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Comentario al evangelio de hoy jueves 03 de agosto de 2017

La opción es mía.

XVII Jueves de Tiempo Ordinario
Por: H. Iván González, L.C.
Fuente: http://es.catholic.net/op/articulos/66167/la-opcion-es-mia.html 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, creo en Ti. Quiero decirlo una vez más: creo en Ti. En mi vida de oración puede llegar la rutina, pero no por ello dejaré de renovar mi opción por Ti. Una vez más quiero decirte, con todo el sentido de mi ser: creo en Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 13, 47-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los cielos se parece también a la red que los pescadores echan en el mar y recogen toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.
«¿Han entendido todo esto?». Ellos le contestaron: «Si». Entonces él les dijo: «Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas». Y cuando acabó de decir estas parábolas, Jesús se marchó de allí.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Señor, ¿quién puede aceptar tus palabras? Si me pongo a reflexionar en ellas con profundidad, con tiempo, buscando entenderlas, he de confesar que me parecen duras. ¿Separar a los buenos de los malos?, ¿qué me quieres enseñar con esta parábola? Me parece que tu misericordia se esconde; y que sale a la luz una justicia «demasiado» justa.
La imagen que más me ayuda entender este pasaje, es pensar en un padre de familia. Él quiere a sus hijos y, justamente porque los quiere, los  regaña también. Sabe que si no les exige, si no les enseña a vivir virtuosamente, podrán quedar expuestos a muchos males, corporales y espirituales. Al padre, aun cuando sabe que hace lo correcto, no deja de costarle cada vez que debe corregir a su hijo. Y, al mismo tiempo, sabe que la moneda de la libertad siempre estará en el aire. En otras palabras: él buscará transmitir lo mejor a sus hijos, pero sabe que sus hijos serán los que al final decidirán su camino.
Pues bien, ahí estás Tú ahora, como mensajero de Dios Padre. Él no desea que ninguno de sus hijos se pierda. Por eso nos viene a hablar con una parábola, con una «reprimenda» que puede parecer dura y algo descorazonada. Toda palabra, todo gesto en mi vida, viene motivada por su amor y es para mostrarme el camino del amor.
Ojalá pueda comenzar ahora a abrir un poco más los ojos, a buscar sólo aquello que es bueno para mí y para los demás. Aquello que me lleva verdaderamente a amar. Que entienda que la opción es mía. Pero que también recuerde siempre que Dios es paciente y que puedo confiar en Él si todavía me cuesta dar el primer paso.

Un buen padre sabe esperar y sabe perdonar, desde lo profundo del corazón. Cierto, sabe también corregir con firmeza: no es un padre débil, sumiso, sentimental. El padre que sabe corregir sin degradarse es el mismo que sabe proteger sin descanso. Una vez escuché en una reunión de un matrimonio decir a un padre, ‘yo algunas veces debo pegar un poco a los hijos, pero nunca en la cara, para no degradarlo’ ¡Qué bonito! Tiene sentido de la dignidad. Debe castigar, lo hace justo y va adelante.
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de febrero de 2015).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Haré una revisión de mi vida de gracia y trataré de mejorar en un punto concreto que me ayude a mejorarla o de cambiar algún hábito que me está llevando a perderla constantemente.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
 

EDD. jueves 03 de agosto de 2017.

Fuente :  http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20170802

Jueves de la decimoséptima semana del tiempo ordinario

Libro del Exodo 40,16-21.34-38.
Moisés realizó exactamente todo lo que el Señor le había ordenado.
En el segundo año, el primer día del primer mes, se procedió a la erección de la Morada.
Para ello, Moisés asentó sus bases, colocó sus bastidores, dispuso sus travesaños y levantó sus columnas.
Después extendió la carpa por encima de la Morada, y sobre ella colocó la cobertura de la carpa, como el Señor se lo había ordenado.
En seguida tomó las tablas del Testimonio y las puso en el arca; sujetó las andas en el arca, y sobre ella colocó la tapa.
Entonces condujo el arca hasta el interior de la Morada, colgó el velo que la protegía y así cubrió el Arca del Testimonio, conforme a la orden que el Señor le había dado.
Entonces la nube cubrió la Carpa del Encuentro y la gloria del Señor llenó la Morada.
Moisés no podía entrar en la Carpa del Encuentro, porque la nube se había instalado sobre ella y la gloria del Señor llenaba la Morada.
En todas las etapas del camino, cuando la nube se alzaba, alejándose de la Morada, los israelitas levantaban el campamento.
Pero si la nube no se alzaba, ellos no se movían, hasta que la nube volvía a hacerlo.
Porque durante el día, la nube del Señor estaba sobre la Morada, y durante la noche, un fuego brillaba en ella, a la vista de todo el pueblo de Israel. Esto sucedía en todas las etapas del camino.

Salmo 84(83),3.4.5-6a.8a.11.
Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman ansiosos
por el Dios viviente.

Hasta el gorrión encontró una casa,
y la golondrina tiene un nido
donde poner sus pichones,
junto a tus altares, Señor del universo,
mi Rey y mi Dios.

¡Felices los que habitan en tu Casa
y te alaban sin cesar!
¡Felices los que encuentran su fuerza en ti!
Ellos avanzan con vigor siempre creciente.

Vale más un día en tus atrios
que mil en otra parte;
yo prefiero el umbral de la Casa de mi Dios
antes que vivir entre malvados.

 

Evangelio según San Mateo 13,47-53.
Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos,
para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?». «Sí», le respondieron.
Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo».
Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.

Comentario del Evangelio por Concilio Vaticano II. Gaudium et Spes, 39, 2-3.

«El Reino de los cielos se compara a una red que es arrojada en el mar» .

      Cierto, bien sabemos nosotros que de nada le sirve al hombre ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo (Lc 9, 25), no obstante la espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo. Por ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del reino de Cristo, sin embargo, el primero, en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en gran medida al reino de Dios.

      Pues los bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad; en una palabra, todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal: «reino de verdad  y de vida; reino de santidad y gracia; reino de justicia, de amor y de paz»(Rm 8,19-21). Misteriosamente, el Reino está  ya presente en nuestra tierra; espera su perfección cuando  el Señor venga.

Comentario al evangelio de hoy miércoles 02 de agosto de 2017

 
Renuncia necesaria para alcanzar el Reino de los cielos.

XVII Miércoles de Tiempo Ordinario.
Por: H. Cristian Gutiérrez, L.C.
Fuente:  http://es.catholic.net/op/articulos/66166/.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor, por darme de nuevo la oportunidad de estar contigo. Éste es el mejor momento que tengo y por ello te lo quiero dedicar por entero. Tú me conoces y sabes todo lo que necesito. Dame aquello que sea lo mejor para mí y que sea tu voluntad. Bien sabes cuánto te amo. Quisiera amarte más y por ello te pido que aumentes mi amor. Dame una fe que me permita descubrir tu presencia y tu acción en mi vida y jamás permitas que me separe de Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13,44-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Hace poco que he meditado en este pasaje y de nuevo me lo presentas en la liturgia porque tu palabra siempre nos habla y puede decirnos cosas nuevas.
Me puedo detener esta vez a considerar el hecho de que la persona que encuentra el tesoro en el campo lo vuelve a esconder. Es extraño hacer esto, pues te arriesgas al peligro de que otro lo encuentre y se lo lleve. ¿No era más sencillo sacar el tesoro, llevárselo y luego comprar el campo?
Es que quieres hablarme de la importancia de la renuncia. Tú no quieres ser en mi vida un tesoro más de los que tengo. Tú quieres ser mi único tesoro. Hablas de volver a esconder porque poseerte implica todo un camino de trabajo, de esfuerzos y de luchas. No es fácil vender todo si no se ha encontrado el tesoro que abarque más que todo lo que tengo. Es necesario descubrirte, contemplar tu valor y ello me dará las fuerzas para renunciar a lo que sea, por Ti.
Podría también pensar que ese campo es el cielo. Ese lugar que está esperándome y que me has ido a preparar. A lo mejor ya te he encontrado en mi vida y he contemplado tu belleza, tu riqueza, tu inmenso valor; pero sólo hasta que obtenga ese campo podré disfrutarte. Una cosa es ver la persona amada sólo en las fotos, en una video llamada o recibir sus cartas y regalos; otra muy distinta es estar junto a ella, tocarle, darle un abrazo, un beso, recibir una caricia. Eso es lo que me espera en el cielo. Pero, mientras tanto, ya que he vislumbrado el precio de este tesoro, de este campo, debo poner todo de mí para obtenerlo.
En este mismo ámbito de la renuncia veo al comerciante de perlas. Es obvio que habría de tener en su posesión muchas perlas. Ellas eran la materia prima de su trabajo. Pero al encontrar la perla más valiosa que había visto, vende todas las perlas, vende el negocio, vende las demás sucursales y compra la perla. Renuncia. No hace un préstamo o hipotecas para comprar la perla fina y conservar las demás. Vende todo cuanto tiene.
Ayúdame, Señor, a descubrir el gran valor que tienes en mi vida. O por lo menos a desear que seas Tú el único tesoro, la única perla por la que valga la pena toda renuncia, todo sacrificio. Sé que no es fácil una vez encontrado el tesoro vender todo para alcanzarlo, pero sé que con tu gracias todo lo puedo. Señor, que Tú seas mi tesoro, que Tú seas mi única perla.

Para encontrarlo [a Jesús] hay que ir allí, donde Él está: es necesario reclinarse, abajarse, hacerse pequeño. El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que siempre nos faltará. Nos hará bien dejar estas cosas para encontrar de nuevo en la sencillez del Niño Dios la paz, la alegría, el sentido luminoso de la vida.
(Homilía de S.S. Francisco, 24 de diciembre de 2016).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré renunciar a algo que me impida acercarme cada vez más a Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Meditación sobre el Perdón de Asís. Por fray Michael Perry, OFM

Ver  en : http://pazybien.es/meditacion-de-fray-michael-perry-ofm-sobre-el-perdon-de-asis/?utm_source=newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=meditacion_de_fray_michael_perry_ofm_sobre_el_perdon_de_asis&utm_term=2017-08-01
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Hemos escuchado al apóstol PABLO “Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡Reconciliaos con Dios!” (2 Corintios 5,20) en el corazón del apóstol que nos lanza este deseo de invitarnos a todos a la reconciliación, al perdón, en el nombre de Cristo, porque él mismo se ha sentido obsequiado con este perdón, lo dice claramente “Dios nos ha reconciliado consigo por medio de Cristo” y nos ha confiado el ministerio de la reconciliación, de la conciencia de que yo mismo he sido perdonado y reconciliado con Dios nace la capacidad de perdonar y de invitar al perdón y a la misericordia.
Tanto en el corazón grande de San PABLO como en el ánimo de San FRANCISCO encontramos el mismo celo por ser escuchadores de la misericordia. El mismo sentido de esta fiesta, del PERDÓN DE ASÍS, que este año celebramos, es una manifestación de la voluntad de FRANCISCO de ser embajadores de la reconciliación con Dios, él quiere abrazar el mundo entero, y a todas las criaturas en el perdón con Dios. Este deseo profundo de FRANCISCO se expresa perfectamente, con esas palabras que todos conocemos, y que pronunció en la primera celebración del perdón, aquí, en la PORCIÚNCULA “¡Quiero mandaros a todos al paraíso!” Y este deseo de bien y de misericordia universal y que se encuentra en la raíz de esta fiesta que celebramos todos los años, esta voluntad de FRANCISCO de mandarnos a todos al paraíso nace de la sobreabundante misericordia de FRANCISCO que se manifiesta y se vive en la práctica de la indulgencia plenaria, una misericordia plena y sobreabundante, que cancela toda traza de mal en nosotros, y nos hace nuevos, más capaces de seguir al Señor, y de ofrecer misericordia a todos.
La misericordia que recibimos de Dios es, precisamente, la fuente de la misericordia misma, que podemos ofrecer a los hermanos y a las hermanas que encontremos en nuestro camino. Quienes conocemos la palabra y los escritos de FRANCISCO sabemos que él usa la palabra “misericordia” en dos sentidos:
 
De una parte, la misericordia es un atributo de Dios, porque Dios mismos es misericordia, y por otra parte la misericordia es el ligamento con que FRANCISCO se relaciona con los demás, como al principio de su conversión, cuando andaba entre leprosos y fue misericordioso con ellos. Como el amor a Dios y al prójimo son el único mandamiento que nos dejó Jesús, así la misericordia con el prójimo de parte de Dios, son la misma manifestación del misterio de amor. FRANCISCO lo sabía, él hizo de su vida un ofrecimiento de misericordia porque fue tocado en profundidad por la misericordia de Dios. FRANCISCO nos enseña de muchas formas cómo usar de la misericordia con nuestros hermanos:
En primer lugar con su encuentro con los leprosos, como sabemos, el ejemplo de FRANCISCO nos invita a ponernos nosotros en movimiento al encuentro de los marginados, de los excluidos, como eran los leprosos en aquellos tiempos. Esta tarde deseo que nos preguntemos ¿quiénes son los leprosos hoy? ¿quiénes son aquellos que tienen necesidad de solidaridad porque son marginados en mi ambiente, en mi puesto de trabajo, en mi familia, en mi comunidad religiosa? ¿y qué acciones concretas podemos hacer? Ya sabemos que todos nosotros nos sentimos pequeños e impotentes ante los grandes problemas del mundo y contemplando la multitud de los necesitados, busquemos asociarnos, unirnos a otros grupos de personas que trabajan por los marginados de hoy, o qué puedo hacer para sostener a estas asociaciones, muchos de vosotros, presentes aquí, esta tarde, estáis en familia, con los hijos, hablando de familias quiero acordarme de la preocupación de FRANCISCO y de CLARA por ser agentes de misericordia, en cuyas vidas se nos dice que muchas veces mediaron para unir familias divididas o entre cónyuges que no estaban de acuerdo entre sí. TOMÁS DE CELANO, uno de los primeros biógrafos de FRANCISCO nos cuenta que en el “cortile” de CORTONA, FRANCISCO se encontró con una mujer que era atormentada por un marido cruel, gracias a Dios esta figura se va erradicando hoy en día, esta mujer acudió a FRANCISCO pidiendo el auxilio de la oración y él le respondió “¡Ve, hija bendita, y date cuenta que tu marido, en el futuro, te servirá de consuelo, porque de Dios vendrá un tiempo de paz y de justicia!” y la bendice, después la mujer refirió a su marido las palabras de FRANCISCO aquel hombre cambió completamente su forma de ser y llevó a cabo una vida serena, junto a su mujer y sus hijos. El biógrafo nos añade que, muchos años después, este matrimonio murió el mismo día, uno de los cónyuges como “ofrenda de la mañana” y el otro como “ofrenda de la tarde”, el antiguo biógrafo nos refiere este episodio como demostración de que FRANCISCO, en este caso, tuvo la capacidad de predecir el futuro, pero a mí me parece más significativo el hecho de que FRANCISCO ayude a una familia en dificultad, de ser capaz de poner paz entre el marido y la mujer.
También Santa CLARA estaba muy atenta a la situación de las familias, sobretodo por aquellas mujeres que se le acercaban pidiendo oración por sus hijos, que en el bello idioma italo-medieval se llaman los “mamoli“, es decir, niños que, por su edad, aún dependen completamente de sus madres, muchas de las curaciones milagrosas atribuidas a Santa CLARA, según los testimonios del proceso de canonización, fueron en favor de estos niños, para alegría de sus madres y de sus familias.
La vivencia de FRANCISCO de la misericordia no queda circunscrita al ámbito de una revelación personal, familiar o comunitaria, sino que se extiende a la vida eclesial, en tro episodio bello de la vida de San FRANCISCO nos dice que él no se podía salir de las divisiones y luchas de su tiempo, nos estamos refiriendo al episodio vivido aquí mismo, en ASÍS, cuando FRANCISCO reconcilia al Obispo y al “podestà” (lo que vendría a ser un regidor, alcalde), que habían entrado en conflicto y dividido en dos facciones a toda la ciudad. La antigua narración nos dice que, además, FRANCISCO se encontraba bastante enfermo, sin apenas poderse mover, le dijo a sus acompañantes “qué gran vergüenza para nosotros, servidores de Dios, que el Obispo y el podestá se enfrenten uno a otro, y ninguno quiera hacer las paces y traer concordia“, y estas palabras los hicieron recapacitar, porque lo que avergonzaba a FRANCISCO es que ninguno diera el primer paso, lo mismo nos debería suceder a nosotros hoy en día con las guerras, y las divisiones y contrastes de nuestro mundo, sean locales, nacionales o familiares, y nos quedamos tan tranquilos, sin hacer nada.

FRANCISCO pide al Obispo, al podestá y a sus hermanos, que canten juntos el canto del “hermano sol“, añadiendo una estrofa nueva sobre el perdón:
 
Tu sia lodato, mio Signore, 
per quelli che perdonano 
in nome del tuo amore 
e sopportano malattie e sofferenze.

Y según concluye la narración, los dos contendientes se perdonaron, mediante un abrazo público y sincero, manifestando que acogían la reconciliación ¡Fijaos en el método seguido por FRANCISCO! Los pone a cantar un canto creado por él, recordemos que el “cántico de las criaturas” no es sólo un texto poético, sino una auténtica y verdadera canción, y FRANCISCO compuso la letra y la música, una canción para hacer las paces entre dos personas muy importantes ¡extraño modo de proceder! De esta manera FRANCISCO les enseña que para superar las divisiones es preciso mirar un poco más allá, dejando de poner la atención en el objeto de la disputa, nos lo podemos aplicar a nosotros, nuestras disputas y litigios si no sabemos hacer esto mismo, no seremos capaces de tomar distancia, sólo con una mirada más elevada, con una canción, que nos haga resonar en el corazón los verdaderos motivos de la paz, será posible que nos reconciliemos. FRANCISCO enseña que el verdadero motivo de la paz se encuentra en lo alto, más que en la mera resolución técnica de nuestros problemas, porque el motivo verdadero para hacer las paces que demanda la belleza de la vida reconciliada, al bien que podemos gustar sólo en compañía de los demás, a la alegría de ser libres y pacientes con todos, y finalmente, para los que creen en Dios, al corazón mismo del Señor, del cual sólo bien puede venir, el don de la paz. Y esta enseñanza de FRANCISCO, elevándola al nivel social, de paz y reconciliación, nos viene dada por una nueva dirección que nos indica, si de verdad queremos ser embajadores de reconciliación y de perdón, como razón de ser de nuestra vocación y discipulado, no podemos olvidar la paz y la reconciliación, un abrazo con el cosmos y con todo lo creado, a este propósito es bueno dejar hablar a otro FRANCISCO , en un párrafo de su Encíclica Laudato Si dedicada al cuidado de la casa común, cuyo título ya refiere a San FRANCISCO, y el Papa explica por qué lo considera un modelo ejemplificador y dice:
Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior.
 
Su testimonio nos muestra también que una ecología integral requiere apertura hacia categorías que trascienden el lenguaje de las matemáticas o de la biología y nos conectan con la esencia de lo humano. Así como sucede cuando nos enamoramos de una persona, cada vez que él miraba el sol, la luna o los más pequeños animales, su reacción era cantar, incorporando en su alabanza a las demás criaturas. Él entraba en comunicación con todo lo creado, y hasta predicaba a las flores «invitándolas a alabar al Señor, como si gozaran del don de la razón». Su reacción era mucho más que una valoración intelectual o un cálculo económico, porque para él cualquier criatura era una hermana, unida a él con lazos de cariño. Por eso se sentía llamado a cuidar todo lo que existe. Su discípulo san Buenaventura decía de él que, «lleno de la mayor ternura al considerar el origen común de todas las cosas, daba a todas las criaturas, por más despreciables que parecieran, el dulce nombre de hermanas». Esta convicción no puede ser despreciada como un romanticismo irracional, porque tiene consecuencias en las opciones que determinan nuestro comportamiento. Si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta apertura al estupor y a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos. En cambio, si nos sentimos íntimamente unidos a todo lo que existe, la sobriedad y el cuidado brotarán de modo espontáneo. La pobreza y la austeridad de san Francisco no eran un ascetismo meramente exterior, sino algo más radical: una renuncia a convertir la realidad en mero objeto de uso y de dominio.

(Papa Francisco, Encíclica Laudato Si, nº 10-11) San FRANCISCO nos invita a acoger esta misericordia, que desde hace siglos comparte este pequeño espacio de la PORCIÚNCULA, como una fuente inextinguible, la sobreabundante misericordia de la que la indulgencia no es más que una pobre señal, que la acojamos en nuestra alma y nos transforme, para que la misericordia pueda mostrarse en nuestras vidas, en todos los que nos encontramos aquí, y que como FRANCISCO seamos operadores, embajadores de misericordia entre los leprosos de nuestro tiempo, seremos capaces de crear paz en las familias divididas, crearemos y cantaremos canciones nuevas de paz, cantaremos al mundo de hoy siendo instrumentos de una justicia y de una ecología integrales de la que el mundo de hoy anda tan necesitado.
Que San FRANCISCO nos ayude en este camino de justicia y de paz, en esta búsqueda de perdón, y nos haga caminar en paz, como él, que iniciaba siempre sus discursos diciendo ¡Paz y bien! Qué éste sea nuestro saludo, sobre todo para que esta paz sea un don divino, y que sobre todos nosotros, hermanos y hermanas, sea la paz, sea el perdón, sea la misericordia, sea la reconciliación, pues todos son dones de Nuestro Señor, y a todos vosotros, buena fiesta del perdón.
 

EDD. miércoles 02 de agosto de 2017.

Fuente :  http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20170801
Miércoles de la decimoséptima semana del tiempo ordinario.
Libro del Exodo 34,29-35.
Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí, trayendo en sus manos las dos tablas del Testimonio, no sabía que su rostro se había vuelto radiante porque había hablado con el Señor.
Al verlo, Aarón y todos los israelitas advirtieron que su rostro resplandecía, y tuvieron miedo de acercarse a él.
Pero Moisés los llamó; entonces se acercaron Aarón y todos los jefes de la comunidad, y él les habló.
Después se acercaron también todos los israelitas, y él les transmitió las órdenes que el Señor le había dado en la montaña del Sinaí.
Cuando Moisés terminó de hablarles, se cubrió el rostro con un velo.
Y siempre que iba a presentarse delante del Señor para conversar con él, se quitaba el velo hasta que salía de la Carpa. Al salir, comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado,
y los israelitas veían que su rostro estaba radiante. Después Moisés volvía a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba de nuevo a conversar con el Señor.
Salmo 99(98),5.6.7.9.
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios,
adórenlo ante el estrado de sus pies.
¡Santo es el Señor!
Moisés y Aarón, entre sus sacerdotes,
y Samuel, entre los que invocaban su Nombre,
clamaban al Señor y él les respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
ellos observaban sus mandamientos
y los preceptos que les había dado.
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios,
y adórenlo en su santa Montaña:
el Señor, nuestro Dios, es santo.
 
Evangelio según San Mateo 13,44-46.
Jesús dijo a la multitud:
«El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.»
 
Comentario del Evangelio por Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctora de la Iglesia. Carta 145.
Un tesoro escondido.
La esposa [del Cantar] de los Cantares dice que, al no encontrar a su Amado en el lecho, se levantó para buscarle por la ciudad, pero en vano; y que en cuanto salió de la ciudad, encontró al que amaba su alma… (Ct 3,1-4). Jesús no quiere que encontremos en el reposo su presencia adorable; él se esconde… ¡Y qué melodía  para mi corazón ese silencio de Jesús…! Él se hace pobre para que nosotras podamos darle limosna, nos tiende la mano como un mendigo, para que cuando aparezca en su gloria el día del juicio, pueda hacernos oír aquellas dulces palabras: «Venid vosotros, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve enfermo y en la cárcel y me socorristeis» (Mt 25, 34-36). El mismo Jesús que pronunció estas palabras es quien busca nuestro amor, quien lo mendiga… Se pone, por así decirlo, a nuestra merced. No quiere tomar nada sin que se lo demos.
Jesús es un tesoro escondido, un bien inestimable que pocas almas saben encontrar porque está escondido, y el mundo ama lo que brilla. ¡Ah!, si Jesús quisiera mostrarse a todas las almas con sus dones inefables, ciertamente ni una sola alma los desdeñaría. Pero él no quiere que le amemos por sus dones: él mismo quiere ser nuestra recompensa.
Para encontrar una cosa escondida, hay que esconderse también uno mismo. Nuestra vida ha de ser, pues, un misterio. Tenemos que parecernos a Jesús, al Jesús cuyo rostro estaba escondido (Is 53,3)… Jesús te ama con un amor tan grande, que, si lo vieras, caerías en un éxtasis de felicidad…, pero no lo ves y sufres. ¡Pronto Jesús se levantará para salvar a todos los mansos y humildes de la tierra»…! (Sl 75,10).

Comentario al evangelio de hoy martes 01 de agosto de 2017

Ese sembrador que eres Tú, Jesús y esa semilla que soy yo.

XVII Martes de Tiempo Ordinario.
Por: H. Balam Loza, LC.
Fuente: http://es.catholic.net/op/articulos/66143/ese-sembrador-que-eres-tu-jesus-y-esa-semilla-que-soy-yo.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor mío y Dios mío, aquí estoy a tus pies para alabarte. Quiero ser todo tuyo y ofrecerte todo lo que soy. Aquí me tienes, dime qué es lo que quieres de mí, indícame cuál es el camino que me has marcado para llegar a ser feliz. A veces voy buscando por todas partes la fuente de la felicidad, pero he aquí que por más que vaya de arriba abajo buscándola no la encontraré sino aquí. Por eso vengo a tus pies para que me des del agua que me quitará la sed profunda de mi corazón.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 36-43
En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo».
Jesús les contestó: «El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del maligno; el enemigo que las siembra es el diablo; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederán al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: «Explícanos la parábola (…)»» Jesús, vengo aquí para que seas Tú quien me expliques mi vida; a veces no la comprendo e intentando entenderla me doy cuenta que no lo logro. A veces lloró por cosas que no me hubiesen gustado que sucediesen, y tiempo después, me doy cuenta que ese hecho ha marcado el rumbo de mi vida. En cambio, hay decisiones que tal vez no han sido las más adecuadas.
Jesús, Tú has puesto la semilla de mi vida en este mundo, en una familia y con un historia muy concretas. Tú me has amado desde toda la eternidad y me has creado con el mismo amor. Hoy quiero sentarme aquí y contemplar mi vida con tus ojos. Hoy no quiero quejarme de nada, no quiero llorar nada ni arrepentirme de nada. Quiero agradecer tanto amor y tanta misericordia. Hoy quiero contemplar a ese sembrador que pone la semilla en el campo. Ese sembrador que eres Tú, que me has dado la vida. Has puesto todo tu cariño y trabajo incansable preparando el campo en el que debía de caer la semilla de mi vida. Y con ese mismo amor me has dado la vida y me has cuidado.
Poco a poco me he ido olvidando de Ti, me he ido alejando de tu amor y lo he buscado por otros lados. He dejado entrar la cizaña y el pecado. He descuidado el campo que me has confiado e incluso lo he criticado. Pero tu mirada de amor jamás ha cambiado. ¿Qué ves en mí? ¿Qué quieres de mí? Me doy cuenta que únicamente Tú eres quien me puedes indicar cuál es el camino de la verdadera felicidad pues eres quien me ha amado eternamente y quien, por más de que te ofenda, jamás me olvidarás.
Jesús, gracias por darme la vida, por amarme y por querer mi felicidad.

Una vez oí decir algo en un barrio: ‘Yo no voy a la iglesia porque mira esta, va todas las mañanas a misa, recibe la comunión y después va murmurando de casa en casa: para ser cristiano así, prefiero no ir, como va esta chismosa’. En mi tierra, a estas personas se las llama ‘cizañeras’: siembran cizaña, dividen, y las divisiones comienzan con la lengua por envidia, celos y también por cerrazón que lleva a sentenciar: no, la doctrina es esta, y bla, bla, bla. Recordemos al apóstol Santiago, en el tercer capítulo de su carta, dice: «Somos capaces de poner el freno en la boca al caballo. También una nave, con un pequeño timón, puede ser guiada, y nosotros, ¿no podemos dominar la lengua?», porque la lengua, escribe Santiago, «es un miembro pequeño, pero se gloría de hacer grandes cosas». Y es verdad, la lengua es capaz de destruir una familia, una comunidad, una sociedad; de sembrar odio y guerras, envidia.
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 12 de mayo de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, Jesús, voy a rezar un rosario para agradecer el don de la vida y de la familia. Voy a poner todo lo que soy y todo lo que tengo en tus manos.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

EDD. martes 01 de agosto de 2017

Fuente :  http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20170728
Martes de la decimoséptima semana del tiempo ordinario
Libro del Exodo 33,7-11.34,5b-9.28.
Moisés tomó la Carpa. la instaló fuera del campamento, a una cierta distancia, y la llamó Carpa del Encuentro. Así, todo el que tenía que consultar al Señor debía dirigirse a la Carpa del Encuentro, que estaba fuera del campamento.
Siempre que Moisés se dirigía hacia la Carpa, todo el pueblo se levantaba, se apostaba a la entrada de su propia carpa y seguía con la mirada a Moisés hasta que él entraba en ella.
Cuando Moisés entraba, la columna de nube bajaba y se detenía a la entrada de la Carpa del Encuentro, mientras el Señor conversaba con Moisés.
Al ver la columna de nube, todo el pueblo se levantaba, y luego cada uno se postraba a la entrada de su propia carpa.
El Señor conversaba con Moisés cara a cara, como lo hace un hombre con su amigo. Después Moisés regresaba al campamento, pero Josué – hijo de Nun, su joven ayudante – no se apartaba del interior de la Carpa.
El Señor descendió en la nube, y permaneció allí, junto a él. Moisés invocó el nombre del Señor.
El Señor pasó delante de él y exclamó: «El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad.
El mantiene su amor a lo largo de mil generaciones y perdona la culpa, la rebeldía y el pecado; sin embargo, no los deja impunes, sino que castiga la culpa de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y cuarta generación.»
Moisés cayó de rodillas y se postró,
diciendo: «Si realmente me has brindado tu amistad, dígnate, Señor, ir en medio de nosotros. Es verdad que este es un pueblo obstinado, pero perdona nuestra culpa y nuestro pecado, y conviértenos en tu herencia».
Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber. Y escribió sobre las tablas las palabras de la alianza, es decir, los diez Mandamientos.
Salmo 103(102),6-7.8-9.10-11.12-13.
El Señor hace obras de justicia
y otorga el derecho a los oprimidos;
él mostró sus caminos a Moisés
y sus proezas al pueblo de Israel.
El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
No acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente;
no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.
Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así de inmenso es su amor por los que lo temen;
cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.
Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles;
 
Evangelio según San Mateo 13,36-43.
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».
El les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno,
y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal,
y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!»
 
Comentario del Evangelio por San Hilario (c. 315-367), obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia. La Trinidad, XI, 39-40.
 
“Los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre”.
«Cristo le devolverá el Reino a su Padre», dice san Pablo (1Co 15,24), no en sentido de que renunciaría a su poder devolviéndole su Reino, sino porque somos nosotros quienes seremos el Reino de Dios, cuando hayamos sido hechos conforme a la gloria de su cuerpo, constituidos Reino de Dios por la glorificación de su cuerpo. Es a nosotros a quienes devolverá al Padre, como Reino, según lo que está dicho en el Evangelio: «Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo» (Mt 25,34).
«Los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre». Porque el Hijo le entregará a Dios, como su Reino, a aquellos a los que convidó a su Reino, a aquellos a quienes prometió la bienaventuranza de este misterio, por estas palabras: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8)… he aquí que aquellos que devuelve a su Padre como su Reino, ven a Dios.
El Señor mismo explicó a sus apóstoles en qué consiste este Reino: «El Reino de Dios está dentro de vosotros» (Lc 17,21). Y si alguno quiere saber quién es el que devuelve el Reino, que escuche: «Cristo resucitó de entre los muertos, para ser entre los muertos el primer resucitado. Ya que la muerte vino por un hombre, también por un hombre viene la resurrección » (1Co 15,20-21). Todo esto concierne al misterio del Cuerpo, porque Cristo es el primer resucitado de entre los muertos… Es pues, para el progreso de la humanidad asumida por Cristo, que «Dios lo será todo en todos» (1Co 15,28).

Comentario al evangelio de hoy lunes 31 de julio de 2017

Un día colocaste una semilla muy pequeña en mí, Señor.
Santo Evangelio según San Mateo 13,31-35. XVII Lunes de Tiempo Ordinario.
Por: H. Iván González, L.C.
Fuente: http://es.catholic.net/op/articulos/66091/.html
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Tu gracia me basta, Señor. Si no me siento capaz de orar, capaz de ponerme en este instante en tu presencia, me basta tu gracia. La acojo con mi corazón sincero, sencillo y lleno de confianza en Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 13,31-35
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: «El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en su huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas».
Les dijo también otra parábola: ‘El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar».
Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía, para que se cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Un día colocaste una semilla muy pequeña en mí, Señor.
Muchos sembradores han pasado por mi vida. Tantas semillas han caído en mi corazón. Algunas han crecido sin yo darme cuenta. Otras las he cultivado yo mismo. Otras más han sido otros quienes las han hecho crecer. A veces son semillas de virtud, semillas de ilusiones, semillas de miedos, de traumas, de deseos. Unas han dado árboles frondosos, otras espinas. Algunas han muerto ya, otras están naciendo. De entre todas las semillas, sin embargo, hay una especial. Es la mejor. Incluso si aún es pequeña. Se llama la semilla del Reino. De un Reino de amor. Del Reino de Cristo. Ella no es sólo deseo, no es sólo ilusión, no es sólo incertidumbre; es todo eso y mucho más. Es aquella que da vida. Es aquella que pide mucha agua, mucho esfuerzo, mucho espacio en el corazón… pues es la única que lo llenará plenamente. La semilla es verdadera. Existe en mí, Dios la ha colocado.
Señor, ¿cómo la he cultivado?, ¿cómo te he dejado cultivarla? Una vez más renuevo mi confianza en Ti y me entrego nuevamente a Ti sabiendo que harás fructificar la semilla del Reino que has sembrado en mí.
«Somos pecadores, viene de ahí, pero tenemos un horizonte grande- [esta actitud] es precisamente el acto de fe en la potencia del Señor: el Señor puede, el Señor es capaz. Y nuestra pequeñez es la semilla, la pequeña semilla, que después germina, crece, el Señor la riega y sale adelante. Pero el sentido de pequeñez es precisamente el primer paso de confianza en la potencia de Dios. Id, seguid adelante por este camino.»
(Homilía de S.S. Francisco, 18 de febrero de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy haré una revisión de mis actitudes ante la gracia de Dios para descubrir algún deseo en mi corazón que quizá no corresponde al Amor. Si descubro en mí algún deseo noble y bueno, ¿lo puedo llevar adelante y hacer crecer? Te pido la gracia, Señor, de poder mirar mi corazón con sinceridad y confianza.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

EDD. lunes 31 de julio de 2017

Fuente :  http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20150922
Lunes de la decimoséptima semana del tiempo ordinario
Libro del Exodo 32,15-24.30-34.
Moisés emprendió el camino de regreso y bajó de la montaña llevando en sus manos las dos tablas del Testimonio, que estaban escritas de un lado y de otro.
Esas tablas eran obra de Dios, y la escritura grabada sobre ellas era escritura de Dios.
Al escuchar el ruido de las aclamaciones que profería el pueblo, Josué dijo a Moisés: «Hay gritos de guerra en el campamento».
Pero Moisés respondió: «No son cantos de victoria, ni alaridos de derrota; lo que oigo son cantos de coros alternados».
Cuando Moisés estuvo cerca del campamento y vio el ternero y las danzas, se enfureció, y arrojando violentamente las tablas que llevaba en sus manos, las hizo añicos al pie de la montaña.
Después tomó el ternero que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta pulverizarlo. Luego esparció el polvo sobre el agua, y se la hizo beber a los israelitas.
Moisés dijo a Aarón: «¿Qué te ha hecho este pueblo para que lo indujeras a cometer un pecado tan grave?».
Pero Aarón respondió: «Te ruego, señor, que reprimas tu enojo. Tú sabes muy bien que este pueblo está inclinado al mal.
Ellos me dijeron: «Fabrícamos un dios que vaya al frente de nosotros, porque no sabemos qué le ha pasado a Moisés, ese hombre que nos hizo salir de Egipto».
Entonces les ordené: «El que tenga oro que se desprenda de él. Ellos me lo trajeron, yo lo eché al fuego, y salió este ternero».
Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: «Ustedes han cometido un gran pecado. Pero ahora subiré a encontrarme con el Señor, y tal vez pueda expiar ese pecado».
Moisés fue a encontrarse nuevamente con el Señor y le dijo: «Por desgracia, este pueblo ha cometido un gran pecado, ya que se han fabricado un dios de oro.
¡Si tú quisieras perdonarlo, a pesar de esto…! Y si no, bórrame por favor del Libro que tú has escrito».
El Señor le respondió: «Yo borraré de mi Libro al que ha pecado contra mí.
Y ahora vete. Lleva a este pueblo hasta el lugar que yo te indiqué: mi ángel irá delante de ti. Y cuando llegue el momento, los visitaré para castigarlos por su pecado».
Salmo 106(105),19-20.21-22.23.
En Horeb se fabricaron un ternero,
adoraron una estatua de metal fundido:
así cambiaron su Gloria
por la imagen de un toro que come pasto.
Olvidaron a Dios, que los había salvado
y había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam
y portentos junto al Mar Rojo.
El Señor amenazó con destruirlos,
pero Moisés, su elegido,
se mantuvo firme en la brecha
para aplacar su enojo destructor.
Evangelio según San Mateo 13,31-35.
Jesús propuso a la gente otra parábola:
«El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas».
Después les dijo esta otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa».
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
Comentario del Evangelio por San Pedro Crisólogo (c. 406-450), obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia. Sermón 99.
La levadura que hace levantar a toda la humanidad.
Cristo acaba de comparar su reino a un grano de mostaza; ahora lo identifica con la levadura. Contaba que el hombre había sembrado un pequeño grano y había salido un gran árbol; ahora es la mujer quien mete una pizca de levadura para hacer fermentar a toda su pasta. Como dice el apóstol Pablo:  «En el Señor, la mujer no es nada sin el hombre ni el hombre sin la mujer» (1Co 11,11)… en estas palabras, Adán, el primer hombre, y Eva, la primera mujer, son conducidos desde el árbol del conocimiento del bien y del mal al sabor consumidor de este árbol de mostaza del Evangelio…
Eva había recibido del demonio la levadura de la mala fe; ahora esta mujer recibe de Dios la levadura de la fe… Eva, por la levadura de muerte, en la persona de Adán había estropeado toda la pasta del género humano; otra mujer, en la persona de Cristo, por la levadura de la resurrección renovará toda la pasta humana. Después de Eva que ha cocido el pan de los gemidos y del sudor (Gn 3,19) es la que cocerá el pan de la vida y de la salvación. Después de aquella que en Adán ha sido la madre de todos los muertos,  será en Cristo la verdadera «madre de todos los vivientes» (Gn 3,20). Porque si Cristo ha querido nacer, es porque en esta humanidad en la que Eva había sembrado la muerte, María devuelve la vida. María nos ofrece la perfecta imagen de esta levadura, e nos propone su parábola cuando en su seno recibe del cielo la levadura del Verbo, y desde su seno virginal lo expande sobre la carne humana, ¿qué digo? Sobre una carne que, en su seno virginal, es totalmente celeste y ella hace fermentar.

Angelus: El Reino de Dios exige “molestarse”

Fuente  :  https://es.zenit.org/articles/angelus-el-reino-de-dios-exige-molestarse/
Palabras del Papa en el ángelus (traducción completa)
30 julio 2017Raquel AnilloAngelus y Regina Caeli, El papa Francisco
Angelus 30/07/2017, CTV
(ZENIT-Ciudad de Vaticano, 30 de julio de 2017) – Si el Reino de Dios  “se ofrece a todos”, no se da “en una bandeja de plata” sino que exige “buscar, caminar, molestarse”, ha subrayado el Papa Francisco en el ángelus del 30 de julio de 2017.
Presidiendo la oración dominical desde la plaza San Pedro, ha asegurado que “la búsqueda” es “la condición esencial” para encontrar el Reino de Dios. El valor inestimable del tesoro, ha añadido, “conduce a una decisión que implica también sacrificio, desapego y renuncia”.
“Cuando el tesoro y la perla han sido descubiertos, es decir cuando hemos encontrado al Señor, no hay que dejar este descubrimiento estéril, sino sacrificar las otras cosas” ha insistido el Papa: “No se trata de despreciar el resto, sino de subordinarlo a Jesús, poniéndole en el primer lugar”.
“El discípulo de Cristo, ha concluido, no es alguien que se ha privado de algo esencial; es alguien que ha encontrado mucho más: ha encontrado la alegría plena que solo el Señor puede dar”.
Esta es nuestra traducción completa de las palabras del Papa Francisco pronunciadas en la introducción de la oración mariana.
AK/RA
Palabras del Papa Francisco
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El discurso de Jesús en parábolas, que reagrupa siete parábolas en el capítulo 13 del Evangelio de Mateo, se concluye con las tres metáforas del día: el tesoro (v.44), la perla preciosa (v. 45-46) y la red de pesca (v. 47-48). Me paro en las dos primeras que subrayan la decisión de los protagonistas de venderlo todo para obtener lo que han descubierto. En el primer caso se trata de un campesino que encuentra por casualidad un tesoro oculto escondido en el campo donde trabaja. El campo no le pertenece lo tiene que comprar si quiere entrar en posesión del tesoro: de manera que decide arriesgar todos sus bienes para no perder esta ocasión excepcional. En el segundo caso nos encontramos a un comerciante de perlas preciosas; un experto conocedor, ha descubierto una perla de gran valor. Él también ha decidido apostarlo todo por esta perla; hasta el punto de vender las otras.
Estas comparaciones ponen en evidencia dos características que conciernen a la posesión del Reino de Dios: la búsqueda y el sacrificio. Es verdad que el Reino de Dios se ofrece a todos, es un don, es un regalo, es una gracia. Pero no se pone a disposición en una bandeja de plata, exige un dinamismo: se trata de buscar, de caminar, molestarse.
La actitud de la búsqueda es la condición esencial para encontrar; el corazón tiene que arder de deseo de unirse al bien precioso, es decir al Reino de Dios que se hace presente en la persona de Jesús. Él es el tesoro escondido, Él es la perla de gran valor. Él es el descubrimiento fundamental, que puede dar una vuelta decisiva a nuestra vida, llenándola de sentido.
De cara a este descubrimiento inesperado, lo mismo el campesino como el comerciante se dán cuenta de que están de cara a una ocasión única y a no dejarla escapar, por eso venden todo lo que tienen. La evaluación del valor inestimable del tesoro conduce a una decisión que implica también sacrificio, desapego y renuncia.
Cuando el tesoro y la perla han sido descubiertos, es decir cuando hemos encontrado al Señor, es necesario no dejar estéril  este descubrimiento sino sacrificar por él cualquier otra cosa. No se trata de despreciar el resto sino de subordinarlo a Jesús poniéndolo a él en el primer lugar. La gracia en el primer lugar. El discípulo de Cristo no es alguien privado de lo esencial sino que es alguien que ha encontrado mucho más: ha encontrado la alegría plena que solo el Señor puede dar, es la alegría evangélica de los enfermos curados; de los pecadores perdonados; del ladròn al que se le abre la puerta del paraíso.
La alegría del Evangelio colma el corazón y la vida entera de quienes se  encuentran con Jesús. Aquellos que se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría (cfr Evangelii Gaudium, n. 1).
Hoy somos exhortados a contemplar la alegría del campesino y del comerciante de las parábolas. Es la alegría de cada uno de nosotros  cuando descubrimos la cercanía y la presencia consoladora de Jesús en nuestra vida.
Una presencia que transforma el corazón y nos abre a las necesidades  y a la acogida de los hermanos, especialmente a los más débiles.
Oremos, por la intercesión de la Virgen María, para que cada uno de nosotros sepa testimoniar, con las palabras y gestos cotidianos, la alegría de haber encontrado el tesoro del Reino de Dios, es decir el amor que el Padre nos ha dado por Jesús.
(c) Traducción de ZENIT, Raquel Anillo