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Comentario al evangelio de hoy lunes 10 de octubre de 2016.

La señal más grande de Dios.
Lunes XXVIII del tiempo ordinario.
No se le dará otra señal que la de Jonás. Por: H. Javier Castel LC | Fuente: www.missionkits.org
http://es.catholic.net/op/articulos/63502/la-senal-mas-grande-de-dios.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre Nuestro, aunque estás en el cielo, has querido habitar en nuestros corazones. En esta oración concédeme darte el honor y la reverencia que mereces, por ser mi Dios y mi Padre. Te pido también un corazón abierto, para que tu Reino entre en mi vida, y pueda agradarte en todo lo que hago. Gracias porque nunca me abandonas y quieres darme en cada momento lo que más necesito. Así sea.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste comenzó a decirles: “La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará otra señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo. Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Cuando Dios envía un mensaje, pide una respuesta. Él habla siempre, en la creación, en la historia, en los hombres y mujeres que encontramos cada día. Sólo hay que estar atento a su voz…
Cristo nos habla hoy de dos momentos fuertes de la historia de la salvación. Nínive que se convierte gracias al profeta Jonás y una reina que viaja lejos para ver el don de la sabiduría en el rey Salomón. Hay un punto que une estos dos eventos: en los dos, un personaje de Israel atrae extranjeros hacia Dios. O, en otras palabras, Dios sale a buscar a aquellos que están más alejados de Él; Dios no abandona a la oveja perdida en la montaña.
Estamos ahora mismo en presencia de Cristo en oración. «Aquí hay uno que es más que Salomón; aquí hay uno que es más que Jonás.» Él bajó del cielo para encontrarnos y atraernos hacia su Padre. Como Jonás, cruzó el mar que dividía a Dios y al hombre, caminó por nuestras calles, nos invitó al arrepentimiento. Sin embargo, hizo aún más: como Rey que es, estableció su trono en la cruz, y desde ahí nos atrae con la sabiduría de su entrega incondicional a cada uno de nosotros. Siendo Hijo de Dios, se lanzó hasta la profundidad del pecado y de la muerte para rescatarnos. ¿Acaso hay señal más grande del Amor que Dios nos tiene?
No podemos permanecer indiferentes ante Dios que nos busca ansiosamente. Contemplemos el crucifijo y, ante esta señal tan grande, digamos como el centurión: «Verdaderamente Tú eres el Hijo de Dios». Confiémonos a Él, respondámosle con amor y entrega en nuestra propia vida.
«Escucha de Dios que nos habla, y también escucha de la realidad cotidiana, atención a las personas, a los hechos, porque el Señor está en la puerta de nuestra vida y golpea en muchos modos, pone señales en nuestro camino; está en nosotros la capacidad de verlos. María es la madre de la escucha, escucha atenta de Dios y escucha también atenta de los acontecimientos de la vida».
(Homilía de S.S. Francisco, 1 de junio de 2013).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Visitaré a Cristo Eucaristía para agradecerle su entrega y pedirle la gracia de corresponder a su amor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

EDD. lunes 10 de octubre de 2016.

Lunes de la vigésima octava semana del tiempo ordinario.
http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20161010
Carta de San Pablo a los Gálatas 4,22-24.26-27.31.5,1.
Hermanos:
Está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de su esclava y otro de su mujer, que era libre.
El hijo de la esclava nació según la carne; en cambio, el hijo de la mujer libre, nació en virtud de la promesa.
Hay en todo esto un simbolismo: estas dos mujeres representan las dos Alianzas. La primera Alianza, la del monte Sinaí, que engendró un pueblo para la esclavitud, está representada por Agar,
Pero hay otra Jerusalén, la celestial, que es libre, y ella es nuestra madre.
Porque dice la Escritura: ¡Alégrate, tú que eres estéril y no das a luz; prorrumpe en gritos de alegría, tú que no conoces los dolores del parto! Porque serán más numerosos los hijos de la mujer abandonada que los hijos de la que tiene marido.
Por lo tanto, hermanos, no somos hijos de una esclava, sino de la mujer libre.
Esta es la libertad que nos ha dado Cristo. Manténganse firmes para no caer de nuevo bajo el yugo de la esclavitud.
Salmo 98(97),1.2-3.4.
Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.
El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y fidelidad
en favor de la casa de Is rael.
Todos, hasta los confines del mundo,
han visto la salvación de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.
Evangelio según San Lucas 11,29-32.
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: «Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.
Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.
Comentario del Evangelio por San Gregorio de Nisa (c. 335-395), monje, obispo. Homilía 1 sobre el Cantar de los Cantares.
«Aquí hay uno que es más que Salomón»
El texto del Cantar de los Cantares de Salomón presenta al alma como una desposada, adornada para la unión incorporal, espiritual y sin mancha alguna, con Dios.  El que quiere que «todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» » (1Tm 2,4) expone aquí los medios más adecuados, el medio bienaventurado para ser salvado, con ello entiendo el que pasa por el amor. Algunos pueden encontrar también la salvación en el temor: considerando los castigos que nos aguardan en el infierno, nos ayudan a preservarnos del mal. Lo mismo ocurre con los que llevan una vida recta y de virtud porque esperan el salario reservado a aquellos cuya existencia ha sido piadosa: esos actúan no por amor al bien, sino con la esperanza de recibir la recompensa.
Ahora bien, para lanzarse a la perfección se comienza por echar fuera del alma el temor; supone un sentimiento servil el hecho de estar unido a su amo por cualquier cosa que no es por el amor… Se ama «con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas» (Mc 12,30) no a uno de estos dones con que podemos ser gratificados, sino por amor a aquel que es la fuente misma de estos bienes. Así debe ser, pues, el alma según lo que ha dicho Salomón…
¿Crees tú que evoco a Salomón, el hijo de Bersabé que en lo alto del monte ofreció mil bueyes y que, siguiendo los consejos de su mujer extranjera, cometió un pecado? No. Pienso en otro Salomón, nacido  también de la estirpe de David según la carne; su nombre es «paz» [Salomón quiere decir «hombre de paz» (1 Cro 22,9)]. Él es el verdadero Israel, el constructor del Templo de Dios, el poseedor del conocimiento universal. Su sabiduría no tiene medida; mejor dicho, él es, por esencia sabiduría y verdad; su nombre y su pensamiento son perfectamente divinos y sublimes. Se sirvió de Salomón como de un instrumento y, a través de su voz, es Él quien se dirige a nosotros, primero en los Proverbios, seguidamente en el Eclesiastés, después en el Cantar de los Cantares. Es así que pone a nuestra reflexión, con método y orden, la manera de progresar hacia la perfección.

Texto completo de la homilía del papa Francisco en el Jubileo Mariano.

Francisco invitó a seguir el ejemplo de María que supo gradecer los dones de Dios y no darlos por descontados.
https://es.zenit.org/articles/texto-completo-de-la-homilia-del-papa-francisco-en-el-jubileo-mariano/
Homilía de Francisco en el Jubileo Mariano

Homilía de Francisco en el Jubileo Mariano.

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Jubileo de la Misericordia ha tenido hoy una nueva etapa con la celebración del Jubileo Mariano. Ante una plaza de San Pedro llena de peregrinos el Papa invitó a agradecer los dones de Dios y a no darlos por descontados, y para ello invitó a imitar a María y a tener un corazón humilde.

A continuación el texto completo :

El Evangelio de este domingo (cf. Lc 17,11-19) nos invita a reconocer con admiración y gratitud los dones de Dios. En el camino que lo lleva a la muerte y a la resurrección, Jesús encuentra a diez leprosos que salen a su encuentro, se paran a lo lejos y expresan a gritos su desgracia ante aquel hombre, en el que su fe ha intuido un posible salvador: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros» (v. 13).

Están enfermos y buscan a alguien que los cure. Jesús les responde y les indica que vayan a presentarse a los sacerdotes que, según la Ley, tenían la misión de constatar una eventual curación.

De este modo, no se limita a hacer una promesa, sino que pone a prueba su fe. De hecho, en ese momento ninguno de los diez ha sido curado todavía. Recobran la salud mientras van de camino, después de haber obedecido a la palabra de Jesús.

Entonces, llenos de alegría, se presentan a los sacerdotes, y luego cada uno se irá por su propio camino, olvidándose del Donador, es decir del Padre, que los ha curado a través de Jesús, su Hijo hecho hombre.

Sólo uno es la excepción: un samaritano, un extranjero que vive en los márgenes del pueblo elegido, casi un pagano. Este hombre no se conforma con haber obtenido la salud a través de propia fe, sino que hace que su curación sea plena, regresando para manifestar su gratitud por el don recibido, reconociendo que Jesús es el verdadero Sacerdote que, después de haberlo levantado y salvado, puede ponerlo en camino y recibirlo entre sus discípulos.

Saber agradecer, saber agradecer, saber alabar por todo lo que el Señor hace en nuestro favor. Qué importante es esto. Nos podemos preguntar: ¿Somos capaces de saber decir gracias? ¿Cuántas veces nos decimos gracias en familia, en la comunidad, en la Iglesia? ¿Cuántas veces damos gracias a quien nos ayuda, a quien está cerca de nosotros, a quien nos acompaña en la vida?

Con frecuencia damos todo por descontado. Y lo mismo hacemos también con Dios. Es fácil ir al Señor para pedirle algo, pero regresar a darle las gracias… Por eso Jesús remarca con fuerza la negligencia de los nueve leprosos desagradecidos: «¿No han quedado limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?» (Lc 17,17-18).

En esta jornada jubilar se nos propone un modelo, más aún, el modelo que debemos contemplar: María, nuestra Madre. Ella, después de haber recibido el anuncio del Ángel, dejó que brotara de su corazón un himno de alabanza y acción de gracias a Dios: «Proclama mi alma la grandeza del Señor…». Pidamos a la Virgen que nos ayude a comprender que todo es don de Dios, y a saber agradecer: entonces nuestra alegría será plena. Solamente aquel que sabe agradecer sube a la plenitud de la gloria

Para saber agradecer se necesita también la humildad. En la primera lectura hemos escuchado el episodio singular de Naamán, comandante del ejército del rey de Aram (cf. 2 R 5,14- 17). Enfermo de lepra, acepta la sugerencia de una pobre esclava y se encomienda a los cuidados del profeta Eliseo para curarse, que para él es un enemigo.

Sin embargo, Naamán está dispuesto a humillarse. Y Eliseo no pretende nada de él, sólo le ordena que se sumerja en las aguas del río Jordán. Esa indicación desconcierta a Naamán, más aún, lo decepciona: ¿Puede ser realmente Dios uno que pide cosas tan insignificantes? Quisiera irse, pero después acepta bañarse en el Jordán, e inmediatamente se curó.

El corazón de María, más que ningún otro, es un corazón humilde y capaz de acoger los dones de Dios. Y Dios, para hacerse hombre, la eligió precisamente a ella, a una simple joven de Nazaret, que no vivía en los palacios del poder y de la riqueza, que no había hecho obras extraordinarias. Preguntémonos si estamos dispuestos a recibir los dones de Dios o si, por el contrario, preferimos encerrarnos en las seguridades materiales, en las seguridades intelectuales, en las seguridades de nuestros proyectos.

Es significativo que Naamán y el samaritano sean dos extranjeros. Cuántos extranjeros, e incluso personas de otras religiones, nos dan ejemplo de valores que nosotros a veces olvidamos o descuidamos.

El que vive a nuestro lado, tal vez despreciado y discriminado por ser extranjero, puede en cambio enseñarnos cómo avanzar por el camino que el Señor quiere. También la Madre de Dios, con su esposo José, experimentó el estar lejos de su tierra. También ella fue extranjera en Egipto durante un largo tiempo, lejos de parientes y amigos. Su fe, sin embargo, fue capaz de superar las dificultades. Aferrémonos fuertemente a esta fe sencilla de la Santa Madre de Dios; pidámosle que nos enseñe a regresar siempre a Jesús y a darle gracias por los innumerables beneficios de su misericordia.

Comentario al evangelio de hoy sábado 08 de octubre de 2016

Dichosos quienes ponen en práctica la palabra de Dios.

Sábado XXVII del tiempo ordinario. 
Dichosos los que oyen la Palabra de Dios y la guardan.
Por: Iván Yoed González Aréchiga LC
Fuente: www.missionkits.org 
http://es.catholic.net/op/articulos/63500/dichosos-quienes-ponen-en-practica-la-palabra-de-dios.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, aquí me encuentro para ponerme verdaderamente en tu presencia; para colocar todas mis preocupaciones, distracciones, ilusiones en tus manos. Si me cuesta apartarme de lo mío, te pido una gracia especial, pues mi único deseo es encontrarme ahora contigo. En tus manos, Madre mía.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo, gritando, le dijo: “¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!”. Pero Jesús le respondió: “Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. ¿Verdaderamente son más dichosos ellos que los que se entregan simplemente a las alegrías de esta tierra? Las promesas del Evangelio no hacen fiesta, ruido al presentarse; su elocuencia es su silencio, quizá su falta de esplendor, de lujo, de brillo. Son promesas que, a primera vista, provocan incluso un poco de temor a quien las busca entender. Por otro lado, –pero esto solo lo puede comprobar quien acepta el reto- es verdad que quien vive según el Evangelio, según el modelo de Cristo, encuentra una belleza sinigual en la vida.
Tantas veces me invitas Tú, Señor, a aceptar tu buena nueva, tu nuevo mensaje de que puedo ser un hombre nuevo, una mujer nueva, modelado o modelada por Ti. Quiero, en verdad, ser dócil: también en medio de los problemas, de los malos entendidos durante el día, de los trabajos de diario, de los encuentros difíciles, de las ingratitudes o las frustraciones, de las exigencias nuevas que se puedan presentar en mi vida. Quiero ser dócil a tu mensaje, vivir de una manera nueva, con un corazón nuevo renovado en Ti. Con un corazón que lata a la par del tuyo y  que acepte tomar la puerta estrecha, confiando en que son dichosos quienes escuchan tu palabra y la ponen en práctica.
¿Doy testimonio de mi fe entre las personas de mi entorno?, ¿busco dar siempre más, o me he conformado con lo que hago ya? Y lo que ya hago, ¿cómo lo vivo?, ¿con qué corazón?, ¿con la mirada en Ti, Señor Jesús?, ¿con el deseo de extender tu Reino?, ¿creyendo de verdad que cada acto de mi vida, por minúsculo que sea, puede contribuir a su extensión?, ¿soy feliz sirviéndote, Señor?, ¿transmito esa felicidad con mi testimonio?
Ayúdame a profundizar estas preguntas y toda esta meditación, Señor, pues mi deseo es responder a tu mensaje de hoy. Tú me has llamado a ser cristiano, cristiana, y quiero que veas por mis obras cuán grande es mi deseo por cumplir tu voluntad con verdadero amor.
«Recordamos a todos nuestros hermanos que aún hoy ponen en práctica estas palabras de Jesús, ofreciendo su tiempo, su trabajo, su propia fatiga y hasta su vida para no renegar de su fe en Cristo. Jesús, mediante su Espíritu Santo, nos da la fuerza para ir hacia adelante en el camino de la fe y del testimonio: actuar de acuerdo con lo que creemos; no decir una cosa y hacer otra. Y en este camino la Virgen siempre está cerca nuestro y nos precede: dejémonos tomar de la mano por ella, cuando atravesamos los momentos más oscuros y difíciles.»
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de junio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Darme el tiempo para buscar una respuesta sincera y comprometedora a las preguntas de la meditación.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ACOMPAÑANDO EN  SU ENCUENTRO A NUESTROS HERMANOS DE LA ZONA SUR.

PUCÓN – 08 DE OCTUBRE DE 2016.

San Francisco de Asís, el perdón y el arrepentimiento.

Con su ejemplo, nuestro santo nos enseña que la misericordia de Dios es infinita.
Por: recursoscatolicos.com.ar
Fuente: recursoscatolicos.com.ar
http://es.catholic.net/op/articulos/59569/san-francisco-de-ass-el-perdn-y-el-arrepentimiento.html


Un día fueron al convento donde estaban Francisco y sus hermanos tres ladrones, y pidieron al guardián, el hermano Ángel, que les diera de comer. El guardián les reprochó ásperamente por ser ladrones e ir a pedir de sus limosnas, y los despidió duramente, por lo que ellos se marcharon muy enojados. En esto regresó San Francisco que venía con la alforja del pan y con un recipiente de vino que había mendigado él y su compañero. El guardián le refirió cómo había despedido a aquella gente. Al oírle, San Francisco lo reprendió fuertemente, diciéndole que se había portado cruelmente, porque mejor se conduce a los pecadores a Dios con dulzura que con duros reproches; que Cristo, nuestro Maestro, cuyo Evangelio hemos prometido observar, dice que no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos, y que El no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, y que por esto Jesús comía muchas veces con ellos. Por lo tanto, terminó diciendo:

Ya que has obrado contra la caridad y contra el santo Evangelio, te mando, por santa obediencia, que, sin tardar, tomes esta alforja de pan que yo he mendigado y esta orza de vino y vayas buscándolos por montes y valles hasta dar con ellos; y les ofrecerás de mi parte todo este pan y este vino. Después te pondrás de rodillas ante ellos y confesarás humildemente tu culpa y tu dureza. Finalmente, les rogarás de mi parte que no hagan ningún daño en adelante, que honren a Dios y no ofendan al prójimo; y les dirás que, si lo hacen así, yo me comprometo a proveerles de lo que necesiten y a darles siempre de comer y de beber. Una vez que les hayas dicho esto con toda humildad, vuelve aquí .

Mientras el guardián iba a cumplir el mandato, San Francisco se puso en oración, pidiendo a Dios que ablandase los corazones de los ladrones y los convirtiese a penitencia. Llegó el obediente guardián a donde estaban ellos, les ofreció el pan y el vino e hizo y dijo lo que San Francisco le había ordenado. Y quiso Dios que, mientras comían la limosna de San Francisco, comenzaran a decir entre sí:

¡Ay de nosotros, miserables desventurados! ¡Qué duras penas nos esperan en el infierno a nosotros, que no sólo andamos robando, maltratando, hiriendo, sino también dando muerte a nuestro prójimo; y, en medio de tantas maldades y crímenes, no tenemos remordimiento alguno de conciencia ni temor de Dios! En cambio, este santo hermano ha venido a buscarnos por unas palabras que nos dijo justamente reprochando nuestra maldad, se ha acusado de ello con humildad, y, encima de esto, nos ha traído el pan y el vino, junto con una promesa tan generosa del Padre santo. Estos sí que son siervos de Dios merecedores del paraíso, pero nosotros somos hijos de la eterna perdición y no sabemos si podremos hallar misericordia ante Dios por los pecados que hasta ahora hemos cometido.

Los tres, de común acuerdo, marcharon apresuradamente a San Francisco y le hablaron así:

Padre, nosotros hemos cometido muchos y abominables pecados; no creemos poder hallar misericordia ante Dios; pero, si tú tienes alguna esperanza de que Dios nos admita a misericordia, aquí nos tienes, prontos a hacer lo que tú nos digas y a vivir contigo en penitencia.

San Francisco los recibió con caridad y bondad, los animó con muchos ejemplos, les aseguró que la misericordia de Dios es infinita y les prometió con certeza que la obtendrían. Movidos de las palabras y obras de Francisco, los tres ladrones se convirtieron y entraron en la Orden.

EDD. sábado 08 de octubre de 2016.

Sábado de la vigésima séptima semana del tiempo ordinario.
http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20161006


Carta de San Pablo a los Gálatas 3,22-29.
Hermanos:
De hecho, la Ley escrita sometió todo al pecado, para que la promesa se cumpla en aquellos que creen, gracias a la fe en Jesucristo.
Antes que llegara la fe, estábamos cautivos bajo la custodia de la Ley, en espera de la fe que debía ser revelada.
Así, la Ley nos sirvió de guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe.
Y ahora que ha llegado la fe, no necesitamos más de un guía.
Porque todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús,
ya que todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo.
Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús.
Y si ustedes pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos en virtud de la promesa.
Salmo 105(104),2-3.4-5.6-7.
Canten al Señor con instrumentos musicales,
pregonen todas sus maravillas!
¡Gloríense en su santo Nombre,
alégrense los que buscan al Señor!
¡Recurran al Señor y a su poder,
busquen constantemente su rostro!
recuerden las maravillas que él obró,
sus portentos y los juicios de su boca!
Descendientes de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido:
el Señor es nuestro Dios,
en toda la tierra rigen sus decretos.
Evangelio según San Lucas 11,27-28.
Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: «¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!».
Jesús le respondió: «Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican».

 
Comentario del Evangelio por San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia. Sermón 31 sobre el Cantar de los Cantares.
«Dichosa la que ha creído; porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» (Lc 1,45)
En la Antigua Alianza los hombres estaban bajo el régimen de los símbolos. Por la gracia de Cristo, presente en la carne, la misma verdad ha resplandecido para nosotros. Y sin embargo, con relación al mundo venidero, todavía vivimos, en cierta manera, en la sombra de la verdad. El apóstol Pablo escribe: «Mi conocer es por ahora inmaduro, entonces podré conocer como Dios me conoce» (1C 13,9) y «no es que ya haya conseguido el premio» (Flp 3,13). En efecto, ¿cómo no hacer diferencia entre el que camina en la fe o el que se encuentra ya en la clara visión? Así «el justo vive de fe» (Ha 2,4; Rm 1,17) –es el bienaventurado que exulta por la visión de la verdad; mientras, el hombre santo vive todavía en la sombra de Cristo… Es buena esta oscuridad de la fe; filtra la luz cegadora para nuestra mirada todavía en la tiniebla y prepara nuestro ojo para que pueda soportar la luz. En efecto, está escrito: «Dios ha purificado sus corazones a través de la fe» (Hch 15,9). Porque el efecto de la fe no es apagar la luz, sino conservarla. Todo lo que los ángeles contemplan a rostro descubierto, la fe lo guarda oculto para mí; lo hace descansar en su seno para revelarlo en el momento querido. ¿Acaso no es una buena cosa que tenga envuelto lo que tu todavía no puedes captar sin velo?       Por otra parte, la madre del Señor también vivía en la oscuridad de la fe, puesto que le fue dicho: «Dichosa tú que has creído» (Lc 1,45). También del cuerpo de Cristo recibió una sombra, según el mensaje del ángel: «El poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lc 1,35). Esta sombra pues, no tiene nada de despreciable porque es el poder del Altísimo que la proyecta. Sí, verdaderamente, en la carne de Cristo había una fuerza que cubría a la Virgen con su sombra, a fin de que la pantalla de su cuerpo vivificante le permitiera soportar la presencia divina, aguantar el resplandor de la luz inaccesible, lo cual era imposible a una mujer mortal. Este poder ha domado toda fuerza adversa; la fuerza de esta sombra echa fuera los demonios y protege a los hombres. ¡Poder verdaderamente vivificador y sombra verdaderamente refrigerante! Y es totalmente en la sombra de Cristo que nosotros vivimos, puesto que caminamos por la fe y recibimos la vida alimentándonos con su carne.
 

Homilía para la Eucaristía del domingo 09 de octubre de 2016

DOMINGO XXVIII.

2Reyes 5,10.14-17: La curación de Naamán, el sirio. Su reacción: reconoce al Señor como el único Dios; por eso desea llevar tierra de Israel, tierra santificada por la presencia del Señor. Sobre ella podrá dar culto al Señor.

Lucas 17,11-19: curación de los diez leprosos. Sólo el samaritano vuelve a dar gracias.

1.- Tanto el libro de los Reyes como el Evangelio nos muestran:

 Primero, que los favorecidos por Dios eran leprosos, es decir, marginados por la sociedad, tanto por la enfermedad como por su condición de no israelitas;

 Segundo, sólo los no israelitas son capaces de reconocer al favor de Dios;

 Tercero, tanto Naamán como el samaritano son capaces de reconocer la obra del Señor, es decir, tienen fe, creen en el Señor;

 Cuarto, ambos vuelven a dar gracias al Señor.

Lo que nos está indicando cuál debe ser la actitud del creyente.

2.- Todos nosotros hemos entrado a este mundo contaminados con la lepra del pecado. Pero todos nosotros hemos sido favorecidos, agraciados por el Señor. El nos curó de nuestros males y gratuitamente nos favoreció con tantos dones. Porque no sólo nos purificó, justificó, sino que nos ha colmado de bienes y nos ha incorporado al número de los hijos de Dios.

Es de buen tono en nuestro contexto social ser agradecidos. Ser agradecido significa que el favorecido reconoce al que le hizo un bien. Lo mismo sucede en el plano de lo religioso. Ser agradecido significa tener fe, reconocer el poder del Señor. Porque nadie se compra ni gana los dones de Dios, sino que el Señor los otorga en forma gratuita. Por eso es necesario ser agradecidos. San Pablo dice en Filipenses 4,6: “no se angustien por nada…recurran a la oración y a la súplica, con acción de gracias”. Y en Colosenses 4,2 dice: “Perseveren en la oración, velando siempre en ella con acción de gracias.” Y en 1Tesalonicenses 5,18 nos dice: “Den gracias a Dios en toda ocasión.”

3.- El domingo pasado el Señor nos exhortaba a tener fe para enfrentar las dificultades. Hoy se nos muestra una faceta de la fe: el reconocer el poder de Dios y ser agradecidos. El creyente sabe reconocer que todo viene de Dios. María, la mujer creyente, exclamó: “Proclama mi alma las grandezas del Señor”.

Cuando una persona o una sociedad caen en la autosuficiencia le da la espalda a Dios y no reconoce al Señor como el autor de la salvación. Es cierto que el ser humano, gracias a los conocimientos que tiene, es capaz de avanzar, progresar. De hecho ha logrado grandes avances en la ciencia y en la técnica. Pero se ha envanecido, se ha endiosado. Ha hecho un divorcio entre ciencia y ética. Los logros científicos valen por sí solos, sin importar si son éticos o no. Ya no se necesita de Dios. Esto es lo que se llama “Secularismo”, es decir, se prescinde de Dios, todo es obra del ser humano. Esta actitud lleva al ateísmo o a crear nuevos “dioses”, nuevas ideologías.

4.- Hoy la Palabra nos recuerda que debemos ser agradecidos y reconocer que Dios es Dios, y no hay otro. Ser agradecidos, es decir, reconocer que todo lo hemos recibido de Dios. ¿De qué nos gloriamos entonces?

Hoy, como todos los domingos, hacemos Eucaristía, es decir, damos gracias a Dios. Damos gracias por lo que Jesús, el Señor, ha hecho en nosotros: murió y resucitó para nuestra salvación. Damos gracias por todo lo que ha realizado en cada uno de nosotros.

Por eso, con el salmo responsorial podemos decir: “El Señor manifestó su victoria”. ¿Cuándo? Al perdonarnos, al salvarnos. Entonces, aclamemos al Señor porque El hizo maravillas.

Hermano Pastor Salvo Beas.

Párroco de San Miguel.

 

Comentario al evangelio de hoy viernes 07 de octubre de 2016

El «sí» de María.

Tiempo ordinario.
Nuestra Señora del Rosario.
María se dejó guiar por la fe. Sin certezas humanas, supo acoger confiadamente la palabra de Dios.
Por: P Juan Pablo Menéndez
Fuente: Catholic.net 
http://es.catholic.net/op/articulos/11744/cat/504/el-si-de-maria.html

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.
Oración introductoria
Señor, así como María supo acoger el anuncio del ángel, permite que yo sepa escuchar y aceptar lo que hoy quieres decirme en mi oración, porque mi anhelo es que la verdad de tu Evangelio impregne mi modo de ver, pensar y de actuar.
Petición
Jesús, permite que siempre diga un «sí», alegre y confiado, a lo que Tú quieras pedirme.
Meditación del Papa Francisco
La voluntad de Dios es la ley suprema que establece la verdadera pertenencia a Él. María instaura un vínculo de parentesco con Jesús antes aún de darle a luz: se convierte en discípula y madre de su Hijo en el momento en que acoge las palabras del Ángel y dice: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra». Este «“hágase» no es sólo aceptación, sino también apertura confiada al futuro. ¡Este «hágase» es esperanza!
María es la madre de la esperanza, la imagen más expresiva de la esperanza cristiana. Toda su vida es un conjunto de actitudes de esperanza, comenzando por el «sí» en el momento de la anunciación. María no sabía cómo podría llegar a ser madre, pero confió totalmente.» (Papa Francisco, 21 de noviembre de 2013)
Reflexión
Cuando pensamos en el «Sí» de María a la propuesta de Dios, lo podemos imaginar en un ambiente casi de novela «romántica», y olvidar que con ese «Sí», toda su vida quedó comprometida. La respuesta que ella dio no era algo espontáneo o «lógico». María dirá que sí, más por confianza y fe, que por conocimiento. Ella apenas podía entender lo que le había sido explicado… y sin embargo, dice que «Sí». Además, la fe de María será puesta a prueba cada día. Ella quedará encinta. No sabe bien cómo, pero lo cierto es que su corazón está inundado por una luz especial. Aunque su querido José dude, ella vive inmersa en el misterio sin pedir pruebas, vive unida al misterio más radical que existe: Dios. Él sabrá encontrar las soluciones a todos los problemas, pero hacía falta fe, hacía falta abandono total a su voluntad.
María se dejó guiar por la fe. Ésta la llevó a creer a pesar que parecía imposible lo anunciado. El Misterio se encarnó en ella de la manera más radical que se podía imaginar.
Sin certezas humanas, ella supo acoger confiadamente la palabra de Dios. María también supo esperar, ¿cómo vivió María aquellos meses, y las últimas semanas en la espera de su Hijo? Sólo por medio de la oración y de la unión con Dios podemos hacernos una pálida idea de lo que ella vivió en su interior. También María vivió con intensidad ese acontecimiento que transformó toda su existencia de manera radical. Ella dijo «Sí» y engendró físicamente al Hijo de Dios, al que ya había concebido desde la fe. Estas son experiencias que contrastan con nuestro mundo materialista … Por ello, como cristianos, ¿cómo no centrar más nuestra vida al contemplar este Misterio inefable? ¿Cómo no dar el anuncio de la alegría del nacimiento de nuestro Señor a todos los que no han experimentado ese Dios-Amor?
No olvidemos que un día ese Dios creció en el seno de María, y también puede crecer hoy en nuestros corazones, si por la fe creemos, y si en la espera sabemos dar sentido a toda nuestra vida mirando con valor al futuro.
Propósito
Rechazar preocupaciones sobre las que no puedo hacer nada, para actuar confiadamente sobre lo que sí puedo cambiar.
Diálogo con Cristo
Dios mío, gracias por quedarte en la Eucaristía y por darme a María como madre y modelo de mi vida. Contemplar su gozo, su actitud de acogida y aceptación, su humildad, me motivan a exclamar con gozo: heme aquí Señor, débil e infiel, pero lleno de alegría por saber que con tu gracia, las cosas pueden y van a cambiar.

EDD. viernes 07 de octubre de 2016

Viernes de la vigesimoséptima semana del tiempo ordinario
Nuestra Señora del Rosario
Memoria obligatoria
Color: blanco
http://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2016-10-07
El 7 de octubre de 1571, Occidente fue liberado de la amenaza turca por la victoria de Lepanto, que se atribuyó a la recitación del Rosario. Hoy, no estamos invitados a conmemorar un acontecimiento lejano, sino a descubrir el lugar de María en el misterio de la salvación y a saludar a la Santa Madre de Dios como lo hizo el ángel Gabriel: ¡Ave María!
El Papa san Pío V instituyó esta fiesta.
 
Antífona de entrada            Cf. Lc 1, 28. 42
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre.
 
ORACIÓN COLECTA
Señor, derrama tu gracia en nuestros corazones, y ya que hemos conocido por el anuncio del Ángel la encarnación de tu Hijo Jesucristo, condúcenos por su Pasión y su Cruz, con la intercesión de la Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
 
LITURGIA DE LA PALABRA
 
Primera lectura
Se dedicaban a la oración en compañía de María, la madre de Jesús.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles  1, 12-14
Después que Jesús subió al cielo, los Apóstoles regresaron del monte de los Olivos a Jerusalén: la distancia entre ambos sitios es la que está permitida recorrer en día sábado. Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían reunirse. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago. Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.
 
Salmo responsorial   Lc 1, 46-55
R/. El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.
Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador. Porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz.
Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquéllos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.
 
EVANGELIO
 
Aclamación al Evangelio  Cf. Lc 1, 28
Aleluya.
¡Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú eres entre las mujeres! Aleluya.
 
Evangelio
Concebirás y darás a luz un hijo.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   1, 26-38
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo:
“¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”.
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo:
“No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.
María dijo al Ángel:
“¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?”
El Ángel le respondió:
“El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”.
María dijo entonces:
“Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra”.
Y el Ángel se alejó.
 
Reflexión : ( www.catholic.net )
Cuando pensamos en el «Sí» de María a la propuesta de Dios, lo podemos imaginar en un ambiente casi de novela «romántica», y olvidar que con ese «Sí», toda su vida quedó comprometida. La respuesta que ella dio no era algo espontáneo o «lógico». María dirá que sí, más por confianza y fe, que por conocimiento. Ella apenas podía entender lo que le había sido explicado… y sin embargo, dice que «Sí». Además, la fe de María será puesta a prueba cada día. Ella quedará encinta. No sabe bien cómo, pero lo cierto es que su corazón está inundado por una luz especial. Aunque su querido José dude, ella vive inmersa en el misterio sin pedir pruebas, vive unida al misterio más radical que existe: Dios. Él sabrá encontrar las soluciones a todos los problemas, pero hacía falta fe, hacía falta abandono total a su voluntad. María se dejó guiar por la fe. Ésta la llevó a creer a pesar que parecía imposible lo anunciado. El Misterio se encarnó en ella de la manera más radical que se podía imaginar. Sin certezas humanas, ella supo acoger confiadamente la palabra de Dios. María también supo esperar, ¿cómo vivió María aquellos meses, y las últimas semanas en la espera de su Hijo? Sólo por medio de la oración y de la unión con Dios podemos hacernos una pálida idea de lo que ella vivió en su interior. También María vivió con intensidad ese acontecimiento que transformó toda su existencia de manera radical. Ella dijo «Sí» y engendró físicamente al Hijo de Dios, al que ya había concebido desde la fe. Estas son experiencias que contrastan con nuestro mundo materialista, especialmente en la cercanía de las fiestas de Navidad. Por ello, como cristianos, ¿cómo no centrar más nuestra vida al contemplar este Misterio inefable? ¿Cómo no dar el anuncio de la alegría de la Navidad a todos los que no han experimentado ese Dios-Amor? No olvidemos que un día ese Dios creció en el seno de María, y también puede crecer hoy en nuestros corazones, si por la fe creemos, y si en la espera sabemos dar sentido a toda nuestra vida mirando con valor al futuro.
 

El Papa en Sta. Marta: ‘Abrirse al Espíritu y dejar que nos lleve adelante’

En la homilía de este jueves, el Santo Padre advierte que aferrarse a la Ley hace ignorar al Espíritu Santo.
El Papa en Santa Marta - © Osservatore Romano

El Papa En Santa Marta – © Osservatore Romano

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- La verdadera doctrina no es “rígida adhesión” a la Ley que encanta como las ideologías, sino que es la revelación de Dios que se deja encontrar cada día más por los que están abiertos al Espíritu Santo. Así lo ha explicado el santo padre Francisco en la homilía de la misa celebrada este jueves por la mañana en Santa Marta.
En las lecturas del día se habla del Espíritu Santo, “gran don del Padre” “fuerza que hace salir a la Iglesia con valentía para llegar hasta el final del mundo”. El Espíritu –ha indicado– es el protagonista de este ir adelante de la Iglesia. Sin Él, hay “clausura, miedo”.
Así, el Papa ha hablado de tres actitudes que podemos tener con el Espíritu Santo. La primera es la que San Pablo reprocha a los Gálatas: creer estar justificados por la Ley y no por Jesús “que da sentido a la Ley”. Por eso eran “demasiado rígidos”. Son los mismos que atacaban a Jesús y que Jesús les llamaba hipócritas.
Al respecto, el Pontífice ha explicado que este “aferrarse a la Ley” hace “ignorar al Espíritu Santo”. No deja –ha advertido– que la fuerza de la redención de Cristo vaya adelante con el Espíritu Santo. Por otro lado ha precisado que es verdad que están los mandamientos y que debemos seguirlos, “pero siempre desde la gracia de este gran don que nos ha dado el Padre, su Hijo, es el don del Espíritu Santo”. Y así, ha asegurado, “se entiende la Ley”. Pero –ha pedido Francisco– no reducir el Espíritu y el Hijo a la Ley.
El Papa también ha hablado de los doctores de la Ley que “encantan con las ideas”. Porque –ha explicado –las ideologías encantan. Por eso ha recordado que la revelación de Dios se encuentra cada día más y más, siempre en camino. “Y los que creen que tienen toda la verdad en la mano” no es que sean ignorantes, Pablo les llama ‘necios’.
La segunda actitud de la que ha hablado Francisco es entristecer al Espíritu Santo. Esto sucede, ha explicado el Papa, cuando “no dejamos que Él nos inspire, nos lleve adelante en la vida cristiana”, “no dejamos que Él nos diga, no con la teología de la Ley sino con la libertad del Espíritu, qué debemos hacer”.  Es así como “nos convertimos en tibios”, caemos en la “mediocridad cristiana” porque el Espíritu Santo “no puede hacer la gran obra en nosotros”.
A continuación, ha explicado que la tercera actitud es “abrirse” dejar que el “Espíritu Santo nos lleve adelante”. Esto es lo que hicieron los apóstoles: la valentía del día de Pentecostés: “perdieron el miedo y se abrieron al Espíritu Santo”, ha recordado.
Y cuando una persona se abre al Espíritu “es como un barco de vela que se deja llevar por el viento y va adelante, adelante, adelante y ya no se detiene”. Pero, es necesario “rezar al Espíritu Santo”.
Finalmente, el Santo Padre ha invitado a preguntarte si “mi vida es una vida a medias, tibia, que entristece el Espíritu Santo y no deja en mí la fuerza de ir adelante, de abrirme” o si es “una vida de oración continua para abrirse al Espíritu Santo”.
Y así, ha invitado a pedir a Dios esta gracia “abrirnos al Espíritu Santo para no convertirnos en necios, encantados, ni hombres y mujeres que entristecen el Espíritu”.