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3 . – Especial : Exhortación post sinodal Amoris laetitia.

https://es.zenit.org/articles/amoris-laetitia-acompanar-discernir-e-integrar-en-las-situaciones-de-fragilidad/
Amoris Laetitia: “Acompañar, discernir e integrar” en las situaciones de fragilidad
El Papa pide a las familias heridas, en crisis o en dificultad, no sentirse excluidas e invita a acercarlos a la plenitud de la fe
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- La exhortación post-sinodal sobre la familia escrita por el papa Francisco y presentada hoy en el Vaticano, aborda en el capítulo octavo el tema de las familias heridas, de los que conviven antes del matrimonio y personas en dificultad, a las cuales invitó a no sentirse excluidas de la Iglesia, mientras que a los obispos y sacerdotes y fieles invitó a proponerles un camino de acercamiento a la plenitud de la ley. El capítulo octavo es muy delicado y constituye una invitación a la misericordia y al discernimiento pastoral frente a situaciones que no responden plenamente a aquello que el Señor propone.
La exhortación reafirma con fuerza que “el matrimonio cristiano, reflejo de la unión entre Cristo y su Iglesia, se realiza plenamente en la unión entre un varón y una mujer, que se donan recíprocamente en un amor exclusivo y en libre fidelidad, se pertenecen hasta la muerte y se abren a la comunicación de la vida, consagrados por el sacramento que les confiere la gracia para constituirse en iglesia doméstica y en fermento de vida nueva para la sociedad”.
Pero no olvida los casos de fragilidad y de alejamiento del ideal cristiano, por ello pide “acompañar, discernir e integrar”, en la “lógica de la misericordia pastoral”.
“Hay que evitar los juicios –señala el Papa– que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y es necesario estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición”. Porque “se trata de ayudar e integrar a cada uno “a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de una misericordia inmerecida, incondicional y gratuita”.
También invita a hacer de la dificultad una oportunidad, señalando que cuando “la unión alcanza una estabilidad notable mediante un vínculo público, está connotada de afecto profundo, de responsabilidad por la prole, de capacidad de superar las pruebas, puede ser vista como una ocasión de acompañamiento en la evolución hacia el sacramento del matrimonio”.
El documento señala el hecho de que muchas parejas conviven o eligen el matrimonio civil, no necesariamente por prejuicios, sino también por situaciones contingentes, como la falta de trabajo. El Papa pide transformar estas situaciones en “camino hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio”, y así llevar gradualmente a las personas a practicar plenamente las exigencias objetivas de la ley, siguiendo la lógica de reintegrar.
El documento explica: “Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral” (AL 298).
Y propone un itinerario de acompañamiento y de discernimiento que orienta a estos fieles a la toma de conciencia de su situación ante Dios. “La conversación con el sacerdote, en el fuero interno, contribuye a la formación de un juicio correcto sobre aquello que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer”. Un discernimiento que “no podrá jamás prescindir de las exigencias de verdad y de caridad del Evangelio propuesto por la Iglesia”.
El documento añade que “los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana” claramente evitando “cualquier ocasión de escándalo”, pero sin que se sientan excomulgados y abriendo la posibilidad a algunos servicios eclesiales. Una integración necesaria también para “la educación cristiana de sus hijos”.
El Papa reconoce que no existe “recetas sencillas” y sabiendo de “la innumerable diversidad de situaciones concretas” no se puede pretender del Sínodo o de esta exhortación “una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos”. Porque además “el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos”, las consecuencias o efectos de una norma no necesariamente deben ser siempre las mismas” (AL 300).
“Es mezquino detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano” indica, y “lo que forma parte de un discernimiento práctico ante una situación particular no puede ser elevado a la categoría de una norma” (AL 304).
El Papa desarrolla así de modo profundo las exigencias y características del camino de acompañamiento y discernimiento en diálogo profundo entre fieles y pastores.
En la última sección del capítulo: “la lógica de la misericordia pastoral”, Papa Francisco, para evitar equívocos, reafirma con fuerza: “de ninguna manera la Iglesia debe renunciar a proponer el ideal pleno del matrimonio, el proyecto de Dios en toda su grandeza”. Y añade que “la tibieza, cualquier forma de relativismo, o un excesivo respeto a la hora de proponerlo, serían una falta de fidelidad al Evangelio y también una falta de amor de la Iglesia hacia los mismos jóvenes”.
Y subraya que “hoy, más importante que una pastoral de los fracasos es el esfuerzo pastoral para consolidar los matrimonios y así prevenir las rupturas” (AL 307).
“Invito a los fieles que están viviendo situaciones complejas, a que se acerquen con confianza a conversar con sus pastores o con laicos que viven entregados al Señor” escribe el Papa en este capítulo. “No siempre encontrarán en ellos una confirmación de sus propias ideas o deseos, pero seguramente recibirán una luz que les permita comprender mejor lo que les sucede y podrán descubrir un camino de maduración personal”. Y a los pastores les invita “a escuchar con afecto y serenidad, con el deseo sincero de entrar en el corazón del drama de las personas y de comprender su punto de vista, para ayudarles a vivir mejor y a reconocer su propio lugar en la Iglesia” (AL 312).
Y sobre la “lógica de la misericordia pastoral” Papa Francisco afirma con fuerza:“A veces nos cuesta mucho dar lugar en la pastoral al amor incondicional de Dios” porque “ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio” (AL 311).