Comentario al evangelio de hoy sábado 03 de agosto de 2019.
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12
En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús y les dijo a sus cortesanos: «Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».
Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, le tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.
Pero llegó el cumpleaños de Herodes, y la hija de Herodías bailó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: «Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y entonces mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Al ser un hombre de Dios, Juan tenía la valentía de enfrentar al rey Herodes, él sabía que esto le podría costar caro, pero no le dio más vueltas y siguió con su posición de profeta de Dios. La vida de Juan el Bautista termina con el episodio de su decapitación (martirio) porque Herodes tuvo un momento de debilidad y cedió a la tentación, el inocente tuvo que pagar las consecuencias.
Claramente Juan estaba lleno del Espíritu Santo porque de otra forma no se podría explicar de dónde sacaba las fuerzas para para entregar su vida al servicio de Dios hasta la muerte, cada día de su vida era un acercarse a Dios para que Él le comunicara su mensaje y lo convirtiera en puente entre Dios y los hombres. Juan era una luz que hacía pensar en Jesús y la obra que el redentor haría durante su ministerio.
«Abrir el corazón: el Señor nos habla a través de estas figuras. Juan donó su vida: “Yo, en cambio, debo disminuir para que Él sea escuchado, sea visto, para que el Señor se manifieste”. Sólo les aconsejo que no piensen demasiado en esto, sino que recuerden la imagen, que piensen en los cuatro personajes: el rey corrupto, la señora que sólo sabía odiar, la muchacha vanidosa que no tiene consciencia de nada, y el profeta decapitado solo en su celda. Ver eso, y que cada uno abra el corazón para que el Señor nos hable sobre esto».
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de febrero de 2019, en santa Marta).
Fuente : http://es.catholic.net/op/articulos/73142/el-precio-de-ser-testigo-de-la-verdad.html#modal