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El Papa recuerda que el deporte requiere “respeto por el prójimo” y “espíritu de equipo”

El Santo Padre recibe en el Vaticano a los actuales campeones del mundo de fútbol, la selección alemana.
 
El Papa y la selección alemana de fútbol - © Osservatore Romano

El Papa Y La Selección Alemana De Fútbol – © Osservatore Romano

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El deporte de competición requiere no solamente mucha disciplina y sacrificio personal, sino también respeto por el prójimo y espíritu de equipo.Lo ha recordado el papa Francisco, en su encuentro de esta mañana con la selección nacional de fútbol de Alemania. El Santo Padre se ha mostrado contento de recibir en el Vaticano a “los actuales campeones del mundo”.
Así, el Pontífice ha explicado que ha escuchado a menudo decir que las victorias de la selección alemana son “victorias de equipo”.  Por eso, “la Mannschaft” (el equipo) se ha convertido en una definición común de este grupo, ha observado el Papa.
Por otro lado ha reconocido que el respeto por el prójimo y el espíritu de equipo les lleva al éxito y al mismo tiempo a “reconocer” su “responsabilidad más allá del campo de fútbol”, sobre todo hacia “los jóvenes que a menudo” les toman como modelo. Y les lleva también a comprometerse “juntos por algunos importantes objetivos sociales”.
Al respecto les ha agradecido de forma especial su apoyo a los Cantantes de la Estrella, que ayuda concretamente a niños y jóvenes de los países más pobres. Esta iniciativa “muestra cómo es posible superar juntos barreras que parecen insuperables” y “penalizan a las personas necesitadas y marginadas”. De esta forma, ha asegurado el Santo Padre a los presentes, contribuyen a la construcción “de una sociedad más justa y más solidaria”.

Comentario al evangelio de hoy lunes 14 de noviembre de 2016

Los gritos del corazón.

Lunes XXXIII. Tiempo Ordinario. Ciclo C. 
¡Ten compasión de mí!
Por: H. Javier Castellanos LC
Fuente:  http://es.catholic.net/op/articulos/63724/los-gritos-del-corazon.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
«Te ofrezco, Señor, mis pensamientos, ayúdame a pensar en Ti; te ofrezco mis palabras, ayúdame a hablar de Ti; te ofrezco mis obras, ayúdame a cumplir tu voluntad; te ofrezco mis penas, ayúdame a sufrir por Ti.
Todo aquello que quieres Tú, Señor, lo quiero yo, precisamente porque Tú lo quieres, como Tú lo quieras y durante todo el tiempo que lo quieras.» Así sea. (Oración del Papa Clemente XI, fragmento).
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 18, 35-43
En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado a un lado del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntó que era aquello, y le explicaron que era Jesús el nazareno, que iba de camino. Entonces él comenzó a gritar: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!».  Los que iban adelante lo regañaban para que se callara, pero él se puso a gritar más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».
Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?». Él le contestó: ‘Señor, que vea’. Jesús le dijo: «Recobra la vista; tu fe te ha curado».
Enseguida el ciego recobró la vista y lo siguió, bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Sólo hay que ponerle nombre a la persona. Pero, en el fondo, cada uno de nosotros es este ciego a las afueras de Jericó. Acerquémonos así a Cristo que viene, pidámosle que nos cure de nuestra enfermedad…
Bartimeo se llamaba este hombre. Conquistó el corazón de Cristo por su insistencia en gritar. Pero no era el volumen de los gritos o el número de ellos lo que movió al Señor para curarlo. La fe salvó a este hombre, esa fe profunda que brota del corazón. En este rato de oración atrevámonos a gritarle al Señor, no con la boca, sino con el corazón: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».
Gritar con el corazón significa poner toda la confianza en Jesucristo. Significa hacerse vulnerable ante Él, mostrarnos tal cual somos, con aquello que nos duele, con lo que nos preocupa, con nuestros anhelos y esperanzas. Ponernos totalmente en sus manos y dejar que Él haga lo que quiera con nosotros.
Entonces, Él pregunta: «¿Qué quieres que haga por ti?» Él quiere actuar en nuestra vida. Sólo necesita un corazón abierto, un corazón que confíe en el Amigo que nunca falla. Bartimeo fue directo al grano: «Señor, que vea». Digámosle nosotros también esa situación concreta, esa necesidad específica que tiene cada uno. Él para eso ha venido, para sanar nuestra alma, para saciar nuestra hambre, para sacarnos de la miseria del espíritu…
Cristo, además, tiene un Corazón generoso. No sólo llega y cura los ojos, sino que entra en la vida y la salva de todo pecado, de toda angustia. Él quiere darlo todo. El corazón que le grita con confianza acaba recibiendo más de lo que ha pedido. Pidamos al Señor con gritos de fe. O bien, pidámosle que nos enseñe a gritar con el corazón. «Señor, aumenta mi fe, ¡ten compasión de mí!».
«[Jesús] se detiene para responder al grito de Bartimeo. Se deja interpelar por su petición, se deja implicar en su situación. No se contenta con darle limosna, sino que quiere encontrarlo personalmente. No le da indicaciones ni respuestas, pero hace una pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti”? Podría parecer una petición inútil: ¿Qué puede desear un ciego si no es la vista? Sin embargo, con esta pregunta, hecha “de tú a tú”, directa pero respetuosa, Jesús muestra que desea escuchar nuestras necesidades. Quiere un coloquio con cada uno de nosotros sobre la vida, las situaciones reales, que no excluya nada ante Dios.»
(Homilía de S.S. Francisco, 25 de octubre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré ayudar a alguien en una necesidad concreta,  haciéndolo con alegría y generosidad.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
 

EDD. lunes 14 de noviembre de 2016.

Lunes de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario.

 

Apocalipsis 1,1-4.2,1-5a.
Revelación de Jesucristo, que le fue confiada por Dios para enseñar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto. El envió a su Angel para transmitírsela a su servidor Juan.
Este atestigua que todo lo que vio es Palabra de Dios y testimonio de Jesucristo.
Feliz el que lea, y felices los que escuchen las palabras de esta profecía y tengan en cuenta lo que está escrito en ella, porque el tiempo está cerca.
Yo, Juan, escribo a las siete Iglesias de Asia. Llegue a ustedes la gracia y la paz de parte de aquel que es, que era y que vendrá, y de los siete Espíritus que están delante de su trono,
Escribe al Angel de la Iglesia de Efeso: «El que tiene en su mano derecha las siete estrellas y camina en medio de los siete candelabros de oro, afirma:
«Conozco tus obras, tus trabajos y tu constancia. Sé que no puedes tolerar a los perversos: has puesto a prueba a quienes usurpan el título de apóstoles, y comprobaste que son mentirosos.
Sé que tienes constancia y que has sufrido mucho por mi Nombre sin desfallecer.
Pero debo reprocharte que hayas dejado enfriar el amor que tenías al comienzo.
Fíjate bien desde dónde has caído, conviértete y observa tu conducta anterior.»»
Salmo 1,1-2.3.4.6.
¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!
El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.
Evangelio según San Lucas 18,35-43.
Cuando se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía.
Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret.
El ciego se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!».
Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».
Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó:
«¿Qué quieres que haga por ti?». «Señor, que yo vea otra vez».
Y Jesús le dijo: «Recupera la vista, tu fe te ha salvado».
En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.

Comentario del Evangelio por Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa. Poesía «Heilige Nacht».
“Señor, que vea”.
A menudo parecía que mis fuerzas me querían abandonar.
Más todavía, desesperaba de no ver la luz.
Pero entonces, cuando mi corazón estaba sumido en el dolor,
una estrella brillante se levantaba en mi interior.
Me conducía, yo la seguía,
en un primer momento dudando, luego con toda seguridad…
Tenía que disimular lo que vivía en el más profundo hondón de mi alma;
ahora lo puedo proclamar en voz alta:
«creo, confieso»…
Señor ¿es posible que se pueda renacer a una vida nueva
después de haber pasado ya la mitad de mis años? (cf Jn 3,4)
Tú lo dices, y en mí se ha verificado tu palabra.
El peso de una larga vida de faltas y sufrimientos
ha caído de mis hombros.
Ah! Ningún corazón es capaz de comprender
lo que tú reservas para los que te aman.
Ahora que te he alcanzado, ya no te dejaré (cf Cant 3,4).
Sea cual fuere el camino que tomará mi vida,
tú estás conmigo (cf. Sal. 22)
Nada me podrá ya separar de tu amor (cf. Rm 8,39).

Francisco en el ángelus advierte sobre los profetas de desventuras -Texto completo.

Porque Dios es un padre fiel y atento que no abandona nunca a sus hijos.
https://es.zenit.org/articles/francisco-en-el-angelus-advierte-sobre-los-profetas-de-desventuras-texto-completo/

Angelus

Angelus

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Después de la misa celebrada en la basílica de San Pedro con motivo del Jubileo de las personas socialmente excluidas, el papa Francisco rezó la oración del ángelus desde la ventana de su estudio que da a la plaza de San Pedro, donde miles de personas le aguardaban.

“Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días! La lectura del evangelio de hoy, contiene la primera parte de las palabras de Jesús sobre los últimos tiempos, escritas por Lucas. Jesús las pronuncia mientras se encuentra delante al Templo de Jerusalén y se apoya en las expresiones de admiración de la gente por la belleza del santuario y de sus decoraciones. Entonces Jesús dice:

“De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”. Podemos imaginar el efecto de estas palabras sobre los discípulos de Jesús. Pero él no quiere ofender al templo sino hacerles entender a ellos y también a nosotros hoy, que las construcciones humanas incluso las más sagradas, son pasajeras y no tenemos que poner en ellas nuestras seguridades.

¡Cuántas presuntas certezas en nuestra vida pensábamos que eran definitivas y después se revelaron efímeras! De otra parte ¡cuántos problemas que parecían sin salida y después fueron superados!

Jesús sabe que existen siempre quienes especulan sobre la necesidad que los hombres tienen de seguridades. Por lo tanto dice: ‘Tengan cuidado, no se dejen engañar’, y pone en guardia ante tantos falsos mesías que se presentarán. También hoy los hay. Y Jesús añade que no hay que hacerse terrorizar y desorientar por las guerras, revoluciones y calamidades, porque estas son también parte de la realidad de este mundo.

La historia de la Iglesia es rica en ejemplos de personas que soportaron tribulaciones y sufrimientos terribles con serenidad, porque eran conscientes de estar fuertemente en las manos de Dios. Él es un padre fiel y atento que no abandona nunca a sus hijos. Nunca, y esta certeza debemos tenerla en nuestro corazón. Dios no nos abandona nunca.

Quedarse firmes en el Señor, caminar en la esperanza de que no nos abandona nunca, trabajar para construir un mundo mejor, a pesar de las dificultades y los hechos tristes que marcan la existencia personal y colectiva es lo que realmente cuenta.

Es lo que la comunidad cristiana está llamada a hacer para ir al encuentro del ‘día del Señor’. Justamente en esta perspectiva queremos colocar el empeño que parte después de estos meses en los cuales hemos vivido con fe el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que hoy se concluye en las diócesis de todo el mundo, con el cierre de las Puertas Santas en las iglesias catedrales. El Año Santo nos ha llamado, de una parte, a tener fija la mirada hacia el cumplimiento del Reino de Dios, y de otra a construir el futuro sobre esta tierra, trabajando para evangelizar el presente y para realizar un tiempo de salvación para todos.

Jesús en el Evangelio nos exhorta a tener firme en la mente y en el corazón la certeza de que Dios conduce nuestra historia y conoce el fin último de las cosas y de los eventos.

Bajo la mirada misericordiosa del Señor, se sucede la historia en su fluir incierto y en su entrelazarse del bien y del mal. Pero todo lo que sucede está conservado en Él, nuestra vida no se puede perder porque está en sus manos.

Recemos a la Virgen María, para que nos ayude a través de los hechos gozosos y tristes de este mundo a mantenernos firme en la esperanza de la la eternidad de Dios. Recemos a la Virgen para que nos ayude a entender en profundidad la verdad de que Dios nunca abandona a sus hijos”.

El papa reza el ángelus y después dice las siguientes palabras:

Queridos hermanos y hermanas, en esta semana ha sido restituido a la devoción de los fieles el más antiguo crucifico de madera de la basílica de San Pedro, que se remonta al siglo XIV. Después de una laboriosa restauración fue llevado al antiguo esplendor y será colocado en la capilla del Santísimo Sacramento, para recordar el Jubileo de la Misericordia.

Hoy se celebra en Italia la tradicional Jornada de agradecimiento por los frutos de la tierra y del trabajo humano. Me asocio a los obispos en el deseo que la madre tierra sea siempre cultivada de manera sostenible. La Iglesia está con simpatía y reconocimiento al lado del mundo agrícola y no se olvida de quienes en diversas partes del mundo están privados de dones esenciales como los alimentos y el agua.

Saludo a todos, familias, parroquias, asociaciones y fieles, que han venido desde Italia y tantas partes del mundo. En particular saludo y agradezco a las asociaciones que en estos días han animado el Jubileo de las personas marginadas. Saludo a los peregrinos provenientes de Río de Janeiro, Salerno, Piacenza, Veroli y Acri, y también al consultorio ‘La familia’ de Milán, y a las fraternidades italianas de la Orden secular Trinitaria.

A todos les deseo un buen domingo. Por favor no se olviden de rezar por mi”. Y concluyó con el consueto “¡Buon pranzo e arrivederci!”.

Texto del papa Francisco en la catequesis de la audiencia jubilar del sábado 12 de noviembre de 2016

El Santo Padre explica que el Evangelio nos llama a reconocer en la historia de la humanidad el diseño de una gran obra de inclusión que llama a todos a formar una familia de hermanos y hermanas.
https://es.zenit.org/articles/texto-del-papa-francisco-en-la-catequesis-de-la-audiencia-jubilar-del-sabado-12-de-noviembre-de-2016/

Audiencia Jubilar - © Osservatore Romano

Audiencia Jubilar – © Osservatore Romano

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, en la audiencia jubilar de este sábado, ha recordado que la misión de Jesús es la de revelar a todas las personas el amor del Padre. Asimismo, ha explicado que hay un aspecto de la misericordia, la inclusión, que se manifiesta en el abrir los brazos para acoger sin excluir. Además, ha precisado que  todos necesitamos ser perdonados por Dios. Y todos necesitamos encontrar hermanos y hermanas que nos ayuden a ir a Jesús, a abrirnos al don que nos ha hecho en la cruz.

Publicamos a continuación el texto completo de la catequesis :

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En esta última audiencia jubilar del sábado, quisiera presentar un aspecto importante de la misericordia: la inclusión. Dios, de hecho, en su diseño de amor, no quiere excluir a nadie, sino que quiere incluir a todos. Por ejemplo, mediante el bautismo, nos hace sus hijos en Cristo, miembros de su cuerpo que es la Iglesia. Y nosotros, cristianos, estamos invitados a usar el mismo criterio: la misericordia es ese modo de actuar, ese estilo, con el que buscamos incluir en nuestra vida a los otros, evitando cerrarnos en nosotros mismos y en nuestras seguridades egoístas.

En el pasaje del Evangelio de Mateo que acabamos de escuchar, Jesús dirige una invitación realmente universal: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, que yo les aliviaré” (11,28). Nadie está excluido a este llamamiento, porque la misión de Jesús es la de revelar a todas las personas el amor del Padre. A nosotros nos corresponde abrir el corazón, fiarnos de Jesús y acoger este mensaje de amor, que nos hace entrar en el misterio de la salvación.

Este aspecto de la misericordia, la inclusión, se manifiesta en el abrir los brazos para acoger sin excluir; sin clasificar a los otros en base a la condición social, a la lengua, a la raza, a la cultura, a la religión: delante de nosotros hay solamente una persona a la que amar como la ama a Dios.

El que encuentro en mi trabajo, en mi barrio, es una persona a la que amar como lo hace Dios. ‘Pero este es de ese país, de ese otro país, de esta religión, de esta otra…’ Es una persona que Dios ama y yo debo amarla. Esto es incluir, esto es la inclusión.

¡Cuántas personas cansadas y oprimidas encontramos también hoy! Por el camino, en las oficinas públicas, en los ambulatorio médicos… La mirada de Jesús se apoya en cada uno de esos rostros, también a través de nuestros ojos. ¿Y nuestro corazón cómo es? ¿Es misericordioso? ¿Y nuestro modo de pensar y de actuar, es inclusivo? El Evangelio nos llama a reconocer en la historia de la humanidad el diseño de una gran obra de inclusión, que, respetando plenamente la libertad de cada persona, de cada comunidad, de cada pueblo, llama a todos a formar una familia de hermanos y hermanas, en la justicia, en la solidaridad y en la paz, y a formar parte de la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo.

¡Cómo son verdaderas las palabras de Jesús que invita a los que están cansados y agobiados a ir a Él para encontrar descanso! Sus brazos abiertos en la Cruz demuestran que nadie está excluido de su amor y de su misericordia. Nadie está excluido de su amor y de su misericordia. Ni siquiera el pecador más grande. Nadie. Todos somos incluidos en su amor y en su misericordia. La expresión más inmediata con la que nos sentimos acogidos e incluidos en Él es la del perdón. Todos necesitamos ser perdonados por Dios. Y todos necesitamos encontrar hermanos y hermanas que nos ayuden a ir a Jesús, a abrirnos al don que nos ha hecho en la Cruz. ¡No nos obstaculicemos! ¡Nadie excluido! Es más, con humildad y sencillez hagámonos instrumentos de la misericordia inclusiva del Padre. La santa madre Iglesia extiende en el mundo el gran abrazo del Cristo muerto y resucitado. También esta plaza, con su columnata, expresa este abrazo. Dejémonos implicar en este movimiento de inclusión de los otros, para ser testigos de la misericordia con la que Dios ha acogido y acoge a cada uno de nosotros.

Comentario al evangelio de hoy sábado 12 de noviembre de 2016

El gran tesoro de la oración.

Sábado XXXII. Tiempo ordinario. Ciclo C. 
Ser persistente en la oración.
Por: H. Rubén Tornero, LC
Fuente:  http://es.catholic.net/op/articulos/63711/el-gran-tesoro-de-la-oracion.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Estoy aquí, Señor. Pongo mi vida a tus pies. Sé que no soy digno de estar aquí, delante de Ti; sin embargo, creo que Tú me amas y quieres que esté contigo. Confío en tu misericordia y en la alegría que te da verme. Te amo, y aunque mi vida sea un desastre, quiero que sea un nido de amor donde Tú puedas reposar y amar, a través de mí, a los que me rodean. Gracias por todo, Jesús, y ayúdame a escucharte.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 18, 1-8
En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:
«En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’.
Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando’ «.
Dicho esto, Jesús comentó: ‘Si así pensaba el juez injusto’, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Jesús, Tú hoy me quieres enseñar la necesidad de orar. Divino Maestro, Tú sabes que sin Ti, sin la oración, soy tan sólo un muerto con nombre de vivo, un zombieespiritual. Ayúdame. Dame la gracia de que no pueda pasar mucho tiempo sin pensar en Ti, así, como no puedo pasar mucho tiempo sin respirar. No dejes que para mí la oración sea solamente una cosa accesoria de la que más o menos puedo prescindir, sino que realmente sea parte de mi vida.
Tú bien sabes que no puedo pasar todo el día en la capilla. Me has dado un trabajo, una familia, una misión y no quieres que los descuide. Si bien no puedo dedicar todo mi día a rezar Padrenuestros, si puedo hacer de mi vida una oración, manteniéndome unido a Ti en lo más profundo de mi alma, preguntándome en cada momento qué es lo que Tú quieres que yo haga, es decir, buscando siempre amarte más en lo concreto de mi día.
Ayúdame, oh Jesús mío, a ser tu apóstol, a no tener miedo, ni mucho menos vergüenza de pedirte siempre que se instaure tu Reino en el mundo. Dame la fuerza de poder compartir con los demás este gran tesoro de la oración y ayudarte a que todos descubran su poder y eficacia, convencidos de que Tú siempre nos escuchas.
«Ninguna comunidad cristiana puede ir adelante sin el apoyo de la oración perseverante, la oración que es el encuentro con Dios, con Dios que nunca falla, con Dios fiel a su palabra, con Dios que no abandona a sus hijos. Jesús se preguntaba: “Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?”. En la oración, el creyente expresa su fe, su confianza, y Dios expresa su cercanía, también mediante el don de los Ángeles, sus mensajeros.»
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de junio de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy invitaré a alguien a rezar un Padrenuestro conmigo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

EDD. sábado 12 de noviembre de 2016.

Sábado de la trigésima segunda semana del tiempo ordinario.
http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20161111


Epístola III de San Juan 1,5-8.
Querido hermano, tú obras fielmente, al ponerte al servicio de tus hermanos, incluso de los que están de paso,
y ellos dieron testimonio de tu amor delante de la Iglesia. Harás bien en ayudarlos para que puedan proseguir su viaje de una manera digna de Dios.
porque ellos se pusieron en camino para servir a Cristo, sin aceptar nada de los paganos,
Por eso debemos acogerlos, a fin de colaborar con ellos en favor de la verdad.
Salmo 112(111),1-2.3-4.5-6.
Feliz el hombre que teme al Señor
y se complace en sus mandamientos.
Su descendencia será fuerte en la tierra:
la posteridad de los justos es bendecida.
En su casa habrá abundancia y riqueza,
generosidad permanecerá para siempre.
Para los buenos brilla una luz en las tinieblas:
es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo.
Dichoso el que se compadece y da prestado,
y administra sus negocios con rectitud.
El justo no vacilará jamás,
su recuerdo permanecerá para siempre.
Evangelio según San Lucas 18,1-8.
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:
«En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres;
y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: ‘Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario’.
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: ‘Yo no temo a Dios ni me importan los hombres,
pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'».
Y el Señor dijo: «Oigan lo que dijo este juez injusto.
Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar?
Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?».
Comentario del Evangelio por San Basilio (c. 330-379), monje y obispo de Cesárea en Capadocia, doctor de la Iglesia. Homilía 5.
«Jesús decía… que es preciso orar siempre»
Es preciso que no restrinjas tu oración a la sola petición en palabras. En efecto, Dios no necesita que se le hagan discursos; sabe, aunque no le pidamos nada, lo que nos hace falta. ¿Qué hay que decir a esto? La oración no consiste en fórmulas: engloba toda la vida. «Por tanto, ya comáis, ya bebáis, dice el apóstol Pablo, o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.» (1C 10,31). ¿Estás en la mesa? Ora: al tomar el pan, agradece a quien te lo ha concedido; bebiendo el vino, acuérdate del que te ha hecho este don para alegrar tu corazón y solazar tus miserias. Acabada la comida, no te olvides de tu bienhechor. Cuando te pones la túnica, agradece al que te la ha dado; cuando te pones tu manto, muestra tu afecto a Dios que nos provee de vestidos adecuados para el invierno y para el verano, y para proteger nuestra vida.
Acabado el día, agradece a aquel que te ha dado el sol para trabajar durante el día y el fuego para iluminar la noche y proveer nuestras necesidades. La noche te da motivos para la acción de gracias; mirando el cielo y contemplando la belleza de las estrellas, ora al Señor del universo que ha hecho todas las cosas con tanta sabiduría. Cuando contemplas a la naturaleza dormida, adora a aquel que con el sueño nos alivia de todas nuestras fatigas y, a través de un poco de descanso, devuelve el vigor a nuestras fuerzas.
Así orarás sin descanso, si tu oración no se contenta con fórmulas y si, por el contrario, te mantienes unido a Dios a lo largo de toda tu existencia, de manera que hagas de tu vida una incesante oración.

Homilía para la Eucaristía del Domingo 13 de noviembre de 2016.

Paz y Bien a todos. No se olviden de honrar a la Santísima Virgen en su Mes.
                                                              DOMINGO XXXIII.

Malaquías 3,19-20: en tiempos del profeta los sacerdotes y el culto dejaban muchos que desear, además de otros abusos de carácter moral y social. En este contexto el profeta anuncia el “Día del Señor”, que purificará y aparecerá el “Sol de justicia”, es decir, salvación e instauración de un orden nuevo.

Lucas 21,5-19: el evangelio presenta signos antes del fin de los tiempos: anuncio de la destrucción del templo y señales antes del fin.

1.- La liturgia hace un cambio brusco en su mensaje; se nos habla del final de los tiempos, que muchas veces relacionamos con destrucción. Pero, a pesar del lenguaje duro, es una Buena Noticia.

Lo primero que habría que aclarar es el sentido de DIA DEL SEÑOR. En la biblia se entiende por Día del Señor a la intervención del Señor en la historia; es día de castigo, de desquite, pero también día en que brillará la salvación, día de victoria y de instauración de un Orden nuevo. Día en que el Señor actúa salvando. Y eso quiere inculcar el mensaje de Malaquías.

El evangelio, con un lenguaje cargado de símbolos, respira un aire optimista, de triunfo sobre el mal y sobre toda idolatría.

2.- Jesús anuncia la destrucción del templo de Jerusalén, del que se creía que, por ser morada de Dios, sería indestructible. Jesús, en cambio, advierte que será arrasado. Su destrucción es todo un símbolo, significa el fin del Antiguo Testamento, de su culto, y el inicio del Nuevo Testamento, con un culto nuevo en el que ya no hace falta templo, porque Jesús es el verdadero Templo, en El actúa Dios.

Las señales antes del fin indican el fin de algo obsoleto, pero el inicio de algo nuevo, el Reinado de Dios. Y en el Reino todo es nuevo.

Pero esto exige de parte de los discípulos un testimonio valiente, ya que el mundo siempre se va a oponer a que el Reinado de Dios llegue. Sin embargo el mensaje es optimista: Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir”. Lo único importante es no dejarse engañar.

3.- Hoy abundan los mensajes catastróficos. Usted en el “You tube” podrá encontrar mucho material en esta línea. Lo mismo en el cine, con películas que proyectan guerras galácticas, hecatombes, etc. ¿Resultado? Muchos viven con miedo. Muchos se quedan en lo negativo de la historia. Es cierto que hay guerras, más aún, una Tercera guerra mundial en dosis; es ciertos que hay terremotos, tsunamis, calamidades, etc. No obstante, el mensaje es positivo, nos dice cómo debemos vivir y encarar el mal. No debemos dejarnos dominar por el miedo, ya que éste paraliza al hombre, no lo deja actuar. Saber que el Señor no nos deja solos, que El está presente en nuestra historia. Hemos de saber esperar el Día del Señor.

4.- El salmo 117,24 dice: “Este es el Día en que actuó el Señor, alegrémonos y regocijémonos en él”; expresión que se aplica al triunfo de Dios en la historia de Israel y que la liturgia cristiana la aplica a la Resurrección de Cristo. Dios actuó definitivamente al resucitar a su Hijo. Por eso el domingo es para nosotros el DIA DEL SEÑOR, porque reconocemos y celebramos la  victoria de nuestro Dios. Con el salmo responsorial podemos nosotros decir: “Griten de gozo delante del Señor, porque Él viene a gobernar la tierra; Él gobernará el mundo con justicia, y los pueblos con rectitudPorque en verdad este es el Día del Señor. Y ya llega. Y porque lo esperamos nos comprometemos con este mundo, no nos evadimos, y trabajamos por un mundo mejor. No puede el cristiano descuidar las tareas temporales so pretexto de que esperamos algo mejor. Nosotros, alimentados en esta Eucaristía, salgamos a trabajar por la construcción de un mundo mejor.

             Hermano Pastor Salvo Beas.

                  Párroco de San Miguel.

https://www.laicoscapuchinos.cl/laicos/index.php/2016/11/11/homilia-para-la-eucaristia-del-domingo-13-de-noviembre-de-2016/

         

Comentario al evangelio de hoy viernes 11 de noviembre de 2016

No vivir la vida a la carrera.

Viernes XXXII. Tiempo ordinario, Ciclo C. 
Quien pierda su vida por mí, la salvará.
Por: H. Balam Loza LC
Fuente: http://es.catholic.net/op/articulos/63710/no-vivir-la-vida-a-la-carrera.html

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, quiero escuchar tu voz. Cuántas veces mi corazón está preocupado por muchas cosas. Cuántas veces voy corriendo de un lado a otro. Y en el fondo te busco a Ti. Cuando me quedo delante en silencio, delante de Ti, en la Eucaristía, experimento esa paz profunda que me permite maravillarme de tu amor silencio. Por eso vengo a tus pies, me meto en el fondo de tu corazón y permanezco en silencio.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 26-37
En aquellos días, Jesús dijo a sus discípulos: «Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el tiempo del Hijo del hombre: comían y bebían, se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces vino el diluvio y los hizo perecer a todos.
Lo mismo sucedió en el tiempo de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, sembraban y construían, pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Pues lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste.
Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, que no baje a recogerlas; y el que esté en el campo, que no mire hacia atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. Quien intente conservar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.
Yo les digo: aquella noche habrá dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro abandonado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra abandonada».
Entonces, los discípulos le dijeron: «¿Dónde sucederá eso, Señor?» Y él les respondió: «Donde hay un cadáver, se juntan los buitres».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
¿Cuándo llegará el día de mi muerte? Sin duda que algunas veces escuchamos mensajes apocalípticos anunciados en las carteleras del cine. O podríamos leer innumerables libros que describen el fin del mundo. Pero si vamos un poco más a fondo nos podemos dar cuenta de que algunas veces pensamos en cómo nos gustaría morir. Lo hablamos con los amigos y al mismo tiempo escuchamos sus propias expectativas.
Unos dicen a mí me gustaría vivir muchos años, otros, por el contrario, prefieren aprovechar al máximo los primeros años de la juventud y después pasar a mejor vida. También escucharemos que algunos prefieren una muerte rápida y otros una agonía lenta pero sin dolor. Pero cuántas veces escuchamos también de aquel chico que murió repentinamente, aquel familiar que en un momento le dio un infarto y, cada uno, puede darse cuenta que la muerte llega de un momento a otro sin llamar a la puerta.
Una vez le preguntaron a santo Domingo Savio, que haría si supiese que ese mismo día muriese. Él, con su sencillez infantil, dijo que seguiría jugando. Y he ahí el secreto. Este pequeño santo vivía preparado para el encuentro con Dios. Tenía la puerta abierta y no tenía un calendario. Vivía los acontecimientos más ordinarios con amor. A veces se puede vivir la vida a la carrera sin disfrutar cada momento. Podemos pasar por un parque sin disfrutar de la flor que ha nacido. Podemos visitar muchos países sin pararnos a contemplar una pintura. Podemos ser cristianos sin ser amigos de Jesús.

«¡Cuánta gente buena hemos conocido y conocemos!, y decimos: «esta persona es un santo». Lo decimos, nos viene espontáneamente. Estos son los santos de la puerta de al lado, los que no están canonizados pero viven con nosotros. Imitar sus gestos de amor y de misericordia es un poco como perpetuar su presencia en este mundo. Y, en efecto, esos gestos evangélicos son los únicos que resisten a la destrucción de la muerte: un acto de ternura, una ayuda generosa, un tiempo dedicado a escuchar, una visita, una palabra buena, una sonrisa… Ante nuestros ojos estos gestos pueden parecer insignificantes, pero a los ojos de Dios son eternos, porque el amor y la compasión son más fuertes que la muerte.»
(Ángelus, de S.S. Francisco, 1 de noviembre de 2015).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy Jesús, viviré el día haciendo cada cosa lo mejor posible. Si estoy trabajando pondré todo el esfuerzo en hacerlo bien, si hablo con alguien le prestaré atención,… Viviré cada cosa con sencillez y con pasión.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

EDD. viernes 11 de noviembre de 2016.

Viernes de la trigésima segunda semana del tiempo ordinario.
http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20161108


Epístola II de San Juan 1,4-9.
Señora elegida: Me he alegrado muchísimo al encontrar a algunos hijos tuyos que viven en la verdad, según el mandamiento que hemos recibido del Padre.
Y ahora te ruego: amémonos los unos a los otros. Con lo cual no te comunico un nuevo mandamiento, sino que el que tenemos desde el principio.
El amor consiste en vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. Y el mandamiento que ustedes han aprendido desde el principio es que vivan en el amor.
Porque han invadido el mundo muchos seductores que no confiesan a Jesucristo manifestado en la carne. ¡Ellos son el Seductor y el Anticristo!
Ustedes estén alerta para no perder el fruto de sus trabajos, de manera que puedan recibir una perfecta retribución.
Todo el que se aventura más allá de la doctrina de Cristo y no permanece en ella, no está unido a Dios. En cambio, el que permanece en su doctrina está unido al Padre y también al Hijo.
Salmo 119(118),1.2.10.11.17.18.
Felices los que van por un camino intachable,
los que siguen la ley del Señor,
Felices los que cumplen sus prescripciones
y lo buscan de todo corazón,
Yo te busco de todo corazón:
no permitas que me aparte de tus mandamientos.
Conservo tu palabra en mi corazón,
para no pecar contra ti.
Sé bueno con tu servidor,
para que yo viva y pueda cumplir tu palabra.
Abre mis ojos,
para que contemple las maravillas de tu ley.
Evangelio según San Lucas 17,26-37.
Jesús dijo a sus discípulos:
«En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé.
La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.
Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía.
Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos.
Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre.
En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.
Acuérdense de la mujer de Lot.
El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará.
Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado;
de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada».
Entonces le preguntaron: «¿Dónde sucederá esto, Señor?»
Jesús les respondió: «Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres».
Comentario del Evangelio por San Romano el Melódico (?-c. 560), compositor de himnos. Himno de Noé, estrf. 11ss.
«Como en los días de Noé»
El sabio Noé… siguiendo la orden de Dios, se embarcó en el arca con sus hijos y sus mujeres, en total ocho almas tan sólo. Gimiendo sin cesar Noé oraba así: «No me hagas perecer con los pecadores, Salvador mío, porque ya veo como el caos se apodera de la creación, y sus elementos quedan quebrantados por el miedo… Las nubes están a punto, el cielo está alterado. Los ángeles vienen a la vanguardia de tu cólera». Dichas estas palabras, Dios cerró el arca y la selló, mientras su fiel exclamaba: «Por el amor que nos tienes, salva a todos los hombres de la cólera, redentor del universo».
El juez, desde lo alto del cielo, da una orden; inmediatamente se abren las esclusas, se precipitan las lluvias, torrentes de agua y granizo de una parte a otra del mundo; y el temor hizo brotar las fuentes del abismo inundando todas las partes de la tierra… Este fue el efecto de la cólera de Dios porque los humanos habían perseverado en su endurecimiento y no se había apresurado a clamarle con fe: «Por el amor que nos tienes, salva a todos los hombres de la cólera, redentor del universo»…
Seguidamente, el coro de los ángeles viendo destruidos a los hombres carnales, gritaba: «¡Ahora los justos poseen toda la extensión de la tierra!» Porque al Creador le gusta ver a los que ha hecho a su imagen (Gn 1,26); por eso pone a parte a sus santos para salvarlos. Noé… suelta la paloma y ésta vuelve al atardecer con un ramo de olivo en el pico que, simbólicamente, anuncia la misericordia de Dios. Entonces Noé sale del arca, como de su sepulcro, según la orden que había recibido…, no como antiguamente había hecho Adán que había comido de un árbol que da la muerte, porque Noé produce un fruto de penitencia diciendo: «Por el amor que nos tienes, salva a todos los hombres de la cólera, redentor del universo».
Han muerto la corrupción y la iniquidad; el hombre recto de corazón triunfa por su fe porque ha encontrado gracia… Entonces el justo (Gn 6,9) ofrece al Señor un sacrificio sin mancha…; el Creador respira el perfume de olor agradable y… declara: «Nunca más un diluvio caerá sobre el universo, aunque los hombres lleven una mala conducta. Hoy hago con ellos un pacto irrevocable. Pondré mi arco sobre todos los habitantes de la tierra para que les sirva de señal y me invoquen de esta manera: «Por el amor que nos tienes, salva a todos los hombres de la cólera, redentor del universo».