, ha dicho su sí definitivo al hombre. Cristo, con su cruz y resurrección, ha vencido todo sufrimiento y toda la calamidad del mundo, convirtiéndose así, para nosotros, en signo de esperanza.
La esperanza es una virtud divina; en el sentido más profundo es un don que obtendréis ya… orando mucho a Dios con los otros y por los otros… Nosotros, los cristianos, tenemos igualmente el deber de manifestar públicamente nuestra esperanza y de compartirla con otros. A través de nuestras palabras, ricas en esperanza, podremos ayudar a los demás a vencer el miedo a vivir, la resignación y la indiferencia, y tener confianza en Dios y en los hombres. Como discípulos de Cristo…, podréis ofrecer al hombre de hoy, envuelto en mil amenazas y lleno de confusión, la palabra de esperanza que nos hace libres.

 

Comentario al evangelio de hoy martes 27 de noviembre de 2017

¿Qué le puedo dar al que todo lo tiene?

XXXIV del tiempo ordinario.
Por: H. Jesús Salazar Brenes, 
 
 
L.C.Fuente:  http://es.catholic.net/op/articulos/67469/que-le-puedo-dar-al-que-todo-lo-tiene-.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, vengo a tu presencia en este nuevo día. Ayúdame a estar en silencio para escuchar tu voz y saber lo que quieres de mí. Y concédeme la gracia de cumplir tu Voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 21,1-4
En aquel tiempo, levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que echaban sus donativos en las alcancías del templo. Vio también a una viuda pobre, que echaba allí dos moneditas, y dijo: «Yo les aseguro que esa pobre viuda ha dado más que todos. Porque éstos dan a Dios de lo que les sobra; pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Quizá ésta es mi pregunta al pensar las maravillas que Dios ha hecho en mi vida y, por qué no, también todas las dificultades que he tenido.
Jesús hoy nos pone dos ejemplos, un rico y una viuda, pero aquí el Señor no le presta tanta importancia a cuánto dan, sino a cómo dan. Sus actitudes del corazón no pasan desapercibidas ante el Señor.
Perfectamente la viuda se pudo guardar una de las monedas ¿Quién se iba a dar cuenta? Talvez el rico pudo ayudar con sus recursos a un pobre en secreto ¿Quién lo iba a notar?
Cada uno de nosotros es «la viuda y el rico» al mismo tiempo. En nuestra mano tenemos la oportunidad para darlo todo, o dar lo que nos sobra.
El Señor lo tiene todo, pero hay algo que necesita, nuestro sí a Él. María dio un sí rotundo y le entregó al Señor toda su existencia y «dichosa la han llamado todas las generaciones».
¿Le vamos a dar hoy lo que nos pide?
La viuda de este pasaje del Evangelio, que Jesús nos muestra, era una viuda que tenía su única esperanza en el Señor. Y Jesús, mientras observaba a los que echaban donativos en el templo, vio que ésta había lanzado sólo dos pequeñas monedas y dijo: «Esa pobre viuda ha echado más que todos porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad ha echado todo lo que tenía para vivir».
(Homilía de S.S. Francisco, 23 de noviembre de 2015, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy me desprenderé de algo que me cueste y lo regalaré a alguien que lo necesite.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.