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Homilia para la Eucaristía del domingo 28 de enero de 2024.

DOMINGO CUARTO DEL AÑO.

Deuteronomio 18, 15-20: El texto encara el tema del profetismo en Israel. Hay falsos profetas y verdaderos profetas. Se promete un Profeta ideal.

1Corintios 7,32-35: Pablo habla de la virginidad y celibato como un consejo y no un mandato. El Apóstol da carta de ciudadanía al celibato por el Reino.

Marcos 1, 21-28: Jesús es presentado como poseedor de la Palabra de Dios, es decir, un Profeta, que enseña con autoridad: poder salvador y liberador. Su prédica y enseñanza van de la mano.

1.- ¿Qué es un Profeta?  He aquí lo que aborda la Palabra de Dios. ¿Por qué? Porque existía en el Pueblo de Dios confusión respecto al profetismo.  Había falsos profetas: el profetismo baalístico, de falsos dioses y los mediadores que eran muchos, y todos falsos. Era peligroso, pues estaban encandilados con tantos pseudos profetas. Y así como había falsos profetas también los había verdaderos. Pero también había oyentes falsos y verdaderos. El falso oyente suscita falsos profetas, el verdadero, en cambio,  necesita y obedece al verdadero profeta.

El Profeta es el hombre de la Palabra de Dios que la anuncia al Pueblo. Se destaca, pues, dos responsabilidades: la del Profeta, que debe anunciar, y la del Pueblo, que debe escuchar. En la profecía es Dios quien toma la iniciativa de la comunicación.

2.- Es un error pensar que el profeta es el que predice el futuro, una especie de mago. No. Para el Deuteronomio el Profeta es el que debe liberar de todas esas prácticas que engañan y esclavizan al pueblo sencillo.

Frente a la confusión reinante en el Pueblo de Dios se anuncia un verdadero Profeta, que hablará en nombre de Dios, y no de su propia cosecha. ¿Quién podrá ser? Si bien es cierto que no se especifica a un Profeta en particular, tanto en el judaísmo como en el cristianismo se piensa en un Profeta-Mesías. Así lo sugiere Hechos de los Apóstoles 3,22-23, citando al Deuteronomio: Moisés, en efecto, dijo: «El Señor Dios suscitará para ustedes, de entre sus hermanos, un profeta semejante a mí, y ustedes obedecerán a todo lo que él les diga.  El que no escuche a ese profeta será excluido del pueblo«.

3.- Es cierto que el Espíritu sopla donde quiere (Juan 3,8); también en los pueblos paganos existían profetas. Pero la mayoría de ellos eran falsos: videntes, agoreros, hechiceros, encantadores, espiritistas, etc. Y la gente que siempre quiere conocer el futuro acude a ellos y les cree y hacen caso. Muchos viven engañados y otros se aprovechan de su ignorancia. Y buscan sólo lo que quieren escuchar y no lo que dice Dios. Por eso hay confusión entre la gente. Incluso hasta hoy día, hay gente que es capaz de gastar lo que no tiene para lograr algo por medio de esta gente falsa.

4.- Dios nos ha enviado al Profeta por excelencia, a Jesús, Bendito por siempre. Él habla con autoridad, porque Él es la Palabra salida del Padre. Él es el vencedor de todo mal y a Él tenemos que escuchar. Responsabilidad nuestra es escuchar a Jesús y llevar a cabo lo que Él nos dice.

¡Ojalá hoy escuchen la voz del Señor! Dice el salmo. ¿Quiénes? Todos: los Pastores, los fieles, los gobernantes, los poderosos, en fin, todos. Pero encandilados como estamos por tanta “sabiduría barata” hemos cerrado nuestros oídos y no queremos escuchar al Señor que ha hablado y sigue hablando. Existe hoy día mucha gente crédula, pero pocos creyentes. Crédulos, porque se tragan cualquier cuento. Pocos creyentes, porque no se quiere escuchar al Señor.

Hoy nos ha hablado. María nos dice: “Hagan lo que Él les diga” (Juan 2,5). Y nuestro Padre del cielo nos dice: “Este es mi Hijo querido, mi predilecto. Escúchenlo” (Mateo 17,5).

¿Y nosotros qué estamos esperando?

Hermano Pastor Salvo Beas.