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Homilía para la Eucaristía del domingo 30 de mayo de 2021.

Que nuestras fraternidades y familias sean un reflejo de la Santísima Trinidad.

SOLEMNIDAD DE LA SANTISIMA TRINIDAD. 

Deuteronomio 4,32-34.39-40: El texto es una profesión de la fe de Israel en un Dios único. De ahí la exhortación a guardar el Mandamiento capital: el amor total a Él. 

Romanos 8,14-17: Es un texto de contenido trinitario. El cristiano ha recibido el don del Espíritu Santo por ser hijo de Dios y heredero con Cristo. 

Mateo 28,16-20: Jesús resucitado envía a los suyos a enseñar a otros a ser discípulos, de ahí el bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. 

1.- Israel es un pueblo monoteísta; los musulmanes también son monoteístas, es decir, creen y aceptan a un solo Dios. El monoteísmo es uno de los distintivos del Pueblo de Dios, Israel. 

Nosotros los cristianos también creemos en un Dios único, pero con algo que nos distingue de los otros pueblos monoteístas; nosotros creemos en un solo Dios, pero que es tres Personas distintas. Y ahí topa nuestra inteligencia, aunque creemos en este Misterio de Dios. 

Porque en el Nuevo Testamento descubrimos el Amor infinito que el Padre tiene al Hijo. El Padre y el Hijo están íntimamente unidos en este Amor, que se llama Espíritu Santo. Y estos tres son uno solo. Pero este misterio de amor no se cierra en sí mismo, sino sale de sí, Dios comparte su Amor. Y lo comparte derramándolo a todos. Todo existe porque Dios ama y crea por amor. 

2.- Israel tuvo conocimiento del Dios único no por la vía del intelecto, sino por la vía de la historia. Israel tuvo experiencia del Dios que lo ama y lo salva. 

Del mismo nosotros descubrimos el Misterio del Dios único en tres Personas por la vía de la experiencia, como lo atestigua san Pablo en la carta a los Romanos que acabamos de escuchar. Dios se ha donado, comparte ese Amor intrínseco que hay en Él con todos nosotros dándonos a su Hijo hecho hombre y regalándonos su Amor, que es el Espíritu Santo. 

Este Misterio de Dios en la medida que se experimenta y se vive se puede ir comprendiendo. Porque entre el Misterio excelso de Dios y nosotros como que se interpone una nube oscura, la nube del no saber quién es Dios. Pero es Dios quien se da a conocer. ¿A quiénes? No a los sabios y autosuficientes, sino a los humildes y sencillos. A estos se abre la nube del no entender y logran experimentar a Dios. 

3.- El racionalismo, la gente en general no capta y no cree porque no vive. ¿Qué no vive? Lo de Dios, que Él es Uno y tres distintos. Somos tan variopintos en cultura, raza, historias, ideología, etc. Y cada uno tira para su lado. Por eso al mundo le gusta más hablar de uniformidad, confundiéndola con unidad. 

Hoy se utiliza más un vocabulario inclusivo, llegándose incluso a garrafales errores gramaticales. O se impone la uniformidad o se acentúa la diversidad, pero no se llega a lo esencial, que es la unidad. Por eso, creer en la Santísima Trinidad resulta ser todo un desafío. 

4.- Jesús al enviar a los suyos por el mundo les ordena que enseñen lo que Él ha enseñado. Y todo lo que Jesús enseñó se resume en una frase: “Que todos sean uno, como Tú, Padre, estás en Mí y Yo en Ti” (Juan 17,21). 

La manera de ser y vivir en cristiano es a la manera de Dios: en Comunión. Comunión, que no es sinónimo de uniformidad, sino de unidad en la diversidad. Este es el desafío permanente que tenemos. También ahora, cuando pretendemos tener una Constitución nueva. Pero no se trata de cambiar las leyes solamente, sino a nosotros mismos, aprendiendo a aceptarnos y respetarnos como distintos en todo. Ya lo dijo el Papa Francisco: somos un poliedro, muchas caras un solo cuerpo. 

Hoy hacemos comunión. Siendo muchos y distintos somos uno al comer del mismo Pan, que es su Palabra, que es su Eucaristía. Entonces somos imagen del Dios Uno y Trino. 

Hermano Pastor Salvo Beas.