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EDD. viernes 22 de septiembre de 2017.

Fuente : http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=commentary&localdate=20170922

Viernes de la vigésima cuarta semana del tiempo ordinario
Primera Carta de San Pablo a Timoteo 6,2c-12.
Y si sus dueños son creyentes, que no los respeten menos por el hecho de ser hermanos. Al contrario, que pongan mayor empeño en servirlos, porque así benefician a hermanos queridos en la fe. Enseña todo esto, e insiste en ello.
Si alguien enseña otra cosas y no se atiene a los preceptos saludables de nuestro Señor Jesucristo, ni a la doctrina que es conforme a la piedad,
es un ignorante y un orgulloso, ávido de discusiones y de vanas polémicas. De allí nacen la envidia, la discordia, los insultos, las sospechas malignas
y los conflictos interminables, propios de hombres mentalmente corrompidos y apartados de la verdad, que pretenden hacer de la piedad una fuente de ganancias.
Sí, es verdad que la piedad reporta grandes ganancias, pero solamente si va unida al desinterés.
Porque nada trajimos cuando vinimos al mundo, y al irnos, nada podremos llevar.
Contentémonos con el alimento y el abrigo.
Los que desean ser ricos se exponen a la tentación, caen en la trampa de innumerables ambiciones, y cometen desatinos funestos que los precipitan a la ruina y a la perdición.
Porque la avaricia es la raíz de todos los males, y al dejarse llevar por ella, algunos perdieron la fe y se ocasionaron innumerables sufrimientos.
En lo que a ti concierne, hombre Dios, huye de todo esto. Practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad.
Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a la que has sido llamado y en vista de la cual hiciste una magnífica profesión de fe, en presencia de numerosos testigos.
 
Salmo 49(48),6-7.8-10.17-18.19-20.
¿Por qué voy a temer
en los momentos de peligro,
cuando me rodea la maldad de mis opresores,
de esos que confían en sus riquezas
y se jactan de su gran fortuna?
No, nadie puede rescatarse a sí mismo
ni pagar a Dios el precio de su liberación,
el precio de su rescate es demasiado caro,
y todos desaparecerán para siempre.
para poder seguir viviendo eternamente
sin llegar a ver el sepulcro:
No te preocupes cuando un hombre
se enriquece
o aumenta el esplendor de su casa:
cuando muera, no podrá llevarse nada,
su esplendor no bajará con él.
Aunque en vida se congratulaba, diciendo:
“Te alabarán porque lo pasas bien”,
igual irá a reunirse con sus antepasados,
con esos que nunca verán la luz.
 
Evangelio según San Lucas 8,1-3.
Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce
y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.
 
Comentario del Evangelio por San Juan Pablo II (1920-2005), papa
Mulieres dignitatem, 27
“Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres.”
En la historia de la Iglesia, desde los primeros tiempos, había, junto a los hombres, numerosas mujeres en las que se expresaba con fuerza la respuesta de la Iglesia-Esposa al amor redentor de Cristo-Esposo. En primer lugar están aquella que personalmente habían encontrado a Cristo, que lo habían seguido y que, después de su partida, “perseveraban unánimes en la oración” (Hch 1,14) con los apóstoles en el cenáculo de Jerusalén hasta el día de Pentecostés. Aquel día, el Espíritu Santo habló por “los hijos y las hijas” del pueblo de Dios….(cf Hch 2,17; Jl 3,1) Estas mujeres, y otras en el transcurso del tiempo, han tenido un papel activo e importante en la vida de la Iglesia primitiva, en la construcción, desde sus fundamentos, de la primera comunidad cristiana y de las comunidades posteriores, gracias a sus carismas y a sus múltiples maneras de servir… El apóstol Pablo habla de sus “fatigas” por Cristo en los diversos terrenos del servicio apostólico en la Iglesia, comenzando por “la Iglesia doméstica”. En efecto, la “fe sin rebajas” pasa por la madre a los hijos y nietos, como ocurrió en casa de Timoteo. (cf 2Tim 1,5)
Esto mismo se renueva durante el correr de los siglos, de generación en generación, como lo muestra la historia de la Iglesia. La Iglesia, en efecto, defendiendo la dignidad de la mujer y su vocación, ha manifestado su gratitud hacia ellas, las que, fieles al evangelio, han participado en todos los tiempos en la misión apostólica de todo el pueblo de Dios y las ha honrado. Santas mártires, santas vírgenes, madres de familia, han dado testimonio de su fe con valentía y también, por la educación de sus hijos en el espíritu del evangelio. Han transmitido la fe y la tradición de la Iglesia… Incluso, enfrentándose a graves discriminaciones sociales, las santas mujeres han obrado con libertad, fuertes por su unión con Cristo…
En nuestros días, la Iglesia no cesa de enriquecerse gracias al testimonio de numerosas mujeres que viven generosamente su vocación a la santidad. Las santas mujeres son una encarnación del ideal femenino: pero, también son un modelo para todos los cristianos, un modelo de “sequela Christi”, del seguimiento de Cristo, un ejemplo de la manera cómo la Iglesia-Esposa tiene que responder con amor al amor de Cristo-Esposo.
 
 
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El Papa en Santa Marta indica cuál es “la puerta para encontrar a Jesús”

Fuente : https://es.zenit.org/articles/el-papa-en-santa-marta-21092017-21-septiembre-2017/
En el día de la conversión de San Mateo, el Papa evoca el cuadro de Caravaggio
•21 septiembre 2017•Redaccion•El papa Francisco
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 21 Sept. 2017).- El Papa Francisco en la misa celebrada este jueves en la capilla de la Casa Santa Marta, día de la fiesta de la conversión de San Mateo, recordó el episodio del Evangelio retratado en una pantalla famosa por el pintor italiano Caravaggio.
Explicó así que son tres las etapas de la conversión del evangelista: el encuentro, la fiesta y el escándalo. Jesús había curado a un paralítico en seguida encontró a Mateo, sentado en el banco de los impuestos. Él hacía pagar al pueblo de Israel los impuestos para después darlos a los romanos y por eso era despreciado, considerado un traidor de la patria. Jesús le miró y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Por un lado, la mirada de xan Mateo, una mirada desconfiada, miraba a un lado. “Con un ojo, Dios” y “con el otro el dinero” y como lo pintó Caravaggio: “agarrado al dinero”, y también con una mirada impertinente. Por otro lado, la mirada misericordiosa de Jesús que lo miró con tanto amor”.
“Cae” así la resistencia de aquel hombre que amaba el dinero: se levantó y lo siguió. “Es la lucha entre la misericordia y el pecado”, indicó el Papa.
El amor de Jesús puede entrar en el corazón de aquel hombre porque “sabía ser pecador”, sabía “que nadie lo quería”, se sentía despreciado. Justamente “la conciencia de pecador le abrió la puerta a la misericordia de Jesús”. Así, “lo dejó todo y lo siguió”. Este es el encuentro entre el pecador y Jesús.
“La primera condición para ser salvado es sentirse en peligro; la primera condición para ser curado es sentirse enfermo. Y sentirse pecador, es la primera condición para recibir esta mirada de misericordia. Pero pensemos en la mirada de Jesús, tan hermosa, tan buena, tan misericordiosa. Y también nosotros, cuando rezamos, sentimos esta mirada sobre nosotros; es la mirada de amor, la mirada de la misericordia, la mirada que nos salva. Y no hay que tener miedo “.
La segunda etapa es justamente “la fiesta”: como Zaqueo, también Mateo, sintiéndose feliz invitó a Jesús a comer en su casa.
Mateo invitó a todos los amigos, “aquellos del mismo sindicato”, pecadores y publicanos y ellos a la mesa, hacían preguntas al Señor y Jesús respondía.
El Papa recuerda lo que dijo Jesús en el capítulo 15 de Lucas: “Habrá más fiesta en el cielo por un pecador que se convierta que por cien que permanecen justos”. Se trata de la fiesta del encuentro del Padre, la fiesta de la misericordia. Jesús, de hecho, trata a todos con misericordia sin límite.
El tercer momento es el del “escándalo”: los fariseos viendo que publicanos y pecadores se sentaron a la mesa con Jesús, le preguntaban a sus discípulos: “¿Por qué vuestro maestro come con los cobradores de impuestos y pecadores?”.
“Un escándalo siempre empieza con esta frase: ¿Por qué?”, subrayó el Papa. “Cuando oyen esta frase, huele” y “por detrás viene el escándalo”.
Se trataba, en sustancia, de la “impureza de no seguir la ley”. Conocían muy bien “la doctrina”, sabían cómo seguir “por el camino del Reino de Dios”, conocían “mejor que nadie como se debía hacer”, pero “habían olvidado el primer mandamiento del amor”.
Y así, “se cerraron en la jaula de los sacrificios, quien sabe pensando: hagamos un sacrificio a Dios , hagamos todo lo que se debe hacer, así, nos salvamos. En síntesis, creían que la salvación venía de ellos mismos, se sentían seguros”.
“¡No! Es Dios que nos salva, nos salva a Jesucristo”, indicó el Papa. “Aquel ‘¿por qué?’ que tantas veces oímos entre los fieles católicos cuando veían obras de misericordia. ¿Por qué? Y Jesús, por supuesto, es muy claro: “Vayan y aprendan lo que quiere decir misericordia, lo que quiero y no sacrificios, porque yo no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores. Si tú quieres ser llamado por Jesús, te reconocerá pecador.
Así el Papa invitó a reconocerse pecador, no de forma abstracta, sino “con pecados concretos” y “todos tenemos, tantos” dijo.
“Hay tantos, tantos, siempre y también en la Iglesia hoy. Dicen: “No, no se puede, es todo claro, es todo, no, no … ellos son pecadores, debemos alejarlos”. También tantos santos son perseguidos o se levanta sospechosos sobre ellos. Pensemos en Santa Juana de Arco, mandada a la hoguera porque pensaban que era una bruja, piensen en el beato Rosmini. ‘Misericordia quiero, y no sacrificios’. Y la puerta para encontrar a Jesús es reconocerse como somos, la verdad. Pecadores. Y él viene, y nos encontramos. ¡Es tan hermoso encontrar a Jesús! “.

Comentario al evangelio de hoy jueves 21 de septiembre de 2017

No sé orar
Fiesta Litúrgica: San Mateo, apóstol y evangelista
Por: H. Hiram Samir Galán Jaime, L.C.
Fuente: http://es.catholic.net/op/articulos/66791/no-se-orar.html
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Quiero dejarme amar…Te conozco desde antes que nacieras, se tu historia conozco tus problemas. Se de tus heridas y de tu pasado y aun así te amo. Solo abandónate en mis brazos, confía en mi amor que lo puede todo… Jesús
Señor, vengo el día de hoy a encontrarme contigo en la oración. Quiero estar un rato contigo y estar atenta a tu voz. Yo, como Mateo, necesito dejar atrás mis pecados y egoísmos, cambiar de estilo de vida, levantarme y seguirte. Ayúdame a lograrlo con la ayuda de tu gracia.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13
En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió.
Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: «¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?» Jesús los oyó y les dijo: «No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cuando se abandona la oración, uno de los motivos principales suele ser que creemos que no sabemos orar. O que ya no sentimos nada en la oración por lo tanto no la estamos haciendo bien. Y por consecuencia decimos:»No sabemos orar».
¿Cuál es la razón de fondo de esta concepción? Que olvidamos que la oración es más divina que humana, por ello, no podemos medirla con parámetros humanos.
En la oración no importa tanto que hago yo, o preocuparme qué hace «Él» en mi alma. Se trata de estar con Él. Sólo y sencillamente estar con Él.
Pero es que soy súper pecador, por eso no puedo hacer oración bien hasta que no sea más santo. Pues olvídate de la santidad porque el camino de la misma empieza con la oración. No es el santo que necesita tanto de la oración sino el pecador. El enfermo es quien necesita la medicina con mayor urgencia.
Jesús aquí estoy, no sé orar. Quiero saber qué me dice este Evangelio a mí, pero llega un momento en que ya no tengo ideas. Ayúdame a comprender que la oración no consiste tanto en pensar y tener bellas ideas, sino sólo en hacerte compañía; estar a solas contigo y amarte con mi presencia.
 
«Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores». Cuando leo esto me siento llamado por Jesús, y todos podemos decir lo mismo: Jesús ha venido por mí. Cada uno de nosotros.
Este es nuestro consuelo y nuestra confianza: él siempre perdona, cura el alma siempre, siempre. «Pero yo soy débil, voy a tener una recaída…», Jesús te levantará, te curará siempre. Este es nuestro consuelo, Jesús vino por mí, para darme fuerzas, para hacerme feliz, para que tuviera la conciencia tranquila. No tengáis miedo. En los malos momentos, cuando uno siente el peso de tantas cosas que hicimos, de tantos resbalones en la vida, tantas cosas, y se siente el peso… Jesús me ama porque soy así.
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de julio de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré un buen lugar para hacer mi oración y conseguiré una imagen de la Santísima Virgen o del Sagrado Corazón para que cuando llegue la distracción pueda contemplar la imagen y llevar de nuevo mi alma a Dios.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

EDD. jueves 21 de septiembre de 2017.

Fuente : http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20170921
 
Fiesta de san Mateo, apóstol y evangelista
Carta de San Pablo a los Efesios 4,1-7.11-13.
Hermanos:
Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido.
Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor.
Traten de conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz.
Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida.
hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo.
Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos.
Sin embargo, cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la medida que Cristo los ha distribuido.
El comunicó a unos el don de ser apóstoles, a otros profetas, a otros predicadores del Evangelio, a otros pastores o maestros.
Así organizó a los santos para la obra del ministerio, en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo,
hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo.
Salmo 19(18),2-3.4-5.
El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje
y las noches se van dando la noticia.
Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,
resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo.
Allí puso una carpa para el sol
 
Evangelio según San Mateo 9,9-13.
Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». El se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos.
Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: «¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?».
Jesús, que había oído, respondió: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
 
Comentario del Evangelio por  Benedicto XVI, papa 2005 2013. Audiencia general del 30•08•06.
San Mateo: converso, apóstol, evangelista
“Se levantó y le siguió.” La concisión de la frase pone claramente en evidencia la prontitud de Mateo en responder a la llamada. Eso significaba para él el abandono de todo, sobre todo de o que era para él una fuente segura de ganancias, aunque a menudo fuera injusta y deshonrosa. Es evidente que Mateo comprendió que la familiaridad con Jesús no le permitía seguir practicando una actividad que Dios no aprobaba. Es fácil captar la aplicación que se puede hacer para el momento presente: también hoy, estar atado a cosas incompatibles con el seguimiento de Jesús, -como es el caso de riquezas deshonestas- no es admisible. Una vez llegó a decir, sin rodeos: “Si quieres ser perfecto, ves, vende lo que tienes, dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en  el cielo. Después, ven y sígueme”. Es exactamente lo que ha hecho Mateo: “se levantó y le siguió”. En este “se levantó”, se puede muy bien leer el rechazo a una situación de pecado y, al mismo tiempo, la adhesión a una nueva existencia, recta, en comunión con Jesús.
Acordémonos que la tradición de la Iglesia es unánime para atribuir a Mateo la paternidad del primer Evangelio. Eso se creía ya en tiempo de Papias, obispo de Hierápolis, en Frigia, un autor del año 130. Escribe así: “Mateo ha recogido las palabras (del Señor) en lengua hebrea, y cada uno las interpretó como pudo” (en Eusebio de Cesarea, Hist. Ecle. III, 39,16). El historiador Eusebio añade esta afirmación: “Mateo, que primero había predicado entre los judíos, cuando decidió ir también a otros pueblos, escribió en su lengua materna el Evangelio que anunciaba. De esta manera buscó, para quienes se separaba, la manera de reemplazar por escrito lo que perdían marchándose él de allí” (III, 24,6). No nos queda el Evangelio de Mateo escrito en hebreo o en arameo, pero en el Evangelio en griego que poseemos, seguimos todavía oyendo, en una cierta forma, la voz persuasiva del publicano Mateo que, hecho apóstol, nos continua anunciando la misericordia salvadora de Dios, y escuchamos  ese mensaje de san Mateo meditándolo siempre como nuevo para aprender, también nosotros, a levantarnos y seguir a Jesús con decisión.
 
 
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Texto completo de la catequesis del papa Francisco – Audiencia del 20 de septiembre de 2017

Fuente : https://es.zenit.org/articles/texto-completo-de-la-catequesis-del-papa-francisco-audiencia-del-20-de-septiembre-de-2017/
El Santo Padre prosiguió con el tema de la esperanza cristiana
•20 septiembre 2017•Redaccion•El papa Francisco
El Papa en la Audiencia general celebrada el 20 de septiembre de 2017 © L´Osservatore Romano
 
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 20 Sept. 2017).- El papa Francisco ofreció este miércoles una nueva audiencia en la plaza de San Pedro, donde le aguardaban miles de peregrinos. El Santo Padre prosiguió con la serie de las catequesis sobre la esperanza cristiana, en particular sobre la necesidad de educar a la esperanza.
A continuación el texto completo de la catequesis del Papa Francisco:
«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La catequesis de hoy tiene por tema: “educar a la esperanza”. Y por esto yo la voy a dirigir directamente, con el “tú”, imaginando hablar como educador, como un padre a un joven, o a alguna persona abierta a aprender.
Piensa, ahí donde Dios te ha sembrado, ¡ten esperanza! Siempre ten esperanza.
No te rindas a la noche: recuerda que el primer enemigo por derrotar no está fuera de ti: está dentro. Por lo tanto, no concedas espacio a los pensamientos amargos, oscuros, ¿no?
Este mundo es el primer milagro que Dios ha hecho, ha puesto en nuestras manos la gracia de nuevos prodigios. Fe y esperanza van juntos. Cree en la existencia de las verdades más altas y más bellas. Confía en Dios Creador, en el Espíritu Santo que mueve todo hacia el bien, en el abrazo de Cristo que espera a todo hombre al final de su existencia; cree, Él te espera.
El mundo camina gracias a la mirada de tantos hombres que han abierto brechas, que han construido puentes, que han soñado y creído; incluso cuando alrededor de ellos oían palabras de burla.
No pienses jamás que la lucha que conduces aquí abajo sea del todo inútil. Al final de la existencia no nos espera el naufragio: en nosotros palpita una semilla de absoluto. Dios no desilusiona: si ha puesto una esperanza en nuestros corazones, no la quiere truncar con continuas frustraciones. Todo nace para florecer en una eterna primavera. También Dios nos ha hecho para florecer. Recuerdo ese diálogo, cuando el roble pidió a la almendra: “Háblame de Dios”. Y la almendra floreció.
¡Donde quiera que te encuentres, construye! ¡Si estás por los suelos, levántate! No permanezcas jamás caído, levántate, déjate ayudar para estar de pie. ¡Si estas sentado, ponte en camino! ¡Si el aburrimiento te paraliza, échalo con las obras de bien! Si te sientes vacío o desmoralizado, pide que el Espíritu Santo pueda nuevamente llenar tu nada.
Obra la paz en medio a los hombres, y no escuches la voz de quien derrama odio y división. No escuches estas voces. Los seres humanos, por cuanto sean diversos los unos de los otros, han sido creados para vivir juntos. En los contrastes, paciencia, un día descubrirás que cada uno es depositario de un fragmento de verdad.
Ama a las personas. Ámalos uno a uno. Respeta el camino de todos, recto o atormentado que sea, porque cada uno tiene una historia para contar. También cada uno de nosotros tiene su propia historia por narrar. Todo niño que nace es la promesa de una vida que todavía una vez más se demuestra más fuerte que la muerte. Todo amor que surge es una potencia de transformación que anhela la felicidad.
Jesús nos ha entregado una luz que brilla en las tinieblas: defiéndela, protégela. Esta única luz es la riqueza más grande confiada a tu vida. Y sobre todo, sueña. No tengas miedo de soñar. ¡Sueña! Sueña con un mundo que todavía no se ve, pero que es cierto que llegará.
La esperanza nos lleva a la existencia de una creación que se extiende hasta su cumplimiento definitivo, cuando Dios será todo en todos. Los hombres capaces de imaginación han regalado al hombre descubrimientos científicos y tecnológicos; han atravesado los océanos y han pisado tierras que nadie había pisado jamás. Los hombres que han cultivado esperanzas son también aquellos que han vencido la esclavitud y traído mejores condiciones de vida sobre esta tierra. Piensen en estos hombres.
Se responsable de este mundo y de la vida de cada hombre. Porque toda injusticia contra un pobre es una herida abierta y disminuye tu misma dignidad. La vida no cesa con tu existencia, y en este mundo vendrán otras generaciones que seguirán a la nuestra, y muchas otras todavía.
Y cada día pide a Dios el don de la valentía. Recuérdate que Jesús ha vencido por nosotros al miedo. ¡Él ha vencido al miedo! Nuestra enemiga más traicionera no puede nada contra la fe. Y cuando te encuentres atemorizado ante cualquier dificultad de la vida, recuérdate que tú no vives sólo por ti mismo. En el Bautismo tu vida ha sido ya sumergida en el misterio de la Trinidad y tú perteneces a Jesús.
Y si un día te toma el miedo, o tú pensaras que el mal es demasiado grande para ser derrotado, piensa simplemente que Jesús vive en ti. Y es Él que, a través de ti, con su humildad quiere someter a todos los enemigos del hombre: el pecado, el odio, el crimen, la violencia, todos nuestros enemigos.
Ten siempre el coraje de la verdad, pero recuérdate: no eres superior a nadie. Recuérdate de esto, no eres superior a nadie. Si tú fueras el último en creer en la verdad, no rechaces por esto la compañía de los hombres. Incluso si tú vivieras en el silencio de una ermita, lleva en el corazón los sufrimientos de toda criatura. Eres cristiano; y en la oración todo devuelves a Dios.
Y cultiva ideales. Vive por alguna cosa que supera al hombre. Y si un día estos ideales te pidieran una cuenta salda por pagar, no dejes jamás de llevarlos en tu corazón. La fidelidad obtiene todo.
Si te equivocas, levántate: nada es más humano que cometer errores. Y esos mismos errores no deben de convertirse para ti en una prisión. No te quedes enjaulado en los propios errores. El Hijo de Dios ha venido no por los sanos, sino por los enfermos: por lo tanto ha venido también por ti. Y si te equivocas incluso en el futuro, no temas, ¡levántate! ¿Sabes por qué? Porque Dios es tu amigo. ¡Dios es tu amigo!
Si te afecta la amargura, cree firmemente en todas las personas que todavía obran por el bien: en su humildad esta la semilla de un mundo nuevo. Frecuenta a las personas que han cuidado el corazón como aquel de un niño. Aprende de las maravillas, cultiva el asombro, cultiva el asombro.
Vive, ama, sueña, cree. Y, con la gracia de Dios, no te desesperes jamás. Gracias».
(Traducción hecha desde el audio por ZENIT)

Comentario al evangelio de hoy miércoles 20 de septiembre de 2017

¿Quién tiene la razón?
Miércoles XXIV del tiempo ordinario.
Por: H. Javier Castellanos, L.C.
Fuente: http://es.catholic.net/op/articulos/66782/quien-tiene-la-razon.html
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Hazme dócil, Señor, a tu Palabra. Quiero escuchar la voz de tu Espíritu en mi espíritu, con apertura y generosidad. Guíame por el camino que conduce a Ti, ilumina mi corazón para que pueda tomar las decisiones correctas en este día, para la construcción de tu Reino. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 7,31-35
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos niños, que se sientan a jugar en la plaza y se gritan los unos a los otros:
«Tocamos la flauta y no han bailado, cantamos canciones tristes y no han llorado».
Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y ustedes dijeron: ‘Ese está endemoniado; Y viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Este hombre es un glotón y un bebedor, amigo de publicanos y pecadores». Pero solo aquellos que tienen la sabiduría de Dios, son quienes lo reconocen».
Palabra del Señor.
 
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Entre flautas y lamentaciones, Cristo tiene hoy un mensaje que abraza todas las generaciones. Nuestra vida cristiana requiere estar atentos a la voz de Dios y saber por dónde nos guía. Hay circunstancias para sacar la flauta y tocar y bailar; otros momentos, en cambio, requieren lamentaciones y llantos y luto. ¿Qué es lo mejor en cada momento? ¿Cómo saber qué quiere Dios?
El arte de descubrir la voz del Señor se llama discernimiento. En el camino nos encontramos un sinfín de encrucijadas, donde tenemos que escoger entre la derecha o la izquierda. Cada lado tiene sus ventajas y sus riesgos, y hagamos lo que hagamos, siempre habrá opiniones en contra y gente que se nos oponga. Por eso, una condición necesaria para ejercitarnos en el arte de discernir es la libertad de espíritu.
¿Qué significa ser libres de espíritu? Podemos imaginarnos una escena tal vez algo fantasiosa. Estamos volando en las alas del Espíritu Santo. Y sentimos la tentación de ponerle riendas para controlar la dirección: la rienda del qué dirán los demás, de lo que a mí más me agrada, de un esquema prefabricado… Pero con el Espíritu Santo lo mejor es volar por donde Él quiera, bajo la sombra de sus alas, y no por encima de ellas. Él sabe mucho mejor que nosotros por dónde es mejor moverse; cuándo es el tiempo de la penitencia y cuándo de celebración, sin importar lo que digan los demás. Él es la sabiduría misma; los hijos de Dios saben que sólo Él tiene la razón.
Así, durante este día, coloquémonos bajo las alas del Espíritu Santo. Será necesario hacer un poco de espacio y silencio dentro del corazón. Él hablará. Pongámonos a la escucha de su voz y dejémonos guiar según sus indicaciones para el día de hoy.
 
El discernimiento requiere, por parte del acompañante y de la persona acompañada, una delicada sensibilidad espiritual, un ponerse de frente a sí mismo y de frente al otro «sine propio», con completo desapego de prejuicios y de intereses personales o de grupo. Además, es necesario recordar que en el discernimiento no se trata solamente de elegir entre el bien y el mal, sino entre el bien y el mejor, entre lo que es bueno y lo que lleva a la identificación con Cristo.
(Discurso de S.S. Francisco, 20 de enero de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré unos minutos de silencio por la tarde, preguntando al Espíritu Santo a dónde me ha guiado este día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Francisco en Sta. Marta: Compasión que se traduzca en obras

Fuente : https://es.zenit.org/articles/francisco-en-sta-marta-compasion-que-se-traduzca-en-obras/

 
Invita a no ayudar desde lejos, sino ayudando a integrarse
•19 septiembre 2017•Redaccion•El papa Francisco
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 19 Sept. 2017).- El papa Francisco en la misa que celebró hoy en la Casa Santa Marta, invitó a pedirle al Señor la gracia de la compasión al ver tanta gente que sufre, pero no de modo pasivo sino dándole la dignidad que Dios quiere para ellos.
Partiendo del Evangelio de hoy, en el que san Lucas narra la resurrección del hijo de la viuda de Naín por obra de Jesús, el Papa precisó que en el Antiguo Testamento, los más pobres eran las viudas, los huérfanos, los extranjeros y los forasteros.
Explicó así que “la compasión es un sentimiento que involucra, es un sentimiento del corazón, de las entrañas, afecta todo. No es lo mismo que tener pena, o… ‘¡qué lástima, pobre gente!’: no, no es lo mismo. La compasión compromete. Es ‘padecer con’. Esto es la compasión. El Señor se compromete con una viuda y con un huérfano… Pero dime, tú tienes a toda una muchedumbre aquí, ¿por qué no hablas a la gente? Deja… la vida es así… son tragedias que suceden, suceden…”.
“No, para Él era más importante aquella viuda y aquel huérfano muerto, que la muchedumbre a la que le estaba hablando y que lo seguía. ¿Por qué? Porque su corazón, sus vísceras se implicaron. El Señor, con su compasión, se ha interesado en este caso. Tuvo compasión”, dijo.
La compasión significa “acercarse y tocar la realidad. Tocar. No mirarla desde lejos. Tuvo compasión –primera palabra– se acercó, segunda palabra. Después hace el milagro y Jesús no dice: ‘Hasta la próxima, yo prosigo el camino’: no. Toma al muchacho y ¿qué dice? ‘Lo devolvió a su madre’: restituir, la tercera palabra. Jesús hace milagros para devolver, para colocar en su propio lugar a las personas. Y es esto lo que ha hecho con la redención. Tuvo compasión –Dios tuvo compasión– se acercó a nosotros en su Hijo, y nos restituyó a todos nosotros la dignidad de hijos de Dios. Nos ha recreado a todos”.
El Santo Padre exhortó por ello a “hacer lo mismo”, a seguir el ejemplo de Cristo, acercarse a los necesitados, “no ayudarlos desde lejos, porque hay quien está sucio, no se ducha o huele mal”.
“Muchas veces miramos los telediarios o la primera página de los periódicos, las tragedias… pero mira, en aquel país los niños no tienen qué comer; en aquel país los niños son soldados; en aquel país las mujeres son esclavizadas; en aquel país… oh, ¡cuántas calamidades! Pobre gente… Giro la página y paso a la novela, a la telenovela que viene después. Y esto no es cristiano”.
“Y la pregunta que yo haría ahora, mirándolos a todos, y también a mí mismo: “¿Soy capaz de tener compasión? ¿De rezar? Cuando veo estas cosas, que me las llevan a casa a través de los medios de comunicación… ¿mis entrañas se mueven? ¿Mi corazón padece con aquella gente, siento pena, digo ‘pobre gente’, y así?… Y si uno puede tener compasión, hay que pedir la gracia: ‘¡Señor, dame la gracia de la compasión!’”,
Invitó por ello con la oración de intercesión y con nuestro trabajo de cristianos, a ser capaces de ayudar a la gente que sufre, a que “sea restituida a la sociedad, a la vida de la familia, del trabajo, o sea a la vida cotidiana”.

EDD. miércoles 20 de septiembre de 2017.

Fuente : http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20170920
 
Miércoles de la vigésima cuarta semana del tiempo ordinario
Primera Carta de San Pablo a Timoteo 3,14-16.
Aunque espero ir a verte pronto, te escribo estas cosas
por si me atraso. Así sabrás cómo comportarte en la casa de Dios, es decir, en la Iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad.
En efecto, es realmente grande el misterio que veneramos: El se manifestó en la carne, fue justificado en el Espíritu, contemplado por los ángeles, proclamado a los paganos, creído en el mundo y elevado a la gloria.
Salmo 111(110),1-2.3-4.5-6.
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en la reunión y en la asamblea de los justos.
Grandes son las obras del Señor:
los que las aman desean comprenderlas.
Su obra es esplendor y majestad,
su justicia permanece para siempre.
Él hizo portentos memorables,
el Señor es bondadoso y compasivo.
Proveyó de alimento a sus fieles
y se acuerda eternamente de su alianza.
Manifestó a su pueblo el poder de sus obras,
dándole la herencia de las naciones.
 
Evangelio según San Lucas 7,31-35.
Dijo el Señor: «¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen?
Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: ‘¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!’.
Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: ‘¡Ha perdido la cabeza!’.
Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!’.
Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos.»
 
Comentario del Evangelio por  San Basilio (c. 330-379), monje y obispo de Cesárea en Capadocia, doctor de la Iglesia Prólogo a las Grandes Reglas.
Dios nos llama, incansablemente, a la conversión
Hermanos, no permanezcamos en la despreocupación y la relajación; no dejemos ligeramente, para mañana o aún para más tarde, para comenzar a hacer lo que debemos. “Ahora es la hora favorable, dice el apóstol Pablo, ahora es el día de la salvación» (2Co 6,2). Actualmente es, para nosotros, el tiempo de la penitencia, más tarde será el de la recompensa; ahora es el tiempo de la perseverancia, un día llegará el de la consolación. Dios viene ahora para ayudar a los que se alejan del bien; más adelante Él será el juez de nuestros actos, de nuestras palabras y de nuestros pensamientos como hombres. Hoy nos aprovechamos de su paciencia; en el día de la resurrección conoceremos sus justos juicios, cuando cada uno reciba lo que corresponda a nuestras obras.
¿Cuándo nos decidiremos a obedecer a Cristo que nos llama a su Reino celeste? ¿Es que no nos purificaremos? ¿Es que no nos decidiremos a abandonar nuestra habitual forma de vivir para seguir, a fondo, el Evangelio?
 
 
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EDD. martes 19 de septiembre de 2017.

Fuente : http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20170919
 
Martes de la vigésima cuarta semana del tiempo ordinario
Primera Carta de San Pablo a Timoteo 3,1-13.
Es muy cierta esta afirmación: «El que aspira a presidir la comunidad, desea ejercer una noble función».
Por eso, el que preside debe ser un hombre irreprochable, que se haya casado una sola vez, sobrio, equilibrado, ordenado, hospitalario y apto para la enseñanza.
Que no sea afecto a la bebida ni pendenciero, sino indulgente, enemigo de las querellas y desinteresado.
Que sepa gobernar su propia casa y mantener a sus hijos en la obediencia con toda dignidad.
Porque si no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar la Iglesia de Dios?
Y no debe ser un hombre recientemente convertido, para que el orgullo no le haga perder la cabeza y no incurra en la misma condenación que el demonio.
También es necesario que goce de buena fama entre los no creyentes, para no exponerse a la maledicencia y a las redes del demonio.
De la misma manera, los diáconos deben ser hombres respetables, de una sola palabra, moderados en el uso del vino y enemigos de ganancias deshonestas.
Que conserven el misterio de la fe con una conciencia pura.
Primero se los pondrá a prueba, y luego, si no hay nada que reprocharles, se los admitirá al diaconado.
Que las mujeres sean igualmente dignas, discretas para hablar de los demás, sobrias y fieles en todo.
Los diáconos deberán ser hombres casados una sola vez, que gobiernen bien a sus hijos y su propia casa.
Los que desempeñan bien su ministerio se hacen merecedores de honra y alcanzan una gran firmeza en la fe de Jesucristo.
 
Salmo 101(100),1-2ab.2cd-3ab.5.6.
Celebraré con un canto la bondad y la justicia:
a ti, Señor, te cantaré;
expondré con sensatez el camino perfecto:
¿cuándo vendrás en mi ayuda?
Yo procedo con rectitud de corazón
en los asuntos de mi casa;
nunca pongo mis ojos
en cosas infames.
Al que difama en secreto a su prójimo
lo hago desaparecer;
al de mirada altiva y corazón soberbio
no lo puedo soportar.
Pongo mis ojos en las personas leales
para que estén cerca de mí;
el que va por el camino perfecto
es mi servidor.
 
Evangelio según San Lucas 7,11-17.
Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud.
Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba.
Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: «No llores».
Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: «Joven, yo te lo ordeno, levántate».
El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo».
El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.
 
 
 
Comentario del Evangelio por  San Ambrosio (c. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia Tratado sobre el Evangelio de san Lucas, 5, 89, 91-92
“Joven, yo te lo ordeno, levántate”
Lo mismo  que los síntomas de la muerte quitan toda esperanza de vida, lo mismo que los cuerpos de los difuntos mueren después en la tumba, sin embargo, a la voz de Dios, los cadáveres listos a su descomposición se levantarán, reconociendo la palabra; el hijo es devuelto a su madre, ha vuelto de la tumba, ha sido arrancado. ¿Qué tumba le retiene? Tus malas costumbres, tu falta de fe. Es de la tumba que Cristo te ha liberado, de esa tumba tú resucitarás, si escuchas la Palabra de Dios. Lo mismo si tu pecado es grave y no puedes  limpiarlo por las lágrimas de tu arrepentimiento, la Iglesia, tu madre, llorará por ti, ella que interviene por cada uno de sus hijos como una madre viuda por su único hijo. Pues ella comprende por una clase de sufrimiento espiritual lo que es natural, cuando ella ve que sus hijos son arrastrados hacia la muerte por sus vicios funestos…
Qué llora por tanto, esta piadosa madre: que una multitud la acompaña, no solamente una multitud, sino una multitud considerable compadece a esta tierna madre. Entonces tú resucitarás en tu tumba, tú serás liberado; tus portadores se detendrán, y podrás decir palabras de vivos, todos quedarán estupefactos. El ejemplo de uno solo corregirá a muchos y  ellos alabaran a Dios de haber tenido tales remedios para evitar la muerte.
 
 
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Homilía en el Tedeum Ecuménico, Catedral de Santiago de Chile, 18 de septiembre de 2017.

“TE DEUM LAUDAMUS” POR LA PATRIA 18 de Septiembre de 2017
 
CENTINELAS DE LA AURORA:  PARA CRECER EN LA ESPERANZA
 
 
Homilía del Arzobispo de Santiago           Card. Ricardo Ezzati A., sdb
 
Textos bíblicos: Sir. 51, 13-21          Ps. 19, 8-11          Mt. 5, 13- 16
 
 
1.- El amanecer de este gozoso día de la Patria, convoca a chilenos y chilenas a encontrarse con los más nobles valores que constituyen el alma de Chile, para agradecer y, a la vez, para comprometerse aún más, con su patrimonio espiritual, expresión genuina y agradecida de su preciosa identidad republicana. Es la ofrenda que, con sentimientos de fe, presentamos al Señor, como acción de gracias, porque, a lo largo de la historia, Él ha educado al pueblo chileno a no dejarse abatir por las tribulaciones, a vivir como comunidad agradecida y fortalecida por la comunión y la solidaridad de hermanos, con la confianza y la esperanza puesta en Él y en la materna protección de la Virgen del Carmen.
 
Hoy, hombres y mujeres de fe, pertenecientes a la Iglesia Católica, a Comunidades Cristianas hermanas y a otros credos religiosos, junto a la más alta Autoridad de la Nación, la Señora Presidenta de la República, doña Michelle Bachelet Jeria, -a quien saludo con respeto-, a Ministros de Estado y equipos de gobierno, Autoridades del poder Legislativo y Judicial, Altos Mandos de las Fuerzas Armadas y de Orden, Autoridades Regionales y Comunales, Organizaciones Comunitarias, Cuerpo Diplomático, obispos, sacerdotes, pastores, consagradas y consagrados, laicos y laicas, reunidos en esta secular Catedral de Santiago, con gratitud y confianza, renovamos el propósito de aguardar “como centinelas la aurora” y como “esforzados albañiles”, la luz, la misericordia y la salvación que vienen de nuestro Dios, don de vida abundante para todo el pueblo de Chile (Cf. Salmo 130).
 
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2.- “¿Qué me ha sido dado esperar?”, se preguntaba el filósofo Kant, mirando el porvenir de la historia humana. ¿Qué nos es dado esperar de nuestro futuro, del futuro de Chile, la patria que amamos? No se trata de una pregunta ociosa. Lo que está detrás de la pregunta es la vida buena, el futuro de cada chileno y chilena, de la entera comunidad nacional, del futuro que anhelamos.  “Aguardar como el centinela la aurora” significa, entonces, aprender a otear atentamente el horizonte para acertar, con claridad meridiana, la meta a la cual tender y hacia la cual conducir, sabiduría indispensable para todos los ciudadanos y, de manera especial para quienes tienen la honrosa responsabilidad de guiar y de gobernar. Es la sabiduría que invocó la bíblica figura del rey Salomón: “Tu siervo está en medio del pueblo que elegiste, un pueblo tan numeroso que no se puede contar, ni calcular. Enséñame a escuchar para que sepa gobernar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal…”. El relato bíblico termina alabando la opción del gobernante: “Al Señor le pareció bien que Salomón pidiera sabiduría y le dijo: por haber pedido esto y no haber pedido una vida larga, ni haber pedido riquezas, ni haber pedido la vida de tus enemigos, sino inteligencia para acertar en el gobierno, te daré lo que has pedido: una mente sabia y prudente como no la hubo antes ni la habrá después de ti.” (1 Re 3,6-14).  “Aguardar como el centinela la aurora”, presupone el cultivo de una actitud humilde, de búsqueda y de servicio, lo que implica discernir metas altas e itinerarios que lleven a ellas, desenmascarando, a la vez, las sirenas seductoras y engañosas que aparecen en la travesía, y emprender los exigentes itinerarios que el salmo identifica como “la luz, la misericordia y la salvación que vienen de Dios”, es decir, el don de una vida abundante para nuestro pueblo.  “Aguardar como centinela la aurora” comporta finalmente, “buscar la manera de poder alentar, acompañar y estimular los esfuerzos que hoy se hacen para mantener viva la esperanza y la fe, en un mundo lleno de contradicciones.”(cf. Francisco, “El indispensable compromiso de los laicos en la vida pública de los Países Latinoamericanos, 4 de marzo de 2016). En efecto, los sentimientos de frustración y de temor a causa de las crisis y pruebas de nuestros días, de los problemas sociales y políticos que enfrentamos, de los desafíos culturales y los estilos de vida que nos desafían, amenazan apagar la esperanza de la nueva aurora que asoma y debilitar el compromiso de ser parte de ella. La oración de esta mañana quiere sostener la fe y la esperanza de muchos, con la mirada que permite descubrir a Dios que habita en nuestra ciudad, en nuestras calles y en nuestras plazas; que vive entre los ciudadanos, promoviendo solidaridad, fraternidad, deseos de bien, de verdad y de justicia. (cf. Francisco, “Evangelii Gaudium”, n 71)
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3.- En este clima espiritual de confianza y esperanza, permítanme algunas reflexiones, como un aporte humilde a la hermosa y común tarea de otear el horizonte de nuestro auténtico futuro de esperanza.
 
3.1.- Llamados a ser “Centinelas de la aurora”.
 
¿En qué consiste la vocación y la misión del centinela llamado a aguardar la aurora? ¿Cuál es su identidad más profunda y cuál su responsabilidad histórica?  El centinela es quien espera con confianza la llegada de un nuevo día y salta de gozo por la vida que florece; es un cultivador incansable de optimismo y de esperanza y es también el vigía, que renuncia al sueño de la noche para evitar los peligros y ser sorprendido por el enemigo. Es un hijo de la luz que aprende a vivir en la noche sin ser de la noche. En su significado más bello, hace referencia al vigilante, que lucha contra el letargo y la negligencia que puede dañar irreparablemente la vida de los demás y la propia. Por eso, el centinela vigila para que ningún mal llegue a turbar la vida buena de todos; es el profeta que, con alegría, anuncia la belleza de los tiempos nuevos y, al mismo tiempo, devela lo efímero, lo que daña y lo que engaña. Es el sembrador que cree en la bondad de la semilla que esparce, y que, como sabio agricultor, la cuida sabiendo esperar el sol del verano para que el tallo verde madure en una espiga dorada y henchida de granos. Es el agricultor paciente que cava, una y otra vez, alrededor de la higuera que no ha dado fruto, aguardando que sus cuidados la hagan rendir fecunda.
 
3.2.- Una responsabilidad común.
 
¿A quién le corresponde ser centinela de la aurora?
 
No cabe duda: la respuesta es, a toda la comunidad. A todos nosotros. A toda la sociedad, – y en ella -recuerda el Papa Francisco-, “de manera especial, al Estado cuya obligación primera es defender y promover “el bien común”, llamado a convertirse, como lógica e ineludible consecuencia, en un llamado a la solidaridad y a una opción preferencial por los más pobres.” (Laudato sí, nn. 157-158). Sí, todos y, en especial, quienes ejercen responsabilidades políticas, sociales u otros deberes. Con justa razón el Pontífice añade: “el marco político e institucional no existe solo para evitar las malas prácticas, sino sobre todo para estimular las mejores prácticas, para estimular la creatividad que
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busca nuevos caminos para facilitar las iniciativas personales y colectivas.” (Ib.177). “Es de esperar -agrega- que la humanidad del siglo XXI pueda ser recordada por haber asumido con generosidad sus graves responsabilidades.” (Ib. 165). Por ello, hay que conceder un lugar preponderante a una sana y atenta política, capaz de responder a demandas verdaderas, de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas que permitan derrotar el cáncer de la corrupción y rechazar presiones e inercias viciosas. “Hay que agregar –continua el Papa- que los mejores mecanismos terminan sucumbiendo cuando faltan los grandes fines, los valores, una comprensión humanista y rica de sentido que otorguen a cada sociedad una orientación noble y generosa.”(Ib. 181). Porque, “cuando la cultura del relativismo se instala, es la misma patología que empuja a la persona a aprovecharse de otra y a tratarla como un mero objeto.”(Ib. 123).
 
En esta hora de la historia, como nación, nos cabe a todos la hermosa y noble misión de otear el horizonte, para descubrir y adherir a la esperanza que no engaña, la promesa de vida abundante que Dios ha inscrito en el alma de Chile, para sus hijas e hijos. En pleno proceso eleccionario, se nos ofrece, entonces, una excelente oportunidad para valorar el rol de la política, para superar la tentación del descredito, de la desconfianza y de las polarizaciones estériles y para reafirmar el propósito de hacer real el proyecto de una estatura cívica alta, puesta al servicio de todos, de manera especial, al servicio de los más postergados. A ello, con humildad, quiere contribuir la Iglesia. La visión de quienes creemos en Jesucristo, no pretende ser exclusiva, ni excluyente, pero, a la vez, y buscando el bien superior del país, quiere una voz que anuncia, con convicción ciudadana, lo que no podemos ni debemos callar. “Nosotros como cristianos tenemos el deber de ofrecer el pleno testimonio de la esperanza que está en nosotros. No debemos temer que pueda constituir una ofensa a la identidad del otro, lo que en cambio, es anuncio gozoso de un don para todos y que se propone a todos con el mayor respeto a la libertad de cada uno.” (cf. Juan Pablo II en, Novo millenio ineunte, n.56).   4.- Centinelas anuncian la vida, la vida abundante de todos.
 
Cual diamante esplendoroso, en el alma de Chile brilla una de sus más nobles convicciones: la sacralidad de la vida, de toda vida humana, desde su concepción, en todo el arco de su desarrollo y hasta la muerte natural: la vida, el primero y el más fundamental de los derechos humanos, pilar granítico sobre el cual se cimientan todos los demás derechos. En esta acción de gracias por la Patria, con el Papa Francisco
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y toda Iglesia, con voz clara y humilde a la vez, reiteramos que “es tan grande el valor de una vida humana, y es tan inalienable el derecho a la vida del niño inocente que crece en el seno de su madre, que de ningún modo se puede plantear como un derecho sobre el propio cuerpo la posibilidad de tomar decisiones con respecto a esa vida, que es un fin en sí misma y que nunca puede ser objeto de dominio de otro ser humano.” (cf. Amoris laetitia n.83). Por eso, respetuosos de la legislación que el Estado se ha dado, “nuestra opción por la vida se traduce en redoblar nuestro esfuerzo para seguir acompañando a las mujeres que viven situaciones límite en su embarazo, a las que deciden continuar con él y a las que piensan que el aborto es una solución. La Iglesia… ofrece sus manos y extiende su abrazo de servicio a todas las personas que necesiten paz, amparo, apoyo y consuelo.” (cf. Mensaje del Comité Permanente, 21 de agosto de 2017). Recordando que el “valor inalienable de un ser humano va más allá del grado de su desarrollo” (Francisco, en Laudato Sí, 136), conscientes que “si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social” (Cf. Benedicto XVI en Caritas in Veritate, n 18), nuestro compromiso seguirá siendo anunciar el “Evangelio de la vida” y prestar nuestra solidaridad y colaboración para que ésta sea siempre respetada y promovida.
 
Doy gracias a Dios, por el testimonio valiente y coherente de tantas y tantos seguidores de Jesús que han sabido dar razón de su fe inquebrantable en la sabiduría de Dios. La Iglesia enseña que “los hijos son el don más excelente del matrimonio”; que los esposos, varón y mujer, al transmitir la vida humana, tienen “una participación especial en la propia obra creadora de Dios” (Gaudium et Spes, 50) y que, de esta manera, “pintan el gris del espacio público, llenándolo del color de la fraternidad, de la sensibilidad social, de la defensa de los frágiles, de la fe luminosa y de la esperanza activa.” (Francisco, en Amoris laetitia, n 184). Con asombro y gozosa gratitud, junto al salmista, los invito a orar: “Señor, Dios nuestro, ¡qué admirable es tu Nombre en toda la tierra! Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que en él fijaste: ¿qué es el hombre para que te acuerde de él, el ser humano para que te ocupes de él? … ¡Lo hiciste apenas inferior a un dios, lo coronaste de gloria y esplendor, le diste poder sobre las obras de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies.”(Salmo 8). ¡Que este asombro por la vida nos impulse a su acogida incondicional, llene de sonrisa nuestra patria, de sabiduría a su mente y esperanza a su corazón!
 
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5.- Centinelas que anuncian la belleza y la fecundidad de la cultura de la acogida, de la comunión y de la solidaridad.
 
Los textos de la Sagrada Escritura que han resonado hoy en nuestra Asamblea, nos han hablado de “sabiduría”, de “sal” y de “luz”; sabiduría, sal y luz, indispensables para transformar en cultura los cuatro verbos que el Papa Francisco invita a conjugar, en relación a los migrantes y a los refugiados: acoger, proteger, promover e integrar, verbos que, adecuadamente articulados, harán posible el crecimiento de la cultura del encuentro, la acogida, la solidaridad y la comunión, y que permitirá que Chile sea como “un racimo que madura”, sazonado por la sabiduría de su historia y alumbrado por el Sol de la justicia y de la paz.
 
Es verdad, en los horizontes de un nuevo amanecer, no faltan nubarrones obscuros, sin embargo, y damos gracias por ello, se nos da vislumbrar la silueta de proyectos que llenan de esperanza y estimulan a la corresponsabilidad: son los niños y los jóvenes de nuestra Patria con los cuales aún mantenemos deudas de abandono y de una educación de mayor calidad; son los rostros de migrantes y refugiados que, junto a ciudadanos chilenos, buscan amasar el mismo pan de la dignidad, la acogida y la integración, como lo hicieran otros tiempos, un Andrés Bello, un Ignacio Domeyko, una Bernarda Morín o un Alberto De Agostini en el extremo sur de nuestra tierra; son los adultos mayores que nos reclaman trato y pensiones dignas; son los pobres y marginados con sus sueños de justicia y solidaridad; tantas familias que aspiran crecer en el amor y en la comprensión; enfermos que invocan el derecho a salud ; encarcelados que esperan que la privación de libertad no sea solo un castigo, sino una oportunidad para rehacer la vida; son ciudadanos y ciudadanas que desean contribuir al mundo de la política, de la cultura, de las ciencias, de las artes para hacer de Chile “un hogar para todos”.
 
¿Qué les es dado esperar? ¿Cuál es la esperanza que nos corresponde alimentar?
 
Chile necesita volver a encantarse con la cultura de la acogida empática, del respeto mutuo y de la colaboración generosa que caracteriza su alma, para contrarrestar los nubarrones de una cultura relativista, egoísta y excluyente. Necesita derrotar la fascinación por la violencia y el atropello que hunden sus raíces en el vacío de significado de sí y del derecho de los otros, paraliza la búsqueda del bien común que la sociedad organizada está llamada a cultivar. Necesita poner atajo a la violencia insensata y a la desesperación que no llevan a nada. Necesitamos avanzar hacia una antropología de sentido que la fe del pueblo lleva su plenitud más alta.
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Es urgente superar la tentación de un laicismo agresivo que pretende marginar la fe del pueblo de la esfera pública y que, arrogantemente busca negarle la justa visibilidad propia de una respetuosa libertad cultural.
 
Recordando el mensaje de San Juan Pablo II a nuestra tierra hace justo treinta años y en vísperas de la visita del Papa Francisco, en la atmósfera preelectoral que nos rodea, confiamos a la intercesión de la Virgen del Carmen el propósito de cultivar una ejemplar amistad cívica haciendo realidad la vocación de Chile, llamado al entendimiento y no de enfrentamiento.
 
Conclusión
 
Concluyo estas palabras con una esperanzadora invocación, entresacada de los capítulos 51 al 54 del Profeta Isaías.
 
Chile, sus habitantes y todas sus esperanzas están presentes en ella:
 
“Despierta; levántate, Jerusalén, y ponte de pié… Despierta, despierta Sión, revístete de fuerza…
 
Vendrá un día en que mi pueblo reconocerá mi nombre, cuando yo le diga: ¡Estoy contigo!
 
¡Qué hermosos son sobre los cerros los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva y anuncia la victoria.
 
Grita de júbilo…, rompe a cantar de alegría…  Ensancha el espacio de tu tienda y de tus lonas;  Extiende tus moradas con libertad;  Clava tus estacas y alarga sus cuerdas porque te extenderás a derecha y a izquierda…  No temas, no quedarás en ridículo…, el Señor todopoderoso, tu Redentor es el Santo de Israel, -se llama Dios de toda la tierra-…
 
El Señor te llama de nuevo.
 
Abre el corazón a la esperanza. No dejes que te roben el tesoro de tu alma.
 
Con esta confianza seremos centinelas de la aurora.
 
Amén