Ir al contenido principal

Homilia para la Eucaristía del domingo 02 de febrero de 2025.

FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR.

Malaquías 3,1-4: Se anuncia la venida del Señor que entrará a purificar tanto del Templo como al sacerdocio levita.


Hebreos 2,14-18: Jesús, nuestra Salvador, es semejante en todo a nosotros para poder salvar a todos, expiarlo todo.


Lucas 2,22-40: Jesús entra al Templo en brazos de su Madre, es decir, se somete a la Ley, y así da cumplimiento a lo anunciado por el Profeta. Con su presencia Jesús purifica todo, indicando así cuál es su misión.

1.- Hoy la liturgia nos presenta más que un hecho histórico, un misterio: el Señor viene a cumplir con la Ley, con la Voluntad de Dios, y quiere que seamos limpios en su presencia.
Dios, que es la limpieza misma, la santidad misma, no permite, no admite el pecado, la impureza ante Sí, Por esta razón se habla de una purificación. Y así es, Dios, en la Persona de Jesús, viene a purificarlo todo. Porque Él quiere que todo sea limpio, purificado. Por esta razón envía a su Hijo, quien con su presencia santificadora lo purifica todo, especialmente el centro mismo del judaísmo, es decir el Templo. A eso viene, a que todo sea purificado con su presencia salvífica y santificadora.
Por otra parte, estaba dispuesto por la Ley que el hijo fuese presentado al Templo y su madre purificada.
2.- Por esto Él, el Salvador, es presentado como el que es capaz de purificar, limpiar. Porque Jesús vine a purificar al mundo de todo lo que impide estar cerca de Dios. Viene a purificarlo todo. Él es el único capaz de hacerlo ya que comparte todo lo nuestro, nuestra naturaleza humana. Él hace que nosotros también podamos hacerlo todo bien., con dignidad.
No siempre hacemos lo que debemos hacer; más bien lo contaminamos todo con nuestra malicia. Todo lo que nosotros hacemos lo contaminamos con el pecado, y todo lo echamos a perder.
Por eso necesitamos de Alguien que, al mismo tiempo, sea capaz de compadecerse de nosotros y realizar la salvación en el mundo.
3.- Pero dada nuestra naturaleza contaminada, todo lo contaminamos. Incluso lo más sagrado, el culto, si nos descuidamos, lo contaminamos con nuestros mezquinos intereses. Nos conformamos con ritos y ceremonias solamente. Nos esforzamos en realizar actos de culto, pero carentes de contenido. Incuso hasta nuestro sacerdocio ha sido contaminado, y bien sabemos cómo y por qué.
Por eso, ¡qué bueno que el Señor venga entre nosotros a purificarnos de todo, ya que lo necesitamos!
4.- Por eso, con el anciano Simeón podemos darle la bienvenida al Señor, que es Luz que ilumina y purifica todo.
Movido por el Espíritu Santo el anciano Simeón pudo ver en ese Niño en brazos de su Madre Santísima, al Salvador del mundo.
También nosotros y todo el mundo con la ayuda del Espíritu Santo, podemos “Ver”, contemplar al Señor, descubrir su presencia salvadora en toda circunstancia y en todo momento. También a veces en lo insignificante y sin brillo actúa el Señor.
Sin duda que el Señor viene hoy y entra en su Templo, que somos todos nosotros, y viene a purificar. Acojámoslo con cariño y confesemos que Él es la Luz de las naciones y con Él queremos ser iluminados.
Hno. Pastor.