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Terremoto en Italia: el Papa suspende la catequesis y reza el rosario por las víctimas.

El Santo Padre en la audiencia del miércoles indica su solidaridad y dolor. Se teme que haya decenas de muertos.

 
El Papa reza el rosario por las víctimas del terremoto en Italia

El Papa Reza El Rosario Por Las Víctimas Del Terremoto En Italia

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco antes de iniciar la audiencia de hoy miércoles, manifestó su dolor por la noticia del terremoto que golpeó el centro de Italia e invitó a todos los presentes en la plaza de San Pedro a rezar el santo rosario. Expresó además su solidaridad y oraciones por las víctimas mortales, heridos y sus familiares. Por este motivo aplazó la catequesis preparada para para el próximo miércoles.
“Había preparado la catequesis de hoy, como todos los miércoles de este Año de la Misericordia, sobre el tema de la cercanía de Jesús” dijo Francisco. “Entretanto delante de la noticia del terremoto que ha golpeado el centro de Italia, devastando enteras zonas y dejando muertos y heridos, no puedo dejar de expresar mi gran dolor y mi cercanía a todas las personas presentes en los lugares golpeados por los movimientos sísmicos, y a todas las personas que han perdido a sus seres queridos y a aquellas que aún se sienten afectadas por el miedo y el terror”, dijo.
Y añadió: “Saber que el alcalde de Amatrice dice: ‘El pueblo lo existe más’, y que entre los muertos hay tantas mujeres y niños me consterna realmente mucho”.
“Y por esto –prosiguió el Santo Padre– quiero asegurarle a estas personas que se encuentran en la zona de Accumoli, Amatrice y en otros lugares, en la diócesis de Rieti, Ascoli Piceno y a las otras en toda la región del Lazio, Umbria y Le Marche, la oración. Y decirles que estén seguros de la caricia y del abrazo de toda la Iglesia que en este momento desea darles su amor materno y también de nuestro abrazo aquí en la plaza”.
Rosario en mano, el Santo Padre presidió la oración mariana rezando en italiano los misterios dolorosos, junto a los miles de fieles y peregrinos que se encontraban junto a él.
El Papa agradeció también a “todos los voluntarios y los operadores de la Protección Civil, que están auxiliando a estas poblaciones”, y pidió que se unan a él en la oración “para que el Señor Jesús que siempre se ha conmovido delante del dolor humano, consuele a estos corazones adoloridos y les dé la paz por la intercesión de la bienaventurada Virgen María. Dejémonos por lo tanto conmover junto a Jesús”.
El balance del terremoto de 6 grados Richter que se registró en la madrugada, es provisorio y se teme que las víctimas mortales sean muchas, más de un centenar, debido a que estas ciudades y pueblos en el período del verano italiano se llenan de turistas, visitantes y personas que trabajan en las capitales y regresan a saludar a sus familias y porque como la mayoría de los pueblos medioevales de Italia son estructuras en piedra y por lo tanto no anti-sísmicas.

Comentario al evangelio de hoy miércoles 24 de agosto de 2016

El encuentro de Jesús con Natanael.
Solemnidades y Fiestas

Fiesta Bartolomé apóstol. 
Bartolomé permaneció vacilante hasta que escuchó las palabras de Jesús… ¡alabándole!
Por: P Clemente González | Fuente: Catholic.net 
http://es.catholic.net/op/articulos/5243/el-encuentro-con-natanael.html

Del santo Evangelio según san Juan 1, 45-51
En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: Aquel de quien escribieron Moisés y la Ley y los Profetas lo hemos encontrado: a Jesús, hijo de José, de Nazaret. Natanael le replicó: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Felipe le contestó: Ven y verás. Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. Natanael le contesta: ¿De qué me conoces? Jesús le responde: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Natanael respondió: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Jesús le contestó: ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores. Y le añadió: Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre.
Oración introductoria
Jesús, eres el hijo de Dios, el rey de mi vida y mi mejor amigo, maestro y pastor. Me tomas de la mano y me conduces al Padre. Me insistes en la conversión, pues sólo un corazón decidido puede a orar en la fe. Ayúdame a orar disponiendo mi corazón para hacer la voluntad del Padre.
Petición
Señor, concédeme buscar la santidad en la coherencia y en el cumplimiento de tu voluntad.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Cadena de encuentros
«Ven y lo verás». Cada uno de nosotros ha llegado a conocer a Cristo gracias a otra persona. Un sacerdote nos bautizó y nos da los demás sacramentos; en casa o en la parroquia nos enseñaron el catecismo; seguramente algún amigo o amiga en concreto nos ha atraído más hacia la fe… En cada cristiano, a lo largo de los siglos, se repite el evento de Felipe, Natanael y Jesús.
Gracias, Señor, por todos aquellos que me han llevado a Ti. ¿Qué sería de mí sin la ayuda de mis papás, de los sacerdotes, de mis amigos y hermanos en la fe? Gracias, Jesús, porque entraste en mi vida gracias a las personas que amo y sé que me aman; gracias por ser ese tesoro que he recibido de otros. Gracias, por la oportunidad de venir y verte, de conocerte más de cerca y de descubrir tu amor. Gracias porque, siendo el Hijo de Dios, has querido vivir entre nosotros.
Quien ha conocido a Cristo, ha recibido el mayor don de esta vida. Pero con el don viene una responsabilidad. ¡Cuánta gente no ha escuchado hablar de Cristo! ¡Cuántos saben de Él, pero no lo conocen en realidad, y por eso no lo aman! Y cuántos de ellos viven a nuestro lado, trabajan junto a nosotros, pasan por nuestras mismas calles. No podemos guardarnos el mayor tesoro de la humanidad para nosotros mismos. Tenemos que compartirlo, transmitir la gran noticia: ¡hemos encontrado a Aquél que tanto anhela el corazón humano!
Jesucristo, Tú tienes el gran deseo de que todos te conozcan, para que encuentren el verdadero Amor del Padre. Pero has querido hacerte necesitado de mi boca para hablar de Ti. Cuenta conmigo. Aquí mismo donde vivo, en mi puesto de trabajo, entre mis amigos, sé que algunos no te conocen. Dame ese fuego misionero, la gracia de transmitir el encuentro contigo.
«Dios nos ha escogido y bendecido con un propósito: “Para que fuésemos santos e irreprochables en su presencia”. Nos eligió a cada uno de nosotros para ser testigos de su verdad y su justicia en este mundo. Creó el mundo como un hermoso jardín y nos pidió que cuidáramos de él. Pero, con el pecado, el hombre desfiguró aquella belleza natural; destruyó también la unidad y la belleza de nuestra familia humana, dando lugar a estructuras sociales que perpetúan la pobreza, la falta de educación y la corrupción.»
(Homilía de S.S. Francisco, 18 de enero de 2015).
Reflexión
¿De este pueblo tan pequeño puede salir algo bueno? Estas fueron las palabras que San Bartolomé, también llamado Natanael, dijo a Felipe, sorprendido ante la noticia de que había un gran hombre venido desde Nazaret.
Natanael permaneció vacilante hasta que escuchó las palabras de Jesús, alabándole. Cristo demuestra que conoce perfectamente el interior del hombre, y por eso se permite elogiarle en público. ¿Y qué diría Jesús de nosotros? ¿Podría repetir las palabras que dirigió al santo que hoy contemplamos? Y tú, ¿qué opinión tienes de ti mismo?
Lo que en realidad somos está recogido en nuestra conciencia. Ella nos avisa ante la bondad o maldad de nuestros actos, antes y después de hacerlos. Por eso, el que actúa guiado por una conciencia recta, tiene la seguridad de llevar una vida honrada, ante sí mismo, ante los hombres y ante Dios.
Formar una buena conciencia es gran parte del secreto de nuestro obrar. ¿Y cómo se forma? Con criterios objetivos, válidos para todos y siempre. Por ejemplo, los diez mandamientos son la ayuda básica para saber qué debemos hacer y qué hay que evitar. Y una vez que hemos establecido fuertemente los principios, es necesario mantenerse firme en ellos.
Propósito
Restar importancia a mis puntos de vista, para estar más abierto a la opinión de los demás.
Diálogo con Cristo 
Jesús, frecuentemente soy escéptico y desconfío en que puedo alcanzar la santidad, porque no me dejo transformar por tu gracia y no cumplo la voluntad de Dios. Por eso te pido, hoy, que abras mi espíritu, mi corazón, mi entendimiento, para que sepa reconocerte siempre y darte el lugar que te corresponde en mi vida.

La felicidad según Santa Teresa.

¿Estás en crisis y buscas ser feliz?
7 consejos de Santa Teresa que no fallarán.
Pregúntate dónde están tus seguridades, ¿en el banco, en la empresa, en mi fama, en mi dinero?
Por: H. Edgar Henríquez Carrasco, LC
Fuente: http://catholic-link.com
http://es.catholic.net/op/articulos/62978/estas-en-crisis-y-buscas-ser-feliz-7-consejos-de-santa-teresa-que-no-fallaran
Todo el mundo habla de felicidad hoy en día. Si tienes el coche último modelo, serás feliz; si adquieres el departamento en la playa, serás feliz; si asciendes en tu trabajo, serás feliz; y así muchas situaciones más. Pero, ¿realmente crees que la felicidad las dan las cosas, los objetos, los «éxitos»? Santa Teresa de Jesús pasó por un tiempo de conversión incluso después de haberse consagrado a Dios como religiosa carmelita. También, al igual que muchos, ponía sus esperanzas en cosas temporales, sin fijarse en el Dios eterno al cual seguía. Pero un buen día, años después de entrar en el convento, Jesús tocó su corazón y ella respondió con generosidad. Su vida cambió desde ese encuentro con el Señor. Todos podemos dejarnos encontrar por el Señor. En ese momento tu mirada se posará sobre las cosas que realmente valen la pena.
He aquí una oración de Santa Teresa en la que resume su experiencia dando 7 consejos para encontrar la felicidad verdadera y aferrarnos a Dios, lo más importante de nuestra vida.
Nada te turbe
«Eleva el pensamiento, al cielo sube. Por nada te acongojes, nada te turbe»
La turbación comienza cuando la mirada se posa sólo sobre cosas terrenas. El alma se ve intranquila. No hay paz interior. Busco, pero no encuentro. ¿Te ha pasado alguna vez? Si eres hombre de misa dominical, de rosario y oraciones durante el día, y te pasa esto, no te inquietes que es normal. La invitación de Jesús a través de Santa Teresa es a elevar el pensamiento. Esto significa dejar nuestra visión terrena del mundo para ver con los gafas de la fe todo lo que sucede. Guerras, conflictos, odio, todo esto tiene lugar en el corazón de Jesús. Abandona tus preocupaciones en Él. No te inquietes. Ocúpate de presentarle tu oración a Dios y verás que Él se encargará. Una vez que lo dejes todo en su corazón, te verás libre de las cosas terrenas y tendrás más fuerzas para afrontar el mundo. Pero necesitas dejarlo todo en sus manos, eso es fe, eso es confianza en Dios. Él es el dueño del universo, el creador, déjaselo todo elevando tu mirada al cielo.
«Pero él les dijo: ¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo. » (Lucas 24:38-39)
 
Nada te espante
«A Jesucristo sigue con el pecho grande, y venga lo que venga nada te espante»
Nosotros seguimos a Jesús. Nuestra esperanza está puesta sobre Él. Pero hay que tener coraje para ser católico. No es fácil defender nuestra fe en una sociedad casi sin valores. No imponemos una creencia, sino que iluminamos con la verdad las tinieblas del error. ¡Grande es nuestra misión! ¿Lo creemos así? Tener un pecho grande es saberse en el camino correcto. Es tener valor para la lucha, que ciertamente utiliza otras armas: el amor, el perdón, la verdad, la fe… Por eso, cuando anuncies a Cristo, no tengas miedo al qué dirán, a lo que piensen los demás, porque es tu propio tesoro, es tu corazón lo que comunicas. Nada te espante, nada en la vida. El temor es como la morfina, adormece y a veces paraliza. No necesitamos de morfina cuando tenemos a Cristo. Con él podemos afrontar cualquier cosa. Venga lo que venga nada me alejará del Señor. Es un don que hay que pedir. Nunca termines tu oración sin pedirle a Dios este don, el donde de fortaleza.
« ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8:35.37-39)
 Todo se pasa
«¿Ves la gloria del mundo? Es gloria vana. Nada tiene de estable, todo se pasa»
Mira a tu alrededor, ¿qué ves? ¿Percibes la «gloria del mundo»? Dinero, adquisiciones, compras y ventas, transacciones, fama, éxito, reconocimiento, poder. Todo esto es gloria vana. ¿De qué sirve? ¿Acaso se puede llevar consigo después de morir? Todo esto perece, muere. Imagínate luchar 80 años por la fama, por el éxito, por dinero y luego, al ya poseerlo todo, morir. Trabajaste en vano, ¿qué disfrutaste? Pues la gloria del mundo es vana por esto mismo. No te sirve de mucho. En cambio luchar por la gloria eterna de estar junto a Dios sí que tiene valor. Hay que quitarse el prejuicio de que ser católico es estar reprimido, no ser libre, atado a leyes y normas que esclavizan. ¡Esa es una mentira del porte de un buque! Mientras más cerca de Dios, más libre serás. Mientras más desprendido de las cosas del mundo, más libre serás. Mientras más alejado de las tentaciones del mal, más libre serás. ¡No hay por dónde perderse! Que la gloria vana te sirva de ejemplo para buscar la gloria celestial, esa gloria que sí vale la pena luchar, esa gloria que aquí te hará feliz y se contagiará a los demás sin tú saberlo.
«Porque momentáneamente y leves son los sufrimientos que, a cambio, nos preparan un caudal eterno e insuperable de gloria; a nosotros que hemos puesto la esperanza, no en las cosas que se ven, sino en las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas » (2 Corintios 4:17-18)
 Dios no se muda
«Aspira a lo celeste que siempre dura. Fiel y rico en promesas, Dios no se muda»
Suele pensarse que Dios es como una fábrica de helados, que puedo amoldarlo a mis propios gustos. Quiero una bolita de chocolate y una de frambuesa con chispas de chocolate. Si no te dan lo que pides, no lo pagas y no te lo comes. Pues así no es Dios. Dios es el Padre, y un papá no te da siempre lo que quieres, te da lo que necesitas. Un papá sabe qué es mejor para sus hijos, porque los conoce. Un papá porque ama a sus hijos les corrige y les regaña de vez en cuando. Un papá quiere lo mejor para su hijo. ¡Cuánto más Dios con nosotros! Pero ahí vamos de nuevo queriendo que nos cumpla, que nos dé, que nos haga un milagro, una y otra vez. ¡Espérate un poco, Dios no es una fábrica a tu gusto! A veces te toca esperar porque alguien llega antes que tú. Aunque creas que Dios está alejado de ti, que no te mira, debes saber que Él es el más presente en tu vida. Cada respiro tuyo está custodiado por Él. Confía en Dios. Déjate moldear y corregir por Él. Siempre te dará lo que necesitas, no siempre lo que quieras.
« …han olvidado aquella exhortación que se les dirige como a hijos: “Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni te desalientes cuando él te reprenda; porque el Señor corrige a quien ama, y castiga a quien recibe como hijo”. Dios los trata como a hijos y les hace soportar todo esto para que aprendan. Pues, ¿qué hijo hay a quien su padre no corrija? » (Hebreos 12:5-7)
 La paciencia todo lo alcanza
«Ámala cual merece bondad inmensa, pero no hay amor fino sin la paciencia. Confianza y fe viva mantenga el alma, que quien cree y espera todo lo alcanza»
La paciencia es un fruto del Espíritu Santo que hoy yace en el olvido. Y es que el mundo con tanta tecnología e innovación nos hace todo express, rápido, ¡ya! Eso de esperar no goza de mucha fama. Se dice que la paciencia es la ciencia de la paz: estar en paz con uno mismo, con los demás y con Dios. Es, también, esperar sin inquietud sabiendo que todo llegará a su tiempo. Pero, ¡cuán difícil es esto! De nuevo el mismo consejo: ¡hay que pedírselo al Señor! El secreto está en pedirlo. No hay amor fino sin la paciencia, no hay. Falta paciencia en las parejas, en los matrimonios, en las relaciones de hermanos, en el trabajo, en la vida religiosa. A todos nos hace falta la paciencia. Con confianza y fe viva podemos tener la certeza de que todo lo alcanzaremos. «Es que quisiera mejorar mi relación con mi esposa…» ¡Paciencia! «Es que me gustaría cambiar mis defectos…»¡Paciencia! «Es que ya no sé qué hacer con mi hermano que está muy rebelde…» ¡Paciencia! Tener paciencia es importantísimo, claro, sin descuidar la fe, la esperanza y el amor, pero siempre con paciencia.
« Considerad como un gran gozo, hermanos míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas, sabiendo que la calidad probada de vuestra fe produce la paciencia en el sufrimiento; pero la paciencia ha de ir acompañada de obras perfectas para que seáis perfectos e íntegros sin que dejéis nada que desear. Si alguno de vosotros está a falta de sabiduría, que la pida a Dios, que da a todos generosamente y sin echarlo en cara, y se la dará. Pero que la pida con fe, sin vacilar; porque el que vacila es semejante al oleaje del mar, movido por el viento y llevado de una a otra parte » (Santiago 1:2-6)
 Quien a Dios tiene nada le falta
«Del infierno acosado aunque se viere, burlará sus furores quien a Dios tiene. Vénganle desamparos, cruces, desgracias; siendo Dios su tesoro nada le falta»
Aquí, dos cosas que decir. La primera es que no nos podemos permitir que el pecado nos obstaculice el llegar a Dios. ¡Jamás! El pecado no nos debe hundir en el charco de la desesperación. Si pecas, te arrepientes y te confiesas, y Dios te perdona, ¡y vuelves a empezar arrepentido de tus faltas! Pero no te desanimes nunca. Hay una cosa que debes saber y que el Papa Francisco ha dicho mucho: ¡Jamás dialogues con el demonio! Así que levanta el rostro y camina que, si tienes a Dios, el furor del mal no penetrará en ti. Lo segundo es que para un católico Dios es su tesoro. Si así lo crees, no buscarás jamás pepitas de oro en los ríos del mal. Imagina un gran cofre lleno de joyas y perlas preciosas, pues mucho mayor que eso es Dios para nosotros. ¡Dios es lo máximo! Venga lo que venga estará en Él mi felicidad. Y nada me falta, no tengo nada que envidiarle a otros, más aún, este tesoro que es Dios se puede compartir con todos y jamás se agota. Con un tesoro así, ¿quién no sería feliz? No es fábula ni cuento, es real. Siendo Dios su tesoro, nada le falta.
« No amontonen tesoros en esta tierra, donde la polilla y la herrumbre echan a perder las cosas, y donde los ladrones perforan los muros y roban. Amontonen mejor tesoros en el cielo… Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón. » (Mateo 6:19-21)
 ¡Sólo Dios basta!
«Id, pues, bienes del mundo; id, dichas vanas. Aunque todo lo pierda, ¡sólo Dios basta!»
Pregúntate dónde están tus seguridades, ¿en el banco, en la empresa, en mi fama, en mi dinero? Ya hablamos que todo esto se pasa. Si vivieras en la calle, sin nada, sin teléfono, sin ropa de lujo, sin comodidades, ¿seguirías amando a Dios? ¡Eso es! Aunque todo lo pierdas deberías seguir fiel al Señor. Pero a veces tenemos un pie en la Iglesia y el otro en las cosas del mundo. Hay que dar el paso definitivo. Cuando nuestra única seguridad es el amor de Dios las cosas cambian, se transforman. ¡Qué me importan las cosas materiales, si tengo esto o lo otro, mi único bien está en el Señor! Sólo Dios basta, sólo Dios llena el corazón, sólo Dios te da la plenitud. ¿Tan difícil es entender esto? ¡Dios mío, pero es que Dios nos lo da todo, todo! Y aun así reclamamos. Ponerse las gafas de la fe y dar el paso que nos falta hacia Dios es ahora nuestra tarea. ¡Decídete ya!
« Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo… No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. » (Filipenses 3:8.12)
Que estos 7 consejos de Santa Teresa de Jesús nos ayuden a ver las pequeñas cosas de la vida, lo que realmente importa, a fijar la mirada en Dios hacia lo alto. El católico se mantiene firme a su fe porque se sabe amado por Dios, ha experimentado su misericordia y le ve a través de los hermanos. Si nuestra visión se convirtiera a Dios, haríamos de este otro mundo. Alegrémonos de ser instrumentos del Señor. Mantengamos la fe viva, la esperanza constante y el amor ardiente; y digamos con Santa Teresa: Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta.
Este artículo ha sido escrito por  H. Edgar Henríquez Carrasco, LC
 

EDD. miércoles 24 de agosto de 2016 .

Fiesta de san Bartolomé, apóstol.
http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20160824


Apocalipsis 21,9b-14.
Luego se acercó uno de los siete Angeles que tenían las siete copas llenas de las siete últimas plagas, y me dijo: «Ven que te mostraré a la novia, a la esposa del Cordero».
Me llevó en espíritu a una montaña de enorme altura, y me mostró la Ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios.
La gloria de Dios estaba en ella y resplandecía como la más preciosa de las perlas, como una piedra de jaspe cristalino.
Estaba rodeada por una muralla de gran altura que tenía doce puertas: sobre ellas había doce ángeles y estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel.
Tres puertas miraban al este, otras tres al norte, tres al sur, y tres al oeste.
La muralla de la Ciudad se asentaba sobre doce cimientos, y cada uno de ellos tenía el nombre de uno de los doce Apóstoles del Cordero.
Salmo 145(144),10-11.12-13ab.17-18.
Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.
Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre.
El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones;
está cerca de aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo invocan de verdad.
Evangelio según San Juan 1,45-51.
Felipe encontró a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret».
Natanael le preguntó: «¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?». «Ven y verás», le dijo Felipe.
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez».
«¿De dónde me conoces?», le preguntó Natanael. Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera».
Natanael le respondió: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús continuó: «Porque te dije: ‘Te vi debajo de la higuera’, crees . Verás cosas más grandes todavía».
Y agregó: «Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Comentario del Evangelio por  Filomeno de Mabboug (¿-c. 523), obispo de Siria. Homilía nº 4, 76-79.
«Ven y verás».
Jesús renovó a los santos apóstoles la llamada que había dirigido a Abraham. Y su fe se parecía a la de Abraham; porque lo mismo que Abraham obedeció inmediatamente después de ser llamado (Gn 12), también los apóstoles siguieron a Jesús inmediatamente que les llamó y ellos le oyeron. No es a través de una larga enseñanza que han llegado a ser discípulos, sino por el mero hecho de haber escuchado la palabra de la fe. Porque su fe era viva, tan pronto como oyó la voz viva, obedeció a la vida. Sin retraso corrieron en pos de él; y se ve en este mismo hecho que en su corazón eran ya discípulos incluso antes de ser llamados.
Con ello se ve cómo trabaja la fe que conserva la simplicidad. No es a base de argumentos que recibe la enseñanza, sino que de igual manera que un ojo sano y puro, sin razonar ni trabajar, recibe el rayo de sol que se le envía y percibe la luz en cuanto abre el ojo… de la misma manera los que tienen la fe natural reconocen la voz de Dios en cuanto la oyen. Se levanta en ellos la luz de su palabra, y gozosamente se lanzan hacia ella y la reciben, tal como lo dice el Señor en el Evangelio: «Mis ovejas escuchan mi voz y me siguen» (Jn 10,27).
 

Comentario al evangelio de hoy martes 23 de agosto de 2016

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos!
Tiempo Ordinario

Jesús conoce las intenciones y por eso recuerda que la principal tarea es la del amor misericordioso. 
Por: Edgar Pérez
Fuente: Catholic.net 
 

http://es.catholic.net/op/articulos/5478/ay-de-vosotros-escribas-y-fariseos.html

Del santo Evangelio según san Mateo 23, 23-26
En aquel tiempo Jesús habló diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña e intemperancia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!
Oración introductoria
Oh, Espíritu Santo, Espíritu de Verdad, limpia mi conciencia para que pueda convivir permanente con tu gracia, te lo pido por intercesión de la Inmaculada Virgen María que supo actuar siempre de cara a la verdad.
Petición
Jesús, ayúdame a vivir según esta regla: «Es bueno lo que me ayuda a cumplir la voluntad de Dios, y malo lo que me estorba».
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
No dejar lo importante por lo pasajero.
Señor, el único deseo de mi alma que valdría la pena saciar, sería el de conformar mi corazón con el tuyo. Pero, al mismo tiempo que poseo esta profunda ilusión, me dedico tan constantemente a perseguir aquellas metas que me obstaculizan tal deseo. Soy tan débil, frágil, voluble. Me conozco y al mismo tiempo no me conozco. El día de hoy cometo los errores que el día de ayer me había propuesto abandonar. Mis apegos se tornan cada vez más complicados y me encuentro lejos de la sencillez. Sí, como los fariseos, descuido lo más importante. Vivo continuamente mirando al exterior, no sólo mío, sino también el de los demás. Y pocas o ninguna vez hago una pausa para contemplar qué es lo que se encuentra en mi interior, como en el de los demás.
Quiero pedirte perdón por ceder constantemente a la tentación del componer mi día a día sin mirar alguna vez al cielo. Perdóname, Dios mío, por marchar tan inconscientemente hacia las cosas que me alejan de mi fin. Aclárame la vista, pues quiero de verdad volverme a Ti. Renueva mi esperanza de poder asemejarme a Ti. No permitas que me pierda entre las confusiones que me alejan de tu amor. Ayúdame a vivir con sencillez, y a trabajar por alcanzar más bien una belleza interior, aquella que sólo tus ojos pueden ver.
Si hay algo que me hace feliz, es que Tú hayas venido a los tuyos a enseñarnos a vivir para jamás morir, aprendiendo a descubrir lo único esencial de nuestras vidas. Así quiero hacerlo con la mía en este día, caminar como Tú, mirar como Tú, obrar y sentir como Tú. Limpia por dentro mi vaso con tu amor, purifícame, Señor, y podré ofrecer luego tu amor a los demás también.
«Aquellos fariseos eran muy religiosos en la forma, pero no estaban dispuestos a compartir la mesa con los publicanos y los pecadores; no reconocían la posibilidad de un arrepentimiento y, por eso, de una curación; no colocan en primer lugar la misericordia: aun siendo fieles custodios de la Ley, ¡demostraban no conocer el corazón de Dios! Es como si a ti te regalaran un paquete, donde dentro hay un regalo y tú, en lugar de ir a buscar el regalo, miras sólo el papel que lo envuelve: sólo las apariencias, la forma, y no el núcleo de la gracia, ¡del regalo que es dado!»
(S.S. Francisco, audiencia del 13 de abril de 2016).
Reflexión
Jesús se irrita con los escribas y fariseos porque no ponen en práctica los dictámenes más importantes de la ley: la justicia, la misericordia, la fidelidad, la comprensión.
Como jefes espirituales del pueblo judío parece que han hecho de la religión un «club» en el que sólo tienen acceso unos cuantos hombres instruidos y elegidos entre ellos, mientras que el resto del pueblo forman parte de la plebe ignorante.
Jesús conocía sus intenciones y por eso les recuerda que su principal tarea es la del amor misericordioso y la de la fidelidad del testimonio. ¿Cuántas veces en nuestra vida puede sucedernos algo similar, en donde siendo los líderes espirituales de una familia, de un grupo de amigos, convertimos la fe en un conjunto de leyes que los demás deben cumplir pero que no les ayudamos a vivir mejor su fe con nuestro testimonio en el amor?
No olvidemos que es el amor lo que da sentido a toda nuestra vida y que sin él, como dijo san Pablo «no somos nada». Saquemos de este evangelio la lección del amor y compresión a los demás y busquemos hacer un acto de caridad o un favor a quien sea.
Propósito
Buscar «ser» más y mejor persona, en vez de hacer cosas para «parecer» buen cristiano.
Diálogo con Cristo 
Oh, Espíritu de santidad, ven y renueva mi corazón en esta oración. Ven, Espíritu de amor, de paz, y enséñame a ser auténtico y coherente con mi fe para llegar a ser benevolente, lleno siempre de amor y comprensión con todos, especialmente con los más cercanos. Ayúdame a corresponderte con un amor fiel, verdadero y apasionado.

EDD. martes 23 de agosto de 2016 .

Martes de la vigésima primera semana del tiempo ordinario.

Segunda Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 2,1-3a.14-17.
Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, les rogamos, hermanos,
que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado.
Que nadie los engañe de ninguna manera. Porque antes tiene que venir la apostasía y manifestarse el hombre impío, el Ser condenado a la perdición,
El los llamó, por medio de nuestro Evangelio, para que posean la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y conserven fielmente las tradiciones que aprendieron de nosotros, sea oralmente o por carta.
Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza,
los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena.
Salmo 96(95),10.11-12a.12b-13.
Digan entre las naciones: «El Señor reina!
El mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud.»
Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.
Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.
Evangelio según San Mateo 23,23-26.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno!
¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.

Comentario del Evangelio por  San Pedro Damián (1007-1072), benedictino, obispo de Ostia, doctor de la Iglesia. Opúsculo 51; PL 145, 749s.
“ Os habéis despreocupado de lo que hay de más grave en la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad ”.
Si quieres caminar correctamente, con discreción y fruto sobre el camino de la verdadera religión, debes ser austero y rígido contigo mismo, pero aparecer siempre gozoso y abierto con los otros, esforzándote en tu corazón para caminar por las alturas de lo que es recto, sabiendo, al mismo tiempo, abajarte con bondad hacia lo débiles. En resumen, ante el juicio de tu conciencia, debes moderar los rigores de la justicia, de tal manera que no seas duro para los pecadores, sino accesible al perdón e indulgente…
Considera tu pecado como peligroso y mortal; al de los otros, ponle el nombre de fragilidad de la condición humana. La falta que en ti estimes que necesita una corrección severa, si la ves en los otros, piensa que no merece más que un pequeño golpe de varilla. No seas más justo que el justo: teme cometer un pecado, pero no dudes en perdonar al pecador. La verdadera justicia no es la que precipita a las almas de los hermanos en la trampa de la desesperación… Es muy peligroso el fuego que, al quemar las zarzas, amenaza, con el ardor de sus llamas, abrasar la misma casa. No, el que mira con atención y gusto los defectos de los demás no podrá evitar el pecado, porque, aunque sea movido por el celo de la justicia, tarde o temprano, se dejará guiar por el menosprecio.
Evidentemente, si nuestra vida no nos parece brillante, la de los otros no nos parecerá tan fea. Y si, como sería de desear, somos jueces severos para con nosotros, no seremos censores rigurosos con las faltas de lo demás.

 

Francisco: ‘En la confesión resplandece particularmente el don la misericordia’

Mensaje del Papa a los participantes de la 67° semana litúrgica italiana con el tema: “La liturgia lugar de la misericordia. Reconcíliate para reconciliar”.

El Papa confesando a muchachos

El Papa Confesando A Muchachos En La Plaza De San Pedro. (Fto © Osservatore Romano)

(ZENIT – Ciudad del Vaticano). Uno es perdonado para poder perdonar. La misericordia del Padre se demuestra potente en el renovar a las personas y volverlas capaces de ofrecer a los otros la experiencia viva de este mismo don.
Es esto en síntesis el corazón del mensaje que el santo padre Francisco ha enviado al presidente del Centro de Acción Litúrgica, el obispo de Castellaneta, Claudio Maniago, con motivo de la 67° semana litúrgica nacional italiana que inició hoy en la ciudad de Gubbio, con el tema: “La liturgia lugar de la misericordia. Reconcíliate para reconciliar” y que concluye el 25 de agosto.
En el texto firmado por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, el Papa exhorta a vivir el rito de la penitencia sacramental “como expresión de una ‘Iglesia en salida’, como ‘puerta’, no solamente para volver a entrar después de haberse alejado, sino también como ‘umbral’ abierto hacia las diversas periferias de la humanidad siempre más necesitada de compasión”.
Es en el sacramento de la Penitencia o reconciliación que de hecho “resplandece de manera toda particular” el don de la misericordia; en este sacramento “se cumple el encuentro con la misericordia recreadora de Dios de la cual salen hombres y mujeres nuevos para anunciar la vida buena del evangelio a través de una existencia reconciliada y reconciliadora”.
Citando las palabras de San León Magno, dice: “Lo que era visible y tangible en nuestro Redentor ha pasado a los sacramentos”. Esta idea, asegura Francisco, “nos ayuda a percibir toda la liturgia como un lugar donde se encuentra la misericordia para ser acogida y para ser donada, lugar en el que el gran misterio de la reconciliación se vuelve presente, anunciado, celebrado y comunicado”.
El deseo del Papa es por lo tanto que “de las reflexiones y de las celebraciones de la Semana litúrgica, se vuelva siempre más madura la compresión de la liturgia como fons et culmen de una vida eclesial y personal llena de misericordia y de compasión, porque constantemente formada en la escuela del evangelio”.
La misiva concluye confiando “a la materna intercesión de María, Mater Misericordiae, los trabajos y las espectativas del importante evento litúrgico nacional”.

Comentario al evangelio de hoy lunes 22 de agosto de 2016

El «sí» de María.
Festividad de María Reina.
María se dejó guiar por la fe. Sin certezas humanas, supo acoger confiadamente la palabra de Dios. 

Por: P Juan Pablo Menéndez
Fuente: Catholic.net 
http://es.catholic.net/op/articulos/11744/cat/504/el-si-de-maria.html

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.
Oración introductoria
Señor, así como María supo acoger el anuncio del ángel, permite que yo sepa escuchar y aceptar lo que hoy quieres decirme en mi oración, porque mi anhelo es que la verdad de tu Evangelio impregne mi modo de ver, pensar y de actuar.
Petición
Jesús, permite que siempre diga un «sí», alegre y confiado, a lo que Tú quieras pedirme.
Meditación del Papa Francisco
La voluntad de Dios es la ley suprema que establece la verdadera pertenencia a Él. María instaura un vínculo de parentesco con Jesús antes aún de darle a luz: se convierte en discípula y madre de su Hijo en el momento en que acoge las palabras del Ángel y dice: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra». Este «“hágase» no es sólo aceptación, sino también apertura confiada al futuro. ¡Este «hágase» es esperanza!
María es la madre de la esperanza, la imagen más expresiva de la esperanza cristiana. Toda su vida es un conjunto de actitudes de esperanza, comenzando por el «sí» en el momento de la anunciación. María no sabía cómo podría llegar a ser madre, pero confió totalmente.» (Papa Francisco, 21 de noviembre de 2013)
Reflexión
Cuando pensamos en el «Sí» de María a la propuesta de Dios, lo podemos imaginar en un ambiente casi de novela «romántica», y olvidar que con ese «Sí», toda su vida quedó comprometida. La respuesta que ella dio no era algo espontáneo o «lógico». María dirá que sí, más por confianza y fe, que por conocimiento. Ella apenas podía entender lo que le había sido explicado… y sin embargo, dice que «Sí». Además, la fe de María será puesta a prueba cada día. Ella quedará encinta. No sabe bien cómo, pero lo cierto es que su corazón está inundado por una luz especial. Aunque su querido José dude, ella vive inmersa en el misterio sin pedir pruebas, vive unida al misterio más radical que existe: Dios. Él sabrá encontrar las soluciones a todos los problemas, pero hacía falta fe, hacía falta abandono total a su voluntad.
María se dejó guiar por la fe. Ésta la llevó a creer a pesar que parecía imposible lo anunciado. El Misterio se encarnó en ella de la manera más radical que se podía imaginar.
Sin certezas humanas, ella supo acoger confiadamente la palabra de Dios. María también supo esperar, ¿cómo vivió María aquellos meses, y las últimas semanas en la espera de su Hijo? Sólo por medio de la oración y de la unión con Dios podemos hacernos una pálida idea de lo que ella vivió en su interior. También María vivió con intensidad ese acontecimiento que transformó toda su existencia de manera radical. Ella dijo «Sí» y engendró físicamente al Hijo de Dios, al que ya había concebido desde la fe. Estas son experiencias que contrastan con nuestro mundo materialista, especialmente en la cercanía de las fiestas de Navidad. Por ello, como cristianos, ¿cómo no centrar más nuestra vida al contemplar este Misterio inefable? ¿Cómo no dar el anuncio de la alegría de la Navidad a todos los que no han experimentado ese Dios-Amor?
No olvidemos que un día ese Dios creció en el seno de María, y también puede crecer hoy en nuestros corazones, si por la fe creemos, y si en la espera sabemos dar sentido a toda nuestra vida mirando con valor al futuro.
Propósito
Rechazar preocupaciones sobre las que no puedo hacer nada, para actuar confiadamente sobre lo que sí puedo cambiar.
Diálogo con Cristo
Dios mío, gracias por quedarte en la Eucaristía y por darme a María como madre y modelo de mi vida. Contemplar su gozo, su actitud de acogida y aceptación, su humildad, me motivan a exclamar con gozo: heme aquí Señor, débil e infiel, pero lleno de alegría por saber que con tu gracia, las cosas pueden y van a cambiar.

EDD. lunes 22 de agosto de 2016 .

Lecturas de hoy Santa María Virgen, reina.

Primera lectura.

Lectura del libro de Isaías (9,1-3.5-6):
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, y el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián. Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: lleva a hombros el principado, y es su nombre: «Maravilla de Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz.» Para dilatar el principado, con una paz sin límites, sobre el trono de David y sobre su reino. Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre. El celo del Señor de los ejércitos lo realizará.
Palabra de Dios

Salmo

Sal 112,1-2.3-4.5-6.7-8
R/. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R/.
De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos. R/.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? R/.
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor

Comentario al Evangelio de hoy

A la paz de Dios:
A los seis meses… A los ocho días. Dios en hechuras humanas. Celebramos en este día la coronación de la Virgen María como Reina y Señora de todo lo creado. El cuarto misterio glorioso del rosario. La fiesta de hoy enlaza con lo celebrado hace justo una semana: la Asunción de la Virgen.
Tomo las palabras de Michel Quoist: “Mi mejor invento es mi madre”.
Mi mejor invento, dice Dios, es mi madre. Me faltaba una madre y me la hice. Hice Yo a mi madre antes que ella me hiciese. Así era más seguro. Ahora sí que soy hombre como todos los hombres. Ya no tengo nada que envidiarles, porque tengo una madre, una madre de veras. Sí, eso me faltaba.
Mi madre se llama María, dice Dios. Su alma es absolutamente pura y llena de gracia. Su cuerpo es virginal y habitado de una luz tan espléndida, que cuando Yo estaba en el mundo no me cansaba nunca de mirarla. ¡Qué bonita es mi madre! Tanto, que dejando las maravillas del cielo nunca me sentí desterrado junto a ella. Y fíjense si sabré Yo lo que es ser llevado por los ángeles…, pues bien: eso no es nada junto a los brazos de una madre, créanme.
Mi madre ha muerto, dice Dios. Cuando me fui al cielo Yo la echaba de menos. Y ella a Mí. Ahora me la he traído a casa, con su alma, con su cuerpo, bien entera. Yo no podía portarme de otro modo. Debía hacerlo así. Era lo lógico. ¿Cómo iban a secarse los dedos que habían tocado a Dios? ¿Cómo iban a cerrarse los ojos que Lo vieron? Y los labios que lo besaron ¿creen que podrían marchitarse?
No, aquel cuerpo purísimo, que dio a Dios un cuerpo, no podía pudrirse en la tierra. ¿O no soy Yo el que manda? ¿De qué iba a sírveme, si no, el ser Dios? Además, dice Dios, también lo hice por mis hermanos los hombres: para que tengan una madre en el cielo, una madre de veras, como las suyas, en cuerpo y alma. La mía.
Bien. Hecho está. La tengo aquí conmigo, desde el día de su muerte. Su asunción, como dicen los hombres. La madre ha vuelto a encontrar a su Hijo, y el hijo a la madre, en cuerpo y alma, el uno junto al otro, eternamente.
Ah, si los hombres adivinasen la belleza de este misterio… Ellos la han reconocido al fin oficialmente. Mi representante en la tierra, el Papa, lo ha proclamado solemnemente. ¡Da gusto, dice Dios, ver que se aprecian los dones que uno hace! Aunque la verdad es que el buen pueblo cristiano ya había presentido ese misterio de amor de hijo y de hermano…
Y ahora que se aprovechen, dice Dios. En el cielo tienen una madre que les sigue con sus ojos, con sus ojos de carne. En el cielo tienen una madre que los ama con todo su corazón, con su corazón de carne. Y esa madre mía. Y me mira a Mí con los mismos ojos que a ellos, me ama con el mismo corazón.
Ah, si los hombres fueran pícaros… Bien se aprovecharían. ¿Cómo no se darán cuenta de que Yo a ella no puedo negarle nada? ¡Qué quieres! ¡Es mi madre! Yo lo quise así. Y bien… no me arrepiento. Uno junto al otro, cuerpo y alma, eternamente Madre e Hijo…
El final grande de la Virgen tiene un origen pequeño. Las cosas de Dios, ¡grandes!, siempre tienen principios pequeños: una pequeña ciudad, una mujer sencilla, prometida de un carpintero…
La presencia de Dios llena de luz la estancia y de alegría el corazón. ¡Alégrate! ¡El Señor está contigo! Y tras la sorpresa la tarea: serás madre, ¡serás Madre de Dios! María solo puede ofrecer su pequeñez. Justo lo que Dios quiere: el Todopoderoso elige al “tododébil”. Y todo como regalo: el Espíritu vendrá sobre ti y te cubrirá con su fuerza. ¡Que se cumpla! Y se cumplió. Bien cumplido.
Lo que ocurrió entonces se repite cuando hay un corazón generoso: alegría, asombro, tarea, duda, confirmación de la misión, respuesta entregada, cumplimiento.
Vuestro hermano y amigo
Óscar Romano