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EDD. lunes 04 de septiembre de 2023.

Hoy, lunes, 4 de septiembre de 2023

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (4,13-18):

No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Esto es lo que os decimos como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Palabra de Dios

Salmo

Salmo responsorial Sal 95,1.3.4-5.11-12a.12b-13

R/.
 El Señor llega a regir la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.

Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo. R/.

Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar
y cuanto lo llena; vitoreen los campos
y cuanto hay en ellos. R/.

Aclamen los árboles del bosque,
delante del Señor, que ya llega, ya llega
a regir la tierra: regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,16-30):

En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él.
Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.» Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.
Y decían: «¿No es éste el hijo de José?»
Y Jesús les dijo: «Sin duda me recitaréis aquel refrán: «Médico, cúrate a ti mismo» y’ «haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún».»

Y añadió: «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos habla en Israel en tiempos de] profeta Elíseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

Palabra del Señor

REFLEXIÓN :

José M. Vegas cmf

Volver a empezar

Durante el tiempo ordinario del año litúrgico vamos leyendo los evangelio sinópticos, empezando por el de Marcos, siguiendo con el de Mateo, y terminando con el de Lucas, cuya lectura comenzamos hoy. Realizamos así tres veces, desde la óptica peculiar de cada evangelista, el camino de seguimiento de Jesús. No se trata de una mera repetición, sino de un proceso pedagógico que implica un verdadero progreso. Y es que Marcos es el evangelio del principiante (del catecúmeno), el de Mateo es el del catequista ya experimentado, y el de Lucas, el del erudito cristiano que desea profundizar en el conocimiento de Cristo. El fin de este proceso es la madurez cristiana, que encontramos en el evangelio de Juan (que leemos preferentemente en los tiempos litúrgicos fuertes), el evangelio del presbítero, esto es, del anciano que se deja ceñir por Cristo y se entrega sin condiciones.

Y, sin embargo, este “volver a empezar” que iniciamos hoy, nos recuerda también que somos eternos principiantes, que deben volver una y otra vez a la experiencia originaria del primer encuentro con Jesús. Y esto es así porque, en buena medida, pese a toda nuestra experiencia de vida cristiana y eclesial, tenemos que reconocer que, como los paisanos de Jesús, nos resistimos a la novedad de su mensaje y a la aceptación de su persona. De hecho, la familiaridad con Él puede ser un obstáculo para esa aceptación: nos parece que lo conocemos demasiado bien, que poco puede ya enseñarnos, y que, en consecuencia, tenemos la autoridad para corregir lo que os dice, si es que esto no encaja en nuestros esquemas. Es lo que sucede en el texto que hemos leído hoy: los paisanos de Jesús, más que admirarse de su doctrina, se extrañaron de que les hablara sólo de la gracia, y no mencionara también la venganza, de la que habla Isaías en el texto comentado (cf. Is 61, 2) y que Jesús expresamente omite. Posiblemente, los habitantes de Nazaret (como nos sucede un poco a todos) querían para sí la gracia, y la venganza para sus rivales y enemigos, que bien podrían ser los habitantes de la cercana Cafarnaún. De ahí, el reproche que Jesús les dirige y que desata definitivamente su ira: con frecuencia los lejanos y por completo extraños, como Naamán el sirio, o la viuda de Sarepta, están más abiertos a la acción salvífica de la gracia que los que se consideran cercanos, pero que acaban forzando a Jesús alejarse.

Volver a empezar significa para nosotros tener de nuevo la oportunidad de abrir los oídos y el corazón a la Palabra de Jesús con la confianza de un niño, para adquirir así la sabiduría cristiana que Lucas nos enseña, y que consiste en aceptar el camino de Jesús que lleva a la cruz y a la vida nueva de la resurrección, objeto de nuestra esperanza, como nos recuerda Pablo, pero que está ya operando en nosotros, en la medida en que acogemos a Jesús sin prejuicios y sin condiciones.

Fuente : https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy