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Homilía para la Eucaristía del domingo 10 de septiembre de 2023.

DOMINGO XXIII DURANTE EL AÑO.
Ezequiel 33,7-9: Se define lo que es un profeta, es un centinela de Dios para el Pueblo. Es la boca
de Dios, un instrumento de su Palabra. Por eso tiene una tremenda responsabilidad, no puede
dejar de hablar.
Romanos 13,8-10: La virtud suprema del cristiano: el amor mutuo. Cada uno está endeudado con
el hermano, le debe amor.
Mateo 18,15-20: La importancia de la comunidad, la corresponsabilidad frente al hermano caído.
Pero siempre debe haber lugar para la misericordia.


1.- Todo ser humano está llamado a ser maduro, a ser persona. Y en la medida que es capaz de
salir de sí mismo y relacionarse con el otro es más persona y más madura. El ser humano, la
persona vive en la comunidad, de la comunidad y para la comunidad.
Y el cristiano no está exento de esto, al contrario, su fe se desarrolla y crece en el seno de la
comunidad. Por eso, todos somos corresponsables los unos de los otros, especialmente con el
hermano caído, ya que es miembro vivo del cuerpo, de la comunidad.
Ya Dios, por medio del Profeta, nos está dando a entender que cada uno de nosotros es como un
centinela del otro. No sólo el profeta, sino cada uno de nosotros es responsable de la suerte de los
demás. Así como el centinela o atalaya está vigilante y atento para avisar de los peligros que le
vienen al pueblo desde fuera o del interior. Tanto el profeta como cada miembro de la comunidad
deben estar vigilantes para que a la comunidad le vaya bien.
2.- Y el motivo de esta responsabilidad no es otro que el amor. Dentro de las muchas deudas que
hemos contraído, la más importante es la del amor mutuo. Cada uno de nosotros le debe amor a
su hermano, y en esto somos inexcusables. Si no asumimos esta responsabilidad estamos dando a
entender que todavía somos inmaduros. Como dice el profeta en otra parte, seríamos unos
“perros mudos, incapaces de ladrar” (Isaías 56,10).
3.- ¡Qué bien nos viene esta Palabra del Señor!
Estamos viviendo y respirando un clima de terrible individualismo. Cada uno se preocupa
solamente de sí mismo sin importarle lo demás. Individualismo que lleva a no meterse en el otro,
en no interesarse del otro. Hoy día cada uno se siente tan dueño de sí mismo que justifica todo
asomo de egoísmo. “Soy dueño de mi cuerpo y hago lo que quiero con él”; con esto se justifica
hasta el aborto.
Nuestra sociedad no quiere escuchar los llamados que hacen los pastores al sentido de
corresponsabilidad.
Desgraciadamente la clase política, los grupos, cada uno busca sus propios intereses y la gente se
siente cada vez más desprotegida. Y no es eso lo que quiere el Señor.
A nuestra sociedad chilena se le ha olvidado que es un deber de cada uno de nosotros ser
constructores del Bien Común; más bien nos estamos convirtiendo en destructores del Bien
Común.
4.- El Evangelio es claro. Debemos interesarnos los unos de los otros y procurar corregirnos unos a
otros, pero con respeto. Mateo pone de relieve la importancia de la comunidad a la hora de
buscar caminos de comunión y fraternidad.
Los principios de Libertad, igualdad y Fraternidad pareciera que no calaron en nuestro continente.
Mucho se habla de libertad y de igualdad, pero se falla en lo esencial: la Fraternidad. Todos somos
hermanos y debemos sentirnos responsables los unos de los otros. Sin la vivencia de una
verdadera Fraternidad no se sustenta ni la Libertad ni la Igualdad.
Jesús nos enseña de un modo concreto cómo construir la verdadera comunidad, con la corrección
fraterna, siendo tolerantes y, si fuere necesario, misericordiosos. Porque en el camino entre la
discordia y la concordia está la misericordia.

Hermano Justo Pastor Salvo Beas.