HOMILÍA PARA LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO 09 DE FEBRERO DE 2025.
*DOMINGO QUINTO C*
Isaías 6,1-2.3-8: Encuentro personal de Isaías con Dios. En este encuentro Dios da a conocer su identidad, el hombre se reconoce en lo que es, un pecador. Dios le da una misión.
1Corintios 15, 1-11: Cristo resucitó y se manifestó a los Apóstoles. San Pablo da a conocer la doctrina fundamental cristiana.
Lucas 5,1-11: El texto calza con el de Isaías. Así, Cristo manifiesta su gloria, Pedro reconoce su condición de pecador; el Señor lo envía como Pescador.
1.- El texto de Isaías nos narra algo esencial, fundamental para el ser humano: el encuentro. Dios y el hombre se encuentran. Dios da a conocer su grandeza, su superioridad. Dios se manifiesta como el tres veces santo. Como Él no hay otro igual. El texto utiliza un lenguaje simbólico – litúrgico. Dios es el único santo, poderoso y grande, es el Trascendente.
Ante este ser único y terrible Isaías descubre lo que él es: un simple mortal, impuro, incapaz de estar ante Dios. Así como Adán, ante la presencia de Dios, descubre que está desnudo, que es nada, una simple creatura. (cfr. Génesis 3,11-19). Pero este encuentro tuvo sus consecuencias: el Profeta es purificado y enviado, se le da una misión.
2.- Y así como el Profeta tuvo esta experiencia al encontrarse con la grandeza de Dios, también Pablo tuvo la experiencia de los Apóstoles: un encuentro con el Resucitado, ser testigo del Resucitado, quien antes lo transformó, lo convirtió y lo llamó. Con el testimonio de este encuentro Pablo está garantizando la legitimidad de su apostolado. Él es, junto con otros discípulos, testigo del Resucitado, razón de ser de nuestra fe.
3.- Todos los Apóstoles tuvieron una experiencia muy especial. Si bien es cierto que ya eran discípulos, sin embargo no habían tenido este encuentro o experiencia: ver el poder del Señor a través del milagro de la pesca milagrosa.. La experiencia los deslumbra y se reconocen pecadores. “Apártate de mí porque soy un pecador”, dice Pedro. Este encuentro transformó a Pedro y a sus compañeros.
Vale la pena preguntarse: ¿qué necesita un católico hoy día? Que tenga un encuentro con Cristo, una experiencia de lo sobrenatural. La inmensa mayoría de los católicos, de los cristianos, sufrimos esta carencia: no hemos experimentado la grandeza de Cristo, no nos hemos encontrado con Él. Por eso es que nuestro cristianismo es débil, no sabemos dar testimonio de la gesta salvadora de Cristo. Vivimos más bien un cristianismo tradicional y con una débil base doctrinal.
4.- Pero los Apóstoles, como Isaías, experimentaron la grandeza de Dios y por eso, primero, se convirtieron, aceptaron su condición de pecadores y así pudieron estar junto al Señor.
Dios a Isaías, Jesús a los Apóstoles, los capacita y envía. Nos envía a ser pescadores, es decir, misión nuestra es rescatar a los que están sometidos al dominio del mal, del pecado.
Todos somos enviados como testigos, hemos de dar testimonio de una experiencia salvífica, lo que Dios ha hecho con nosotros: el regalarnos su vida nueva, vida de resucitados. Bien podemos nosotros hoy decir con el salmo responsorial: Te cantaré, Señor, en presencia de los ángeles”.
Hno. Pastor.