En la verdadera religión, no basta solo la observancia externa de la ley, sino que también se necesita una auténtica conversión del corazón. La ley es un camino para el compromiso con Dios y con los hermanos y hermanas y no puede ser creada para el cierre personal. Cómo hemos vivido la religión: ¿Hemos hecho de la ley un medio o un fin en sí mismo? La Ley que no lleva a la práctica del amor pierde su sentido de existir. –
Hermano Mauricio Silva dos Anjos – Hermano Menor Capuchino de Chile.