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Comentario al Evangelio del sábado 03 de mayo de 2025.

FIESTA DE LA EXALTACÕN DE LA SANTA CRUZ – Jn 3,13-17

En este tiempo de gracia que es nuestro Año Jubilar, celebramos con profundo gozo la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, signo glorioso del amor redentor de Dios por la humanidad. La Cruz, que fue instrumento de muerte, se ha convertido en fuente de vida, en trono de misericordia y en camino de salvación. Que este Jubileo sea para todos nosotros una oportunidad para reconciliarnos, renovar nuestra fe y caminar con esperanza, abrazando la Cruz no como peso, sino como promesa de resurrección. Al contemplarla, que aprendamos a perdonar, a servir y a amar como Jesús nos amó.

Queridos hermanos y hermanas, hoy celebramos con gozo la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, un día en que la Iglesia nos invita a mirar con fe el misterio más profundo del amor de Dios: Cristo crucificado por nuestra salvación. A primera vista, la cruz es un instrumento de tortura, de muerte y de vergüenza. Pero en las manos de Dios, la cruz se transforma en símbolo de victoria, de vida y de esperanza. Como escuchamos en el Evangelio según san Juan: «Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.» La primera lectura nos recuerda ese pasaje del pueblo de Israel en el desierto. Castigados por su rebeldía, son mordidos por serpientes venenosas. Dios no elimina las serpientes, pero les da un signo de salvación: una serpiente de bronce levantada por Moisés, que cura a quien la mira con fe. Este signo prefigura a Cristo en la cruz: quien lo mira con fe, encuentra sanación, perdón y vida eterna. Hermanos y hermanas, la cruz, entonces, no es un adorno, ni simplemente un símbolo. Es el camino del cristiano. Es allí donde aprendemos a amar de verdad, a perdonar de corazón, a cargar nuestras propias cruces con esperanza. No hay redención sin cruz. No hay resurrección sin sacrificio. Por eso, hermanos y hermanas, exaltamos la cruz. La levantamos no como un signo de derrota, sino de victoria. Como cristianos, no huimos de nuestras cruces; las abrazamos, sabiendo que Jesús va delante de nosotros, y que su amor transforma el sufrimiento en salvación. Hoy te invito a mirar tu cruz: la que llevas cada día en tu vida personal, familiar o laboral. No estás solo. Jesús está contigo. Él ha cargado la cruz por ti y contigo. Y desde esa cruz, te ofrece salvación, vida y amor. Que este Año Jubilar sea para todos nosotros un camino hacia el corazón de Cristo crucificado y resucitado, que nos llama a la conversión, al perdón y a la comunión. Que la Cruz gloriosa de nuestro Señor sea para nosotros puente de gracia y puerta de esperanza hoy y siempre. – Hermano Mauricio Silva dos Anjos – Hermanos Menores Capuchinos de Chile.