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Francisco reflexiona sobre su reciente viaje a Polonia con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud.

Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 3 de agosto de 2016.

 
Francisco reflexiona sobre su reciente viaje a Polonia con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud
Audiencia del papa Francisco

Audiencia Del Papa Francisco

Esta mañana, en el Aula Pablo VI, el papa Francisco ha celebrado la primera audiencia general después del descanso estivo en el mes de julio. En la catequesis ha reflexionado sobre su reciente viaje a Polonia, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Así, ha indicado que en este gran encuentro jubilar, los jóvenes del mundo han acogido el mensaje de la Misericordia, para llevarlo por todos lados en las obras espirituales y corporales.
Publicamos a continuación el discurso competo del Santo Padre:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy quisiera reflexionar brevemente sobre el viaje apostólico que he realizado en los días pasados en Polonia. La ocasión del viaje ha sido la Jornada Mundial de la Juventud, 25 años después de la histórica celebrada en Częstochowa poco después de la caída del “telón de acero”. En estos días 25 años ha cambiado Polonia, ha cambiado Europa y ha cambiado el mundo, y esta JMJ se ha convertido en un signo profético para Polonia, para Europa y para el mundo. La nueva generación de jóvenes, herederos y continuadores de la peregrinación iniciada por san Juan Pablo II, han dado respuesta al desafío de hoy, han dado el signo de esperanza, y este signo se llama fraternidad. Porque precisamente en este mundo en guerra es necesaria fraternidad, es necesaria cercanía, diálogo, amistad, y esto es un signo de esperanza, cuando hay fraternidad.
Empezamos por los jóvenes, que han sido el primer motivo del viaje. Una vez más han respondido al llamamiento: han venido de todo el mundo. Algunos de ellos todavía están aquí.  Una fiesta de colores, de rostros diferentes, de lenguas, de historias diferentes. Y no sé cómo hacen, hablan distintas lenguas pero logran entenderse, ¿por qué? porque tienen la voluntad de ir juntos a hacer puentes, de fraternidad. Han venido también con sus heridas, con sus interrogantes, pero sobre todo con la alegría de encontrarse; y una vez más han formado un mosaico de fraternidad. Se puede hablar de un mosaico de fraternidad. Una imagen emblemática de la Jornada Mundial de la Juventud es la extensión multicolor de banderas ondeadas por los jóvenes: de hecho, en la JMJ, las banderas de las naciones se vuelven más bonitas, por así decir “se purifican”, y también banderas de las naciones en conflicto entre ellas ondean cerca y esto es bonito, ¡También aquí están las banderas! ¡Haced que se vean!
Así, en este gran encuentro jubilar, los jóvenes del mundo han acogido el mensaje de la Misericordia, para llevarlo por todos lados en las obras espirituales y corporales. ¡Doy las gracias a todos los jóvenes que han ido a Cracovia! ¡Y doy las gracias a aquellos que se han unido a nosotros desde diferentes partes de la tierra! Porque en muchos países se han hecho pequeñas Jornadas de la Juventud unidas con la de Cracovia. El don que habéis recibido se convierta en respuesta diaria a la llamada del Señor. Un recuerdo y un pensamiento va para Susana, la joven romana de esta diócesis, que ha fallecido justo después de haber participado en la JMJ, en Viena. El Señor, que seguro la ha recibido en el Cielo, conforte a sus familiares y amigos.
En este viaje he visitado también el Santuario de Częstochowa. Delante del icono de la Virgen, he recibido el don de la mirada de la Madre, que es de forma particular Madre del pueblo polaco, de esa noble nación que ha sufrido tanto y, con la fuerza de la fe y su mano materna, siempre se ha levantado. He saludado a algunos polacos aquí, ¡eh! ¡Sois buenos, sois buenos! Ahí, bajo esta mirada, se entiende el sentido espiritual del camino de este pueblo, cuya historia está ligada de modo indisoluble a la Cruz de Cristo. Ahí se toca con la mano la fe del santo pueblo fiel de Dios, que custodia la esperanza a través de las pruebas; y conserva también aquella sabiduría que es equilibrio entre tradición e innovación, entre memoria y futuro. Y Polonia hoy recuerda a toda Europa que no puede haber futuro para el continente sin sus valores fundantes, los cuales a su vez tienen al centro la visión cristiana del hombre. Entre estos valores esta la misericordia, de la cual han sido especiales apóstoles, dos grandes hijos de esta tierra polaca: santa Faustina Kowalska y san Juan Pablo II.
Y, finalmente, también este viaje tenía el horizonte del mundo, un mundo llamado a responder al desafío de una guerra “a pedazos” que le está amenazando. Y aquí el gran silencio de la visita a Auschwitz-Birkenau ha sido más elocuente de cualquier palabra. En aquel silencio he escuchado, he sentido la presencia de todas las almas que han pasado por ahí; he sentido la compasión, la misericordia de Dios, que algunas almas santas también han sabido llevar a este abismo. En ese gran silencio he orado por todas la víctimas de la violencia y de la guerra. Y ahí, en ese lugar, he comprendido más, más que nunca el valor de la memoria, no solo como recuerdo de eventos pasados, sino como advertencia y responsabilidad para el hoy y el mañana, para que la semilla del odio y de la violencia no crezca en los surcos de la historia. Y en esta memoria de las guerras y de tantas heridas, de tanto dolor vivido, también existen hombres y mujeres, hoy, que sufren las guerras: tantos hermanos y hermanas nuestros. Mirando aquella crueldad, en aquel campo de concentración, he pensado enseguida a la crueldad de hoy, que se asemejan: no así concentrada como en aquel lugar, sino por todas partes en el mundo; este mundo que está enfermo de crueldad, de dolor, de guerra, de odio, de tristeza. Y por esto siempre  pido una oración: ¡que el Señor nos dé la paz!
Por todo esto, agradezco al Señor y a la Virgen María. Y expreso nuevamente mi gratitud al presidente de Polonia y a las autoridades, al cardenal arzobispo de Cracovia y al entero episcopado polaco, y a todos aquellos que, de mil formas, han hecho posible este evento, que ha ofrecido un signo de fraternidad y de paz a Polonia, a Europa y al mundo. También quisiera agradecer a los jóvenes voluntarios, que durante más de un año han trabajado para llevar adelante esto. Y también a los medios de comunicación, a los que trabajan en estos medios: muchas gracias por haber hecho que esta Jornada se viera en todo el mundo. Y aquí no puedo olvidarme de Anna Maria Jacobini, una periodista italiana que ha perdido la vida allí, de repente. Oremos también por ella, ella se ha ido en un acto de servicio. Gracias.

Comentario al evangelio de hoy miércoles 03 de agosto de 2016

Cuando parece que Dios desoye las plegarias
Milagros de Jesús

Tiempo ordinario. 
Espera un poco. Insiste. Dios permite esa angustia para purificar tu intención.
Por: P. Clemente González
Fuente: Catholic.net 
http://es.catholic.net/op/articulos/5046/mujer-qu-grande-es-tu-fe.html

Del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28 
En aquel tiempo saliendo de Genesaret, Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón. En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada». Pero Él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: «Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros». Respondió Él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel». Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!» Él respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». «Sí, Señor – repuso ella -, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos». Entonces Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas». Y desde aquel momento quedó curada su hija. 
Oración introductoria
Mi fe, frente a las dificultades, se debilita, cuando debería crecer. Humildemente recurro a ti, Señor y Padre mío, suplicando la intercesión de san José, para que esta oración me ayude a aumentar mi fe, acrecentar mi esperanza y, sobre todo, sea el medio para crecer en mi caridad, en mi amor a Ti y a los demás.
Petición
¡Señor, hazme un testigo fiel de mi fe!
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
La fe auténtica, todo lo puede.
Es conmovedor el contemplar la escena que presenta este Evangelio. Aunque más que la presentación de una escena es el retrato de un corazón. Es como una pintura del corazón del Señor. Caminaba Cristo, se encontraba en el tiempo de su vida pública, visitaba gente, se movía de un pueblo a otro. En un traslado más en que su mente se hallaría en el Padre, en la misión, en las almas, llega una mujer que le «interrumpe». Y Él comienza a escucharla gritar.
Una persona que había sufrido, una persona que imploraba compasión, una que a muchos seguramente había molestado ya, era una mujer despreciada, pero no vencida: pues no descansaba y no descansaría hasta alcanzar la bendición de Dios para su hija a quien tanto amaba. Hasta tal punto llega el amor de una madre, hasta el punto de olvidar su propia imagen, olvidar el “qué dirán” con tan sólo conseguir aquello que sus hijos necesitan y que sin duda llegaría más lejos si fuese necesario. Y, finalmente, una mujer así conmovió un corazón…
Qué sensibilidad de Cristo, que supo acoger los comentarios de sus apóstoles que, aun andando en pos de la «misión», se quejaron por un alma que sufría.  Y me impresiona su corazón , que comenzó por presentarse grande y digno de las súplicas de una mujer, pero que terminó por engrandecerla y encumbrar su fe hasta que incluso le otorgó su gracia.
¿Qué puedo aprender de este Evangelio? Tengo tres modelos: tengo a los apóstoles, que aún no comprendían en qué consistía extender tu Reino. Tengo a una mujer cuyo amor el mismo Cristo enalteció. Y tengo tu corazón, Señor, del que nunca alcanzaré a aprenderlo todo, pero el cual puedo imitar también el día de hoy.
«Cada uno de nosotros, de hecho, puede tener fe en “Cristo, Hijo de Dios, enviado por el Padre para salvarnos: sí, salvarnos de la enfermedad, el Señor ha hecho y nos ayuda a hacer muchas cosas buenas”; pero sobre todo hay que tener fe en que Él ha venido para “salvarnos de nuestros pecados, salvarnos y llevarnos al Padre”»
(Homilía de S.S. Francisco, 15 de enero de 2016).

Reflexión
Cuántas angustias y necesidades experimentamos en la vida. El dolor nos visita, los problemas abundan, las tristezas nos sofocan. ¡Ten compasión de mí, Señor! Es el grito del alma a un Dios que siente lejano.
Sin duda, buscamos una respuesta inmediata. Y nos desalentamos si no llega. ¡Cuántas veces pedimos y, quizás, sin resultado! ¿Por qué Dios no nos escucha?
Nos desconcertamos, llegamos a dudar de Dios y hasta nos desesperamos. ¿No será que Dios nos pone a prueba? ¿Hasta cuánto resiste nuestra fe?
Espera un poco. Insiste. Dios permite esa angustia para purificar tu intención, para que sigas creyendo en Él aunque no te atienda a la primera. La mujer cananea del evangelio seguía a Jesús gritando. Los discípulos perdieron la paciencia y obligaron a Jesús a detenerse para atenderla. Nos sorprende la primera reacción de Cristo.
¿Acaso no se conmovió su Corazón, lleno de misericordia? Desde luego que sí. Pero prefirió esperar y ver hasta qué punto la mujer confiaba en Él. Como su fe era grande, Jesús le dijo finalmente: «que se cumpla lo que deseas».
Propósito
En las dificultades de este día, hacer un acto de fe y pedir con confianza la ayuda de Dios.
Diálogo con Cristo 
Señor, sólo con la fe, la humildad, la confianza y la perseverancia en nuestra oración, a pesar de todas las dificultades –como la mujer cananea– es como penetramos hasta el corazón de Dios y sólo así es como escuchas nuestras plegarias.

EDD. miércoles 03 de agosto de 2016

Miércoles de la decimoctava semana del tiempo ordinario.
http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20160802


Libro de Jeremías 31,1-7.
En aquel tiempo -oráculo del Señor- yo seré el Dios de todas las familias de Israel y ellos serán mi Pueblo.
Así habla el Señor: Halló gracia en el desierto el pueblo que escapó de la espada; Israel camina hacia su descanso.
De lejos se le apareció el Señor: Yo te amé con un amor eterno, por eso te atraje con fidelidad.
De nuevo te edificaré y serás reedificada, virgen de Israel; de nuevo te adornarás con tus tamboriles y saldrás danzando alegremente;
de nuevo plantarás viñas sobre los montes de Samaría: los que las planten tendrán los primeros frutos.
Porque llega el día en que los vigías gritarán sobre la montaña de Efraím: «¡De pie, subamos a Sión, hacia el Señor, nuestro Dios!».
Porque así habla el Señor: ¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse oír, alaben y digan: «¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!».
Libro de Jeremías 31,10.11-12ab.13.
¡Escuchen, naciones, la palabra del Señor,
anúncienla en las costas más lejanas!
Digan: «El que dispersó a Israel lo reunirá,
y lo cuidará como un pastor a su rebaño.»
Porque el Señor ha rescatado a Jacob,
lo redimió de una mano más fuerte que él.
Llegarán gritando de alegría a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor.
Entonces la joven danzará alegremente,
los jóvenes y los viejos se regocijarán;
yo cambiaré su duelo en alegría,
los alegraré y los consolaré de su aflicción.
Evangelio según San Mateo 15,21-28.
Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón.
Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio».
Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: «Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos».
Jesús respondió: «Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel».
Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!».
Jesús le dijo: «No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros».
Ella respondió: «¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!».
Entonces Jesús le dijo: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!». Y en ese momento su hija quedó curada.
Comentario del Evangelio por  San Juan Crisóstomo (c. 345-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia Homilía sobre san Mateo, nº 52, 1-3
El poder de una oración perseverante.
Siendo así que debería haberse sentido desanimada, la Cananea se acerca aún más y, adorando a Jesús, le dice: “ ¡Señor, ayúdame!”. Pero mujer, ¿es que tú no has oído lo que ha dicho: “He sido enviado sólo a las ovejas perdidas de la casa de Israel”? Sí, lo he entendido, contesta ella, pero es el Señor…
Es porque Cristo había previsto su respuesta que difiere conceder su petición. Rehusó su petición para subrayar su piedad. Si no la hubiera querido escuchar, no le hubiera concedido su petición, al final… Sus respuestas no fueron para apenarla, sino más bien para atraerla y revelar ese tesoro escondido.
Pero te pido que consideres, al mismo tiempo que su fe, su profunda humildad. Jesús dio a los judíos el nombre de hijos; la Cananea va todavía más allá de este título y les llama los amos, tan lejos estaba ella de ser sujeto del elogio de otro: “Los perritos comen de la miajas que caen de la mesa de sus amos”…Y es a causa de ello que fue admitida entre los hijos. Cristo le dice entonces: “Mujer, grande es tu fe”. Y tardó en pronunciar esta palabra y recompensar a esta mujer: “¡Que se cumpla según deseas!”. Ya lo ves, la Cananea tuvo un parte grande en la curación de su hija. En efecto, Cristo no le dice: que tu hija sea curada, sino: “¡Grande es tu fe, que se cumpla según deseas!” Y aún fíjate bien en esto: allí donde los apóstoles habían fracasado y nada habían obtenido, ella lo consigue. Este es el poder la una oración perseverante.

Celebración de la fiesta de la Porciúncula.

La Porciúncula.
http://es.catholic.net/op/articulos/39859/cat/876/la-porciuncula.html

De las vísperas del 1o de agosto a las vísperas del día siguiente, el que visite contrito y confesado La Porciúncula, obtiene indulgencia plenaria. ¿Cómo se consiguió esta inusual indulgencia?

Por: P. Jesús Martí Ballester | 

El 2 de agosto la Iglesia celebra una gran fiesta de amor, llamada La Porciúncula. Por eso hemos adelantado unas horas la salida de nuestra edición. Santa María de los Ángeles, hermosa basílica construida sobre la Porciúncula, situada a 5 kilómetros de Asís.
Allí comenzó la primera comunidad franciscana y allí murió San Francisco. Allí se conservan su cordón, su imagen con las palomas, las rosas sin espinas milagrosas sobre las que se tiró rechazando la tentación del desaliento y la capilla de las lágrimas.

Destruida la Basílica por un terremoto, ha sido reconstruida. Invitado el Papa a su reapertura, Juan Pablo II dirigió el siguiente mensaje al Ministro General de la Orden Franciscana.

“Aquí pidió San Francisco de Asís a Cristo, por la intercesión de la Reina de los Ángeles, la «indulgencia de la Porciúncula», confirmada por mi venerado predecesor el Papa Honorio III el 2 de agosto de 1216.
Allí comenzó la actividad misionera que llevó a Francisco y a sus frailes a algunos países musulmanes y a varias naciones de Europa. Allí, por último, el Santo acogió cantando a «nuestra hermana la muerte corporal» en el Cántico de las criaturas. De la experiencia del Poverello de Asís, la iglesita de la Porciúncula conserva y difunde un mensaje y una gracia peculiares, que perduran todavía hoy y constituyen un fuerte llamamiento espiritual para cuantos se sienten atraídos por su ejemplo.
A este propósito, es significativo el testimonio de Simone Weil, hija de Israel fascinada por Cristo: «Mientras estaba sola en la capillita románica de Santa María de los Ángeles, incomparable milagro de pureza, donde san Francisco rezó tan a menudo, algo más fuerte que yo me obligó, por primera vez en mi vida, a arrodillarme» (Autobiografía espiritual).
La Porciúncula es uno de los lugares más venerados del franciscanismo, no sólo muy entrañable para la Orden de los Frailes Menores, sino también para todos los cristianos que allí, cautivados por la intensidad de las memorias históricas, reciben luz y estímulo para una renovación de vida, con vistas a una fe más enraizada y a un amor más auténtico.
Por tanto, me complace subrayar el mensaje específico que proviene de la Porciúncula y de la indulgencia vinculada a ella”.

El encuentro del Señor con el “Poverello” 
«Francisco, ¿quién puede hacerte mayor bien, el amo o el siervo?» Le dijo el Señor al Poverello: Francisco preguntó al amo cómo podría servirle, y Jesús le miró con ternura y le dijo: «Repara mi Iglesia».
Desde entonces, cuando Francisco piensa en lo delicado, bueno, y amoroso que es Jesús, rompe en llanto y exclama: «¡El amor no es amado!». Francisco tomó las palabras del Señor literalmente y con gozo reparó la iglesia de San Damián.
Después bajó al bosque en el valle de Asís y reparó la vieja capilla de Nuestra Señora de los Ángeles, llamada Porciúncula y tomó la Porciúncula como lugar de vivienda. Los campesinos escuchaban ángeles cantando en la Porciúncula.
Ahí fue donde los primeros hermanos se unieron a él, en la vida nueva de pobreza, trabajo manual, cuidando a los leprosos, mendigando y predicando el amor de Cristo. A los benedictinos propietarios de aquel lugar, Francisco les pagaba como renta anual una canasta de pescado.
Oprimido por el pensamiento de ser indigno ante la misión de fundar una Orden religiosa, subió a una cueva en las montañas. Ahí, durante una tormenta se echó al suelo y, con una perfecta contrición, rogó a su Salvador que le perdonara los pecados de su vida pasada.
En la angustia de su alma gritaba: «¿Quién eres tú, mi querido Señor y Dios, y quién soy yo vuestro miserable gusano de siervo? Mi querido Señor quiero amarte. ¡Mi Señor y mi Dios, te entrego mi corazón y mi cuerpo y yo quisiera, si tan sólo supiera cómo, hacer más por amor a ti! Repetía: «Señor ten misericordia de mi que soy un pobre pecador.»

Relato de Doña Emilia Pardo Bazan

La Condesa de Pardo Bazán, aquél fenómeno de personalidad, creatividad, gracia, hondura y libertad, la primera gran periodista española, según Jiménez Losantos, nos cuenta lo acontecido en la Porciúncula en su Vida de San Francisco:
“Una noche, en el monte cercano a la Porciúncula, ardía Francisco en ansias de la salvación de las almas. Un ángel le ordenó bajar del monte a su Santa María de los Ángeles. Allí vio a Jesucristo, a su Madre y a multitud de espíritus. Oyó la voz de Jesús:
– “Pues tantos son tus afanes por la salvación de las almas, pide, Francisco, pide”.
Francisco pidió una indulgencia plenaria, que se ganase con sólo entrar confesado y contrito en aquella capilla de los Ángeles.
– “Mucho pides, Francisco, pero accedo contento. Acude a mi Vicario, que confirme mi gracia”.
Al alba, tomó el camino de Perusa, acompañado de Maseo de Marignano. Estaba en Perusa el Papa Honorio III.
–Padre Santo -dijo Francisco, en honor de María he reparado una iglesia; hoy vengo a solicitar para ella indulgencia.
–Dime cuántos años e indulgencias pides.
–Padre Santo -replicó Francisco-, lo que pido no son años, sino almas.
–No puede conceder esto la Iglesia -objetó el Papa.
– Señor -replicó Francisco-, no soy yo, sino Jesucristo, quien os lo ruega.
En esta frase hubo tal calor, que ablandó el ánimo de Honorio, moviéndole a decir:
–Me place, me place, me place otorgar lo que deseas.
Y llamó a Francisco:
-Otorgo, pues, que cuantos entren confesados en Santa María de los Ángeles sean absueltos de culpa y pena; esto todos los años perpetuamente, mas sólo en el espacio de un día natural. Bajó Francisco la cabeza en señal de aprobación, y sin despegar los labios salió de la cámara.
–¿Adónde vas, hombre sencillo? -gritó el Papa-.
Me basta -respondió Francisco- lo que oí; si la obra es divina, Dios se manifestará en ella. Sirva de escritura la Virgen, Cristo el notario y testigos los ángeles. Y se volvió de Perusa a Asís.
Llegando a Collestrada, se desvió de sus compañeros para desahogar su corazón en ríos de lágrimas; al volver de aquel estado de plenitud y de gozo, llamó a Maseo a voces: ¡Maseo, hermano! De parte de Dios te digo que la indulgencia que obtuve del Pontífice está confirmada en los cielos.
El tiempo corría el tiempo sin que Honorio autorizara la indulgencia; el retraso atribulaba a Francisco. En una fría noche de enero se encontraba abismado. Impensadamente pensó que obraba mal, que faltaba a su deber trasnochando y extenuándose a fuerza de vigilias, siendo un hombre cuya vida era tan esencial para el sostenimiento de su Orden.
Pensó que tanta penitencia le conduciría a enflaquecer y perder su razón, y le entró congoja. Para desechar esta tentación, nacida del cansancio de su cuerpo, se levantó, y se arrojó sobre una zarza, revolcándose en ella. Manaba sangre de su piel, y se cubría el zarzal de rosas, como las de mayo.
Francisco se encontró rodeado de ángeles que cantaban a coro:
– Ven a la iglesia; te aguardan Cristo y su Madre.
Francisco se levantó transportado y caminó luminoso. Sobre su cuerpo veía Francisco un vestido transparente como el cristal. Cogió de la zarza florida doce rosas blancas y doce rojas, y entró en la capilla.
Allí estaban Cristo y su Madre, con innumerables ángeles. Francisco cayó de rodillas. María se inclinó hacia su hijo, y éste habló así:
– Por mi Madre te otorgo lo que solicitas; y sea el día aquel en que mi apóstol Pedro, encarcelado por Herodes, vio milagrosamente caer sus cadenas (1 de agosto).
Ve a Roma; notifica mi mandamiento a mi Vicario; llévale rosas de las que han brotado en la zarza; yo moveré su corazón.
Francisco se levantó, fue a Roma con Bernardo de Quintaval, Ángel de Rieti, Pedro Catáneo y Fray León, la ovejuela de Dios. Se presentó al Papa llevando en sus manos tres rosas encarnadas y tres blancas de las del prodigio. Intimó a Honorio de parte de Cristo que la indulgencia había de ser en la fiesta de San Pedro ad Víncula. Le ofreció las rosas, frescas y fragantes. Se reunió el Consistorio, y ante las flores que representaban en enero la primavera, fue confirmada la indulgencia.
Escribió el Papa a los obispos circunvecinos de la Porciúncula, citándoles para que se reunieran en Asís el primer día de Agosto, a fin de promulgar la indulgencia solemnemente.
En el día convenido apareció Francisco en un palco con los siete obispos a su lado, y pronunció una plática ferviente sobre la indulgencia. Los obispos se indignaron, y cuando el obispo de Asís se levantó resuelto a proclamar la indulgencia por diez años solos, en vez de esto repitió las palabras de Francisco; unos después de otros, reprodujeron los obispos el primer anuncio.
Documento de Benito De Arezzo
Durante muchos años, fue sólo conocida oralmente la indulgencia de la Porciúncula. Medio siglo después del tránsito de Francisco hallamos el primer documento de Benito de Arezzo, que dice así:

«En el nombre de Dios, Amén. Yo Fray Benito de Arezzo, que estuve con el beato Francisco mientras aún vivía, y que por auxilio de la gracia fui recibido en su Orden por el mismo Padre Santísimo; yo que fui compañero de sus compañeros, y con ellos estuve frecuentemente, ya mientras vivía el santo Padre nuestro, ya después que se partió de este mundo, y con los mismos conferencié frecuentemente de los secretos de la Orden, declaro haber oído repetidas veces a uno de los compañeros del beato Francisco, llamado Fray Maseo de Marignano, que estuvo con el hermano Francisco en Perusa, en presencia del Papa Honorio, cuando el santo pidió la indulgencia de todos los pecados para los que, contritos y confesados, viniesen al lugar de Santa María de los Ángeles, llamada Porciúncula, el primer día de agosto, desde las vísperas de dicho día hasta las vísperas del día siguiente.
La cual indulgencia, habiendo sido pedida por el beato Francisco, fue otorgada por el Sumo Pontífice, aunque él mismo dijo no ser costumbre en la Sede Apostólica conceder tales indulgencias».

Del entusiasmo que en el pueblo despertaban las indulgencias podemos juzgar por las crónicas que refieren el acontecimiento que, estremeciendo hasta las últimas fibras de la conciencia de Dante, dio por resultado La Divina Comedia. La multitud que acudía a Asís a lucrar la indulgencia era enorme. El jubileo determinaba una suspensión de discordias y luchas: la tregua de Dios.
Sitiado Asís por las tropas de Perusa, el día 2 de Agosto se interrumpió el ataque, para que los peregrinos pudieran entrar en la villa para obtener la indulgencia. Gregorio XV, hizo extensivo el jubileo de la Porciúncula a todas las iglesias franciscanas del mundo. Según Fray Pánfilo de Magliano, la indulgencia fue concedida el año 1216, y en 1217 la proclamación solemne de la Porciúncula por siete obispos.
La víspera del solemne día llamaba a los fieles la Campana de la Predicación; se cubría el campo de toldos y enramadas y acampaban al raso los peregrinos. Al lucir el nuevo sol se verificaba la ceremonia de la absolución, descrita por el Dante, en el canto IX del Purgatorio.”
De aquellos tiempos a los nuestros
Aunque Francisco sólo tenía 34 años, ya era conocido y amado por miles de personas. Doce años más tarde, 22 meses después de su muerte, la Iglesia lo proclamó santo. Comparemos, para deducir el desfase de los tiempos, las vicisitudes que ha tenido que soportar otro estigmatizado de nuestros días, hoy ya San Pío de Pietrelcina. Doce años antes Francisco era un joven inquieto, frívolo, ambicioso y mujeriego y así lo confesaba y lloraba a Jesús, que le dice: «Francisco, tus pecados han sido borrados.»
Jesús y María confirmaron su aprobación del Gran Perdón de la Porciúncula. La Virgen se le apareció al fraile franciscano, Beato Conrado de Ofida, envuelta en un rayo de luz, con el Niño Jesús en sus brazos, bendiciendo a todos los peregrinos en la puerta de la Porciúncula.
Jesús Martí Ballester
jmarti@ciberia.es

Comentario al evangelio de hoy martes 02 de agosto de 2016

¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?

Tiempo Ordinario. 
Pedro no camina hasta que Jesús le dice: Ven. También Jesús nos dice esa palabra en muchas veces al día.
Por: P. Clemente González
Fuente: Catholic.net 
http://es.catholic.net/op/articulos/5052/pedro-camina-sobre-las-aguas.html
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-36
En aquel tiempo, después de que se hubo saciado la muchedumbre, Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí. La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino Él hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Jesús les dijo enseguida: ¡Animo, soy yo, no tengáis miedo! Pedro le contestó: Señor, si eres tú mándame ir hacia ti andando sobre el agua. Él le dijo: Ven. Pedro bajó de la barca y se echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: Señor, sálvame. Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado? En cuento subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: Realmente eres Hijo de Dios. Terminada la travesía, llegaron a tierra de Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron curados.
Oración introductoria
Jesús, creo que verdaderamente eres el Hijo de Dios y hoy, al igual que llamaste a Pedro, me llamas porque quieres tener un encuentro conmigo en la oración. Mi camino no siempre es tu camino, por eso pido la intercesión de María Inmaculada, para seguir su ejemplo, no dudar nunca y seguir siempre el camino que me propones.
Petición
Señor, que tenga el valor de salir de mi zona de confort y responder a tu llamado.
Meditación del Papa Francisco
Pedro con el arrojo que le caracteriza le pide casi una prueba: “Señor si eres tú, hazme caminar hacia ti sobre las aguas”; y Jesús le dice “¡Ven!”. Pedro baja de la barca y pone a caminar sobre el agua, pero el viento fuerte azota y comienza a hundirse. Entonces grita: “¡Señor, sálvame!”, y Jesús le tiende la mano y lo levanta.
Esta narración es una hermosa imagen de la fe del apóstol Pedro. En la voz de Jesús que le dice “Ven”, él reconoce el eco del primer encuentro orillas de aquel mismo lago y en seguida, nuevamente, deja la barca y va hacia el Maestro. ¡Y camina sobre las aguas! La respuesta confiada y pronta al llamado del Señor hace cumplir siempre cosas extraordinarias.
Jesús ahora mismo nos decía que nosotros somos capaces de hacer milagros con nuestra fe: la fe en Él, en su palabra, la fe en su amor.
En cambio, Pedro comienza a hundirse cuando que quita la mirada de Jesús y se deja influenciar por las circunstancias que lo circundan.
Pero el Señor está siempre allí, y cuando Pedro lo invoca, Jesús lo salva del peligro. En la persona de Pedro, con sus entusiasmos y debilidades, se describe nuestra fe: siempre frágil y pobre, inquieta y a pesar de todo victoriosa, la fe del cristiano camina hacia el Señor resucitado, en medio a las tormentas y peligros del mundo.
Es muy importante también la escena final: “Apenas subieron a la barca en viento cesó. Aquellos que estaban en la barca se postraron delante de Él diciéndole: ‘¡Realmente eres el Hijo de Dios!’”. (S.S. Francisco, Ángelus, 10 de agosto de 2014).
Reflexión
Caminar sobre las aguas, ¡qué proeza!, está fuera de nuestro alcance. Por eso sucede que cuando leemos estas líneas no lleguemos a penetrar su mensaje hasta el fondo.
Entonces, ¿cuál es la clave de lectura?
Pedro no camina hasta que Jesús le dice: Ven.También Jesús nos dice esa palabra en diversas ocasiones al día: cada vez que nos viene a la mente una buena obra: hacer un favor, dar una limosna, etc. Es posible que no nos demos cuenta de esta realidad, pero es Dios quien nos inspira esos pensamientos.
Las dificultades llegan cuando nos pide algo más, un sacrificio mayor. Es entonces cuando sentimos que nuestras pasiones se rebelan y nos echamos atrás. Aquella posibilidad de avanzar se ha convertido en un fracaso, en un naufragio. ¿Por qué?
Veamos qué le sucedió a Pedro. Al principio se asustó al ver a Jesús, que llegaba de forma tan inesperada. Pero al ver que era Él, se sintió seguro, y a la voz de su Maestro comenzó a dar los primeros pasos. ¿Y luego? Dudó, tuvo miedo, no confió en el poder de Cristo para continuar adelante, y empezó a hundirse. Lo que le faltaba era fe.
Con fe, Pedro hubiera cruzado a pie todo el lago. Con fe, nosotros también seríamos capaces de los mayores milagros. Si tuviéramos un poquito de fe, nos sorprenderíamos de hasta dónde podemos llegar.
Propósito
Rezar, diariamente, antes de dormir, el credo, para constantemente recordar las verdades de mi fe que me ayudan a recorrer el camino de la salvación.
Diálogo con Cristo
Señor, dame tu gracia porque quiero gozar de la oración como lo hacía Jesús, que te buscaba en el lugar donde sabía que podría encontrarte. Deseo experimentar la libertad, la paz y el gozo de la auténtica oración al saber apartarme de todo y de todos, para en la soledad de mi propio yo, abrirte mi corazón, con esa firme decisión que rompa mi inercia, mis dudas y mi mediocridad.
 

EDD. martes 02 de agosto de 2016

Martes de la decimoctava semana del tiempo ordinario.

http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20160801


Libro de Jeremías 30,1-2.12-15.18-22.
Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos:
Así habla el Señor, el Dios de Israel: Escribe en un libro todas las palabras que yo te he dirigido,
Porque así habla el Señor: ¡Tu herida es incurable, irremediable tu llaga!
Nadie defiende tu causa, no hay remedio para tu herida, tú ya no tienes cura.
Todos tus amantes te han olvidado, no se interesan por ti. Porque yo te he golpeado como golpea un enemigo, con un castigo cruel, a causa de tu gran iniquidad, porque tus pecados eran graves.
¿Por qué gritas a causa de tu herida, de tu dolor incurable? A causa de tu gran iniquidad, porque tus pecados eran graves, yo te hice todo esto.
Así habla el Señor: Sí, yo cambiaré la suerte de las carpas del Jacob y tendré compasión de sus moradas; la ciudad será reconstruida sobre sus escombros y el palacio se levantará en su debido lugar.
De allí saldrán cantos de alabanza y risas estridentes. Los multiplicaré y no disminuirán, los glorificaré y no serán menoscabados.
Sus hijos serán como en los tiempos antiguos, su comunidad será estable ante mí y yo castigaré a todos sus opresores.
Su jefe será uno de ellos y de en medio de ellos saldrá su soberano. Yo lo haré acercarse, y él avanzará hacia mí, porque si no, ¿quién se atrevería a avanzar hacia mí? -oráculo del Señor-
Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.
Salmo 102(101),16-18.19-21.29.22-23.
Las naciones temerán tu Nombre, Señor,
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
cuando el Señor reedifique a Sión
y aparezca glorioso en medio de ella;
cuando acepte la oración del desvalido
y no desprecie su plegaria.
Quede esto escrito para el tiempo futuro
y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque él se inclinó desde su alto Santuario
y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.
Los hijos de tus servidores tendrán una morada
y su descendencia estará segura ante ti,
para proclamar en Sión el nombre del Señor
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan los pueblos y los reinos,
y sirvan todos juntos al Señor.
Evangelio según San Mateo 14,22-36.
En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra.
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy yo; no teman».
Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua».
«Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame».
En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?».
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.
Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: «Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios».
Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret.
Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos,
rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron curados.

Comentario del Evangelio por  Isaac el Sirio (siglo VII), monje cercano a Mossoul. Discursos ascéticos, 1ª serie, nº 62.
 

Caminar sobre las aguas, atravesar el fuego.
El saber intelectual no nos libera del miedo. Pero el que camina según la fe es totalmente libre; verdadero hijo de Dios, puede usar libremente de cada cosa. Por esta fe, los que están cogidos por el amor, pueden usar libremente de todos los elementos de la creación, como Dios mismo lo hace, porque la fe tiene el poder de hacer una criatura nueva, semejante a Dios…
El conocimiento intelectual nada puede hacer sin una base material; no es capaz de hacer lo que no ha sido dado a la naturaleza. El cuerpo no puede caminar sobre la superficie de las aguas; los que se acercan al fuego, se queman. Desde entonces el simple conocimiento se pone en guardia: no va más allá de sus límites naturales. Pero la fe tiene el poder de ir más lejos y dice: «si atraviesas el fuego, no te quemará. Y los ríos no te engullirán» (Is 43, 2). A menudo la fe realiza cosas semejantes a los ojos de toda la creación. Si se le hubiera dado al intelecto poder para hacer esas mismas cosas, jamás se hubiera atrevido.
Es por la fe que muchos han entrado dentro de las llamas…, han atravesado el fuego y han quedado sanos y salvos, y han caminado sobre el mar igual que sobre tierra firme. Todas estas cosas eran más grandes que la naturaleza y contrarias a los modos del simple conocimiento intelectual. Han demostrado de qué manera éste era vano en todos sus caminos y todas sus leyes. ¿Te fijas en cómo el intelecto observa las condiciones de la naturaleza? ¿Te das cuenta de cómo la fe hace su curso caminando más alto que la naturaleza?

El Papa asegura que “no es justo identificar el islam con la violencia”.

En el viaje de regreso de Polonia, Francisco responde a las preguntas de los periodistas que le acompañan en el vuelo papal.

 
Papa Francisco en el avión - Osservatore Romano

Papa Francisco En El Avión – Osservatore Romano

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, en el viaje de regreso de Polonia, como es costumbre, ha respondido a las preguntas de los periodistas que le acompañan en el vuelo papal. Varios fueron los temas abordados. De este modo, el Santo Padre habló de nuevo del terrorismo, del islam y de las religiones. También hizo referencia a una posible mediación del Vaticano en la actual situación de Venezuela. Además, aseguró encontrarse bien tras la caída que sufrió en la misa de Czestochowa y explicó que fue porque estaba mirando a la Virgen y no se dio cuenta del escalón.
Respecto a cómo ha vivido el viaje a Polonia, Francisco indicó que ha visto que la gente polaca es “muy entusiasta” y que ha reecontrado la bondad de los polacos que trabajaron donde estaba su padre y él conoció cuando era pequeño. A propósito de las expresiones propias del lenguaje joven que ha utilizado en sus discurso, el Santo Padre explicó que le gusta hablar y escuchar a los jóvenes “Los jóvenes son inquietos, creativos y de allí tomo el lenguaje y muchas veces debo preguntarles ¿qué cosa significa esto? Y ellos me explican”, reconoció el Papa.
Los periodistas también le preguntaron sobre la situación de represión en Turquía después del intento del golpe de Estado y por qué no se ha pronunciado sobre lo sucedido en este país. Por eso, el Pontífice aseguró que cuando ha tenido que “decir alguna cosa que no le gustaba a Turquía, pero de lo cual estaba seguro, lo he dicho y con las consecuencias que ustedes conocen”. Aquí se refería al uso de la palabra genocidio sobre Armenia. Pero sobre lo que está viviendo ahora Turquía no ha hablado “porque no estaba seguro todavía con las informaciones que he recibido sobre lo que sucede allí”.
Unas palabras también sobre lo sucedido en los días pasados con el cardenal Pell, prefecto de la secretaría de Economía de la Santa Sede, ya que ha salido a la luz en Australia que la policía australiana estaría indagando sobre nuevas acusaciones referidas a abusos de menores. Por ello, Francisco recordó que en este momento todo está en manos de la justicia “y no se debe juzgar antes que la justicia, ¿eh?”.
En la última semana  –recordó un periodista al hacer su pregunta– el secretario general de UNASUR, Ernesto Samper, ha hablado de una mediación del Vaticano – Venezuela. ¿Es un diálogo concreto? ¿Es una posibilidad real? El Santo Padre recordando los contactos que ha tenido con Maduro hasta el momento, indicó que cree que “en el grupo de la mediación alguno, y no sé si el gobierno también, quiere un representante de la Santa Sede”.
Un periodista francés hizo referencia al asesinato del sacerdote Jacques Hamel a mano de terroristas mientras celebraba misa. ¿Por qué cuando usted habla de estos eventos violentos habla siempre de terroristas pero nunca de islam, nunca utiliza la palabra islam? ¿Qué iniciativa concreta puede proponer o sugerir para contrastar la violencia islámica?
De este modo, el Santo Padre indicó que no le gusta hablar de violencia islámica, “porque todos los días cuando leo los diarios, veo violencia, aquí en Italia, alguien que mata a la novia, otro que mata a la suegra. Y estos son católicos bautizados, son católicos violentos”. Y añadió que si habla “de violencia islámica, debo hablar de violencia católica y no, los islámicos no todos son violentos, no todos los católicos son violentos”. Además, el Pontífice aclaró que “no es justo identificar al islam con la violencia. No es justo ni es verdad. He tenido un diálogo largo con el gran imán de la universidad Al Azhar. Sé cómo piensan ellos, buscan la paz, el encuentro”.
En esta misma línea explicó el terrorismo “está en todo lados”, y crece “cuando no hay otra opción, cuando al centro de la economía mundial está el dinero y no la persona, el hombre y la mujer, esto ya es el primer terrorismo”.
 

Comentario al evangelio de hoy lunes 01 de agosto de 2016

La multiplicación de los panes.
La multiplicación de los panes

Tiempo Ordinario. 
¿Sabes cuál es el secreto del éxito? ¡Todo depende de en manos de quién está el asunto!
Por: P. Sergio A. Córdova LC
Fuente: Catholic.net 
http://es.catholic.net/op/articulos/29673/la-multiplicacin-de-los-panes.html

Mateo 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer. Jesús les replicó: No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer. Ellos le replicaron: Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces. Les dijo: «Traédmelos». Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente: Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Reflexión
¿Sabes cuál es el secreto del éxito?
Hace unos meses un amigo mío me envió un mensaje titulado: “¿En manos de quién?”, y decía así: “¡Todo depende de en manos de quién está el asunto! Una pelota de basketball en mis manos vale unos 19 dólares, pero en las manos del mejor jugador de basketball vale alrededor de 3.000.000 de dólares. Una raqueta de tenis en mis manos no sirve para nada, pero en manos de Andy Murray significa el campeonato en Wimbledon. Una honda en mis manos es un juego de niños, pero en manos de David es el arma de la victoria del Pueblo de Dios. Cinco panes y dos peces en mis manos son un par de sandwiches de pescado, pero en manos de Jesús son el alimento para miles… ¡Todo depende de en manos de quién está el asunto!”
Este mensaje me pareció sumamente adecuado para el tema de nuestra reflexión de hoy: lo más importante de todo es, en efecto, en manos de quién está el asunto, porque ¡allí está la clave del verdadero éxito!
El Evangelio de este domingo nos presenta a Jesucristo en la ribera del mar de Galilea, rodeado de una enorme muchedumbre de toda la comarca. Lo seguían anhelantes de escuchar su palabra. Jesús, en su predicación, les habla del Reino de los cielos, y pasan las horas sin que la gente se dé cuenta. Estaban todos pendientes de su boca. Hacia media tarde sus apóstoles lo interrumpen para decirle que ya es muy tarde y que despida a la gente para que se vaya a las aldeas vecinas y se compre algo de comer. Y Jesús, con un cierto tono de ironía: “No hace falta que se vayan –les responde–. Dadles vosotros de comer”. Si eran sus invitados, también serían sus comensales; y no los iba a despedir en ayunas. Pero esa respuesta, sin duda, los dejó aún más confundidos… ¿Cómo iban a hacerlo? Ni doscientos denarios de pan –doscientos dólares, diríamos hoy– alcanzarían para que a cada uno le tocara un pedacito… Un muchacho de la multitud ofrece a Andrés, el hermano de Simón Pedro, todo lo que traía en su lonchera: cinco panes y dos peces. Pero eso, ¿qué era para tantos? ¡Una cantidad sumamente irrisoria! ¡No era nada!
Pero fíjate bien, lector amigo, que es aquí cuando interviene Jesús y comienza a realizarse el maravilloso milagro de la multiplicación de los panes que todos conocemos… ¿Qué fue lo que pasó? Dos cosas, aparentemente bien sencillas, pero prodigiosas y decisivas: primera, que el muchacho ofreciera toda su “despensa”, que no era casi nada; y segunda, que la pusiera en manos de Jesús. Y ya sabemos qué pasó a continuación: se saciaron cinco mil hombres con cinco panes –sin contar mujeres y niños, nos dice el evangelista– y llenaron doce canastos con los pedazos que sobraron.
¿Cómo era posible? ¡Eran sólo cinco panes y dos peces! ¡Era una insignificancia, claro! Es absolutamente evidente la desproporción tan abismal entre los medios materiales que se tienen a disposición y los efectos que logra nuestro Señor. Sí. Pero para realizar el milagro fueron necesarios esos cinco panes y esos dos peces. Sin ellos tal vez no habría sucedido nada. Y el Señor quiere contar con eso para realizar sus prodigios.
Monseñor Francois-Xavier Van Thuan, Obispo vietnamita que pasó trece años en la cárcel bajo el régimen comunista durante la dura persecución religiosa en su país, escribió varios libros con hermosos y conmovedores testimonios personales de ese período de su vida. Uno de ellos se titula precisamente “Cinco panes y dos peces”. Y allí él trata de resumir en unas cuantas pinceladas las experiencias espirituales más fuertes de su cautiverio. “Yo hago – nos confiesa con sencillez– como el muchacho del Evangelio que da a Jesús los cinco panes y dos peces: eso no es nada para una multitud de miles de personas, pero es todo lo que tengo. Jesús hará el resto”.
¡Aquí está la primera parte del secreto del éxito!: Darle a Jesús TODO lo que somos y tenemos. No importa que no sea casi nada, o prácticamente nada. Lo importante es dárselo porque Él quiere contar con esa nada para hacer sus obras. Y la segunda parte del secreto es ponerlo en SUS MANOS. Y Él se encarga de todo lo demás.
Que ésta sea, pues, la moraleja y la enseñanza de hoy: Sé generoso y magnánimo con Dios y con los demás: da de ti mismo, no seas egoísta ni tacaño. Da de tus bienes materiales y espirituales, comparte tu tiempo y tus cosas con los demás; pero, sobre todo, dónate a ti mismo a tu prójimo: ¡no importa que sólo tengas cinco panes y dos peces! Pon todos tus proyectos, tus inquietudes, tus preocupaciones, tus miedos, tus deseos, tus sueños, tu familia, tus relaciones, tu “todo” EN MANOS DE DIOS, pues sabemos que “¡todo depende de en manos de quién está el asunto!”
Reflexión apostólica
Cristo vino al mundo para darnos el verdadero pan del cielo. Ese pan es su mismo cuerpo que ha sido entregado en una cruz. Quiere enseñarnos que solo él puede alimentar el alma. Teniendo en cuenta que de nada sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma, debemos aprender a valorar el milagro de cada comunión. Si vivimos cerca de una iglesia, debemos intentar ir a menudo a misa, para alimentar el alma y contemplar nuevamente el milagro de la multiplicación de los panes.
Propósito
Acudiré a la recibir la comunión en la misa dominical con más fervor y agradeciendo al Señor que Él se haya hecho mi alimento espiritual que me llevará a la vida eterna.
Diálogo final
Gracias, Señor, porque eres bueno, y nunca nos abandonas. Vayamos a donde vayamos, tu palabra nos guía y alimenta. Haz que nunca nos acostumbremos a estar contigo y aprendamos a amarte cada día más.
La oración nos permite convertirnos continuamente, permanecer en el estado de constante tensión hacia Dios que es indispensable si queremos conducir a los demás a él. La oración nos ayuda a creer, a esperar y amar incluso cuando nos lo dificulta nuestra debilidad humana. (Beato Juan Pablo II, Carta Novo incipiente, 8 de mayo de 1979)
 

EDD. lunes 01 de agosto de 2016

Lunes de la decimoctava semana del tiempo ordinario.
http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20160730


Libro de Jeremías 28,1-17.
Aquel mismo año, al comienzo del reinado de Sedecías, rey de Judá, el cuarto año, en el quinto mes, Ananías, hijo de Azur, que era un profeta de Gabaón, me habló así en la Casa del Señor, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo:
«Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ¡Yo he quebrado el yugo del rey de Babilonia!
Dentro de dos años, devolveré a este lugar los objetos de la Casa del Señor que Nabucodonosor, rey de Babilonia, sacó de este lugar y se llevó a Babilonia.
Y también a Jeconías, hijo de Joaquím, rey de Judá, y a todos los deportados de Judá que fueron a Babilonia, los haré volver a este lugar -oráculo del Señor- cuando yo quiebre el yugo del rey de Babilonia».
Entonces el profeta Jeremías se dirigió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo, que estaban de pie en la Casa del Señor,
y el profeta Jeremías dijo: «¡Amén! ¡Que así lo haga el Señor! Que el Señor cumpla tus palabras, las que tú has profetizado, haciendo volver los objetos de la Casa del Señor y a todos los deportados, de Babilonia a este lugar.
Sin embargo, escucha bien esta palabra que yo digo a tus oídos, y a los oídos de todo el pueblo:
Los profetas que nos han precedido desde siempre, a mí y a ti, profetizaron la guerra, el hambre y la peste a numerosos países y contra grandes reinos.
Pero si un profeta profetiza la paz, sólo cuando se cumple la palabra de ese profeta, él es reconocido como profeta verdaderamente enviado por el Señor «.
El profeta Ananías tomó la barra que estaba sobre el cuello de Jeremías y la quebró.
Luego dijo, en presencia de todo el pueblo: «Así habla el Señor: De esta misma manera, dentro de dos años, yo quebraré el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que está encima del cuello de todas las naciones». Y el profeta Jeremías se fue por su camino.
Después que el profeta Ananías quebró la barra que estaba sobre el cuello del profeta Jeremías, la palabra del Señor llegó a Jeremías, en estos términos:
«Ve a decirle a Ananías: Así habla el Señor: Tú has quebrado barras de madera, pero yo pondré en lugar de ellas barras de hierro.
Porque así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo he puesto un yugo de hierro sobre todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y ellas lo servirán; hasta los animales del campo se los he dado».
El profeta Jeremías dijo al profeta Ananías: «¡Escucha bien, Ananías! El Señor no te ha enviado, y tú has infundido confianza a este pueblo valiéndote de una mentira.
Por eso, así habla el Señor: Yo te enviaré lejos de la superficie del suelo: este año morirás, porque has predicado la rebelión contra el Señor «.
El profeta Ananías murió ese mismo año, en el séptimo mes.
Salmo 119(118),29.43.79.80.95.102.
Apártame del camino de la mentira,
y dame la gracia de conocer tu ley.
No quites de mi boca la palabra verdadera,
porque puse mi esperanza en tus juicios.
Que se vuelvan hacia mí tus fieles;
los que tienen en cuenta tus prescripciones.
Que mi corazón cumpla íntegramente tus preceptos,
para que yo no quede confundido.
Los malvados están al acecho para perderme,
pero yo estoy atento a tus prescripciones.
No me separo de tus juicios,
porque eres tú el que me enseñas.
Evangelio según San Mateo 14,13-21.
Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie.
Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos.
Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: «Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos».
Pero Jesús les dijo: «No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos».
Ellos respondieron: «Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados».
«Tráiganmelos aquí», les dijo.
Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas.
Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
Comentario del Evangelio por  Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad. No hay amor más grande.
«Partió los panes y se los dio a los discípulos; y los discípulos se los dieron a la gente».
Simplicidad de nuestra vida contemplativa: ¡nos hace ver el rostro de Dios en cada cosa, en cada ser, por todas partes y siempre! Y su mano, presente en cada acontecimiento hace que todo lo llevemos a cabo –la meditación, el estudio, el trabajo y el intercambio, comer y dormir- en Jesús, con Jesús, por Jesús y para Jesús bajo la mirada amorosa del Padre, cuando permanecemos siempre dispuestas  a recibirle bajo cualquiera que sea la forma que viene revestido.
Estoy del todo cautivada por el hecho de que Jesús, antes de comentar la Palabra de Dios, antes de anunciar a las multitudes las Bienaventuranzas, movido de compasión por ella, les cura y les alimenta. Y es tan sólo después que les comunica su doctrina.
Ama a Jesús generosamente, ámale confiadamente, sin mirar detrás de ti y sin aprehensión. Date enteramente a Jesús. Y te cogerá como instrumento para realizar sus maravillas con la sola condición de que tú seas infinitamente más consciente de su amor que de tu debilidad. Cree en él, ponte en sus manos en un impulso de confianza ciega y absoluta, porque él es Jesús. Cree en Jesús, y Jesús sólo es la vida; debes saber que la santidad nones otra cosa que este mismo Jesús viviendo íntimamente en ti; entonces él será libre de hacer el gesto de su mano sobre ti.

Homilía para la Eucaristía del domingo 31 de julio de 2016

DOMINGO XVIII.
Eclesiastés 1,2. 2,21-23: sentencias de un sabio que suenan más bien sombrías y pesimistas: todo es vanidad = vano-vacío. Lo que lleva a la búsqueda de lo único absoluto y consistente.
Lucas 12,13-21: a raíz de una disputa familiar Jesús nos advierte cuál debe ser la postura de un discípulo frente a las cosas y bienes materiales.
 
1.- Una nueva y actual lección de Jesús para sus discípulos: cuál debe ser la postura de un discípulo del Reino frente a las cosas, bienes y  riquezas. Porque una vez más hay que repetir: ser cristiano es una manera de ser y estar frente a la vida, las personas y las cosas. Porque los cristianos no sólo estamos llamados a vivir en una forma diferente en este mundo, sino también a crear un mundo diferente, en el que todo se mida y valore en forma diferente.
Uno de los mayores peligros que tenemos en este mundo es una mentalidad del tener, que lleva a la codicia, a la ambición y deseo de poseer más. Pensar y creer que el hombre vale por lo que tiene y no por lo que es. Repito, es un peligro que asecha en la vida del creyente y la comunidad de los creyentes.
2.– La Palabra de Dios y Jesús, Palabra viva de Dios, se dirige a todos aquellos que piensan que se alcanza la plenitud de la vida teniendo riquezas, títulos académicos y títulos de nobleza. La Palabra en su mensaje nos muestra otra mentalidad, la del ser. Todo se valora a partir del ser y no del tener. Por eso, no nos debe extrañar el aparente pesimismo del Eclesiástico (la Primera lectura): “todo es vanidad”. Como cuando alguien parte una fruta, sea una nuez o una manzana, y ésta está vacía o carcomida por un gusano. Es algo vano, vacío, que de nada sirve. Por eso el texto original dice Vanidad, pero en el texto original suena a aliento, vapor, soplo, es decir, algo inconsistente. Y no vale la pena afanarse por algo inconsistente, que dura poco.
La parábola del rico muestra la necedad de uno que almacena sólo para asegurar su propia vida y disfrutarla al máximo. No ha entendido que los bienes, que son una bendición de Dios, hay que compartirlos con los hermanos y así ser ricos respecto a Dios.
3.- Ya sabemos que vivimos una cultura del tener, que va generando necesidades ficticias, ambiciones de tener más y ganar más. ¿Es malo esto? No, siempre y cuando no se endiose lo que no es Dios. Creo que es bueno preguntarse: ¿por qué se estudia tal o cual carrera? Si se busca una profesión sólo porque reporta mejores ganancias y no para servir a los demás, quiere decir, entonces, que cualquier reforma de la educación sería vana, ya que sólo buscaría el lucro. Hoy la mayoría dice No al lucro, Sí a la calidad. Hay que decir también  No al que estudia por el lucro y Sí al que quiere optimizar el servicio.
Alguno podrá decir que esto nada tiene que ver con la religión. De acuerdo, pero es una consecuencia de la vivencia de la Fe en el Mensaje de Jesús.
4.- También hoy nosotros quisiéramos decirle a Jesús: “Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo”. Que haya una sociedad más justa, en la que todos sean valorados y respetados. ¿Cuál sería la respuesta de Jesús????
La Eucaristía es la respuesta. Aquí todos somos Uno y todos valemos lo mismo ante el Señor. El no quiere que tengamos una mala calidad de vida, sino una  buena calidad de vida. Para un cristiano la calidad de vida pasa por tomar en serio el evangelio y al hermano. Si queremos una buena calidad de vida rompamos con el egoísmo, la ambición y el orgullo. Así estaremos aportando a la construcción de un mundo mejor. Nuestra súplica hoy sea la del salmo responsorial: Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance sabiduría.
Con Jesús les digo: “El que tenga oídos para oír que oiga”.
Hermano Pastor Salvo Beas.
                                                                           Párroco de San Miguel.