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Homilía para la Eucaristía del domingo 26 de mayo de 2024.

SOLEMNIDAD DE LA SANTISIMA TRINIDAD.

Deuteronomio 4, 32-34.39-40: El texto afirma la fe de Israel en Dios, que es uno y único. Por eso Israel obedece a este único Señor que salva y no hay otro.

Romanos 8,14-17: El cristiano tiene una existencia nueva en Cristo bajo el impulso del Espíritu Santo, que Dios regala a los que aceptan a Cristo. La fe se vive bajo la protección del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Mateo 28, 16-20: Jesús, el Enviado con poder, envía a sus discípulos a predicar y convocar a toda la gente en la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

1.- Si en cada Eucaristía celebramos al Señor, hoy de un modo muy especial celebramos al Señor, a ese Dios y Señor único que se da a conocer a su Pueblo como el Dios que salva.

Para Israel lo esencial de su confesión de fe es: Escucha, Israel, el Señor es uno solo”. Fuera del Señor Dios no hay otro, porque el único que salva es el Señor. Y porque cree en este Dios Uno y Único, le tiene que reconocer, amar y obedecer. Debe vivir de acuerdo a esta fe. Por eso el piadoso israelita descarta, desecha la existencia de otros dioses, porque no hay más que uno solo que lo ha salvado y debe serle fiel.

Israel no conoció a Dios en libros o en doctrinas, sino a través de la acción. Porque experimentó en carne propia la acción salvadora de Dios.

2.- Jesús es para cada uno de nosotros la manifestación de Dios que salva. Nosotros los cristianos también creemos en un único Dios y Señor, pero hemos conocido a este uno y único Señor actuando en favor nuestro.  Pues Dios nos ha dado a su Hijo para que creyendo en Él tengamos vida eterna; vida que se nos ha regalado por medio del Espíritu Santo, derramado en cada uno de nosotros. Y nosotros hemos aceptado y creído en Jesús, el Enviado del Padre. Vivimos una vida nueva bajo el impulso del Espíritu Santo que Dios Padre regala al creyente. Bien podemos decir que Dios se ha volcado en favor nuestro mostrando su misericordia para con todos nosotros.

En este Dios creemos y ponemos toda nuestra confianza.

3.- Israel es monoteísta; nosotros también. Pero ¡qué difícil es aceptar el monoteísmo cristiano. Por eso muchos prefieren creer en un Dios, pero sin complicaciones. Dios es uno, pero no se complican pensando en las tres Persona divinas.

Porque Dios es amor por eso se vuelca en el Hijo. El Padre y el Hijo se aman en el Espíritu Santo. Y los tres no son más que uno solo. Y este Dios Uno y tres Personas se vuelca, sale de sí mismo y se da a todos.

 El ser humano, en cambio,  muchas veces vive centrado en sí mismo, con una actitud narcisista, buscando sólo el bien propio. Y Dios no es así-

La fe en este Dios Comunión de Personas es todo un desafío, ya que nos exige derribar muros, descentrarnos para buscar el bien de los demás.

4.- En el breve texto del evangelio se nos presenta la esencia de la fe en Jesús y su Iglesia. Jesús es el Hijo enviado por el  Padre con pleno poder.  Y con este poder nos envía a  construir su Iglesia en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

La fe en la Santísima Trinidad no es para ser entendida, sino vivida. En la medida que se haga vida en nosotros este Misterio lo podremos comprender. Vivir la unidad en la diversidad, saber aceptarnos distintos. Saber vivir atentos a las necesidades del otro y no a las mías solamente. Vivir esto es vivir a Dios, que es Uno y  tres Personas, que por amor se da a nosotros.

Jesús mismo lo dijo: “Que todos sean uno, como Tú, Padre, estás en Mí y Yo en Ti; que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado” (Juan17,21).

Aquí en la Eucaristía hacemos realidad este Misterio formando todos un solo cuerpo, por obra y gracia del Espíritu Santo, que actúa en esta celebración.

Hermano Pastor.