Homilía para la Eucaristía del domingo 09 de marzo de 2025.
DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA.
Deuteronomio 26,1-2.4-10: Profesión de fe del israelita que va a presentar las primicias al Señor. Se le dice lo que ha de hacer como expresión de lo que debe ser: un Pueblo de Dios.
Romanos 10,5-13: Se nos ofrece la naturaleza de la fe cristiana, su contenido.
Lucas 4,1-13: Jesús es tentado en el desierto, pero triunfa. Jesús revive los pasos de Israel, pero es fiel a lo que Dios le pide.
1.- Si nos atenemos a los textos que recién escuchábamos, nos daremos cuenta que se establece un paralelo entre la fe del israelita y la fe del cristiano.
El israelita profesa la fe en un Dios que actuó en favor de ellos a través de la Historia de Salvación. Por eso su confesión de fe es sobre hechos concretos, lo que Dios hizo con sus padres en el pasado. Y esta confesión de fe es al mismo tiempo un recordatorio de cómo hay que ser fiel al Señor en todo momento. Y varias veces en el Antiguo Testamento se le recordará al Pueblo de Dios que debe permanecer en la fidelidad a este Dios que siempre fe fiel con ellos.
2.- S i el piadoso israelita debe reconocer y confesar lo que Dios hizo en favor de su Pueblo, san Pablo en su carta nos recuerda en qué consiste la fe nuestra, la fe cristiana. Nosotros también creemos en un Dios que actuó en favor nuestro. ¿De qué manera? Resucitando a su Hijo, rescatando a Jesús del poder de la muerte. Es decir, nosotros creemos que Dios es capaz de vencer a la muerte. Nosotros aceptamos esto en nuestro interior, es decir, “con el corazón se cree”, como dice la carta. Creer es más que un acto de la inteligencia; creer para el cristiano es aceptar en su corazón a Jesucristo resucitado por el poder del Padre. Es decir, nosotros creemos que Dios es capaz de dar vida allí donde no la hay. Este es el meollo de nuestra fe cristiana.
3.- La fe no es un conjunto de doctrinas inertes, sino una actitud: el aceptar el poder de Dios que salva. Ahora bien, nosotros hemos racionalizado la fe, la hemos reducido a doctrinas, pero que nada nos dicen. Cristianos teóricos sobran, cristianos que aceptan – creen en el poder de Dios que salva son pocos. Por eso no se obedece a Dios. Por eso muchos dicen creer en Dios, pero su vida va por otro lado.
4.- Es interesante constatar lo que nos dice el evangelio de hoy. Jesús vivió en carne propia lo que históricamente sucedió a Israel. Vemos:
Israel fue llevado por Dios al desierto y allí estuvo 40 años, Tuvo muchas pruebas, muchas de las cuales no supo superar. Fue un pueblo de cabeza dura, porfiado.
Jesús fue llevado por el Espíritu de Dios al desierto y allí estuvo 40 días. También tuvo pruebas, tentaciones, pero las supo superar.
Israel busca la posesión de una tierra, sus bienes. Jesús, en cambio, tentado, permaneció fiel en medio de las pruebas., se muestra dócil a la Voluntad de Dios, mostrando así que Él es el verdadero Hijo de Dios.
¿Y nosotros? Movidos por el Espíritu entramos a vivir durante 40 días en el desierto de la Cuaresma. Desierto = carencia de todo. Allí es donde es probado el discípulo del Señor.
También nosotros sufrimos la prueba, la tentación, la que puede tener muchos nombres. Y nosotros estamos llamados a ser fieles, es decir, personas de fe, que viven su fe, se afirman en el Dios capaz de vencer todo. Sin la fe en el Dios que salva nada tiene sentido en este mundo.
Hoy se nos invita a renovar nuestra fe, que es una manera concreta de expresar nuestra conversión, de que el Señor es la única razón de ser de nuestra vida. ¿Es así para usted? Piénselo y medítelo.
Hermano Pastor.