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Homilía para la Eucaristía del domingo 24 de diciembre de 2023

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO.
2Samuel7,1-5.8-12.14-16: Dios promete a David construirle una casa = dinastía eterna. David es el padre del futuro Mesías.
Romanos 16,25-27: Final de la carta. Es un himno de alabanza a Dios, porque por medio de Jesús conocemos el Misterio de salvación: todos por la fe alcanzan salvación.
Lucas 1,26-38: En el texto se destaca:

  • Jesús está directamente conectado con la línea davídica.
  • Tendrá un Reino para siempre.
  • La Fe dócil de María que se deja invadir por Dios.

1.- Ya estamos a las puertas de la Navidad, la celebración del gran Misterio: la Encarnación. Los textos de esta misa del cuarto domingo de Adviento son muy decidores, porque nos presentan lo que podría llamarse el “espacio de la Encarnación”. Dios se vale de la humanidad, pero no de un ente abstracto, sino de algo concreto. El Verbo se encarna en una familia con nombre y apellido; Jesús es de la familia de David, por eso es el Mesías, reconocido por el mundo hebreo como el hijo y heredero de David. En Jesús Dios cumple la Promesa de darle a David un trono permanente, una casa segura. Los judíos erróneamente pensaron que con el Mesías se iba a realizar una monarquía estable para Israel, monarquía que les daría la supremacía sobre todos los pueblos. Pero no es así. El reinado de Jesús, ya lo sabemos, va por otro camino.

  1. Jesús es la manifestación del Plan de Dios, que quiere que todos los hombres se salven (1Timoteo 2,4). Por Jesús nosotros no sólo sabemos que Dios está presente en la humanidad, sino que por Él, al aceptarlo en la Fe, somos justificados, alcanzamos salvación. Este es el Misterio oculto por tanto tiempo que Jesús nos vino a traer y dar a conocer. No es exclusivo para algunos, sino para todos. Todo ser humano tiene la posibilidad de la salvación en Cristo, que es la Mano que Dios nos tiende para que, asidos a ella, podamos ser salvos.
    3.- A muchos, si no repugna, les da risa el oír este mensaje. Les suena a una fábula más, entre tantas como hay. Pero no. Dios llega a nosotros; esta es la gran verdad revelada. Llega a nosotros en la Persona de Jesús de Nazaret, el Hijo de María, que lleno del Espíritu Santo nos trae la salvación.
    Hoy el mundo prefiere creer en otras cosas, tiene sus propias fábulas. No siente la necesidad de salvación, ya que ha caído en la autosuficiencia de creer que se puede salvar a sí mismo. En el fondo es pura falta de fe.
    4.- María es la personificación de la humanidad, de esa humanidad abierta a la acción de Dios. Con razón es llamada la “Favorecida”, la agraciada por Dios. Dios amó y favoreció al género humano, al mundo, a tal punto que le dio a su propio Hijo (Cfr. Juan 3,16).
    El texto cita el Antiguo Testamento para anunciar lo que viene: Jesús, cuyo reino no tendrá fin. Es decir, en Jesús se cumple lo prometido por Dios. Y María creyó, tuvo fe, es decir, acató a Dios. Pablo en la carta a los Romanos dice que Jesús “fue dado a conocer a las naciones para llevarlos a la obediencia de la fe”. De modo que fe es obedecer a Dios. María, es la primera obediente porque creyó a Dios, lo dejó entrar en su vida. María ya no tiene vida privada para Ella, sino es toda para Dios.
    Cristo viene quiere entrar… dejemos que entre. Acatemos a Dios, recibamos a Dios así como la tierra acepta la semilla y fructifica. Dios se siembra en nosotros; se sembró en nosotros en el bautismo, en la Eucaristía, al escuchar su Palabra. Si esto hacemos también nosotros, como María, seremos los “Favorecidos” de Dios. Llega Navidad. Preparémonos. Ah! Un abrazo cordial a todos ustedes. Feliz Navidad de su hermano menor.
    Pastor Salvo Beas.