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Homilia para la Eucaristía del domingo 31 de marzo de 2024

DOMINGO DE PASCUA.

1.- Queridos hermanos. Paz y Bien.

Hoy celebramos la Pascua, sí, pero la verdadera Pascua: la de Cristo, que también es nuestra. ¡Cristo ha resucitado! De Pedro y de los demás Apóstoles escuchamos esta proclama: “Cristo ha resucitado según la Escrituras”. Es lo que tradicionalmente llamamos el “Kerigma”, el primer anuncio gozoso. En Cristo Dios ha actuado. ¡Este es el Día que Dios hizo”, el día de la gran gesta salvífica de Dios.

La Resurrección es la clave, el acontecimiento síntesis, que ilumina, aclara todo el Misterio de Cristo. Sin la Resurrección todo es incomprensible: la Encarnación, el oscuro nacimiento en Belén, su vida y su Mensaje, su Pasión y muerte. Pero con la resurrección todo lo de Cristo adquiere su verdadera dimensión salvífica. Más aún, como nos lo dice san Pablo: “Si Cristo no ha resucitado, es inútil, vana, la fe de ustedes, y siguen con sus pecados” (1Corintios 15,17).

Pero no. Gracias a la resurrección real de Cristo nosotros también hemos resucitado con Él. Es lo que hemos celebrado anoche en la Vigilia al evocar el misterio de nuestro Bautismo. Por eso se nos exige una vida nueva, ya que, según el decir de san Pablo, estamos sumergidos en Cristo, el Hombre Nuevo perfecto. Un bautizado tiene la vocación de ser santo, es decir, está llamado a ser distinto a los demás en su modo de ser y actuar. Simplemente digamos que un discípulo del Señor está en otra, debe tender hacia donde está Cristo.

2.- El mundo esto no lo entiende, porque también está en otra. Para el no creyente no existe la resurrección, no existe la vida plena. Por eso su vida es incompleta, no ha recibido el don de la fe.

Muchos están como Saulo antes de conocer al Señor; personas religiosas, hombres de buena voluntad, pero ciegos. Buscan respuesta a sus inquietudes en filosofías, en la ciencia, pero quedan cortos, ya que están ciegos, no se dan cuenta.

Hoy el mundo celebra una Pascua, pero sin Cristo, que  es quien le da sentido a todo. Se conforma el mundo con los huevos y conejitos, pero no han descubierto el porqué de estos signos.

Hay muchos que cuando van a un funeral, por carecer de esta fe esencial, se conforman con decir: “Vuela alto”. ¿Y a dónde volarán? Sólo en Cristo se comprende hasta el misterio de la muerte.

3.- Ya lo dije; la Resurrección de Cristo es la clave. Antes de la resurrección, para los discípulos todo era un rompecabezas que no encajaba, porque faltaba la pieza clave: “Vio y creyó”. El sepulcro vacío enseña a los Apóstoles y a nosotros que a Jesús ya no se le encuentra como antes de su PASIÓN; eso ya no interesa. Ahora hay que descubrirlo entre los vivos. Será gracias al Espíritu Santo que Él nos dejó que sabremos descubrir su presencia: “Aquel día comprenderán que Yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en Mí y Yo en ustedes” (Juan 14,20).

Jesús resucitado sigue viviendo hoy entre nosotros; lo creemos y lo confesamos; y por eso lo celebramos, porque nosotros también hemos visto y creído. Y por eso es que hoy también amamos y cultivamos la vida. El mundo es el que fomenta la cultura de la muerte.

Hermanos, demostremos con nuestras vidas que Cristo vive, que ha vencido a la muerte por el poder el Padre.  Y porque esto creemos y celebramos nos deseamos con cariño una FELIZ PASCUA. Hno. Pastor.