Skip to main content

EDD. lunes 02 de octubre de 2023.

Hoy, lunes, 2 de octubre de 2023

Primera lectura

Lectura de la profecía de Zacarías (8,1-8):

En aquellos días, vino la palabra del Señor de los ejércitos: «Así dice el Señor de los ejércitos: Siento gran celo por Sión, gran cólera en favor de ella. Así dice el Señor: Volveré a Sión y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén se llamará Ciudad Fiel, y el monte del Señor de los ejércitos, Monte Santo. Así dice el Señor de los ejércitos: De nuevo se sentarán en las calles de Jerusalén ancianos y ancianas, hombres que, de viejos, se apoyan en bastones.
Las calles de Jerusalén se llenarán de muchachos y muchachas que jugarán en la calle. Así dice el Señor de los ejércitos: Si el resto del pueblo lo encuentra imposible aquel día, ¿será también imposible a mis ojos? –oráculo del Señor de los ejércitos–. Así dice el Señor de los ejércitos: Yo libertaré a mi pueblo del país de oriente y del país de occidente, y los traeré para que habiten en medio de Jerusalén. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios con verdad y con justicia.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 101,16-18.19-21.29.22-23

R/.
 El Señor reconstruyó Sión, y apareció en su gloria

Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R/.

Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R/.

Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia,
para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,46-50):

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante.
Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: «El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante.»
Juan tomó la palabra y dijo: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.»
Jesús le respondió: «No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

Carmen Fernández Aguinaco

Memoria de los Santos Ángeles de la Guardia

A los niños siempre se les pregunta qué quieren ser cuando sean mayores. Ser mayor, ser grande, se presenta como ideal. Sería raro que alguien contestara que quiere ser pequeño. Enseguida pensaríamos que tiene complejo de Peter Pan, y, los más avanzados, buscarían un psicólogo para un niño que no parece “normal”, que no quiere dejar de ser niño. El ideal es la grandeza y una grandeza llena de gloria. Es a ser grande a lo que aspiramos, no a ser pequeños. Los padres desean que sus hijos sean grandes, que lleguen a ser alguien, que triunfen.  Y en este mundo, triunfar puede querer decir tener el coche de última moda, ser capaz de dar discursos políticos (por muy vacuos que sean la mayoría de las veces), tener un título… o estar en posesión de las mejores armas.

No creo que Jesús pretenda que fracasemos, que no crezcamos o que no lleguemos a la edad adulta. Pero parece ser que su definición de grandeza es algo distinta a la idea que se suele tener sobre grandeza. No se trata de títulos ni de posesiones, sino de la identidad de los ciudadanos del reino, los cristianos. El antiguo catecismo preguntaba: “¿Qué es ser cristiano?” Y la respuesta era: “Ser cristiano es ser discípulo de Cristo.”

Otro pasaje del Evangelio dice que el discípulo no puede ser mayor que el Maestro. Y el maestro: “se vació a sí mismo”. Ser pequeño en el vocabulario de Dios es, nada más y nada menos que ser tan grande como el Maestro. El cristiano no está llamado a la pequeñez, sino a una inmensa grandeza. Entrar en el Reino, ser del Reino, significa ascender a la mayor grandeza. Haciéndose, paradójicamente, mínimo. Porque solo Cristo Jesús, obediente hasta la muerte, es grande.

¿Qué significa hacerse pequeño, entonces? Pienso que, simplemente, ese “ver continuamente el rostro de Dios” de los ángeles de la guarda que celebramos hoy, significa desprenderse de toda pretensión de poder, de mérito, o de ascendencia sobre alguien. Ver constantemente el rostro de Dios es saber que toda la grandeza que yo mismo pueda alcanzar, todos los triunfos que pueda cosechar, tienen su causa última en el poder de Dios, y no en el mío. Ver constantemente el rostro de Dios significa tener siempre presente el porqué de las cosas. Y también el “para quién”. Es aceptar la luz y la verdad de Dios sobre uno mismo y sobre el mundo. Y es alcanzar la grandeza de tal visión.

Carmen Fernández Aguinaco

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy