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Autor: Patricio Osiadacz

Jesús no es moralista, nosotros hemos moralizado el Evangelio’

Jesús no es moralista, nosotros hemos moralizado el Evangelio’
En la predicación del padre Ronchi en los ejercicios espirituales al Papa y la Curia, recuerda que Jesús no razona nunca por categorías o estereotipos
•9 marzo 2016•Rocío Lancho García•Papa y Santa Sede
El Papa llega a Ariccia
El Papa llega a Ariccia, para los ejercicios espirituales de 2016. (Foto copyright Osservatore Romano)
(ZENIT – Ciudad del Vaticano). – Jesús no es moralista, somos nosotros los que hemos moralizado el Evangelio. Así lo advirtió el padre Ermes Ronchi, en la quinta meditación de los ejercicios espirituales del papa Francisco y la Curia Romana, que se están celebrando en la Casa Divin Maestro de Ariccia.
Lo dijo partiendo del pasaje del evangelio en el que Jesús, enviado a la casa de Simón el fariseo, rompe cualquier convicción y deja que una mujer, para todos pecadora, llore sobre sus pies, le seque con sus cabellos, besándolos y los lave con aceite perfumado. Y frente a la sorpresa de Simón, Jesús lo regaña: “Mira esta mujer” que de pecadora se convierte en “la perdonada que ha amado mucho”. De este modo, el predicador indicó que “en la cena de la casa de Simón el fariseo, se ve un conflicto sorprendente: el pío y la prostituta; el poderoso y la sin nombre, la ley y el perfume, la regla y el amor, en comparación”.
El error de Simón –aseguró– es la mirada que juzga. “Jesús por toda su existencia enseñará la mirada que no juzga, incluyente, la mirada misericordiosa”. El predicador de los ejercicios precisó que Simón pone en el centro de la relación entre hombre y Dios “al pecado, lo hace la columna vertebral de la religión”. El error de los moralistas de cada época, de los fariseos de siempre. Jesús –recordó– no es moralista, porque pone en el centro de la persona con lágrimas y sonrisas, su carne dolorida o exultante, y no la ley. En el Evangelio, tal y como recordó el predicador, encontramos con más frecuencia la palabra pobre que pecador.
“Adán es pobre antes que pecador, somos frágiles y custodios de lágrimas, prisioneros de mil límites, antes que culpables”. Somos nosotros –advirtió– los que hemos moralizado el Evangelio.
Al respecto aseveró que al principio no era así. El padre Vanucci lo explica muy bien: el Evangelio no es una moral, sino una impactante liberación. Y nos lleva fuera del paradigma del pecado para conducirnos dentro del paradigma de la plenitud, de la vida en plenitud.
Simón, el moralista, mira el pasado de la mujer, ve “una historia de transgresiones” mientras que Jesús ve “el mucho amor de hoy y de mañana”.
De este modo, el padre Ronchi explicó que “Jesús no ignora quien es, no finge no saber, sino que recibe. Con sus heridas y sobre todo con su chispa de luz, es que Él hace resurgir”. El centro de la cena tenía que ser Simón, pío y poderoso y sin embargo lo ocupa la mujer. “Solo Jesús es capaz de hacer este cambio de perspectiva, hacer este espacio a los últimos. Jesús aparta del punto focal el pecado de la mujer y las faltas de Simón, lo deconstruye, lo pone en dificultad como hará con los acusadores de la adúltera en el templo”.
Si Jesús me preguntara también a mí –interrogó Ronch– ¿ves a esta mujer? Debería responder “no, Señor, aquí veo solo hombres”: No es muy normal esto, admitámoslo. Debemos tomar nota de un vacío que no corresponde a la realidad de la humanidad y de la Iglesia”.
“No era así en el Evangelio” donde muchas mujeres seguían y servían a Jesús, pero “no las veo siguiéndonos a nosotros”, observó el padre Ronchi.
“¿Qué nos da miedo que debemos tomar distancia de esta mujer y de las otras? Jesús era sumamente indiferente al pasado de una persona, al sexo de una persona, no razona nunca por categorías o estereotipos. Y pienso que también el Espíritu Santo distribuya sus dones sin mirar el sexo de las personas” precisó.
Jesús, marcado por la mujer que lo ha conmovido, no la olvida: en la última cena retomará el gesto de la pecadora desconocida y enamorada, lavará los pies de sus discípulos y los secará. “Cuando ama, el hombre cumple gestos divinos, Dios cuando ama cumple gestos humanos, y lo hace con corazón de carne”.
Finalmente, el predicador dio un consejo a los confesores: “Es tan fácil para nosotros cuando somos confesores no ver a las personas, con sus necesidades y sus lágrimas, pero ver la norma aplicada o infringida. Generalizar, empujar a las personas dentro de una categoría, clasificar. Y así alimentamos la dureza del corazón, la esclerocardia, la enfermedad que Jesús más temía. Nos hacemos burócratas de las reglas y analfabetos del corazón; no encontramos la vida, sino solo nuestro prejuicio”.

INCENDIAN CAPILLA EN VILCÚN

Chile: Incendian un santuario y una casa de retiro.
Cuando llegaron los bomberos no pudieron evitar que se quemase toda la propiedad. La policía está investigando para encontrar a los responsables
9 MARZO 2016REDACCIONIGLESIA Y RELIGIÓN.
(ZENIT – Roma). – Un santuario y una casa utilizada para vacaciones y retiros, en la carretera que une Vilcún y Cajón, en la región de La Araucanía, diócesis de Temuco, Chile, fue incendiado en la madrugada de este martes, 8 de marzo, por unos hombres enmascarados.
Los delincuentes –explica una nota publicada en Fides– dispararon un tiro al aire para avisar al vigilante de los locales, y cuando este huyó, comenzaron el ataque. Afortunadamente, la casa de retiro estaba vacía en ese momento. “En el lugar se ha encontrado una inscripción que recuerda la reivindicación territorial mapuche, con los nombres de los líderes mapuches muertos en el conflicto entre el Estado chileno y el pueblo mapuche, pero no se ha podido conectar de alguna manera estos hechos entre sí”, precisa.
El párroco de la vecina parroquia de San Sebastián, en cuyo territorio está el santuario, ha expresado su profundo pesar por lo sucedido. “Prendieron fuego a algo que es importante para nosotros, es importante para celebrar nuestra fe, es un santuario visitado por muchas personas”, indica el sacerdote. El santuario está a cargo de los Hermanos Menores Capuchinos.
Asimismo, se informa de que cinco grupos de bomberos llegaron al lugar pero no pudieron evitar que se quemase toda la propiedad. La policía está investigando para encontrar a los responsables. En la región de La Araucanía ya se han producido eventos criminales de esta índole en el pasado, también se incendió una casa.

COMENTARIO AL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 09 DE MARZO DE 2016.

Jesús siempre en unión con el Padre
Cuaresma y Semana Santa
El evangelio tiene el poder de hablarnos de Dios, de darnos a conocer su rostro, mejor aún, su corazón.
Por: Jesús Valencia
Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Juan 5, 17-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo. Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios. Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis. Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado. En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre. No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio. Y no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.

Oración introductoria
Jesús, amigo íntimo, a quien ninguna puerta de mi alma está cerrada. Tú te paseas por ella, conociéndolo todo…sabes que te necesito. ¡Ven en mi ayuda y sacia con tu gracia la sed de mi alma! Porque has dicho: “vengan a mí todos los que están fatigados, que yo les daré descanso” (Mt. 11,28). Por eso acudo a ti, puro manantial de gracias, para que alivies mi alma sedienta. «Señor, dame de esa agua, » (Jn 4,15), y, así, no ya busque saciarme de las charcas del mundo.

Petición
Jesús, te pido que me ayudes a comprender con mi mente y mi corazón que Dios es mi Padre.

Meditación del Papa Francisco
¿Cómo es mi fe en Jesucristo? ¿Creo que Jesucristo es Dios, el Hijo de Dios? ¿Esta fe me cambia la vida? ¿Hace que mi corazón se renueve en este año de gracia, este año de perdón, este año de acercamiento al Señor?

Se trata de una invitación a descubrir la calidad de la fe, conscientes de que esta es un don. Nadie merece la fe. Nadie la puede comprar. Háganse la pregunta: ¿Mi fe en Jesucristo me lleva a la humillación? No digo a la humildad: a la humillación, al arrepentimiento, a la oración que pide: Perdóname, Señor, y que es capaz de dar testimonio:

Tú eres Dios. Tú puedes perdonar mis pecados.

Que el Señor nos haga crecer en la fe para que nos hagamos como quienes habiendo oído a Jesús y visto sus obras se maravillaban y alababan a Dios. De hecho, es la alabanza la prueba de que yo creo que Jesucristo es Dios en mi vida, que fue enviado a mí para perdonarme. Y la alabanza es gratuita. Es un sentimiento que da el Espíritu Santo y que te lleva a decir: Tú eres el único Dios. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 15 de enero de 2016, en Santa Marta).

Reflexión
Quien escucha a Jesús y se deja tocar por su gracia, siente el deber, más aún, la necesidad de transmitir a voz llena esta experiencia de Cristo en su alma. El cristiano auténtico, que conoce a Jesús en la oración, en los sacramentos y en la escritura, irradia entusiasmo, y contagia a los que están en torno suyo de esa alegría de ser hijo de Dios. Luchemos por entrar en nosotros mismos y encontrar al Dios que ya habita en nosotros y, una vez hallado, démoslo al prójimo con palabras y con obras. ¡Ha llegado la hora de ser testigos apasionados de Cristo, y salir de las mazmorras en que nos ha querido encerrar el príncipe de este mundo!

Propósito
Comentar el evangelio de hoy brevemente con un familiar o amigo.

Diálogo con Cristo
Jesús, sabes que a veces me da pena hablar de ti. No me pagues con la misma moneda, que estaría perdido— ¡perdona mi debilidad! Tú has hablado de mí a tu Padre y me has donado la vida que Él ha puesto en tus manos. Ayúdame a transmitir este mensaje de esperanza a los míos, a los que amo y los que debería amar más, para que ellos te conozcan, y conociéndote te amen, y amándote, también ellos te den a conocer a nuestros hermanos los hombres. Porque tu no me enseñaste a decir Padre mío, sino Padre nuestro.

Mi vida es un instante, una efímera hora, momento que se evade y que huye veloz. Para amarte, Dios mío, en esta pobre tierra no tengo más que un día: ¡sólo el día de hoy! (Santa Teresita del Niño Jesús)

‘La Iglesia debe hacer que brille Dios y no ella misma"

‘La Iglesia debe hacer que brille Dios y no ella misma»
Tercer día de retiro del papa Francisco y la Curia romana. Meditación de los ejercicios espirituales predicados por el padre Ermes Ronchi
8 MARZO 2016ROCÍO LANCHO GARCÍAPAPA Y SANTA SEDE
https://es.zenit.org/articles/la-iglesia-debe-hacer-que-brille-dios-y-no-ella-misma/
Ejercicios Espirituales Del Papa Y La Curia – Osservatore Romano
(ZENIT – Ciudad del Vaticano). – La Iglesia debe “apartarse” para que en su anuncio brille siempre el rostro de Dios y no ella misma. Esta es la indicación el padre Ermes Ronchi en la cuarta meditación de los ejercicios espirituales que el religioso está predicando al papa Francisco y a la Curia romana, en la casa Divin Maestro en Ariccia. La reflexión del martes por la mañana ha sido tomada del pasaje del Evangelio en el que Pedro hace su profesión de fe a Cristo.
La pregunta que Jesús dirige a sus discípulos resuena al refugio del “lugar apartado” donde les llevó el Maestro. Por algunos momentos solo “silencio, soledad, oración”. Solo un momento de intimidad “entre ellos y entre ellos y Dios”. Y en ese silencio, esa pregunta de Jesús que parece un “sondeo de opinión”: ¿la gente quién dice que soy yo?
El padre Ermes, puso al papa Francisco y a sus colaboradores de la Curia frente a este misma situación. Y sobre todo a ese “pero” que Jesús añade, que excava en el alma: ¿pero vosotros quién decís que soy yo? El predicador explicó que es una forma de decir a los suyos que no se conformen con lo que dice la gente porque “la fe no avanza de oídas”. “La respuesta que Jesús busca no son palabras. Él busca personas. No definiciones sino implicaciones: ¿qué te ha sucedido cuando me has encontrado? Jesús es el maestro del corazón, Jesús no da lecciones, no sugiere respuestas, te conduce con delicadeza y buscando dentro de ti. Y yo quisiera responder: ¡encontrarte ha sido la mejor cosa de mi vida! Tú eres lo mejor que me ha pasado”.
El predicador de los ejercicios recordó que “¿quién soy yo para ti?” es una pregunta de “enamorados”. Y lo que conmueve es que Jesús “no adoctrina a nadie”. Los discípulos no deben temer dar respuestas preconfeccionadas a esa pregunta, “no hay ningún Credo para componer”, afirmó el padre Ronchi.
A Jesús le interesa saber si los suyos tienen abierto el corazón. Afirmar, como hace Pedro, que Cristo es “el hijo de Dios Viviente” es una verdad que tiene sentido si Cristo “está vivo dentro de nosotros”. Así, subrayó Ronchi, “nuestro corazón puede ser la cuna o la tumba de Dios”.
Y añadió: “¿queréis saber realmente algo de mí, dice Jesús, y al mismo tiempo algo de vosotros? Os doy una cita: un hombre en la cruz. Uno que está puesto en lo alto. Antes aún, el jueves, la cita de Cristo será otra: uno que se rebaja. Se ciñe una toalla y se arrodilla para lavar los pies a los suyos”. Asimismo, el predicador reconoció que Pablo tiene razón: “el cristianismo es un escándalo o una locura. Ahora entendemos quién es Jesús: y besó al que le traicionó. No rompe a nadie, se rompe a sí mismo. Y no derrama la sangre de nadie, derrama la suya. No sacrifica a nadie, se sacrifica a sí mismo”.
Hasta el momento de esa pregunta hecha en el silencio, los discípulos no han entendido todavía qué le iba a pasar al maestro. Por eso Jesús es claro al imponerles no decir nada a la gente. “Una orden servera” que “alcanza a toda la Iglesia” porque “a veces hemos predicado un rostro deformado de Dios”, aseguró el predicador.
En esta misma línea, el padre Ronchi aseguró que los eclesiásticos “parecemos todos iguales”, mismos gestos, palabras, vestimenta. Pero la gente se pregunta: “Dime tu experiencia de Él”. Y Cristo, prosiguió, “no es lo que digo de Él, sino lo que vivo de Él”. Por eso, subrayó que “no somos nosotros los mediadores entre Dios y la humanidad, el verdadero mediador es Jesús”.
Para concluir la predicación, el padre Rochi precisó que como Juan Bautista, debemos preparar el camino y después “apartarnos”.
Finalmente les invitó a pensar en la belleza de una iglesia que no enciende los focos sobre ella sino sobre Otro. El sueño de Dios –precisó el predicador– no es un desfile interminable de hombres, mujeres y niños, cada uno con su cruz sobre los hombros. Sino de gente encaminada hacia una vida buena, satisfecha y creativa. Una vida que cuesta un precio tenaz de compromiso y de perseverancia. Pero también un precio dulce, de luz: ¡el tercer día resucitará!

COMENTARIO AL EVANGELIO DE HOY MARTES 08 DE MARZO DE 2016.

Levántate, toma tu camilla y camina.
Cuaresma y Semana Santa
La presencia de Cristo en nosotros bastará para aceptar los pequeños sacrificios de nuestra vida diaria.
Por: Andrés García
Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Juan 5, 1-16
En un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina llamada Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo las cuales yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban la agitación del agua. Porque el ángel del Señor descendía de vez en cuando a la piscina, agitaba el agua y, el primero que entraba en la piscina, después de que el agua se agitaba, quedaba curado de cualquier enfermedad que tuviera. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Al verlo ahí tendido, y sabiendo que llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo: «¿Quieres curarte?» Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo». Jesús le dijo: «Levántate, toma tu camilla y anda». Y al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar. Aquel día era sábado, por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: «No te es lícito cargar tu camilla». Pero él contestó: «El que me curó me dijo: «Toma tu camilla y anda». Ellos le preguntaron: «¿Quién es el que te dijo: «Toma tu camilla y anda?». Pero el que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: «Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor». Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.

Oración introductoria
Señor, en este día, quiero aprovechar al máximo este momento de contacto que tengo contigo. Hazme sentir tu presencia amorosa, no con los sentimientos, sino con un verdadero espíritu de fe. Señor, Tú estás aquí conmigo, guía mis pasos y sáname de mis flaquezas. Dame unos ojos nuevos que perciban tu amor en todos los momentos de mi existencia.

Petición
Señor, que me dé cuenta de lo pequeño que soy y de lo necesitado que estoy de tu misericordia y de tu amor.

Meditación del Papa Francisco
El agua de la piscina de Betzatà, descrita en el Evangelio, cerca de la cual hay un paralítico desde hace 38 años entristecido y un poco perezoso, que no ha encontrado nunca la forma de hacerse sumergir cuando las aguas se mueven y por tanto buscar la sanación. Jesús lo sana y lo anima a ir adelante, pero esto desencadena la crítica de los doctores de la ley porque la sanación tuvo lugar un sábado. Una historia que sucede muchas veces también hoy.

Un hombre, una mujer, que se siente enfermo en el alma, triste, que ha cometido muchos errores en su vida, y en un cierto momento siente que las aguas no se mueven, está el Espíritu Santo que mueve algo, o escucha una palabra o… «Ah, ¡yo quisiera ir!».. Y tiene coraje y va. Y cuántas veces hoy en las comunidades cristianas se encuentran las puertas cerradas. ‘Pero tú no puedes, no, tú no puedes. Tú te has equivocado aquí y no puedes. Si quieres venir, ven a misa el domingo, pero quédate ahí, no hagas más’. Lo que hace el Espíritu Santo en el corazón de las personas, lo destruyen los cristianos con psicología de doctores de la ley.

La Iglesia tiene siempre las puertas abiertas. Es la casa de Jesús y Jesús acoge. Pero no solo acoge, va a encontrar a la gente como fue a buscar a este. Y si la gente está herida, ¿qué hace Jesús? ¿Le regaña por estar herida? No, va y lo carga sobre los hombros. Y esto se llama misericordia. Y cuando Dios regaña a su pueblo –Misericordia quiero, no sacrificios– habla de esto. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 17 de marzo de 2015, en Santa Marta).

Reflexión
El milagro del paralítico de la piscina es conmovedor. Cristo se acerca a aquel hombre y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo decide curarle.

Aquel enfermo era ciertamente un hombre de gran corazón. De ésos que no se desaniman a pesar de los problemas. No sabemos, pero tal vez no era de Jerusalén, y se había hecho traer hasta la ciudad en busca de curación.

Quizá muchas veces habría querido que todo terminase pronto para él. Quizá pensó que su vida ya no tenía sentido; que vivía sólo para sufrir, aceptando las burlas y las muecas de la gente que acertaba a pasar por ahí. Cuántos amaneceres y atardeceres habrían pasado por encima de aquel pobre hombre, y él no perdía la esperanza de que el buen Dios de Israel le auxiliaría.

Confiaba, y así pasó mucho tiempo hasta que Cristo se acercó. Y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo de sufrimiento, se acercó para restablecerle la salud.

El Señor había previsto el encuentro para aquel momento preciso. No porque no hubiese querido ahorrarle el sufrimiento de tantos años, sino porque quiso regalarle un don mayor: la fe y poco más tarde el perdón de sus pecados.

Todos estamos expuestos a sentirnos desamparados en los momentos duros, o en la cotidianidad de nuestro trabajo diario. Sin embargo, Cristo nos sale al encuentro. Nos cura y hace que cambie nuestra vida yendo en contra de las costumbres frívolas del mundo en que vivimos. Porque Él quiere permanecer con nosotros en nuestras almas, por medio de la gracia. (Bajo la condición de que respetemos sus mandamientos.)

Entonces, el recuerdo de Cristo y su presencia en nosotros bastarán para aceptarnos y aceptar los pequeños sacrificios de nuestra vida diaria.

Todos somos como este paralitico. Todos los días constatamos nuestra pequeñez y nos sentimos frágiles, sin fuerzas. Y en realidad lo somos, pues cojeamos siempre en nuestros mismos defectos. Y este paralítico del evangelio de hoy nos da la solución: Exponer nuestros problemas a Jesús con confianza y Él va a obrar maravillas en nosotros. Somos esos hombres que continuamente tropiezan, somos cojos, necesitamos de alguien que nos sostenga.

Ese alguien es Cristo, el Hijo de Dios. Él quiere ser nuestra fortaleza, nuestra seguridad. A su lado todo lo podemos. Debemos confiar ciegamente en Él, pues Él es el amigo fiel que nunca nos abandona.

¡Qué alegría debemos sentir al sabernos amados por Dios! Para Dios somos muy importantes. Con Él a nuestro lado, todo lo podemos. Jesús es nuestra fortaleza.

Propósito
Hoy haré una visita a Jesús Eucaristía, exponiéndole mis problemas con plena confianza.

Diálogo con Cristo
Señor, gracias por tu amor y tu presencia que verdaderamente hace que nos sintamos como hijos tuyos. Sé que hoy me has escuchado y te pido la gracia de ser paciente para esperar que Tú obres en mí. Hazme ver tu mano amorosa que me sostiene y me hace ver qué grande es tu amor hacia mí.

Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración. (Padre Pío)

EDD. MARTES 08 DE MARZO DE 2016.

Martes de la cuarta semana de Cuaresma
Libro de Ezequiel 47,1-9.12.
Un ángel me llevó a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del Altar.
Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado derecho.
Cuando el hombre salió hacia el este, tenía una cuerda en la mano. Midió quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a los tobillos.
Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a las rodillas. Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a la cintura.
Luego midió otros quinientos metros, y ya era un torrente que no pude atravesar, porque el agua había crecido: era un agua donde había que nadar, un torrente intransitable.
El hombre me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre?», y me hizo volver a la orilla del torrente.
Al volver, vi que a la orilla del torrente, de uno y otro lado, había una inmensa arboleda.
Entonces me dijo: «Estas aguas fluyen hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas.
Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas parte adonde llegue el torrente.
Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de remedio».
Salmo 46(45),2-3.5-6.8-9.
El Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos, aunque la tierra se conmueva
y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar.
Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.
El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Vengan a contemplar las obras del Señor,
Él hace cosas admirables en la tierra.
Evangelio según San Juan 5,1-16.
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos.
Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
[Porque el Angel del Señor descendía cada tanto a la piscina y movía el agua. El primero que entraba en la piscina, después que el agua se agitaba, quedaba curado, cualquiera fuera su mal.]
Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años.
Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: «¿Quieres curarte?».
El respondió: «Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes».
Jesús le dijo: «Levántate, toma tu camilla y camina».
En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado,
y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: «Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla».
El les respondió: «El que me curó me dijo: ‘Toma tu camilla y camina'».
Ellos le preguntaron: «¿Quién es ese hombre que te dijo: ‘Toma tu camilla y camina?'».
Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: «Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía».
El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.
Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.
Comentario del Evangelio por
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Homilía 124
“¿Quieres recobrar la salud?”
Los milagros de Cristo simbolizan las diferentes circunstancias de nuestra salvación eterna…; esta piscina es símbolo del don precioso que nos hace el Verbo del Señor. En pocas palabras: esta agua es símbolo del pueblo judío; los cinco pórticos, son símbolo de la Ley, escrita por Moisés, en cinco libros. Esta agua, pues, estaba rodeada por cinco pórticos, como el pueblo lo estaba por la Ley. El agua que se agitaba y removía, es la Pasión sufrida por el Salvador en medio de este pueblo. El que bajaba hasta el agua era curado, pero solamente uno, siendo así figura de la unidad. Los que no pueden soportar que nadie les hable de la Pasión de Cristo, son unos orgullosos; no quieren descender hasta el agua, y por eso no se curan. Así dice el hombre altanero: “¿Cómo puedo creer que un Dios se ha encarnado, que un Dios ha nacido de una mujer, que un Dios ha sido crucificado, flagelado, cubierto de llagas, que ha muerto y ha sido sepultado? No; jamás podré yo creer en estas humillaciones de un Dios; son indignas de él”.
Dejad hablar a vuestro corazón, mejor que a vuestra cabeza. Si las humillaciones de un Dios parecen indignas a los arrogantes, es porque están muy lejos de sanarse. Guardaos, pues, de este orgullo; si deseáis ser curados, aceptad bajar hasta el agua. Tendríais razón de alarmaros si se os dijera que Cristo ha sufrido algún cambio al encarnarse. Pero no… vuestro Dios permanece igual al que era, no temáis; no muere y os priva a vosotros mismos de morir. Sí, permanece lo que es; nace de una mujer, pero según la carne… Es en tanto que hombre que ha sido prendido, atado, flagelado, cubierto de ultrajes y al fin crucificado y muerto. ¿Por qué os asustáis? El Verbo del Señor permanece eternamente. Quien rechaza las humillaciones de un Dios, no quiere ser curado de la hinchazón mortal de su orgullo.
Nuestro Señor Jesucristo, pues, ha devuelto, por su encarnación, la esperanza a nuestra carne. Ha tomado para él los frutos demasiado conocidos y tan comunes a esta tierra, como son el nacimiento y la muerte. Efectivamente, el nacimiento y la muerte son bienes que la tierra poseía en abundancia; pero no eran propios de ésta ni la resurrección ni la vida eterna. Él ha encontrado aquí los malditos frutos de esta ingrata tierra, y nos ha dejado, en intercambio, los bienes de su reino celestial.
Fuente: Evangelizo.org

Invitación a descubrir el Dios que se relaciona con nosotros.

Invitación a descubrir el Dios que se relaciona con nosotros.
En el retiro del Papa: ‘No interrogar al Señor, sino dejarnos interrogar por Él’.
https://es.zenit.org/articles/en-el-retiro-del-papa-no-interrogar-al-senor-pero-dejarnos-interrogar-por-el/
En el segundo día de retiro del Papa y la Curia Romana, el predicador invitó a descubrir el Dios que se relaciona con nosotros.
7 marzo 2016Sergio MoraEl papa Francisco
El Papa Francisco durante el segundo día del retiro espiritual de 2016
(ZENIT – Roma).- En el segundo día de los ejercicios espirituales del papa Francisco y de la Curia Romana, que se realizan en una casa de retiro en las afueras de Roma, el tema fue sobre las interrogaciones que nos plantea el Evangelio.
Las meditaciones realizadas por el sacerdote Ermes Ronchi, de la Orden de los Siervos de María, iniciaron por el pasaje evangélico de Juan: “Jesús se giró y observando a quienes lo seguían les dijo: ¿Qué buscais?”. Y la primera respuesta dada fue la de detenerse para escuchar a un Dios de preguntas: no interrogar al Señor, pero dejarnos interrogar por Él.
Y en cambio de correr a buscar rápido una respuesta, el predicador invitó detenerse para vivir bien las preguntas del Evangelio. Para amar las preguntas porque “esas ya son revelación”. Porque “las preguntas son (…) el otro nombre de la conversión”.
“Jesús –dijo el padre Ronchi– educa a la fe más a través de las preguntas que de las palabras afirmativas”. Y no es por caso que los cuatro Evangelios reportan 220 preguntas del Señor.
Porque “la pregunta es la comunicación no violenta, que no hace callar al otro sino que propone el diálogo, involucra pero al mismo tiempo deja libertad. Jesús mismo es una pregunta. Su vida y su muerte nos interpelan sobre el sentido último de las cosas, sobre qué hace la vida feliz. Y la respuesta nuevamente es Él”.
Jesús pide cuál es mi deseo más fuerte, señaló el predicador. En cambio no pide sobre todo renuncias o sacrificios, no pide inmolarse en el altar del deber y del esfuerzo. Antes de todo pide “entrar en mi corazón, entenderlo, conocerlo”.
Porque buscar la felicidad es buscar a Dios y la pasión por Dios nace al descubrir la belleza de Cristo. Dios no me atrae porque es omnipotente, ni me seduce porque es eterno, sino que “me seduce con el rostro y la historia de Cristo, el hombre de la vida buena y bienaventurada”.
La fe es buscar a “un Dios sensible al corazón, que hace feliz al corazón, cuyo nombre es alegría, libertad, plenitud. Dios es la belleza. Y nos compete a nosotros anunciar a un Dios bello, deseable, interesante”.
Y lamentó que a veces “hemos empobrecido el rostro de Dios, a veces lo hemos reducido en miseria”. Quizás un Dios que se adora “pero no relacionado al punto que ríe y juega con sus hijos”.
Porque cada hombre –concluyó el padre Ermes Ronchi– busca a un Dios que se involucra. Y advirtió que contrariamente “Dios puede morirse de aburrimiento en nuestras iglesias”. Por ello invitó a restituir “un rostro solar, un Dios que podemos gozar, desear”. Porque entonces será como beber en el manantial de la luz, en los límites del infinito. ¿Qué buscamos? ¿Por qué caminamos? “Busco un Dios deseable, camino que me vuelva feliz el corazón”.

COMENTARIO AL EVANGELIO DE HOY LUNES 07 DE MARZO DE 2016.

Vete que tu hijo vive.
Cuaresma y Semana Santa
Si queremos que de verdad Dios nos cure, tenemos que acercarnos a Él confiadamente.
Por: Laureano López
Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Juan 4, 43-54
Pasados los dos días en Samaria, partió de allí para Galilea. Pues Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria. Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Volvió, pues, a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir. Entonces Jesús le dijo: «Si no veis señales y prodigios, no creéis». Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo». Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive». Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. Él les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre». El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia. Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.

Oración introductoria
Señor mío, aquí estoy para escucharte porque sé que tu palabra es espíritu y vida. Jesús mío, Tú conoces y sabes que muchas veces en mi vida pongo mi confianza en las palabras del mundo y me falta crecer en la fe para llegar a la certeza que me brindan tus palabras. Te ofrezco esta meditación por todos aquellos que no creen en la fuerza transformativa de tu palabra. Purifica los ojos de nuestra pobre razón humana con el colirio de la fe, para que podamos contemplar la realidad como Tú la ves.

Petición
Dios mío ayúdame a ser coherente y vivir de la fe. Que viva lo que creo, para evitar el error de creer como vivo.

Meditación del Papa Francisco

¿Lo han pensado? ¡El Señor sueña conmigo! ¡Estoy en la mente, en el corazón del Señor! ¡El Señor es capaz de cambiar mi vida! Y hace muchos planes. Fabricaremos casas, plantaremos viñas, comeremos juntos… estas son ilusiones que hace solamente un enamorado. Y aquí el Señor se muestra enamorado de su pueblo. Cuando el Señor dice a su pueblo: «Yo te he elegido no porque seas el más fuerte, el más grande, o el más poderoso. Sino que te he elegido porque eres el más pequeño de todos. También puede decir: el más miserable de todos. Yo te he elegido así». Y esto es amor.

Dios está enamorado de nosotros. Creo que no haya ningún teólogo que pueda explicar esto: no se puede explicar. Sobre esto solo se puede pensar, escuchar y llorar de alegría. El Señor nos puede cambiar.

¿Y qué debemos hacer? Creer. Creer que el Señor puede cambiarme, que el Señor es poderoso: como ha hecho con ese hombre que tenía el hijo enfermo, en el Evangelio. Ese hombre creyó en la palabra que Jesús le había dado y se puso en camino. Creyó que Jesús tenía el poder de cambiar a su hijo, la salud del niño. Y venció.

La fe es dar espacio a este amor de Dios, es hacer espacio al poder, al poder de Dios, pero de que uno que es poderoso, al poder de uno que me ama, que está enamorado de mí y que quiere la alegría conmigo. Esto es la fe. Esto es creer: es hacer espacio al Señor para que venga y me cambie. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 16 de marzo de 2015, en Santa Marta).

Reflexión
Jesús nos quiere devolver la salud, como al hijo del funcionario real, y quiere liberarnos de toda esclavitud y tristeza perdonándonos todas nuestras faltas. Si tenemos fe, si queremos que de verdad nos cure, debemos acercarnos confiadamente para que nos llene de su gracia. Por esto, cada vez que nos disponemos a recibirle en la Eucaristía le decimos una breve oración que nos hace más humildes, “Señor, no soy digno que entres a mi casa, pero sé que basta una palabra tuya para sanarme”.

La vida diaria nos presenta un reto muy grande que consiste en vivir desde la fe, en creer plenamente en Cristo. El Evangelio nos ofrece una clave preciosa para dirigir nuestras acciones cotidianas, para convertirnos en apóstoles verdaderos de Cristo y obtener la vida. “Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino”. La palabra de Cristo se convierte en transformativa cuando el hombre la acepta, se convierte, se pone en camino y así puede llegar a la vida. Vida que no sólo es física, sino vida espiritual y eterna. La fuerza de Dios se manifiesta en Cristo que es la Palabra. Una Palabra en la que la vida, acciones y pensamientos están perfectamente unidos. Por ello Cristo es la Persona más coherente y eso le da credibilidad. Los cristianos, como apóstoles y seguidores de Cristo, estamos llamados a ser testimonios coherentes de vida. Por ello no se puede separar la fe de la vida y, en consecuencia, las acciones del apóstol de Cristo siguen la moral cristiana. Por ello los mayores apóstoles de todos los tiempos han sido, no los hombres buenos, sino los hombres santos. Aquellos que hablaban “de Cristo” pero porque habían hablado primero “con Cristo”. Aquellos que habían hecho primero un encuentro profundo con la Palabra que cambió radicalmente su vida.

Propósito
Procuraré hacer una reflexión evangélica con toda mi familia.

Diálogo con Cristo
Jesús, Tú eres la Palabra del Padre que has venido al mundo para darme la vida y salvarme. Sé que Tú puedes transformarme pero quieres que yo libremente te acepte. Ayúdame para que crea y tenga vida y pueda mi experiencia de encuentro contigo a toda mi familia.

Es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón(San Pablo. Heb 4,12).

EDD. LUNES 07 DE MARZO DE 2016.

Lunes de la cuarta semana de Cuaresma.
Libro de Isaías 65,17-21.
Así habla el Señor:
Sí, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. No quedará el recuerdo del pasado ni se lo traerá a la memoria,
sino que se regocijarán y se alegrarán para siempre por lo que yo voy a crear: porque voy a crear a Jerusalén para la alegría y a su pueblo para el gozo.
Jerusalén será mi alegría, yo estaré gozoso a causa de mi pueblo, y nunca más se escucharán en ella ni llantos ni alaridos.
Ya no habrá allí niños que vivan pocos días ni ancianos que no completen sus años, porque el más joven morirá a los cien años y al que no llegue a esa edad se lo tendrá por maldito.
Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos.
Salmo 30(29),2.4.5-6.11-12a.13b.
Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo
y me hiciste revivir,
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.
Canten al Señor, sus fieles;
den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante,
y su bondad, toda la vida:
si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría.
«Escucha, Señor, ten piedad de mí;
ven a ayudarme, Señor.»
Tú convertiste mi lamento en júbilo,
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!
Evangelio según San Juan 4,43-54.
Jesús partió hacia Galilea.
El mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo.
Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta.
Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún.
Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo.
Jesús le dijo: «Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen».
El funcionario le respondió: «Señor, baja antes que mi hijo se muera».
«Vuelve a tu casa, tu hijo vive», le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino.
Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y leanunciaron que su hijo vivía.
El les preguntó a qué hora se había sentido mejor. «Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre», le respondieron.
El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y entonces creyó él y toda su familia.
Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.
Comentario del Evangelio por
Baudoin de Ford (¿-c. 1190), abad cisterciense, después obispo
Homilía 6 sobre Hebreos 4,12.
«El hombre creyó en la palabra de Jesús»
«La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo». (Hb 4,12). A través de estas palabras el apóstol enseña a los que buscan a Cristo –Palabra, Fuerza y Sabiduría de Dios- toda la fuerza, toda la sabiduría que contiene la Palabra de Dios. Esta Palabra estaba al principio junto al Padre, eterna como él (Jn 1,1). En su tiempo fue revelada a los apóstoles, anunciada por ellos y humildemente recibida en la fe por el pueblo de los creyentes.
Hay, pues, una Palabra en el Padre, una Palabra en la boca de los apóstoles, una Palabra en el corazón de los creyentes. La Palabra en la boca es expresión de la Palabra que está en el Padre; es también expresión de la Palabra que hay en el corazón del hombre. Cuando se comprende la Palabra, o cuando se la cree, o cuando se la ama, la Palabra en el corazón del hombre se convierte en inteligencia de la Palabra, o en fe en la Palabra, amor en la Palabra. Cuando estas tres se reúnen en un solo corazón, en un momento se comprende, se cree y se ama a Cristo, Palabra de Dios, Palabra del Padre… Cristo habita en esta persona por la fe, y por una admirable condescendencia baja del Padre al corazón del hombre…
Esta Palabra de Dios… es viva: el Padre le ha dado tener la vida en ella misma tal como él tiene la vida en sí mismo (Jn 5,26). Es por eso que no solamente es viva, sino que es Vida, tal como está escrito: «Yo soy el Camino, la Verdad, la Vida» (Jn 14,6). Y puesto que es la Vida, es viva para ser vivificante, porque «lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere» (Jn 5,21).
Fuente: Evangelizo.org

MENSAJE DEL PAPA DURANTE EL REZO DEL ANGELUS DE HOY.

 
El Papa en el ángelus: Dios nos ha hecho el gran regalo de la libertad.
TEXTO COMPLETO. El Santo Padre reflexiona sobre la parábola del hijo pródigo. Expresa su cercanía a las Misioneras de la Caridad y aseguran que son los “mártires” de hoy.
 
https://es.zenit.org/articles/el-papa-en-el-angelus-dios-no-ha-hecho-el-gran-regalo-de-la-libertad/​
 
6 marzo 2016RedaccionEl papa Francisco
(ZENIT  – Ciudad del Vaticano). – El papa Francisco se ha asomado un domingo más a la ventana del estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el ángelus con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro.
 
Estas son las palabras del Santo Padre antes del ángelus :
 
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el capítulo quince del Evangelio de Lucas encontramos las tres parábolas de la misericordia: la de la oveja encontrada (vv. 4-7), la de la moneda encontrada (vv. 8-10), y la gran parábola del hijo pródigo, o mejor, del padre misericordioso (vv. 11-32). Hoy sería bonito que cada uno de nosotros, tomase el Evangelio y en el capítulo quincie de Lucas y lea las tres parábolas. Hoy, dentro del itinerario cuaresmal, el Evangelio nos presenta precisamente esta última parábola, que tiene como protagonista a un padre con sus dos hijos. La historia nos da a entender algunas características de este padre: es un hombre siempre preparado para perdonar y que espera contra toda esperanza. Conmociona sobre todo su tolerancia delante de la decisión del hijo más pequeño de irse de casa: podría haberse opuesto, sabiendo que todavía es inmaduro, joven chico o buscar algún abogado para no darle la herencia porque estaba todavía vivo. Sin embargo le permite marchar, aún viendo los posibles riesgos. Así actúa Dios con nosotros: nos deja libres, también para equivocarnos, porque creándonos nos ha hecho el gran regalo de la libertad. Nos toca a nosotros hacer buen uso de ella. Este regalo de la libertad que nos da Dios, me emociona siempre.
Pero el desapego de ese hijo es solo físico. El padre lo lleva siempre en el corazón, espera con confianza su regreso, escruta el camino con la esperanza de verlo. Y un día lo ve aparecer a lo lejos (cfr v. 20). Pero esto significa que este padre, cada día subía a la terraza a mirar para ver si volvía su hijo. Entonces se conmueve, corre a su encuentro, lo abraza, lo besa. ¡Cuánta ternura! Y este hijo había hecho cosas… Pero el padre lo recibe así.
La misma actitud reserva el padre al hijo mayor, que siempre se ha quedado en casa, y ahora está indignado y protesta porque no entiende y no comparte toda la bondad hacia el hermano que se ha equivocado. El padre sale al encuentro también de este hijo y le recuerda que ellos han estado siempre juntos, tienen todo en común (v. 31), pero es necesario acoger con alegría al hermano que finalmente ha vuelto a casa. Y esto me hace pensar algo, cuando uno se siente pecador, se siente realmente poca cosa, o como algunos he escuchado, tanta gente que dice ‘Padre soy una basura’. Es uno el que va al padre. Sin embargo cuando uno se siente justo, ‘yo siempre he hecho las cosas bien’. También el padre viene a buscarnos porque esa actitud de sentirse justo es una actitud mala, es la soberbia, es del diablo. El padre espera a los que se reconocen pecadores y va a buscar a aquellos que se sienten justos. Este es nuestro padre.
En esta parábola se puede intuir también un tercer hijo. Tercer hijo, ¿dónde? ¡escondido! El que era de condición divina, “no consideró esta igualdad con Dios, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor” (Fil 2,6-7). Este Hijo-Siervo, es Jesús, es la extensión de los brazos y del corazón del Padre: Él ha acogido el prodigio y ha lavado sus pies sucios; Él ha preparado el banquete para la fiesta del perdón. Él, Jesús, nos enseña a ser “misericordiosos como el Padre”.
La figura del padre de la parábola desvela el corazón de Dios. Él es el Padre misericordioso que en Jesús nos ama más allá de cualquier medida, espera siempre nuestra conversión cada vez que nos equivocamos; espera nuestro regreso cuando nos alejamos de Él pensando que podemos solos; está siempre preparado a abrirnos sus brazos cualquier cosa haya sucedido. Como el padre del Evangelio, también Dios continúa considerándonos sus hijos cuando nos hemos perdidos, y viene a nuestro encuentro con ternura cuando volvemos a Él. Y nos habla con tanta bondad cuando nosotros creemos ser justos. Los errores que cometemos, aunque sean grandes, no rompen la fidelidad de su amor. En el sacramento de la Reconciliación podemos siempre comenzar de nuevo: Él nos coge, nos restituye la dignidad de sus hijos, y nos dice ‘ve adelante, en paz, levántate, ve adelante’.
En este tramo de Cuaresma que aún nos separa de la Pascua, estamos llamados a intensificar el camino interior de conversión. Dejémonos alcanzar por la mirada llena de amor de nuestro Padre, y volvamos a Él con todo el corazón, rechazando cualquier compromiso con el pecado. La Virgen María nos acompañe hasta el abrazo regenerador con la Divina Misericordia.
 
Después del ángelus,
Queridos hermanos y hermanas,
Expreso mi cercanía a las Misioneras de la Caridad por el grave luto que las ha golpeados hace dos días con el asesinato de cuatro religiosas en Aden, en Yemen, donde asistían a los ancianos. Rezo por ellas y por las otras personas asesinadas en el ataque, y por los familiares. Estas son los mártires de hoy, y no son portada de los periódicos. No son noticia. Estos dan su sangre por la Iglesia. Son víctimas del ataque de esos que las han matado y también de la indiferencia, de esta globalización de la indiferencia, que no importa. Madre Teresa acompañe en el paraíso a estas hijas suyas mártires de la caridad, e interceda por la paz y el sagrado respeto de la vida humana.
Como signo concreto de compromiso por la paz y la vida quisiera citar y expresar admiración por la iniciativa de los pasillos humanitarios para los refugiados, iniciada recientemente en Italia. Este proyecto piloto, que une la solidaridad y la seguridad, consiente ayudar a personas que huyen de la guerra y de la violencia, como los cien de refugiados ya trasladados en Italia, entre los cuales niños enfermos, personas discapacitadas, viudas de guerra con hijos y ancianos. Me alegro también porque esta iniciativa es ecuménica, siendo sostenida por la Comunidad de San Egidio, Federaciones de las Iglesias Evangélicas Italianas, Iglesias Valdenses y Metodistas.
 
Os saludo a todos vosotros, peregrinos venidos de Italia y de muchos países, en particular los fieles de la Misión Católica de Hagen (Alemania), como también los de Timisoara (Rumanía), Valencia (España) y Dinamarca.
Saludo a los grupos parroquiales de Taranto, Avellino, Dobbiaco, Fane (Verona) y Roma; los jóvenes de Milán, Almenno San Salvatore, Verdellino-Zingonia, Latiano, y los jóvenes de Vigonovo; las Escuelas “Don Carlo Costamagna” de Busto Arsizio e “Inmaculada” de Soresina; los grupos de oración “Santa María de los Ángeles y de la Esperanza”; la Confederación Nacional Ex-alumnos de la Escuela Católica.
Pido por favor un recuerdo en la oración por mí y por mis colaboradores, que desde este tarde y hasta el viernes haremos los Ejercicios Espirituales.
Os deseo a todos un buen domingo. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!