EDD. sábado 11 de febrero de 2017.
Nuestra Señora de Lourdes
Memoria obligada
Color: blanco
Entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858, en la Gruta de Massabielle de Lourdes, en los Pirineos, la Inmaculada Madre de Dios se manifestó a Bernardita Soubirous. Desde entonces, Lourdes es un llamado constante a la conversión, a la oración y a la caridad, y para el pueblo cristiano, María es la imagen de la Iglesia por venir, la prefiguración de la nueva Jerusalén, cuyas puertas están abiertas a todos los pueblos.
Antífona de entrada
Te saludamos, santa Madre de Dios, porque diste al mundo al Rey que gobierna para siempre el cielo y la tierra.
ORACIÓN COLECTA
Padre misericordioso, ayúdanos en nuestra debilidad, para que, al celebrar a la Madre inmaculada de tu Hijo, su intercesión nos libre de todo pecado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Primera lectura
Yo haré correr hacia ella la paz como un río.
Lectura del libro de Isaías 66, 10-14c
¡Alégrese con Jerusalén y regocíjense a causa de ella, todos los que la aman! ¡Compartan su mismo gozo los que estaban de duelo por ella, para ser amamantados y saciarse en sus pechos consoladores, para gustar las delicias de sus senos gloriosos! Porque así habla el Señor: Yo haré correr hacia ella la prosperidad como un río, y la riqueza de las naciones como un torrente que se desborda. Sus niños de pecho serán llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas. Como un hombre es consolado por su madre, así Yo los consolaré a ustedes, y ustedes serán consolados en Jerusalén. Al ver esto, se llenarán de gozo y sus huesos florecerán como la hierba. La mano del Señor se manifestará a sus servidores.
Cántico de Judit 13, 18-19
R/. ¡Tú eres el honor de nuestro pueblo!
Que el Dios Altísimo te bendiga, hija mía, más que a todas las mujeres de la tierra; y bendito sea el Señor Dios, creador del cielo y de la tierra.
Nunca olvidarán los hombres la confianza que has demostrado y siempre recordarán el poder de Dios. Que Dios te exalte para siempre.
Versículo antes del Evangelio Cf. Lc 1, 45
Aleluya.
Feliz de ti, Virgen María, por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Y la madre de Jesús estaba allí.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 2, 1-11
Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y, como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”. Jesús le respondió: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”. Pero su madre dijo a los sirvientes:
“Hagan todo lo que Él les diga”.
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: “Llenen de agua estas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. “Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete”. Así lo hicieron.
El encargado probó el agua cambiada en vino y, como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: “Siempre se sirve primero el buen vino, y cuando todos han bebido bien, se trae el de calidad inferior. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento”.
Éste fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él.
María intercede por nosotros
Autor: Regnum Christi
Fuente: http://www.homiletica.org/legionarios/legionariosdecristoD0911.htm
Meditación:
El evangelista san Juan nos presenta a María pidiendo e intercediendo por los hombres ante Jesús. En esta sencilla actitud vislumbramos el cuidado maternal de María que le lleva a estar atenta a nuestras necesidades, espirituales y materiales. Nos enseña también a comportarnos siempre como Ella, con bondad, cordialidad y disponibilidad hacia los demás. Además, vemos cómo la Virgen no le pide algo concreto a Jesús, solamente le dice que se ha terminado el vino. No lo empuja a realizar un milagro. Ella confía plenamente en su Hijo y está convencida que Él sabe lo que conviene hacer. De María aprendemos a hacer verdadera oración, a presentarle al Señor nuestras carencias y a aceptar con humildad su voluntad. Así como Cristo convirtió el agua en vino, toda nuestra vida, con su gracia, puede transformarse. Pero para ello, hay que llenar las tinajas hasta el borde, es decir, el Señor espera que pongamos a su disposición todo lo que tenemos, que sepamos dar el cien por ciento en todo lo que hagamos y que realicemos nuestros trabajos con perfección.
Reflexión apostólica:
Sólo el amor a Cristo será capaz de despertar en nosotros una mayor entrega, sólo el amor a su Padre nos dará la fuerza para ser santos, sólo el amor a la Iglesia nos hará obedientes y perseverantes, sólo el amor a las almas nos impulsará a trabajar sin descanso, sólo el amor nos hará felices y santos.