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Homilía para la Eucaristía del domingo 17 de diciembre de 2023.

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO.

Isaías 61, 1-2.10-11: Una buena noticia: la presencia del Espíritu, que viene a revitalizarlo todo. Todo lo que aflige al hombre desaparecerá, habrá libertad. Se va a implantar la justicia del Señor.

1Tesalonicenses 5,16-24: Dice el Apóstol, ya que tienen el Espíritu vivan alegres, no lo sofoquen. Al contrario, hay que discernir; se debe examinar todo a la luz del Espíritu para vivir en paz.

Juan 1,6-8.19-28: El texto tiene dos partes. Una, se presenta al Bautista como testigo de la luz: de Cristo. Dos, el testimonio del mismo Juan: debe dar cuenta de la presencia de Jesús en medio; hay que descubrirlo.

1.- El oráculo de Isaías sonó en el siglo VI A.C. muy distinto a lo que pudo haber sonado en el tiempo de Jesús y también en nuestro tiempo. Todos tenemos la experiencia de esto; un mismo anuncio tiene distintas resonancias. Así, por ejemplo, “la alegría ya viene”. Cómo resonó este oráculo en los oídos de los desterrados de Babilonia, cómo en los tiempos de Jesús. Y cómo resonó en nuestros oídos.  Y lo interesante que este mismo oráculo trasciende el tiempo, va más allá. ¿A qué apunta? A la presencia del Espíritu, que es fuente de vida, es causa de una auténtica transformación. Porque las semillas del Reino de Dios están presentes, Él las sembró en la humanidad. De ahí que este anuncio sigue siendo válido y actual. ¡Que venga la libertad, la liberación verdadera, esa libertad que es integral!

2.- Por eso san Pablo invita a la alegría, a ser optimistas a pesar de todo. Ya que esperamos a Cristo, debemos trabajar por nuestra propia santificación para encontrarnos con Cristo. Es imposible descubrir en todos los acontecimientos la presencia de este Espíritu creador y liberador.

No debemos extinguirlo, al contrario, debemos examinarlo todo y descubrir cómo va germinando esta semilla de salvación.

Tenemos que saber leer las señales de los tiempos, analizar todos los acontecimientos desde la perspectiva de la fe y así ver qué nos pide el Señor para este momento de la historia. Pero para esto hay que estar despiertos, atentos.

3- Y ahí está lo malo. El mundo está tan embebido de lo material que es incapaz de darse cuenta que el Señor algo nos está diciendo.  Se menosprecian instancias preciosas de reflexión para descubrir entre todos lo que es bueno, lo mejor. El mundo no ha sabido aprovechar las instancias de reflexión y búsqueda, como han sido las Asambleas de la ONU; la COOP, (felizmente, logró un acuerdo positivo);  los distintos espacios de decisión a veces no son aprovechados  porque cada uno se enfrasca en sus propios intereses. Hoy tenemos en Chile una instancia concreta: decidir la suerte de nuestra Patria. Toda decisión, sea cual sea, será válida si se toma con madurez y libertad. Y todo será válido si sabemos respetar la decisión.

4.- La figura del Bautista es todo un signo. Él no es el Mesías, sino el que  lo anuncia. El Bautista es cada uno de nosotros que con fe debemos anunciar una verdad que está más allá de nuestro presente. Hoy se nos está diciendo que “EN MEDIO DE USTEDES HAY ALGUIEN A QUIEN NO CONOCEN”. No nos engañemos ni ilusionemos. El Señor está presente y viene a salvar. Siempre está viniendo. Que las luces de la Navidad no nos enceguezcan e impidan descubrir al Señor presente y que quiere salvar.

Con el Profeta digamos fuertemente: “Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios…Porque así como la tierra da sus brotes, así el Señor hará germinar la justicia y la alabanza ante todas las naciones”. Eso creemos, eso esperamos y esto celebramos en esta Eucaristía, que es un anticipo del Misterio de la salvación. No olvidemos que estamos grávidos de Dios, no lo abortemos, sino dejemos que se manifieste en cada uno de nosotros. Entonces sí que tendrá sentido la Navidad, como la tuvo para el “Poverello” de Asís, quien nos enseña a contemplar la presencia del Dios escondido en medio nuestro,

Hermano Pastor Salvo Beas.