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Homilía para la Eucaristía del domingo 03 de septiembre de 2023.

DOMINGO XXII DEL AÑO.

Jeremías 20, 7-9: El profeta abre su corazón y confiesa sentirse decepcionado con Dios. No quiere predicar, pero no puede resistirse a la voluntad de Dios, ya que se siente seducido por Él.

Romanos 12,1-2: Exhortación a vivir en sintonía con Dios; es la única manera de poder discernir la Voluntad de Dios.

Mateo 16,21-27: Jesús anuncia su Pasión, lo que decepciona a los discípulos, y da a conocer las condiciones para ser discípulo.

1.- Muchas veces en la vida sufrimos decepciones; habíamos puesto nuestra ilusión en algo o en alguien y nos sentimos luego decepcionados, frustrados. Incluso nos puede suceder esto en el plano religioso. Si me acerco a Dios me va a ir bien, no tendré problemas. Y no es así. En estas circunstancias nos dan ganas de renunciar a todo.

Esto le sucedió al profeta, que se  sintió llamado y elegido por Dios para hablar en su nombre; sin embargo no quiere seguir ya que tiene que anunciar calamidades. Mejor no seguir, pero no puede. Confiesa que se siente seducido por Dios. La atracción por Dios es más fuerte que su decepción.

Los discípulos de Jesús tuvieron también la misma experiencia. Estaban encandilados por Jesús, el Mesías. Pero al anunciarles su Pasión prefieren renunciar. Así como Pedro en nombre de los 12 confesó que Jesús era el Mesías, también ahora en nombre de los 12 pretende disuadir a Jesús. Pedro fue proclamado Piedra firme de fe, ahora es una piedra de tropiezo. Toda una decepción.

2.- La vida cristiana es un sacrificio, una ofrenda permanente. Ya lo dijo Jesús: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. Y san Pablo nos exhorta a ofrecernos como hostias vivas.

El discipulado cristiano es aceptar a Cristo sin condiciones, con todas las implicaciones que trae consigo. Es que somos discípulos, seguimos a Alguien ajusticiado en la cruz. El mejor sacrificio que podemos realizar es la negación de uno mismo, es decir, la renuncia a la propia mentalidad o punto de vista y tener la mentalidad de Cristo. Se trata de un cambio de mentalidad. Pocos entienden esto. Pedro se decepcionó de Cristo, incluso hasta lo negó, porque esperaba un Mesías a su pinta: triunfalista y vencedor. Jesús le pide una sola cosa: “Ve detrás de Mí”, es decir, confórmate con ser mi discípulo.

3.- Existe mucha gente, muchos católicos decepcionados. Unos porque no recibieron el favor o el milagro que pedían, otros al encontrarse con una Iglesia o comunidad llena de pecados. Entonces se retiran o reniegan de Dios y buscan en otra parte aquello que les pueda satisfacer. Cristianos decepcionados, amargados. Tal vez cada uno de nosotros ha sido una piedra de tropiezo para otro con nuestro modo de ser o actuar. A veces, también, la fe depende más de sentimientos.

Es cierto que los escándalos duelen. Dijo Jesús: “Es inevitable que sucedan escándalos” (Mateo 18,7). Pero nuestra fe, nuestro seguimiento al Señor va por otro lado.

4.- Como a Jeremías, también nosotros sufrimos. No queremos seguir en pos del Señor. Pero “Tú me has seducido, Señor, y yo me dejé seducir”. Es cierto, esto no es más que una señal de un amor más fuerte que el mismo o los mismos escándalos. Y esto nos debe sostener y no claudicar.

Creo que todos hemos pasado por situaciones que nos empujan a tirarlo todo por la borda. Pero, como el mismo Pedro, también nosotros podemos decir: ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”(Juan 6,59).

No caigamos en decisiones suicidas. El Señor nos está invitando a ir en pos de Él. Pero para poder entender al Señor debemos estar en sintonía con Él, pensar como Él, amar como Él, verlo todo como lo ve Él.

Si hacemos comunión con el Señor que lo sea de verdad, en comunión de quereres y sentimientos. Sólo así podremos descubrir qué es lo que debemos hacer, qué es lo que a Él le agrada.

Hermano Pastor Salvo Beas.