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Homilía para la Eucaristía del domingo 13 de abril de 2025.

DOMINGO DE RAMOS.


Isaías 50,4-7: el Servidor del Señor, a pesar de todas las dificultades y contradicciones de los sufrimientos, supo confiar claramente en el Señor Y Dios lo capacita para cumplir su misión.
Filipenses 2,6-11: Himno que sintetiza el Misterio de Cristo: afirma la existencia divina de Cristo, su vaciamiento en servicio de los hombres, y es exaltado, recibe el título de Señor.
Lucas, la Pasión: El relato trasluce la bondad y misericordia de Jesús y la aceptación generosa de la Voluntad de Dios.

1.- Una vez más iniciamos esta Semana Santa, diferente, en la queremos contemplar y vivir este Misterio de Cristo. ¿Qué podemos contemplar?
En primer lugar, a la luz de Isaías, podemos contemplar en Jesús, al verdadero Servidor del Señor, la confianza que Él tuvo en el Señor, en Dios su Padre. Porque supo confiar en el Señor, por eso Dios lo capacita para cumplir con su misión. Y ya sabemos cuál es su misión.
2.- Jesús es el Unigénito, el Verbo de Dios, sin embargo, no se aferró a esto sino que supo despojarse de todo para cumplir con lo que Dios quería.
Nos dice san Pablo que se anonadó es decir, se redujo a la nada y optó por ser un servidor más, dando así pruebas de que Él trae la enseñanza que para ser discípulo es necesario tener la actitud de ser un servidor de los demás. Servidor que supo cumplir con todo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
3.- Contemplar la Pasión de Cristo no es para despertar sentimientos de lástima o compasión, sino para movernos a la confianza.
Son muchos los que no ven en su cuerpo atormentado al que es el Hijo eterno de Dios. Sus llagas y sufrimientos escandalizan, asustan, confunden.
Son muchos los que no ven en su cuerpo atormentado al que es el Hijo eterno de Dios. Sus llagas escandalizan, confunden y asustan. No se dan cuenta que para ser discípulo hay que identificarse con el Maestro. El discípulo no es más que su Maestro.
4.- Lucas, el evangelista de la misericordia, quiere destacar en Jesús su bondad y su misericordia para con sus propios verdugos. Incluso los excusa: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”.
Jesús sabe que está en manos de sus enemigos y éstos pueden hacer lo quieran con Él.
Pero también sabe que su suerte está en manos de su Padre, por eso exclama: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, mi alma, todo mi ser.
Hoy comenzamos esta celebración no para andar cari tristes, sino para tomar de Cristo, el Maestro, la lección que corresponde. Sobre todo en el ambiente en el que nos corresponde vivir, más bien hostil, si no indiferente.
Contemplar a Cristo es para que también nosotros tengamos los mismos sentimientos de Cristo Jesús, que supo humillarse, perdonar y prometer.
Hno. Pastor.