Comentario al Evangelio del miércoles 16 de julio de 2025.

Solemnidad de Nuestra Señora del Carmen, Madre y Reina de nosotros pueblos chilenos – Jn 19,25-27.
Queridos hermanos y hermanas, hoy celebramos con profunda alegría la Solemnidad de Nuestra Señora del Carmen, Madre y Reina de nosotros pueblos chilenos, estrella luminosa de nuestra historia, mujer del pueblo, mujer de fe, signo de esperanza para todo nuestro país. En su imagen vestida de carmelita, María camina con nosotros desde los comienzos de nuestra patria. En las guerras y en las reconciliaciones, en los dolores y en las promesas, ella ha estado presente. Y hoy, en este Año Jubilar de la Esperanza, una vez más levantamos los ojos y el corazón hacia María, seguros de que ella sigue intercediendo por nosotros. “Junto a la cruz de Jesús estaba su madre…” Hermanos y hermanas, este versículo nos habla de la presencia inquebrantable de María. No huyó, no se escondió, no buscó explicaciones fáciles. Ella permaneció de pie, firme en el amor, fuerte en la fe. Esa misma firmeza la vemos hoy en tantas madres y padres de Chile, en tantos hombres y mujeres que sostienen la vida con esperanza, aun en medio de las cruces cotidianas. La Virgen del Carmen no es una figura lejana ni decorativa: es la Madre que ha estado presente en los momentos más difíciles de nuestra patria. En terremotos, en conflictos, en incertidumbres, en procesos de búsqueda, Ella ha sido refugio, consuelo y guía. Hermanos y hermanas, desde la cruz, Jesús nos hace un regalo inmenso: nos da a su Madre como nuestra Madre. En ese momento, María deja de ser solo la madre de Jesús para convertirse en madre de todos: de Juan, del discípulo amado, de toda la Iglesia… y del pueblo chileno. Nosotros, como pueblo, no estamos huérfanos. En medio de un mundo que a veces parece perdido, en medio de nuestras propias heridas como país, tenemos a María. Ella nos recuerda que Dios no nos abandona, que siempre hay un horizonte, que siempre se puede empezar de nuevo. En este Año Jubilar de la Esperanza, escuchar estas palabras de Jesús, «Ahí tienes a tu madre», es volver a poner nuestra mirada en María, no como un símbolo del pasado, más como una presencia viva que nos educa, nos acompaña y nos llama a la conversión. Hermanos y hermanas, hoy, al celebrar esta solemnidad, no lo hacemos solo con emoción o tradición. Lo hacemos con compromiso. Ser hijos de la Virgen del Carmen es vivir como ella vivió: con humildad, con valentía, con entrega, con esperanza. Este Año Jubilar nos invita a renovar nuestra esperanza como nación. No una esperanza ingenua, más una esperanza sólida, que brota de la cruz y de la Pascua, del Evangelio vivido en lo concreto. María nos enseña que la esperanza no decepciona cuando confiamos en Dios y cuidamos unos de otros.
Virgen del Carmen, Reina de Chile, guíanos por los caminos de la justicia y la paz. Renueva en nosotros la fe, la unidad y la esperanza. Cúbrenos con tu manto, acompaña a los que sufren, y enséñanos a vivir como verdaderos hermanos. Amén. –
Hermano Mauricio Silva dos Anjos – Hermano Menor Capuchino de Chile.