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Comentario al evangelio de hoy viernes 05 de julio de 2019.

Del santo Evangelio según san Mateo 9, 9-13

En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.

Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”. Jesús los oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Pasan las semanas, los meses y los años y vamos experimentando -cada vez más- la necesidad de Dios. El tiempo trae consigo un conocimiento más profundo de sí mismo; el tiempo nos revela una fotografía cada vez menos pixelada de lo que verdaderamente somos; el tiempo nos ofrece un diagnóstico muy claro: estamos enfermos.

Decir esto a primera vista podría parecer un diagnóstico negativo, pues una enfermedad siempre es una alteración grave o leve del buen funcionamiento del organismo, es decir, una alteración de la salud. Pero este tipo de enfermedad -que nos regala el tiempo- es distinta; es una enfermedad que no tiene porque darnos vergüenza de proclamar; una enfermedad que, si la analizamos bien, es un regalo que debemos agradecer… Estamos enfermos de amor.

Esta enfermedad es la que nos permite ser vulnerables y decir a voz alta: necesito de Ti, necesito de tu amor. Es como el enamorado que tiene que aceptar que para alcanzar la felicidad necesita de otra persona. Estar enfermos de amor significa decirle a Dios: «Me voy dando cuenta que en el camino de la vida yo no puedo solo, necesito de Ti, Señor». Jesús nos llama y viene a nuestra mesa, pero a veces no le abrimos y no le invitamos, pues se nos hace difícil mostrarnos ante los demás (y sobre todo ante Él) como personas débiles, como personas necesitadas: se nos olvida que una de las características del cristiano es, en efecto, el ser vulnerables, el ser débiles, pues experimentamos la necesidad que tiene el hijo de su padre, que tenemos nosotros para con Dios.

Pasan las semanas, los meses y los años y vamos descubriendo -cada vez más- que estamos enfermos de Amor.

«Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el banco de los impuestos (Mt 9, 9). Era un publicano. Esta gente era considerada de lo peor porque hacían pagar impuestos, y el dinero se lo mandaban a los romanos. Y una parte se la metían ellos en su bolsillo. Se lo daban a los romanos: vendían la libertad de su patria, por eso los odiaban tanto. Eran traidores de la patria. Jesús lo llamó. Lo vio y lo llamó. «Sígueme». Jesús escogió a un apóstol entre aquella gente, la peor. A continuación, este Mateo, invitado a comer, estaba alegre..» 
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de julio de 2017).

Fuente : http://es.catholic.net/op/articulos/73041/el-diagnostico-de-mi-vida-estoy-enfermo-de-amor.html#modal