EDD. jueves 15 de noviembre de 2018
Primera lectura
Me alegró y animó mucho tu caridad, hermano, porque tú has aliviado los sufrimientos de los santos. Por eso, aunque tengo plena libertad en Cristo para mandarte lo que conviene hacer, prefiero rogártelo apelando a tu caridad, yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús. Te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión, que antes era tan inútil para ti, y ahora, en cambio, es tan útil para ti y para mí; te lo envío como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo. Si en algo te ha perjudicado y te debe algo, ponlo en mi cuenta; yo, Pablo, te firmo el pagaré de mi puño y letra, para no hablar de que tú me debes tu propia persona. Por Dios, hermano, a ver si me das esta satisfacción en el Señor; alivia mi ansiedad, por amor a Cristo.
Palabra de Dios
Salmo
R/. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob
Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R/.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.»
Dijo a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.»
Palabra del Señor
Queridos hermanos:
Hay relatos que valen más que grandes razonamientos. Hoy vamos a centrar nuestra atención en la primera lectura, la carta de Pablo a Filemón, que no es menos Palabra de Dios que el evangelio, y se merece la misma atención. Comencemos por analizar la historia- trasfondo de este escrito, uno de los más breves de la Biblia.
Filemón es un cristiano, probablemente vecino de Colosas (Asia Menor), que fue evangelizado por Pablo; debe de ser de nivel acomodado: posee una espaciosa mansión en la que puede reunirse la comunidad cristiana local; su mujer se llama Apia, y su hijo Arquipo. Uno de sus esclavo, de nombre Onésimo, se ha fugado; y probablemente antes de marchar robó a su amo y le estropeó la herramienta, como solía ser la venganza que se tomaba todo esclavo al huir. Naturalmente, no tiene medios de subsistencia y se ve obligado a vivir de la delincuencia, seguramente en Éfeso, pues la gran ciudad ofrece más posibilidades. Por delincuente va a parar a la cárcel, donde cabalmente se encuentra con el evangelizador de su amo, el misionero Pablo, también recluso. Pablo no desperdicia oportunidad: entra en conversación con Onésimo, le evangeliza y le convierte, “le engendra” (v. 10) a nueva vida.
El pobre esclavo prófugo no debe de tener grandes delitos, y pronto queda en libertad. Al despedirse de Pablo, éste le ruega que vuelva a casa de Filemón. No debió de ser fácil convencerle, pues es normal que temiese represalias por parte de su amo perjudicado; pero la capacidad persuasoria de Pablo pudo más: “no temas, no te hará nada, yo te doy una carta de recomendación…”. Y así surgió esta encantadora joya literaria, psicológica y espiritual que hoy nos da materia de reflexión.
Desde nuestra mentalidad del siglo XXI, lo primero que nos rechina es que un cristiano, Filemón, tenga esclavos, y que Pablo no arremeta en su carta contra tal institución social. Es preciso situarse en el imperio romano a mediados del siglo I y en la Iglesia de aquella época. Dada la insignificancia social del grupo cristiano dentro del imperio, y dada la convicción de que la historia está tocando a su fin, es imposible que Pablo idee promover una “reforma constitucional” de gran alcance. Él mismo dice en otro lugar: “Quien fue llamado por el Señor siendo esclavo, es un liberto del Señor; y quien fue llamado siendo libre, es un siervo de Cristo” (1Cor 7,22). La fe cristiana es portadora de una energía que hace estallar todo convencionalismo sociopolítico.
Y esta cartita de recomendación nos ofrece la aplicación concreta. Entre Pablo, Filemón y Onésimo existe una relación que no contempla legislación estatal alguna. Pablo, como apóstol, tendría autoridad para “mandar” a Filemón que acoja con cariño al esclavo huido; pero entre hermanos sobra el mandato, basta con manifestar el deseo; incluso Pablo añade: “sé que harás mucho más que lo que yo te pido” (v. 21). Tendría también autoridad sobre el neófito Onésimo, pero no le llama “súbdito”, sino “mis entrañas” (v.12). Y Filemón acoge a Onésimo “no ya como esclavo –a lo que le da derecho la legislación romana- sino como hermano muy querido” (v. 16). Los antiguos amo y esclavo celebran ahora juntos la cena del Señor y se dan el abrazo de paz. Esa relación fraterna “alivia las entrañas” de Pablo, y de los demás creyentes (vv. 7 y 20).
El cristianismo ciertamente no ofrece un plan de reforma sociopolítica, pero sí un proyecto de convivencia mucho más profundo y radical que el que pueda prever la legislación más humanitaria que conozcamos.
Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf
Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy