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EDD. lunes 09 de octubre de 2023.

Hoy, lunes, 9 de octubre de 2023

Primera lectura

Comienzo de la profecía de Jonás (1,1–2,1.11):

Jonás, hijo de Amitai, recibió la palabra del Señor: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama en ella: «Su maldad ha llegado hasta mí.»» Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor; bajó a Jafa y encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio y embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos del Señor. Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar, y se alzó una gran tormenta en el mar, y la nave estaba a punto de naufragar. Temieron los marineros, e invocaba cada cual a su dios. Arrojaron los pertrechos al mar, para aligerar la nave, mientras Jonás, que había bajado a lo hondo de la nave, dormía profundamente.
El capitán se le acercó y le dijo: «¿Por qué duermes? Levántate e invoca a tu Dios; quizá se compadezca ese Dios de nosotros, para que no perezcamos.»
Y decían unos a otros: «Echemos suertes para ver por culpa de quién nos viene esta calamidad.»
Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás. Le interrogaron: «Dinos, ¿por qué nos sobreviene esta calamidad? ¿Cuál es tu oficio? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué pueblo eres?»
Él les contestó: «Soy un hebreo; adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme.»
Temieron grandemente aquellos hombres y le dijeron: «¿Qué has hecho?» Pues comprendieron que huía del Señor, por lo que él había declarado.

Entonces le preguntaron: «¿Qué haremos contigo para que se nos aplaque el mar?» Porque el mar seguía embraveciéndose.
Él contestó: «Levantadme y arrojadme al mar, y el mar se aplacará; pues sé que por mi culpa os sobrevino esta terrible tormenta.»
Pero ellos remaban para alcanzar tierra firme, y no podían, porque el mar seguía embraveciéndose. Entonces invocaron al Señor, diciendo: «¡Ah, Señor, que no perezcamos por culpa de este hombre, no nos hagas responsables de una sangre inocente! Tú eres el Señor que obras como quieres.»
Levantaron, pues, a Jonás y lo arrojaron al mar; y el mar calmó su cólera. Y temieron mucho al Señor aquellos hombres. Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos. El Señor envió un gran pez a que se comiera a Jonás, y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches seguidas. El Señor dio orden al pez, y vomitó a Jonás en tierra firme.

Palabra de Dios

Salmo

Jon 2,3.4.5.8

R/.
 Sacaste mi vida de la fosa, Señor

En mi aflicción clamé al Señor
y me atendió;
desde el vientre del abismo pedí auxilio,
y escuchó mi clamor. R/.

Me arrojaste a lo profundo en alta mar,
me rodeaban las olas,
tus corrientes y tu oleaje
pasaban sobre mí. R/.

Yo dije: «Me has arrojado de tu presencia;
quién pudiera ver de nuevo tu santo templo.» R/.

Cuando se me acababan las fuerzas
me acordé del Señor;
llegó hasta ti mi oración,
hasta tu santo templo. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,25-37):

En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: «Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.» ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Queridos amigos

Hoy leemos un evangelio que siempre nos interroga y nos inquieta por dentro por su claridad y actualidad; su mensaje no pasa de moda; no podemos leerlo y ya está. Es tan claro que por sí mismo nos invita a pararnos a pensar qué personaje de la parábola soy: el sacerdote, el levita, el samaritano, el posadero.

¿Quién es mi prójimo?, es decir, de qué nacionalidad, de qué raza, de qué color, de qué religión, de qué partido, de qué sindicato o formación es. A veces cuánto hablamos y discutimos de todo esto, mientras “mi prójimo” está ahí esperando una respuesta sincera y concreta. La parábola no habla de nada de esto, sino de la actitud que debemos tener ante un hermano necesitado; de lo que debemos hacer.

Mi prójimo es cualquier persona que necesite cuidado, atención, ternura… Y atenderla  como lo hizo el samaritano: con los ojos abiertos para ver el problema; con los pies ligeros para acercarse al necesitado, las manos prontas para darle consuelo, curación o buscando recursos para que otros se ocupen cuando nosotros no podemos hacerlo. El samaritano puso en jaque toda su persona y sentidos para solucionar aquel problema urgente que tenía delante de él. No era cuestión de discusión si era tal o cual… era una persona que necesitaba ayuda inmediata. Y él se la brindó por encima de otra cualquiera consideración.

Anda, y haz tú lo mismo”: Esa es la vocación profunda del seguidor de Jesús, es decir, cuidar, consolar, ayudar como actitud permanente, profunda y activa del comportamiento del seguidor de “Aquel ( Jesús) que pasó por el mundo haciendo el bien a todos y curando toda dolencia”. Es una actitud vital que debe expresarse siempre que se encuentre una persona en necesidad o en dificultad. El cristiano no puede pasar de largo o mirar hacia otro lado; no puede quedarse tranquilo mientras el otro le necesite.

La tentación de hoy es “desentendernos de los demás”, hacer como Jonás que huyó de la misión que Dios le encargó. No querernos complicarnos la vida y a veces preferimos dar unas monedillas y sentirnos satisfechos, mientras  las personas necesitadas siguen ahí tendiéndonos la mano pidiendo una ayuda. Como dice el Papa Francisco: “no es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede “a un costado de la vida” (Fratelli tutti). Los pobres y necesitados siempre los “tendréis con vosotros”, dijo Jesús. Y siempre serán esa voz que inquieta nuestra conciencia.

Vuestro hermano
José Luis Latorre, Misionero Claretiano

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy