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Homilía para la Eucaristía del domingo 13 de julio de 2025.

DOMINGO XV DEL CICLO C.

Deuteronomio 30,9-14: La Ley está al alcance de todos, ya que está dentro de nosotros. Es Dios en nosotros.

Colosenses 1,15-20: Himno en el que se proclama a Cristo como imagen del Dios invisible. En Él está la plenitud de Dios y en Él Dios reconcilia todo.

Lucas 10,25-37: Jesús aclara lo que es “Prójimo” y así se hereda la vida eterna, es decir, la plenitud.

1.- A la luz de los textos surge la pregunta fundamental: ¿quién es Dios? No podemos definir a Dios, basta con decir que Dios es el Bien, el Sumo Bien, el único Bien total, que se expresa amando; Dios es Amor. Y por amor llama a la existencia a todo. Pero no es un Dios lejano, inalcanzable. No, todo lo contrario, Él está dentro de nosotros, está al alcance de todos. Él ha puesto su Ley, su Voluntad en el interior de cada ser humano. Es Dios en nosotros. Son los paganos los que consideran que Dios está lejos y es indiferente a sus creaturas.
Dios, el Sumo Bien, quiere compartir con nosotros. A tal punto llega este amor de Dios que se hace cercano a nosotros.

2.- En Cristo Dios llega a nosotros. Él es la obra divina de la salvación. Sólo Él es la Imagen perfecta de Dios, porque en Él, en su cuerpo, habita la plenitud de los bienes salvíficos. En Cristo está la plenitud de Dios y en Él hemos sido todos reconciliados.
Bien podemos decir que Dios, en Cristo, se ha hecho prójimo de la humanidad, no nos dio la espalda, al contrario, cargó con todos nosotros. Jesús es el Buen Samaritano que se hace cargo de nosotros en todo sentido. Porque Dios, siendo el Sumo Bien, no se queda encerrado en sí mismo, sino sale de Sí, en una palabra, AMA.

3.- Dios se hizo prójimo de todos nosotros. El ser humano, en cambio, no quiere hacerse prójimo de Dios. Prefiere darle la espalda. El hombre se ha emancipado de Dios, se ha desconectado de Dios, no está ni ahí con Él. Y el último censo realizado en Chile demuestra que esta es una triste realidad. Cada vez son más los que no creen, ni aceptan a Dios en su vida.
Sin embargo muchas veces siente nostalgia de Él, lo echa de menos y lo busca. Y ahí está el problema, ya que muchos lo buscan en templos, en la religión, y no se dan cuenta que lo tienen dentro de sí. No busquemos fuera lo que tenemos dentro.
Y Dios nos está dando un ejemplo a seguir.

4.- La Parábola es la respuesta a todo. ¿Qué hacer para ser pleno, tener la vida eterna? Y Jesús responde: Amar, simplemente amar. ¿A quién? A Dios y al hermano. Y nos indica cómo debemos amar tanto a Dios como al hermano. Hay una sola forma: HACERSE PROJIMO. Es decir, yo, que tengo que salir de mí mismo y “aproximarme” al otro.
Dios, en Cristo, se hizo prójimo nuestro. Y nosotros debemos hacernos prójimo de Dios y del hermano. Porque “quien dice yo amo a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso” (1Juan4,20).
Dios al hacerse prójimo nuestro sale de Sí mismo; del mismo modo nosotros debemos abrirnos al hermano. ¡Si la gente entendiera esto, qué distinto sería todo!
Así como Dios, en su amor, nos toma en serio, también nosotros debemos tomar en serio a Dios y al hermano. Anda y haz tú lo mismo.
Hno. Pastor.