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Homilía para la Eucaristía del domingo 12 de noviembre del 2023.

DOMINGO XXXII DEL AÑO.

Sabiduría 6,12-16: Reflexión sobre la Sabiduría, que es un atributo de Dios. Es personificada; se deja encontrar por el que la busca.

1Tesalonicenses 4,12-18: Pablo habla de la resurrección como  un encuentro con el Señor. El que acepta a Cristo por la fe correrá la suerte de Cristo: resucitará con Él.

Mateo 25,1-13: Comparación del Reino con una celebración solemne de una boda. Lo importante es estar preparado.

1.- Podría decirse que la Palabra de Dios hoy nos quiere insistir en algo fundamental: el Encuentro. Así, según la primera lectura, el encuentro con la Sabiduría de Dios es el fruto de la iniciativa de Dios y la apertura del hombre. Es la Sabiduría la que se deja ver, se anticipa a darse, está sentada a la puerta, dice el texto, y es ella la que busca a los dignos y les sale al encuentro.

Y el hombre ama la sabiduría, la busca y vela por ella. El resultado: se produce el encuentro entre Dios y el hombre. Y así fue: el  Verbo del Padre, la Sabiduría eterna de Dios, se hizo hombre y habitó en medio nuestro. En Cristo se produce el encuentro definitivo entre la humanidad y la divinidad. Por eso san Juan dice que “vino a los suyos, y los suyos no la recibieron” (Juan 1,11). Pero también dice el mismo evangelista que a los que aceptaron la venida del Señor Dios los hizo capaces de ser hijos suyos (cfr. Juan 1,12).

2.- Cuando el Apóstol Pablo quiere hablarles a los tesalonicenses acerca de la  “Venida del Señor”, la describe como un Encuentro entre el que cree en Él, es decir, el hombre de fe, y el Señor que viene. Categóricamente dice: “seremos llevados al encuentro de Cristo y así permaneceremos con el Señor para siempre”.

Hoy día hacen falta personas que se encuentren con el Señor. Porque la inmensa mayoría es cristiana por tradición, ni abe por qué es cristiana. Sólo el que se ha encontrado  con el Señor, es verdadero discípulo es verdadero cristiano. Y el encuentro es con el Resucitado, corremos la suerte de Cristo. Si con Él morimos, viviremos también con Él

3.- El Papa Francisco dice en la “Fratelli tutti” n.215: La vida es el arte del encuentro, aunque haya tanto desencuentro por la vida”.  Para nosotros los cristianos el modelo de encuentro es Dios, como lo hemos visto ya.

Pero es necesario desarrollar una cultura del Encuentro, que tiende a formar el poliedro de la vida: muchas caras, pero un solo cuerpo; muchos lados, pero todos formando una unidad cargada de matices.

¿Qué significa hablar de Cultura del encuentro? Es buscar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes. Pero el hombre sin Dios no tiende puentes, sino levanta muros…y vemos lo que está sucediendo. Antes fue la gran muralla en China, luego las ciudades amuralladas; tuvimos el muro de Berlín y después, en la ciudad llamada “Santa” también un muro. ¡Qué vergüenza! He aquí el papel de la religión.  La religión no justifica el enfrentamiento, sino el encuentro.

4.- Una vez más la Palabra nos presenta el Misterio del Reino como un gran encuentro, el Banquete de bodas. Todos estamos invitados a participar, a todos llega la misma consigna: “Ya viene el Esposo, salgan a su encuentro”. Pero, ¿estamos preparados? En otra parte de la Escritura Santa se nos advierte que no nos durmamos. Aquí más bien es una advertencia que debemos estar siempre prevenidos, preparados. San Agustín dirá: con el aceite de la caridad, ya que sin caridad nada somos. No basta con estar invitados al Reino, al Banquete. De hecho, todos somos invitados. Es necesario una real entrega y servicio al Señor y a los demás.

Tener aceite, es decir, tener también el sentido de pertenencia a la comunidad de los discípulos.

Hoy viene el Esposo, ¡salgamos a su encuentro!

Aquí se produce el encuentro con el Señor siempre y cuando estemos dispuestos a derribar muros, esos muros que cada uno construye, y ser capaces de tender puentes. El Puente entre Dios y los hombres es Cristo. El Puente entre nosotros es Cristo, que se da a cada uno de nosotros en la comunión. Es el Señor quien sale al encuentro, es el creyente el que acepta al Señor que llega. ¿Resultado? COMUNION.  Hagamos de este Misterio una realidad.

Hermano Pastor Salvo Beas.