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Homilía para la Eucaristía del domingo 10 de diciembre de 2023

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO.

Isaías 40,1-5.9-11: A un pueblo en el destierro se le da una noticia consoladora: el fin del destierro. Una nueva liberación, un nuevo Éxodo; hay que prepararlo.

2Pedro 3,8-14: El tema es la Venida del Señor. Hay que saber esperar. Dios tiene su tiempo, muy distinto al nuestro. Él nos tiene paciencia.

Marcos 1,1-8: Inicio del Evangelio, que es Buena Noticia. Se muestra a Juan como el mensajero que tiene la misión de preparar el camino por medio del bautismo de conversión = cambio de camino.

1.- Hermanos, en este segundo domingo de Adviento, tiempo de esperanza, todo resuena a cambio, a transformación. A un pueblo desterrado allá en Babilonia, desterrado, pero instalado, acomodado, el Profeta grita: “Preparen el camino en el desierto”, es decir, salgan de sus comodidades, de su vida instalada y burguesa y vayan al desierto. Porque el desierto fue el sitio donde se encontró con Dios y vivió de Él. Fue en el desierto donde Israel se casó (Alianza) con Dios. Por eso, debe salir al desierto y allí preparar el camino al Señor que viene. El desierto, lugar del encuentro con Dios, es donde Israel encontrará en camino, es decir, un estilo de vida nuevo. Así como en el primer Éxodo Dios sacó a su Pueblo de Egipto y lo llevó al desierto para transformarlo en su Pueblo, también ahora Isaías anuncia un segundo Éxodo, que debe ser también en el desierto. Por eso el texto de Isaías insiste que es en desierto donde hay que preparar el camino.

2.- El Señor viene a salvar. La carta hace una distinción que nos aclara bastante la idea de la venida del Señor. Existe el tiempo de Dios: “Kairós” y el tiempo humano: “kronos”. Mirar las cosas desde nuestra categoría (Kronos) no sirve, no entendemos. Hay que verla desde la perspectiva de Dios (Kairós). Dios en su tiempo, distinto al nuestro, interviene para transformarlo todo. Se habla de un cielo nuevo y una tierra nueva, indicando así que cuando Dios interviene y es aceptado se produce una nueva creación; tenemos un cielo nuevo, un mundo nuevo, un hombre nuevo. Por eso que la Palabra está llamando a un Éxodo.

3.- Y ese es el punto. La espiritualidad bíblica-cristiana es una espiritualidad del Éxodo: siempre en salida, siempre renovándose

Hay cristianos instalados: en sus comodidades, en sus costumbres, en sus ritos y en su vida aburguesada. ¡Nada se debe cambiar! Porque siempre ha sido así, dicen ellos. Incluso se ponen reacios a cambios tan evidentes como ha sucedido con la Divina Liturgia. Y están equivocados. Quien está firmemente asido al Señor no teme a los cambios. El que se instala en sus mezquinas comodidades tiene horror al cambio y se pone violento. No se dan cuenta que el Señor está gritando: ¡Ponte en camino! ¡Desinstálate, despercúdete de tu vida añeja” Mira que traigo algo nuevo.

4.- Por eso el Bautista, en la misma línea de Isaías, nos está invitando a “sumergirnos”, es decir,  bautizarnos en el Señor, que nos trae algo nuevo, algo mejor. Nos trae un orden nuevo.

Es por esto que el Adviento es también un llamado a la vida sobria. El atuendo del Bautista es todo un signo.

Metidos como estamos en un ambiente consumista, se nos invita a un cambio, a un cambio de camino, de rieles, de vida. ¿Y qué mejor camino que el que viene? “Yo soy el Camino”. Es Él quien viene a recrear, a transformarlo  todo. “yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa”. (Isaías 43,19). Y en el Apocalipsis 21,5 dice: «Yo hago nuevas todas las cosas». La mejor manera de esperar al Señor que viene y quiere intervenir para salvar es preparando el camino, es haciendo un cambio de vida total. ¿Qué estamos esperando? Comencemos, hermanos, porque hasta ahora poco o nada hemos hecho.

 Hermano Pastor Salvo Beas.