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Homilia para la Eucaristía del domingo 21 de septiembre de 2025.

DOMINGO XXV DEL CICLO C.
Amós 8,4-7: Valiente y detallada denuncia de injusticas sociales en Israel.
1Timoteo 2,1-8: El cristiano debe orar por los constructores de la sociedad, es decir, soberanos y autoridades.
Lucas 16,1-13: Se da a conocer cuál debe ser la actitud del cristiano ante los bienes terrenos. Se debe actuar con astucia en este mundo.

1.- La vivencia de la fe ha de ser encarnada en la realidad, ya que vivimos en este mundo, en medio de sus éxitos y fracasos. Dentro de las realidades de este mundo están los bienes materiales, las riquezas. En el Antiguo Testamento el poseer riquezas se consideraba una bendición de Dios.
Sin embargo se corre el riesgo de endiosar las riquezas, lo que provoca el desorden, las injusticias sociales, lo que denuncia el texto de Amós. La ambición de los poderosos es tan insaciable que ya no celebra las fiestas religiosas como dedicación al Señor, sino como una pesada carga que impide ganar más. Esta ambición es tan grande que lleva a atropellar al prójimo.
2.- La vida de la Sociedad humana necesita de alguien que la regule, la administre en favor de toda la comunidad. Allí está el rol de la autoridad, que al no ser divina, necesita de nuestras oraciones. Porque hay autoridades que se autodivinizan.
El cristiano, ciudadano de este mundo, no puede permanecer indiferente. Por eso el Apóstol insiste en que se debe rogar por los constructores de la sociedad, ya que, por muy poderosos y preparados que sean, necesitan el apoyo, la sabiduría de Dios. Porque Dios quiere que todos se salven, que todos sean plenos y felicidades. Porque el desarrollo del hombre es la gloria de Dios.
3.- Más actual no puede ser el mensaje para toda sociedad, ya que en todas partes hay indicios de corrupción y abusos. Porque tanto en los sistemas de izquierda como de derecha se da este fenómeno y el resultado es el mismo.. “Compraremos a los débiles”, dice el texto. Lo que hoy se manifiesta en sistemas y regímenes populistas que terminan empobreciendo a un país. Y esto Dios no lo quiere.
4.- Por eso el evangelio de hoy es claro. El texto no duda en condenar la corrupción del administrador o funcionario corrupto. Alaba su astucia.
El mensaje del texto es claro: no se puede servir a Dios y al dinero. No podemos idolatrar las riquezas, porque esto siempre lleva al atropello del otro. Y en cualquier sistema económico lo principal es el hombre, la persona humana. Porque es al hombre al que hay que salvar, no al sistema. No se puede perjudicar al ser humano para favorecer una economía. Y es lo que está pasando actualmente en muchos lugares.
Nunca hemos de olvidar que el progreso de un pueblo no se mide por la altura de sus edificios, sino por la felicidad de sus habitantes.
Pongamos las cosas en su lugar. Dios es lo primero, los bienes humanos al servicios de la persona humana. ¿Por qué´? Porque Dios quiere que todos los hombres se salven, se realicen, sean felices y lleguen al conocimiento de la verdad. Miren que Dios nos quiere astutos, pero honestos, mansos, pero no tontos. Celebremos al Señor.
Hno. Pastor.