Homilía para la Eucaristía del domingo 01 de diciembre de 2019.
Deseo a todos que vivan un buen Adviento, a la manera de san Francisco. Paz y Bien.
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO. A.
Isaías 2,1-5: Oráculo sobre Sión, colina de Jerusalén. A un pueblo oprimido, esclavizado, se le anuncia que llegará a ser el centro de los pueblos. ¿Por qué? Porque el Señor se hace presente en ella. Así se inaugura una época nueva, en la que predomina el “Shalom” de Dios, síntoma del Reinado de Dios. Cuando se acata a Dios reina la paz.
Romanos 13,11-14: La Venida de Cristo es criterio de conducta cristiana: el discípulo, despojado de todo, debe asumir a Cristo, revestirse de Él.
Mateo 24, 37-46: Estamos en el discurso apocalíptico de Mateo, que abarca los capítulos 24 y 25. El texto de hoy se centra en la actitud que debemos tener: la Vigilancia, para no ser sorprendidos.
1.- ¡Qué bien nos viene este hermoso tiempo de Adviento que hoy comenzamos! Porque todo lo que está sucediendo puede provocar en mucha gente el desaliento, el desánimo, la confusión. Pero no. Es muy humano el desanimarse, el desalentarse. Le sucedió al Pueblo de Dios en el exilio. Ante una situación que provoca desaliento el Profeta lanza el atrevido oráculo: Sión va a tener al Señor consigo, por eso va a llegar a ser el centro o punto de atracción de todos los que sinceramente buscan a Dios. Fruto de todo esto será el “Shalom” de Dios, esa Paz integral que reinará en los que se dejan conducir por su Palabra. Ya Isaías habla de una nueva época, un tiempo que será inaugurado cuando el Señor se haga presente, lo hagamos presente.
2.- La Fe cristiana, distinta a otras expresiones de fe religiosa, está impregnada de Esperanza. Esperanza en la Venida del Señor; lo que exige de nosotros una vida impregnada de esperanza. Porque una vida sin esperanza es una vida desorientada, una vida con un tremendo vacío interior. Muchos que tienen esta crisis existencial, este vacío interior, tratan de llenar su vida por caminos equivocados. Gente con vacío de felicidad, trata de llenarse de placer y de cualquier forma. Están en tinieblas. En cambio el que tiene una fe con esperanza está en el Día, no en la noche, con un estilo nuevo de vida, el de Cristo. Por eso, revestido de Cristo.
Porque sabemos que el Señor viene realizamos en nuestra vida un Éxodo permanente del hombre viejo al Hombre nuevo; en el texto nos dice el Apóstol que debemos estar “revestidos del Señor Jesucristo”. Con lo que se nos está indicando la manera de vivir nuestra fe en el mundo: impulsados, motivados por la Esperanza cierta de que el Señor viene a nuestra vida.
3.- A veces la crisis adquiere un tono religioso: no se sabe en qué creer, la religión ya no nos mueve, el discurso de la Iglesia suena trasnochado, si es que suena, ya que hay otros que no quieren que se escuche la voz de los pastores. Para muchos la religión les parece ingenua. Todo esto conduce a la desesperación. ¡Qué triste es perder la esperanza! Y dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Duele sentirse defraudado.
Cuando hace pocos días atrás se anunció que los parlamentarios se habían puesto de acuerdo para trabajar por una nueva constitución muchos creyeron que por fin se acababan las revueltas y volvía la paz al país… y no ha sido así. Y esto también ha producido en muchos el desaliento, la rabia, la desesperación. Parece que se están riendo de nosotros. Ya la gente está cansada. No hay ni ganas de hablar de Navidad.
4.- Y ahí está la Palabra del Señor. Él nos invita a no ceder a la tristeza y desesperación. Es necesario reorientar nuestras vidas, encontrar una fuente de vida, un por qué vivir y seguir luchando. Necesitamos despertar, escuchar su invitación: “Estén preparados”. Y esa es la consigna: “¡Estén despiertos, preparados”. Hoy el Señor no sólo nos diría: “Si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón”, sino también: “Cuídense, que no saben a qué hora y día van a ser saqueados”. Por eso, todos atentos. Que estén atentos los pastores, que estén atentos los fieles. Atentos a los signos de los tiempos. Atentos a lo que el Señor pide a todos como su Pueblo.
Deseamos que pase pronto toda esta situación de violencia. Por eso, hagámosle caso al Señor. Cambiemos nuestras actitudes de violencia y resentimientos por actitudes de paz y amor.
Hoy comenzamos a gritar más fuerte: ¡Ven, Señor, no tardes! Y Él nos responde: “Mira que estoy a la puerta y llamo”. ¿Lo dejaremos entrar?
Hermano Pastor Salvo Beas.