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Comentario al Evangelio del martes de octava de Pascua.

«María Magdalena se quedó llorando fuera de la tumba. Mientras lloraba, se inclinó y miró dentro de la tumba.» (Jn 20,11)

La escena del Evangelio de hoy nos presenta a una mujer fiel, marcada por el dolor de la pérdida, pero también abierta a la esperanza. María Magdalena es imagen de tantos de nosotros que, en momentos de sufrimiento, lloran ante la aparente ausencia de Dios.

Pero es en medio del llanto que ella escucha la voz del Resucitado. Jesús está allí, pero ella no lo reconoce inmediatamente. Esto nos muestra que muchas veces, en medio del dolor, Dios está presente, pero nuestros ojos y corazón aún no pueden verlo. La Pascua nos invita a este encuentro transformador con el Resucitado no solo en recuerdo, sino en experiencia viva.

María solo reconoce a Jesús cuando la llama por su nombre. Esto nos recuerda que Dios nos conoce profundamente, nos llama personalmente y nos invita a la misión: «Ve a decirle a mis hermanos.»

Hoy somos nosotros los enviados. La experiencia del Cristo vivo no es para ser guardada, sino para ser anunciada. Que este martes pascual nos ayude a escuchar la llamada del Resucitado y proclamar con la vida: «¡He visto al Señor!» Dios te bendiga y te proteja siempre. Excelente día para usted. –

Hno. Mauricio Silva dos Anjos – Hermanos Menores Capuchinos de Chile.