Homilia para la Eucaristía del domingo 02 de junio de 2024.
FIESTA DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO.
Éxodo 24, 3-8: Celebración de la Alianza del Sinaí. Con eta Alianza nace Israel como Pueblo de Dios. Dos dimensiones tiene esta Alianza: una, Dios se relaciona con Israel, el Pueblo pertenece a Dios. Otra, se crean lazos de unidad y solidaridad, nace un pueblo nuevo, con un sacrificio de comunión.
Hebreos 9,11-15: Cristo es el Mediador de una nueva Alianza y es el Sumo Sacerdote que ingresa al Santuario con su Sangre.
Marcos 14,12-16.22-25: Celebración de la Cena, que es una Alianza nueva y definitiva De esta Alianza nace el nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia.
1.- En la Historia de Salvación encontramos varias Alianzas, que no son simples acuerdos humanos, sino una relación religiosa entre Dios y el hombre, en la que juega un rol importante el Mediador. Dentro de todas las Alianzas que encontramos en la Sagrada Escritura se destacan dos: la del Sinaí y la del Nuevo Testamento. En la del Sinaí el Mediador fue Moisés, en la del Nuevo Testamento es Jesús. En ambas juega un papel importante la sangre, señal de vida entregada, derramada. Gracias a esta Alianza nace el Pueblo de Dios; Israel en la del Sinaí, la Iglesia en la del Nuevo Testamento.
Por ser Alianza que viene de Dios es Él quien se compromete y nos compromete, de donde se exige de ambas partes fidelidad. Pero también por esta Sangre derramada sobre nosotros todos entramos en comunión y formamos nada más que un cuerpo.
2.- Sólo el sacerdote tiene libre acceso a Dios, ya que es el único que puede ingresar al lugar más santo del Templo. Por eso Jesús es el Sumo y Eterno sacerdote, el único sacerdote de la Nueva Alianza, ya que Él ha ingresado a lo más íntimo de Dios por medio de su Sangre derramada por todos nosotros. Porque al derramar su Sangre daba su vida por todos nosotros. Y así hemos sido purificados y santificados, formando todos con Él un Pueblo santo.
Jesús es nuestro Mediador, el único mediador; Él vino a darnos a conocer lo que Dios Padre quiere de nosotros y nosotros hemos aceptado este querer de Dios. Por eso somos el Pueblo de Dios, la Iglesia, nacida de esta Alianza divina.
3.- Desgraciadamente son muchos los que ignoran que tienen una Alianza con Dios ratificada en el Bautismo. Y por no saber esto no se sienten parte del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.
Son muchos los que han hecho de la Eucaristía un acto de devoción individual, desconectado del sentido de comunión y solidaridad que esto tiene. Desconectan la Eucaristía de la vida en comunión y fomentan un individualismo religioso. No hagamos de la Eucaristía un simple acto piadoso individualista, sino un doble encuentro: con el Señor y con los hermanos.
4.- La Eucaristía renueva la Alianza con Dios, es el Banquete del Reino, es el vino nuevo del Reino que se nos da por anticipado.
Uno de los gestos que más se resalta en los Evangelios es que a Jesús le gustaba comer, dándole un sentido nuevo, signo del Reino de Dios que Él trae. Así, por ejemplo, comenzó su ministerio en un banquete de bodas. Se le criticó que comía con pecadores y gente de mala fama. Dos veces multiplicó los panes para los que lo seguían. Y lo último que hizo antes de morir, lo escuchábamos recién, fue comer con los suyos y darse en alimento a todos para comunicarnos vida nueva en su Sangre como Pueblo de Dios.
Pocas veces se nos dice que uno de los elementos propios de la Eucaristía es el tema dela Alianza, que renovamos y ratificamos.
Celebremos, hermanos, este Misterio y saquemos de él todas las consecuencias.
Hno. Pastor.