Homilía para la Eucaristía del Domingo 30 de julio de 2017
DOMINGO XVII.
1Reyes 3, 5-12: Salomón fue famoso por su sabiduría, la que recibió de Dios. Sabiduría que consistió en un acertado gobierno y sabiduría en las sentencias de los juicios. De Dios recibe el don del discernimiento.
Mateo 13,44-45: dos mini parábolas que ilustran el asombro de la grandeza del Reino y la radicalidad que exige.
1.- Bien sabemos, porque se ha dicho en repetidas ocasiones, que el Reino es lo máximo. Lo sabemos racionalmente, pero falta el descubrirlo, falta darse cuenta.
Las comparaciones que nos propone el evangelio nos dicen lo mismo: el Reino es un tesoro escondido o una perla de gran valor encontrada. En ambos casos aparece el verbo encontrar. ¿Quién encuentra? Un hombre, un negociante. Y para mí esto tiene una doble interpretación.
La primera: ese hombre que encuentra puede ser tú, yo, cualquiera de nosotros, que nos topamos, descubrimos lo maravilloso que es tener a Dios, y por El somos capaces de cualquier sacrificio, con tal de tenerlo a Él.
La segunda: ese hombre que encuentra es Dios, Él es capaz de dejarlo todo, de hacer el loco (y de hecho así fue) por nosotros, a fin de tenernos. De hecho Él se anonadó por nosotros, siendo rico se hizo pobre por nosotros para que pudiéramos llegar a ser ricos.
2.- La Palabra de hoy es altamente positiva, es Buena Noticia (=evangelio). Nos está diciendo dos cosas que vienen siendo la cara y sello de una moneda.
Por un lado, se nos invita a hacer una opción fundamental por Jesucristo. El discípulo debe hacer esta opción fundamental para poder seguir al Señor. Y por esta opción uno es capaz de dejar con gozo, lleno de alegría, todo aquello que antes parecía valioso. San Pablo da su testimonio: “Estimo que todo es pérdida comparado con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús, mi Señor” (Filipenses 3,8). Pero, ¡ojo! Humanamente hablando, nadie hace una opción si no hay una motivación positiva. No se opta por algo negativo, eso dura poco. El ejemplo de las parábolas es claro: lleno de alegría vende todo para poseer el tesoro.
Por otro, la Palabra nos invita a tener una sana alta autoestima. ¿Por qué? Porque para Dios tú y yo valemos, somos un tesoro, una perla de gran valor. El se interesa gratuitamente de nosotros y es capaz de lo inimaginable por nosotros.
3.- Ser cristiano, ser discípulo significa que se ha descubierto al Señor. Y por El uno debe estar dispuesto a todo. Para muchos el cristianismo no es una Buena Noticia, y tal vez tenga mucha culpa la misma Iglesia, ya que se ha hecho consistir la vida cristiana solamente en renuncias, llevando una vida fome, como que no se ama la vida. Es cierto que el Reino exige renuncias, pero éstas se hacen con gusto al encontrarse con el Señor, descubrir y saberse amado por Dios. Descubrir y saber que yo soy un tesoro para El y por eso me valora y por amor ha enviado a su Hijo, para que aceptándole tengamos vida eterna.
4.- ¿Qué haría usted si en la noche, en un sueño, el Señor le dijera: “Pídeme lo que quieras”? ¿Qué pedirías? Pienso que ahí se manifestaría la escala de valores que tenemos. Pedimos siempre cosas buenas e importantes, pero se nos olvida pedir y buscarla mejor parte, la que nunca será quitada. (Cf. Lucas 10,42).
Hoy el Señor no viene en sueños, sino de verdad, en el sacramento. En el pedir no hay engaño, pero pida lo mejor, pida Sabiduría, discernimiento, amor a Dios y al prójimo. Pidamos con confianza, porque Él sabe dar cosas buenas a sus hijos (cfr. Mateo 7,11).
Que este encuentro con Él sea para reforzar nuestra opción por Él.
Hermano Pastor Salvo Beas.