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Homilía para la Eucaristía del Domingo 03 de diciembre de 2017

Hermanos, iniciamos el Adviento. Les invito al Retiro que tendremos en la Parroquia el sábado 16, de 9 a 12 horas.
No olviden traer algo para la campaña de Navidad.

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO.

Isaías 63,16-17.19; 64,2-7: Oración en la que a Dios se le llama “Padre” y “Redentor”. El profeta sabe que la salvación sólo puede venir de Dios. “Si rasgase el cielo”… El hombre debe reconocer que es pecador, como un trapo sucio…pero Dios es Padre y Redentor.

1Corintios 1,3-9: Pablo saluda a los destinatarios y desea que se encuentren irreprochables cuando venga el Señor.

Marcos 13,33-37: el tema: la Vigilancia, que es la expresión de la Esperanza cristiana. La vigilancia es una tarea, consiste en trabajar, aprovechar bien el tiempo.

1.- Adviento = Venida del Señor. Vivir la Esperanza es una verdad que a veces no sabemos entender y, por eso, no sabemos vivir. Porque las verdades son para ser vividas. Así, la Fe sabemos cómo vivirla: en las obras, ya que una fe sin obras está muerta. La Caridad la expresamos amando a Dios y al prójimo. Pero con la Esperanza como que nos quedamos estancados, paralizados. No atinamos cómo expresar la esperanza. La esperanza (como virtud teologal) es aguardar confiadamente la bendición divina y la bienaventurada visión de Dios.

Vivir la esperanza implica dos cosas: una, evitar la desesperación, es decir, dejar de esperar de Dios la salvación y el perdón.  Dos, evitar la presunción, es decir, presumir de las propias capacidades, no necesitar de Dios; presumir de la misericordia, abusar de la misericordia.

2.- La Venida del Señor. Generalmente nos quedamos con la idea que ésta será al final de los tiempos. No sabemos ni el día ni la hora en que vendrá el Señor. Pero esta venida del Señor hay que entenderla de su actuación permanente en la Iglesia: el Señor siempre está viniendo a su Iglesia; su presencia última en la vida de cada uno a la hora de nuestra muerte: el Señor viene a nosotros; su venida al final de los tiempos: la Parusía.

El Señor siempre está viniendo, por eso la tarea o actividad del creyente es la vigilancia. Y la Palabra del Señor en el evangelio de hoy es un llamado a la vigilancia, que es la mejor manera de vivir la esperanza. El Dueño de casa, que es el Señor, nos da esta tarea: vigilar esperando al Señor que va a venir. Este tiempo acentúa la esperanza con la certeza de que el Señor ya vino en Navidad, pero que sigue viniendo.

3.- Israel puso su esperanza en el Señor, el único que lo podía salvar, ya que reconoce en el Señor a su Padre y Redentor, el único que puede hacerse cargo de su mal.  Pero cuando le llegó el tiempo de su visita no supo reconocer la venida del Señor.

Lo mismo puede sucederle a la Iglesia, al cristiano. Cuando se encandila con este mundo nada ve, pierde la visión de futuro, vive sin esperanza. Y lo importante es saber esperar. El que no tiene esperanza cae en un pesimismo, en un derrotismo. Eso es lo mismo que dejarse morir.

Lo digo por experiencia. La realidad para los sacerdotes, hoy, es negativa, somos una especie en extinción. “Aquí no hay nada más que hacer”, dicen algunos. Cuando una iglesia, una congregación religiosa pierde la esperanza cae en un derrotismo feroz. Pero hoy el Señor nos invita a cobrar ánimos, el Señor se manifestará.

4.- Adviento, suena como a quejido amoroso: “Ven, Señor, no tardes”.

Cuando nos sintamos invadidos por el desaliento, el pesimismo, desde lo más íntimo de nuestro ser digamos: “¡Restáuranos, Señor del universo!” La iglesia, Esposa de Cristo, clama en cada eucaristía: “Ven, Señor Jesús”. Y en cada eucaristía el Señor nos dice: “Mira, que estoy viniendo, déjame sitio en tu vida”.

Por eso, con fe y esperanza alegre comencemos este hermoso tiempo de Adviento.

                                            Hermano Pastor Salvo Beas.