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Comentario al evangelio de hoy sábado 27 de enero de 2018

¿Qué lugar ocupa Cristo en tu barca?

Sábado III de Tiempo Ordinario.
Por: H. Luis Adrián Olvera De la Cruz, L.C.
 
Fuente: http://es.catholic.net/op/articulos/68257/que-lugar-ocupa-cristo-en-tu-barca.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, te invito en estos momentos a que subas a mi barca y tomes el timón de mi vida para afrontar las tempestades que se me presenten ¡Mi alma está sedienta de ti! (Sal 42)
Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 4, 35-41
Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla del lago». Entonces los discípulos despidieron a la gente y condujeron a Jesús en la misma barca en que estaba. Iban además otras barcas.
De pronto se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua. Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? «. El se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: “Cállate, enmudece!”. Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma. Jesús les dijo: «¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe? «. Todos se quedaron espantados y se decían unos a otros: «¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen? «.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

 

¿Quién no se ha sentido alguna vez con el agua al cuello? Cuando nos encontramos en una situación límite queremos ayuda urgentemente, ahí es cuando nos acordamos de Jesús. Sin embargo, puede suceder que por más que oramos parece que Dios no nos escucha, que se ha olvidado de nosotros, que está dormido.
En el Evangelio que meditamos hoy, ¿será posible que verdaderamente Jesús se encuentre dormido en medio de la tempestad, el viento huracanado, los gritos de terror de sus amigos? Si Jesús hubiera querido jugar una broma, le salió muy mal, nadie le hubiera creído que estaba dormido.
Al inicio de nuestra vida sólo tenemos una certeza, que algún día vamos a morir. Ése es el momento crucial donde el Señor nos dice como a sus apóstoles ¡Vayan a la otra orilla! ¡Vayan al cielo! Pero en medio de este gran viaje a través de las aguas de la vida, la forma más segura de llegar a buen puerto es decirle a Jesús que se suba a nuestra barca.
Hoy si te encuentras sumido al borde de una tempestad y piensas que el Señor está ausente, recuerda por un instante, ¿a qué rincón de tu barca lo mandaste?
Jesús no merece estar en una esquina en la popa de nuestra barca, porque Él, además de ser el mejor capitán, puede tener el poder absoluto sobre tu tormenta. ¿Quieres ir a despertar al Señor?

¿Creemos que el Señor es fiel? ¿Cómo vivimos la novedad de Dios que todos los días nos transforma? ¿Cómo vivimos el amor firme del Señor, que se pone como barrera segura contra las olas del orgullo y de las falsas novedades? El Espíritu Santo nos ayude a ser siempre conscientes de este amor ‘rocoso’, que nos vuelve estables y fuertes en los pequeños y grandes sufrimientos, nos hace capaces de no cerrarnos ante las dificultades, de afrontar la vida con valentía y mirar al futuro con esperanza.
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de julio de 2015).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Sólo por hoy intentaré darle a Cristo el lugar que se merece en mi vida haciendo algún acto de caridad con el prójimo, sonriéndole a las personas con las que me encuentre y, si me es posible, recibirle también en la Eucaristía o arrodillarme unos minutos ante Él en el sagrario.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén

EDD. sábado 27 de enero de 2018

Fuente :  http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20180126
Sábado de la tercera semana del tiempo ordinario
Segundo Libro de Samuel 12,1-7a.10-17.
Entonces el Señor le envió al profeta Natán. El se presentó a David y le dijo: «Había dos hombres en una misma ciudad, uno rico y el otro pobre.
El rico tenía una enorme cantidad de ovejas y de bueyes.
El pobre no tenía nada, fuera de una sola oveja pequeña que había comprado. La iba criando, y ella crecía junto a él y a sus hijos: comía de su pan, bebía de su copa y dormía en su regazo. ¡Era para él como una hija!
Pero llegó un viajero a la casa del hombre rico, y este no quiso sacrificar un animal de su propio ganado para agasajar al huésped que había recibido. Tomó en cambio la oveja del hombre pobre, y se la preparó al que le había llegado de visita».
David se enfureció contra aquel hombre y dijo a Natán: «¡Por la vida del Señor, el hombre que ha hecho eso merece la muerte!
Pagará cuatro veces el valor de la oveja, por haber obrado así y no haber tenido compasión».
Entonces Natán dijo a David: «¡Ese hombre eres tú! Así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo te ungí rey de Israel y te libré de las manos de Saúl;
Por eso, la espada nunca más se apartará de tu casa, ya que me has despreciado y has tomado por esposa a la mujer de Urías, el hitita.
Así habla el Señor: ‘Yo haré surgir de tu misma casa la desgracia contra ti. Arrebataré a tus mujeres ante tus propios ojos y se las daré a otro, que se acostará con ellas en pleno día.
Porque tú has obrado ocultamente, pero yo lo haré delante de todo Israel y a la luz del sol'».
David dijo a Natán: «¡He pecado contra el Señor!». Natán le respondió: «El Señor, por su parte, ha borrado tu pecado: no morirás.
No obstante, porque con esto has ultrajado gravemente al Señor, el niño que te ha nacido morirá sin remedio».
Y Natán se fue a su casa. El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y él cayó gravemente enfermo.
David recurrió a Dios en favor del niño: ayunó rigurosamente, y cuando se retiraba por la noche, se acostaba en el suelo.
Los ancianos de su casa le insistieron para que se levantara del suelo, pero él se negó y no quiso comer nada con ellos.
 
Salmo 51(50),12-13.14-15.16-17.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.
¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío,
y mi lengua anunciará tu justicia!
Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.
 
Evangelio según San Marcos 4,35-41.
Al atardecer de ese mismo día, les dijo: «Crucemos a la otra orilla».
Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua.
Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.
Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?». Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!». El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.
Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?».
Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?».
Comentario del Evangelio por San Juan María Vianney (1786-1859), presbítero, cura de Ars. Pensamientos escogidos del Cura de Ars (Trad. ©Evangelizo.org)
Del buen uso de las tentaciones.
Así como el buen soldado no tiene miedo de combatir, así mismo el buen cristiano no le teme a la tentación […] ¡La tentación más grande es no tener ninguna!
Se puede casi decir que estamos felices de tener tentaciones: es el momento de la cosecha espiritual en la que acumulamos para el cielo […]. Si estuviésemos bien penetrados de la Santa Presencia de Dios, nos resultaría fácil resistirle al enemigo. Con este pensamiento: ¡Dios te ve! no pecaríamos jamás.
Había una santa que se quejaba ante nuestro Señor después de la tentación y le decía: « ¿Dónde estabas, pues, mi querido Jesús, durante esta horrible tormenta?». Nuestro Señor le respondió: «estaba en medio de tu corazón…»

Homilía para la Eucaristía del domingo 28 de enero de 2018

Fuente :
Paz y Bien a todos. Y que tenga unas lindas vacaciones. Hno. Pastor.

DOMINGO IV DEL AÑO.

Deuteronomio 18,15-20: Se promete un Profeta Ideal, portavoz fiel de Dios. Para Israel Moisés, el que habló cara a cara con Dios, es el prototipo de Profeta. Ahora se promete un Profeta ideal, mesiánico. A Él hay que escuchar. Pedro aplica esta cita a Jesús. Y así lo entendió toda la comunidad cristiana.

Marco 1,21-28: Jesús es presentado como el hombre de la Palabra de Dios con autoridad, la que demuestra al liberar a un endemoniado. El es el Enviado con poder.

1.- Siempre ha existido el profetismo en todas las religiones y culturas; esto no es algo privativo, exclusivo de la religión judía.  El profetismo es connatural al hombre. La inquietud de todo hombre por penetrar el sentido del presente y su proyección hacia el futuro. Siempre han existido en el mundo los vaticinadores, astrólogos, espiritistas, tarotistas, nigromantes, etc. Es que todo es connatural al ser humano.

Para la Biblia el profeta no es eso, no es un adivino, sino el que debe liberar al pueblo de lo que le oprime, y muchas de las prácticas arriba enunciadas oprimen porque no provienen de la fe, sino de la superstición.  Paulo Vi decía:” Como núcleo y centro de su Buena Nueva, Jesús anuncia la salvación, ese gran don de Dios que es liberación de todo lo que oprime al hombre, pero que es sobre todo liberación del pecado y del maligno, dentro de la alegría de conocer a Dios y de ser conocido por El, de verlo, de entregarse a El” E.N.9).

Lo que la Palabra insiste hoy es en Escuchar: “Al que no escuche mis palabras…Yo mismo le pediré cuentas”. Y el salmo repite: “Ojalá hoy escuchen la voz del Señor”.

2.- El Pueblo de Dios tiene sed de la Palabra de Dios, pero ¿quién se la va a proclamar? De allí el sueño de un profeta ideal, verdadero. ¿Lo habrá?  Por supuesto que lo hay: Jesucristo, el Hijo, el Santo de Dios. El es el Enviado con poder, con autoridad para darnos a conocer la Buena Noticia del Reino. El es el Enviado con poder para liberar al hombre. Y lo demostró en la sinagoga de Cafarnaúm, liberando a un hombre de un espíritu impuro. Hoy el Señor nos quiere liberar de muchos demonios. Necesitamos ser liberados de nuestros miedos, nuestras ambiciones descontroladas, de nuestras obsesiones compulsivas, nuestros odios, lujurias y envidias. Sólo Él lo puede hacer porque tiene autoridad.

3.- ¿Qué debemos hacer? El domingo pasado nos decía: “Conviértanse y crean en la Buena Noticia”. Hoy nos invita diciéndonos: “Ojalá hoy escuchen la voz del Señor”. Es indispensable tener fe en el Señor. Fe que significa aceptar al Señor, dejar entrar en nuestra vida al Señor. Hoy se habla mucho de “Internalizar”, es decir, hacer nuestro lo escuchado, encarnarlo.  Que su Palabra sea también a nuestra, que su Mensaje sea también el nuestro. Sólo aceptando dócilmente al Señor es como podemos también nosotros trasmitir su Mensaje.

4.- Jesús es el Profeta por excelencia; Él es el Ungido de Dios para comunicarnos su Palabra de vida, que libera de todo mal.

La Iglesia, cada cristiano, tiene una misión profética; no es otra que la de Cristo. Debemos entonces estar empapados de Cristo. No puede un Profeta trasmitir el mensaje del Señor si no lo escucha, si no lo vive. Paulo Vi decía: “La Buena nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser pues, tarde o temprano, proclamada por la palabra de vida. No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios”…”    «El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan -decíamos recientemente a un grupo de seglares-, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio» (E.N.22. 41).

Hoy el Señor se hace presente en nuestra “sinagoga”, es decir, en nuestra congregación, Parroquia, Movimiento…estemos donde estemos reunidos en su Nombre.

Hoy viene a nosotros en esta Eucaristía. Aceptémoslo y cumplamos nuestra misión.

                                                     Hermano Pastor Salvo Beas.

Comentario al evangelio de hoy viernes 26 de enero de 2018

Fuente : http://www.ocarm.org/es/content/lectio/lectio-divina-san-lucas-evangelista-lc-101-9

1) Oración inicial

Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar siempre el bien. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del Evangelio según Lucas 10,1-9
Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. Y si algunos no os reciben, salid de aquella ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.» Partieron, pues, y recorrieron los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.
Se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba y estaba perplejo, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, que Elías se había aparecido, y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. Herodes dijo: «A Juan, le decapité yo.¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?» Y buscaba verle.

3) Reflexión

● Hoy es la fiesta de los  Santos Tito y Timoteo, y el evangelio nos habla del envío de los setenta y dos discípulos que deben anunciar la Buena Noticia de Dios en los poblados, en las aldeas y en las ciudades de Galilea. Los setenta y dos somos todos y todas nosotros que vivimos después de los Doce. Mediante la misión de los discípulos y de las discípulas, Jesús trata de rescatar los valores de la tradición de la gente que estaban siendo encubiertos por el doble cautiverio del dominio romano y de la religión oficial. Jesús trata de renovar y de reorganizar las comunidades para que sean de nuevo una expresión de la Alianza, una muestra del Reino de Dios. Por esto, insiste en la hospitalidad, en el compartir, en la acogida a los excluidos. Esta insistencia de Jesús se percibe en los consejos que daba a los discípulos y discípulas cuando los enviaba en misión. En el tiempo de Jesús había diversos otros movimientos que, al igual que Jesús, trataban de presentar una nueva manera de vivir y convivir, por ejemplo Juan Bautista, los fariseos y otros. Ellos también formaban comunidades de discípulos (Jn 1,35; Lc 11,1; He 19,3) y tenían a sus misioneros (Mt 23,15). Pero como veremos había una gran diferencia.

● Lucas 10,1-3: La Misión. Jesús envía a los discípulos a los lugares donde el mismo tiene que ir. El discípulo es el portavoz de Jesús. No es el dueño de la Buena Noticia. El los envía dedos en dos. Esto favorece la ayuda mutua, pues la misión no es individual, sino comunitaria. Dos personas representan mejor la comunidad.

● Lucas 10,2-3: La Corresponsabilidad. La primera tarea es rezar para que Dios envíe obreros. Todo discípulo y discípula debe sentirse responsable de la misión. Por esto tiene que rezar al Padre para que haya continuidad en la misión. Jesús envía a sus discípulos como corderos en medio de lobos. La misión es tarea difícil y peligrosa. Pues el sistema en que los discípulos vivían y en el que seguimos viviendo era y sigue siendo contrario a la reorganización de la gente en comunidades vivas.

● Lucas 10,4-6: La Hospitalidad. Al contrario de los otros misioneros, los discípulos y las discípulas no pueden llevarse nada, ni bolsa, ni sandalias. Pero deben llevar la paz. Esto significa que deben confiar en la hospitalidad de la gente. Pues el discípulo que va sin nada, llevando apenas la paz, muestra que confía en la gente. Piensa que va a ser recibido, y la gente se siente respetada y confirmada. Por medio de esta práctica el discípulo critica las leyes de exclusión y rescata los valores de la convivencia comunitaria. No saludéis a nadie por el caminosignifica que no se debe perder tiempo en cosas que no pertenecen a la misión.

● Lucas 10,7: El compartir. Los discípulos no deben andar de casa en casa, pero sí permanecer en la misma casa. Esto es, deben convivir de forma estable, participar en la vida y en el trabajo de la gente y vivir de lo que reciben en cambio, pues el obrero merece su salario. Esto significa que deben confiar en el compartir. Así, por medio de esta nueva práctica, rescatan una antigua tradición de la gente, critican la cultura de acumulación que marcaba la política del Imperio Romano y anuncian un nuevo modelo de convivencia.

● Lucas 10,8: La Comunión de mesa. Los fariseos, cuando iban en misión, iban prevenidos. Pensaban que no podían confiar en la comida que no siempre era ritualmente “pura”. Por esto llevaban alforja y dinero para poder cuidar de su propia comida. Así, en vez de ayudar a superar las divisiones, las observancias de la Ley de pureza, enflaquecían mucho más la vivencia de los valores comunitarios. Los discípulos de Jesús deben comer lo que la gente les ofrece. No pueden vivir separados, comiendo de su propia comida. Esto significa que deben aceptar compartir la mesa. En el contacto con la gente, no pueden tener miedo a perder la pureza legal. Actuando así, critican las leyes de la pureza en vigor y anuncian un nuevo acceso a la pureza, esto es a la intimidad con Dios.


● Lucas 10,9aLa acogida a los excluidos. Los discípulos deben curar enfermedades, curar a los leprosos y expulsar los demonios (Mt 10,8). Esto significa que deben acoger dentro de la comunidad a los que fueron excluidos. Esta práctica solidaria critica a la sociedad que excluye y apunta hacia salidas concretas. Es lo que hoy hace la pastoral de los excluidos, migrantes y marginados.

● Lucas 10,9bLa llegada del Reino. Si cumplen con todas estas exigencias, los discípulos pueden y deben gritar a los cuatro vientos: ¡El Reino ha llegado! Anunciar el Reino no es en primer lugar enseñar verdades y doctrinas, sino llevar a una nueva manera de vivir y de convivir como hermanos y hermanas desde la Buena Noticia que Jesús nos trae: que Dios es Padre y Madre de todos nosotros.

4) Para la reflexión personal

● Hospitalidad, compartir, comunión alrededor de la mesa, acogida a los excluidos: son los pilares que sostienen la vida comunitaria. ¿Cómo se realiza esto en mi comunidad?

● ¿Qué es para mí ser cristiano, ser cristiana? En una entrevista en televisión, alguien respondió al reportero: “Soy cristiano, trato de vivir el evangelio, pero no participo en la comunidad de la Iglesia”. El reportero comentó: “¡Así que usted se considera como un buen jugador de football, pero no forma parte de ningún equipo!” ¿Es mi caso?

5) Oración final

Alábente, Yahvé, tus creaturas,
bendígante tus fieles;
cuenten la gloria de tu reinado,
narren tus proezas, (Sal 145,10-11)

EDD. viernes 26 de enero de 2018

Fuente :  http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20180125
Memoria de santos Timoteo y Tito, obispos, compañeros de san Pablo
Segunda Carta de San Pablo a Timoteo 1,1-8.
Pablo, Apóstol de Jesucristo, por la voluntad de Dios, para anunciar la promesa de Vida que está en Cristo Jesús,
saluda a Timoteo, su hijo muy querido. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz que proceden de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo.
Doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia pura al igual que mis antepasados, recordándote constantemente, de día y de noche, en mis oraciones.
Al acordarme de tus lágrimas, siento un gran deseo de verte, para que mi felicidad sea completa.
Porque tengo presente la sinceridad de tu fe, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y estoy convencido de que tú también tienes.
Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos.
Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad.
No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios.
 
Salmo 96(95),1-2a.2b-3.7-8a.10.
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre.
Día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;
aclamen la gloria del nombre del Señor.
Digan entre las naciones: “¡El Señor reina!
el mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”.
 
Evangelio según San Lucas 10,1-9.
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.
No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: ‘¡Que descienda la paz sobre esta casa!’.
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;
curen a sus enfermos y digan a la gente: ‘El Reino de Dios está cerca de ustedes’.»
 
Comentario del Evangelio por Catecismo de la Iglesia Católica § 863-865.
Timoteo y Tito, sucesores de los apóstoles.
Toda la Iglesia es apostólica mientras permanezca, a través de los sucesores de san Pedro y de los apóstoles, en comunión de fe y de vida con su origen. Toda la Iglesia es apostólica en cuanto ella es «enviada» al mundo entero; todos los miembros de la Iglesia, aunque de diferentes maneras, tienen parte en este envío. «La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado». Se llama «apostolado» a «toda la actividad del Cuerpo Místico» que tiende a «propagar el Reino de Cristo por toda la tierra» (Vaticano II: AA 2).
«Siendo Cristo, enviado por el Padre, fuente y origen del apostolado de la Iglesia», es evidente que la fecundidad del apostolado, tanto el de los ministros ordenados como el de los laicos, depende de su unión vital con Cristo. Según sean las vocaciones, las interpretaciones de los tiempos, los dones variados del Espíritu Santo, el apostolado toma las formas más diversas. Pero siempre es la caridad, alimentada sobre todo en la Eucaristía, «que es como el alma de todo apostolado» (AA 3).
La Iglesia es una, santa, católica y apostólica en su identidad profunda y última, porque en ella existe ya y será consumado al fin de los tiempos «el Reino de los cielos», «el Reino de Dios», que ha venido en la persona de Cristo y que crece misteriosamente en el corazón de los que le son incorporados hasta su plena manifestación escatológica. Entonces todos los hombres rescatados por él, hecho en él «santos e inmaculados en presencia de Dios en el Amor» (Ef 1,4), serán reunidos como el único Pueblo de Dios, «la Esposa del Cordero», «la Ciudad Santa que baja del Cielo de junto a Dios y tiene la gloria de Dios; y «la muralla de la ciudad se asienta sobre doce piedras, que llevan los nombres de los doce apóstoles del Cordero» (Ap 21,9-11.14).

Conversión de San Pablo: “Nos une la historia de salvación del Pueblo de Dios”

Fuente :  https://es.zenit.org/articles/conversion-de-san-pablo-nos-une-la-historia-de-salvacion-del-pueblo-de-dios/
Misa en la Basílica romana de San Pablo Extramuros .

25 enero 2018RedaccionPapa y Santa Sede
Conversión de San Pablo © Vatican Media
(ZENIT – 25 enero 2018).- “Todos nosotros cristianos hemos pasado por las aguas del Bautismo, y la gracia del Sacramento ha destruido a nuestros enemigos, el pecado y la muerte”, ha señalado el Papa Francisco.
El Santo Padre ha presidido la celebración de las segundas vísperas en la solemnidad de la Conversión de San Pablo, en la Basílica romana de San Pablo Extramuros a partir de las 17:30 horas, coincidiendo con la culminación de la 51° semana de oración por la unidad de los cristianos, que inició el día 18.
Han participado en la ceremonia el Metropolita Gennadios, representante del Patriarcado ecuménico; Bernard Ntahoturi, representante personal en Roma del Arzobispo de Canterbury, la delegación ecuménica de Finlandia, varios representantes de diversas denominaciones cristianas y miles de fieles.
A todos ellos, el Santo Padre recordó el fuerte vínculo bautismal que une a todos los cristianos, sin distinción alguna entre las diversas confesiones: una “unión que nace de una única fe en Cristo”.
“Todos nosotros cristianos hemos pasado por las aguas del Bautismo, y la gracia del Sacramento ha destruido a nuestros enemigos, el pecado y la muerte. Saliendo de las aguas, hemos alcanzado la libertad de los hijos; hemos emergido como pueblo, como comunidad de hermanos y hermanas salvados, como “conciudadanos de los santos y familia de Dios” (Efesios 2:19)”, añadió el Obispo de Roma destacando que por el hecho de haber compartido esta experiencia fundamental del bautismo, “Dios ha obrado esta victoria en nosotros y juntos podemos cantar sus alabanzas”, ha recordado Francisco en la homilía.
En este sentido, el Pontífice ha señalado que “Nos une la historia de salvación del Pueblo de Dios”. Así, el Santo Padre indicó dos momentos del libro del Éxodo: el rescate del pequeño Moisés salvado entre las aguas del Nilo, y la historia de la salvación del pueblo de Israel, conducido por un Moisés ya adulto a través de las aguas del Mar Rojo, que “se abren” para que puedan escapar de la esclavitud impuesta por los enemigos egipcios; una esclavitud, que para muchos Padres de la Iglesia viene representada por el pecado “que amenazaba con hacernos esclavos para siempre”, explicó el Papa.
El Papa ha exhortado a trabajar por la unidad cristiana, necesaria para afrontar “los desafíos actuales que degradan la dignidad humana, huyendo de situaciones de conflicto y de miseria”: “Al igual que los israelitas del Éxodo, los cristianos de hoy están llamados a custodiar juntos el recuerdo de lo que Dios ha hecho por ellos, porque reviviendo esta memoria, podemos sostenernos unos a otros y afrontar, armados sólo de Jesús y la fuerza suave de su Evangelio, cada reto del mundo con valor y esperanzas «.

Comentario al evangelio de hoy jueves 25 de enero de 2018.

Acompañar a Cristo.

Fiesta de la Conversión de San Pablo.
Por: H. Jorge Alberto Leaños García, L.C.
 
Fuente:  http://es.catholic.net/op/articulos/68244/acompanar-a-cristo.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Hoy me pongo en tu presencia para saber lo que quieres de mí. Es difícil, no puedo ocultar esta realidad, pero confiando en tus manos me esfuerzo y me dispongo, con espíritu abierto, a lo que me quieras transmitir a mí o a los demás, a través de mi humilde persona.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-18
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cuántos encuentros hemos tenido con un Cristo inesperado. Los apóstoles, después de la pasión, no le esperaban. San Pablo, cegado por sus intereses, tuvo un encuentro imprevisto. Ahora tenemos un encuentro con Cristo, pero ¿qué esperamos de él? Podemos estar en la misma posición de los apóstoles y de san Pablo: no saber lo que voy a recibir, no sabemos qué voy a escuchar, no saber, éste es el temor.
Vigilad y orad que el espíritu de Dios puede pedir y, tras esta petición, podemos entrar en gran confusión. Sepamos acoger la voluntad de Dios. Meditemos con tiempo, con recogimiento todo lo que nos diga Dios a ejemplo de Pablo de Tarso que, tras sentimientos de confusión, temor e incomprensión, se retiró al desierto donde pudo pensar, luego pudo meditar y al final pudo elegir la mejor parte: Servir a Dios.
Veamos que, tras un encuentro con Dios, en el día menos pensado, a la hora menos esperada, llega Dios y habla, grita y aturde. Lo que debemos hacer es claro: seguir escuchándole atentamente en el silencio, y después de entender cuál es su voluntad, dar un «sí» que defina el rumbo de nuestras vidas.
Éste es un ejercicio de todos los días y como ejercicio cuesta seguir respondiendo constantemente. No solo valdrá la pena, sino que, por experiencia de san Pablo, podemos decir que vale la vida. Veamos también a los apóstoles que al oír este «Id y predicar», meditaron este deseo y se atrevieron a dar un «sí» hasta la muerte.
Hagamos el intento: escuchemos, meditemos y respondamos.

Lo primero que pide Jesús es ir, no permanecer en Jerusalén: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación». Es una invitación a salir, ir. El Evangelio es proclamado siempre en camino: nunca sentados, siempre en camino, siempre. Salir, por tanto, parar ir donde Jesús no es conocido y donde Jesús es perseguido o donde Jesús es desfigurado, para proclamar el verdadero Evangelio.
(Homilía de S.S. Francisco, 25 de abril de 2017, en santa Marta).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Escuchemos, meditemos y respondamos.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

EDD. jueves 25 de enero de 2018.

Fuente :  http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20180124
Fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol
Libro de los Hechos de los Apóstoles 22,3-16.
«Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero me he criado en esta ciudad y he sido iniciado a los pies de Gamaliel en la estricta observancia de la Ley de nuestros padres. Estaba lleno de celo por Dios, como ustedes lo están ahora.
Perseguí a muerte a los que seguían este Camino, llevando encadenados a la prisión a hombres y mujeres;
el Sumo Sacerdote y el Consejo de los ancianos son testigos de esto. Ellos mismos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y yo me dirigí allá con el propósito de traer encadenados a Jerusalén a los que encontrara en esa ciudad, para que fueran castigados.
En el camino y al acercarme a Damasco, hacia el mediodía, una intensa luz que venía del cielo brilló de pronto a mi alrededor.
Caí en tierra y oí una voz que me decía: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?’.
Le respondí: ‘¿Quién eres, Señor?’, y la voz me dijo: ‘Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues’.
Los que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba.
Yo le pregunté: ‘¿Qué debo hacer, Señor?’. El Señor me dijo: ‘Levántate y ve a Damasco donde se te dirá lo que debes hacer’.
Pero como yo no podía ver, a causa del resplandor de esa luz, los que me acompañaban me llevaron de la mano hasta Damasco.
Un hombre llamado Ananías, fiel cumplidor de la Ley, que gozaba de gran prestigio entre los judíos del lugar,
vino a verme y, acercándose a mí, me dijo: ‘Hermano Saulo, recobra la vista’. Y en ese mismo instante, pude verlo.
El siguió diciendo: ‘El Dios de nuestros padres te ha destinado para conocer su voluntad, para ver al Justo y escuchar su Palabra,
porque tú darás testimonio ante todos los hombres de lo que has visto y oído.
Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y purifícate de tus pecados, invocando su Nombre’.
Salmo 117(116),1.2.
¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos!
Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre.
¡Aleluya!
Evangelio según San Marcos 16,15-18.
Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.»
El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas;
podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán».
Comentario del Evangelio por San Fulgencio de Ruspe (467-532), obispo en África del Norte. Un sermón atribuído, n° 59 Apéndice; PL 65, 929.
«Pablo iba de camino, cerca de Damasco; de repente, una luz que venía de cielo le envolvió con su claridad » (Hch. 9,3) .
Saulo fue enviado al camino de Damasco para volverse ciego, ya que si se queda ciego, encontrará el verdadero Camino (Jn 14,6)… Pierde la vista corporal, pero su corazón es iluminado, para que la verdadera luz brille a la vez en los ojos de su corazón y en los de su cuerpo… Es enviado a su interior, para buscarse. Erraba en su propia compañía, viajero inconsciente, y no se encontraba porque interiormente había perdido el camino.
Por eso oyó una voz que le decía: » desvía tus pasos del camino de Saulo, para encontrar la fe de Pablo. Quítate la túnica de tu ceguera y revístete del Salvador (Ga 3,27)… Quise manifestar en tu carne la ceguera de tu corazón, con el fin de que puedas ver lo que no veías, y que no seas semejante a «los que tienen ojos y no ven, orejas y no oyen» (Sal. 113,5-6). Que Saulo se vuelva con sus cartas inútiles (Hch. 22,5), para que Pablo escriba sus epístolas tan necesarias. Qué Saulo, el ciego, desaparezca… para que Pablo llegue a ser la luz de los creyentes «…
¿Pablo, quién te transformó así? «¿Quieres saber quién hizo esto? Un hombre llamado Cristo… Ungió mis ojos y me dijo: «ve a la piscina de Siloé, lávate, y recobra la vista». Fui allá, me lavé, y ahora veo (Jn 9,11). ¿Por qué este asombro? El que me creó, me ha recreado; con el poder con que me creó, ahora me ha curado; yo había pecado, pero Él me purificó.»
Ven pues, Pablo, y deja allí al viejo Saulo, pronto vas a ver a Pedro… Ananías, toca a Saulo y danos a Pablo; deja bien lejos al perseguidor y envía a misión al predicador: los corderos no le tendrán miedo, las ovejas de Cristo se alegrarán. Toca al lobo que perseguía a Cristo, para que ahora, con Pedro, lleve a apacentar a las ovejas.

Audiencia General: “Animar la fe y el desarrollo social” en Chile y Perú

Fuente :  https://es.zenit.org/articles/audiencia-general-24-enero-2018-texto-completo/
“No hay que esconder los conflictos debajo de la cama”

24 enero 2018RedaccionAudiencia General
El Papa Francisco en la Audiencia General, 24 de enero de 2018 © Vatican Media
(ZENIT – 24 enero 2018).- “No hay que esconder los conflictos debajo de la cama” ha recomendado el Papa Francisco. “Los conflictos que salen a la luz, se enfrentan y se resuelven con el diálogo. Pensad en los pequeños conflictos que hay seguramente en vuestra casa: no hay que esconderlos, sino enfrentarlos”.
El Santo Padre ha compartido con los fieles en la Audiencia General, este miércoles 24 de enero de 2018, su experiencia en Chile y en Perú, viaje que realizó del 15 al 21 de enero de 2018, “dos pueblos buenos, buenos…”, ha señalado.
“Mi paz os doy” fue el lema de la visita a Chile, que cobró actualidad y vida –ha explicado Francisco– en el contexto de protesta que precedió su estancia en el país, en varias manifestaciones. “No solamente cada uno de nosotros necesita la paz, también el mundo hoy, en esta tercera guerra mundial a trozos… ¡Por favor, recemos por la paz!”, ha exhortado el Santo Padre.
Degradación ecológico-social y corrupción
El Papa ha asegurado que la corrupción “arruina los corazones”: “Por favor, no a la corrupción. Subrayé que nadie está exento de responsabilidad frente a estas dos plagas y que el compromiso de contrarrestarlas concierne a todos”.
En esta línea, Francisco ha relatado una de las citas más importantes de su 22º viaje apostólico, en Perú: “Hablando a las autoridades políticas y civiles, manifesté mi aprecio por el patrimonio ambiental, cultural y espiritual de ese país y me centré en las dos realidades que más lo amenazan: la degradación ecológico-social y la corrupción”.
Así, el Pontífice ha hablado de los encuentros más significativos de su viaje: En Chile visitó el norte y el sur, conoció a las mujeres, muchas de ellas madres jóvenes, de un centro penitenciario; celebró la Misa en la Araucanía, donde habitan los indios mapuches, y en Iquique, punto de encuentro entre el desierto y el mar; y se reunió con los obispos, a quienes confirmó en el rechazo de cualquier compromiso con el abuso sexual de menores.
Del mismo modo, en Perú, bajo el lema “Unidos por la esperanza”, Francisco se encontró con las autoridades civiles y diplomáticas; con cientos de nativos, representantes de los pueblos de la Amazonía peruana, a los que apoyó en decir “no” a la colonización económica y a la colonización ideológica; así como con la población de Trujillo, que tanto han sufrido con el fenómeno de tormentas conocido como el “Niño Costero”.
RD
Sigue el texto de la catequesis del Papa Francisco, traducida al español por la Oficina de Prensa del Vaticano.
Catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
Esta catequesis se desarrolla en dos lugares conectados: vosotros aquí, en la Plaza y un grupo de niños, algo enfermos, que están en el Aula. Ellos os verán y vosotros los veréis; así estamos conectados, Saludemos a los niños que están en el Aula: era mejor que no se resfriasen, y por eso están allí.
Hace dos días regrese del viaje apostólico a Chile y Perú. ¡Un aplauso para Chile y Perú! Dos pueblos buenos, buenos… Doy gracias al Señor porque todo ha salido bien: pude encontrar al Pueblo de Dios en camino por esas tierras, -también a los que no están en camino, están algo parados… pero son buena gente- y alentar el desarrollo social de esos países. Renuevo mi gratitud a las autoridades civiles y a los obispos, que me recibieron con tanto cariño y generosidad; así como a todos los colaboradores y voluntarios. Pensad que en cada uno de los dos países había más de 20.000 voluntarios: 20.000 y algunos más en Chile, 20.000 en Perú. Gente buena, la mayoría jóvenes.
Mi llegada a Chile estuvo precedida por varias manifestaciones de protesta por varios motivos, como habéis leído en los periódicos. Y esto hizo que el lema de mi visita fuera aún más actual y vivo: “Mi paz os doy”. Son las palabras que Jesús dirigió a los discípulos, que repetimos en cada Misa: el don de la paz, que solo Jesús muerto y resucitado puede dar a quienes se confían a él. No solamente cada uno de nosotros necesita la paz, también el mundo hoy, en esta tercera guerra mundial a trozos… ¡Por favor, recemos por la paz!
En el encuentro con las autoridades políticas y civiles del país, alenté el camino de la democracia chilena, como un espacio de encuentro solidario y capaz de incluir la diversidad; para ese fin indiqué como método el camino de la escucha: en particular la escucha de los pobres, de los jóvenes y de los ancianos, de los inmigrantes, y también la escucha de la tierra.
En la primera eucaristía, celebrada por la paz y la justicia, resonaron las Bienaventuranzas, especialmente “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5, 9). Una bendición para testimoniar con el estilo de la proximidad, de la cercanía, del compartir, reforzando así, con la gracia de Cristo, el tejido de la comunidad eclesial y de toda la sociedad.
En este estilo de proximidad cuentan más los gestos que  las palabras, y un gesto importante que pude hacer fue visitar el penitenciario femenino en Santiago: los rostros de esas mujeres, muchas de ellas madres jóvenes, con sus pequeños en brazos, expresaban, a pesar de todo, tanta esperanza. Las animé  a exigir, de ellas mismas y de las instituciones, un serio camino de preparación para la reinserción, como un horizonte que da sentido a la pena diaria. No podemos imaginar una cárcel, cualquier cárcel, sin esta dimensión de la reinserción, porque sin esta esperanza de reinserción social la cárcel es una tortura infinita. En cambio, cuando se trabaja para la reinserción –también los condenados a cadena perpetua pueden reinsertarse- mediante el trabajo de la cárcel a la sociedad, se abre un diálogo. Pero siempre una cárcel debe tener esta dimensión de la reinserción, siempre.
Con los sacerdotes y personas consagradas y con los obispos de Chile, viví dos encuentros muy intensos, todavía más fecundos por el sufrimiento compartido de algunas heridas que afligen a la Iglesia en ese país. En particular, confirmé a mis hermanos en el rechazo de cualquier compromiso con el abuso sexual de menores, y al mismo tiempo en la confianza en Dios, que a través de esta dura prueba purifica y renueva a sus ministros.
Las otras dos misas en Chile se celebraron una en el sur y otra en el norte. La del sur, en Araucanía, la tierra donde viven los indios mapuches, transformó en alegría los dramas y las fatigas de este pueblo, lanzando un llamamiento a una paz que sea armonía de la diversidad y al repudio de toda violencia. La del norte, en Iquique, entre el océano y el desierto, fue un himno al encuentro entre los pueblos, que se expresa de manera singular en la religiosidad popular.
Los encuentros con los jóvenes y con la Universidad Católica de Chile respondieron al desafío crucial de ofrecer un sentido grande a la vida de las nuevas generaciones. Dejé la palabra programática de San Alberto Hurtado a los jóvenes: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”. Y en la Universidad propuse un modelo de formación integral, que traduce la identidad católica en la capacidad de participar en la construcción de sociedades unidas y plurales, donde los conflictos no se ocultan sino que se gestionan con el diálogo. Siempre hay conflictos: también en casa, siempre los hay. Pero, tratar mal los conflictos es todavía peor. No hay que esconder los conflictos debajo de la cama: los conflictos que salen a la luz, se enfrentan y se resuelven con el diálogo. Pensad en los pequeños conflictos que hay seguramente en vuestra casa: no hay que esconderlos, sino enfrentarlos. Buscad la ocasión y se habla: el conflicto se resuelve así, con el diálogo.
En Perú, el lema de la visita fue: “Unidos por la esperanza”. Unidos no en una uniformidad estéril, todos iguales: esa no es unión; sino en toda la riqueza de las diferencias que heredamos de la historia y la cultura. Un testimonio emblemático de ello fue el encuentro con los pueblos de la Amazonía peruana, que también puso en marcha el itinerario del Sínodo Pan-Amazónico convocado para octubre de 2019, como también lo atestiguan los momentos vividos con la gente de Puerto Maldonado y con los niños del Hogar “El Principito”. Juntos dijimos “no” a la colonización económica y a la colonización ideológica.
Hablando a las autoridades políticas y civiles de Perú, manifesté mi aprecio por el patrimonio ambiental, cultural y espiritual de ese país y me centré en las dos realidades que más lo amenazan: la degradación ecológico-social y la corrupción. No sé si vosotros habéis oído hablar de corrupción… no lo sé… No existe solamente allí. Aquí también y es más peligrosa que la gripe. Se mezcla y arruina los corazones. La corrupción arruina los corazones. Por favor, no a la corrupción. Subrayé que nadie está exento de responsabilidad frente a estas dos plagas y que el compromiso de contrarrestarlas concierne a todos.
Celebré la primera misa pública en Perú en la orilla del océano, cerca de la ciudad de Trujillo, donde la tormenta llamada “Niño costero” golpeó duramente a la población el año pasado. Por eso la alenté a reaccionar frente a ella, pero también ante otras tormentas como el hampa, la falta de educación, de trabajo y vivienda segura. También en Trujillo también conocí a los sacerdotes y consagrados del norte del Perú, compartiendo con ellos la alegría de la llamada y de la misión, y la responsabilidad de la comunión en la Iglesia. Les exhorté  a ser ricos de memoria y fieles a sus raíces. Y entre estas raíces está  la devoción popular a la Virgen María. Siempre en Trujillo tuvo lugar la celebración mariana en la que coroné a la Virgen de la Puerta, proclamándola “Madre de la Misericordia y la Esperanza”.
El último día del viaje, el domingo pasado, se desarrolló en Lima, con un fuerte acento espiritual y eclesial. En el santuario más famoso de Perú, donde se venera el cuadro de la Crucifixión llamado “Señor de los Milagros”, encontré a unas 500 religiosas de clausura, de vida contemplativa: un verdadero “pulmón” de fe y oración para la Iglesia y para toda la sociedad. En la catedral recé una oración especial por la intercesión de los santos peruanos, a la  que siguió el encuentro con los obispos del país, a quienes propuse la figura ejemplar de San Toribio di Mogrovejo.
Asimismo señalé a los jóvenes peruanos a los santos como hombres y mujeres que no perdieron el tiempo en “maquillar” su propia imagen, sino que siguieron a Cristo, que los miró con esperanza. Como siempre, la palabra de Jesús le da pleno significado a todo y así también el Evangelio de la última celebración eucarística resumió el mensaje de Dios a su pueblo en Chile y Perú: “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1:15). ). Así – parecía decir el Señor -: recibiréis la paz que os doy y estaréis unidos en mi esperanza. Este es, más o menos, el resumen de este viaje. Oremos por estas dos naciones hermanas, Chile y Perú, para que el Señor las bendiga.
© Librería Editorial Vaticano

Comentario al evangelio de hoy miércoles 24 de enero de 2018.

Abrir el corazón para poder escuchar

Miércoles III de Tiempo Ordinario
Por: Iván Yoed González Aréchiga, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
¿Me cansa la vida?, ¿busco descanso y no lo encuentro? A Ti vengo, Señor, para detenerme en Ti. Quiero disponer de aquello más alto de que todo hombre puede disponer: tiempo contigo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 4,1-20
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago, y se reunió una muchedumbre tan grande, que Jesús tuvo que subir en una barca; ahí se sentó, mientras la gente estaba en tierra, junto a la orilla. Les estuvo enseñando muchas cosas con parábolas y les decía:
«Escuchen. Salió el sembrador a sembrar. Cuando iba sembrando, unos granos cayeron en la vereda; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, donde apenas había tierra; como la tierra no era profunda, las plantas brotaron enseguida; pero cuando salió el sol, se quemaron, y por falta de raíz, se secaron. Otros granos cayeron entre espinas; las espinas crecieron, ahogaron las plantas y no las dejaron madurar. Finalmente, los otros granos cayeron en tierra buena; las plantas fueron brotando y creciendo y produjeron el treinta, el sesenta o el ciento por uno». Y añadió Jesús: «El que tenga oídos para oír, que oiga».
Cuando se quedaron solos, sus acompañantes y los Doce le preguntaron qué quería decir la parábola. Entonces Jesús les dijo: «A ustedes se les ha confiado el secreto del Reino de Dios; en cambio, a los que están fuera, todo les queda oscuro; así, por más que miren, no verán; por más que oigan, no entenderán; a menos que se conviertan y sean perdonados».
Y les dijo a continuación: «Si no entienden esta parábola, ¿cómo van a comprender todas las demás? ‘El sembrador’ siembra la palabra.
‘Los granos de la vereda’ son aquellos en quienes se siembra la palabra, pero cuando la acaban de escuchar, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos.
‘Los que reciben la semilla en terreno pedregoso’, son los que, al escuchar la palabra, de momento la reciben con alegría; pero no tienen raíces, son inconstantes, y en cuanto surge un problema o una contrariedad por causa de la palabra, se dan por vencidos.
‘Los que reciben la semilla entre espinas’ son los que escuchan la palabra; pero por las preocupaciones de esta vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás, que los invade, ahogan la palabra y la hacen estéril.
Por fin, ‘los que reciben la semilla en tierra buena’ son aquellos que escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha: unos, de treinta; otros, de sesenta; y otros, de ciento por uno».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Alguna vez has escuchado, con atención, hablar a una persona?, ¿alguna vez has asistido a una plática, conferencia, charla? No vayamos lejos, ¿alguna vez has escuchado una homilía o un sermón? Cuando percibes las palabras y las ideas que se presentan, ¿cómo las recibes?, ¿cómo las escuchas?
Existen dos modos de escuchar. Solo uno de ellos es verdadero. Solo uno de ellos es propio del hombre. Antes de referirnos a ellos encontramos primero lo que es tan solo «oír». Consiste en nada menos que en recibir sonidos. Después encontramos el primer modo de escucha. Éste sabe decodificar informaciones. Recibe las ideas y las organiza. Comprende el mensaje mismo. Al final encontramos, sin embargo, el único modo real: es aquél que recibe todo lo que escucha no solo como simples sonidos, pero tampoco ni siquiera como meras informaciones, sino sobre todo como aquello que podría llamarse la palabra de un corazón.
Aquél que sabe reconocer las palabras del corazón de quien escucha, ése sabe verdaderamente escuchar. Aquél que sabe reconocer las palabras del corazón, puede identificar al que tan solo emite solo ideas, pero también al que transmite todo su ser por la palabra.
Quizás si el gentío hubiese buscado mirar más allá de las ideas, quizá si los apóstoles hubiesen mirado más allá de las doctrinas, quizá si yo mismo buscara mirar más allá de las palabras para tocar el corazón, entonces quizás la parábola cesaría de ser parábola para pasar a ser vida.

Tenemos que acostumbrarnos a esto: oír la palabra de Jesús, escuchar la palabra de Jesús en el Evangelio. Leer un pasaje, pensar un poco en qué dice, en qué me dice a mí. Si no oigo que me habla, paso a otro. Pero tener este contacto diario con el Evangelio, rezar con el Evangelio; porque así Jesús me predica, me dice con el Evangelio lo que quiere decirme. Conozco a gente que siempre lo lleva, y cuando tiene un poco de tiempo, lo abre, y así encuentra siempre la palabra justa para el momento que está viviendo. Esta es la primera cosa que quiero deciros: dejad que el Señor os predique. Escuchar al Señor.
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de febrero de 2015).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Al momento de escuchar, buscaré reconocer las palabras del corazón de quien me habla. Haré lo mismo sea con mis amigos, mis compañeros, mi familia y con Dios mismo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.